Analisis la Duquesa de Job
La Duquesa Job
Manuel Gutiérrez Nájera
( 22 de diciembre de 1859 - 3 de febrero de1895 )
Era originario de la Ciudad de México, murió a los 36 años de edad.
Vivió toda su vida en la Ciudad de México, tan sólo salió de ella para realizar cortas visitas a Querétaro y a Veracruz.
Desde pequeño Gutiérrez Nájera comenzó a escribir en diversos géneros literarios en prosa y en verso.
Entre los primeros destaca su labor como periodista en varias publicaciones dedicadas, casi en su totalidad, a información y comentarios sobre sucesos, costumbres y personajes de la Ciudad de México.
Fue el iniciador del modernismo en México; escribió poesía, impresiones de teatro, crítica literaria y social y relatos breves para …ver más…
Desde las puertas de la Sorpresa hasta la esquina del Jockey Club, no hay española, yankee o francesa, ni más bonita, ni más traviesa que la duquesa del duque Job.
¡Cómo resuena su taconeo en las baldosas! ¡Con qué meneo luce su talle de tentación!
¡Con qué airecito de aristocracia mira a los hombres, y con qué gracia frunce los labios! ¡Mimí Pinson!
Si alguien la alcanza, si la requiebra, ella, ligera como una cebra, sigue camino del almacén; pero ¡ay del tuno si alarga el brazo!
Nadie le salva del sombrillazo que lo descarga sobre la sien.
¡No hay en el mundo mujer más linda!
¡Pie de andaluza, boca de guinda,
"esprit" rociado de Veuve Clicot; talle de avispa, cutis de ala, ojos traviesos de colegiala como los ojos de Louise Theo!
Ágil, nerviosa, blanca, delgada, media de seda bien estirada,
Gola de encaje, corsé de ¡crac!, nariz pequeña, garbosa, cuca, y palpitantes sobre la nuca rizos tan rubios como el coñac.
Sus ojos verdes bailan el tango; nada hay más bello que el arremango provocativo de su nariz.
Por ser tan joven y tan bonita cual mi sedosa blanca gatita, diera sus pajes la emperatriz.
¡Ah! Tú no has visto, cuando se peina, sobre sus hombros de rosa reina caer los rizos en profusión.
¡Tú no has oído qué alegre canta, mientras sus brazos y su garganta de fresca espuma cubre el jabón!
¡Y los domingos! ...iCon qué alegría oye en su lecho bullir el día y hasta las