Analisis financiero
Casualmente fui yo testigo presencial del horroroso siniestro que ayer, a las doce de la noche, ocurrió en la calle de San Marcos, esquina con la Hortaleza, y aun que tengo la cabeza perturbada, voy a dar a ustedes una ligera noticia de la sensible catástrofe.
Cuando yo me retiraba del café de San Luis, vi que salía mucho humo de una casa bastante vieja y observé que hasta mis narices llegaba fuerte olor a maderas quemadas.
Cinco minutos después, el olor iba en aumento, los guardias tocaban sus pitos, el gobernador dictaba puntos y ordenes con su bastón de mando, de los transeúntes corrían y se arremolinaban de unos a otros. ¡Que momentos tan horribles!
Antes que comenzasen a funcionar las …ver más…
No te ciegue la pasión propia en la causa ajena; que los yerros que en ella hicieres, las más de las veces serán sin remedio, y si le tuvieren, será a costa de tu crédito y aún de tu hacienda.
Si alguna mujer hermosa viniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera despacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros.
Al que has de castigar con obras, no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones,
Al culpado que cayere debajo de tu jurisdicción, considérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y, en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstrate piadoso y clemente; porque aunque los tributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea, a nuestro ver, el de la misericordia que el de la justicia.
Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad indecible; casarás tus hijos como quisieres; títulos tendrán ellos y tus nietos; vivirás en paz y beneplácito de las gentes, y, en los últimos pasos de la vida, te alcanzará el de la muerte en vejez suave y madura, y cerrarán tus ojos las tiernas y delicadas manos de tus terceros netezuelos. Esto que hasta aquí te he