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El origen del mundo contemporáneo



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Monografía destacada

  1. Introducción
  2. La
    revolución demográfica
  3. Importantes cambios
    socio-económicos
  4. La
    revolución industrial
  5. Consolidación de doctrinas
    político- económicas
  6. Bibliografía
    sobre historia contemporánea

Introducción

La Edad Contemporánea es un periodo muy complejo.
Yo diría que de enormes paradojas. Las diferencias con la
etapa anterior pueden apreciarse en cualquiera de las
manifestaciones del siglo. En primer lugar se pasa de una
monarquía absoluta a otra constitucional e incluso a un
régimen republicano, de la economía de base
agrícola y de pequeños talleres artesanales de tipo
gremial a otra de base industrial con el surgimiento de nuevas
relaciones sociales entre los empresarios (dueños de las
fábricas) y obreros o proletarios agrupados en sindicatos
como la Trade Unions o UGT.

El idealismo deja paso al materialismo, la
religión católica va perdiendo, paulatinamente,
importancia, dando paso a un mayor laicismo social; del
nacionalismo patriótico pasamos al Imperialismo colonial
por un lado, y a las internacionales obreras, por otro. Las masas
sociales pasan a ser protagonistas relevantes del devenir
histórico. Podríamos decir que la Historia, en esta
nueva etapa de Historia Contemporánea, va a ir
haciéndose cada vez más universal, es decir
más global.

La expansión mundial de Europa había
comenzado en realidad en el siglo XV, pero el proceso es mucho
más acelerado en el siglo XIX.

América Latina y los puertos de Asia y
África fueron los primeros en ser colonizado por los
europeos. Los nativos americanos fueron liquidados o
completamente subyugados a la dominación europea. La
mayoría de estadounidenses descendientes de América
(los latinos) de los conquistadores españoles se
independizó de España en el S. XIX, mientras que
muchos pueblos indígenas siguen estando
sometidos.

El clima de África, que propiciaba todo tipo de
enfermedades, y la geografía demoraron más la
colonización europea hasta el S. XIX, aunque los
descendientes de los colonos holandeses, conocidos como el
afrikans o bóers, llegaron a Sudáfrica, ya en el S.
XVI.

La esclavitud tuvo un alto tributo en el desarrollo de
África desde el S.XVI. Millones de jóvenes en
edad de trabajar se los llevaron hacia las plantaciones
americanas como mano de obra esclava para trabajar en los campos
de algodón, azúcar, tabaco o como domésticos
en las casas de los terratenientes.

La población de Asia era la más grande, su
civilización estaba demasiado firmemente establecida para
que los europeos pudieran someterla a su antojo. No obstante
 los europeos hicieron establecer el control sobre los
puertos y el comercio. En lugares como la India e Indonesia,
o el sureste asiático los europeos gobernado, directa o
indirectamente, extendieron las rutas comerciales a través
del control sobre la aristocracia local.

Inglaterra era la potencia colonial europea líder
y ya habían establecido gran parte de su Imperio de
ultramar a principios del S. XIX.

Europa vive un periodo de hegemonía. Es la
época del reparto del mundo, del gran Imperialismo. Pero,
tras la Primera Guerra Mundial, habrá una
mundialización de la historia y más que de historia
de Europa deberemos hablar de Historia Universal, pasando la
hegemonía del Viejo Mundo al Nuevo Mundo, es decir el
poder económico y militar estará bajo el control de
los Estados Unidos de América hasta nuestros
días.

En 1864 se fundó en Londres la Asociación
Internacional de Trabajadores, formada por sindicatos ingleses y
franceses de obreros especializados, buscando en ella más
una asistencia mutua de tipo sindical que un programa de
acción política de tipo colectivista, a pesar de
que Marx fue su principal impulsor y quien redactó el
mensaje inaugural: "La Internacional está prohibida en la
mayor parte de los países y aunque divisiones internas
entre anarquistas y marxistas le restan mucha fuerza, aun
así consiguió cierta extensión, no solamente
en Europa, sino también en Estados Unidos".

En París, en 1871, se produjo una
insurrección obrera que consiguió controlar la
ciudad durante más de un mes.

La Edad Contemporánea tiene unos rasgos
específicos que analizaré, en sus diferentes
ámbitos, a lo largo de este curso. Desde el punto de vista
demográfico se produce un fuerte aumento de la
población, especialmente en Europa, pasando de los 187
millones, aproximadamente, que tenía en 1800 a los
más de 400 en 1900. En tan solo un siglo, Europa casi
triplicó su población. Ese excedente de
población europea, fundamentalmente irlandeses,
británicos, italianos, españoles y eslavos,
encontraron salida en la emigración hacia otros
continentes, especialmente hacia América y
Oceanía.

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Grupo de irlandeses preparados para
embarcar hacia América. (M. S. XIX).

Desde el punto de vista económico, el capitalismo
logra un gran desarrollo. Las dos primeras revoluciones
industriales llevan consigo un gran desarrollo tecnológico
y la utilización de nuevas fuentes de energía
permitirán el nacimiento de las grandes industrias. Es la
etapa de la gran revolución técnica, pues de hecho
la técnica, como aplicación de la ciencia a fines
prácticos, va a modificar la historia misma.

En el ámbito político, durante la Edad
Contemporánea, hay una clara tendencia hacia la
consolidación de los regímenes democráticos,
es decir, hacia el constitucionalismo. Son también
frecuentes las proclamaciones de los Derechos Humanos, proliferan
los partidos políticos, con cada vez mayor
participación ciudadana. El ritmo de la vida
política aumenta, y también la inestabilidad social
con huelgas, manifestaciones o atentados.

En definitiva, comienza un periodo con
características nuevas, muchas de las cuales,
seguirán vigentes y marcarán la historia de la
humanidad hasta nuestros días.

La revolución
demográfica

Thomas Malthus teorizó acerca del techo de
crecimiento de la población diciendo que la cantidad de
alimentos está limitada, la población crece
geométricamente y los alimentos de manera
aritmética lo que lleva a más mortalidad y parada
de crecimiento, pero se puede parar este efecto mediante unos
frenos tanto preventivos (reducción natalidad) como
compulsivos (hambre, epidemias).

La principal contribución de Malthus a la
economía fue su teoría de la población,
publicada en su libro "Ensayo sobre el principio de la
población" (1798). Según Malthus, la
población tiende a crecer más rápidamente
que la oferta de alimentos disponible para sus necesidades.
Cuando se produce un aumento de la producción de alimentos
superior al crecimiento de la población, se estimula la
tasa de crecimiento; por otro lado, si la población
aumenta demasiado en relación a la producción de
alimentos, el crecimiento se frena debido a las hambrunas, las
enfermedades y las guerras.

La teoría de Malthus contradecía la
creencia optimista, prevaleciente en el siglo XIX, según
la cual la fertilidad de una sociedad acarrearía el
progreso económico. Logró bastante apoyo y fue
muchas veces utilizada como argumento en contra de los esfuerzos
que pretendían mejorar las condiciones de los
pobres.

El mayor número de personas juntamente con otros
elementos de tipo económico, político,
psicológico y técnico, formaron la base del proceso
industrializador, que empezó a tomar forma a principios
del siglo XIX y se consolidó a lo largo de toda su
centuria.

La población mundial pasó de
906 millones en 1800, a 1.306 en 1870, alcanzando 1.571 millones
en 1900, siendo los continentes con mayor población Asia,
en primer lugar con 796 millones de habitantes, en 1870 y el
continente europeo con 328, en el último cuarto del S.
XIX.

Europa experimentó un
alto ritmo de crecimiento: los 187 millones de habitantes que
tenía en 1800 se convirtieron en 401 en 1900.En el reparto
de la población mundial, el porcentaje que
correspondió a  Europa oscilaba entre un
20,9 y 25,5 por 100. Su densidad fue la mayor de todos los
continentes. Si a principios de siglo tenía 18,7 h/km
cuadrados, a finales llegó a un 40,1.

La mayor novedad del siglo XVIII fue la de iniciar un
proceso de crecimiento la población europea que ya no se
detendría. Aquellos incrementos que sólo
permitían la recuperación terminaron. Las curvas
demográficas iniciaron una ascensión irresistible y
multisecular.

Modelo de la transición
demográfica

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Podemos ofrecer toda una serie de datos
demográficos. A lo largo del siglo XVIII, el número
de habitantes de Gran Bretaña pasó de 8 a 15
millones; el de Francia, de 23 a 29; el de España, de 7 a
10; el de los Estados italianos, de 9 a 13; el de Bélgica,
de 1 millón y medio a 3; el de Suecia, de poco más
de 1 millón y medio a casi 2 millones y medio; el de
Prusia, de 1 a 3 millones, y el de Holanda, de 1 millón a
l.700.000. Las mayores densidades de población se
obtenían en Bélgica y Lombardía; las
menores, en España, Suecia y Noruega. Después del
Imperio de los zares, que pasó de tener 19 millones de
habitantes el 1762 a 29 el 1796, hacia 1800 Francia seguía
siendo el país más poblado de Europa.

La Europa central y oriental fueron las regiones
europeas con mayor crecimiento demográfico, aunque la
importancia de los crecimientos tal vez viene mediatizada por la
inseguridad de las fuentes disponibles: 300 por ciento en
Hungría, 316 en Pomerania, 200 en el oeste alemán,
166 por ciento en Finlandia. En una escala intermedia encontramos
Rusia (157 por ciento de aumento en el último cuarto del
siglo XVIII), la Prusia oriental con un 132 por ciento y el
conjunto del Sacro Imperio con un 128 por ciento. Por otro lado,
los porcentajes de los otros países escandinavos y de la
Europa occidental y meridional son mucho más discretos:
Suecia, 66 por ciento entre 1720 y 1780; Inglaterra y Gales, 63;
Italia y España, 55, y Francia, 32 por ciento.

Evolución de la
población mundial por grandes zonas,
1800-1900

(en millones)

Continente

1800

1850

1900

1800=1

África

107

111

133

1,24

América Norte

7

26

82

11,71

América Sur

24

38

74

3,08

Asia

630

801

925

1,46

Europa

208

284

430

2,07

Rusia

56

76

134

2,39

Oceanía

2

2

6

3,00

El crecimiento aparece, pues, como un hecho casi general
-excepción de Islandia- y se inscribe en un
fenómeno mundial, aunque las cifras concretas resultan
harto discutibles. Su movimiento expresa situaciones y coyunturas
diversas, y obedece a ritmos diferentes. Así, la
expansión fue de intensidad diversa y asincrónica:
rápida en el caso de Finlandia, Irlanda, Inglaterra y
Gales ( 50 por ciento), mucho menos acelerada para Noruega,
Suecia e Italia (entre un 25 y un 30 por ciento) y casi lenta en
Francia (19 por ciento) y Dinamarca y los Países Bajos (10
por ciento). Por regiones, los contrastes son más
acusados: zonas estabilizadas como Borgoña, el Macizo
Central, Normandía, el sur de Inglaterra y el centro
español guardan poca relación con otras más
dinámicas como el centro y el este francés, el
norte inglés o la España levantina y andaluza, muy
dinámicas.

Los demógrafos históricos no se han puesto
de acuerdo para precisar las causas de este incremento. Son
múltiples y siempre interrelacionadas y las fuentes, que
permitirían llegar a conclusiones convincentes, no han
sido estudiadas exhaustivamente.

Las tasas de natalidad en los países europeos
siguen siendo muy elevadas a mediados del S.XIX, es decir no
variaron prácticamente, respecto a finales del siglo
anterior. Las cifras concretas oscilaban de unos países a
otros, desde una TBN del 55 por mil en Rusia al 28 por mil en
Francia, entre 1840-50. Entre el 50-30 nacimientos por cada mil
habitantes a lo largo de un año se encontraban
países como: Hungría (50 por mil), Portugal y
Prusia (45 por mil), España e Italia (40 por mil) y
Holanda e Inglaterra (30 por mil).

Las de mortalidad se situaron por debajo del 30 por
1000, en este periodo (mediados del S. XIX) lo que arroja un
elevado crecimiento vegetativo y una mayor esperanza de vida que
iría desde los 50 años en Francia hasta los 30
años en Bélgica.

Entre los componentes más importantes de este
descenso de la mortalidad en todos los países europeos
estuvo, sin duda, el descenso de la mortalidad infantil, que
proporcionaba un importante sumando a la tasa bruta de
mortalidad.

El lento pero irreversible progreso de la
medicina y de
la higiene –descubrimiento de las vacunas
por el químico y bacteriólogo Luis
Pasteur
(1822-1895)- y la mejora del nivel de vida
–desarrollo de la agricultura (cultivo de la patata, muy
nutritiva y de fácil cultivo) y la industria– alivian a la
humanidad de las terribles epidemias sufridas en otros
tiempos.

La lucha contra la viruela es eficaz, y
el cólera y el tifus son
dominados a finales del siglo XIX.

Este aumento de población generó dos
hechos demográficos de la máxima importancia
socio-económica.

En primer lugar, el éxodo rural hacia las
ciudades de gran cantidad de población campesina,
atraída por el sueño de holgados salarios y de
mejor nivel de vida, Londres,
París 
Berlín sobrepasarán
los dos millones de habitantes. En segundo lugar, las
emigraciones a ultramar, hacia América del
Norte 
fundamentalmente, experimentan un índice
de crecimiento muy elevado (300 por 100 en 1800-1850), bajando a
222 en la segunda mitad.  Oceanía 
alcanzó en la segunda mitad del S. XIX el mismo
índice de crecimiento
que Norteamérica en la primera
mitad.

Cuarenta millones de hombres, entre los que
destacan ingleses,
irlandeses 
alemanes, es el número
aproximado que surcó los mares para prolongar en las zonas
de destino su originaria civilización occidental, una
civilización industrial y urbana.

Importantes
cambios socio-económicos

La agricultura tradicional dependía de 3
factores: la tierra, el trabajo y el capital (escaso). La
economía también era tradicional y se basaba en
economías orgánicas (todo procede de la tierra),
esta agricultura se dio de diferentes formas en Europa, en la
zona norte con una organización comunitaria (openfields),
tecnologías de arado de ruedas, sistemas de cultivo bienal
y trienal, a diferencia del sur que debido a las tierras
áridas utilizaba un arado sencillo, tenía una
organización individual y practicaba la trashumancia. La
organización del trabajo se basaba en un sistema feudal
con mucha desigualdad entre la población, grandes rentas
feudales (prestaciones en trabajo y pago mediante dinero o
especies (gran parte de la producción del campesino,
apenas dejaba lo mínimo para subsistir) a señores
feudales, rey, iglesia), poco poder del Estado, dando paso a la
ley de rendimientos marginales decrecientes (el aumento de la
población hace que la productividad crezca, pero a largo
plazo termina reduciéndola). El sistema feudal cambia
debido a la peste negra que acabó con 1/3 de la
población quedando muchas tierras libres y haciendo que la
monarquía adquiera de nuevo poder, reduciendo la renta
feudal y dando paso a la renta de la tierra (arrendamiento de
tierras, mediante contratos pactados) mejorando situación
de los campesinos dando así la posibilidad al
comercio.

El comercio se recuperó tras la crisis romana,
originándose con las cruzadas que terminaron con fin
comercial, además mediante la ruta de la seda por donde se
transportaban productos de oriente (lujosos), también a la
aparición de enclaves como Flandes muy bien situada para
establecer relaciones comerciales, mejoras en el transporte
marítimo (lucha contra obstáculos),
construcción de caminos, y sobre todo las mejoras
administrativas mediante la formación de gremios
(garantizan calidad y cualidad, protección ante riesgos),
las ferias (concentración de oferta y demanda a la vez),
además del desarrollo de la moneda, la banca y las
sociedades mercantiles. En el siglo XIX, después de la
crisis comercial, se mantuvo a Italia y Flandes en el comercio y
hubo una expansión en el Báltico y el
Atlántico.

En conclusión se puede observar como a lo largo
de la historia el ser humano ha ido experimentando y aprendiendo
nuevas habilidades que iban haciendo que su estilo de vida
cambiase y en cierto modo mejorasen sus condiciones, el hecho
más claro es el del asentamiento (sedentarismo) que
sirvió para el desarrollo de la agricultura que
sería la base de la economía mediante el comercio
el cual daría paso a la aparición de la banca. No
hay que olvidar que, debido a estos cambios, la población
humana en determinadas zonas ha aumentado y lo sigue haciendo
hasta el día de hoy originando las diferentes
teorías tanto de Malthus la cual en la actualidad se
observa con claridad ya que tenemos unos recursos limitados y un
número de población exagerado, lo cual ha llevado a
crear políticas como por ejemplo en China con una densa
demografía donde las familias solo pueden tener 1 hijo y
la teoría de David Ricardo quien nos muestra la eficiencia
de contratar a los trabajadores necesarios para incrementar la
productividad. Hoy en día existen demasiadas personas que
necesitan trabajar (incremento de la población) pero no
hay suficientes puestos de trabajo para todas ellas, las empresas
saben cuál es el número necesario de trabajadores
para obtener beneficios y solamente contrataran a los que
necesiten.

Finalmente como conclusión general se ve como al
experimentar y cambiar de mentalidad en ciertos aspectos se puede
lograr que hayan cambios diferenciales en la economía,
gracias a los cuales, aunque han sido lentos y bastante duros,
nos han llevado a lo que hoy constituye nuestro modelo de
economía actual que es el modelo capitalista.

En la época, comprendida entre los siglos XVI y
XIX, es decir, la anterior a la Revolución
Industrial 
hay que distinguir diversos factores o
condicionantes de los comienzos de la industrialización en
esa fase de "proto-industrialización".

Aparte del aumento de dinero en circulación, en
gran parte debido al creciente aflujo de metales preciosos del
Nuevo Mundo, o de la también creciente
comercialización de otras mercancías, el factor
básico que acentuó la necesidad de nuevas formas de
satisfacción de necesidades de consumo fue
el desarrollo urbano (ciudades cada vez mayores
y con mayores necesidades). Esto no sólo favoreció
el surgimiento de nuevos agentes en el mercado, como las
compañías comerciales y las bancarias, sino
también supuso un incremento cuantitativo de distintas
formas de demanda de productos en la población urbana, y
al mismo tiempo la necesidad de encontrar un trabajo en la
población rural.

Al mismo tiempo que las cifras de población,
hasta entonces, habían permanecido prácticamente
estables, también se mantuvieron casi sin evolución
alguna las formas de trabajo del pasado. El cambio se produjo,
con el desarrollo de las ciudades. Después de las guerras
de religión que concluyen a mitad del siglo XVII, como en
una forma de reacción a las catástrofes
demográficas similares a las ocasionadas al final de la
Edad Media por las grandes epidemias de peste, se constata un
continuado aumento de población desde finales del siglo
XVII a comienzos del XVIII.

Esta evolución llevó a una mejora en las
condiciones generales económicas en que hay que
diferenciar, por una parte, el grupo de factores que favorecen
el aumento de demanda de bienes y, por otra
parte el cambio de estructuras en las posibilidades de vida de la
gran masa de población rural.

Según Mendels, el principal autor en
la introducción de esta categoría histórica,
el desarrollo proto-industrial habría sido el factor
determinante de la decadencia del sistema socio-económico
de los gremios artesanales, no sólo en Flandes (la zona
que estudió más en su tesis doctoral), sino en toda
Europa. Mendels ligaba este desarrollo
acontecido en períodos de buena coyuntura económica
con la multiplicación de los matrimonios en dichos lugares
y el consecuente crecimiento demográfico que habría
así preparado el "proletariado" posterior. Las ideas
de Mendels fueron recogidas por otros
historiadores, como David Levine (1977) que
subrayó el aspecto de la "proletarización" de la
población. El nuevo trabajador de estas proto-industrias
no podía ya vivir del campo y subsistía gracias a
recibir un salario.

La obra de Peter Kriedte, Hans
Medick 
Jürgen Schlumbohm  (1977)
desencadenó la discusión sobre la tesis de Mandels.
Estos autores, que combinan los citados estudios con los
resultados de la investigación de la llamada Escuela
Histórica alemana (historia de la política
económica), elaboraron un modelo general de cambio
socio-económico que les permite observar toda la
evolución desde el Medioevo al siglo XIX: la que va desde
la sociedad agraria del Feudalismo hasta el moderno capitalismo
industrial. Esencial en la primera fase de esa evolución
habría sido la diferenciación de clases sociales en
la agricultura y la formación de subsistemas, uno de mera
subsistencia en el campesinado sujeto aún a los
señores, y otro de actividades comerciales. Al mismo
tiempo se transformaban las rentas por producto en rentas por
capital con lo que se crearon las bases del futuro sistema de
sociedad capitalista. Dentro de la población
agrícola se diferenciaba así la subclase de
campesinado más pobre, que será el que se dedica,
para poder subsistir, al pluriempleo en que combinan trabajo en
el campo con trabajo en las industrias
domésticas.

En esta configuración, el campesino no
sólo pierde todo contacto directo con el mercado y tiene
que vender el producto de ese trabajo doméstico a
través del "Verleger" (distribuidor), sino también
carece de posibilidades de aprovisionarse de los materiales que
precisa; por ejemplo, en el trabajo doméstico de telares,
el algodón debe recibirlo del distribuidor que
quizá lo ha comprado de mercaderes que lo traen de
América.

La teoría de la Protoindustrialización
siguió en el centro de la discusión cuando en 1982,
Franklin Mendels y Pierre Deyon
participaron en el "Eighth International Economic History
Congress
" en Budapest juntamente con otros 46 investigadoras
e investigadores que presentaban resultados de estudios
empíricos. En las conclusiones del debate se precisaron
los rasgos de la
"Proto-Industrialización":

?        Esta
fase debería comprenderse no a nivel nacional o
internacional sino meramente como fenómeno
regional 
(los efectos de tales transformaciones
estructurales no abarcaban sino un ámbito más
restringido).

?        Frente
al "artesano" tradicional, la proto-industria se
distinguiría por no destinar sus productos
predominantemente al consumo local, sino
por comercializarlos fuera de la
región.

?        Las
proto-industrias permitían nuevas posibilidades
de ocupación en ámbitos antes
totalmente dedicadas a lo agrícola. Permitía el
pluriempleo del campesino.

?        En sus
efectos, esta proto-industrialización supuso una simbiosis
de industrias domésticorurales con el
desarrollo regional del comercio.

?        La
proto-industria contribuyó a introducir un ritmo de cambio
económico, creó la "dinámica" del
desarrollo

Los efectos de esta
reconfiguración socio-económica fueron decisivos
para la formación de la moderna sociedad del capitalismo
industrial.

?        Sustituyó
las barreras anteriores entre propietarios de la tierra,
campesinos y los primeros sistemas económicos
(comerciantes, distribuidores) por una red de
nuevas relaciones condicionadas por el tener que aprovisionarse
de materias primas o por delegar en otros la
comercialización del propio producto.

?        El
nuevo sistema moviliza, por así decirlo, al antes
estático dinero, y lo convierte de mero instrumento para
el intercambio, en algo que, en el nuevo horizonte del "mercado",
se multiplica, da beneficios y comienza así el proceso de
"acumulación de capital" que será uno de los
rasgos distintivos del moderno capitalismo industrial. Esto es,
sin estas condiciones hubiera sido casi imposible disponer del
capital necesario para financiar las nuevas fábricas. Pero
este es uno de los puntos más criticados hoy. Se considera
que hubo incluso otras fuentes de capital más importantes
para el comienzo de la gran acumulación de capital que
caracterizaría la siguiente época a la
Revolución Industrial.

?        El
proceso hace surgir un nuevo tipo de comerciante, que no se
contenta a comprar y vender lo que otros producen, sino que
él mismo va a encargar y organizar la
producción (primero en los hogares-talleres familiares) y
luego su distribución. Esos conocimientos prácticos
nuevos (un nuevo "know-how") muy distinto del que poseía
el propietario de un comercio tradicional, de una tienda o cadena
de tiendas, serán los que permitirán luego
organizar la "fábrica" que necesita proveedores y
planifica la distribución de lo fabricado.

?        Asimismo
el proceso de la proto-industrialización crea, como se ha
dicho arriba, la nueva clase "proletariado" productivo. Una clase
que, desde el principio, está situada en condiciones de
tal precariedad económica – su óbjetivo
básico es poder sobrevivir – que podrá ofrecer
"mano de obra barata" a cualquier propietario de medios de
producción, tal como lo fueron, al principio los
"Verleger" (distribuidores) que concentraban en sus manos todos
los recursos en capital (Mosser 1981).

Es evidente que estos primeros estudios no podían
abarcar las diferencias propias de otros países. Los
estudios estaban demasiado orientados al noroeste europeo (como
criticaban  Houston/Snell ,1984). Por eso, como
se mostraba ya ante, por ejemplo, en los estudios sobre el
campesinado ruso (Cajanov, 1923), hay que contar con
una gran dispersión en lo que concierne a las condiciones
de vida de esa clase rural.

Los historiadores españoles indican incluso que
la proto-industrialización contribuyó a mantener
vivas zonas agrícolas de bajísima productividad con
lo que se reforzaron estructuras feudales y no se produjo
ningún cambio hacia la sociedad moderna.

En concretoInglaterra poseía
mucho antes de que se implantaran estas industrias
domésticas, un sistema muy desarrollado comercial y
capitalista. Tampoco la evolución demográfica
inglesa se realizó según los esquemas mostrados
para Centroeuropa.

En lo que concierne a la dinámica "comercial"
presuntamente ligada al desarrollo de las proto-industrias se
formulan muchas críticas basadas en estudios sobre el
papel de zonas de alta productividad agrícola donde las
ciudades acumularon riqueza y circulación de capital sin
que las proto-industrias desempeñaran ahí el papel
de desencadenante básico que los defensores de la tesis
sobre la protoindustrialización les atribuyen.

Por estas razones, en la discusión posterior, se
ha intentado ampliar el horizonte de problemas (por ejemplo,
Cerman, Hudson, Myska y Pfister) a otros aspectos: cambios en la
familia y roles de hombre y mujer, cultura cotidiana,
comportamientos de consumo, etc.

Los cambios en el entorno.

A) El cambio de estructuras en las actividades
rurales.

En contra de la hipótesis de que la
revolución industrial simplemente se debió al
incremento de riqueza en la burguesía (y las consiguientes
posibilidades de concentración de capital) y a la
aparición de las nuevas tecnologías (siderurgia,
máquina de vapor, primeras máquinas herramientas),
desde hace varios decenios se mantiene la tesis de que hay que
contar además con un factor decisivo en la
aparición de la industrialización: la creciente
concentración de producción manufacturera en las
áreas rurales.

La tesis se apoya en una evidencia: inicialmente, en la
actividad productiva directa ejercida en los talleres de los
artesanos de los gremios  urbanos siguieron vigentes
las formas tradicionales de trabajo. En realidad, desde el siglo
XIII, en que las actividades económicas de las ciudades,
con sus agrupaciones de artesanos y comerciantes, habían
adquirido ya cierta importancia no se constata cambio alguno
radical en esa estructura (como se ha descrito arriba al tratar
de las razones del no desarrollo gremial hacia nuevas formas
productivas).

La gran masa de la población seguía siendo
la rural, donde predominaba claramente la actividad
agraria.

Cuando la Revolución Industrial traspasó
el nivel de masa crítica que la hizo imparable se
producirá el desarrollo del nuevo "mercado de trabajo". El
trabajo se va a convertir así en un bien comercializable
como los demás bienes materiales, se le venderá
(casi siempre bajo presiones elementales, para sobrevivir) o
comprará al mejor precio (con perjuicio del nivel de vida
de casi todos los  empleados). Sólo se
exceptuarán de esta regla los directivos de las empresas o
futuros managers. Pero antes de la aparición de ese
mercado se realizó una profunda transformación que
debe ser tenida en cuenta si es que se quiere comprender
adecuadamente el entorno en que se produjo esa
Revolución.

La actividad productora de bienes distintos de los
específicamente propios del agro, es decir,
artículos de tipo artesanal producidos en unidades de
explotación familiar  y dirigida a mercados
interregionales, se debió a un proceso autónomo que
tiene todos los rasgos de la "autopoiesis" de un sistema
social tal como lo ha descrito Luhmann. 

Este proceso se fue configurando así por fuerzas
internas al propio sistema rural, aunque evidentemente
respondiendo a las "irritaciones" que factores externos causaron
en el seno de dicho sistema.

La agricultura, debido a la secuencia natural entre las
estaciones, provoca en el personal asalariado el conocido
fenómeno del "paro estacional". En las épocas de
menor ocupación se puede agudizar el desempleo. La
explotación pecuaria era menos sensible a este
fenómeno, pero su intensidad de trabajo era menor. Por
tanto, la actividad rural, casi naturalmente, provocaba la
aparición de una masa de población que debía
buscar otras fuentes de trabajo. Es decir, se trataba de buscar
ingresos complementarios en ocupación no
agrícola.

Pero ese fenómeno no es el principal factor en el
origen de la proto-industrialización. El crecimiento
demográfico, que en otras tiempos había compensado
las pérdidas de población por enfermedades y
guerras, pasó a convertirse en factor negativo. El
crecimiento de la producción agrícola y de otros
bienes no podía seguir ya el ritmo del aumento de
población. El intento de sacar mayor partido a la
agricultura, dado el aumento de población activa,
implicó una menor productividad. Este es el contexto en
que se formuló la  Ley de la productividad
decreciente del suelo
. Se agotaban las tierras
fértiles y se recurrió a terrenos menos rentables.
Al comenzar el siglo XVIII, la gran masa de la población
rural no estaba compuesta de propietarios con tierras suficientes
para alimentarse, sino de campesinos asalariados o con
mínimas propiedades (hasta llegar a la clase de los
sirvientes de los señores feudales y de los grandes
campesinos). Antes del "proletariado urbano" se creó
así un "proletariado rural" que constituía una
fuente de mano de obra para las iniciales pequeñas
industrias artesanales de las unidades familiares rurales. El
proceso había comenzado ya mucho antes, como
sucedió, por ejemplo, con las propiedades agrícolas
británicas. Allí desde el siglo XVI se iniciaron
los cambios en que se fue minando la capacidad del anterior
pequeño campesino y se crearon posibilidades de
explotaciones más potentes ante el mercado, las
denominadas "enclosures", como terrenos vallados en
propiedad de un señor. En realidad, el surgimiento de esta
forma de explotación agrícola supuso una
auténtica revolución en las formas de organizar la
producción en el sector primario. En cierto sentido
anticipó lo que hoy se hace con la "concentración
parcelaria", estuvo apoyada por leyes especiales (desde
principios del siglo XVII), y permitió a sus propietarios,
los grandes terratenientes ingleses, la utilización de
medios y técnicas más modernas. Se calcula que
algunas cosechas posibilitaban beneficios superiores en un 50% a
la inversión previa. Los lores, señores
de tales posesiones, dominaban el Parlamento y con el pretexto de
impulsar la producción de cereales hicieron votar una
reglamentación aduanera proteccionista: las "corn
laws
".

Frente a estos propietarios favorecidos, el resto tuvo
que explotar con mayor intensidad tierras más pobres (con
"rendimientos decrecientes"). Así surgió aquel
proletariado rural, como masa de campesinos empobrecidos y
desvinculados del suelo, que luego pasaron a constituir las masas
proletarias de las nuevas zonas industriales.

El papel de la "enclosure" en la revolución agraria
previa a la revolución industrial.

Entre 1450 y 1850 la población inglesa se
incrementó en más de cinco veces, pero sin
reducirse los salarios reales, y al mismo tiempo la
proporción de la población empleada en la
agricultura descendió del 70% a menos de un 25%. Estos
cambios implican que el rendimiento por hectárea y por
trabajador en la agricultura inglesa debió incrementarse
también enormemente antes de 1850. Es decir, parece que
Inglaterra realizó una revolución agrícola
antes y durante su Revolución Industrial.

Desde K. Marx, los historiadores han
supuesto que el factor clave en el desarrollo de este proceso de
cambio había sido un cambio institucional: la
sustitución de los derechos comunales de propiedad sobre
el campo por la propiedad capitalista, sobre todo al crearse
latifundios. Sin embargo, en los últimos 20 años,
algunos historiadores de la economía, como Donald
McCloskey
Michael Turner Robert
Allen
, han cuestionado esta presuposición. El cambio
en la forma institucional de regular la propiedad sobre la
agricultura sólo habría sido un factor secundario
en la realización del revolucionario incremento en la
productividad agraria.

En la ambiciosa obra de Allen se
confirman sus anteriores tesis sobre el mínimo papel del
cambio en los derechos de propiedad, y se expone una nueva
interpretación del desarrollo temporal y causas de la
revolución agrícola.

Allen examina los efectos del sistema de
la "enclosure"  sobre el cambio de
población en las zonas rurales, los efectos del aumento de
tamaño de las propiedades agrícolas sobre el
rendimiento del campo y productividad del trabajo, y el impacto
de este cambio rural sobre la distribución de bienes
agrícolas y sobre el nivel de empleo. La mayor dificultad
con que tropieza el historiador de esta transformación es
la carencia de datos exactos y recopilados
sistemáticamente antes de 1850. Allen aprovecha muy
diversas fuentes para tratar los problemas que plantea (se le ha
criticado cierta ingenuidad) y plantea varias hipótesis
sobre el desarrollo de esta revolución.

En primer lugar, al tratar los efectos del surgimiento
de la "enclosure", Allen intenta cuantificar su impacto
según una cuota de adopción de nuevas
técnicas de trabajo en magnitudes de rendimiento por acre,
productividad del trabajo, beneficio y eficiencia global. Como
resultado llega a la sorprendente conclusión de que el
nuevo sistema de la "enclosure" no habría
supuesto ningún avance relevante en la eficiencia.
Ciertamente, ya antes, McCloskey había
afirmado que la duplicación de la renta agrícola
era un modesto resultado, pero Allen va más lejos y
argumenta que el incremento de renta provino casi completamente
del traspaso del beneficio del anterior campesino arrendatario
del terreno al propietario que ahora empleaba trabajo asalariado.
La "enclosure" había sido la forma en que se
privó al campesinado de parte de la renta que antes
poseía.

Esto crea cierta confusión sobre las razones que
debieron mover a los grandes señores para permitir que los
arrendatarios pudieran retener parte de las rentas originadas en
las aldeas con campos abiertos. Estas diferencias en las rentas
entre las tierras abiertas y las "enclosures"  se
remontan a la Edad Media.

La solución dada por Allen consiste en afirmar
que las bajas rentas logradas en las tierras abiertas resultaban
de la combinación de la incapacidad para poder calcular
entonces la rentabilidad de la tierra y de la falta de
decisión en parte de los señores para exigir a sus
arrendatarios el pago de las cantidades debidas a precio de
mercado. Pero esta solución no explica, de ningún
modo, el por qué los señores exigieron luego con
exactitud despiadada rentas de mercado en sus tierras
cerradas.

En esta hipótesis, de que
la "enclosure" no fue el factor desencadenante de la
revolución agrícola Allen propone dos causas
diversas.

La "revolución de los hacendados" en
productividad del trabajo y rendimientos del campo durante el
siglo XVII se habría ejecutado dentro del marco de la
agricultura tradicional (sin modificar su marco institucional de
relaciones de propiedad y uso de superficies comunales o en
subarriendo). La mayor eficiencia del trabajo y el incremento en
rendimientos se habría traducido entonces a mejoras en la
renta de toda la población, no sólo de los
propietarios privados.

Partes: 1, 2, 3

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