Un siglo de vanguardias: el expresionismo –
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Un siglo de vanguardias: el
expresionismo
Justo hace ahora un siglo desde que surgieron en el
Arte las llamadas Vanguardias Heroicas, denominación un
tanto pomposa de un conjunto notablemente original de movimientos
estéticos, que aún hoy despiertan un vivo
interés. Los primeros años del siglo XX constituyen
uno de los períodos más fructíferos y
creativos de la Historia del Arte que, recogiendo las
transformaciones llevadas a cabo en las últimas
décadas del siglo XIX, suponen un paso decisivo para lo
que entendemos como Modernidad. Los Lenguajes Plásticos
inician aventuras totalmente innovadoras, partiendo de las
soluciones aportadas por el Impresionismo y el
Post-Impresionismo; las causas de esta nueva explosión
artística son sobre todo científicas y
tecnológicas: la aparición de la fotografía
y el cinematógrafo, el descubrimiento y valoración
de las culturas primitivas anteriores a la Antigüedad
Bíblica, y por último, la revolución de las
ciencias físicas producida por la generación que va
de 1880 a 1910.
El Materialismo de finales del siglo XIX postuló
la seguridad de que la materia existente estaba regulada por
leyes que podían ser determinables a través del
método científico. Entre 1895 y 1905 una serie de
sensacionales descubrimientos científicos —la
radiactividad (Curie), los rayos x (Röntgen), la
física cuántica (Planck), la dualidad
ondas-partículas y la relatividad espacio-temporal
(Einstein y otros)? determinó un nuevo sistema de
percepción del mundo tridimensional, articulado en torno a
un nuevo núcleo cognitivo, el espacio-tiempo,
llegándose al extremo final de las investigaciones en
torno a la esencia de la materia (con la consolidación
definitiva del conocimiento del átomo). En resumen, las
viejas certezas tradicionales sobre el misterio del mundo y la
materia cayeron de manera ineluctable, siendo sustituidas por un
frío y determinante panorama basado en las evidencias
cuantificadas por la ciencia, que abría la puerta a un
universo en apariencia nuevo y distinto.
Los avances en Geología, Paleontología y
Prehistoria llevados a cabo a lo largo del siglo XIX no
sólo consiguieron establecer a grandes rasgos el pasado
primitivo de la humanidad, sino que también fijaron los
límites cronológicos de la Prehistoria. Esto
permitió comprender que la llamada "época de la
civilización" era sólo una pequeña y
reciente parte de la presencia de los seres humanos en la Tierra,
proceso multimilenario en el que un ser humano "puro", bruto,
"primitivo", había ido encorsetando sus expresiones
creativas por los corsés de las sucesivas civilizaciones.
Así pues, el concepto sobre el ser humano, la humanidad,
había cambiado tanto o más que el concepto del
universo material, como antes veíamos. [1]
Junto al estudio de la temporalidad humana se
inició el estudio de los reductos menos accesibles de la
mente. Frente a la escuela fisiologista británica, que
negaba la posibilidad de explicar el comportamiento humano como
un ente separado de sus condicionamientos biológicos, se
imponen progresivamente las tesis de la escuela
psicoanalítica austríaca (el psicoanálisis,
con Sigmund Freud), que aventura las primeras hipótesis de
trabajo sobre las raíces de la conducta humana. Buceando
entre los estratos del subconsciente, el psicoanálisis
empezó a sacar a la luz los problemas relativos a los
impulsos mentales primigenios y su represión, así
como las diversas manifestaciones desviadas o patológicas
de la psique humana, conceptuándolos como estados
deformados, anormales o deteriorados de una naturaleza
psíquica latente en todos los sujetos. El impacto de estas
innovaciones psicológicas llevó a un
reverdecimiento del culto a lo irracional y a lo subconsciente,
como reacción, en parte también, a las desgastadas
convenciones de base racionalista que habían dominado el
pensamiento psicológico y social desde los tiempos de la
Ilustración y a lo largo del siglo XIX. [2]
Toda esta revolución del pensamiento y la
percepción en torno al hombre y al mundo tuvo un impacto
directo sobre el arte, que genera respuestas diversas
estéticamente, pero con una raíz común
basada en una serie de premisas compartidas. Entre ellas destaca
el convencimiento de que la civilización occidental,
capitalista e imperialista, estaba entrando en su ocaso, con lo
que se imponía la búsqueda de nuevos sistemas y
objetivos que abriesen nuevos horizontes a la cultura y a la
creación. El descubrimiento del arte primitivo supuso una
fuente de inspiración en este contexto: los pueblos
primitivos, tanto extinguidos como vivos, toman como punto de
partida para sus expresiones artísticas el ingenuismo y la
espontaneidad no racionalizada, caminos que los artistas y los
estetas ven encauzados de un modo u otro hacia la
abstracción total, la extracción de lo universal y
esencial de la belleza, ajeno a la diversidad accidental de las
formas creadas por la civilización occidental de
raíz grecorromana y la tradición judeocristiana.
[3]
En el arte de estos comienzos del siglo XX se mantienen
en vigor y hasta diríamos que predominan las coordenadas
estéticas del Post-Impresionismo. Sin embargo, la
popularización de la fotografía hace que pierda
atractivo para los artistas la representación inteligible
y directa de la realidad material; en cambio, ganan en
interés los sistemas de figuración no relacionados
con el conocimiento establecido y convencional del mundo
físico. Así, se ponen de moda las estéticas
extraeuropeas e "incivilizadas", surgiendo un "boom" en torno a
géneros artísticos como la escultura tribal
africana o las artes de "pueblos primitivos" como los
aborígenes australianos o los indios de ambas
Américas. Los más lúcidos se apoyan en
él para reflexionar sobre la convencionalidad del sistema
figurativo vigente en Occidente desde el Renacimiento. A esa
reflexión se suman los descubrimientos científicos
que revolucionan los conceptos sobre el hombre y el universo a
que nos hemos referido antes. Todo ello fragua un espíritu
artístico caracterizado por el empeño en
desmitificar el realismo artístico y en plantear de nuevo
la esencia misma del arte plástico, de las
categorías de lo bello y lo relevante para el artista.
[4]
Los medios al alcance de la creación para la
apertura de esos nuevos horizontes buscados para el arte dan
origen a las llamadas "Vanguardias", entendidas como movimientos
artísticos que experimentan nuevos métodos y nuevas
herramientas, distintos de los hasta entonces conocidos y
aceptados. Estas Vanguardias, denominadas "Heroicas" por ser las
iniciadoras de esta nueva actitud, y por su posterior
predicamento a lo largo del tiempo, abordan la consecución
de ese nuevo arte moderno que postulan desde diferentes
ángulos. El "Fauvismo" explora los valores subjetivos del
color; el "Expresionismo", las raíces profundas de la
conducta y la vida mental del ser humano, apoyándose
marcadamente en el psicoanálisis freudiano; el "Cubismo",
descomponiendo la concepción espacial unitaria de origen
renacentista, traspone al plano artístico la visión
relativista del universo, que se plasma por ejemplo en su uso de
múltiples planos en simultaneidad; el "Futurismo" estudia
el movimiento, con una marcada afición por la velocidad y
la potencia, percibidas como leit-motivs de la vida
moderna. [5]
El desarrollo del Expresionismo en la pintura se centra
especialmente en Alemania, y se ve favorecido por una serie de
planteamientos filosóficos, históricos y de
crítica estética, relativos al arte alemán
producido desde la unificación nacional de 1871. Estos
planteamientos, difundidos por una serie de obras de
carácter científico, literario y divulgativo,
abogan por la plasmación, en la obra de arte, de una
unidad ulterior que, a través de las obras de
selección propias de los artistas, llega a ser
identificable para el espectador, vinculándolo al artista
por medio del goce estético y de apreciación. Estas
teorías sobre el arte, la obra y el público maduran
cuando en 1905 aparecen en París los llamados "Fauves" en
la Exposición del Salón de Otoño, dando
entidad al "Fauvismo" como movimiento artístico. Los
artistas del ámbito centroeuropeo y nórdico que
adoptan las tesis expresionistas comparten, diluidos en el tiempo
y en la geografía, una serie de características de
base, que permiten agruparlos en una corriente más o menos
identificable. En un senstido amplio, se consideran como
"expresionistas" todas las obras de arte en que predomina el
sentimiento sobre la razón, y en las que no se describen
situaciones, sino sobre todo emociones, y casi siempre de tipo
intenso o violento.
De manera restringida, el calificativo de
"expresionista" afecta a un amplio grupo de pintores de
diferentes tendencias, que transforman la visión
convencional de la naturaleza basándose en el uso
estático del color y la distorsion emotiva de las formas,
eliminando el protagonismo de la realidad evidente, y proyectando
en la obra de arte sus experiencias anímicas más
profundas e íntimas, como los miedos, el odio, la furia,
los complejos, los sueños o la ansiedad. En consecuencia,
la temática y la visión de los expresionistas
está marcada por lo morboso, lo demoníaco, el sexo,
la fantasía, los tabúes y las perversiones. En
cuanto a la técnica se precibe como claramente
expresionista la pasión en el tratamiento de la superficie
del cuadro, con una evidente aplicación violenta de la
masa pictórica.
E. Munch (1863-1944):
Madonna.
El Expresionismo refleja asimismo un clima de violencia
ambiental recogida del entorno social, proveniente de la
agresividad reinante en los medios de comunicación y en el
clima de opinión pública de los países de
Europa Central, muy nacionalistas y radicalizados antes de 1914.
A ello se une una visión del artista sobre sí mismo
como personaje romántico, angustiado y atormentado por una
sensibilidad que exalta su creatividad. Ese ser atormentado
también impulsa al artista a rebelarse irracionalmente
contra los movimientos de masas, sociales y políticos, que
toman preponderancia y protagonismo a partir del cataclismo de la
I Guerra Mundial. Hay expresionistas que se identifican con lo
más radical de las revoluciones del momento, tanto de
signo obrerista —comunistas y anarquistas, sobre
todo— como de corte nacionalista y antimarxista, pero casi
siempre en las alas más radicales. Los expresionistas que
hacen crítica social y política en su pintura, la
exacerban por ese afán tan característico de su
movimiento de rebelarse y luchar "a muerte" contra injusticias y
opresiones de todo tipo. [6]
El Expresionismo se ve arropado en el panorama cultural
por diversos correlatos suyos que surgen en la literatura de la
época posterior a 1918, en los que abundan la
temática tremendista y los adjetivos "cromáticos".
También se crece al sentir que recibe un cierto apoyo en
sus postulados y tendencias por la revalorización que se
produce, precisamente en la década de 1920, de pintores
descubiertos por los historiadores del arte, tales como
Grünewald, Goya, El Bosco, Pieter Brueghel el Viejo o El
Greco, anteriormente ignorados o poco valorados. Por
último, los expresionistas también beben del
torrente de las artes primitivas al que nos hemos referido al
comienzo y de su puesta de moda, reconduciendo motivos
procedentes del arte africano, del eslavo y del popular de
diversas partes de Europa. Así mismo, también se
retroalimenta de géneros de comunicación no
estrictamente artísticos pero sí de gran
difusión, como el grabado o la caricatura.
Las primeras manifestaciones del Expresionismo surgen en
la obra de artistas no asociados de manera consciente, ni
vinculados de manera exclusiva al arte alemán dentro de
las coordenadas modernistas, post-impresionistas o fauvistas:
Edvard Munch, James Ensor y Georges Rouault. Estos artistas no se
conocían entre sí y cada uno trabajaba ajeno a las
influencias de los demás. Munch (1863-1944), noruego, fue
el más original y hoy es más conocido que Ensor y
Rouault. Aunque en su obra se aprecia como un destello de la
influencia del francés Manet, puede vincularse más
estrechamente con Van Gogh, a quien llegó a conocer en
persona en París, y del que se imbuyó de varios
rasgos visibles en su estilo: el uso irritante y agresivo del
color; el uso de la curva "latigueante", siseante; la
preocupación social en la temática; y el abismarse
en los sentimientos, que plasma con una intensidad se
diría que inigualable —como en su obra más
famosa con diferencia, "El Grito"?. [7] Sus problemas de
personalidad le llevaron a desarrollar pinturas sombrías,
de claro matiz depresivo.
E. Munch (1863-1944): El Grito.
(Museo de Oslo)
James Ensor (1860-1949), otro de los precursores del
Expresionismo, nació en Ostende (Bélgica), y desde
sus comienzos como artista mostró un vivo interés
por los aspectos más oscuros de la existencia humana. En
sus cuadros desarrolló una óptica muy
crítica con el ser humano, llegando a una despiadada
mordacidad satírica. Creó un mundo de figuras
absurdas, más bien como caricaturas a modo de
máscaras, vistosas y de gran vivacidad cromática,
que ocultan de manera simbólica la podredumbre y la
corrupción de los individuos, su verdadera naturaleza,
sirviendo como herramientas de la hipocresía. Ensor
recogió influencias muy visibles de El Bosco, manteniendo
su gusto por la brillantez colorista y el detallismo minucioso.
Entre sus obras más conocidas destacan el Autorretrato
entre máscaras (Col. part. Amberes), Las
máscaras intrigadas (Col. part. París), o
La entrada de Cristo en Bruselas (Real Museo de Bellas
Artes de Bruselas).
James Ensor (1860-1949): Esqueletos
disputándose un arenque (1891).
Por último, Georges Rouault (1871-1958),
formó parte en sus comienzos del grupo de los "Fauves",
pero por sus obsesiones religiosas y morales, así como por
su colorido oscuro y dramático, fue aproximándose
en el tiempo a los cánones del Expresionismo. Recoge las
enseñanzas de Gustave Moreau, y trabaja como aprendiz de
vidriero, lo que condiciona en parte su propia producción
artística, dominada por tipos amargados y desagradables,
figuras de payasos deformes y caricaturas de personajes
públicos y políticos. De entre sus cuadros
más afamados podemos entresacar como ejemplos La
Pareja (Col. part. París), Cristo ultrajado
(Col. part. París) o El viejo rey (Col. part.
Nueva York).
Georges Rouault (1871-1958): Cristo y
los Apóstoles.
Tras las figuras dispersas de los precursores Munch,
Ensor y Rouault, surge en 1905 un primer grupo de artistas
comprometidos con el Expresionismo, que se da a sí mismo
el nombre de "Die Brücke" (El Puente). Está formado
por estudiantes de arquitectura de la ciudad sajona de Dresde, en
el sudeste de Alemania, imbuidos más por el
espíritu de la revolución social que por las
inquietudes artísticas. Su líder más visible
es un tal Ludwig Kirchner, quien publica un Manifiesto
dirigido "a todos los jóvenes que deseen crear". El
programa que pretenden seguir los componentes de "Die
Brücke" se basa en el rechazo del arte de su tiempo, la
devoción por Van Gogh y la exaltación de un cierto
misticismo artesanista que se concreta en la predilección
por el grabado en madera, rechazando las técnicas modernas
de impresión. "Die Brücke" tiene la voluntad de
constituirse en puente entre todos los movimientos de
agitación social y cultural del momento en Alemania. Sus
más conspicuos representantes serían Ernst Ludwig
Kirchner y Emil Nolde.
Ernst Ludwig Kirchner (1880-1938):
Doble autorretrato.
Vale la pena detenerse un poco en la biografía
artística y personal de Ernst Ludwig Kirchner (1880-1938),
líder de "Die Brücke". Su principal
leit-motiv constituye la crítica de la sociedad
de su entorno más inmediato, caricaturizando a tipos
burgueses y atribuyéndoles un carácter siniestro;
los representa vestidos con indumentarias punzantes que resaltan
sobre fondos ácidos visualmente abstractos. Entre sus
obras más logradas figuran La calle (MOMA, Nueva
York), Mujer ante el espejo (Col. part.
Düsseldorf), o El pintor y su modelo (Museo de Arte
de Hamburgo). De Emil Nolde (1867-1956) destacan sus
preocupaciones religiosas, cuyo agravamiento desemboca en una
pintura violenta y tumultuosa, de colorido llameante, plagada de
inquietantes figuras y situaciones. Las posturas exasperadas y
los contornos definidos más por manchas que por
líneas le dan un toque de infantil ingenuidad. Entre sus
obras más destacadas hay que mencionar las Bailarinas
iluminadas por velas (Museo Nolde) y la
Crucifixión (Col. part.
Múnich).
Emil Nolde (1867-1956): Familia
(grabado en madera al estilo "Die Brücke")
El carácter exclusivista del programa del grupo,
y las disensiones entre los egos de sus integrantes llevó
a su disolución, acelerada por la búsqueda de
nuevas experiencias por diversos miembros del mismo. Kirchner,
agotado por su desgraciada trayectoria vital y sus problemas de
personalidad, renunció expresamente al liderazgo de "Die
Brücke", que puede darse por disuelto a partir de 1913. Otro
grupo de tendencias similares, derivado de la experiencia de la
"Sezession" en Viena, aparece en Múnich en 1911,
dándose a conocer como la "Nueva Asociación
Artística", e integrando a diversos artistas no alemanes.
En 1911 se celebra asimismo en Berlín la primera
exposición del grupo, a la que sigue un
Manifiesto que, aunque recoge el espíritu del
grupo "Die Brücke", abandona la violencia emocional y la
preocupación por la injusticia social para encauzar su
directriz artística hacia el estudio de la
abstracción. Los miembros de este nuevo grupo son
más independientes, que exponen su obra en
compañía de artistas de otras tendencias
coetáneas, cubistas, fauves, simbolistas, así como
los pintores que se proclaman seguidores de la llamada Escuela de
París.
Este segundo grupo expresionista acabará por
hacerse famoso bajo la denominación de "Der blaue Reiter"
(El Jinete Azul), y constituye una plataforma intelectual a la
que concurren no sólo artistas, sino también
poetas, filósofos y músicos. Su internacionalismo y
su flexibilidad de límites le permitió prolongarse
más en el tiempo y llegar hasta el estallido de la I
Guerra Mundial en agosto de 1914. Tras la posguerra, y con la
llegada de los nazis al poder, la producción
artística acumulada de "Der blaue Reiter" fue
estigmatizada como "arte degenerado" y perseguida de manera
oficial en el III Reich a partir de 1935. Por todo ello, los
miembros de "Der blaue Reiter" se vieron obligados a dejar
Múnich y emigrar, en muchos casos, a los Estados Unidos o
a países periféricos del Viejo Continente. Entre
sus miembros más destacados figuraron el ruso Vasili
Kandinsky (1866-1944) y el suizo Paul Klee (1879-1940)
Kandisky, nacido en Moscú, emigra a Múnich
en 1910 para dedicarse a la pintura. Pertiendo de un
impresionismo popular, evoluciona sensiblemente hacia un arte
objetivo, en el que el único tema es el color, la
línea y la superficie. De ahí nacen sus acuarelas
abstractas y su libro titulado De lo espiritual en el
arte (1912). En este tratado programático, Kandinsky
plasma su teoría según la cual el arte debe
relacionarse más con lo espiritual que con lo material.
Renuncia a la representación figurativa y se propone
establecer una correspondencia nueva entre la forma, el color y
el estado de ánimo del espectador, de modo similar al
efecto estético logrado por la música en el que la
escucha. Uno de los fragmentos más significativos del
libro de Kandinski dice así:
"Puede decirse que toda obra seria es tranquila. En
toda gran obra seria resuenan unas palabras sublimes y
tranquilas: "¡Heme aquí!" La admiración o el
desprecio se desvanecen. No queda más que el eterno sonido
de estas palabras. Ciego frente a la forma, "reconocida" o no,
debe ser el artista, como debe ser sordo a la enseñanza y
a los deseos de su tiempo. Su ojo debe estar abierto sobre su
propia vida interior, su oído siempre haci la voz de una
Necesidad interior. Entonces podrá servirse impunemente de
todos los procedimientos, incluso de los que están
prohibidos. Éste es el único medio de llegar a
expresar esta necesidad mística que es elemento esencial
de una obra. Todos los procedimientos son sagrados si son
enteramente necesarios. […] El artista no
sólo tiene el derecho, sino el deber de manejar las formas
de la manera que juzgue NECESARIA para almacenar SUS fines… La
libertad sin límites que autoriza esta necesidad se
convierte en criminal cuando no se funda en esta misma
necesidad." [8]
Vasili Kandinsky (1866-1944): Dama en
Krinolinen.
Paul Klee, nacido en Suiza y afincado en Múnich,
proce del mundo de los músicos, lo que explica sus
numerosas coincidencias ideológicas y metodológicas
con Kandinsky. Aunque practica a veces la abstracción,
predomina en su obra la figuración a base de
caligrafías infantiles, que dan a su producción una
frescura primitivista. Entre sus obras más conocidas
destacan Dos pueblos (Col. part. Nueva York), Con el
huevo (Col. part. Zúrich), o Gama coloreada
(Fundación Klee, Berna). Klee, al igual que Kandinski,
difundió su pensamiento artístico a través
de escritos y conferencias, siendo una de sus intervenciones
más conocidas la que en 1924 decía: "Las
leyendas de mi infantilismo en materia de dibujo vienen
probablemente de mis composiciones lineales, donde he intentado
combinar una imagen concreta, como la de un hombre, con su
representación, no usando otro elemento que el rasgo. El
arte no reproduce lo que está visible: lo hace
visible." [9]
Paul Klee (1879-1940): El globo
rojo (1922).
El Expresionismo no sólo influyó en la
pintura, sino también y de manera muy principal en el cine
alemán de la década de 1920. Así, el cine
expresionista alemán crea argumentos y
escenografías muy peculiares y con un gran valor
artístico, con películas míticas como
Nosferatu, El gabinete del Doctor Caligari, o
la famosísima Metrópolis de Fritz Lang. En
la arquitectura, el Expresionismo se manifiesta entre 1910 y 1925
en Alemania y Europa Central, y aunque su desarrollo se vio muy
obstaculizado por la I Guerra Mundial y sus consecuencias,
conoció un cierto período de esplendor antes de ser
oficialmente prohibida por el III Reich nacional-socialista de
Hitler. La arquitectura expresionista sentó las bases de
la llamada arquitectura de estilo internacional, confluyendo
junto con otras corrientes a su maduración en la
década de 1950. El rasgo más acentuado del
Expresionismo en la arquitectura es su tendencia a la
monumentalidad, a la que se superponen un dinamismo y un
afán de originalidad muy característicos. Entre los
arquitectos más ligados al Expresionismo destacan las
figuras de Hans Poelzig (1869-1936), Erich Mendelsohn (1873-1953)
y Rudolf Steiner (1861-1925).
NOTAS
[1] R. Huyghe, El arte y el mundo
moderno. Barcelona, Destino, 1971, p. 114.
[2] G. C. Argan, El Arte Moderno.
Valencia, Ed. Fdo. Torres, 1975, pp. 87 ss.
[3] A. Boime, Historia social del arte
moderno. Madrid, Alianza, 1996, pp. 102 ss.
[4] V. Montoliu Soler, Arte, cultura e
Historia para arquitectos. Valencia, Ed. UPV, 2006, pp. 175
ss.
[5] M. Stangos, Conceptos de arte
moderno. Valencia, Ed. Fdo. Torres, 1976, pp.
86-113.
[6] A. Boime, op. cit., p.
49.
[7] G. Heard Hamilton, Pintura y escultura
europeas, 1880-1950. Madrid, Alianza, 1980, pp. 111
ss.
[8] V. Kandinski, De lo espiritual en el
arte (en alemán). Múnich, 1912 (edición
de René Drouin, París 1950), pp. 21 y
23.
[9] P. Klee, Über die moderne Kunst
(Sobre el arte moderno), conferencia dictada en 1924
(edición de J. Grasset, París, 1959), p.
18.
BIBLIOGRAFIA
G. C. Argan, El Arte Moderno. Valencia,
Ed. Fdo. Torres, 1975.
G. C. Argan, El Revival en las artes
plásticas, la arquitectura, el cine y el teatro.
Barcelona, Gustavo Gili, 1977.
A. Boime, Historia social del arte
moderno. Madrid, Alianza, 1996.
G. Heard Hamilton, Pintura y escultura
europeas, 1880-1950. Madrid, Alianza, 1980.
R. Huyghe, El arte y el mundo moderno.
Barcelona, Destino, 1971.
V. Kandinski, De lo espiritual en el
arte (en alemán). Múnich, 1912 (edición
de René Drouin, París 1950).
P. Klee, Über die moderne Kunst
(Sobre el arte moderno), conferencia dictada en 1924
(edición de J. Grasset, París, 1959).
E. Lucie-Smith, Movimientos en el arte desde
1945. Buenos Aires, FCE, 1979.
S. Marchan, Del arte objetual al arte del
concepto. Madrid, Akal, 1985.
V. Montoliu Soler, Arte, cultura e Historia
para arquitectos. Valencia, Ed. UPV, 2006.
M. Stangos, Conceptos de arte moderno.
Valencia, Ed. Fdo. Torres, 1976.
Autor:
Jorge Benavent Montoliu