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SEMCO empresa brasilera




Enviado por mirella serino




    SEMCO empresa brasilera – Monografias.com

    SEMCO empresa brasilera

    Hoy quiero presentarles el caso SEMCO, una historia
    paradigmática de cómo una organización
    latinoamericana, Brasilera específicamente, pudo
    implementar un modelo de administración basado en la
    confianza y la buena comunicación con sus
    empleados.

    Semco fue creada en 1953 por un ingeniero de origen
    austriaco llamado Antonio Curt Semler. Se dedicaba a la
    producción de maquinaria industrial: bombas de
    extracción de agua marina que se vendían a los
    astilleros.

    La empresa, cuyo CEO (delegado consejero) es Ricardo
    Semler, intenta reemplazar el control y la estructura por
    democracia en las decisiones, libertad, comunicación
    abierta, confianza y autonomía en todos los rangos. Semler
    crea en su empresa el ámbito para que las personas se
    sientan estimuladas y productivas, y su esfuerzo se traduce en
    lucro y crecimiento para la organización.

    Los empleados de esta empresa tienen ligada su
    remuneración a los beneficios de la empresa. En cuanto a
    organización interna SEMCO tiene un sistema un tanto
    particular, cada uno puede fijar su salario y sus horas de
    trabajo; los supervisores y los trabajadores se contratan y
    despiden mediante una decisión democrática; las
    asambleas se pronuncian sobre cualquier tema, y cada unidad y
    división cuenta con gran autonomía. Todas las
    normas están recogidas en un Manual de Supervivencia de
    apenas 20 páginas con forma de cómic.

    En general la empresa es receptiva a las propuestas de
    crear nuevas divisiones autogestionadas regidas por las normas
    generales de la empresa, lo que hace de Semco una empresa muy
    flexible y adaptable. Una de las claves de esta empresa
    está en la información, perfecta y simétrica
    para todos. No hay opacidades, nadie puede disimular su
    incompetencia detrás de un cargo porque éstos
    apenas existen, y cuando existen están sometidos al
    control de todos: todos saben lo que ganan los compañeros
    y lo que trabajan; cualquier puede echar a cualquiera. La
    contabilidad está a disposición de todos, y los
    sindicatos dan cursos para enseñar a los trabajadores a
    leerla y entenderla. Otra idea clave está en la
    responsabilidad. La libertad no es nada sin ella: cada uno asume
    las consecuencias de sus actos y de sus elecciones; y esas
    consecuencias existen. Generalmente le afectan al bolsillo, y en
    algunos casos particulares le pueden costar efectivamente el
    puesto.

    Con el tiempo la regenerada SEMCO desarrolló su
    propia "cultura", en la que el despacho de Semler podía
    verse reducido y desplazado de un día para otro
    sencillamente porque los trabajadores habían decidido
    cambiar la distribución del espacio (Semler trabaja en
    casa parte del tiempo, y viaja mucho, así que ¿para
    qué quiere tanto espacio?). No hay tabiques que separen
    despachos o departamentos. No hay recepcionistas, secretarias ni
    asistentes de ningún tipo: todo el mundo, incluidos los
    jefes, tienen que saber enviar un fax o hacer unas fotocopias,
    que es parte de su trabajo. No se crean puestos que acumulan las
    tareas que nadie quiere hacer: eso es crear nichos al margen del
    ambiente incentivador general. En todo puesto debe haber un hueco
    para la creatividad, la libertad y la responsabilidad. Tampoco
    hay estacionamientos ni comedores especiales para ejecutivos.
    Cada uno viste como quiere. Se han interrumpido reuniones de
    ejecutivos porque los empleados querían la sala para
    celebrar un cumpleaños, según cuenta el propio
    Semler. No hay horarios establecidos, pero las unidades de
    trabajo necesitan coordinarse y, de forma autónoma, lo
    hacen, adaptándose a sus propias necesidades. No importa
    cómo haces las cosas, sino lo que haces, y todo el mundo
    sabe lo que hacen los demás, lo que aportan y lo que
    reciben a cambio. El trabajo se organiza en unidades
    relativamente horizontales sin apenas jerarquía y con un
    liderazgo basado en el respecto ganado.

    Semler explica respecto a la estructura de la empresa
    que cuando comenzaron este proceso, había 11, luego 8 y
    finalmente 6 estratos de dirección. Hoy apenas hay 3 en
    total.

    Utilizan la imagen de círculos
    concéntricos simbolizando la idea de que hay muchas
    interacciones que se da en forma circular por desplazarse a
    través de la organización, y las decisiones se
    mueven de esa manera. Esto difiere mucho de la idea de que las
    decisiones son adoptadas por alguien de arriba y que las
    órdenes bajan de allí. Los círculos
    concéntricos contribuyen a aminorar la idea de una
    jerarquía vertical.

    El círculo del centro contiene a los asesores o
    consultores. El siguiente círculo más grande es el
    de los socios que encabezan las ocho divisiones. Y el
    círculo más grande incluye a todos los
    demás, tanto a los socios como a los
    coordinadores.

    Los asesores son cinco personas del círculo
    más pequeño. Crearon esta forma de
    organización dado que desean inculcar en el personal la
    idea de que los que se haya en la cúspide de la
    organización poseen la capacidad para compartir su
    experiencia y sus ideas como catalizadores, no como jefes de
    algo. Los ven como una especie de entrenadores y un poco como
    meros catalizadores.

    Dado que en la empresa no se usan los organigramas
    formales, sólo un líder que tiene colaboradores en
    un proyecto puede realizar uno, que será temporario ya que
    para el próximo proyecto puede variar. En realidad, es
    prácticamente imposible saber quién es
    quién, en Semco.

    Tampoco se usan los términos 'empleado',
    'empleador', 'subordinado' u otros similares para denominar al
    capital humano de la empresa, ya que no existe un equipo sino
    'personas' y es así como se llama a todos los que trabajan
    en el Grupo Semco.

    En esta empresa los empleados pueden decidir si trabajan
    en sus casas o en la oficina. El fundamento de la relación
    con el empleado es el compromiso, la motivación y la
    responsabilidad.

    Una de las alternativas que posee Semco es que tienen
    oficinas satélites, para los casos en donde el contexto
    del hogar de los empleados pueda no ser el adecuado para que
    posean la suficiente concentración (niños,
    disciplina propia del empleado, etc.).

    Estas oficinas satélites o también
    virtuales no tienen pertenencia para ninguno de los empleados.
    Los locales son agradables, con espacios para trabajo; y espacios
    para el relax (maquinas de café expreso, gaseosas, juegos,
    etc.). Con esto los empleados pueden llevar sus notebooks,
    conectarse a la red de la empresa y comenzar a trabajar en una
    oficina que no es la propia.

    El empleado debe reservar, con anticipación, el
    día y la hora del espacio que pretende usar(desde el sitio
    de la empresa en internet), donde hay un mapa de las oficinas
    colectivas, organizadas por piso y resaltadas aquellas que
    estarán libres al día siguiente. La reserva,
    también, puede realizarse desde la oficina, en una
    terminal de intranet instalada en la recepción del
    predio.

    En cuanto a la distribución hay una sala de estar
    con mesitas, máquinas de capuchino y heladera,
    jardín de invierno, estaciones colectivas donde trabajan
    hasta cuatro personas a la vez. En este espacio, las sillas y las
    mesas no tienen dueño. Los puestos de trabajo tienen
    divisores y mesas fijas, pero en este esquema no existen las
    tarjetas de asistencia, los departamentos o los jefes.
    También hay un espacio ambientado, en la parte externa del
    predio, que es utilizado por el personal que busca un momento de
    dispersión, o de reflexión, o, simplemente, quiere
    evitar escuchar a su compañero hablando por
    teléfono.

    En cuanto a los papeles tienen que entrar en una
    carpeta, o en un archivo sobre ruedas, que acompañe al
    dueño en sus andanzas por la oficina. Sin embargo, quien
    elige el sistema no-territorial, también elige
    desprenderse de los papeles.

    Además se aconseja no sentarse en el mismo lugar,
    o junto al mismo colega, dos días consecutivos. Esta
    medida es, principalmente, para estimular la integración,
    de tal forma que puedan conocerse e intercambiar
    ideas.

    Semco no tiene todavía indicadores que permitan
    comprobar la eficacia de este sistema, en lo referente a la
    productividad de la empresa. Sin embargo, la adhesión
    espontánea de los empleados revela el éxito del
    sistema. Hoy en día, la demanda de reservas de oficinas
    virtuales, es muy alta. De hecho, las oficinas tradicionales ya
    no se utilizan y hay proyectos de transformarlas en nuevos
    espacios con este mismo formato.

    Las perspectivas de Semler con respecto al modelo
    virtual, eran las siguientes:

    'Cuando inauguremos nuestra nueva sede
    antropológicamente correcta, sabremos si las personas
    están dispuestas a cambiar el fin de semana por la
    verdadera libertad: la de tener control sobre su vida y sobre su
    destino. Todo el resto pasa, y, puede parecer importante, pero se
    trata apenas de lo urgente. La idea del control mínimo
    puede crear este equilibrio, haciendo que sea agradable para
    todos el fin del fin de semana' (Ricardo Semler – Julio
    2000).

    En resumen los postulados de Semler respeto a su empresa
    son:

    • Eliminar la jerarquía física,
    aboliendo el poder, a través de símbolos y
    espacios.

    • Lograr el liderazgo, por el respeto genuino de
    sus liderados, de su competencia y su capacidad de
    aglutinación.

    • Disminuir o eliminar el control sobre las
    personas. Se cambia el control visual o físico, por la
    responsabilidad, por los resultados, y no por el horario, la
    vestimenta, el modo de proceder, o el método de
    trabajo.

    • Disminución sustancial de la
    pérdida de tiempo por el tránsito y la
    reducción del stress por el cumplimiento de horarios, el
    monitoreo corporativo y la falta de libertad para organizar la
    vida familiar.

    Independencia creciente. Una notebook, datos
    remotos y auto disciplina toman el lugar de las rutinas
    agotadoras, irritantes y poco inteligentes.

    Los cambios llevaron a SEMCO a una organización
    por procesos, aunque todavía no se denomine así en
    la empresa. La idea es hacer que las personas se auto administren
    al extremo y busquen explotar las oportunidades de conciliar sus
    aspiraciones, con las de la empresa. El verdadero liderazgo
    parece resultar de la fórmula – democracia que demanda
    libertad, que demanda diversidad, que demanda
    respeto-.

    Se transcribe en gurusonline.tv el mensaje que Ricardo
    Semler dio a los integrantes de su empresa, sobre la
    incorporación de la Oficina virtual: "Este nuevo espacio
    es mucho más que una adaptación modernosa – es una
    tentativa de liberación de las personas, del control
    innecesario, de la dictadura del tránsito y la
    contaminación, y de un sistema poco inteligente, que
    compromete tanto la vida personal, como la creatividad, la salud,
    y en consecuencia, la felicidad.

    Queremos compartir las ganancias y la productividad que
    provienen de personas felices e interesadas, sin las que no
    existiríamos.

    Y estamos convencidos de que estas nuevas Oficinas
    Virtuales, si son usadas apropiadamente (a criterio de cada
    persona, como un punto de apoyo cuando sea necesario venir a la
    empresa), serán el catalizador de una nueva forma de
    trabajar.

    Las empresas deben concientizarse de que para contratar
    a los mejores y a los más brillantes del mercado, se debe
    depositar confianza en ellos, dándoles la libertad para
    que trabajen en el lugar y de la forma que consideren más
    productiva.

    Nadie conoce otra empresa en Brasil que use Oficinas
    totalmente no-territoriales, donde ni siquiera los directores
    tienen un lugar garantizado, y donde se incentive a las personas
    a encontrar su propio equilibrio entre la vida personal y la
    profesional, siendo responsables por su destino, y haciendo de la
    empresa un lugar saludable para trabajar".

    Hay que destacar que en todos los cambios realizados en
    Semco, se buscó la participación de las personas y
    se escuchó su opinión, pero no siempre se
    alcanzó el grado máximo de democracia, o el
    consenso. Según Semler, "esto sucede por dos razones: una,
    porque todos tenemos un condicionamiento autoritario razonable, y
    nadie conoce ni siquiera una empresa democrática en el
    mundo, lo que es una pena y un atraso de vida. La segunda
    razón es que no todo lo que se piensa, sucede
    naturalmente. En términos antropológicos, el ser
    humano cambia muy poco, y muy despacio, y los grupos (tribus) se
    defienden a ultranza contra cualquier cambio radical".

    El fundador pasó el testigo a su hijo, Ricardo
    Semler. Éste tuvo que lidiar con tiempos difíciles
    para la economía de su país, y con la zozobra de su
    empresa. Al parecer los problemas de salud derivados del
    estrés colocaron a Ricardo en una posición
    decididamente pasiva, lo que le llevó a aceptar las
    propuestas autogestionarias de sus trabajadores. Éstos
    consiguieron primero evitar despidos masivos y ligar su
    remuneración a los beneficios de la empresa, a la vez que
    conseguían reducir el sueldo de los directivos;
    después, poco a poco, fueron organizándose en
    pequeñas unidades coordinadas de no más de 150 a
    200 trabajadores bajo un muy reducido staff directivo en torno al
    hijo del fundador y CEO (Consejero Delegado), Ricardo. Hay
    sólo seis Consejeros, y ocupan el cargo de CEO de forma
    rotativa, cada 6 meses; después están los Partners
    (otros seis o siete), que dirigen las divisiones de Semco; y
    todos los demás trabajadores son Asociados, en distintos
    puestos y con distintas responsabilidades.

    Lo más interesante es el sistema de
    organización interna: cada uno puede fijar su salario y
    sus horas de trabajo; supervisores y los trabajadores se
    contratan y despiden mediante una decisión
    democrática; las asambleas se pronuncian sobre cualquier
    tema, y cada unidad y división cuenta con gran
    autonomía. Todas las normas están recogidas en un
    Manual de Supervivencia de apenas 20 páginas con forma de
    cómic.

    En general la empresa es receptiva a las propuestas de
    crear nuevas divisiones autogestionadas regidas por las normas
    generales de la empresa, lo que hace de Semco una empresa muy
    flexible y adaptable. No están obligadas a utilizar los
    servicios de las demás divisiones de la empresa, y si
    encuentran algo mejor o más barato en el mercado pueden
    acudir a él. De esta forma se introduce un estímulo
    competitivo en la propia organización. La empresa se
    convierte en efecto en un invento para mejorar la solución
    del mercado, y se retira de aquellas funciones para las que dicho
    objetivo no se alcanza.

    El caso es que la fórmula funcionó, y la
    empresa sobrevivió, se desarrolló,
    diversificó y creció. Pero ¿cómo es
    posible que una empresa donde cada uno se fija su propio sistema
    de remuneración y sus horas de trabajo no se colapse?
    Semco no es una organización desorganizada. Nada complejo
    puede crearse sin una organización eficiente en
    algún sentido. Una de las claves está en la
    información, perfecta y simétrica para todos. No
    hay opacidades, nadie puede disimular su incompetencia
    detrás de un cargo porque éstos apenas existen, y
    cuando existen están sometidos al control de todos: todos
    saben lo que ganas y lo que trabajas; todos te pueden echar. La
    contabilidad está a disposición de todos, y los
    sindicatos dan cursos para enseñar a los trabajadores a
    leerla y entenderla. Otra idea clave está en la
    responsabilidad. La libertad no es nada sin ella: cada uno asume
    las consecuencias de sus actos y de sus elecciones; y esas
    consecuencias existen. Generalmente te afectan al bolsillo, y en
    algunos casos particulares te pueden costar efectivamente el
    puesto.

    Con el tiempo la regenerada Semco desarrolló su
    propia "cultura", en la que el despacho de Semler podía
    verse reducido y desplazado de un día para otro
    sencillamente porque los trabajadores habían decidido
    cambiar la distribución del espacio (Semler trabaja en
    casa parte del tiempo, y viaja mucho, así que ¿para
    qué quiere tanto espacio?). No hay tabiques que separen
    despachos o departamentos. No hay recepcionistas, secretarias ni
    asistentes de ningún tipo: todo el mundo, incluidos los
    jefes, tienen que saber enviar un fax o hacer unas fotocopias,
    que es parte de su trabajo. No se crean puestos que acumulan las
    tareas que nadie quiere hacer: eso es crear nichos al margen del
    ambiente incentivador general. En todo puesto debe haber un hueco
    para la creatividad, la libertad y la responsabilidad. Tampoco
    hay plazas de aparcamiento ni comedores especiales para
    ejecutivos. Cada uno viste como quiere. Se han interrumpido
    reuniones de ejecutivos porque los empleados querían la
    sala para celebrar un cumpleaños, según cuenta el
    propio Semler. No hay horarios establecidos, pero las unidades de
    trabajo necesitan coordinarse y, de forma autónoma, lo
    hacen, adaptándose a sus propias necesidades. No importa
    cómo haces las cosas, sino lo que haces, y todo el mundo
    sabe lo que hacen los demás, lo que aportan y lo que
    reciben a cambio. El trabajo se organiza en unidades
    relativamente horizontales sin apenas jerarquía y con un
    liderazgo basado en el respecto ganado (si no es así te
    votan, y te botan).

    Semler ha contado su experiencia en un par de libros de
    lectura sumamente instructiva (en castellano, Radical. El
    éxito de una empresa sorprendente, de Gestión 2000;
    y, aún sólo en inglés, The Seven Day
    Weekend), independientemente de si Semler ha sido más un
    observador pasivo con suerte o un visionario. Hay otros casos
    singulares, como los de Yahoo o Pixar, por citar dos conocidos.
    Todos ellos muestran formas de organización experimentales
    exitosas que hacen posible sacar adelante proyectos a priori
    imposibles. Son un punto de referencia y una
    guía.

    Volviendo la vista hacia nuestro país, resulta
    descorazonador comprobar que en las cabezas de nuestros
    empresarios y gestores no cabe la sencilla idea de que la
    productividad del trabajador es una variable que depende
    fuertemente de los incentivos. Aquí se cree que es una
    constante que depende del tiempo que dedicas a la empresa, con lo
    que las variables objetivo se convierten en el horario y los
    costes. Craso error. Tampoco se acepta fácilmente la idea
    de que las estructuras jerarquizadas suelen ser el refugio de los
    mediocres, y que el coste de éstos para la empresa puede
    llegar a ser enorme. Pero es verdad aceptada que trepar por la
    jerarquía a golpe de fidelidad y extracción de
    horas a terceros es todo el estímulo necesario para
    mantener la estructura en orden y para "seleccionar" a los
    mejores. Y efectivamente son "seleccionados" aquellos que en
    empresas productivas y creativas serían despedidos por
    incompetentes.

    Bien es verdad que en un entorno como el nuestro, en el
    que la competencia entre empresas brilla por su ausencia, y donde
    las quiebras las pagamos todos vía impuestos por aquello
    del empleo, las ineficiencias de estos errores apenas tienen
    trascendencia para la supervivencia de las empresas, que
    simplemente no necesitan ocuparse demasiado de ese asunto de la
    productividad. Por no hablar de la Administración
    Pública, o de la Universidad, donde la preocupación
    por la organización del trabajo es además un deber
    ético y cívico. Es el mundo al revés. Y
    así nos va. Un país que no percibe esa incapacidad
    para estimular al máximo la productividad de su trabajo
    como un gravísimo problema es un país enfermo. Las
    consecuencias en el bienestar de esa sangría son
    infinitamente más graves que el problema del paro. Tenemos
    una enorme potencialidad aún por desarrollar, pero
    mientras otros buscan, experimentan y reforman, nosotros nos
    limitamos a mirar. La reducción del desempleo ha obrado
    maravillas en la salud económica de nuestro país, y
    aún hay algún margen ahí, pero el verdadero
    nicho de futuro está en la innovación organizativa,
    donde queda tanto por hacer. Pero esa innovación se
    convierte en una necesidad sentida por las empresas sólo
    en presencia de libre concurrencia (eso que llaman competencia),
    y en eso sí que no podemos ser optimistas. Bien es verdad
    que parte de la legislación invita al abuso, pero no es
    menos cierto que el problema es más general y complejo que
    eso. Y puestos a hablar de "cultura", aquí nos falta una
    idea clara de la relación entre libertad individual y
    responsabilidad. Y eso por desgracia no está al alcance de
    ninguna reforma.

     

     

    Autor:

    Mirella Serino

     

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