Dios te quiere santo. La santidad no es un privilegio de unos
pocos, sino un deber de todos. Y, si Dios quiere que seas santo,
¿por qué tú no lo vas a querer?
¿Crees que es muy difícil? Para ti solo es
imposible, pero no olvides lo que dice Jesús: “Sin
Mí no podéis hacer nada” (Jn 15,5), pero
“todo es posible al que cree” (Mc 9,23). Por eso, San
Pablo afirma: “Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece” (Fil 4,13). 3
La voluntad de Dios es tu santificación (1 Tes 4,3). Dios
te eligió desde antes de la formación del mundo
para que seas santo e inmaculado ante Él por el amor (Ef
1,4). Por eso, en la Biblia, que es una carta de amor de Dios, se
insiste mucho: “Sed santos, porque yo vuestro Dios soy
santo” (Lev 19,2; 20,26). Y Jesús nos dice:
“Sed santos como vuestro Padre celestial es santo”
(Mt 5,48). Así que tú y yo, y todos "los
santificados en Cristo Jesús, estamos llamados a ser
santos" (l Co 1,2). 4
Así que está claro que puedes ser santo. Dios lo
quiere ¿y tú? Él te conoce por tu nombre y
apellidos. Él quiere siempre lo mejor para ti y sigue
soñando maravillas en tu vida. ¿Lo vas a defraudar
en sus planes divinos? ¿Crees que no vales nada?
¿Crees que todos los demás valen más que
tú? Tú tienes que cumplir tu misión y ser
santo, cumpliendo tu misión con las cualidades que Dios te
ha dado. 5
Si quieres ser santo de verdad, debes El que no quiere correr
riesgos y no se comenzar por ser un buen cristiano. arriesga,
nunca hará nada que valga la Eso supone una
decisión firme de pena. evitar todo lo que ofenda a Dios y
a los . La auténtica vocación muere en un
demás y querer ser siempre sincero, ambiente de
mediocridad. honesto, honrado, responsable… . La
vocación debe cultivarse cada día en la renuncia a
muchas cosas buenas, pero inconvenientes. 6
7 La santidad es un camino de subida hacia la altura y supone
esfuerzo y trabajo personal. Es sólo para esforzados que
tienen fuerza de voluntad y saben perseverar sin volver
atrás. Quizás necesites toda la vida para
prepararte y madurar lo suficiente, o quizás Dios te
regale la santidad en el último momento como un don, en
consideración a tantos años de oración,
pidiéndole esta gracia. Dios tiene caminos distintos para
cada uno.
8 El primer paso para ser santo es querer ser santo. Si no
quieres serlo, porque crees que es imposible para ti o
simplemente no quieres, porque crees que hay que sufrir demasiado
y prefieres tu vida tranquila y sin complicaciones… Entonces,
estás perdido y nunca llegarás a la santidad.
Evidentemente, las personas que tienen una voluntad muy
débil y que se quedan en bonitos deseos, pero no ponen de
su parte y no se esfuerzan, nunca podrán llegar a ser
santos, mientras no adquieran esa fuerza de voluntad que es
necesaria para hacer grandes las pequeñas cosas.
9
Lo importante es no desanimarte nunca en este camino, que, a
veces, está lleno de piedras y espinas. Tu camino es
único y distinto al de todos los otros santos. Dios tiene
para ti un plan único. Tú no eres una fotocopia de
otros santos, sino una flor única en el jardín de
Dios. Por eso, no dejes nunca tu oración personal por muy
cansado que estés y, dado que la santidad es una conquista
personal y un regalo de Dios, debes pedirla todos los
días. Sin embargo, no necesitas entrar a un convento o
hacer grandes penitencias o grandes obras para ser santo. Basta
que cumplas fielmente tus obligaciones de cada día con
amor. 10
11 “Hay que santificar el trabajo, santificarse en el
trabajo, santificar a los demás con el trabajo” (ib.
55). Por eso, “vive tu vida ordinaria, trabaja donde
estás, procurando cumplir los deberes de estado. Sé
leal, comprensivo con los demás y exigente contigo mismo.
Sé mortificado y alegre. Ése será tu
apostolado” (Amigos de Dios 273). Pregúntate a cada
instante “Esto que voy a hacer ¿le gustará a
Jesús? ¿Qué haría Jesús en mi
lugar?” Si te hicieras estas preguntas frecuentemente,
podrías ver las cosas de distinta manera y no desde un
punto de vista demasiado humano y egoísta.
SANTOS DIFERENTES Si analizas la historia de la Iglesia,
verás cómo ha habido santos de todos los colores,
de todas las razas y en todos los tiempos y lugares. Ninguna
profesión tiene la exclusiva de la santidad y ninguna esta
excluida de ella. Hay santos para todos los gustos, desde
niños pequeños a abuelitos, desde débiles
doncellas a robustos soldados, desde reyes o Papas a agricultores
analfabetos. Veamos algunos ejemplos: 12
13 REYES: San Luis Rey de Francia y San Fernando, rey de
Castilla. Santa Isabel de Hungría o Santa Isabel de
Portugal. SOLDADOS: San Sebastián, el capitán
romano que murió mártir, atravesado por varias
flechas. Y tantos otros mártires de las legiones romanas
en los primeros siglos de cristianismo. PROFESORES: San Juan
Bosco, Marcelino Champagnat y tantos santos y santas dedicados a
la educación de la niñez y de la juventud.
POLÍTICOS: Santo Tomas Moro, nombrado el 3-10-2000, por el
Papa Juan Pablo II como el patrono de los políticos.
Él ocupó el cargo de canciller de Inglaterra y, por
oponerse a la anulación del matrimonio del Rey Enrique
VIII, fue decapitado en 1535. MADRES DE FAMILIA: Santa
Mónica, la madre de San Agustín. Santa Francisca
Romana, que tuvo 3 hijos y ayudaba admirablemente a todos los
necesitados. Santa Catalina de Génova, la santa del
purgatorio, que consiguió convertir a su esposo con su
vida sacrificada y santa; al igual que la Beata Ana María
Taigi y miles y miles de madres santas, reconocidas por la
Iglesia. NIÑOS: San Pelayo y San Tarsicio, que fueron
cruelmente asesinados por amor a Jesús. Y los beatos
Jacinta y Francisco, videntes de Fátima.
14 SABIOS: San Jerónimo, San Agustín, Santo
Tomás de Aquino y tantos otros doctores de la Iglesia.
ESCLAVOS: Santa Baquita, la joven africana, cinco veces vendida y
cinco veces comprada como esclava. Se hizo religiosa y
llegó a ser un ejemplo de santidad en el convento.
INDÍGENAS: San Juan Diego, el vidente de la Virgen de
Guadalupe, y Katerina Tekakwitha (1659-1682), apache de USA,
beatificada el 22 de junio de 1980. MÉDICOS: San Cosme y
San Damián, que por su caridad desinteresada, al final,
terminaron siendo mártires de nuestra fe. ZAPATEROS: San
Crispín y San Crispiniano, dos mártires del siglo
III EMPLEADAS DE HOGAR: Santa Zita, que desde los 12 años
sirvió como empleada en una familia distinguida hasta su
muerte, o Angela Salawa, beatificada por el Papa Juan Pablo II el
13 de agosto de 1991. PAPAS: Los beatos Pío IX y Juan
XXIII, de feliz memoria, y otros muchos como San Pedro, San Lino,
San Cleto… De los 264 Papas, que ha habido hasta ahora, la
tercera parte han sido santos. Ninguna profesión tiene un
récord tan alto. Y no olvidemos a los cientos de
sacerdotes y religiosas, que sería demasiado largo
enumerar.
ESPOSOS: San Isidro labrador y su esposa; Luigi y María
Beltrame Quattochi (siglo XX) que, según dijo el Papa Juan
Pablo II, vivieron una vida ordinaria de modo extraordinario y
fueron beatificados el 21 de octubre del 2001. Tuvieron cuatro
hijos, dos de ellos sacerdotes. Incluso, hay familias enteras de
santos como la familia de San Basilio y su esposa Emelia con
todos sus hijos: Pedro de Sebaste, Gregorio Niseno, Macrina y el
grande San Basilio Magno. (siglo IV) Y también la familia
del venerable Tescelín, su esposa la beata Alicia y sus
hijos los beatos Guy, Gerardo, Humbelina, Andrés
Bartolomé, Nivardo y el gran San Bernardo de Claraval.
(siglo XII) Todos han sido santos por el amor. 15
16 La santidad es amor. Necesidad de la oración. Todo por
amor. Piensa en amar y en hacerlo todo con amor y por amor, es
decir, en convertir todas tus obras en amor. Trabaja con amor y
ofrécelo todo con amor.
17 La santidad es amor. Por eso, si vas a una casa o a una
Comunidad religiosa y quieres saber quién es el más
santo, observa quién es el que más ama Observa al
que hace las cosas que más cuestan, al que está
más pronto para hacer cualquier sacrificio para servir a
los demás, al que hace las cosas que los otros no quieren,
al que está más con los enfermos o aguanta mejor a
los de carácter violento. Si en estos casos, no lo ves
murmurar y lo ves alegre y contento. Si hace el bien calladamente
y sufre en paz y con paciencia, tratando siempre de
sonreír y hacer felices a los demás. Si sufre con
amor sus propios sufrimientos o debilidades… ahí
está el santo.
18 Santo es el que ama a Dios y se abandona a sus planes y le
puede decir en cada momento: “Señor, soy tuyo,
aquí estoy para hacer tu voluntad”. Cuanto
más amas de verdad, más santo serás.
Así que no olvides que el amor es santidad y la santidad
es amor. Ahora bien, para amar hay que orar y comunicarse con la
fuente del amor, que es Dios.
Cualquier santo, por más santo que sea, si quiere dejar de
serlo en el más breve tiempo posible, no tiene más
que dejar la oración En cambio, un pecador que quiera ser
santo, lo primero por donde debe empezar es por la oración
sincera de todos los días. 19
BUSCA EL SILENCIO Y EVITA EL RUIDO. Evita las conversaciones
inútiles o ruidosas, evita la música estridente,
evita perder el tiempo y busca el silencio para pensar y orar.
Busca a Dios en el silencio. Dios es amigo del silencio. 20
21 NUNCA DEJES LA ORACIÓN. Se cuenta que el diablo en una
oportunidad no podía entrar en un convento, porque todos
sus frailes eran observantes y no aceptaban sus insinuaciones
para pecar, y lo expulsaban y le cerraban las puertas. Pero un
día cambió de táctica y, en vez de
insinuarles que hicieran cosas malas, les fue inspirando hacer
muchas cosas buenas, como trabajar en la huerta, predicar, dar
charlas y retiros, tener reuniones y misas por todas partes,
etc., de modo que no tenían tiempo para orar y, cuando
iban a la oración, estaban tan cansados, que se
dormían. Y, de esta manera, se fue apagando poco a poco el
fervor de aquel convento y así pudo entrar y crear
divisiones y desanimarlos en su vocación.
22 No tener tiempo para orar, es no tener tiempo para amar
Procura hacer las cosas más ordinarias de la manera
más extraordinaria, es decir, amando extraordinariamente;
entonces, verás la diferencia y tus caminos estarán
llenos de flores de amor, que los ángeles ofrecerán
con alegría a tu padre Dios. Como decía el poeta:
¿Qué tendrá lo que es pequeño, que a
Dios siempre tanto agrada? ¿Qué tendrá una
sonrisita, una atención prodigada, un saludo, una palabra?
Levantarse en el momento, en que toca la campana, saludar y
sonreír a Dios al abrir nuestra ventana, guardar
silencio… Decir un sí que nos cuesta, vencer una
repugnancia, sorber, tal vez, una lágrima.
¿Qué tendrá lo pequeñito, que a Dios
siempre tanto agrada? ¿Qué tendrán esos
granitos de trigo de la hostia santa, que han formado tantos
héroes, tantos santos, tantas santas?
LA COMUNION CON LOS SANTOS Y LA IGLESIA PURGANTE En horas de la
noche, una señora llamó a un sacerdote para que
fuera a cierta dirección a asistir a un enfermo grave, que
necesitaba urgentemente confesarse. El sacerdote acudió a
la dirección indicada y se encontró con que el
joven, que se suponía debía estar gravemente
enfermo, estaba perfectamente bien. Como hacía mucho
tiempo que había abandonado toda práctica
religiosa, se pusieron a conversar y, al final, el joven le
pidió al sacerdote que lo confesara. Le prometió ir
al día siguiente a la Iglesia parroquial para comulgar,
pero como no fue, el sacerdote volvió a su casa.
Allí se encontró con la noticia de que el joven
había fallecido. En la casa vio, entonces, una
fotografía y preguntó quién era aquella
señora. Le dijeron que era su madre, que hacía
tiempo había fallecido. Y era precisamente la misma
señora que le había avisado para ir a su casa a
confesarlo, la madre difunta del joven. 23
Los padres de Santa Teresita pedían a Dios un hijo
misionero y Dios les di una hija patrona de las misiones.
¡Cuántos milagros se pueden conseguir con la
oración por los demás! Por eso, procura aprovechar
el tiempo. Si eres anciano, enfermo, desempleado, aprovecha tu
tiempo en cosas útiles y en hacer más
oración por los demás. Cada oración, cada
acto de amor, cada obra buena o sacrificio, tiene un gran valor
para la eternidad. 24
“Si me amas, confía en Mí; si quieres amarme
más, confía más en Mí; si quieres
amarme inmensamente, confía inmensamente en
Mí”. La confianza total en Dios es condición
indispensable para ser santos y crecer en el amor de Dios
25
“Toda la santidad puede reducirse a una cosa, la fidelidad
a la misión de Dios. Esta fidelidad consiste en la amorosa
aceptación de lo que Dios nos envía a cada
instante. Pues, para el que confía en Dios, todo lo que
sucede se convierte para él en gracia y providencia de
Dios”. 26
Ser misionero es dejarlo todo y seguir a Cristo a donde Él
nos envíe para salvarle almas. Y todos debemos ser
misioneros. Jesús nos dice a todos: “Id por el mundo
entero y predicad el evangelio a toda criatura” (Mc 16,15).
Y si es necesario utiliza palabras…. 27