- Introducción
- El
Judaísmo como religión del pueblo
elegido - La
misión evangelizadora de Pablo y el Concilio de
Jerusalén - La
visión de Pedro - La
destrucción del templo de
Jerusalén - El
reinado de la dinastía de Herodes - Nacimiento de Jesús
- Reinado de Herodes Antipas
- Agripa
I y la persecución a los cristianos - El
encuentro de Agripa II con Pablo - El
martirio de Santiago, hermano de
Jesús - Conclusiones
- Bibliografía
- Anexos
Introducción
Jesús nació en Belén de Judea, por
cuanto fue judío y luego fundador del Cristianismo. Se
puede afirmar que al principio el Cristianismo fue visto como un
movimiento dentro del Judaísmo. Sus seguidores eran todos
judíos incluyendo entre ellos a sus doce apóstoles.
Su doctrina fue divulgada primero a los judíos. Sin
embargo, entre sus seguidores hubo dos grupos: los judíos
cristianos que hablaban el arameo y leían las escrituras
en el mismo idioma y los llamados judíos helenizados que
leían la Septuaginta, que eran las escrituras que
habían sido traducidas al griego a partir de textos
escritos en arameo y hebreo. El primer grupo era más
conservador y tradicionalista, mientras que el grupo de los
helenizados no era tan apegado a las tradiciones.
¿Cuáles fueron las causas de la separación
entre el Cristianismo y el Judaísmo? ¿Cómo
contribuyeron los acontecimientos políticos y sociales,
como la destrucción del Templo de Jerusalén y el
gobierno de la dinastía de Herodes a esta ruptura?
¿Qué fue lo que desencadenó el martirio de
Santiago, hermano de Jesús y líder de la Iglesia
primitiva?
Cristianismo y Judaísmo: causas
de su separación
El
Judaísmo como religión del pueblo
elegido
En el tiempo en que nació Jesús, Israel
estaba gobernado por el Imperio Romano, quienes a su vez
habían recibido mucha influencia de la cultura griega o
helénica. Los griegos, que también eran llamados
paganos o gentiles, adoraban a doce dioses y los romanos
tenían, asimismo, adoración por doce entidades que
eran similares a la de los griegos. La influencia de la cultura
griega también llegó a los judíos, como lo
señala White (2007) en su libro Emergence of
Christianity: "De lejos, la clase sacerdotal era la
más pudiente y mejor educada, y más presta a
colaborar con sus gobernantes helenizados. Esta clase de
colusión aseguraba seguridad financiera y ascendencia
social y fue la ruptura primaria en la separación entre
los judíos helenísticos y los tradicionalistas en
Jerusalén" (p. 7).
Cabe mencionar, además, que entre los
judíos hubo diferentes grupos y sectas que diferían
entre sí en cuanto a sus características de
devoción frente a Yahvé. White (2007) nos
dice:
(…) El monoteísmo judío no era
compatible con ninguna religión politeísta
tradicional y prohibía la devoción al emperador
romano. Sin embargo, en el templo de Jerusalén, los
judíos, voluntariamente, ofrecían un sacrificio
diario por el bienestar del emperador. A
pesar de su larga resistencia contra los preceptos
foráneos, las diferentes comunidades semíticas a
través de Palestina no conformaban una entidad religiosa
homogénea. Hubieron diferentes grupos que adoraban a
Yahvé y que se resistían a convivir y mezclarse con
sus congéneres judíos. Hubieron diferentes sectas
de judíos con agudas discrepancias en grados de
helenización: Saduceos, fariseos, esenios y la comunidad
Qumrán. Los saduceos y fariseos eran sacerdotes y
líderes religiosos laicos, quienes diferían
acremente en su interpretación de la ley judía; los
saduceos eran realistas, también colaboracionistas, que
confiaban en las escrituras, llamadas la Tora; los fariseos,
además de la Tora, también honraban las leyes dadas
por la tradición oral, y creían en la
resurrección de la muerte, en los ángeles y en los
espíritus. Los esenios eran una secta ascética que
vivía fuera del judaísmo urbano de
Jerusalén. Similar a los esenios era la comunidad
ascética de Qumrán, conocida a través de los
escritos del mar Muerto, descubiertos en el mar Muerto en 1947.
(pp. 6-7).
La existencia de diversas sectas religiosas entre los
judíos hace pensar que cada grupo tenía una idea o
concepto diferente de Dios. Pero esto parece ser muy humano. Hay
un texto hindú que nos relata que varios ciegos
tenían una idea diferente de un elefante, porque cada uno
conocía solo la parte que podía tocar y percibir
con sus dedos y sus manos y, con derecho, cada uno
defendía su posición acerca de lo que era un
elefante. Lo mismo se dice cuando varias personas contemplan un
árbol: cada uno ve solo una parte del mismo. Sin embargo
en lo que parece que todas estas sectas o grupos estaban de
acuerdo era en que había un solo Dios, a quien
conocían como Yahvé.
El pueblo judío fue elegido por Dios para ser
portador de la revelación y del mensaje de
salvación. Dios le habló a Abrahán y le
pidió que dejara todo, que le escuchara y creyera en
Él, a cambio de una promesa que fue una alianza entre Dios
y el pueblo judío. Esta convicción del pueblo
judío, de ser ellos los elegidos, nos la describen Holmes
& Bickers (2002), en su libro A Short History of the
Catholic Church, de la siguiente manera:
El Judaísmo fue único en tanto que los
judíos creían estar en posesión de la
revelación de Dios, quien los señaló a ellos
de ser el pueblo elegido. Su historia, detallada en las Sagradas
Escrituras, estaba dominada por la creencia en la providencia de
Dios, quien les enviaría el Mesías en la plenitud
de los tiempos. Sin embargo, la naturaleza del Mesías fue
distorsionada por las experiencias del pueblo y, en el tiempo de
Cristo, su gran deseo de liberación de la política
opresiva, llevó a muchos a buscar una figura
política que les trajera aquella liberación.
(…) (p.11).
Los judíos, al ser ellos receptores de la
revelación de Dios y, también, el pueblo elegido,
intentaron y llevaron a cabo un trabajo de proselitismo; es
decir, trataron de ganar para su fe a los habitantes de otras
naciones. Kurt (2007), menciona en su libro Church at the
Turning Points of History, que el pueblo de Israel estuvo
rodeado de una multitud de prosélitos. Una clase de
prosélitos se llamaba "Prosélitos de la Puerta",
porque solo eran permitidos de atravesar la primera puerta del
área del templo, donde reconocían al verdadero
Dios, absteniéndose de toda idolatría y observando
los siete preceptos de la ley. La segunda clase fue llamada
"Prosélitos del Virtuosismo", quienes aceptaban la
religión judía en su totalidad y se
comprometían a observar todos los preceptos, sin
excepción. Estos segundos prosélitos eran iniciados
en el rito de la circuncisión y adquirían todos los
derechos y deberes de un israelita de nacimiento. En realidad,
eran obligados a llegar a ser judíos naturalizados.
(p.29).
La misión
evangelizadora de Pablo y el Concilio de
Jerusalén
Es en estas condiciones impuestas por el proselitismo
judío, como lo eran la circuncisión y la
rígida observación de los preceptos, que se
encuentra una de las causas más relevantes que originaron
la separación entre Cristianismo y
Judaísmo.
Es conocido que Pablo de Tarso, judío que al
principio persiguió a los cristianos y que luego, por una
aparición que tuvo, en la que Cristo le pidió que
ya no lo persiga, desarrolló una gran labor en
Antioquía, en medio de los gentiles, predicando el
Evangelio y dando a conocer la doctrina cristiana. Su
prédica fue notable y ganó muchos adeptos a la fe
de Cristo y dejó escrita su teología en sus
epístolas que escribió a las diferentes comunidades
en las que predicó. Holmes & Bickers (2002) nos
describen la labor misionera de Pablo de la siguiente
manera:
De todos aquellos responsables de llevar los evangelios
a los gentiles, nadie se compara con Pablo en estatura e
importancia. Su inicial desconfianza y persecución de la
Iglesia, se comparará luego con su aceptación de
aquella y con su labor misionera. En tres grandes viajes
misioneros, entre los años 46-58 d. C., Pablo fue fundador
de las comunidades cristianas ubicadas en las actuales Siria,
Turquía, Yugoslavia, Grecia y su archipiélago y
Chipre. Adondequiera que iba, primero predicaba en las sinagogas
y luego, al ser rechazado, tornaba hacia los gentiles. Con ellos
se concentró en el mensaje fundamental cristiano de la
resurrección de Jesús, aspirando a crear un grupo
capaz de existir por su propia cuenta, para poder seguir
estableciendo nuevas comunidades. El se mantenía en
contacto con sus comunidades fundadas mediante viajes de retorno
y de epístolas; respondiendo a su problemas y
ayudándolos en la formación de la
instrucción rudimentaria, la liturgia básica y la
organización primaria que les había dejado. Pero,
la tarea más difícil e importante, fue la de darles
a estas comunidades la sensación de pertenecer a una sola
Iglesia. Su éxito en la creación de esta conciencia
no solo evitó una ruptura decisiva entre los cristianos de
origen judío y pagano, sino que, además, creo una
solidaridad que fue de enorme importancia para afrontar las
dificultades que estaban por venir. (p. 13).
Al realizarse el Concilio de Jerusalén, que fue
el primero de la Iglesia, Pablo, Pedro y los demás
líderes cristianos se reunieron para debatir acerca de la
imposición de la circuncisión a los gentiles que
querían convertirse al Cristianismo y, también,
acerca de las leyes sobre la alimentación, que se
referían a la distinción entre comida pura e
impura. A los judíos les estaba prohibido injerir una
serie de alimentos, entre ellos la carne de cerdo y de otros
animales considerados impuros. Ellos siempre se lavaban las manos
escrupulosamente antes de comer. Sin embargo Jesús les
dijo, como se menciona en uno de los Evangelios, que no era
fundamental lo que entraba en el cuerpo, porque esto
volvía a salir en el excusado, sino que más
importante era lo que salía de los humanos, como lo eran
sus deseos e intenciones, que muchas veces eran malas e iban en
contra del prójimo. En el concilio de Jerusalén
Pedro y Pablo sellaron con un acuerdo que aceptaban la
posición de Antioquía, es decir, que para ser
cristiano era necesario ser bautizado, pero no era necesaria la
iniciación en la circuncisión, ni la observancia de
los preceptos en cuanto a la alimentación y del Sabbat.
Esto, por supuesto, fue visto como una humillación por los
judíos cristianos tradicionalistas quienes no estuvieron
de acuerdo con esas conclusiones. Pero hasta Santiago el Justo en
quien ellos confiaban habló en concordancia con Pedro,
como nos señala Kurth (2007):
No menos decisiva fue la actitud de Santiago el Justo,
el más ortodoxo y piadoso de los judíos, en quien
todos los reaccionarios confiaban y quien habló en
concordancia con Pedro, colocando el peso de su inigualable
prestigio en apoyo de las tan menospreciadas innovaciones. (p.
35).
Este acontecimiento también lo refieren Holmes
& Bickers (2001) en las siguientes líneas:
El año 49 d. C. Pablo fue a Jerusalén para
asistir a un encuentro con Pedro, Santiago y otros
líderes, en el cual se trataría el tema de la
necesidad de la circuncisión para que los gentiles se
puedan convertir al Cristianismo. La comunidad en
Antioquía, dividida en este asunto, había enviado a
Pablo a recabar consejo de parte de la Iglesia en
Jerusalén. Luego de que ambas partes expusieron su caso,
la decisión recayó a favor de Pablo,
denegándose la necesidad de la circuncisión. Es
difícil exagerar la importancia de este encuentro, que
abrió el mundo pagano a los Evangelios, que trajo
interrogantes acerca de la autoridad en la Iglesia y que,
además, demostró la creciente certeza sobre las
diferencias enter Judaísmo y Cristianismo. (p.
13).
Después de la discusión, el primer
concilio abrió las puertas de la Iglesia a las naciones
con la siguiente declaración: "le ha parecido bien al
Espíritu Santo y a nosotros, imponeros a ti solo las cosas
que sean necesarias". (Kurth, 2007, p.35)
La visión
de Pedro
Anteriormente al concilio, Pedro había recibido
un mensaje, mediante una visión, del Espíritu
Santo, quien le dijo que fuera acompañando a unos
emisarios, que habían ido en su búsqueda, a la
ciudad de Jaffa donde él vivía. Estos emisarios
venían de parte de Cornelio, un centurión romano
residente en Cesarea, a quien se le había aparecido un
ángel diciéndole que sus ruegos habían sido
escuchados por el Señor y que debía ir en busca de
Simón Pedro a Jaffa. Cuando Pedro hubo arribado a Cesarea
bautizó a Cornelio y a toda su familia. (Kurth, 2007, pp.
31-32).
Este acontecimiento de la visión de Pedro es un
mensaje del Espíritu Santo, a través del cual, se
le da a la Iglesia la facultad de bautizar a todo creyente y
devoto, que no sea necesariamente un ciudadano judío, sino
que podía ser de otra nacionalidad. Esto, además,
habría sido decisivo en la posición adoptada por
Pedro, durante el concilio, de respaldar la petición de
Antioquía.
Retornando a las posibles causas de la separación
entre Cristianismo y Judaísmo, se puede mencionar
también el hecho de que es inconveniente el tratar de
hacer que alguien renuncie a su nacionalidad y tradiciones para
poder abrazar una fe religiosa, como era exigido por los
judíos a los gentiles. Claro que siempre es necesaria una
renuncia y sacrificio, pero quizás no deba ser esta de
manera absoluta y radical. Lo fundamental está en la
prédica de la doctrina. Cuando los misioneros llegaron a
América, desde Europa, ellos evangelizaron a los pueblos
autóctonos enseñándoles la doctrina de
Cristo. Pero los evangelizadores tuvieron que aprender a conocer
a dichos pueblos e incluso aprendieron a hablar sus lenguas para
poder llevarles los Evangelios. Además, adoptaron algunos
elementos de los nativos, como los colores y ornamentos y, en
ciertas ceremonias religiosas, se incluyeron ciertos elementos
antropológicos de los nativos.
Como sostiene Kurth (2007), mientras Israel estuviera
entre el Salvador y la raza humana, ésta estaba destinada
a mantenerse lejos del Salvador. Esto es evidente para nosotros
que miramos esta época a la distancia y que tenemos
suficiente libertad para formarnos un juicio justo. Pero no lo
era para aquellos, que ni siendo cristianos o judíos,
podían visualizar el curso de los eventos y no
podían elegir una línea de conducta sin una
revelación. No lo era tampoco para los apóstoles
que no podían estimar el peligro que amenazaba a la
Iglesia en su lucha mortal con el Judaísmo y mucho menos
romper el lazo que parecía atar por siempre a la Iglesia
con la sinagoga. Por lo tanto el Cristianismo hubiera quedado
solo como una religión nacional sin llegar a ser
universal, Y hubiera sido solo un fenómeno de la historia
interna del Judaísmo y conocido por los paganos solo a
través de los historiadores Suetonio y Tácito (p.
31).
La
destrucción del templo de
Jerusalén
Otra causa que ocasionó el claro rompimiento
entre Judaísmo y Cristianismo fue la destrucción
del templo judío de Jerusalén en al año 70
d. C., llevada a cabo por el emperador romano Vespasiano y su
hijo Tito. Holmes & Bickers (2012) nos dicen que "La
hostilidad judía para con el Cristianismo alcanzó
su punto máximo en Jerusalén entre los años
66-70 d. C. Durante este período de la revuelta
judía contra los romanos, los judíos cristianos
emigraron a Pela, al norte de Grecia; acto que fue considerado
como traición por aquellos judíos ortodoxos que se
quedaron a pelear hasta la destrucción de la ciudad en el
año 70 d. C. ". (pp. 12-13)
La destrucción del templo de Jerusalén
alteró profundamente la naturaleza del Judaísmo y
fue un duro golpe para ellos. Por otro lado el mensaje de Pablo,
de que la salvación era posible sin la ley, aceleró
la transformación del Cristianismo de ser un movimiento
reformador dentro del Judaísmo, a ser una religión
en contra de los judíos. White (2007) expresa lo
siguiente:
(…) El Cristianismo fue un reto para el
Judaísmo. Por ejemplo, los cristianos concebían a
Jesús como Dios y creían que las profecías
de las escrituras se habían cumplido en él, pero
esto era algo que ningún judío podía aceptar
y, aunque ambos, los judíos y cristianos, esperaban al
Mesías, los cristianos consideraban a Jesús el
Mesías y esperaban su retorno. A comienzos del segundo
siglo, Ignacio, Obispo de Antioquía, escribió una
serie de cartas mientras viajaba a su martirio en Roma en las
cuales trazó una clara línea de separación
entre cristianos y judíos, declarando que era monstruoso
hablar de Jesús y practicar el Judaísmo.
(p.11).
Al parecer los judíos nunca consideraron a
Jesús como el Mesías, por ello se menciona al
comienzo del Evangelio de Juan "La Palabra era la luz verdadera
que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo
estaba y en el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la
conoció. Vino a su casa y los suyos no la recibieron".
Esta discrepancia acerca del Mesías puede ser considerada
como otra de las causas de la ruptura entre judíos y
cristianos.
El reinado de la
dinastía de Herodes
Herodes el Grande
Cuando Jesús vino al mundo, el reino de Judea
estaba gobernado por los romanos. Judea formaba parte del Imperio
Romano y estos habían destinado un gobernador para que se
encargue del orden y de la recaudación de impuestos. Los
judíos no estaban de acuerdo con este sometimiento y se
rebelaban en ocasiones. Estas revueltas eran debeladas con
energía y dureza por los romanos y se creaban conflictos
entre ellos y los judíos. Sin embargo, los romanos les
habían hecho a los judíos ciertas concesiones como
por ejemplo, la libertad para que ellos puedan ejercer su
religión libremente. Además, para poder gobernar
mejor a Judea, habían permitido que los judíos
tuvieran su propio rey, alguien de su mismo pueblo, pero con
atribuciones limitadas de gobierno y este rey tenía que
rendir cuentas ante el gobernador romano y finalmente ante el
César, que estaba en Roma. Es así que Jesús
nace cuando Augusto era emperador en Roma y el rey en Judea era
Herodes El Grande.
Herodes fue hijo de Antipatro, gobernador de Idumea,
región que fue conquistada y anexada al reino de los
judíos, conjuntamente con otras, luego de la lucha que los
Macabeos libraron contra Antíoco, un rey invasor que
saqueó a Jerusalén. Las acciones terribles que
cometió Antíoco contra los judíos
están relatadas en la Biblia. Allí se narra que
muchos judíos, que no querían renegar de su fe,
eran arrojados en grandes pailas de aceite hirviendo y
asesinados. Sin embargo, los Macabeos llevaron una lucha heroica
contra Antíoco y sus fuerzas y finalmente lo derrotaron.
Los Macabeos eran parte de una dinastía sacerdotal llamada
los asmoneos. Estos sacerdotes eran muy devotos de las escrituras
y de la ley de Dios y gobernaron a Judea anexando a ella otros
territorios vecinos. Juan Hircano, tercero y último hijo
de Simón Macabeo, se proclamó etnarca
–él nunca se consideró rey– de los
judíos y conquistó algunos territorios, como
Samaria e Idumea, para agrandar el reino, el cual gobernó
por 31 años. Juan Hircano se distanció de los
fariseos, porque fue ofendido gravemente por uno de ellos y se
acercó a los saduceos que eran rivales de aquellos. A su
muerte hubo disputas, por el reino, entre sus dos nietos, Hircano
II y Aristóbulo II. Esta guerra interna de sucesión
provocó la intervención de Roma, quien era
gobernada por Pompeyo. Cuando Pompeyo llega a Siria para resolver
problemas que habían causado los piratas fue visitado por
delegaciones de ambos nietos quienes le ofrecieron sendos regalos
y hasta soborno para ganar su favoritismo. Este encuentro en
Damasco, White (2007) nos los describe así:
En el encuentro de Damasco, Pompeyo reconoció a
Hircano II como supremo sacerdote y etnarca, pero dejó la
autoridad civil en manos del legado de Siria. Con gran
indignación, Aristóbolo II retornó a Judea
para preparar la guerra. Casi inmediatamente Pompeyo lo
siguió y marchó a Jerusalén en el año
63 a.d.C. De acuerdo con Josefo, dentro de los tres meses de
haber llegado Pompeyo, capturó y profanó el templo,
asesinando a unos 12,000 judíos. La verdadera
dimensión del control romano fue revelada cuando
Aristóbolo fue forzado a marchar en humillación a
Roma, en donde varias ciudades griegas, que habían sido
conquistadas y anexadas por los reyes macabeos, fueron
restablecidas en su independencia. Para descentralizar aún
más el poder de los macabeos, Hircano II fue permitido de
retener solo el oficio de sumo sacerdote, pero fue relevado del
título de rey. (pp. 24-25).
Por otro lado, Antipatro, el camaleónico
gobernador de Idumea, y su hijo Herodes, fueron capaces de
mitigar el impacto de estos sucesos tumultuosos. Se dice que era
camaleónico porque era muy hábil en ponerse siempre
al lado del vencedor. Es sabido que, también, entre los
romanos había disputas por el poder; disputas que eran
muchas veces sangrientas y que se manifestaban en guerras
civiles. Pues Antipatro siempre sabía hacer alianzas y
tenía una gran habilidad para terminar en alianza con el
vencedor. Esto le ganó el favor del emperador romano de
turno y fue así que consiguió no solo la
ciudadanía romana y muchos favores como la
exoneración de tributos, lo cual aumento su riqueza, sino
que también consiguió poder en Judea y como Hircano
II ostentaba el cargo de supremo sacerdote, el obtuvo el poder
político, financiero y militar en Judea y promovió
a su hijo Herodes como gobernador de Galilea. Todo esto gracias a
sus amistades en Roma.
Herodes compartía las habilidades y genio
político de su padre. En dos ocasiones superó el
estigma de una alianza previa con los enemigos de los nuevos
gobernantes. Primero fue aliado de los asesinos de Julio
César, Casio y Bruto, quienes le prometieron de
establecerlo a él como rey de los judíos
después de la guerra con Marco Antonio y Octavio. Pero el
año 42 a.d.C. la situación revertió. Marco
Antonio y Octavio derrotaron a los asesinos de César en la
batalla de Filipo. A pesar de que Herodes había apoyado a
sus enemigos, Marco Antonio designó a Herodes rey de los
judíos y administrador de toda Judea. El senado romano se
apresuró en confirmarlo como rey con la expectativa de que
éste reclamara Palestina de los Partos quienes
habían invadido Siria, Fenicia y Palestina el año
40 a.d.C.. Pero Herodes era rey de los judíos solo en
Roma. Después de siete días de festividades, y de
un banquete ofrecido por su anterior enemigo Marco Antonio,
regresó a Judea donde le tomó tres años
someter a las facciones anti-romanas. (White, 2007,
pp.25-26).
Sucedió que tiempo después las fuerzas
combinadas de Marco Antonio y Cleopatra desafiaron a Octavio. En
esta campaña militar Herodes cooperó con Marco
Antonio. White (2007) nos señala:
A pesar de esta alianza con Marco Antonio, Herodes
ganó el apoyo del victorioso Octavio. Poco después
del combate naval de Accio, en la isla de Rodas, el año 30
a.d.C., Herodes puso su diadema al costado, en un acto de
Sumisión, y le solicitó a Octavio no considerar el
hecho de haber sido leal a Marco Antonio pero, en cambio, si
considerar el hecho de que él era muy leal y que, esa
misma lealtad, la `ponía a disposición de Octavio.
Octavio accedió prontamente a reafirmar el título
de rey de los judíos a Herodes y pronto expandió
vastamente su territorio. (p. 26).
El gobierno de Herodes fue floreciente y pacífico
durante los años de 20-14 a.d.C., como lo era el del
emperador romano Augusto. Durante su gobierno se embellecieron
las ciudades y hubo bienestar en el pueblo. Comenzó la
construcción del nuevo templo de Jerusalén (20
a.d.C.), obra que duró poco más de 80 años
en ser llevada a cabo .
Por un lado su gobierno se caracterizó por haber
sido una época de paz, de prosperidad, de entretenimiento
y de bajos impuestos. Pero, por otro lado, fue un gobierno que
estuvo lleno de intrigas y de asesinatos y derivó en
despotismo. Herodes no solo mando matar a su esposa Mariamne, de
la dinastía de los asmoneos, de gran belleza y
descendiente de Hircano II, sino que también
eliminó a los hijos que tuvo con ella y, por si fuera
poco, mandó matar al hijo que tuvo con su primera esposa
llamado Antipatro.
Nacimiento de
Jesús
Jesús fue concebido por la Virgen María
quien se casó con José que era carpintero. La vida
de Jesús la conocemos por los Evangelios, tres de los
cuales, el de Mateo, el de Marcos y el de Lucas, llamados
sinópticos y parecidos entre sí, fueron escritos
alrededor del año 90 d.C.. El cuarto Evangelio, el de
Juan, es de un estilo más filosófico y fue escrito
poco después alrededor del año 1oo d.C. (White,
2007, p.26).
María y José vivían en Nazaret,
pero tuvieron que marchar a Belén, porque se había
ordenado un censo. Habiendo llegado a Belén no encontraron
alojamiento, pues todos los alojamientos estaban ocupados. Pero
uno de los hosteleros, al ver que María estaba con los
dolores de parto, les pudo proporcionar albergue en el establo, y
fue allí que la Virgen dio a luz a
Jesús.
Al enterarse Herodes que el niño había
nacido y, después de haber sido informado que el
niño sería el nuevo rey del pueblo judío,
ordenó lo que se conoce como la Matanza de los Inocentes.
En aquel día todo niño menor de dos años fue
ejecutado por los soldados enviados a cumplir la orden. Sin
embargo, la Virgen y José, fueron advertidos previamente
sobre esta matanza por el ángel y lograron huir a Egipto,
de donde solo regresaron después de la muerte de Herodes.
Ellos retornaron a vivir en Galilea.
Reinado de
Herodes Antipas
El título de la dinastía Herodes lo
recibió su hijo Antipas, quien gobernó una
región territorial que comprendía Galilea y Perea,
habitada en su mayoría por judíos hablantes del
arameo. Su reinado duró hasta el año 39 d.C.. Fue
en su territorio que nació Jesús en el tiempo en
que aún gobernaba su padre, Herodes El Grande y fue
durante su reinado que Jesús fue bautizado por Juan el
Bautista, que predicó su doctrina y que anunció que
el Reino de los Cielos estaba cerca.
Jesús fue bautizado en Betania de Nazaret, en el
río Jordán, por su primo Juan el Bautista, que era
ascético y pertenecía a la secta de Qumrán.
Durante el bautismo Jesús recibió el
Espíritu Santo.
Tiempo después, Juan el Bautista fue apresado por
Herodes Antipas, por haberle reprochado su matrimonio con
Herodías, esposa de su medio hermano Filipo, acto que era
considerado como incesto por la ley judía. Antipas
había organizado una celebración el día de
su cumpleaños y, aquel día, Salomé, la hija
de Herodías, realizó una danza que le
encantó tanto a Antipas que éste le ofreció
darle lo que ella le pidiera. Salomé consultó con
su madre qué era lo que le podía pedir y
ésta aprovechó la oportunidad para hacer que le
pida la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja. Casi de
inmediato le fue traída la cabeza de Juan como fue
pedida.
Mientras tanto Jesús iba realizando su
prédica utilizando parábolas que tenían un
contenido ético y moral. Jesús tuvo como sus
seguidores más cercanos a doce apóstoles, a uno de
los cuales llamado Simón, lo renombró Pedro y le
dijo que en adelante él iba a ser la piedra sobra la cual
edificaría su Iglesia. Después de la
Crucifixión de Jesús hecha por los romanos y
judíos, sus discípulos continuaron predicando y
anunciando la buena nueva. Al principio el Cristianismo fue visto
como un pequeño grupo religioso. Pero después de
tres años de la muerte de Jesús, el Cristianismo
empezó a propagarse más allá de las
fronteras de Jerusalén. (White, 2007, p. 34).
Agripa I y la
persecución a los cristianos
El año 38 d.C. Calígula, emperador romano,
nombró como rey de los judíos a su amigo de la
infancia Agripa I, hermano de Herodías y nieto de Herodes
el Grande. En su trayecto hacia Palestina, Agripa hizo escala en
Alejandría, que estaba gobernada por el romano A. Avillius
Flaccus. Los habitantes de Alejandría se burlaron de
Agripa, mediante una representación teatral y con el
consentimiento de Flaccus. Hubo disturbios entre los
judíos, griegos y egipcios. También hubo maltrato
hacia los judíos, colocándose una estatua en el
templo y obligándoles a comer cerdo. Agripa le dio las
quejas a su amigo el emperador Calígula y este
destituyó inmediatamente a Flaccus. Herodías estaba
celosa de Agripa, su hermano, por el favor recibido de
Calígula e hizo que su esposo Antipas fuera a Roma en
busca del apoyo del César, pero lo único que
consiguió fue que Calígula lo desterrara y le diera
más poder a Agripa.
Por aquel entonces, según White (2007),
sucedió que los judíos residentes en Jamnia, cerca
de Jerusalén, destruyeron un altar, puesto por los no
judíos, para venerar al emperador. Al enterarse de esto
Calígula, mando a hacer una estatua de sí mismo
para que sea puesta en el templo de Jerusalén y le rindan
culto. Esto originó conflictos con los judíos.
Agripa fue a Roma a pedirle a Calígula que dé
marcha atrás con su proyecto. Pero solo la muerte de
Calígula, el año 41 d.C., logró que tal
hecho no se llevara a cabo. Claudio, sucesor de Calígula,
le restituyó mayor territorio a Agripa para que este
pudiera apaciguar a Palestina que estaba convulsionada. De este
modo el reino de Agripa fue tan amplio y extenso como lo fue el
de su abuelo Herodes. Al regresar a Palestina Agripa le dio al
templo nuevamente su esplendor y, siguiendo la ley mosaica,
realizaba diariamente las ofrendas. Durante su corto reinado
(41-44 d.C.) fue un gobernante que benefició a los
judíos a quienes apoyó. Agripa se había
convertido de tal manera al Judaísmo que permitió
un ataque en contra de la iglesia cristiana de Jerusalén,
que era dirigida por Santiago, hermano de Juan e hijo de Zebedeo.
Esto hizo que el antagonismo, existente entre los judíos
cristianos helénicos y los judíos cristianos
arameos, fuera incrementándose. La labor misionera hacia
los gentiles era intensa y permisiva, porque se les
permitía la conversión sin necesidad del rito de la
circuncisión, ni de la observación de los preceptos
alimentarios y tampoco del Sabbat. Todo esto trajo serias
discrepancias entre los judíos cristianos conservadores y
aquellos que, como Pedro y Pablo, predicaban y bautizaban tanto a
los judíos circuncidados como a los gentiles. Los
judíos cristianos conservadores eran devotos de la Tora y
del templo, mientras que los judíos cristianos
helénicos sostenían que Jesús era el
Mesías y su autoridad había eclipsado la de
Moisés. (pp. 35-36)
Para congraciarse con los judíos conservadores
Agripa inició un hostigamiento contra los seguidores de
Jesús y ordenó que se cortaran el cabello para
poder identificarlos fácilmente. Luego hizo que el
apóstol Santiago, hermano de Juan, fuese asesinado y al
ver que este acto fue de complacencia de los judíos
ordenó, también, que Pedro fuese arrestado. Estando
Pedro en prisión sucedió que se le apareció
un ángel y, con su ayuda, podo escapar de la misma. Se
refugió en un lugar seguro y luego fue a Roma, durante el
reinado de Claudio.
Agripa murió repentinamente el año 44 d.C.
y su reinado se caracterizó por defender a los
judíos conservadores en desmedro de la Iglesia de los
judíos cristianos helénicos que fueron perseguidos
y atacados. Esto puede ser visto como un evento que
propició la ruptura definitiva entre el Judaísmo y
el Cristianismo.
El encuentro de
Agripa II con Pablo
Marco Julio Agripa II (27-100 d.C.) estaba en Roma
cuando murió su padre. El año 53 d.C.
recibió de parte de Claudio, emperador de Roma, algunos
territorios como recompensa por la pérdida de su padre. Su
gobierno continuó protegiendo a los judíos, pero
mantuvo una relación incestuosa con su hermana Berenice,
quien hacía el papel de reina. Además, el
descontento de los judíos contra los romanos iba en
aumento. Dos eventos marcaron la creciente tensión entre
los judíos y romanos y sus respectivas posiciones en
cuanto al Cristianismo: el juicio de Pablo y el martirio de
Santiago, hermano de Jesús.
Pablo tuvo una intensa labor misionera en
Antioquía, Siria, enseñando la doctrina de
Jesús a los gentiles. El enseñó a los
gentiles que no era necesario el cumplimiento de la ley en lo
referente a los preceptos alimentarios y de purificación
y, además, que no era necesaria la circuncisión
para ser bautizado y convertido. Por vez primera se llamó
Cristianos a los seguidores de Jesús. Como señala
White (2007) el año 58 d.C., cuando Pablo regresa a
Jerusalén, ya habían pasado diez años desde
que él había estado predicando. Fue llevado al
templo para ser sometido a un examen y al presentarse
acompañado de algunos gentiles convertidos fue acusado de
profanación, ya que al templo no podías ingresar
los no judíos. Pablo se ganó la aversión de
los judíos conservadores y tuvo que huir a Cesarea donde
fue apresado por el gobernador Félix, quien lo tuvo en
prisión durante dos años para poder calmar la ira
de los judíos. Algunos sostienen que Félix estaba
esperando un soborno por parte de Pablo para ser liberado.
Mientras tanto la situación en Palestina devenía en
una creciente rebelión de los judíos contra los
romanos. El año 60 d.C. Nerón mandó llamar a
Félix porque se había percatado de que la
situación era insostenible. Nerón nombró
como nuevo gobernador a Porcius Festus (60-62 d.C.) con la
intención de reprimir la anarquía creciente. Pablo
fue acusado de profanación y de socavar la autoridad del
emperador romano en sus prédicas. Festus le
preguntó a Pablo si quería ser llevado a
Jerusalén para ser sometido a juicio, a lo que Pablo
respondió que, en su condición de ciudadano romano,
solicitaba ser llevado a Roma para ser juzgado ante el emperador.
(p. 39).
El martirio de
Santiago, hermano de Jesús
Agripa y su hermana Berenice sentían curiosidad
por tener un encuentro con Pablo y conocer su doctrina que
afirmaba que Jesús no había muerto, que estaba vivo
y que había resucitado. Fue por eso que asistieron al
juicio de Pablo a escuchar su defensa ante la corte. Festus y
Agripa estaban de acuerdo en que Pablo no había hecho nada
que mereciera prisión o muerte; esto en clara
oposición a los sacerdotes judíos. Aunque ellos
pudieron liberarlo, sin embargo, lo llevaron a Roma.
A la muerte del gobernador Festus lo sucedió
Lucceius Albinus (62-64 d.C.) como gobernador de Judea. Por ese
entonces, las dos facciones de judíos cristianos, junto a
los sacerdotes judíos, el rey Agripa y su hermana Berenice
y los gobernadores romanos, estaban luchando entre sí
compitiendo por intereses políticos y religiosos. Como nos
dice White (2007) fue aquí que Santiago apóstol,
hermano de Jesús fue apedreado por los sacerdotes
judíos, quienes temían disturbios en
Jerusalén causados por la agitada expectativa del
inminente reino de Dios sobre la tierra. (p. 40).
Santiago había liderado la comunidad de hebreos
cristianos de Jerusalén en los años del 42 al 62
d.C. y estaba entre aquellos que habían tratado de
aminorar el nuevo universalismo de Pablo. Su propia iglesia
hebrea cristiana, que incluía seguidores conservadores y
apóstoles de Jesús, estaba furiosa por la
misión de Pablo hacia los gentiles. A consecuencia de
ello, Santiago no pudo mediar más entre los hebreos
cristianos, los helenizados cristianos dirigidos por Pedro y
Pablo y el Sanedrín de líderes y sacerdotes
judíos. Pablo había sido llevado a Cesarea por los
romanos y permanecía bajo arresto. Pero los sacerdotes del
Sanedrín no olvidaban que habían sido alertados en
su intento de haberlo ejecutado. Los líderes y sacerdotes
judíos deben haber visto su poder venir a menos, cuando
observaban el clamor y la celebración de la Pascua por los
seguidores de Jesús. En su desesperación le
pidieron a Santiago que hablara a la multitud en el templo y les
dijera que Jesús no era el hijo de Dios. En lugar de ello
pronunció una elegía sobre "el Hijo del Hombre",
que en vez de calmar a la multitud, la incitó aún
más. Esto enfureció a los judíos sobremanera
y reaccionaron con violencia. Llamaron a Santiago para que cuente
acerca del sermón que había dicho y, aunque ellos
no podían ejercer castigo capital alguno porque eso era
prerrogativa del gobernador romano, a la señal del
sacerdote supremo Anás asesinaron a Santiago y a varios de
sus seguidores.
Luego de la muerte de Santiago la relación entre
los judíos y romanos y entre los grupos rivales de
judíos cristianos siguió deteriorándose. La
interpretación menos rígida de la enseñanza
de Jesús llevada a cabo por Pablo y los cristianos
helenizados fue ganando creencia y prevaleció. Para ellos,
el cumplimiento de la ley, no era más el camino a la vida
eterna; en lugar de ello la salvación estaba asegurada por
la escatología revelada por Jesús, quien era el
Mesías. Jesús reemplazó a Moisés como
el juez de la salvación. La iglesia hebrea cristiana de
Jerusalén desapareció cuando la misión de
Pablo hacia los gentiles se propagó a Roma. En efecto, de
acuerdo con Pablo, Jesús había hecho todas las
cosas nuevas.
Conclusiones
Dios eligió al pueblo de Israel para ser el
portavoz de su mensaje e hizo con ellos una alianza. Para ello le
habló a Abrahán, quien fue el padre de los
judíos y también el padre de la fe. Los preceptos
de Dios le fueron entregados a Moisés quien fue designado
por Dios para transmitirlos a los judíos. El pentateuco o
la Tora, son las escrituras en donde está la palabra de
Dios revelada a Moisés. Los judíos la llaman la
ley.
Jesús vino al mundo y nos trajo la doctrina del
amor, de la caridad de la misericordia. Jesús fundó
el Cristianismo y eligió a Simón Pedro para que
dirigiera la Iglesia. Cuando Jesús es apresado por los
judíos el sumo sacerdote Caifás le pregunta
"¿eres el Mesías?", a lo que Jesús le
responde "tú lo has dicho". He aquí una de las
causas que provocaron la ruptura entre el Cristianismo y el
Judaísmo. Los judíos nunca han reconocido a
Jesús como el Mesías, puesto que esperaban a un
Mesías que los libere del dominio de los romanos y de los
pueblos que eran sus enemigos. Pero Jesús vino con un
mensaje espiritual, vino para anunciar el Reino de Dios a la
humanidad, porque para ello fue enviado. (Lucas
4:43)
Otra causa, además, que provocó el cisma
entre Cristianismo y Judaísmo, fue la intensa actividad
misionera que realizó Pablo en Antioquía y otras
ciudades, específicamente hacia los gentiles, a quienes
llevó el mensaje de Jesús. Como consecuencia de
ello Pablo desarrolla una teología en la cual afirmaba que
la salvación era posible sin la ley, por cuanto él
no veía necesario que un gentil que quisiera ser bautizado
pase por el rito de la circuncisión, rito que era esencial
para todo judío y que estaba en la ley. Jesús ya
había manifestado que Él había venido a
cumplir la ley, cuando fue reprochado por los judíos, por
haber hecho un milagro el día del sábado. Aparte de
ello, Pablo sostenía que para ser bautizado no se
necesitaba la observancia del Sabbat ni de los preceptos que
prohibían una serie de alimentos. La teología de
Pablo irritó sobremanera a los líderes
judíos conservadores y al Sanedrín, quienes
trataron de eliminarlo.
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