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Propiciando el cambio en la Práctica Educativa




Enviado por Erika Pérez



  1. Introducción
  2. Desarrollo del
    tema
  3. Conclusión
  4. Referencias
    bibliográficas

Introducción

El maestro y el estudiante son los actores principales
en el reparto de la educación formal tradicional, se haya
en la actualidad en una etapa de rediseño de todo el
proceso educativo, dado que en el mundo se han dado cambios tan
profundos que han derrumbado la mayoría de los paradigmas
existentes dejando al descubierto el deterioro en que se
encuentra la relación entre ambos y la baja calidad de la
misma, aunque algunos maestros tradicionalistas opinen lo
contrario y sigan defendiendo sus costumbres, sin descalificar
estas últimas, muchos compañeros docentes estamos
de acuerdo en que necesitamos una verdadera transformación
de nuestra práctica docente, ya que incluso la misma
concepción del término maestro busca resignificarse
en el mundo actual.

La práctica educativa de los docentes es una
actividad dinámica, reflexiva, que comprende los
acontecimientos ocurridos en la interacción entre maestro
y alumnos. No se limita al concepto de docencia, es decir, a los
procesos educativos que tienen lugar dentro del salón de
clases, incluye la intervención pedagógica ocurrida
antes y después de los procesos interactivos en el aula.
Es importante reflexionar acerca de tres dimensiones para evaluar
la práctica educativa de los docentes: 1) el pensamiento
didáctico del profesor y la planificación de la
enseñanza; 2) la interacción educativa dentro del
aula; y 3) la reflexión sobre los resultados alcanzados.
La relación entre estas tres dimensiones es
interdependiente, es decir, cada una de ellas afecta y es
afectada por las otras, por lo cual resulta indispensable
abordarlas de manera integrada. La propuesta aquí
desarrollada considera que los programas de mejoramiento del
trabajo docente deben abordarse a partir de la evaluación
de la práctica educativa, para después abordar la
formación docente.

La sociedad actual necesita de profesionales, que sean
capaces de producir cambios, para ello hay que sensibilizarlos en
la búsqueda de soluciones a diversos problemas, nutrirlos
de conocimientos propios de la técnica contable y
fundamentalmente comprometerlos con la carrera que han
escogido.

Para lograr estas cualidades en el estudiante, futuro
profesional, el docente como mediador entre el aprendizaje y el
alumno, está obligado a reflexionar sobre su propia
práctica áulica, que es única, irrepetible y
legitima, de forma tal de mejorarla todos los días,
introducir nuevas estrategias o cambiarlas si fuese necesario,
perfeccionar su discurso y prioritariamente interesarse en la
evaluación dentro de todo el proceso de enseñanza-
aprendizaje porque de lo que se trata es de dividir o repartir,
es decir se debe evaluar al alumno, pero también se debe
autoevaluar el docente en su propia práctica
áulica, así mejorará la educación y
mejorará seguramente la sociedad.

El Doctor Pablo Latapí nos dice que "el maestro
es un profesional del conocimiento, obligado a estar atento a su
continua, evolución tanto en las disciplinas que
enseña como en las ciencias del aprendizaje" , mientras
que la Subsecretaría de Educación Básica y
Normal nos habla de que los maestros "deben contar con las
competencias necesarias para atender con calidad las necesidades
de los alumnos en las aulas" , lo que nos hace reflexionar sobre
cuál debe ser el papel que desempeñaremos en la
sociedad actual .

Hoy en día en nuestro país, en la
mayoría de las escuelas el maestro es concebido como
alguien que se para frente a un grupo de alumnos,
hablándoles de cosas que no entienden, escribiendo con una
letra ilegible en un pizarrón y más de media clase
bostezando o haciendo otras cosas, son todavía escasos los
docentes que logran atraer la atención de sus alumnos y
cuya experiencia se pierde por no documentarla y darla a conocer,
siendo contados los casos de un aprendizaje real y no
memorístico dentro de nuestras aulas.

La revolución tecnológica del
último cuarto del siglo pasado, preponderantemente en el
marco de las comunicaciones, permitió al hombre romper las
cadenas de tiempo y espacio, en donde el sincronismo y el
asincronismo responden a las necesidades de un caudal de
información inimaginable al alcance de todos, impactando
en todo el quehacer humano y que nosotros maestros no sabemos o
no queremos aprovechar, olvidándonos que la misma
dinámica del mundo le exige a nuestro alumno la
adquisición de nuevas competencias que le permitan superar
los retos actuales y a nosotros maestros a concebirnos como
aprendices permanentes e integrantes de una comunidad,
entendiéndose por comunidad, al grupo de individuos que
trabajan hombro con hombro por conseguir un fin
común.

Introduction

The teacher and the student are the main actors in the
cast of traditional and formal education, now it is in re design
of all the Educative Process, because of the deep changes that
have destroyed most of the paradigms leaving uncovered the
terrible state of the relationship among them and the low quality
of it. Eventhough some traditional teachers think the opposite
and they keep on defending their valuable traditions. Most of
teaching co-workers agree on we need a real transformation of our
teaching practice and also the concept or teacher needs to be
redefined in the world.

The educative practice of teachers is a dynamic and
reflexive activity that has to do with the interactions between
teachers and students. It is not limited to the concept of
teaching, this means that the Educative Process inside the
classroom include pedagogic intervention occurred before and
after the interactive classroom processes. It is important to be
reflexive about three dimensions to evaluate the educative
practice of teachers. 1) the didactic thinking of teachers and
teaching planning; 2) the educative interaction inside the
classroom and 3) the reflection on reached results.

The reflection among these three dimensions is
interdependent, this means that each one of them affects and it
is affected by the others so it is necessary to treat them in an
integrated way. The proposal developed in this article considers
that improving working teaching programs must be taken from the
evaluation of teaching practice and later teaching preparation
must be taken into account.

The society needs professionals able to make changes
that is why we need them to be sensitive about searching for
solutions to diverse problems and feed them with knowledge of
countable techniques and commit them to the profession they have
chosen.

In order to achieve these qualities in the student, the
teacher as mediator of learning for students, has the obligation
to make reflections on classroom practice which is unique and
legitimate for improving it every day, with new strategies and
change them if it is necessary. Making perfect the discourse
within the teaching and learning is about dividing it. It is also
vital to evaluate the student but also to evaluate the classroom
practice in order to improve the education and as a result the
society.

Doctor Pablo Latapi mentions that: "The teacher is a
professional of knowledge who is obligated to be attentive to the
evolution of disciplines that teaches as in the learning
sciences". The Subsecretaria de Educación Básica y
Normal indicates that teachers must have necessary competences to
treat with quality the needs of students in the classroom, which
make us reflect on our role in society".

Today in most schools of our country the teacher is seen
as someone who stands in front of a group of students, talking
about things that the students do not understand, the teacher
only writes nicely on the board and the rest of the class gets
bored. It is strange the number of teachers that act differently
because they prefer real and meaningful learning instead of
memorizing learning classes.

The technological revolution of the media in the last
quarter of the last century allowed men to break the chains of
time and space, where anachronism and synchronism correspond to
the needs of information related to human being activities. We as
teachers must not forget this because the world requires the new
acquisition of competences to overcome real challenges and we as
teachers must learn constantly in order to be integrated to
society to work closely to get a common goal.

Desarrollo del
tema

En el contexto de los cambios en el trabajo y el
advenimiento de la sociedad del conocimiento a principios de la
década de 1970, Gerhard Bunk introduce el término
de competencia en el mundo educativo y el mundo laboral. En 1973,
McClelland en la búsqueda de una alternativa a las pruebas
de aptitud e inteligencia tradicionales, desarrolla el concepto
de competencia definido como una característica subyacente
de una persona que le permite demostrar un desempeño
superior en un determinado puesto, rol o situación,
haciendo la diferencia entre personas con desempeño
excelente versus personas con desempeño
promedio.

La crisis de la educación tradicional en la
emergente sociedad del conocimiento, da cuenta de que la
formación profesional se ha aislado de las profesiones
mismas. Los egresados con frecuencia carecen de destrezas y
habilidades para aplicar el conocimiento en tareas
prácticas (destrezas profesionales requeridas por el
mercado), su campo de especialización carece de demanda
social específica, un gran número de ellos se
desprofesionaliza y los niveles de salarios no corresponden al
costo económico y de oportunidad de la formación
recibida.

Una segunda consideración, es el efecto del
mercado laboral que reduce campos específicos de un modo
definitivo, en algunos casos traduciéndose en altas tasas
de desempleo en determinadas profesiones, lo cual implica la
mayor parte de las veces, una reconversión profesional o
una simple derivación del empleo por necesidad.

Una buena práctica docente es donde se incluye la
planeación que facilita que las competencias y estrategias
de aprendizaje se desarrollen, por lo cual retomando el enfoque
socio formativo mi propuesta es: fijar tres momentos, el primero
de ellos es un momento pre activo, que se dé antes de la
intervención, en donde se encaminaría al docente a
tener en cuenta las características grupales e
individuales de sus estudiantes, la definición de sus
competencias y la adecuada preparación, selección y
secuencia didáctica de los contenidos concretos,
así como la organización de un sistema de
evaluación formativa que permita identificar el progreso y
desarrollo de las competencias en los estudiantes, y poder
facilitar así el asesoramiento y la orientación en
la activación de las competencias, el segundo es el de la
intervención docente, en donde se realizará un
desarrollo flexible de la intervención educativa con los
estudiantes, adecuando la estrategia didáctica a las
circunstancias y por último el momento post activo, es
decir, después de la intervención docente, en donde
el maestro llevará a cabo una reflexión del proceso
realizado (basándose en la evaluación docente) ,
analizando los resultados obtenidos y los posibles cambios a
realizar para mejorar la práctica educativa. Dentro de
este análisis y propuesta puedo comentar lo
siguiente:

Todo esto puede tener su origen en el resultado que los
docentes ponen en sus prácticas educativas, es así
como considero importante la aparición de la
evaluación docente, ya que en los últimos
años, a nivel de educación superior , ha cobrado
importancia la evaluación docente ya que cada vez es
más " evidente su papel determinante en la calidad de la
enseñanza y la educación en general "
(Sacristán, G. 1989) " no se puede caer en la
posición que centra en los profesores toda la
responsabilidad a la hora de mejorar la enseñanza, pero si
nos parece justo admitir que ningún cambio en ella puede
hacerse sin su participación, sin su transformación
" (Sacristán, G.1989).

En la década de los 70 "La investigación
sobre el profesor se centraba fundamentalmente en distinguir
distintos tipos de cualidades personales a base de recurrir a
encuestar la opinión de supervisores, alumnos o del propio
colectivo de profesores " (m. Postic, 1978) con estos resultados
solo se obtenían información descriptiva sobre la
personalidad del profesor.

Ante las exigencias de los cambios sociales y
económicos, la educación superior se ha enfrentado
a la necesidad de cuestionar su función como formadora de
profesionistas y el papel que desempeñan los profesores en
la vida académica de las instituciones. Sin embargo, a
pesar de los esfuerzos que se han venido realizando para evaluar
la práctica docente desde diferentes aspectos, se continua
evaluando el papel que tradicionalmente se le ha asignado al
profesor, donde el profesor es el que sabe y el alumno el que
aprende, el profesor es el que ordena y el alumno obedece, donde
el conocimiento se presenta como una verdad absoluta.

Para tomar en cuenta un cambio positivo en la
práctica docente, es necesario considerar que en el
aprendizaje intervienen diferentes factores tales como la actitud
del profesor y del alumno, la forma en que ambos construyen el
conocimiento, el contenido y objetivos de los programas, las
estrategias didácticas, las formas de evaluar el
aprendizaje, así como la historia personal y experiencias
de cada uno de estos actores, la dinámica institucional,
el ambiente social, entre otros. Esta multiplicidad de factores
lo convierte en un proceso difícil de evaluar.

Relacionándolo con el enfoque de la
socioformación, éste trasciende el enfoque
tradicional que se orienta a los contenidos fragmentados sin
considerar el contexto.

" Aunque existen diversos acercamientos a la
evaluación de las competencias, se tiene consenso respecto
a que se trata de un problema por medio del cual se determina
cómo es el desempeño de las personas en situaciones
problema aplicando diferentes saberes (ser, hacer, conocer) para
lo cual emplean aprendizajes esperados (criterios y evidencias).
" (Tobón Sergio, 2011). Algo de suma importancia de este
enfoque socioformativo es que se toma en cuenta el desarrollo
integral de los estudiantes sobre todo que se desarrollan ciertas
competencias que deberán de ir poniendo en práctica
dentro de su mismo contexto.

La evaluación de las competencias hacen que la
práctica docente pueda mejorar, es por esto que es
importante que los docentes tengan capacitación que les
ayude y guíe para realizar sus planeaciones
didácticas y también sepa de qué manera
evaluar los alcances de los estudiantes, así como
identificar sus áreas de mejora y esto es algo que el
propio docente deberá realizar con su propio
desempeño como facilitador.

Ante todo esto es importante tener claro el concepto de
competencia bajo este enfoque socioformativo: "Las competencias
son actuaciones integrales para identificar, interpretar,
argumentar y resolver problemas del contexto con idoneidad,
compromiso ético y mejoramiento continuo; integrando el
saber ser, el saber hacer y el saber conocer "(Tobón
Sergio, 2011).

Esta concepción implica considerar en las
competencias tanto el proceso de formación de saberes como
su movilización en torno a los problemas y los saberes no
pueden tratarse por si mismos ni de forma separada, sino en
relación con la actuación humana ante determinado
contexto.

Considero que como lo menciona el enfoque socioformativo
es muy importante unir las competencias con el contexto ya que en
la persona están los saberes para actuar y en el contexto
están las situaciones bajo las cuales se ponen en
práctica esos saberes de la persona.

Para que la práctica docente mejore es importante
que los docentes además de planear sus clases y
actividades sepan evaluar dichas competencias, considerando las
evidencias que se les solicita a los estudiantes y
valorándolas por medio de instrumentos como
portafolios.

Para evaluar es importante tener en cuenta los posibles
niveles de desempeño de los estudiantes, luego se busca
que el estudiante actúe ante un problema del contexto y
después se establecen acciones de mejoramiento con base en
la evaluación llevada a cabo; estas acciones pueden ser no
solo para los estudiantes, sino también para el mismo
docente; todo esto implica que los docentes desarrollen
competencias necesarias para asegurar que se vayan dando durante
la práctica.

"Se pueden definir las competencias docentes como las
actuaciones integrales que poseen los docentes para mediar la
formación integral, el proyecto ético de vida y el
desarrollo de competencias de los estudiantes por medio de la
movilización articulada del saber ser, el saber hacer, el
saber conocer y el saber convivir, en el marco de la mejora
continua, la idoneidad en lo que se hace y el compromiso
ético". (Tobón Sergio, 2011) De acuerdo a esta idea
del Doctor Tobón, es muy importante que para poder mejorar
una práctica docente primero se revise el proyecto
ético de vida que involucre aspectos como vocación
para la docencia, metas personales, valores y profesión,
esto es esencial para que como docente se pueda tener un nivel
alto de compromiso.

Los docentes deben planear sus clases o sesiones
basándose en la aplicación y desarrollo de los
proyectos formativos " Los proyectos formativos son una propuesta
formativo al método tradicional de aprendizaje por
proyectos, ensayado en diferentes épocas e instituciones
educativas, debido a que están enfocados en la
formación de competencias y no en contenidos, se centran
en pocas actividades, mientras que el método tradicional
aborda múltiples y variadas actividades y se busca un
logro claro, mientras que el método tradicional a veces
busca diferentes productos" (Tobón Sergio, López
Nelly Milady, 2009). Además de que es importante porque se
describen las competencias y se pretenden desarrollar en los
estudiantes, algo necesario y cierto es que los docentes si deben
planear, ya que implica prever varios recursos y tomando en
cuenta procedimientos didácticos que aborden la
realización de actividades y resolución de
problemas del contexto. Orientado al logro de productos
pertinentes con el fin de aprender una o varias competencias del
perfil de egreso, a partir de un problema significativo del
contexto por medio de fases las cuales no deben ser
rígidas sino articuladas según lo requiera el
proyecto formativo.

Posterior a la planeación y a la
aplicación es importante considerar el tema de
evaluación de la actividad docente, ya que obliga a pensar
el significado que debería tener para una
institución de educación superior y para sus
actores.

Para los docentes involucrarse como sujetos y objetos de
este proceso evaluativo nos compromete aún más, ya
que por un lado, participar en la evaluación de nuestra
actividad docente, nos ofrece la posibilidad de hacer propuestas
pedagógicas y disciplinarias que tiendan al mejoramiento
de la enseñanza.

Por otro lado como objetos de evaluación, se
puede reflexionar también nuestro actuar cotidiano, el
qué, porqué y cómo es que desarrollamos
nuestra práctica, buscar un cambio personal y
académico.

El propósito de esta propuesta es que la
evaluación de la actividad docente , sea vista por el
docente como una alternativa para mejorar , que no la perciba
como una impresión sino más bien como una
oportunidad , como un proceso de enriquecimiento y no como una
amenaza; y por otro lado que los criterios para evaluar tiendan a
buscar un cambio en la actividad docente, propiciando que el
profesor asuma comportamientos y desarrolle actividades que lo
conviertan en un facilitador del aprendizaje.

La actividad docente involucra una serie de
procedimientos, técnicas e interacciones entre el maestro
y sus estudiantes, aspectos específicos de
comunicación, actitudes, etc. Que de alguna manera pueden
contribuir a mejorar el aprendizaje del estudiante, en
función de los comportamientos o actividades que lleva a
cabo el docente, durante este encuentro entre maestros y
estudiantes se vierten las inquietudes, se dialoga , se cuestiona
se intercambian experiencias, se transmiten conocimientos, se
desarrollan habilidades y se propicia el cambio de
actitudes.

Es difícil establecer criterios
específicos para evaluar la actividad docente, por eso mi
propuesta es centrarse en aquellas actividades que
conformarían su perfil y que pueden irse modificando a
través de las opciones y experiencias de los
profesores:

El facilitador crea el ambiente o clima inicial para las
experiencias del grupo o la clase.

El facilitador ayuda a despertar y esclarecer los
propósitos individuales así como los objetivos
más generales del grupo.

Confía en que el estudiante desea realmente
alcanzar esas competencias para él significativas, siendo
esta la fuerza motivacional que subyace en todo aprendizaje
significativo.

Organiza y propone a disposición de los
estudiantes la más amplia y variada gama de recursos para
el aprendizaje.

El mismo se considera un recurso flexible para ser
utilizado por el grupo.

Para responder a todas las expresiones del grupo acepta
actitudes de contenido intelectual o emocional y se esfuerza por
dar a cada aspecto el grado de importancia que reviste para la
persona o para el grupo.

Cuando se ha establecido un clima de comprensión,
el facilitador trata gradualmente de llegar a ser un miembro
activo del grupo, expresando sus ideas solo como un individuo
más.

Toma la iniciativa de compenetrarse con el grupo, con
sus vivencias y su intelecto sin tratar de imponerlos, sino
presentándolos como un aporte más para compartir
con los estudiantes, quienes pueden aceptarlo o
rechazarlos.

Durante las clases prestará atención
especial a las experiencias indicadoras de sentimientos fuertes y
profundos.

En su función de facilitador del aprendizaje, el
líder debe aceptar sus propias limitaciones.

De acuerdo a lo mencionado anteriormente es importante
plantearse algunas preguntas con respecto a las actividades y
comportamientos para mejorar la práctica
docente.

Si como docentes somos capaces de tener una imagen
ajustada de nosotros mismos, nuestra potencialidades, virtudes,
habilidades, así como de nuestros defectos y limitaciones;
observamos en positivo nuestra capacidad de crecer como persona,
de mejorar constantemente, probablemente trabajaremos mejor y nos
sentiremos más satisfechos del trabajo
realizado.

Para lograr una evaluación de la práctica
es imprescindible que el docente vaya asumiendo una cultura auto
evaluativa que sólo puede ser viable si por una parte
considera:

  • Tener la disposición de reconocer su
    necesidad particular.

  • Poner en tela de juicio la manera de enseñar,
    evaluar, es decir Investigar sobre nuestra praxis.

  • Ser consciente de las creencias personales,
    conocimiento, es decir lo que uno cree, conoce y hace en el
    aula.

  • Contar con la implicación de los estudiantes
    en el proceso.

  • Identificar fortalezas y debilidades de la propia
    actuación.

  • No intentar cambiar todo de manera radical, tanto
    las creencias como las prácticas.

  • Aceptar otras ideas con apertura a la
    crítica.

A pesar que una parte importante del profesorado dispone
de prácticas educativas y personales apropiadas para el
desarrollo de competencias, actualmente no es el caso de la
mayoría, ni mucho menos es el resultado de la
formación inicial que han recibido.

En definitiva se propone una formación en la que
los contenidos teóricos estén estrechamente
relacionados con su práctica docente, esté tutorada
por un profesional que le acompañe en la
construcción personal, adecuada a la complejidad y a las
características personales.

Formación continua fundamentada en la
reflexión y el análisis compartido, sobre la
práctica educativa, a través de conocimiento e
intercambio de experiencias de aula y construcción de
autoestima como docente.

En la formación utilizar métodos basados
en la acción y ayudas de compañeros más
experimentados en técnicas y métodos contrastados
con la práctica, a fin de direccionar un desarrollo
profesional que estimule e incentive el trabajo docente de
calidad.

La evaluación nos permitirá elevar el
aprendizaje continuo y la mejora constante de nuestro trabajo,
teniendo como objetivo último de nuestra profesión
es siempre conseguir que nuestros estudiantes aprendan más
y mejor.

El papel del profesorado y el estudiante y, en concreto,
de las relaciones que se producen en el aula, afectan al grado de
comunicación y los vínculos afectivos que se
establecen y se dan en un determinado clima de convivencia. Del
conjunto de relaciones interactivas necesarias para facilitar el
aprendizaje se deducen una serie de funciones del profesorado que
tienen como punto de partida la misma planificación.
Zabala y Arnau (2008) concretan dichas funciones de la siguiente
manera:

1. Planificar la actuación docente de una manera
lo suficientemente flexible para permitir la adaptación a
los estudiantes en todo el proceso de enseñanza y
aprendizaje.

2. Contar con las aportaciones y los conocimientos de
los estudiantes, tanto al inicio de las actividades como en
durante su realización. Ayudar a los estudiantes a
encontrar sentido a lo que están haciendo para que
conozcan lo que tienen que hacer y les resulte interesante
hacerlo.

3. Establecer retos y desafíos a su alcance y,
por lo tanto, puedan ser superados con el esfuerzo y la ayuda
necesarios.

4. Ofrecer ayudas adecuadas, en el proceso de
construcción del estudiante, a los progresos que
experimenta y los obstáculos con los que se
encuentra.

5. Promover la actividad mental auto estructurante que
permita establecer el máximo número de relaciones
con el nuevo contenido, atribuyéndole significado en el
mayor grado posible y fomentando los procesos de
metacognición.

6. Establecer un ambiente y unas relaciones presididos
por el respeto mutuo y por sentimiento de confianza, que promueva
la autoestima y el auto concepto.

7. Promover canales de comunicación que regulen
los procesos de negociación, participación y
construcción.

8. Potenciar progresivamente la autonomía de los
estudiantes en el establecimiento de objetivos, en la
planificación de las acciones que le conducirán a
ellos, y en su realización y control, posibilitando
aprender a aprender.

9. Valorar a los estudiantes según sus
capacidades y esfuerzos, teniendo en cuenta el punto personal de
partida y el proceso a través del cual adquieren
conocimientos, e incentivando la autoevaluación de las
competencias como medio para favorecer las estrategias de control
y regulación de la propia actividad.

Después de esta puntualizaciones es importante
reflexionar sobre algunos cuestionamientos:

1. ¿Los docentes estamos preparados para
desempeñar ese rol?

2. ¿Cómo desarrollar algo que no
reconocemos en nuestra propia persona?.

3. ¿Cómo hacerlo para que evidencie un
cambio significativo y trascendente en la persona del
docente?.

4. ¿Qué impacto tiene en el aprendizaje lo
que hago en el aula?

5. ¿Qué estrategias puedo usar para
autoevaluarme?.

Desde la concepción de educación se
manifiestan los fines en cuanto al desarrollo humano de los
involucrados en el proceso, también el SNB lo considera
como parte de las competencias docentes, sin embargo, esta
reflexión nos conduce a reparar en la persona del docente,
desde la realidad misma, reconocemos pues que los intentos por
dar formación docente en el ámbito de la
relación educativa, se centra en una concepción
limitada de lo que es la enseñanza eficaz o eficiencia
docente. Asimismo se observa que se han abordado principalmente
dos cuestiones: las características personales de los
docentes que los hace eficaces y la delimitación de los
métodos de enseñanza eficaces.

Se presupone que es suficiente entrenar a los profesores
en métodos de enseñanza puntuales o en la
adquisición de ciertas conductas y habilidades discretas
para adecuar su manera de enseñar. Sin embargo, en la
práctica real de la formación de profesor, esta
aseveración presenta varios problemas: presuponer una
estabilidad de rasgos de personalidad con independencia del
contexto en que se manifiestan, la multidimensionalidad de los
métodos de enseñanza y las dificultades en su
operación, la falta de control de las variables en el
escenario natural (Coll y Solé, citado por Díaz
Barriga 2002). Por lo mismo, cuando se entiende la tarea de
formar al docente como una cuestión de dotarlo de
teorías psicológicas o pedagógicas,
también incurre en una visión reduccionista. En las
últimas décadas se ha logrado comprender que para
que los docentes puedan internalizar las teorías, estas
deben ser aprendidas en el contexto en el que se espera
aplicarlas, en el mismo contexto de su clase, y en
relación con sus principales tareas docentes; y
también se ha demostrado que la formación docente
que focaliza un análisis crítico o reflexión
sobre la propia práctica docente y que plantean
solución de problemas situados en el aula son mucho
más productivos en cuanto a lograr que los docentes
cambien sus cogniciones, actitudes y estrategias de trabajo
habituales.(Díaz Barriga, 2002).

La evaluación formativa y la
autoevaluación son la base para el crecimiento profesional
y para hacer factible la innovación y el cambio. Esto nos
debe conducir a reflexionar sobre nuestras creencias y acciones,
a compartir estas reflexiones con los colegas, a escuchar sus
comentarios y a recibir realimentación sobre el trabajo
realizado.

No se trata de aplicar instrumentos, burocratizando el
proceso educativo de por sí ya conflictuado, sino de
adquirir el hábito de sistematizar nuestras reflexiones.
Es decir, hay que evitar basar nuestra acción en
impresiones o intuiciones para hacerlo de manera formal,
rigurosa, buscando evidencias sobre las que fundamentar la toma
de decisiones, esto no significa proceder a base de indicadores,
cuantificando lo incuantificable, ni operar bajo estrictos
protocolos, ni rellenar pautas, tablas o cuestionarios. Algunas
formas de disponer las evidencias y de conducirnos a establecer
mecanismos de revisión de la práctica pueden ser:
Diarios, tomar notas de campo, llevar un sistema de registro
anecdótico.

La evaluación de la práctica docente es un
mecanismo de reflexión, del Claustro en su conjunto, de un
Departamento, de cada profesor y de toda la Comunidad Educativa.
Es un instrumento que permite mejorar todas las actividades
pedagógicas desarrolladas.

La evaluación continua permitirá
adaptarnos a todos los cambios que surjan, pues no todos los
estudiantes son iguales, ni los grupos, tampoco se incorporan al
Centro siempre el mismo tipo de estudiantes, y la sociedad que
nos acoge está en un cambio de rapidez
vertiginosa.

Si no queremos quedarnos desfasados, hemos de dar una
respuesta válida a cada momento cambiante y a las
situaciones varias que éstos nos deparan.

La finalidad última de la educación es
conseguir personas plenamente desarrolladas, aptas para asumir
sus responsabilidades en una sociedad libre, conscientes de sus
posibilidades y con ilusión en un futuro mejor, más
humano, es decir más libre, justo y solidario. Conocedores
además de sus derechos, que participen en la
construcción de una sociedad más
desarrollada.

Todo proceso educativo se hace estéril si no
asume la transmisión de valores, quedando en una
fría transmisión de conocimientos. Se forman
personas, ciudadanos, a la par que se capacita profesionalmente.
Es por lo que se hace necesaria una metodología y
organización en la educación de valores que se
pretende realizar.

Es necesaria por consiguiente una Programación en
Valores que acompañe al Plan Anual de Centro, y a todas
las iniciativas anteriores, pues contiene toda la esencia de la
labor educativa que se quiere desarrollar con los alumnos y
alumnas. En esta Programación se recogen los valores
considerados prioritarios, su definición,
secuenciación y proceso metodológico de
transmisión. La educación en el Centro ha de estar
en todo momento empapada de ellos.

El clima donde se desarrolle el proceso educativo es
fundamental para que obtenga éxito y cumpla con los
objetivos plenamente que tengan recogidos en sus Finalidades, o
Principios educativos. Se ha de posibilitar que exista en el
Centro un ambiente que posibilite la relación, el estudio,
y sobre todo la educación en valores. Es necesario que sea
prevista toda perturbación que pueda surgir en el futuro,
evaluar las presentes y proponer soluciones a las ya existentes.
Es un trabajo en el cual se ha de involucrar toda la Comunidad
Educativa, convirtiéndose en actores reales de un espacio
donde los auténticos valores que funcionan son los
contenidos en la Programación en Valores. Su
reproducción en el Centro educativo es el sistema a
través del cual será asimilado por los estudiantes.
Los valores han de ser puestos en práctica en todo
momento, por lo que se ha de observar que así sea, y los
factores e impedimentos que hacen no sea posible su presencia en
las relaciones educativas y en las actitudes diarias de los
alumnos, padres, madres y profesores/as.

Conclusión

A la fecha podríamos enumerar varios avances y
también varios tropiezos en el desarrollo del proyecto
educativo, que sin duda alguna han sido aleccionadores, pero lo
más valioso es el poder palpar ya un cambio de mentalidad
en algunas áreas y sobre todo el ya poder narrar valiosas
experiencias lo que nos indica que vamos en el camino,
¿correcto o no?, eso el tiempo lo dirá, lo que
sí sabemos es hacia dónde queremos ir, no por una
tendencia, no por una moda, sino porque estamos convencidos que
se requiere un trabajo innovador, un trabajo en comunidad y que
apoyados y acompañados por las tecnologías
conseguiremos que el docente las incorpore a su práctica
como detonadores de cambio. Seguimos luchando por sensibilizar
mentalidades, por conseguir apoyos, por incluir proyectos de
tecnología en las escuelas normales.

Otra propuesta es integrar la formación y
actualización de Formadores y Actualizadores de Maestros,
que trabaje sin barreras de tiempo y distancia en tareas bien
definidas y que aporte luz sobre estos temas de
transformación que estamos viviendo, pero sobre todo con
ganas de elevar la calidad de la educación, mediante
procesos de discusión colegiada, a través de foros
de discusión incluyente de todas las corrientes
ideológicas pedagógicas y que permita el libre
intercambio de experiencias.

En este esquema se propondría que a los maestros
en servicio, se les prepare una actualización constante,
en la que en su mapa curricular, se vea reflejada todas las
inquietudes de una transformación social, cultural y
tecnológica con expectativas en la formación de
verdaderos líderes comunitarios que impulsen el desarrollo
de los individuos que la conforman y que retomen el verdadero
compromiso del apostolado magisterial, proporcionándoles
las competencias requeridas que la sociedad les exige y que
está dispuesta a retribuir a través de un sistema
de evaluación justo y equitativo que le permita el
incremento de su salario como logro por su esfuerzo.

Se tendrá que ir pensando en elaborar y poner en
práctica prototipos de modelos educativos, que sirvan a
los maestros como guías referenciales para la
transformación de su labor docente, es decir,
proporcionarles todos los elementos y todos los recursos
necesarios para que esto funcione, aunado a un esquema de
aprendizaje permanente incluido en su esquema laboral que no le
represente cargas de trabajo ni distractores y sí un
motivante de superación profesional.

Referencias
bibliográficas

Tobón Sergio (2011), Evaluación de las
competencias en la educación básica, (1ª Ed.)
México: Santillana.

Tobón Sergio, López Nelly Milady,
Currículo, didáctica y evaluación por
competencias (1ª Ed.) Caracas: 2009.

 

 

Autor:

Mtra. Erika Pérez
Díaz

 

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