- Prefacio
- Instituciones
importantes del judaísmo - La ley y las
tradiciones - Partidos, sectas y
movimientos del judaísmo - Conclusión
- Bibliografía
Prefacio
Nunca debemos olvidar que Jesús era judío.
La iglesia cristiana comenzó su vida en la actual
Palestina y sus primeros miembros eran judíos convertidos
al cristianismo. Por esta razón el elemento más
importante en el trasfondo religioso del Nuevo Testamento es la
religión judía misma. Por ello el objetivo del
presente estudio es el de describir en lo posible la
composición religiosa judía de aquel tiempo, con el
fin de comprender mejor el entorno religioso en el que se
desenvolvió Jesús.
El último de los profetas del Antiguo Testamento,
Nehemías, vivió alrededor de 400 años antes
de la aparición de Juan el Bautista. Desde aquel tiempo la
religión judía no había permanecido
estática, ya que la religión clásica del
Antiguo Testamento había evolucionado hacia el
judaísmo.
Y con la aparición del judaísmo se
originaron también partidos, sectas y movimientos dentro
de la religión judía, así como algunas
instituciones importantes de dicha religión, las cuales se
pretende identificar y describir seguidamente.
Instituciones
importantes del judaísmo
1.- El Templo
El primer Templo fue construido por el rey
Salomón en el año 960 a.C. con el propósito
de sustituir al Tabernáculo como único lugar de
sacrificio del pueblo judío. Después fue saqueado
por Sheshong I (945-924 a.C.), primer faraón de la
dinastía XXII de Egipto, y después destruido por
los babilonios en el año 587 a.C. durante el reinado del
rey persa Darío I, y suntuosamente reconstruido por
Herodes el Grande (73 a.C. al 4 a.C.) y sus sucesores en el
año 22 a.C. Fue destruido definitivamente por las tropas
romanas al mando de Tito en el año 70 d.C. durante el
sitio de Jerusalén en el transcurso de la revuelta de los
zelotes.
Fue ese imponente complejo de edificios el que
despertó la admiración de los discípulos de
Jesús, tal como nos cuenta el apóstol Marcos:
"Maestro, mira qué piedras y que construcciones"
(Marcos 13:1). Allí se siguió celebrando el antiguo
ritual del sacrificio y del culto con su elaborado sistema
sacerdotal, aunque todo se hacía bajo la mirada vigilante
de la guarnición romana que ocupaba la fortaleza Antonia,
la cual dominaba los atrios del Templo.
También en este sector, concretamente en el atrio
de los gentiles, más allá del cual ningún
gentil podía pasar ya que se colocaba
automáticamente bajo pena de muerte, estaba el
próspero mercado de animales para el sacrificio y los
puestos de cambio de moneda para las ofrendas al Templo, lugar en
el que se suscitó la ira de Jesús en contra de los
mercaderes del Templo. También en esta parte del Templo,
más concretamente en los pórticos techados, los
hombres se reunían para escuchar a cualquier maestro que
quisiera difundir sus prédicas.
Templo de Herodes el
Grande
2.- La Sinagoga
Había solamente un Templo, pero cada comunidad
tenía su Sinagoga. En ellas no había sacrificio
ritual, sino que era el centro local de adoración a
Yahvé y de estudio de la Ley. Las reuniones de la
comunidad se celebraban siempre el día sábado; los
hombres de un lado y las mujeres del otro lado, para oír
la lectura y exposición de los pasajes establecidos de la
ley y de los Profetas, además de unirse en las oraciones
litúrgicas prescritas.
Pero la Sinagoga era más que un lugar de culto;
era la escuela local, el centro comunal y la sede del gobierno
local. Sus Ancianos eran las autoridades civiles de la comunidad,
los magistrados y custodios de la moral
pública.
Sinagoga judía
La ley y las
tradiciones
Israel siempre respetaba la Ley desde los tiempos de
Moisés. Pero desde el siglo V a.C., en tiempos del
sacerdote Esdras cuando el pueblo judío regresó de
su exilio en Babilonia, los Profetas vieron que lo que
había sucedido era resultado directo de la desobediencia
de la nación judía a la Ley. Por ello se puso un
mayor énfasis en el estudio de la Ley, hasta que los
judíos se convirtieron en el pueblo de la
Ley.
Este estudio intensivo tuvo como resultado un creciente
cuerpo de tradiciones, que pasaron a ser tan obligatorias para el
pueblo judío como la Ley misma. Se necesitó de
Escribas, estudiantes profesionales y expositores de la
Ley y de las tradiciones, para prescribir las reglas exactas para
cada ocasión. Un ejemplo de ello eran los treinta y nueve
tipos de acción prohibidos para todos los sábados:
segar y trillar estaba prohibido, así como arrancar
espinas y restregar el grano con las manos. También estaba
la prohibición de caminar en un solo día más
de novecientos metros aproximadamente. Pero lamentablemente, en
su cuidado meticuloso por los detalles de la Tradición,
los escribas olvidaban a veces el propósito fundamental de
la Ley misma.
Partidos, sectas
y movimientos del judaísmo
1.- Los Fariseos
El término fariseo proviene del hebreo
perushim, y éste de parash, que
significa separar. Los fariseos formaban una comunidad
judía que existió hasta el segundo siglo d.C. y
ellos mismos atribuían su origen al período de la
cautividad en Babilonia (587 al 536 a.C.). Pero otros situaban su
origen durante la dominación persa (560 a.C.), e incluso
se consideraban sucesores de los hadishim, palabra que
significa devotos. Se definieron como partido durante la
revuelta de los Macabeos contra los invasores seléucidas
(167 al 165 a.C.).
Los fariseos eran los puristas religiosos que se
concentraron en el control de los asuntos relacionados a la
religión judía, más que en sus temas
políticos. Los fariseos lograron que sus interpretaciones
religiosas fueran aceptadas por la gran mayoría de los
judíos, por lo cual, tras la caída del Templo de
Jerusalén, ellos tomaron el control del judaísmo
oficial y, con ello, transformaron el culto.
El más alto representante del judaísmo era
el Sumo Sacerdote, cargo que después de la
destrucción del Templo se volvió innecesario,
pasando entonces el culto religioso a la Sinagoga, que por ello
se denominó desde entonces beit knéset o
casa de reunión. De los antiguos fariseos
surgió la línea rabínica ortodoxa de los
Doctores de la Ley, que fue la que redactó el
Talmud.
Su preocupación suprema era la fiel observancia
de la Ley y de las tradiciones judías en cada detalle. Si
los juzgamos por estas normas, podríamos considerarlos
como judíos modelo. Por ello se mantenían lo
más apartados posible de los demás ciudadanos: no
podían comer con quien no fuera fariseo, puesto que el
alimento que consumían podría no haber sido
diezmado; es decir, pudiera no habérsele ofrecido la
décima parte a Yahvé.
Quizás inevitablemente, esta política de
separación les llevó a desdeñar a los
demás mortales al considerarles como de categoría
inferior a la de ellos, y además les condujo a asumir una
actitud santurrona que ha hecho que el término
fariseo se considere una palabra de reproche en la
actualidad. Esta arrogancia, combinada con un seco legalismo que
ponía que ponía la exacta observancia ritual por
delante de la misericordia y del amor por los demás
humanos, les hizo entrar en conflicto con Jesús, quien no
puso en duda la ortodoxia de ellos sino el orgullo y el modo
falto de amor con que la sustentaban. A causa de ello
Jesús no dejó de catalogarlos como
hipócritas delante del pueblo judío (Mateo
23:13-31) por cuanto sus acciones estaban muy lejos de sus
palabras.
La influencia de los fariseos estaba fuera de toda
proporción con su número, que raras veces era
grande. Los fariseos fueron quienes establecieron las
líneas para el desarrollo del judaísmo
después de la destrucción de Jerusalén en el
año 70 d.C. Aseguraron un constante énfasis en la
piedad individual y estrictas normas éticas, así
como su bien conocido y rígido legalismo. Eran respetados,
si no amados, por los demás judíos.
2.- Los Saduceos
Los saduceos eran el otro partido principal en tiempos
de Jesús, a pesar de que en aquel entonces su influencia
estaba en declive. Podría ubicarse su origen como partido
político en el siglo II a.C. y su desaparición en
el siglo II d.C. Caifás, el Sumo Sacerdote responsable del
enjuiciamiento y de la sentencia a Jesucristo, era saduceo.
Flavio Josefo, el historiador judío-romano del siglo I
d.C., dijo de ellos que eran un grupo belicoso cuyos seguidores
eran de clase rica y poderosa, y que se les consideraba groseros
en sus interacciones sociales.
Etimológicamente el término saduceo
proviene del hebreo tsedduquim, también conocidos
como zadokitas. Son los descendientes del Sumo Sacerdote
Sadoq, de la época de Salomón (1011 a.C. al 931
a.C.), cuyo nombre significa justicia o
rectitud, por lo que la palabra saduceos puede
interpretarse como justos o rectos.
El origen de los saduceos se remonta a la protesta de
muchos sacerdotes cuando en el año 175 a.C. se
interrumpió el ejercicio y la sucesión legal del
Sumo Sacerdote en el Templo de Jerusalén. Entonces el
cargo fue comprado al rey seléucida Antíoco V
Epífanes (215 a.C. al 176 a.C.) y lo usurpó
Jasón, hermano de Onías II y legítimo Sumo
Sacerdote (2ª. Macabeos 4:7-20). La venta del puesto de Sumo
Sacerdote recayó luego en Menelao, hermano del
administrador del Templo, quien logró derrotar a
Jasón (2ª. Macabeos 4:24-26). El comercio del
más alto cargo religioso tuvo como colofón la
sustitución de las costumbres judías por las
griegas, la imposición del culto a los dioses
helénicos, y la persecución de los judíos
que seguían fieles a la Ley.
Los saduceos eran los miembros de la clase alta de la
sociedad judía de aquella época, por lo que todos
los conquistadores buscaron su apoyo para poder someter al
pueblo. En otras palabras, los saduceos eran los
colaboracionistas que se sometían al poder extranjero,
adoptando sus modas y cultura, por lo cual eran odiados por el
grupo más extremista, los zelotes. Esta sumisión al
poder extranjero les permitía ostentar los cargos
públicos más importantes. El Sumo Sacerdote era
miembro de este grupo, así como la aristocracia y los
principales terratenientes de aquel entonces.
En la época en que vivió Jesús los
saduceos se encontraban muy reducidos en su poderío, ya
que los romanos les habían quitado su poder
político y gran parte del religioso, perdiendo con ello su
influencia ante el pueblo en manos de los fariseos. Los
dominadores romanos incluso se reservaron el poder de elegir a la
persona que ocuparía el puesto de Sumo
Sacerdote.
La postura religiosa de los saduceos era muy
conservadora, hasta el punto de negarse a aceptar cualquier
revelación aparte de los Cinco Libros de Moisés,
desde el Génesis hasta el Deuteronomio. De este modo
rechazaban las ideas religiosas más novedosas, tales como
la creencia en la inmortalidad del alma, la resurrección,
los ángeles y los demonios, ideas que eran promovidas por
los fariseos (Marcos 12:18 y Hechos 23:8). Según el
historiador Flavio Josefo, no aceptaban tampoco la
predestinación y enfatizaban el libre albedrío
humano para poder elegir entre el bien y el mal.
Asimismo los saduceos rechazaban la
interpretación de los rabinos sobre la Torá, y se
les presenta negando que nada de la Biblia hebrea era
válido, sino solamente la Torá, la cual los
saduceos la interpretaban literal y rigurosamente en materias que
la misma cubre directamente, rechazando con ello las tradiciones
rabínicas o las leyes orales que mitigaban los más
duros castigos. Los saduceos insistían en la
ejecución literal de la ley de la venganza aplicando
aquello de ojo por ojo y diente por diente.
Además sostenían que Yahvé premiaba
a los hombres buenos en vida, por lo que ellos, al ser ricos, se
consideraban el pueblo bueno. Su filosofía era totalmente
materialista, liberal y mucho más mundana que la de los
demás grupos.
3.- Los Escribas
El término escriba procede del
latín scriba y del hebreo so-fer, que se
traduce como secretario, escribano o copista, y
alude a una persona instruida. En efecto, en los días del
sacerdote Esdras (538 a.C. al 432 a.C.) se empezó a
reconocer a los escribas o soferim como un
grupo diferenciado. Eran los copistas de las Escrituras hebreas,
muy cuidadosos en su trabajo, y a quienes les aterraban los
errores.
Pero con el transcurso del tiempo se hicieron
extremadamente meticulosos, hasta el punto de que no solo
contaban las palabras copiadas, sino incluso las letras, ya que
la lengua hebrea sólo contaba con consonantes hasta varios
siglos después de Cristo, y omitir una sola letra
cambiaría con facilidad el sentido de una palabra. El
simple hecho de escribir una palabra de memoria sin haberla
pronunciado antes, se consideraba un pecado grave. Se dice que
los escribas religiosos limpiaban con gran meticulosidad su pluma
antes de escribir la palabra Elohim (Dios) o
Adonai (Señor).
Sin embargo, a pesar de este cuidado extremo para evitar
errores involuntarios, con el transcurso del tiempo los
escribanos o soferim empezaron a tomarse libertades al
introducir cambios en el texto, como fue el caso de 134 pasajes
en el texto hebreo primitivo a fin de que se leyese
Adho-nái en lugar de YHWH y en otros
pasajes se utilizó como sustituto de la palabra
Elo-him. Muchos de los cambios que hicieron los
escribanos se debieron a un espíritu supersticioso en
relación con el nombre de Dios, y también para
evitar antropomorfismos; es decir, dar a Dios atributos
humanos.
En un principio los sacerdotes eran a su vez escribas
(Esdras 7:1-6). Sin embargo se dio mucha importancia a que todos
los judíos tuvieran conocimiento de la Ley. Los que
estudiaron y tuvieron buena formación consiguieron el
respeto del pueblo y con el tiempo estos eruditas, muchos de los
cuales no eran sacerdotes, formaron un grupo independiente. Por
ello en tiempos de Jesús la palabra escribas
designaba una clase de hombres a quienes se había
instruido en la Ley, por lo cual se les mencionaba como
Maestros de la Ley o versados en ella (Lucas
5:17 y 11:45).
Por lo general los escribas pertenecían a la
secta religiosa de los fariseos, pues este grupo reconocía
las interpretaciones o tradiciones de los escribas que, con el
transcurso del tiempo, habían llegado a ser un laberinto
desconcertante de reglas minuciosas y técnicas. La
expresión escribas de los fariseos aparece varias
veces en las Escrituras (Marcos 2:16, Lucas 5:;30, Hechos 23:9).
Sin embargo algunos escribas pertenecían al grupo de los
saduceos, los cuales creían sólo en la Ley escrita,
mientras que los escribas fariseos defendían con celo
tanto la Ley como las tradiciones orales que se habían ido
acumulando.
La gente respetaba a los escribas llamándolos
Rabí, que significa mi grande y mi
excelso. Era un título de respeto que se usaba para
dirigirse a los Maestros, el cual se le aplica a Cristo en varios
versículos del Nuevo Testamento.
Jesús condenó a los escribas
judíos, principalmente a los fariseos, porque
habían hecho añadiduras a la Ley de Moisés y
también habían ideado subterfugios para burlarla
convirtiéndola en una carga para la gente al saturarla con
sus añadiduras. Además, como clase, no le
tenían ningún respeto a la gente ni deseos de
ayudarla. Amaban los aplausos de los hombres y los títulos
altisonantes. Su religión era sólo una fachada, un
ritual que cubría su hipocresía. Jesús
mostró lo difícil que sería para ellos el
poder obtener el favor de Dios debido a su actitud y a sus
prácticas, al decirles: "Serpientes, raza de
víboras, ¿cómo vais a escapar de la
condenación de la Gehena?" (Mateo
23:1-33).
Los escribas no solo eran responsables como
rabinos de las aplicaciones teóricas de la Ley y
de la enseñanza de ésta, sino que también
poseían autoridad judicial para dictar sentencias en
tribunales de justicia y en el Sanedrín (Mateo 26:57,
Marcos 15:1). No recibían ningún pago por juzgar y
la Ley prohibía los regalos o sobornos, por lo que es
posible que fueran remunerados únicamente por
enseñar la Ley. Esto puede interferirse de las palabras
que dijo Jesús cuando advirtió a la gente sobre la
avaricia de los escribas, comparándolos con el asalariado
a quien no le importaban las ovejas (Marcos 12:38-40, Juan
10:12-13).
4.- Los Esenios
Los esenios eran los miembros de un movimiento
judío establecido en el año 165 a.C. tras la
revuelta de los Macabeos, y cuya existencia hasta el 68 d.C.
está documentada por distintas fuentes. Sus antecedentes
inmediatos podrían estar en el movimiento hasideo ocurrido
en la época de la dominación seléucida (197
a.C. al 142 a.C.).
Durante mucho tiempo los esenios fueron
únicamente conocidos por las referencias de autores
antiguos, tales como Plinio el Viejo, Flavio Josefo,
Filón, Dión Crisóstomo, Hipólito de
Ostia y Epifanio de Constancia, quienes los describieron como un
grupo de ascetas que vivían aislados en las cuevas de
Qumrán bajo el mando de un líder al que denominaban
Maestro de Justicia, aunque también una
importante comunidad esenia vivía en Jerusalén, en
cuyas murallas los arqueólogos han encontrado la
Puerta de los esenios. Los integrantes de la comunidad
esenia le dieron el nombre de Damasco al lugar que
ocupaban en Qumrán, junto al Mar Muerto.
Si alguien deseaba se miembro activo de dicha comunidad
esenia debía ser instruido como tal, aceptado y luego
pasar dos años de prueba antes de su ingreso definitivo. A
quienes lo lograban se les exigía una vida entera de
estudio de la Ley, además de humildad y disciplina. Sus
bienes pasaban a ser parte común de toda la comunidad, y
los frutos de su trabajo personal basado principalmente en
labores agrícolas, ingresaban en un fondo común y
se distribuían según las necesidades de cada uno,
auxiliando además a pobres, viudas, huérfanos y
mujeres de edad avanzada, así como a personas que estaban
de paso por el lugar, aunque no fuesen integrantes de la
comunidad esenia.
Según parece, Juan Bautista perteneció a
esta secta, y quizás el propio Jesús fue muy
cercano a dicha comunidad en la época en que aún no
había iniciado su ministerio. Algunos historiadores
asocian también a Pablo de Tarso con alguna forma de
relación con los esenios. En cualquier caso, en los rollos
y manuscritos hallados en Qumrán hay múltiples
puntos de contacto con el mensaje cristiano.
Nota: Si desea profundizar más en este tema
de los esenios, puede consultar el trabajo que sobre los mismos
se encuentra en el blog afabrag.obolog.com bajo el
título de "Los esenios y los manuscritos de Qumrán"
ingresado el 21 de diciembre del 2011.
5.- Los Zelotes
Mientras los fariseos y los saduceos trataban de
acomodarse de la mejor forma posible al dominio romano, y los
esenios de Qumrán esperaban la intervención divina
para librarlos de dicha dominación, otros judíos
buscaba la liberación en una forma más activa: los
zelotes, un movimiento político-nacionalista en el Israel
del siglo I d.C., fundado por Judas el Galileo junto con el
fariseo Zadoq poco después del nacimiento de
Jesús.
Los zelotes fueron la facción más violenta
del judaísmo de su época, enfrentados a menudo con
fariseos y saduceos a quienes acusaban de tener celo por el
dinero. Debido a ello el vocablo zelote o
zelota ha pasado a ser en varios idiomas sinónimo
de intransigencia o de radicalismo militante.
Algunos historiadores los consideran como uno de los
primeros grupos terroristas de la historia, ya que utilizaban el
homicidio de civiles, quienes a su entender colaboraban con los
invasores romanos, para disuadir a los demás de hacer lo
mismo. Dentro del movimiento zelota había una
facción radicalizada conocida como los sicarios,
quienes se distinguían por su particular virulencia y
sectarismo.
El objetivo de los zelotes era el de una Judea
independiente del Imperio Romano mediante la lucha armada, tal
como sucedió desde el año 66 d.C. hasta el 73 d.C.,
durante cuya época controlaron la ciudad de
Jerusalén hasta que fue tomada nuevamente por las tropas
romanas, quienes destruyeron el Templo en el año 70 d.C.,
invadieron posteriormente la colonia esenia de Qumrán, y
después ocuparon la fortaleza de Masada, el último
refugio zelote, tras el suicidio colectivo de sus
defensores.
Judas el Galileo fue recordado por sus acciones en la
época del primer censo en Judea y por el asalto a la
guarnición romana de Séforis. También
posiblemente el preso Barrabás era zelote, a quien la
muchedumbre prefirió que liberaran en lugar de
Jesús (Marcos 15:7, Lucas 23:18).
Uno de los discípulos de Jesús, elegido
por Él mismo como apóstol, provenía del
movimiento zelota pues es designado inequívocamente como
Simón el Zelota en los Evangelios (Lucas 6:15).
En realidad el apóstol Simón perteneció a la
comunidad zelota antes de unirse al grupo de discípulos de
Jesús.
Muchos estudiosos y exégetas bíblicos
consideran que Jesús fue rechazado por la comunidad
judía como una actitud de desengaño respecto a
Él por haberse revelado como un líder espiritual,
ya que Él prometía una liberación más
allá de este mundo, en lugar de hacerlo como un
líder que liberara a los judíos de la
opresión romana, tal como pretendían los
zelotes.
En efecto, la mayoría del pueblo judío
esperaba una victoria sobre los romanos y con ello una
independencia política, lo cual no era la misión de
Jesús. Pero Él vino a un pueblo que realmente nunca
esperaba la clase de liberación que les ofrecía
Jesús, aunque esperaban la consolación de
Israel (Lucas 2:25). Sin embargo, ninguno de ellos esperaba
que esta liberación y consolación llegara por la
vía de la cruz, y aún muchos nunca lo
comprendieron.
Conclusión
A menudo los judíos de aquella época se
han visto acusados injustamente de un rígido exclusivismo.
En realidad y particularmente en la época de la
Diáspora o Dispersión, reconocieron su
misión ante los gentiles y hubo un sincero esfuerzo por
ganar convertidos,
Aceptar la religión no era un asunto liviano para
un gentil. Debía aceptar la circuncisión y el
bautismo, y estar de acuerdo en guardar toda la Ley de
Moisés en cuanto a las prescripciones rituales. Quienes lo
aceptaban eran denominados prosélitos.
Muchos más fueron atraídos por la fe
monoteísta y la estricta moralidad del judaísmo,
que contrastaba con el politeísmo decadente de Roma.
Estaban dispuestos a identificarse con la fe y los ideales de los
judíos, pero no llegaban al compromiso total de los
prosélitos. Estos simpatizantes, muchos de ellos ricos e
influyentes, se conocen en el Nuevo Testamento como los que
temían a Dios o los devotos (Hechos
13:26).
Bibliografía
Alfred M. Johnson Christianism
Filón de Alejandría
Hypothetica
Flavio Josefo Antigüedades de los
judíos
Flavio Josefo Guerra de los
judíos
Marcel Simon Les sectes jueves au temps de
Jésus
Michael Grant The Jews in Roman
world
Oscar Cullmann Dieu et Cesar
Plinio el Viejo Historia natural
Richard France Los Evangelios y los
Hechos
Samuel G.F. Brandon The fall of Jerusalem and the
Christian Church
Autor:
Agustin Fabra