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La Revolución Industrial en Gran Bretaña



Partes: 1, 2

  1. Inicios de la
    "Revolución Industrial"
  2. ¿Es correcto
    el término Revolución?
  3. La agricultura y la
    ganadería
  4. Las Industrias
    impulsoras
  5. Las innovaciones
    técnicas
  6. Los transportes y
    las comunicaciones
  7. Algunas
    conclusiones
  8. Bibliografía
    básica

Inicios de la
"
Revolución Industrial"

El antecedente holandés.

A partir del siglo XVII se observa un desplazamiento del
foco de la actividad económica, desde las viejas potencias
que fueron España y Portugal, hacia el noreste. Holanda,
con centro en su más resonante puerto en Ámsterdam,
recibió, como herencia portuguesa, importantes agencias en
la India, y luego en las islas de Molucas y Sonda. De esta forma
pudo controlar el monopolio comercial de las tan preciadas
especias, fundamentalmente, la pimienta. Sus puertos eran los
depósitos a donde todos los comerciantes del mundo
acudían para proveerse de productos orientales.
Además no solo manejó el comercio con Oriente, sino
que mantuvo la supremacía comercial en el mar
Báltico a pesar del intento de Inglaterra por arrebatarle
tal posición. El hecho de que los holandeses consiguieran
acaparar una parte tan importante del comercio mundial y hayan
desarrollado una estructura financiera y comercial de tan
considerables dimensiones, hizo más fácil la tarea
para sus rivales y sucesores. Es así que podemos hablar no
solo de rivalidad, sino también de simbiosis
anglo-holandesa.

Según la opinión de Hobsbawm, la tendencia
al monopolio introducida en el comercio por los holandeses puede
también haber sido importante en otro aspecto.
Podría dudarse de que antes del siglo XIX el mercado
mundial podría haber sido lo bastante extenso como para
permitir la industrialización simultánea de dos o
más países en escala moderna (sabemos, en efecto,
que la industrialización británica coincidió
con la captación, por parte de Gran Bretaña, de
virtualmente todos los mercados mundiales para todos los
productos manufacturados, y el control de la mayoría de
las zonas coloniales del mundo). La concentración
holandesa resulta entonces extremadamente importante, aunque no
se debe exagerar la "modernidad" de los
holandeses.[1]

La actividad de los holandeses ayudó al avance
del desarrollo industrial. Ellos ostentaron una estructura
poderosa que permitió disolver las sociedades y
economías feudales y llevarlas más eficazmente a
una economía internacional. Entre las instituciones que
aportaron al desarrollo del capitalismo comercial y financiero se
destacan la Compañía de las Indias Orientales y el
Banco de Ámsterdam. La primera fue fundada en 1602 y tuvo
por espacio de 19 años el monopolio del comercio con las
Indias Orientales, concesión que sería renovada en
los años siguientes. Constituida como una sociedad por
acciones, se inicio con un fondo de 60.000 florines y llego a
6.300.000 florines. La naturaleza de su forma societaria
permitió a los hombres de negocios especular sobre el
precio de sus acciones, desarrollando un amplio mercado
bursátil. Además la organización de la
Compañía sirvió de modelo para numerosas
compañías comerciales que se crearon en otros
países en los siglos XVII y XVIII. El Banco de
Ámsterdam fue creado en 1608, tenía el
carácter de una verdadera institución del Estado,
ya que era operada y supervisada por magistrados municipales y
funcionarios. Además, por su importante rol en las
transacciones comerciales, prácticamente todos los
mercaderes y negociantes tenían sus depósitos en el
Banco, así se detalla la Memoria relativa al comercio
y la navegación de los holandeses (1699
): "para
obtener crédito era menester tener cuenta en el Banco y
pagar o recibir por su conducto, si se deseaba conservar el
crédito". De aquí deriva pues, el escenario que
luego aprovecharían otros países. Precisamente el
ápice del éxito holandés, entre 1675 y 1725,
coincide de hecho con el ascenso de sus competidores,
principalmente Inglaterra

El Período: 1760 – 1850.

Es difícil establecer fechas estrictas a los
sucesos que ocurrieron en la Gran Bretaña de aquellos
años, según algunos autores va desde la quinta o
sexta década del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX.
Así a lo han detallado autores como Arnold Toynbee que en
sus escritos[2]hizo coincidir el periodo de
desarrollo británico con el con el regencia del Rey Jorge
III (1760-1820) por expresa solicitud del monarca. Otro como Jonh
U. Nef insistió en la aceleración sin precedentes
del progreso industrial en 1780, y en base a este W. W. Rostow
fijo fechas un tanto más exactas entre 1783-1802 para el
"despegue" (take-off) de Inglaterra. Según Eric Hobsbawm,
"un día entre 1780 y 1790, y por primera vez en la
historia humana, se liberó de sus cadenas el poder
productivo de las sociedades humanas, que desde entonces se
hicieron capaces de una constante, rápida y hasta el
presente ilimitada multiplicación de hombres, bienes y
servicios"[3]. En general un grupo de
historiadores, como T. S Ashton,[4] tendieron a
atribuir a 1760 como fecha de inicio y luego se sugirió en
base a estudios estadísticos (como los de Dean y Cole) que
en realidad el take-off se inicia en 1780. También se
pueden ditinguir dos etapas: la primera entre 1760-1780 y 1800, y
la segunda entre 1800 y 1830-1850. En la primera se observan
procesos acelerados de innovación en sectores claves como
son la industria textil y metalúrgica que
transformó la organización socioeconómica de
la región. La segunda etapa es de difusión de estas
primicias y de las nuevas organizaciones a través del
sistema de fábricas y la propagación de las nuevas
fuentes de energía hacia el resto de los sectores de la
economía.

Donde y Porqué.

Ya hemos mencionado la importancia del rol que
desempeño Holanda en el proceso que más tarde
desembocaría en la industrialización inglesa. Ahora
profundizaremos, con mayor detalle, el donde y el porqué
de tal industrialización. En general, a la hora de hablar
del lugar de origen o comienzo de la revolución industrial
se hace referencia a Gran Bretaña, considerando que dentro
de la región se encuentran los países de
Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte. Es preciso
subrayar que es en Inglaterra principalmente donde se observan
los movimientos "revolucionarios" más rotundos, sin
desmerecer el aporte de las naciones vecinas. Aquí se
comenzarán a vislumbrar de manera fehaciente y sin dudas
los primeros vestigios de un profundo cambio social,
económico, cultural, demográfico, intelectual, en
definitiva, general y que más tarde va a afectar a gran
parte del mundo. Robert Heilbroner[5]señala
que Inglaterra hacia el año 1750 se distinguía de
las demás naciones por tres factores fundamentales.
Primero era relativamente rica gracias a exploraciones exitosas,
comercio marítimo de bienes y de esclavos,
piratería, guerras y además dicha riqueza se
encontraba esparcida dentro de una sociedad burguesa de clase
media alta. Segundo se generó un escenario exitoso de
transformación de la sociedad feudal en una sociedad
comercial, precedente que Holanda ya había sentado con
anterioridad. Y tercero Inglaterra era el centro de un entusiasmo
único por la ciencia y la ingeniería que le
posibilitó descubrir y desarrollar nuevas fuentes de
energía y medios de transporte. Otras causas como las
abundantes reservas de carbón y mineral de hierro o el
otorgamiento de patentes de invención también
favorecieron esta tendencia. Phyllis Dean atribuye el inicio del
industrialismo en Inglaterra a causales como un aumento de la
población, mejores técnicas de producción en
alimentos, auge en el comercio exterior y gran desarrollo en el
transporte. Por todo ello Inglaterra gozaba de de una extensa
serie de factores conjugados que se potenciaron y multiplicaron
dando lugar a un proceso de crecimiento industrial de notoria
repercusión.

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¿Es
correcto el término Revolución?

Ha sido imposible conformar un consenso general sobre la
precisión del término Revolución Industrial.
Se estima fue propuesto por primera vez por escritores franceses
en el decenio de 1820 (Révolution Industrielle), para
referirse a la mecanización de la industria del
algodón en Normandía, otro autor como Bezanson
remonta el uso original del término a una analogía
con la Revolución Política francesa de 1789,
comparación que se ha mantenido implícita desde
entonces. Williams sugiere que su uso como instauración de
un nuevo orden social, más que como un mero cambio
técnico, debe atribuirse a Lamartin en la década de
1830. Después fue usado en este sentido por Friedrich
Engels, John Stuart Mill y Karl Marx. Heaton sugiere que Arnold
Toynbee tomó el término de Marx y lo puso en
circulación académica[6]En fin, la
expresión ha sido cuestionada por diversos autores, si
tenemos en cuenta que un proceso revolucionario se desarrolla de
manera súbita y violenta produciendo transformaciones
radicales y profundas respecto al pasado inmediato y que si bien
los eventos acontecidos en aquél momento produjeron
sobresalientes efectos en la economía, la cultura y la
sociedad en general, no fueron nada más y nada menos, que
parte de un proceso lento y paulatino.

En base a este razonamiento ciertos autores han
propuesto, prudentemente, la sustitución del vocablo
revolución por el de evolución.
También se ha asimilado el concepto de revolución
industrial con crecimiento económico, ya que se observaron
altos índices de producción industrial, cambios en
las técnicas de producción, aumento de la
inversión y la productividad para Vázquez de
Prada[7]esta concepción es más
acertada. Por otra parte, como se ha señalado, los cambios
no fueron propiamente industriales, sino que también
abarcaron ámbitos socioculturales, científicos e
intelectuales.

Sobre lo que no hay lugar a duda es sobre el vertiginoso
incremento de la productividad que comienza a
"observarse"[8] como consecuencia del moderno
sistema fabril, sistema que traerá importantes beneficios
económicos pero a su vez grandes injusticias
sociales.

La agricultura y
la ganadería

Según Hobsbawn durante el proceso de
industrialización que comenzó a desarrollarse en
Gran Bretaña la agricultura estaba preparada para llevar a
cabo tres funciones fundamentales: aumentar la producción
y la productividad para alimentar a la población que
crecía rápidamente; proporcionar un basto
número de reclutas para la ciudad y la industria; y
generar mecanismos de acumulación de capital utilizable en
los sectores más dinámicos. A su vez sería
capaz de generar un mercado suficientemente amplio y generar
excedentes exportables[9]

Era necesario, para estimular el proceso, un brusco
incremento de los suministros de alimentos a los cuales se
arribó no sólo mediante transformaciones
técnicas sino también sociales.

Avances técnicos.

Con respecto a las mejoras técnicas se destaca la
llamada agricultura convertible, que implica la alternancia de
cultivos agrícolas y pastos temporales, así fue que
pioneros como Lord Townshend introdujeron la rotación
cuatrienal: trigo, nabos, cebada y trébol, suprimiendo el
barbecho[10]Un discípulo suyo, Sir Thomas
Coke de Holkham fue quien popularizó el procedimiento y lo
llamó "sistema Norfolk". A continuación se muestra
un cuadro que ejemplifica el sistema.

Parcela A

Parcela B

Parcela C

Parcela D

1er año

trigo

trébol

cebada

nabo

2do año

nabo

trigo

trébol

cebada

3er año

cebada

nabo

trigo

trébol

4to año

trébol

cebada

nabo

trigo

La rotación de cultivos facilitó la
renovación de los nutrientes del suelo, la
obtención de forrajes para el ganado y una mayor variedad
de cultivos. Gradualmente el trigo sustituyó a la cebada y
el centeno como alimento básico. Las papas fueron de uso
común y la carne dejó de ser un alimento de lujo
gracias a la mayor oferta de ganado. Una dieta más variada
y nutritiva tuvo notables efectos en la salud de los
habitantes.

Otro innovador importante fue Jethro Tull cuyo principal
aporte fue la modificación de la siembra en hileras en
reemplazo de la siembra a voleo que hasta entonces se realizaba.
Dicha reforma permitió limpiar las malas hierbas, remover
la tierra cerca de las raíces, facilitar el riego y la
recolección. También inventó una sembradora
y una cultivadora tirada por caballos.

El aumento en la producción de hierro ayudo a
sustituir la madera por el metal en la construcción del
arado y de otros elementos posibilitando conspicuos rendimientos
e importantes ahorros en mano de obra y animales de
tiro.

En la ganadería también se observaron
importantes mejoras. Robert Bakewell, dueño de una granja
modelo en Dishley, logró sin tener conocimientos de
genética sino que a través de métodos
émpiricos producir ganado vacuno que daba mayor cantidad
de carne[11]ganado equino con más fuerza y
ganado ovino de mayor tamaño y peso. Fue el creador de una
nueva raza de ovejas, la New Leicestershire consiguiendo que el
peso promedio de los animales pasara de 14 a 40
kilogramos.

Las revueltas rurales.

Inglaterra se había desprendido hacia tiempo de
sus supervivencias feudales. La vieja aldea se había
transformado gradualmente por el impacto del comercio, la venta
de las tierras, la delimitación de la propiedad y la
penetración de las artesanías locales. El
squirre o terrateniente remplazó al antiguo
señor del feudo; gobernaba la aldea, designaba al
párroco, arrendaba tierras y contrataba el trabajo
asalariado de los empleados rurales. El comerciante,
también poseía tierras en la aldea y se sentaba
junto al terrateniente en el parlamento para defender sus
intereses votando leyes mancomunadamente, así surgieron
Acts of enclosure (leyes de cercado de tierras de 1801),
subsidios y Corn Laws (leyes de cereales de 1815). A su vez,
apoyaron la Ley de Pobres[12]y las Acts of
Settlement
(leyes de afincamiento) para la mejor vigilancia
y control de los pobres.

La hostilidad hacia la delimitación de tierras
fue sostenida y los disturbios por estas causas (aunque se
produjeron sobre todo después de 1760) se prolongaron
durante todo el siglo. Podemos mencionar algunas revueltas en
Northamptonshire en 1710, en Wiltshire y Norwich en 1758, en
Northampton y Oxfordshire en 1765, en Boston en 1771, en
Worcester en 1772, en Sheffield en 1791 y en el distrito de
Nottingham en 1798. Sin embargo, la antigua aldea inglesa, aunque
minada desde hacía largo tiempo por las leyes de
cercamiento, los terratenientes y la emigración a las
ciudades, tardo más en morir que la ciudad fabril en
nacer. Así los primeros años del siglo XIX
estuvieron marcados por una serie de protestas sociales que
denotaban la obstinación con que el antiguo campesinado
inglés (y galés) se resistía a lo nuevo y se
adhería a las antiguas formas de vida. De estos episodios
el más notable fue quizás el caso de Bossenden Wood
en Kent, donde once aldeanos devotos seguidores de Sir Williams
Courtenay perdieron la vida en una batalla sin cuartel contra el
ejército. Casualmente el episodio tuvo lugar en 1838, el
mismo año en que Peoples Charter (Carta del
Pueblo), el primer manifiesto popular de la nueva era industrial,
fue redactado y promulgado en Londres. Pero solo fue un
movimiento aislado que se redujo a un puñado de aldeanos
dentro de un solo condado.

Por el contrario, las revueltas de
"Swing"[13] de 1830 en los condados del sur de
Inglaterra y las revueltas de "Rebeca" en 1839 y en 1842 en
Gales, se desarrollaron en una escala mucho mayor. Los disturbios
en los condados sureños estallaron como resultado de
complejas causas políticas y sociales. Pueden haber
desempañado algún papel en ello los cercamientos,
los diezmos, las rentas, los salarios y la pobreza, la
depresión agrícola, así como también
la agitación radical. Gibbon Wakefield se inclinaba a
considerar a los terratenientes y los párrocos, más
que al arrendatario, como el villano de la obra.

Sea ello como fuere, hubo otras cuestiones más
inmediatas que provocaron la ira y el resentimiento de los
trabajadores. En primer lugar, fueron los salarios, que en Kent
(condado de salarios relativamente elevados) oscilaban entre los
10 y 13 chelines por semana. Pero si los salarios eran la causa
subyacente que generalizó los disturbios, la chispa que
desató el movimiento no fue la negativa de los
arrendatarios a pagar mejores salarios sino la
introducción de las maquinas trilladoras. Hecho que
aconteció en Canterbury en Kent, precedido a su vez de la
contratación de mano de obra más barata procedente
de Irlanda. Como resultado las maquinas fueron destrozadas por
los trabajadores. En total antes que las revueltas fueran
sofocadas, 16 condados habían sido más o menos
seriamente afectados, mientras que se producían incidentes
en otros lugares tan apartados como Leicester o
Hereford.

En Inglaterra, al igual que en Gales, las revueltas
rurales de 1830 y 1840 habían representado el
último levantamiento de una clase social que
desaparecía. A medida que la agricultura y la industria
capitalista se desarrollaba, el campesino, como el tejedor de
telar manual, estaban inevitablemente condenados.

Las Industrias
impulsoras

Se ha observado que el despegue de la industria
británica se origina en dos sectores bien determinados,
por un lado la industria algodonera y por otro la del
hierro.

La industria textil.

La industria textil de Gran Bretaña ya ocupaba,
previamente, un papel preponderante en la economía europea
ya sea a través de la lana (Inglaterra y Gales) o el lino
(Escocia e Irlanda) mediante la utilización del sistema de
putting-out[14]Sin embargo en el
intervalo de tiempo que hemos establecido, la industria
algodonera era relativamente nueva y de poca importancia; fue
gracias al impulso de los hombres de ese momento y sus inventos
que adquirió un notable desarrollo. La novedad de esta
industria[15]le posibilitó la ventaja de no
encontrarse sujeta a restricciones de tipo legal o
gremial.

Las manufacturas textiles de aquel entonces
tenían como principal restricción para la
producción la baja productividad por hombre. Para resolver
este problema fue que hombres como John Kay (mecánico de
Lacanshire) o James Hargreaves (carpintero-tejedor de Blackburn)
inventaron la lanzadera volante (1733) y la máquina de
hilar de usos múltiples, también conocida como
Jenny (1764), respectivamente. La primera
consistió en un perfeccionamiento del antiguo telar que
mediante una lanzadera se evitaba pasar a mano los hilos de la
urdimbre, agilizando el trabajo. La segunda, Jenny,
permitió multiplicar la cantidad de hilado producido por
un trabajador. Estos inventos permitieron a una persona realizar
el trabajo de varias personas al mismo tiempo y por ende,
aumentar la productividad por hombre, aunque no necesariamente
modificaron la forma de organización del trabajo ya que
por sus costos y dimensiones podían ser instaladas tanto
en fábricas como en los hogares. En primera instancia
estas maquinas no requerían energía
mecánica

Más adelante en 1768 Richard Arkwright
construyó el bastidor de agua (water frame) el
cual se alimentaba con energía hidráulica. A su vez
requería alta inversión de capital lo que condujo a
la instalación del factory sistem en las
áreas cercanas a las corrientes de agua. El bastidor
permitió obtener un producto más resistente
utilizado para la urdimbre quitándole lugar al
lino.

Debido a las patentes que Arkwright consiguió con
su invento y las ulteriores mejoras (como por ejemplo, el cardado
mediante cilindros) las innovaciones en este campo estuvieron
paralizadas hasta que hacia fines de la década de 1770
Samuel Crompton logra desarrollar una máquina que permite
obtener una hilaza destinada no sólo a la urdimbre sino
también a la trama ampliando notoriamente el ámbito
de acción de los textiles de algodón.

El aparato de Crompton recibió el nombre mula
(mule) ya que combinaba características del torno
y del telar movido por fuerza hidráulica. Una vez que se
adaptó a la máquina de vapor la mula se
convirtió en la herramienta predilecta de hilado y
favoreció la instalación de numerosas
fábricas textiles en ciudades donde el carbón era
barato y la mano de obra abundante.

La mula de Samuel Crompton

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Otra ventaja que favoreció el desarrollo de la
explotación textil aún no mencionada, es que una
gran proporción de la materia prima de la industria
algodonera provenía de colonias británicas que
favorecidas por la mano de obra esclava y a la ampliación
de las áreas de cultivo garantizaban el abastecimiento del
producto. Durante todo el período la esclavitud y el
algodón marcharon de la mano. Así fue que la
cantidad de algodón importado paso de 5.000 toneladas en
1785 a 270.000 toneladas en 1850 (54 veces más) y la
producción del telas de 36.500 km. a 1.900.000 km (52
veces mayor)[16].

La industria algodonera fue capaz de generar los
excedentes necesarios para ser invertidos en otros sectores de la
producción. En ella se vieron expresadas claramente ideas
mercantilistas que pretendían una balanza comercial
siempre positiva. Tal es así que en 1814 Inglaterra
exportaba cuatro yardas de tela de algodón por cada tres
consumidas en el país; en 1850, trece por cada
ocho[17]

La industria metalúrgica.

La otra rama industrial que resaltamos por su
importancia y por su papel de impulsora al desarrollo de otras
ramas, fue la del hierro.

Por el año 1709, un herrero de Shropshire,
Abraham Darby introdujo un cambio fundamental para obtener hierro
de calidad utilizando coque o
coke[18]Esta innovación se vio
favorecida por dos motivos en particular, por un lado, la altura
excepcional de los altos hornos donde se fundía el metal y
por otro la adaptabilidad a los altos hornos del coque de
Shropshire. La importancia de esta nueva forma de obtener hierro
subyace en la posibilidad que otorgó para liberarse de la
dependencia del carbón vegetal, un recurso relativamente
escaso y que debía ser importado de la zona del
Báltico.

Otros nuevos métodos de producción claves
para industria fueron el pudelado y el laminado, ambos
desarrollados y patentados en 1784 por Henry Cort. El pudelado
permitió quitar las impurezas del metal, que antiguamente
se realizaba con martillos manuales, a través del horno de
reverbero. El laminado terminaba de purificar el metal mediante
martilleo y moldeado a través de cilindros. Esto
permitía obtener formas estandarizadas (vigas, barras,
rieles) base para el desarrollo de otras industrias.

Paulatinamente se difundieron los métodos y se
fueron instalando los altos hornos y las fundiciones en las
cercanías de las zonas carboníferas. Se
incrementó la oferta de hierro para la fabricación
de objetos de uso extendido y se propagó la
instalación de grandes fábricas que integraban los
procesos de extracción del mineral y el carbón
hasta la producción de varillas de hierro.

Debido a la mayor producción y el consecuente
abaratamiento del precio la demanda de hierro se
incrementó notablemente. Ya sea para la fabricación
de maquinaria industrial, para la construcción de
máquinas de vapor como para la fabricación de
elementos agrícolas o, luego también, para el
desarrollo del ferrocarril.

Las innovaciones
técnicas

La revolución industrial se caracterizó
por ser un período donde fue posible percibir un notorio
incremento de las innovaciones tecnológicas. De
aquí nace la necesidad de mencionar a Schumpeter quien se
encargo de distinguir invención de innovación. Son
términos que se relacionan de la siguiente manera, la
invención es el descubrimiento de un nuevo
método de producción, mientras que la
innovación hace referencia a la
aplicación, es decir, la puesta en práctica en el
proceso productivo de las nuevas técnicas
descubiertas.

Existieron dos notorias innovaciones técnicas que
cambiarían el rumbo del desarrollo económico
británico. Por un lado la sustitución del
carbón vegetal por el coque, en la fundición de
hierro, a la que ya hemos hecho mención; y por otro la
invención de la máquina de vapor.

La energía del vapor.

La minería, de la mano con la creciente demanda
de sus productos, fue el disparador para el desarrollo y la
implementación de la energía del vapor.
Históricamente, los mineros tuvieron que lidiar con los
inconvenientes y los peligros del agua en las excavaciones.
Primero fue Thomas Savery quien creó, hacia finales del
siglo XVII, la llamada "amiga del minero" una bomba de vapor que
se instaló fundamentalmente en las minas de estaño
de Cournalles. Luego fue Thomas Newcomen quien perfeccionó
la bomba de Savery a través de la bomba de vapor
atmosférico. Sin embargo la bomba de Newcomen tenía
problemas en la alternancia de temperaturas generando un gran
desperdicio de energía potencial.

Fue James Watt (1736-1819), un escocés
constructor de elementos de precisión, quien tuvo la
brillante idea, alrededor de 1765, de introducir un condensador
por separado que permaneciera frío, en tanto el cilindro
interior se conservaba caliente permanentemente. Al inicio tuvo
el apoyo financiero de John Roebuck quien sostuvo la
participación de la patente desde 1769. Empero aún
no podía realizar los retoques necesarios para producir
una verdadera máquina industrial hasta que en 1774 Watt se
mudó de Glasgow a Birmingham y comenzó a trabajar
con el aval financiero de Matthew Boulton. Allí se
acercó a diestros obreros y pujantes hombres de ciencia
aplicada, como John Wilkinson, que le facilitaron las
herramientas necesarias para concluir la máquina de vapor.
Su tarea no concluyó ahí sino que se fue
perfeccionando con una larga lista de
inventos[19]que generaron eslabonamientos
productivos que invadieron todas las ramas de la
industria.

La máquina de vapor de J.
Watt

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La introducción de la máquina de vapor de
Watt (y de una larga serie de innovaciones) a la industria fue un
hecho ciertamente revolucionario que transformó la vida de
la sociedad británica. Se sustituyó la fuerza de
trabajo humana con la mayor productividad de la
maquinaria.

Los transportes y
las comunicaciones

El Reino Unido cuenta con una ventaja excepcional en
cuanto a comunicaciones y transporte se trata.

Posee una extensa red de ríos navegables que
atraviesan todo el territorio de los cuales los más
importantes son:

El río Támesis o Thames (es el principal
río de Inglaterra). Nace cerca de Kemble y pasa por las
ciudades de Oxford, Wallingford, Reading, Henley-on-Thames,
Marlow, Maidenhead, Eton, Windsor y Londres.

El río Severn es el más largo y caudaloso
del Reino Unido. El río nace cerca de Plynlimon, y
atraviesa ciudades como Shrewsbury, Worcester y Gloucester.
Desemboca en el océano Atlántico formando un
estuario en el suroeste del país.

El río Trent nace en Staffordshire entre Biddulph
y Mow Cop y desemboca en el mar del Norte en el estuario Humber,
que comparte con el río Ouse. A través del
río se conecta el centro y el este de Inglaterra con el
mar del norte y los mercados del norte de Europa.

Y el río Gran Ouse nace en las inmediaciones de
los pueblos de Syresham y Sulgrave, en Northamptonshire.
Atraviesa las ciudades de Brackley, Buckingham, Milton Keynes en
Stony Stratford, Newport Pagnell, Olney, Bedford, Saint Neots,
Godmanchester, Huntingdon, Saint Ives, Littleport y Downham
Market. Desemboca en el mar del Norte en el estuario
Humber.

Los canales.

Antes de la generalización del ferrocarril fueron
las rutas fluviales las que en buena medida condicionaron los
asentamientos urbanos y las que posibilitaron una alternativa
más segura, económica y eficaz, que las rutas
terrestres, para el transporte de las mercancías,
especialmente las voluminosas y de bajo valor, hacia los
distintos centros urbanos.

Desde de 1660 se observaron tareas tendientes al
mejoramiento de las vías de comunicación
fluvial[20]Sin embargo estas actividades no fueron
impulsadas por el Estado sino que nacen como una necesidad de las
compañías y los empresarios para potenciar el
desarrollo de sus negocios.

El auge de la construcción de canales se da a
partir de 1750 período en el cual se triplicaron las
vías navegables tendiendo una amplísima red de
ríos y canales conectados con los principales centros de
producción y consumo.

Phyllis Deane señalo al respecto: "la
Revolución industrial requiere de un sistema de transporte
seguro, de gran capacidad y de bajo costo; esto es precisamente
lo que dieron los canales. Además constituían una
parte esencial de la propia revolución industrial, pues
eran construidos por la mano del hombre, representaban una
aplicación de los conocimientos científicos a los
problemas prácticos de ingeniería, y
requerían grandes inversiones de capital con rendimientos
a corto plazo."[21]

El segundo Duque de Bridgewater, Francis Egerton, fue un
entusiasta inversor que en 1759 se propuso unir sus minas de
carbón de Worsley con Manchester. Gracias al apoyo
brindado por el constructor James Brindley logró llevar a
cabo su cometido en 1761 y consiguió economizar casi el
50% del costo de transporte. Su énfasis por unir puntos
estratégicos no terminó allí sino que se
propuso extender el canal hasta el río Runcorn en la zona
textil de Lacanshire. De ahí en más, debido a los
altos niveles de inversión requeridos, se generaron una
serie de compañías privadas destinadas a la
construcción de diversos canales en el que se destaca el
Gran Trunk que ensambló el canal de Brindley con las zonas
salitreras de Chesire y la alfarera de Staffordshire, comunicando
el río Marsey con el río Trent y el
Humber.

Gracias al suministro de estos numerosos
kilómetros o millas de canales la capacidad para
insertarse y competir de algunos centros distantes de
producción se incrementó notablemente y a su vez se
convirtió en otro factor favoreció el desarrollo de
la especialización industrial.

Los caminos.

El mantenimiento y la mejora de las vías
terrestres correspondía a los municipios locales por lo
que era natural que las carreteras se encontraran en un estado
cuando menos precario. Sin bien desde 1690 el Parlamento
concedió fondos para construir y conservar tramos y
permitió a los autores cobrar derechos de portazgo y
reducir sus cargas fiscales en general la política
relativa a la red de caminos fue la de adaptar las carretas, el
numero de caballos y los carruajes al estado de las rutas. A
diferencia de las compañías comerciales que se
habían organizado para la construcción de canales,
aquí se constituyeron comités de
supervisación.

A partir 1750 la estrategia se modificó, entre
aquél año y 1770 la red terrestre paso de 3.400
millas a 15.000 millas. Entre los pioneros aparece John Metcalf
que construyó rutas nuevas en Lacanshire y Yorkshire,
más adelante surgen las figuras de Thomas Telford (primer
presidente de la Sociedad de Ingenieros Civiles) y John
MacAdam[22]quienes revolucionaron la industria de
los transportes. Gracias a sus aportes en la construcción
de caminos con cimientos sólidos y la utilización
de pedernal apisonado que formaba calzadas convexas, los vagones
reemplazaron a los animales de carga y se multiplicó el
número de vehículos. Los efectos se observaron
también en los servicios de correo, el comisionista
reemplazó al cabalgador y los Reales Correos se
convirtieron en un medio de comunicación mucho más
eficientes.

Los ferrocarriles.

En las minas de carbón se vislumbraron los
primeros pasos del desarrollo del ferrocarril. Al principio se
trataba de vigas de madera por donde se trasladaban lo vagones
que luego se mejoraron anexando a las vigas unas pestañas
de hierro colado para facilitar el desplazamiento de los carros,
sin embargo, hasta entonces solo se servían de animales de
carga. Recién a partir de la sexta década del siglo
XVIII se comenzaron las investigaciones para articular la
reciente invención de la máquina de vapor a las
líneas de las minas carboníferas.

El primer indicio se advirtió en 1801 cuando
Richard Trevithick, que explotaba las minas de Cournalles
diseño una máquina de alta presión que se
trasladaba por caminos corrientes. Sin embargo los caminos no
soportaban el peso de la maquinaria por lo que no tuvo gran
éxito.

Por esos años se creía imposible la
unión entre rieles lisos y ruedas igualmente lisas. Tal
teoría se modifica en 1812 gracias a William Hedley. Unos
años más tarde, en 1821, George Stephenson es
contratado para realizar un ferrocarril de Stockton a Darlington,
el ingeniero desarrollo una locomotora con una máquina de
vapor fija que se servía de cables para trasladar las
carretillas de carbón desde la mina hacia los muelles de
carga. Y en 1829 su invención llamada "Rocket" ganó
la competencia en Rainhill sobre el ferrocarril construido de
Manchester a Liverpool.

La locomotora de G.
Stephenson

Monografias.com

Con el ferrocarril se logro abaratar el transporte
terrestre que siempre había sido más costoso que el
fluvial. Además se redujeron los tiempos requeridos para
el traslado de bienes y personas.

El impacto del ferrocarril fue más allá de
las comunicaciones generando una serie de eslabonamientos
productivos de gran importancia. Se convirtió en una
fuente generadora de inversión (y trabajo) hacia
atrás, donde impulsó nuevas inversiones en
actividades proveedoras de insumos. La minería del
carbón, la producción del hierro y el acero y la
industria mecánica constituyeron los sectores más
influenciados aunque no fueron los únicos. Y hacia delante
gracias a la disminución de los costos de transporte y la
ampliación de los mercados.

Los cambios demográficos y sociales

La demografía

El estudio de los cambios demográficos se hace
imprescindible para entender otros rasgos de la revolución
industrial. Las variaciones en los niveles poblacionales
funcionan como variables que inciden de manera significativa en
el proceso industrial aportando mano de obra abundante como
potenciales consumidores.

En vísperas del desarrollo industrial hubo un
aumento considerable de la población, no solo de Gran
Bretaña sino que a nivel mundial, con la excepción
de África.[23]

Según cifras de Mitchell y Deane la
población de Inglaterra y Gales paso de 6.2 millones en
1750 a casi 18 millones en 1851 (año censal). Más
específicamente, Londres a mediados del siglo XVIII era la
única ciudad británica con mas de 50.000 habitantes
(por aquel entonces eran 675.000 aproximadamente). Y en 1851
había 20 ciudades con más de 50.000 hab. y 9 con
más de 100.000 personas.

Los estudios demográficos no encuentran una causa
única para el crecimiento poblacional. Se puede destacar
el aumento de la tasa de natalidad relacionada, posiblemente, con
la disminución en la tardanza de contraer matrimonio. Los
jóvenes podían establecer sus hogares más
prontamente como trabajadores de las fábricas y talleres
que como empleados en las zonas rurales. También se
observó un descenso en la tasa de mortalidad a causa de
varios factores como la introducción de la vacuna contra
la viruela hacia 1798 junto con otros avances en área
medicinal. Además la esperanza de vida se prolongó
debido a una dieta más variada y abundante, al aumento de
la producción de carbón que mitigó los
efectos de los crudos inviernos, a la concientización
sobre la higiene y el uso del jabón, entre otros motivos.
En el siguiente cuadro se aprecia como la tasa de natalidad se
mantuvo relativamente estable, mientras que la tasa de mortalidad
tuvo una clara tendencia decreciente.

Tasas de Natalidad y Mortalidad en
Inglaterra
[24]

PERIODO

1700

1750

1780

1800

1818

1841

1850

1871

1880

1881

1890

1891

1900

TASA DE NATALIDAD

34.1

35.4

34

32.6

35.4

32.5

29.9

TASA DE MORTALIDAD

26

32

28.8

23.1

22.4

21.4

18

17

Por otro lado los movimientos migratorios también
afectaron el total poblacional. Inglaterra y Escocia
representaban un futuro esperanzador fundamentalmente para los
irlandeses, pero también para los habitantes del
continente europeo por lo que durante el siglo XVIII y XIX se
observo una corriente continua de personas hacia esas latitudes.
A su vez muchos británicos abandonaron el Reino Unido en
busca de nuevas oportunidades en América y hasta otros
fueron deportados a la fuerza. Según R. Cameron es posible
que Gran Bretaña haya perdido más de lo que
ganó con la migración internacional.

A nivel interno también hubo importantes procesos
de reorganización de la población. Se destaca el
éxodo de personas desde el campo a la ciudad, para 1851 la
población urbana ya superaba a la rural y para fines del
siglo XIX casi el 80 % de los británicos vivían en
áreas urbanas. Cerca de 1700 el grueso de habitantes se
concentraba al sur del Río Trent, un siglo más
tarde cobraron importancia las áreas de Lacanshire
(sinónimo de algodón), Yorkshire y las cuencas
carboníferas del West Midlands lo que denota la
importancia de las industrias textiles y
carboníferas.

El nuevo empresario y la nueva clase obrera.

Partes: 1, 2

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