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Poemas de Paul Géraldy




Enviado por Edgar Tovar



  1. Despedida
  2. Casualidad
  3. Confesión
  4. Distancia
  5. Dualismo
  6. Estereoscopio
  7. Final
  8. ¿Intentas
    otra vez reñir?
  9. Pantalla
  10. Post-Scriptum
  11. Post-Scriptum
    2
  12. Serenidad
  13. Su
    carta
  14. Ternura
  15. Pasado

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Paul Géraldy (Nace en París el 16
de Diciembre de 1.885 y Muere en Francia el 30 de Agosto de
1.983) 
Seudónimo de Paul Lefevre, poeta
y dramaturgo francés, autor de un estilo intimista y
sentimental. Paul Géraldy tomó el seudónimo
"Géraldy" del apellido de su madre. Paul Géraldy
fue un poeta muy popular en la etapa que transcurre entre la
primera y segunda guerra mundial, especialmente por su libro de
poemas "Tú y yo" (1913). Entre las obras más
famosas de Paul Geraldy figuran "Bodas de plata" (1917), "Amar"
(1922), "Robert y Marienne" (1925), "Christine" (1932) y "El
hombre y el amor" (1951).

Su padre el periodista Georges Lefèvre tuvo
cierto renombre por la traducción de "Romeo y Julieta" en
1890.

Despedida

Conque entonces, adiós.
¿No olvidas nada?

Bueno, vete… Podemos
despedirnos.

¿Ya no tenemos nada qué
decirnos?

Te dejo, puedes irte…Aunque no,
espera,

espera todavíaque pare de
llover… Espera un rato.

Y sobre todo, ve bien
abrigada,

pues ya sabes el frío que hace
allí afuera.

Un abrigo de invierno es lo que
habríaque ponerte…

¿De modo que te he devuelto
todo?¿No tengo tuyo nada?

¿Has tomado tus cartas, tu
retrato?

Y bien, mírame ahora, amiga
mía;

pues que en fin, ya va uno a
despedirse.

¡Vaya! No hay que
afligirse;¡vamos!,

¡no hay que llorar, qué
tontería!

¡Y qué esfuerzo tan
grandenecesitan hacer nuestras cabezas,

para poder imaginar y vernosotra vez
los amantesaquellos

tan rendidos y tan tiernosque
habíamos sido antes!

Nos habíamos las vidas
entregado

para siempre, uno al otro,
eternamente,

y he aquí que ahora nos las
devolvemos,

y tú vas a dejarme y yo voy a
dejarte,

y pronto partiremoscada quien con su
nombre, por su lado…

Recomenzar… vagar…vivir en otra
parte…

Por supuesto, al principio
sufriremos.

Pero luego vendrá piadoso
olvido,

único amigo fiel que nos
perdona;

y habrá otra vez en que
tú y yo tornaremos a ser como hemos sido,

entre todas las otras, dos
personas.

Así es que vas a entrar a mi
pasado.

Y he de verte en la calle desde
lejos,

sin cruzar, para hablarte, a la otra
acera,

y nos alejaremos distraídosy
pasarás ligera

con trajes para mí
desconocidos.

Y estaremos sin vernos largos
meses,

y olvidaré el sabor de tus
caricias,

y mis amigos te darán noticiasde
"aquel amigo tuyo".

Y yo a mi vez, con ansia reprimidapor
el mal fingido orgullo,

preguntaré por la que fue mi
estrella

y al referirme a ti, que eres mi
vida,

a ti, que eras mi fuerza y mi
dulzura,

diré: ¿cómo va
aquella?

Nuestro gran corazón,
¡qué pequeño era!

Nuestros muchos propósitos,
¡qué pocos!;

y sin embargo, estábamos tan
locos

al principio, en aquella
primavera.

¡Te acuerdas? ¡La
apoteosis! ¡El encanto!

¡Nos amábamos
tanto!

¿Y esto era aquel amor?
¡Quién lo creyera!

De modo que nosotros -aún
nosotros-,

cuando de amor hablamos¿somos
como los otros?

He aquí el valor que
damos

a la frase de amor que nos
conmueve.

¡Qué desgracia, Dios
mío que seamos

lo mismo que son todos!
¡Cómo llueve!

Tú no puedes salir así
lloviendo.

¡Vamos!, quédate, mira, te
lo ruego,

ya trataremos de entendernos
luego.

Haremos nuevos planes,

y aun cuando el corazón haya
cambiado,

quizá revivirá el amor
pasado

al encanto de viejos
ademanes.

Haremos lo posible;se portará
uno bien.

Tú, serás buena,Y
luego… es increíble, tiene uno sus
costumbres;

la cadenallega a veces a ser
necesidad.

Siéntate aquí, bien
mío:recordarás junto de mí tu
hastío,

y yo cerca de ti mi
soledad.

Paul Géraldy (París,
1885 – París 1983)

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Casualidad

Y
pensar que pudimos no habernos conocido!

¿No meditas cuán buena
nuestra fortuna ha sido

para que al fin estemos uno del otro al
lado,

para que seas mía, para ser yo tu
amado?

"El uno para el otro nacimos…
Así dices.

Pero ¡qué coincidencias
para ser tan felices!

Antes de que en la vida, con un amor
profundo,

la suerte unido hubiera tu
corazón al mío

-siendo el tiempo tan largo, siendo tan
grande el mundo-

;vivimos separados, solos, con hondo
hastío…

¡Y pudimos entonces, por capricho
del hado,

en el haz de la tierra no habernos
encontrado!

¿No has pensado, en el arduo
sendero recorrido,

en los peligros graves y azares que ha
corridonuestra dicha

-esa dicha, manantial de
ilusiones,

que el mundo entero ahora nos hace ver
hermoso-

cuando el uno hacia el otro, con poder
misterioso,

gravitaban callados nuestros dos
corazones?

¿No sabes que ese viaje no
tenía certeza,

el viaje hacia una noche por mí
no presentida,

de que un capricho apenas o un dolor de
cabeza

han podido apartarnos para siempre en
la vida?

Nunca te había dicho,
¡cosa muy rara!,

quecuando por vez primera te
vi,

no me fijéen que eras tú
bonita;

lo digo francamente:

te miré aquella noche con aire
indiferente.

Con su risa, tu amiga mi tedio
distraía;

fue más tarde cuando ambos
cruzamos la mirada,

y si algo sentí entonces que
hacia ti me atraía,

tú no lo comprendiste… Mas no
me atreví a nada.

Si esa noche tu madre te hubiera
conducido

más temprano a su casa,
¿qué habría sucedido?

¿Y si el rubor no hubiera de
pronto,

cuando el mantote coloqué en los
hombros, a tu rostro subido?

.Porque ésa fue la causa de todo
lo ocurrido.

Aquella noche, aquélla de
inolvidable encanto,

un retardo cualquiera, cualquier
inconveniente

que en ese viaje hubiera surgido de
repente,

esta embriaguez de ahora ninguno
sentiría,

ni este placer sin nombre que absorbe
nuestra mente.

En mi alma, que es otra, tu amor no
existiría,

y tu vida, en mi vida nada… nada
sería!

Corazoncito mío, que me apartas
lo tristede la vida,

y alegras con luz mi
porvenir…

Pienso en aquellos días cuando
enferma estuviste

y creíamos todos que te ibas a
morir.

Paul Géraldy (París,
1885 – París 1983)

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Confesión

Sé que soy irritable, celoso,
imperativo,

infeliz, exigente, que razones no
escucho;

que siempre estoy buscándote
querellas sin motivo;

¡y crees que no te quiero.. y es
que te quiero mucho!

Te busco, te regaño, y hago tu
vida triste…

Serías más dichosa, por
todos consentida,

si para mí no fueras cuanto en
el mundo existe,

y si este amor no fuera todo el bien de
mi vida.

¡Si tú me amaras, y si yo
te amara,cuánto te amaría!

Paul Géraldy (París,
1885 – París 1983)

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Distancia

Turbóme como a un niñotu
cita telefónica.

Una hora antes dijeque nadie me
entraríaal cuarto,

donde todaslas luces
extinguíapara esperarte a oscuras.

Zumbábanme las
sienes.

Dudaba si en la sombracargada de
promesas

fragantes de tu vozquizás no
sentiría el soplo de tu aliento.

De pronto el
llamamiento.

Yo creo que mi pulsose detuvo un
momento.

Hablaste. Yo te
oía.

Las voces que dijistevenían de
otro mundo.

De un sólo único
impulsotu pobre voz debía

saltar colinas, llanosciudades, campos,
selvas,

correr por las riberasde ríos y
a lo largode rutas y de sendas.

Por eso me llegabatu voz
disminuida,

tan tenue y tan cambiadaque quien me
conversaba

aquí en el aposentoya no era tu
persona,

más bien era una sombra,fantasma
de tu voz.

Díjeme antes, amada,que yo te
sentiría

en mí como inclinadasobre mi
boca ardiente

y que si no presenteal menos te
hallaríamil veces acercada.

Así no fue; al contrario,se me
hizo ese instante más largo.

La distanciacrecía
inmensamente.

Y luego, de repente,surgiste al fin de
ese hiloengañador,

más lejos,horriblemente
lejos,

y me encontré delantedel
aparato,

triste,más lúgubre e
intranquilo,

más solitario que
antes.

Paul Géraldy (París,
1885 – París 1983)

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Dualismo

Explícame por qué
dices "Mis rosas",

y "mi piano", y por
qué frecuentemente "Tus libros" y
"tu perro",

indiferente;y di, por qué con
aire placentero me dices:

"Unas cosas voy ahora a comprar
con mi dinero".

Lo mío es siempre tuyo, eso es
sabido.

¿Por qué dices palabras
que entre los dos han sido

y serán siempre
odiosas?

"Mío y tuyo"…
¡Qué extrañas
tonterías!

Si me amaras, "los libros"
tú dirías, y "el perro", y
"nuestras rosas".

Paul Géraldy (París,
1885 – París 1983)

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Estereoscopio

No quiero verlos, oye.

Llévate esos clisésque
copian,

según dices, nuestra vida y su
historia.

Mis recuerdos más bellos
están en mi memoria.

como evocarlos quieres,

tanto tiempo
después,habrás de evaporarlos…

llévate esos clisés,donde
todo se achica,

se esfuma, y el pasadosi
surge,

es despojadode su color y
música,

de su encanto y su
aroma,

mientras que impertinente
detalle

vida tomacon visible importancia de
relieve cruel.

Mi memoria es más fielaunque a
veces olvida.

Tal vez ha confundidolas
líneas,

o un contorno no está bien
definido;

pero siempre el recuerdo, que a veces
trae llanto,

le ha dado a mi memoria como imborrable
encanto;

conserva mis placeres, cuanto ha sido
mi anhelo,

y al menor llamamiento, con toda su
dulzura,

ante los ojos míos los
tiende,

con la alturade su radiante
cielo.

Y las horas felices que revivir
ansío

me las da, si lo quiero, pues todo lo
ha guardado:

el acre olor del bosque, de aquel
bosque sombrío

de pinos en la playa,

que nos dejó embriagadoel
corazón;

el viento que se llevó en la
dunanuestros besos,

al claro de la naciente
luna;

la aldeita, el estrecho recodo del
camino

en donde disputamos al fulgor
vespertino;

nuestro largo regreso;

y cómo yo con modos fingidos o
realeste regañaba,

el tiempo que empleaste
ex-profeso

comprando bagatelas y tarjetas
postales;

después perdón y
llanto,

la entrada en la capillacon aroma de
incienso;

nuestra casa sencilla;en tardes de
verano,

bajo cielo violeta,

nuestros largos paseos en veloz
bicicleta;

nuestros cantos y gritos, nuestras
horas sombrías;

y por el campo, aquellas alegres
correrías…

Todo eso es mi memoria,

con imborrable acopiode
recuerdos,

me vuelve, recuerdos de otros
días…

¿No piensas que ella vale
más que tu estereoscopio?

¿No piensas que lo tuyo semeja
cosa trunca,

esos blancos y negros, conjunto
deslustradode ataúdes en donde vivo quedó el
pasado,

y de donde a la vida no ha de salir ya
nunca?

Habrás de mostrar esos
sarcófagos sombríos

en donde nuestros días se
encuentran prisioneros,

y dirán tus amigos con rostros
placenteros:

"¡Qué grande vuestra
playa, qué campos y qué
ríos,

y qué árboles
teníais! ¿Solos en esta
aldeavivísteis?" 

Para luego reír a costa
míade mi torpe apostura.

¡Que eso tu encanto
sea!

Tú, diviértete, y hazlos
que vivan nuestro viaje;

mas todos esos sitios y muros y
paisaje

que tan feliz me hicieron y que guardo
en la mente,

cuadros en donde surges con aire
diferente,

siempre aire
placentero,

guárdalos sin
mostrármelos,

porque verlos no
quiero.

De otras bellas imágenes mi
mente está repleta,

y me interesan más…Tus
clisés no me importan.

El recuerdo es poeta,pero ¡por
Dios! no lo hagas historiador jamás.

Paul Géraldy (París,
1885 – París 1983)

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Final

Adiós, pues. ¿Nada
olvidas? Está bien. Puedes irte.

Ya nada más debemos decirnos…
¿Para qué?

Te dejo. Partir puedes. Pero aguarda un
momento…

está lloviendo. Espera que deje
de llover.

Abrígate. Está haciendo
mucho frío en la calle.

Ponte capa de invierno. Y
abrígate muy bien.

¿Todo te lo he devuelto?
¿Nada tuyo me queda?

¿Tu retrato te llevas y tus
cartas también?

Por última vez mírame.
Vamos a separarnos.

Óyeme. No lloremos, pues necedad
sería…

¡Y qué esfuerzo debemos
los dos hacer ahora

para ser lo que fuimos… lo que fuimos
un día!

Se habían nuestras almas tan
bien compenetrado,

y hoy de nuevo su vida cada cual ha
tomado.

Con un distinto nombre por senda aparte
iremos,

a errar, a vivir solos… Sin duda
sufriremos.

Sufriremos un tiempo. Después
vendrá el olvido,lo solo que perdona.

Tú, de mí
desunida,serás lo que antes fuiste.

Yo, lo que antes he sido…Dos
distintas personas seremos en la vida.

Vas a entrar desde ahora por siempre en
mi pasado;

tal vez nos encontremos en la calle
algún día.

Te veré desde lejos con aire
descuidado,

y llevarás un traje que no te
conocía.

Después pasarán meses sin
que te vea.

En tanto,habrán de hablarte
amigos de mí.

Yo bien lo sé;y cuando en mi
presencia te recuerden,

encantoque fuiste de mi vida,
«¿Cómo está?» les
diré.

Y qué grandes creímos
nuestros dos corazones, ¡y qué
pequeños!

¡Cómo nos quisimos
tú y yo!¿Recuerdas otros
días?

¡Qué gratas ilusiones!Y
mira en lo que ahora nuestra pasión
quedó.

Y nosotros, lo mismo que los
demás mortales,

en promesas ardientes de eterno amor
creyendo.

¡Verdad que humilla!
¿Todos somos acaso iguales?

¿Somos como los otros? Mira,
sigue lloviendo.

Quédate. ¡Ven! No escampa.
Y en la calle hace frío.

Quizá nos entendamos. Yo no
sé de qué modo.

Aunque han cambiado tanto tu
corazón y el mío,

tal vez al fin digamos:
«¡No está perdido todo!»

Hagamos lo posible. Que acabe este
desvío.

Vencer nuestras costumbres es
inútil.

¿Verdad?¡Ven,
siéntate! A mi lado recobrarás tu
hastío,

y volverá a tu lado mi triste
soledad.

Paul Géraldy (París,
1885 – París 1983)

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¿Intentas
otra vez reñir?

¿Intentas otra vez
reñir?

Ya escuchollanto y
explicaciones.

Sí mucho amamos,
regañamos mucho,

y así termina todo en
discusiones.

Por esta sola vez quiero que
calles,

mientras, yo con
cariño,

sin recordar disputas y detallesdesato
tu corpiño…

Lo que intentas decirme de
antemano

te digo que lo
sé;explicarte,

reñir, hablar en vano,y todo …
¿para qué?

Cuando luego el vestido
desabroche,

te sentirás mejor sin ese
velo…

¡Además, sin recelos,mucho
más te querré toda la noche!

No hagas mohines. Mírame sin
celos,

y desde ahora, estrechamente
unidos

amémonos de verasponiendo en
ello todos los sentidos.

Ven hacia mí, que haré lo
que tú quieras.

Bien sabes que nos unen fuertes
lazos

que el juramento anuda.

Apura, ¡vamos!, échate en
mis brazos

así… ¡toda
desnuda! 

Paul Géraldy (París,
1885 – París 1983)

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Pantalla

Me preguntas ahora por qué estoy
tan callado?

Porque llegó el
momento,

el gran momento,la hora de los ojos y
las dulces sonrisas…

¡La noche….y esta noche
cuánto amor por ti siento!

Contra tu pecho apriétame.
Necesito caricias.

Si tú supieras todo lo que en
mí está subiendode deseo,

de orgullo, de ambición, de
ternura y de bondad. 

Más oye: tú no puedes
saberlo.

Bájate la pantalla,mejor
así estaremos.

En la sombra en donde los corazones
hablan;

cuando en torno las cosas se empiezan a
ver menos;

te amo mucho esta noche para hablarte
de amor.Apriétame a tu pecho…

Sobre tu pecho estoy. Cuánta
dulzura mi amor halla!

Y para acariciarte, cómo
ansíoque llegue el turno mío….Baja más la
pantalla…

Pero no hablemos más. Tengamos
juicio,estemos quietos.

Dicha no hay ninguna, en este
instante de pasión ferviente,

como sentir tu piel cerca a mi
frente….

Pero, ¿qué es eso?
¿Quién nos importuna?

¡El café! Ponlo
allá. Cierra la puerta.

¿De qué te estaba
hablando?¿Tomamos el café?
¿Después…? ¿Ahora?

¡Ah! Te gusta caliente; lo estaba
yo olvidando.

¿Quieres que te sirva yo mismo?
¿Eso prefieres?

Está fuerte.
¿Azúcar? ¿Un terrón no más
quieres?

¿Quieres que lo pruebe?
¿Será un terrón bastante?

Esta es la taza tuya. Toma el
café al instante, que se te enfría.

Y calla y nada más
hablemos.

Pero,  ¡qué
oscuridad!
Si nada vemos…

Alza un poco, amor mío, la
pantalla.

Paul Géraldy (París,
1885 – París 1983)

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Post-Scriptum

Me escribiste ayer tarde dos hojas
solamente.

¿Estarás tan contenta que
me olvidas así?

Sin duda te fatigas y ves a mucha
gente;

repósate. Y escríbeme. Y
piensa siempre en mí.

Y tu vestido nuevo no te lo pongas
tanto;

qué bien te va. Celoso no soy, y
nunca fui.

Puede el aire dañártelo.
¿Para qué nuevo encantoa tu
belleza?

Guárdalo para ti y para
mí.

Paul Géraldy (París,
1885 – París 1983)

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Post-Scriptum
2

He bebido tu carta con febril
impaciencia.

Y tú, cuando estas líneas
recibas, estarás en un grupo dichoso.

Y entre la concurrencia,"Léela
pronto", un amigo junto a ti te dirá.

Y en tanto, abanicándote con mi
carta cerrada, y viendo el sobre apenas,

distraída tal vez,dirás,
no interrumpiendo tu charla comenzada:

"No es nada, sí… no es nada.
La leeré después".

Paul Géraldy (París,
1885 – París 1983)

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Serenidad

¿Qué fue lo que
dijistecuando adiós me dijiste?

¿Que ya no nos
amábamos?…Pero, sí, nos amamos.

¿Lloraste?
¿Serás siempre la que yo he
conocido

desde que en nuestra vida los dos nos
encontramos?

Y sé perfectamente que bien me
has comprendido.

Sé más franca. Las cosas
siempre están complicando,

y por ese motivo nos vemos
disputando;

di, pues, que en nuestra época
siempre es afectación,

y que siempre resulta ridículo y
vulgar,

cuando de amantes finos muchos la
quieren dar,

escribir con mayúsculas Amor y
corazón;

palabras que de nada nos sirven
empleamosy que son fastidiosas,

y, además, peligrosas,e
importancia con ellas en la vida nos damos.

Mi corazón, repiten. Tu
corazón también,

y nuestros corazones. Es costumbre
corriente.

Y podría jurarte que de todo
eso, bienprescindir se podría,

sin gran inconveniente,y arreglarse al
momento

las cosas
fácilmente.

¿Nuestros dos
corazones?

Hay tan sólo "tú y
yo","tú y yo" no más: de raro no hemos tenido
nada,

pero con las palabras siempre nos
embriagamos,y aquí, desde la tierra,

dándonos cuenta vamosde que lo
real no llega nunca a la altura soñada.

Te suplico, es prudente, que los dos
prescindamosde hablar de Corazones,

y que tú y yo seamoslo que
nosotros somos.

Cuando los dos nos vemosno nos turbamos
mucho,

pues bien nos conocemos;ya todo no es
como antes,

en días de ventura;cuando nos
encontramos,

no veo en ti locura;me pasa a mí
lo mismo…lo mismo.

¡Bien! ¿Y qué?Es
esto que aquí ocurre, tragedia no se ve.

¿Nos sentimos calmados?… Esto
es muy natural, es la costumbre.

Estamosya con ella habituados, ha
tiempo, bien o mal;

y cuando ambos creemos que ya no nos
amamos,

cada uno se fastidia si el otro se
halla ausente.

No hallamos gusto en nada. todo es
triste en redor.

Nos vemos desdichados, con aire
displicente.

Pero ¿un bien no es esto
ya?

Pues bueno: así es
mejor.

Paul Géraldy (París,
1885 – París 1983)

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Su
carta

Ella me escribe: "Un día como
tantos, perdido.

¿Sabes? La primavera muy hermosa
ha venido;

mas durante tu ausencia, siempre en
cosas chiquitasse va el tiempo;

en las tiendas y en algunas
visitas.Hoy, temprano, a la casa llegué, pues
recibí.

¡Qué cansancio! La vida
muy horrible es sin ti.

Triste, en este momento, de la
alcoba,

y aprisa,me vine junto al fuego,
descalza y en camisa.

En el tardío instante, desde el
alba esperado, en que puedo,

de lejos, fundirme en ti, mi
amado.

Todo tu amor me envuelve -porque
sé que me amas-

y más calor me infunde que el
calor de las llamas.

Imaginar no puedes cuánta
tristeza siento.

-Contra los vidrios ¿ no oyes
allá gemir el viento?-

Por el salón anduve.
Sintiéndome cansada,

a la alcoba me vine y arreglé la
almohada;

me quité la camisa, que
doblé con esmero;

después, collar y anillos puse
en el joyelero

con todas las pulseras;

y en la mesita, al lado,junto al
retrato tuyo,

por mí siempre
besado,dejé el corsé…

sonrío en tantas nochesen que
febril,

inquieto, sufrías con los
broches;

y recuerdo tu cólera, que
olvidar nunca puedo,

cuando al soltar un broche te
lastimaste un dedo.

Libre ya de apreturas,
¡qué alivio el que hubo en
mí!

mi desnudez, entonces, blanca y
nerviosa

vicopiada en el espejo del
armario.

Y sintiendohorror por este cuerpo que
creo inútil,

tiendocon la mente los brazos a ti, mi
asilo amado;

y ¿para qué
negártelo?, lo confieso: he llorado.

¡Sí!Sobre las rodillas
estas líneas te escribo.

En la mesa de laca que en el
rincón percibo,

tus guantes, y tus libros
están,

y todos ellosme recuerdan ahora muchos
instantes bellos y otros tristes: ¿te
acuerdas?

porque de vez en cuandohemos ambos
reñido… Tú sin razón…

Regando la bujía luz
pálida, bajo pantalla lila,

va extendiendo en las sábanas
una sombra tranquila.

-¡Cómo contra los vidrios
está soplando el viento!-

¡Si junto a mí estuvieras,
aspirando mi aliento,

para que me miraras feliz,
inanimada,

y sollozar me hicieras al verme por ti
amada!…

¡Porque hace mucho tiempo para ti
sólo vivo!

¿Sabes? Ya casi, casi no veo lo
que escribo,

Adiós, pues; duerme mucho. Me
acuesto de amor loca.

¡Ah! recibe mil besos, más
de mil en la boca."

Paul Géraldy (París,
1885 – París 1983)

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Ternura

¿Me amas? ¿Qué
estás haciendo?

Ni una palabra dices.Aproxímate
a mí.

Deja por un momento

lo que te ocupa ahora.Ven a sentarte
aquí.

Tendré mucho cuidado.
Trataré que tu falda no se vaya a arrugar.

Quitemos los cojines, si acaso te
incomodan,y vente aquí a sentar.

Picaroncita. Dame las manos. Que tus
ojosse fijen bien en mí.

¡Si a comprender llegaras
cuánto es lo que te quiero!…Mírame más…
Así…

Debes ver en mis ojos que te
entregué a ti solaentero el
corazón.

¿No lo estás
comprendiendo?    Tan grande es esta
noche,¡tan grande es mi pasión!

Pero no lo comprendes, no puedes
comprenderlo…¿Cómo que dices "
sí"?

¡Qué corazón tan
bueno! ¡Qué amable! Y qué ternurasiento ahora
por ti.

Sólo es para que puedas ahora
darte cuenta…Pero ¿oyéndome
estás?Sólo es para que sepas…

En fin… De que te quierobien te
convencerás.

Vuelve hacia mí los ojos.
Mírame enternecida porque llorando estoy.

Nada como tus ojos y tu frente…
¡Qué dicha, pues de ellos dueño
soy!

Inclina la cabeza del lado de la
lámpara…así te quiero ver.

¡Y déjame las manos, como
si banda fueran, en tu frente poner!

Gran ternura condensan tus ojos y tu
frenteen mi triste vivir.

¿Dices que es cierto… es
cierto? Te adoro, y bien quisierahoy hacerte
sufrir.

Paul Géraldy (París,
1885 – París 1983)

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Pasado

Tres años han pasado desde que
fuiste mía…

¡Estabas tímida y
ruborosaentre mis brazos aquel día!

Ahora no eres ya la mujer
pudorosa-perdóname esta verdad cruda-;

ahora te presentas desnuda,anundas tu
cabello y tu cuerpo me ofreces…

Así no eras entonces. Recuerda
cuántas veces, al decirte: "Ven,
chiquilla…",

te ocultabas tímidamente,miedosa
de la luz, tras de una silla.

En nuestras horas más
ardientesnunca eras mía por entero.

Me enojabas. Yo estaba ansiosode sentir
que tu beso,

tan tímido y ligero,respondiera
al mío ardoroso.

¿Recuerdas? Te decía
suavemente:

"Tan tímida usted no
seríasi me amara completamente."

¡Ay, sin embargo, ahora
qué feliz yo sería

y amaría como un poetaa la
niña de faz de raso

que para hacerse más
secretacubría sus ojos con un brazo!

Paul Géraldy (París,
1885 – París 1983)

Monografias.com

 

 

Autor:

Edgar Tovar

 

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