- Bases
teóricas - Recomendaciones
- Puntos básicos
para detectar la mentira - Actitudes para
enfrentarse al interlocutor que miente - ¿Quién
miente? - Tipos de
mentiras - Tipos de
mentirosos - Bibliografía
Bases
teóricas
Las mentiras se pueden detectar porque suelen implicar
emociones que se filtran en la comunicación. Cuanto mayor
sea la mentira y más emociones implique, más pistas
dejará. En general se despierta el sentido de la
culpabilidad, el remordimiento o la incomodidad al
mentir.
El intento de ocultar posibles filtraciones de estas
emociones genera en casi todo el mundo una lucha interna
emocional. Cuanto más íntima sea la relación
con una persona, más complicado será mentirle por
las emociones que ello implica. Así por ejemplo al
cónyuge enamorado le será muy difícil mentir
a su pareja pero no tendrá tanta dificultad en mentir a un
extraño.
Tendremos presente que los síntomas que vamos a
tratar aquí se relacionan con la persona que experimenta
algún tipo de estrés y que aunque la mayoría
de los mentirosos exhiben muchas señales externas, este
estrés no garantiza que se esté
mintiendo.
Hay personas que se sienten cómodas con la
mentira y por ello no demuestran muchos síntomas de
estrés, mientras que otros, como los fanáticos, se
creen sus propias mentiras y, como consecuencia de ello, no
muestran tampoco ninguna señal de que están
mintiendo.
En el caso de los mentirosos patológicos pueden
carecer de vínculos emocionales que les aten a nadie y en
consecuencia les resulta muy fácil mentir.
Recomendaciones
– No hay que interpretar un gesto solitario
aislado de otros gestos o circunstancias. Si alguien se frota
los ojos puede ser que lo haga realmente porque le escuecen, le
lloran o está cansado. Se ha averiguado que las mentiras
se producen siempre en unos conjuntos, denominados "racimos", y
que antes de dar por sentado que el interlocutor le miente,
deberíamos ser capaces de detectar un mínimo de
tres señales. Que alguien se toque la nariz, la boca, o se
tire de la oreja no garantiza que está mintiendo, aunque
algo debe estar pasándole por la cabeza que no dice. No
está mintiendo necesariamente, pero sí es probable
que esté ocultando alguna cosa.
– Conviene actuar como sí se creyera todo lo
que dice, para conseguir que acabe traicionándose a
sí mismo. Si le hacemos confiar en exceso en lo bien
que está llevando a cabo su representación, luego
podemos pedirle que repita su mentira una segunda vez. Los buenos
mentirosos tienen la respuesta ensayada y repiten exactamente lo
mismo, pero podemos hacer pausas y distracciones para que crea
haberlo conseguido y después pedirle que lo repita una
tercera vez. Si no esperaba verse obligado a esto y está
relajado, la respuesta que ofrezca no será idéntica
y la historia sonará algo distinta.
Puntos
básicos para detectar la mentira
– El que miente evita cualquier referencia a su
persona en sus mentiras, así como la utilización de
palabras como "yo" o "mí".
Debido al hecho de que casi todo el mundo se siente
incómodo al mentir, la gente intenta por instinto
distanciarse de su propia mentira. El FBI americano
descubrió esta pista a partir del estudio de las palabras
de los sospechosos que daban falsas coartadas.
Por ejemplo alguien que te planta en una cita, miente si
te dice "se me estropeó el coche y el móvil no
tenía batería" y no lo hace si dice "Se me
estropeó el coche y no pude llamarte porque tenía
la batería de mi móvil descargada".
– Evitan mencionar el nombre de la persona sobre la
que mienten. Prefieren decir "no tuve relaciones
íntimas con esa mujer" antes que decir "no tuve relaciones
con Mónica".
– Ofrecen una "representación" impecable.
El mentiroso habitual no olvida, porque ha practicado la mentira
repetidas veces. La respuesta más probable a la pregunta
de qué ha hecho el fin de semana cuando no mienten,
será algo como "ah…fui a casa de mi hermano
después de desayunar y entonces….ah….no, le
vi después de comer porque primero….". Cuando
recordamos los acontecimientos de un día, solemos ir
arriba y abajo cambiando de dirección hasta ser capaz de
ordenar correctamente los acontecimientos. Pero en el caso del
mentiroso no es así, ya que lleva el papel bien ensayado y
no suele dudar.
– La voz del que miente sube de volumen debido a
la tensión asociada con la mentira. Si cuando se ven
"pillados" chirrían como un canario mientras te explican
su versión, podemos empezar a sospechar.
Cuando se experimenta estrés al mentir, se
provoca una tensión de las cuerdas vocales. (Los niveles
de estrés de la voz humana se miden registrando los
cambios de circulación sanguínea que riega las
cuerdas vocales, ya que esta desciende cuando alguien miente).
Los tres elementos en la voz que se alteran en ese momento son el
volumen, el tono y la velocidad. La voz será más
aguda y también puede, asimismo aumentar la velocidad (el
hablar rápido expresa el deseo de acabar pronto con el
tema) y subir el volumen.
Y, en sentido contrario, cuando el mentiroso reflexiona
sobre su mentira para tener por seguro que la dice a la
perfección, empieza a hablar más lentamente, a
bajar el volumen y a disminuir la velocidad.
– Cuando habla se come las palabras. Si no ha
tenido tiempo suficiente de ensayar, en ocasiones el tono suele
verse salpicado por "ums", "ahs", "ers", "ehh", toses y pausas.
Este factor es más evidente en los hombre que en las
mujeres, pues ellos poseen menos habilidad cerebral para
controlar el lenguaje, así que es probable que el hombre
que se come las palabras esté mintiendo, pues ello revela
que le están sucediendo un montón de problemas
simultáneamente y que su cerebro intenta lidiar con ellos
de una sola vez. A veces creen que el hablar así indica
que no están mintiendo.
– Honestamente, sinceramente, francamente, son
algunas de las palabras y frases que mas comúnmente
indican un intento de engaño intentando convencer con
ellas de una emoción que no se siente en realidad. Por
ejemplo, "Francamente, es la mejor oferta que puedo hacerle" se
traduciría como "No es mi mejor oferta, pero tal vez crea
que es así". "Te quiero" es más creíble que
"Te quiero sinceramente". "Indudablemente" da cabida a la duda,
mientras que "sin duda alguna" es una señal de alerta
definitiva.
– "Créeme", significa a menudo lo
contrario: "Si consigo que me creas, harás lo que yo
quiero". La intensidad con la que una persona que dice
"créame" intenta convencer a su interlocutor, es
proporcional al tamaño del engaño. La persona
piensa que no le creen y por ello subraya sus afirmaciones con un
"créeme", "no te engaño", "¿crees que te
mentiría?". Son más versiones de lo
mismo.
– Cuando escuche a alguien diciendo
"sólo", plantéese por qué esa persona
intenta minimizar la importancia de lo que está diciendo,
ya que esto es, para lo que se utiliza esta palabra, para
minimizar el significado de las palabras que la siguen, para
liberar a alguien de un sentimiento de culpa o para echar las
culpas a cualquier otro motivo o persona. Nos plantearemos si le
falta confianza para decir lo que realmente siente, o si intenta
engañar con toda intención o si trata de evitar
responsabilidades. Analicemos la palabra "sólo" en su
contexto y encontraremos la respuesta. "Sólo te
robaré cinco minutos" es lo que se dice cuando deseas en
realidad una hora, "sólo 49,90 soles" y "sólo 300
soles de depósito" se usa para convencernos de que se
trata de un precio insignificante. "Sólo quería
decirte que te quiero" nos habla de la persona tímida que
lo que querría decir es "te quiero" y es difícil de
creer cuando nos dicen "sólo es una amiga/o", o
"sólo salí a la tienda cinco minutos, sino
pregúntale a mi mamá", cuando en realidad se han
desaparecido 2 horas mínimo, estas personas involucran a
un tercero como fuente de corroboración porque tienen la
seguridad que el inquisidor por respeto o por evitar mayores
conflictos, no apelará a la verificación, o porque
sabe que la persona mencionada en su coartada será
cómplice de sus engaños, lo cual sucede muy a
menudo, más cuando ésta última obtiene
beneficios directos o indirectos al servir de fuente de
consulta.
– El verbo "intentar" lo utilizan con frecuencia
personas que esperan fracasar en su intento. O su equivalente
"haré lo que pueda". Son respuestas que anuncian un
fracaso inevitable pues su traducción es "tengo dudas de
mi capacidad para conseguirlo". Sí acaba fracasando dice
"lo intenté". Cuando escuche frases de este tipo,
exíjale que se comprometa diciendo "lo haré" o "no
lo haré". Es mejor que no haga lo que deseamos antes de
"intentarlo" y fracasar. "Intentar" es una forma tranquilizadora
de decir "quizá".
– Expresiones tipo que se usan más
frecuentemente para convencer de que se está diciendo la
verdad cuando, en realidad lo que se pretende es obligar a que le
crean:
"Confía en mí" o "dudas de
mí"
"Jamás te he sido infiel, y eso tú lo
sabes, y si quieres, pregunta a mi familia o dime con quien
supuestamente te soy infiel y vamos a su casa para que le
preguntes en mi delante"
"En que momento te voy a ser infiel si siempre voy a
todas partes con mi hijo(a)"
"No tengo ninguna razón para mentir"
"Hablando francamente"
"Te digo la verdad"
"¿Por qué tendría que
mentirte?"
"Para ser totalmente sincero contigo"
"¿Haría yo algo así?"
– Cuando se sitúan entre un tipo de gente que
no debería ser víctima de ningún tipo de
reproche, porque responden ante una autoridad superior. Por
ejemplo "Lo juro por la tumba de mi madre", "Dios es testigo",
"Que me maten si no es así", "te lo juro por nuestro
hijo(a), que es lo más sagrado". Las personas con una
convicción religiosa o de amor por sus hijos no
utilizarían sus creencias o amor de madre-padre para
intentar convencer de que son sinceros.
– Cuando utilizan la organización a la que
pertenecen, un premio recibido o su familia para convencer de su
sinceridad. Por ejemplo "No soy de ese tipo de personas",
"soy un empleado leal", "jamás me rebajaría a una
cosa así". La gente con moral no necesitar estar
continuamente demostrándoselo, vive según sus
valores y eso se ve. Este tipo de respuestas se usan para evitar
la respuesta directa a una pregunta.
– Hay un aumento significativo del movimiento de las
manos hacia la cara, cuando nos sentimos dudosos, inseguros,
exageramos o mentimos. La gesticulación del hombre resulta
más fácil de detectar pues es más exagerada
que la de la mujer y ellos la usan en mayor grado.
Entre estos gestos tenemos el frotarse los ojos y la
nariz, tirarse de las orejas y rascarse el cuello.
Bill Clinton, por ejemplo, se tocó la nariz y la
cara veintiséis veces delante del Gran Jurado mientras
respondía a preguntas relacionadas con Mónica
Lewinsky.
A veces el ocultar las manos también es revelador
de que nos están mintiendo, ya que precisamente lo hacen
para ocultar esta gesticulación que han observado que
podría delatarles.
– La sonrisa se muestra torcida (se sonríe
por igual al mentir que al decir la verdad, sin embargo la
sonrisa auténtica es más rápida,
espontánea y simétrica, es decir la parte izquierda
de la cara es un reflejo de la parte derecha, pero las
expresiones faciales de quien intenta exhibir una emoción
que no siente no son simétricas), algo forzada (se utiliza
ampliamente para fingir sinceridad) o con los labios apretados
(como signo de tensión).
– El aumento del pestañeo es una
señal importante que tener en cuenta, ya que indica que la
tensión aumenta y que se le secan los ojos.
– La falta de contacto visual, el que nos
rehúya la mirada, o si están en una
habitación con puerta que mire con frecuencia hacia
allí, de siempre se ha asociado al mentir, pero el que el
interlocutor nos mire o no a los ojos mientras habla es menos
discriminativo para ayudarnos a detectar un engaño, ya que
está más directamente relacionado con
características de personalidad, con aprendizajes (si de
pequeños nos pillaban o no las mentiras al mirarnos a los
ojos), y con culturas, (puesto que en algunas el mirar a los ojos
es una demostración de agresividad o falta de
cortesía y en otras al contrario). Además los
mentirosos que engañan concienzudamente son capaces de
mantener el contacto visual mientras mienten, así que
sería en este caso el adecuado contacto visual el factor
que apuntaría hacia el engaño, en ocasiones cuando
son pillados por evadir el contacto visual, miran fijamente al
interrogador con los ojos desmesuradamente abiertos, acercan su
cara a la del otro y gesticulan con las manos y brazos, alzan el
tono de voz reforzándose con frases como "ves, no tengo
problemas con mirarte directamente, eso de la mirada es una
tontería".
– El mentiroso diestro mira hacia su izquierda
mientras miente y el mentiroso zurdo mira hacia su derecha.
Este factor de la dirección hacia dónde mueve los
ojos el interlocutor no es tampoco una prueba infalible, pero
sí una señal importante del
engaño.
La mayoría de diestros conecta con la parte
izquierda del cerebro cuando quiere recordar algo sucedido y
miran hacia su derecha. Cuando inventan una historia conectan con
la parte creativa de su cerebro, el hemisferio derecho, y miran
hacia su izquierda. (Esto es porque los canales sensoriales
están cruzados en su conexión con los hemisferios
cerebrales).
– El efecto Pinocho. En estudios de la
circulación de la sangre se reveló que, cuando una
persona miente, el aumento de la presión sanguínea
y la liberación de unas sustancias químicas
llamadas catecolaminas, provocan inflamación de los
tejidos internos de la nariz, pero esto es un solo una curiosidad
ya que esta inflamación no es visible a simple vista.
Aunque sí que es la entrada en acción de las
terminaciones nerviosas de la nariz por esta causa, la que
explica la necesidad de frotarse la nariz para calmar el picor.
Este fenómeno también se produce cuando la persona
se siente molesta o enfadada. En los mentirosos que además
padecen de alergia nasal, a los pocos segundos empezaran con
estornudos y flujo nasal, lo cual les ayuda a evadir el
interrogatorio para ocultarse tras un pañuelo, toalla
higiénica o en busca de algún
anti-histamínico, e inmediatamente tratan de cambiar la
conversación hacia un tema trivial que no viene al
caso.
– Contracciones de los músculos faciales,
que se producen porque el cerebro está intentando evitar
que la cara muestre cualquier reacción de respuesta. El
FBI analiza las "micro expresiones" minúsculas, de medio
segundo, con ayuda de la cámara lenta.
– Brazos y/o piernas cruzadas, pues esto refleja
un instinto defensivo básico.
– Dilatación de las pupilas. Por ello la
importancia de estar cerca a estos mitómanos para ver este
signo inequívoco.
– Gestos que entran en contradicción con las
palabras. Por ejemplo que la cabeza se mueva diciendo que
"no", cuando da un "sí" por respuesta o
viceversa.
– Muestras de excesiva amistad o carcajadas.
Estas actitudes están expresando el deseo de querer gustar
para favorecer su credibilidad, como "Yooo, teniendo una
relación con ese tipejo(a), ¡por favor!,
¡Jajajaja! ni que estuviera desesperado(a), él
(ella) siempre me ha pretendido, pero yo sólo le(a) veo
como un amigo(a) más, si me da repulsión cuando se
me acerca porque tiene (y menciona supuestamente una serie de
defectos, generalmente de índole racial), además,
siempre me para llamando y yo tengo que negarme" o "tu sabes que
te estimo/quiero/amo muchísimo, y que jamás te
engañaría, ¿lo sabes verdad?".
Actitudes para
enfrentarse al interlocutor que miente
– Sentarse en una silla más alta o colocarse en
una posición más elevada, es una forma sutil de
intimidación.
– No cruzar las piernas, abrir los brazos, y echarse
hacia atrás. Es una forma de comunicación no verbal
o lenguaje corporal que indica que estamos "abiertos" a escuchar,
a comprender e incluso a recibir la verdad.
– No es conveniente decirle lo que sabemos, no hay que
dar la sensación de que intuimos que nos están
contando una mentira.
– Invadir el espacio personal del otro,
acercándonos a él, hace que se sienta más
incómodo.
– Reflejar como un espejo sus posturas y movimientos es
una forma de establecer una buena relación y al
interlocutor le costará más mentirnos.
– Darle una "salida". Necesitamos ponérselo
fácil para que diga la verdad, por ejemplo haciendo que no
entendemos o no hemos escuchado correctamente, para que tenga una
opción de rectificar sus palabras.
– Es básico mantener la calma. No mostrarse
sorprendido ni trastornado y otorgando la misma importancia a
todo lo que diga. En cuanto reaccionemos negativamente, se
perderá cualquier oportunidad de que nos digan la
verdad.
– No acusar es también básico. Las
preguntas agresivas del tipo "¿Por qué no me has
llamado?" o "¿Te ves con ella?", pueden reforzar la
postura del mentiroso. Utilice preguntas más suaves, como
"¿Dónde dijiste que estabas?", "¿A
qué hora dijiste que llegaste al restaurante? ¿A
qué hora y por cuánto tiempo dijiste estuviste con
tu familiar?"
– Finalmente habrá que valorar si es conveniente
o no darle una última oportunidad ignorando la mentira y
diciendo algo como "¿Qué podemos hacer para evitar
que esto vuelva a suceder?". Lo que estaríamos haciendo
así, es hacerle ver que no nos hemos creído nada,
para así, tratar de hacer más probable que no
repita esta mentira y se vea obligado a encontrar su propia
solución para no tener que utilizarla de nuevo.
LAS MENTIRAS QUE MAS
HIEREN
Cuanto más íntima es una relación,
más dolor provoca el engaño porque menos deseamos
alejar a esa persona de nuestra vida, porque más confiamos
y más nos abrimos a ella.
CUANDO TODO EL MUNDO NOS
MIENTE
Si hay quien cree que no se puede confiar en nadie y que
el mundo está lleno de mentirosos, es, o bien porque ellos
mismos son mentirosos habituales y dan por sentado que todo el
mundo es como ellos, o, lo más probable es que, su
comportamiento invite a que los demás les mientan, o sea,
que dificultan a los demás que les digan la verdad, porque
al provocar esta una reacción agresiva o excesivamente
emocional (enfadado, herido, vengativo), nunca se la
dirán, pase lo que pase. Los demás son sólo
la otra mitad de la ecuación.
¿Quién
miente?
La realidad es que todo el mundo miente, en el sentido
de permitirnos convivir sin violencia ni agresión, porque
con frecuencia preferimos oír sutiles distorsiones de la
realidad antes que hechos duros y fríos.
¿Dónde estaríamos si hubiéramos dicho
las palabras exactas que se nos pasaban por la cabeza?
Quizás solos.
Mentimos para obtener algo, o para evitar el dolor. Nos
mentimos constantemente, los padres mienten a los niños,
exageramos cosas, "olvidamos" comunicar un matiz importante,
intentamos no herir los sentimientos.
Hombres y mujeres mienten por igual aunque difiere el
contenido de las mentiras. En general las mujeres lo hacen para
que los demás se sientan mejor mientras que los hombres lo
hacen para quedar bien. A ellas les cuesta más mentir
acerca de sus propios sentimientos y ellos lo hacen para evitar
discusiones. Ellas suelen recordar mejor que ellos que mentiras y
a quién las han contado.
Los estudios realizados con americanos y europeos han
reflejado que cuanto más joven es una persona, mayores son
las probabilidades que tiene de engañar y que esta
tendencia disminuye a partir de los 30 años. Los patrones
de comportamiento mentiroso se aprenden en la infancia (los
padres enseñan a los hijos a mentir como muestra de buena
educación "Cuando te dé un beso la abuela pon cara
de que te gusta y no de asco" y a la vez se les enseña que
la mejor política es la sinceridad aunque a veces se les
castiga por haber dicho la verdad) y se impulsan a partir de la
adolescencia debido a figuras autoritarias.
Y las hay aquellas personas que tienen profundos
trastornos de la personalidad, que a pesar de saber distinguir el
bien del mal, se sienten estar por encima de estas cuestiones
morales. Estas personas sí que entrañan un peligro
real, inmediato latente para su entorno.
Tipos de
mentiras
Dejo sentado que ningún tipo
de mentira es buena, aun a la que consideran pequeña. Una
mentira es una mentira independiente de su magnitud o
fin.
La mentira inocente es la que forma parte de
nuestro entramado social y nos evita herir emocionalmente a los
demás o insultarlos con la fría, dura y penosa
verdad.
La mentira beneficiosa se usa para tratar de
ayudar a los demás, por ejemplo el rescatador de un
accidente que dice al niño que sus padres están
bien, o el médico que trata de elevar la moral del
paciente.
La mentira maliciosa son las que se cuentan por
venganza o para obtener algún beneficio, como saben los
famosos que suelen ser blanco evidente de estas mentiras, pues
por ultrajante o poco probable que sea, alguien acabará
cayendo en el fango. También se usan como armas en
situaciones competitivas.
La mentira engañosa es la peligrosa pues
pretende hacer daño o aprovecharse en su beneficio. Puede
ser en forma de ocultación de información que
distorsiona así la verdad o en forma de
falsificación de los hechos.
El autoengaño que permite que uno abuse
del tabaco o la comida y diga que no es adicto o se convenza de
que un postre de muchas calorías no altera la
dieta.
Tipos de
mentirosos
El mentiroso natural es alguien que tiene
conciencia de que lo es, pero confía en su habilidad pues
lo viene haciendo desde la niñez (quizás por evitar
castigos) y de adultos esta capacidad les convertirá en
abogados, comerciales, actores, políticos, etc. Con
diferente grados personales de respeto a la
ética.
También puede tratarse del mentiroso
romántico, cuyo único límite es su
imaginación y que puede desarrollar un gran talento que
aprovechará para manipular a su pareja sin que el afecto
que dicen sea real.
El mentiroso no natural es aquel que fue
convencido por sus padres de que mentir era algo imposible pues
siempre sería detectado. Les cuesta mucho mentir, que no
se note, e incluso pueden insistir en decir verdades que
provoquen problemas entre los que le rodean, insistiendo en no
mentir jamás.
Bibliografía
– Pease, A. y Pease, B. (2002) "Por qué los
hombres mienten y las mujeres lloran" Barcelona:
Amat
Autor:
Percy Zapata Mendo