- Presentación
- El
medio ambiente y la visión humana del
mundo - La
naturaleza y la fe - De
nómadas a administradores de la
tierra - Dios
en la naturaleza - Conservación de la tierra y de sus
recursos - Geografía de las tierras
bíblicas - La
influencia de la geografía sobre los
sucesos - La
vida domestica - Clases sociales
- La
alimentación - La
vestimenta - Vida
laboral - Costumbres y vida social
- El
trato a la mujer - El
divorcio, derecho del marido - La
mujer judía y el culto religioso - La
educación y la justicia - La
vida religiosa - El
templo y la sinagoga - Conclusión
- Glosario
- Bibliografía
PRESENTACION
En ocasiones, cuando leemos un determinado texto
bíblico, no captamos totalmente el significado de aquel
escrito ya que no conocemos del todo el medio en que se
desarrollaba la vida cotidiana de los judíos en la
época bíblica, así como sus usos, costumbres
y tradiciones contenidos en el texto de la historia que estamos
leyendo. Si conociéramos y entendiésemos dichos
aspectos de la vida cotidiana de aquel pueblo, nuestra
comprensión de los hechos narrados en la Biblia
sería más completa y efectiva para cada uno de
nosotros.
Y este precisamente es el objetivo del presente estudio:
el de dar a conocer de una manera lo más sencilla posible
la forma de vida cotidiana del pueblo judío entre el cual
vivió, predicó y murió Jesús.
Así comprenderemos muchas cosas que hasta ahora
habíamos ignorado o malinterpretado.
Para ello iniciaremos la explicación describiendo
el medio ambiente en donde se inició la etapa sedentaria
de los judíos, adelantándonos poco a poco en la
historia hasta conocer su vida cotidiana.
Al final de este trabajo se detalla un Glosario de
términos, para así facilitar una mejor
comprensión del texto y de las palabras subrayadas en el
mismo.
EL MEDIO AMBIENTE
Y LA VISION HUMANA DEL MUNDO
Las grandes culturas idólatras de Egipto y
Mesopotamia reflejaban con exactitud su medio físico. Su
religión, como la de los hititas y cananeos, estaba
centrada en la naturaleza. No tenían un concepto verdadero
de un Dios Creador, único y todopoderoso.
De tal forma, los desvaríos climáticos,
los e ventos de la agricultura y la geografía del mundo
que les rodeaba, los atribuían a la intervención de
una amplia gama de dioses. La geografía distintiva de
Egipto y Mesopotamia, en particular los grandes sistemas
fluviales de los ríos Nilo, Tigris y Éufrates,
determinó en gran medida la diferencia de su estilo de
vida.
LA NATURALEZA Y
LA FE
La mezcla de culturas ha logrado encubrir los contrastes
entre las dos grandes civilizaciones fluviales, la egipcia por el
Nilo y la mesopotámica por el Tigris y el Éufrates.
Mientras que Mesopotamia estaba expuesta a ser invadida tanto por
los pueblos de las montanas como por los nómadas del
desierto, Egipto se encontraba más seguro en su
aislamiento. Las planicies bajas de Mesopotamia también
eran amenazadas por imprevistas inundaciones debido a los
caprichos del clima y a los derrumbes que ocasionalmente formaban
presas en los grandes ríos tributarios del
Tigris.
Las aguas de esta forma contenidas, irrumpían
soltando enormes torrentes de agua. La amenaza de salinidad, que
tornaba infértil la tierra, quizás explique la
migración general hacia el norte, a las planicies medias
de Mesopotamia, después de la caída de la
civilización sumeria.
Entre estos habiru o apiru,
denominación de las personas desplazadas, estaba
Abraham, un arameo errante.
DE NOMADAS A
ADMINISTRADORES DE LA TIERRA
La llegada de los pueblos del mar a las costas
de Palestina, de los cuales los filisteos eran los mejor
conocidos, hizo que se introdujera el empleo del hierro, evento
muy significativo en aquella época.
La transición efectuada desde nómadas a un
estado de vida sedentario por parte de los israelitas en
Palestina durante el siglo XII a.C., es reconocida como un e
vento decisivo en la región. Pero el proceso que dio base
a todo ello es de índole más crucial aún,
como en el caso de la separación de Abraham del mundo
mesopotámico y la posterior emancipación de
Moisés de las costumbres egipcias.
El concepto que de la naturaleza tiene el hombre
determina su uso de ella. El conocimiento del Dios Creador
característico de los israelitas, les inculcaba una
actitud muy diferente hacia la naturaleza y el manejo de la
tierra, confiando en su promesa: "Y si vo sotro
s
obedecéis puntualmente mis mandatos que yo os
pre scribo hoy, amando a Yahvé, vuestro Dios, y
sirviéndole con todo vuestro corazón y con toda
vuestra alma, yo daré a vuestra tierra la lluvia a su
tiempo, lluvia de otoño y lluvia de primavera, y tú
cosechará s tu trigo, tu mosto y tu aceite; yo daré
a tu campo hierba para tu ganado, y comerás y te
hartará s" (De ute ronomi o
11:13-15).
DIOS EN LA
NATURALEZA
Por lo tanto, los israelitas no tenían otra
definición para la naturaleza mas que la idea de la
actividad de Dios mismo. Era Dios quien hablaba en la tormenta;
El bendecía en la llu via y quien maldecía en la
sequía. Dios respiraba en el viento, así como
juzgaba en el terremoto y manifestaba su gloria en los
cielos.
La fe hebrea que contemplaba a Dios obrando dentro de la
actividad y de los misterios de la naturaleza, comprendía
que El la trascendía y estaba sobre ella. Dios no estaba
limitado por el medio ambiente, tal como creían los sirios
paganos. El concepto que Israel tenía de Dios y de la
naturaleza no era filosófico, sino que nacía de la
fe y de la experiencia.
CONSERVACION DE
LA TIERRA Y DE SUS RECURSOS
Si Dios cuidaba de su tierra, sus fieles, el pueblo
judío, debía también tener conciencia de su
responsabilidad ecológica. El clima mediterráneo,
su flora y su suelo, se hallaban en un delicado equilibrio
amenazado, además, por las guerras.
De ahí que al conquistar aquella tierra, Dios
dijo a los israelitas refiriéndose a sus enemigos:
"Les expulsaré poco a poco, hasta que tú te
multipliques y te apoderes de la tierra" (Éxodo
23:30). Y los israelitas, celosos de su tierra y confiando
plenamente en las promesas de Dios, poco a poco fueron expulsando
a sus enemigos, afianzándose en el cuidado y el cultivo de
sus tierras y asentándose en ellas.
Juntamente con el uso cuidadoso de la tierra se presenta
la pequeña comunidad de los latifundios. Los profetas se
resistían a la formación de grandes latifundios,
aún cuando en los días de David existían
tierras de la corona y también trabajo forzado. Las
conquistas por las grandes potencias, como la de los asirios,
eran desastrosas para el delicado equilibrio del medio ambiente
de Israel.
GEOGRAFIA DE LAS
TIERRAS BIBLICAS
Las referencias bíblicas a la geografía de
la tierra son exactas y confiables. Pero estas alusiones son
incidentales y no céntricas al relato. No obstante, si
cotejamos los datos sobre la distribución de la flora,
algunas referencias al clima y otros materiales del Antiguo
Testamento, encontramos que la descripción es
correcta.
La evidencia es lo suficientemente precisa para
demostrar que durante los tiempos bíblicos, el clima era
estable y las zonas ecológicas que describimos actualmente
son las mismas de los tiempos bíblicos. La única
diferencia sería el área boscosa, la
ubicación de los asentamientos y otras variables similares
relativas a la ocupación humana.
LA INFLUENCIA DE
LA GEOGRAFIA SOBRE LOS SUCESOS
La transición ecológica entre la tierra y
el desierto fue muy significativa en la Biblia. El contraste
entre el sistema montañoso y las llanuras costeras fue
aún de mayor importancia. Los llanos entre montañas
llevaban cierta ventaja por la lluvia al tener mejor drenaje y
por ser más propicios para el cultivo de las
arboledas.
Existía una fuerte demanda por el vino, el
aceite, las pasas y los higos secos producidos en la
región. Más aún, el terreno quebrado
permitía que cada aldea fuese una especie de fortaleza al
haber suficiente piedra para la construcción de sus
complejas defensas amuralladas.
Pero en las llanuras costeras no había piedras y
los asentamientos eran difíciles de proteger, más
aún cuando por allí corría la Vía
Maris, una antigua ruta comercial que desde la Edad de
Bronce (aprox. 1,300 a.C.) bordeaba la costa mediterránea
para enlazar Egipto, Israel, Mesopotamia y la actual
Turquía.
La llanura efectivamente constituyó el lindero
oriental del mundo mediterráneo, en lugar de la orilla
occidental de Asia con sus pueblos de las estepas.
LA VIDA
DOMESTICA
Los patriarcas, Abraham y los demás, eran semi
nómadas. Vivían en tiendas y se trasladaban de un
lugar a otro con sus manadas y rebaños en busca de pasto y
de agua fresca. Su vida era muy similar a la de los beduinos de
hoy en día. Pero después del
Éxodo
el pueblo de Israel se asentó en la Tierra
Prometida. Y desde entonces, a través de los diversos
cambios políticos, la aparición de reyes y la
división del reino, la vida de la gente común
varió muy poco.
La vida domestica estaba centrada en el hogar, el cual
era construido para llenar las exigencias del clima y los
límites impuestos por el status social. Durante la mayor
parte de año el clima era seco y caliente, solamente
interrumpido por las lluvias tempranas del otoño y las
tardías de primavera. El agua escaseaba, principalmente en
la zona meridional, de poca precipitación. Por ello las
casas se construían dotándolas del máximo
frescor posible, tratando de minimizar en lo que se podía
el consumo de agua.
Los pobres vivían en casas de un solo aposento
construidas de adobe sobre cimientos de piedra y, posteriormente,
de tierra caliza. El techo plano ofrecía espacio para el
almacenamiento y servía de azotea, llegándose hasta
él por medio de una escalera exterior. Las ventanas eran
pequeñas, apenas una rendija, o aperturas tapadas con
celosías que impedían la entrada de cualquier
intruso, pero admitían la luz del día y el
aire.
El interior de la casa era fresco y sombreado. Una
plataforma le vantada en un extremo proveía el espacio
para cocinar y para dormir, y el resto del suelo de tierra
servía para almacenar las grandes tinajas y utensilios,
inclusive el molino de mano, con capacidad además para el
cobijo de los animales.
Los ricos tenían casas construidas con piedra
labrada y con las ventanas provistas de rejas metálicas.
Algunos construían sus casas de varios pisos, mientras que
otros edificaban horizontalmente para permitir uno o más
patios, muchos de los cuales tenían atractivos jardines.
Los beduinos del desierto eran los más pobres, pues
vivían en carpas hechas con piel de cabra, tradicionales
desde los tiempos de Abraham.
Dentro de la habitación los pobres se sentaban y
dormían en esteras, iluminados por una lámpara de
aceite. Por su parte los ricos se sentaban frente a una mesa,
dormían en camas y eran atendidos por criados, quienes les
servían vino y manjares mientras sonaba música de
fondo. Pero los pobres debían conformarse con leche de
cabra, aceitunas y pan de cebada, que era su dieta
acostumbrada.
CLASES
SOCIALES
En el aspecto socio económico, en la época
de Jesús por lo general no existía la clase media.
Sólo habían dos estratos sociales, sin tomar en
cuenta a los esclavos: los ricos y los pobres.
Los ricos eran pocos en número, pero muy
poderosos. Eran conservadores en temas religiosos y
también en los asuntos políticos. Generalmente
pertenecían al grupo de los saduceos, quienes eran los
grandes comerciantes y terratenientes. Varios de ellos eran
ancianos, miembros del Sanedrín.
Los sacerdotes jefes de familia eran integrantes de la
aristocracia de Jerusalén, y pertenecían a unas
dieciséis familias aproximadamente. Era gente muy rica,
con los grandes ingresos y poder que producía una
religiosidad y culto montados en relación al Templo. Eran
además los principales administradores del tesoro, y esta
administración llevaba un dominio usufructual, pues se
aprovechaban de todas sus rentas. También las familias de
los Sumos Sacerdotes se encontraban entre las más ricas
del país.
Sin embargo, la mayor parte de la población
estaba compuesta por gente pobre, entre quienes se
encontraban:
Jornaleros: Asalariados que ganaban el sustento con su
trabajo. Se les pagaba un denario más la comida, por cada
día de trabajo de sol a sol.
Escribas: No tenían un oficio concreto ni
ejercían el comercio. Como la enseñanza de la Ley
debía ser gratuita, estos escribas eran generalmente
pobres y vivían de las ayudas que recibían de sus
seguidores, de la hospitalidad espontánea que les
ofrecían, y de las invitaciones a tomar parte en los
banquetes celebrados en otras casas. El Evangelio dice acerca de
ellos: "Guardaos de los escribas, que gustan pasear con
amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros
asientos en las sinagogas y los primeros puesto s en los
banquetes, y que devoran la hacienda de las viudas so capa de
largas
oraciones. Esos tendrán una sentencia
má s rigurosa" (Marcos 12:38-40).
Esclavos: La mayoría de ellos estaban en el
palacio de Herodes y venían a ser como criados
domésticos no libres. Los judíos solo podían
ser esclavos durante seis años, y si el dueño no
era judío, el esclavo debía ser rescatado por sus
parientes. El servicio de esclavo n o era considerado deshonroso;
inclusive el jornalero vivía de forma mucho más
insegura que el propio esclavo.
Mendigos: Jerusalén era ya en tiempos de
Jesús un centro de mendicidad. Los mendigos se
concentraban en torno al Templo y vivían de la limosna de
la gente piadosa. La limosna era una de las tres prácticas
fundamentales de la piedad judía, junto con la
oración y el ayuno.
"Am ha"aretz": Así se denominaba al pueblo de
la tierra , los campesinos, quienes eran considerados por
los sacerdotes como ignorantes de la Ley e incapaces de
cumplirla.
La clase media prácticamente no existía, y
la poca que había estaba concentrada en Jerusalén.
Pertenecían a ella pequeños comerciantes, artesanos
propietarios de sus talleres, y los dueños de las
hospederías de Jerusalén.
LA
ALIMENTACION
La familia campesina tenía que trabajar
arduamente para poder vivir. El hombre labraba el campo mientras
que la mujer y los niños se encargaban de los quehaceres
domésticos, sacando agua del pozo del pueblo antes de que
calentara el día, con un balde hecho de cuero de cabra o
en tinajas.
Luego escogían la semilla para eliminar
así cualquier partícula contaminada. Mientras
algunas semillas eran colocadas en una lamina de metal caliente,
la mayor parte se trituraba en el molino de mano y se formaban
tortillas que eran cocidas en hornos de barro. El pan
crecía en tamaño al añadirle parte de una
masa con levadura, preparada el día anterior.
LA
VESTIMENTA
La vestimenta estaba condicionada por el clima. Se
usaban mantos largos y holgados para mantenerse fresco, pero el
tipo de tela lo determinaba la riqueza y el estatus social de
cada persona.
El campesino usaba un delantal o una túnica, y
manto. La túnica del hombre era blanca y llegaba hasta la
rodilla, de manera que para trabajar o correr había de
recogerla alrededor de la cintura, lo cual se conocía como
ceñirse los lomos. La túnica de la mujer
era parecida, pero más adornada y colorida. El manto
externo era largo y de lana, con franjas alternadas de tonos
color café, partido desde los hombros hasta los
brazos.
Como la mayoría de los telares judíos
median tan solo un metro de ancho, se cosían juntos dos
pedazos de tela para así poder lograr la longitud deseada.
La túnica inconsútil de Jesús fue la
excepción.
Los ricos podían darse el lujo de poseer telas
teñidas en brillantes colores, y usaban una chaqueta corta
encima de la túnica. A menudo la ropa era la señal
de la profesión de la persona.
El calzado del pobre, si lo tenía, era una suela
de cuero atada al tobillo por una faja que pasaba entre los dedos
de los pies. Si se era más pudiente podía usarse
zapatillas de cuero.
Como había que proteger del sol la cabeza, se
usaba un turbante o una tela cuadrada sujetada a la cabeza con un
cordón.
Los pobres no tenían qué ponerse para
dormir. Simplemente se aflojaban el cinturón y se
envolvían en el manto.
VIDA
LABORAL
Los israelitas vivían principalmente como una
comunidad agrícola, por lo cual su trabajo se relacionaba
básicamente con la agricultura, o con algún tipo de
trabajo manual artesano domestico común.
Había cuatro tipos de trabajos básicos en
la época de Je sús que eran llevados a cabo por la
gente sencilla:
Agricultura: Era la ocupación más
importante. Cuando las lluvias tempranas del otoño
suavizaban la tierra se hacían eras con un sencillo arado
de madera tirado por un buey. La semilla se esparcía a
mano y las lluvias tardías de la primavera
producían la cosecha.
Para cosechar se arrancaba la planta de cuajo, o si no,
se cortaban los tallos con un a hoz de madera en cuyo filo
había aristas cortantes. Se llevaba el grano a un piso
duro de tierra nivelada, llamado desgranador, en donde
por las pisadas de los bueyes se separaba el grano de la
paja.
Cuando soplaba la brisa de la tarde se aventaba el grano
con un gran tridente. El viento se llevaba la paja liviana, que
posteriormente era recogida y amarrada para servir de combustible
en los hornos caseros. Se finalizaba la tarea mediante el uso de
una pala, que también removía el polvo. Luego el
grano puro se medía y se empacaba para su uso o
venta.
Otras cosechas importantes eran las uvas, las aceitunas
y los higos. Las uvas se pisaban en un lagar y se fermentaba el
jugo para preservarlo y elaborar posteriormente el vino. Las
aceitunas se majaban también para elaborar el aceite,
elemento indispensable para la cocina, las lámparas, la
medicina y la limpieza.
P esca: En tiempos del Antiguo Testamento se pescaba
poco y, además, los israelitas no eran buenos marineros,
de manera que la pesca se limitaba a unos pocos ríos y
lagos, en especial el lago de Galilea.
Pero ya en tiempos de Jesús florecía la
industria pesquera en Galilea. En el lago abundaba la pesca, de
tal manera que era posible atrapar los peces con solo lanzar un
círculo con pesas, o bien una red desde la ribera y luego
recogerla hacia la playa. El procedimiento más corriente
era el de suspender entre dos barcas una red barredera con pesas
abajo y corchos por encima, atrapando así el pescado en un
círculo de redes en medio del lago, o si no
arrastrándolo hacia la playa para atraparlos en los
bajíos. Parte de la pesca se vendía enseguida y el
resto se salaba para su conservación.
También se pescaba con arpón y aún
con canas y cuerdas. La tarea podía ser peligrosa porque a
menudo se levantaban tormentas sin previo aviso, las cuales eran
causadas, la mayoría de las veces, por los vientos
fríos que bajaban de las laderas nevadas del Monte
Hermón, o en otras ocasiones por las corrientes de agua
caliente provenientes del lago, que se mezclaban con el aire
fresco que cruzaba las colinas cercanas al
Mediterráneo.
P astoreo: Desde los primeros tiempos el trabajo de
pastoreo era también muy importante. Como el pastor
tenía que alimentar y también proteger a su
rebaño, viajaba largas distancias, especialmente durante
el caluroso verano.
Todas las noches debía contar el rebaño y
se acostaba en la puerta del corral, a la que denominaban la
puerta de las ovejas. Debía mantener una
vigilancia constante por razón de los animales salvajes
que aparecían en los bosques del Valle del Jordán,
especialmente chacales y leones.
El pastor normalmente tenía a su cargo un
rebaño mixto de cabras y ovejas. A las cabras tenía
que arrearlas, pero las ovejas iban detrás del pastor.
Tanto la lana como el pelo de la cabra se usaban para fabricar
ropa. Además las cabras también daban leche, y
juntamente con el queso y la carne, tanto de ovejas como de
cabras, se con virtió en una importante fuente de ingresos
para el pastor.
Artesanía: Aún en tiempos primitivos se
practicaba todo tipo de artesanía
doméstica.
El carpintero fabricaba y reparaba implementos
agrícolas tales como arados, rastrillos y desgranadores, y
también elaboraba los muebles básicos del hogar.
Pero había poca madera, ya que no abundaban los
árboles en aquella zona.
El albañil sacaba la piedra caliza que constituye
la base del suelo de Palestina, dándole la forma necesaria
para las construcciones.
El alfarero usaba la arcilla para crear utensilios
caseros, para lo cual empleaba un torno manual o que funcionaba
con los pies, y un horno primitivo.
El curtidor también tenía una
ocupación importante, pero trabajaba fuera del pueblo,
junto a algún rio, por motivo del olor. Allí
elaboraba sandalias, cinturones y también los odres de
cuero de cabra que se usaban para transportar agua, vino o
aceite.
COSTUMBRES Y VIDA
SOCIAL
Había tres fechas, aparte de las religiosas, que
predominaban en la memoria de cualquier familia israelita: el
día del nacimiento, el del matrimonio y el de la
muerte.
Nacimiento: En Israel siempre se veía la
esterilidad como una calamidad, y se era feliz en
proporción al número de hijos que se tenía,
especialmente si é stos eran varones.
Cuando nacía el primogénito, la madre
pasaba a ser la madre de … en lugar de la
hija de … Una hija no era tan bienvenida por su
posición subordinada. Era una ventaja para la familia
sólo como trabajadora.
Al nacer se frotaba al recién nacido con sal para
afirmar su piel, y se le envolvía en pañales para
que crecieran bien sus miembros. Se le ponía un nombre
escogido cuidadosamente de antemano, el cual indicara previamente
alguna cualidad moral o física que se presumía iba
a caracterizarle en el transcurso de su vida.
El varón era circuncidado a los ocho días
y el primogénito era redimido un mes después de su
nacimiento mediante su presentación en el Templo y una
ofrenda al sacerdote. No era destetado sino hasta los dos o tres
años de edad.
Matrimonio: Los matrimonios los arreglaban los padres ya
que era deber de todos el casarse. Como la novia
constituía una ventaja laboral, los futuros suegros
debían pagar un precio o dote por ella a sus
padres.
Lo primero de todo era una ceremonia formal de firma del
compromiso, con intercambio de regalos. Llegada la tarde del
día de la boda, el novio y sus amigos hacían una
procesión hasta la casa de la novia, en donde ella y su
familia les esperaban. La pareja recibía la
bendición y entonces el novio llevaba a su esposa por las
calles del pueblo hasta su propia casa, mientras los in vitados
se alineaban en las orillas de las calles con antorchas
encendidas. Luego seguía una gran fiesta que podía
durar hasta una semana.
Muerte: Una muerte en la familia daba inicio a un
ceremonial de luto muy complicado. Se pagaba a plañideras
profesionales para los lloros y lamentos del caso.
En un clima tan caliente había que enterrar el
cuerpo del muerto antes de las 24 horas posteriores al
fallecimiento. Se lavaba el cadáver y se le
envolvía e n ropas. En tiempos del Nuevo Testamento se le
ungía y envolvía en vendas especiales,
poniéndole un sudario de lino.
A los pobres se les enterraba en una fosa común o
en sencillas cuevas, mientras que los ricos tenían tumbas
cavadas especialmente para ellos en las rocas, selladas con una
piedra grande en forma de rueda. Esta fue precisamente la tumba
en donde fue enterrado Jesús, la cual era propiedad de
José de Arimatea.
EL TRATO A LA
MUJER
La situación social en Israel y Palestina era
patriarcal. La familia hebrea era grande en número. La
poligamia, aunque lícita en los casos en que la esposa era
estéril, solamente estaba al alcance de los ricos. En la
casa familiar vivían, además del marido, la esposa
principal y las secundarias, los hijos e hijas de todas ellas,
juntamente con los criados y esclavos.
Al conjunto familiar se le denominaba casa del
padre, que era donde el gobernaba como señor absoluto
y era el dueño y responsable de los bienes familiares. Los
hijos varones eran sus herederos, mientras que las hijas
aumentaban el patrimonio familiar con la dote o precio que los
pretendientes pagaban al padre al comprarlas.
El padre era el único que tenía el derecho
de disponer, dar órdenes, castigar, pronunciar oraciones,
bendecir los alimentos y ofrecer sacrificios, además de
ser el maestro de sus hijos. Como madre, la mujer era respetada y
reverenciada porque los hijos son regalo y bendición de
Dios, sobre todo si estos eran varones. Pero a pesar de ello, la
mujer era diferente al varón en la cultura judaica y
hebrea.
La mujer judía en tiempos de Jesús era
considerada inferior al hombre por tener menos ventajas que el
varón. Existía en aquel entonces una
expresión que se repetía frecuentemente, y que
decía: „mujere s, esclavos y niños?.
Como el esclavo judío y el niño menor de 13
años, la mujer se debía por completo a su
dueño y señor: al padre, si es soltera; al marido,
si es casada; al cuñado, si es viuda sin hijos
(Deuteronomio 25:5-10). Si la mujer era soltera, estaba bajo la
tutela de su padre y sólo é l tenía la
autoridad para casarla.
Sin embargo, el padre solamente podía hacerlo si
ella daba su consentimiento explícito, decidiendo a quien
quiere por esposo, lo cual estaba protegido por la Ley
judía: "Tiene el hombre prohibido casar a su hija
cuando es menor, hasta que crezca y diga a fulano yo quiero"
(Talmud Babilónico, Tratado de Kidushin 81b.) Cuando ella
se casa, el marido es el dueño de la mujer y ésta
no puede disponer ni de los ingresos de su trabajo, ni de lo que
pudiera llegar a encontrar.
La mujer no recibía instrucción religiosa
ya que se suponía que era incapaz de comprenderla. Las
escuelas eran solamente para varones. Además, las mujeres
no podían ser testigos en un tribunal, ya que se pensaba
que su testimonio carecía de valor por su
inclinación a la mentira, argumentación que los
judíos consideraban apoyada en el libro del
Génesis: "Sara negó „no me he
reído?. Pero Aquel dijo: „no digas eso, que
sí te has reído" (Génesis
18:15).
En las grandes casas de las ciudades y entre las
familias acomodadas, la mujer permanecía en el
gineceo, la parte de la casa destinada a las mujeres, y
sólo podían mostrarse en público con la cara
tapada, cubierta con dos velos atados en la cabeza, para que no
se pudieran distinguir los rasgos de su rostro. En los pueblos y
entre las familias sencillas existía menos rigor en este
aspecto.
Las reglas de educación prohibían
encontrarse a solas con una mujer, sobre todo si ésta era
casada; incluso mirar a una mujer casada o también
saludarla. Una mujer no debía estar sola trabajando en el
campo, sino que lo normal es que trabajaran juntas tres o
más de ellas. Lo mismo ocurría cuando tenían
que ir al pozo a buscar agua.
La esposa o las hijas tenían el deber de lavar al
padre su cara, manos y pies. Pero el judío varón no
podía exigir esto a otro hombre, ni siquiera a un esclavo
judío; solamente a un esclavo no judío.
Las mujeres judías eran consideradas impuras
durante el tiempo de la menstruación y ni tan siquiera se
las podía tocar. Después del parto tenían
que ofrecer un sacrificio en el Templo para ser
purificadas.
Cuando había un banquete en la casa, las mujeres
no tomaban parte en el mismo y ni tan siquiera podían
servir la comida, ya que se temía que escuchasen las con
versaciones y no fuesen discretas. Únicamente se les
permitía asistir a la cena del sábado y al banquete
de Pascua.
Si alguna mujer casada preguntaba alguna cosa, se le
debía responder lo más brevemente posible. Todo
esto estaba amparado por una cita bíblica:
"Jamás te siente s junto a una muje r casada, ni bebas
vino con ella en la mesa, no sea que tu corazón se enamore
de ella y tu pasión te lleve a la ruina"
(Eclesiástico 9:9).
EL DIVORCIO,
DERECHO DEL MARIDO
Solamente el marido tenía derecho a romper el
matrimonio exigiendo el divorcio; era un derecho arbitrario y
caprichoso.
Si una mujer salía a la calle sin cubrirse la
cabeza, ofendía hasta tal punto las buenas costumbres que
su marido tenía el derecho y hasta el deber, desde el
punto de vista religioso, de echarla de la casa y divorciarse de
ella sin estar obligado a pagarle la suma acordada en el contrato
matrimonial.
La mujer judía que perdía su tiempo en la
calle hablando con unos y otros, o la que se ponía a hilar
en la puerta de su casa, podía ser repudiada por su marido
sin compensación económica alguna. Incluso cuando a
la esposa se le quemara la comida, podía ser repudiada por
el esposo, según manifestaba el rabino y maestro
judío Hillel el Viejo o el Sabio (70 a.C. al 10 d.C.).
Otro motivo podía ser que el marido descubriera algo torpe
en su esposa, lo cual le daba la libertad para buscar otra
más joven y adquirirla.
Si la novia tenía relaciones con otro hombre era
considerada una adúltera y su castigo era la
lapidación. Si la adúltera era una mujer casada, el
castigo que se le reservaba era el de la estrangulación.
Pero para el hombre no había castigo alguno. En la mujer
sólo veían superficialidad, sexo y peligro, por lo
que siempre trataban de guardarse de ella.
LA MUJER JUDIA Y
EL CULTO RELIGIOSO
En la parte posterior del Templo existía un patio
reservado únicamente para las mujeres judías, en
donde no había ningún tipo de contacto con hombres
y donde ellas no eran tomadas en cuenta. Sólo se celebraba
el culto en la Sinagoga cuando estaban presentes un mínimo
de diez hombres, y jamás se contaba con las mujeres, por
muchas que estuvieran presentes.
Las mujeres estaban exentas de peregrinar a
Jerusalén en las grandes fiestas del año, a lo cual
sí estaban obligados los varones; los que vivían
lejos de Jerusalén debían acudir al Templo por lo
menos en una ocasión al ano. Ellas ni tan siquiera eran
aptas para pronunciar la acción de gracias en las comidas,
pero sí estaban obligadas a cumplir con todas las
prohibiciones de la Ley religiosa, así como a cumplir con
todo rigor la legislación civil y penal.
La conciencia de la superioridad religiosa masculina
estaba muy extendida en tiempos de Jesús y de las primeras
comunidades cristianas, no sólo entre los judíos,
sino también entre griegos y romanos. El hombre griego
estaba agradecido a los dioses por la suerte de haber nacido
humano y no bestia, griego y no bárbaro, libre y no
esclavo, hombre y no mujer. Y entre los
judíos corría un dicho que decía:
„Bienaventurado aquel cuyos hijos son
varones, y ay! de aquel cuyos hijos son
hembras?.
En la oración que los judíos de la
época de Jesús hacían en la Sinagoga, por
tres veces el hombre judío agradece a Dios el hecho de que
no le hubiera creado pagano, esclavo o mujer. Así consta
en este comentario judío: "Rabí Yehuda dice que
deben decirse tre s plegarias cada día: bendito sea
Yahvé, que no me ha hecho pagano; bendito sea
Yahvé, que no me ha hecho mujer; bendito sea Yahvé,
que no me ha hecho ignorante?.
En la lengua en que fue escrito el Antiguo Testamento,
el hebreo, las palabras piadoso (hasid),
justo (saddiq) y santo (qados), no tienen
equivalencia en femenino.
LA EDUCACION Y LA
JUSTICIA
En tiempos del Antiguo Testamento no existían
escuelas para los niños de la gente común y
sencilla. Sus padres debían enseñarles las
ocupaciones corrientes, y también explicarles la Ley y los
festivales religiosos. En tiempos de Jesús la
educación de las niñas estaba enteramente en manos
de su madre, pero cada varón asistía a la escuela
de la Sinagoga a partir de los seis años.
El Antiguo Testamento era su único libro de texto
mientras aprendían la historia, geografía y
literatura, así como la Ley de su pueblo. Si el
niño era lo suficientemente inteligente y contaba con los
medios necesarios, podía enviársele a
Jerusalén a sentarse a los pies de algún rabino
famoso para asimilar su enseñanza.
Además del conocimiento de la Ley, el niño
judío debía aprender algún oficio. Tanto
esto como el significado de las fiestas era tarea de su padre.
Cuando el muchacho cumplía los trece años llegaba a
su Bar Mitzvah, o sea que pasaba a ser un hijo de la
Ley, y a efectos religiosos era considerado ya un hombre.
Reunía las condiciones necesarias para ser incluido en el
Minyau, el grupo mínimo de diez hombres
imprescindibles para celebrar la asamblea en una Sinagoga. Al
siguiente sábado el muchacho leía una
porción de la Ley en hebreo y recibía la
bendición del rabino principal.
En aquella época no existía en Israel una
marcada separación entre la ley civil y la religiosa. Los
sacerdotes levitas y los ancianos cumplían el mismo
propósito y participaban en la
administración de la justicia. En la puerta de la ciudad o
del pueblo se ventilaban los procesos legales y se juzgaban los
casos.
La Corte Suprema en tiempos neotestamentarios era el
Sanedrín. Este cuerpo de 70 hombres se reunía en el
Templo. Las autoridades romanas les permitían emitir la
sentencia sobre cualquier tema bajo la ley judaica, menos la pena
de muerte ni en aquellos casos regidos exclusivamente por la ley
romana. Las querellas locales las resolvían siempre los
ancianos en la puerta de la aldea, tal como se indicó
anteriormente.
LA VIDA
RELIGIOSA
La vida religiosa de Israel estaba centrada primero en
el Tabernáculo y luego en el Templo, y se regía por
los reglamentos que imponía la Ley con respecto a las
ofrendas y los sacrificios, así como acerca de las grandes
festividades anuales.
Las seis grandes festividades anuales eran las
siguientes:
La primera del año era la de P urim o de las
suertes, celebrada en torno a nuestro primero de marzo en
conmemoración de la liberación de los judíos
de manos de Hamán, según narra el libro
bíblico de Esther. La segunda era la P ascua, celebrada el
14 de Nisán, cerca de nuestro inicio de abril, en memoria
de la liberación de los israelitas de la esclavitud de
Egipto. Su importancia era tal que los romanos solían
liberar un preso en esa fecha, de acuerdo a la voluntad del
pueblo, como fue el caso de la liberación de Barrabas. A
continuación de la Pascua, y en asociación con
ella, tenía lugar la celebración de la Fiesta de
los P anes sin levadura, con una duración de siete
días seguidos.
En tercer lugar los judíos celebraban la
festividad de P entecostés, que tenía lugar
cincuenta días después de Pascua, cerca del final
de mayo. Se conmemoraba en ella la entrega de la Ley a
Moisés, así como la sie ga del grano del que se
ofrecía en el Templo.
A continuación nos encontramos con el Día
de la Expiación, que en realidad consistía
más en un ayuno que en una fiesta. Era el único
día en que el Sumo Sacerdote podía entrar en el
Santísimo para ofrecer incienso y rociar la sangre de los
sacrificios. Tras realizar estos actos se soltaba un macho
cabrío al desierto que llevaba, simbólicamente, la
culpa de la nación, y se sacaban fuera de la ciudad los
restos de los animales sacrificados en holocausto. Durante el
día se ayunaba y oraba de manera especialmente
solemne.
Cinco días después tenía lugar la
fiesta de los Tabernáculos o Cabañas, cercana a
nuestro primero de octubre. Se conmemoraba con ella la
protección de Dios sobre Israel mientras vagó por
el desierto a la salida de Egipto y servía asimismo para
dar gracias a Dios por las bendiciones recibidas durante el
año. Durante esta festividad era costumbre que la gente
viviera en cabañas improvisadas, situadas a no más
de una jornada de sábado de Jerusalén, en recuerdo
de la experiencia pasada por Israel. Los dos actos religiosos
principales eran el derramamiento de una libación de agua,
realizada por un sacerdote usando una jarra de oro con agua del
Estanque de Siloé, y la iluminación del
Templo mediante cuatro enormes lámparas que
se situaban en el patio de las mujeres.
Finalmente nos encontramos con la Fiesta de la
Dedicación, aproximadame nte a mediados de nuestro mes de
diciembre, y que conmemoraba la restauración y
rededicación del Templo realizada por Judas Macabeo.
Durante esta fiesta era común leer los libros I y II de
los Macabeos.
EL TEMPLO Y LA
SINAGOGA
Entre el final del Antiguo Testamento y comienzos del
Nuevo, hubo un marcado desarrollo de la vida religiosa formal de
los judíos. El culto regular se celebraba ahora en la
Sinagoga local, práctica que nació en los
días del Exilio, cuando no había Templo. El rabino
principal de la Sinagoga era elegido por los ancianos del
pueblo.
En algunos de los servicios de Templo, como en las
festividades del Ano Nuevo judío (Rosh Hashana) y
el Día del perdón (Yom Kipur) se escucha
el sonido de shofar en el momento de los
rezos.
El servicio seguía un modelo guiado por las
oraciones y lecturas de la Ley y de los Profetas. Luego
seguía el sermón y un espacio en el cual los
hombres podían hacer preguntas al Rabino. Detrás
del pulpito había un recinto cerrado con una cortina,
donde se encontraba el Arca de los rollos sagrados que
sólo los doctores de la Ley podían abrir. Los
lectores se sentaban entre el recinto y el pulpito, de cara a la
congregación, junto con los principales maestros, quienes
se sentaban en asientos levantados conocidos como
Cátedras de Moisés.
Cuando era posible se hacía una visita al Templo
de Jerusalén, el cual había sido ya reconstruido
por Herodes. El Templo seguía la estructura básica
del de Salomón, pero de dimensiones mucho más
grandes. Básicamente era un recinto abierto y vasto,
dividido en atrios por una serie de murallas. Los no
judíos estaban limitados al atrio o patio exterior, que
también servía de acceso desde y hacia la ciudad,
así como también era usado a modo de mercado de
ganado y de cambio de dinero.
Los judíos podían entrar a los atrios
centrales y observar los sacrificios desde un atrio cercano al de
los sacerdotes, pero las mujeres se mantenían a distancia,
en su propio atrio. El sacerdote podía considerarse
afortunado cuando le concedían el permiso, una vez en toda
su vida, para ofrecer incienso en el lugar santo, el edificio mas
recóndito de recinto del Templo.
CONCLUSION
La historia de la Biblia se desenvuelve en un ambiente
tradicional de vida familiar y rural que permaneció
inmutable a lo largo de los siglos.
El esfuerzo de los arqueólogos y de los expertos
en los diferentes aspectos de la vida cotidiana de aquella
época, ha contribuido enormemente a nuestro conocimiento
de la humanidad en la época bíblica, así
como los hallazgos de documentos en Qumran (Israel) y en
Nag-Hammadi (Egipto).
No obstante, cualesquiera que sean los hallazgos y su
significado, desafortunadamente la conclusión final es la
misma. Las pericias, hábitos, cultura y labores del ser
humano, grandes o pequeñas, no han logrado mejorar su
naturaleza.
Han aparecido grandes civilizaciones, pero el hombre, en
su vida diaria, así como sus aspiraciones, temores y
anhelos, tanto personales como colectivos y también
religiosos, parecen ser siempre los mismos. El mensaje divino de
fe y renovación era tan intenso y necesario en tiempos de
Abraham y de David como sigue siéndolo hoy mismo. Sin
embargo en cada uno de nosotros está la posibilidad del
cambio de vida personal. Sólo de nosotros mismos depende
el conseguirlo.
GLOSARIO
BAJIO Elevación topográfica
de los fondos fluviales, lacustres, marinos, etc. CANANEOS
Natural de la tierra de Canaán.
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