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El sector energético en América Latina y el Caribe: retos y perspectivas integracionistas tipo ALBA




Enviado por Elizabeth Castillo



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Metodología
  4. El sector
    energético mundial: situación
    actual
  5. Sector
    energético en América latina y el Caribe:
    principales potencialidades y dificultades
  6. Avances
    perspectivas integracionistas en el sector energético
    latino-caribeño: el ALBA, una alternativa
    viable
  7. Conclusiones
  8. Recomendaciones
  9. Bibliografía
  10. Anexos

Resumen

La situación energética mundial actual es
el resultado de la combinación de diversas tendencias
económicas, políticas, tecnológicas,
sociales y ambientales, que confluyen en un complejo panorama de
crisis y ajustes caracterizado en los últimos años
por una inestabilidad en los precios, sobre todo en los
hidrocarburos y especialmente en el petróleo

El elevado consumo del petróleo como principal
fuente de energía está concentrado en los centros
de la economía mundial. Son estos los que a causa de su
creciente nivel de producción industrial requieren cada
vez más recursos energéticos, lo que ha
desencadenado una lucha constante y cruel por obtenerlos a costa
de cualquier precio. Los países menos avanzados han jugado
un papel pasivo y permisivo frente al saqueo que han hecho las
empresas transnacionales de sus recursos energéticos y
hasta parte de ellos han llegado a apoyar las absurdas
estrategias que buscan suplir la escasez de
petróleo.

Para hacerle frente a esta compleja situación, el
desarrollo de la cooperación energética regional
constituye una alternativa necesaria y viable que permita a su
vez contribuir al desarrollo socio-económico regional. El
sector energético latinoamericano ofrece amplias
posibilidades para convertirse en ese factor de cambio y de
colaboración entre los países de la región
en el marco de la integración de nuevo tipo que
actualmente vive representado en la Alternativa Bolivariana para
las Américas.

SUMARY

The current world energy situation is mainly the result
of the combination of diverse economic trends, political,
technological, social and environmental, that converge in a
complex crisis panorama and adjustments characterized in the last
years by an uncertainly in the prices, in the hydrocarbons and
especially in the petroleum

The high consumption of the petroleum like main energy
source is concentrated in the centers of the world economy. Those
require more and more energy resources because of their growing
level of industrial production what has unchained a constant and
cruel fight to obtain them to coast of any price. The less
advanced countries have played a passive and permissive paper in
front of the looting that have made the transnational companies
of their energy resources and until part of them they have ended
up supporting the absurd strategies that look for to replace the
shortage of petroleum.

To make him in front of this complex situation, the
development of the regional energy cooperation constitutes a
necessary and viable alternative that allows in turn contributing
to the regional socio-economic development. The sector energy
Latin American offers wide possibilities to become that factor of
change and of collaboration among the countries of the region in
the mark of the integration again type that at the moment lives
represented in the Alternative Bolivariana for the
America.

Introducción

El sector energético influye de manera
estratégica en el desarrollo socio-económico de un
país. Este sector incluye la extracción de crudo y
gas, la refinación, la petroquímica, y la
generación de electricidad. Los productos derivados de
estos procesos se utilizan como insumos de otras industrias, de
ahí la forma decisiva en que influye este sector para el
desarrollo de otras ramas de la economía de un
país. Además, las industrias energéticas
usan en forma masiva bienes y servicios de otras ramas de la
economía, con lo que se fortalece el mercado interno. En
la actualidad, ninguna actividad económica moderna puede
subsistir o competir sin el suministro de energía. Por
esta razón, la posesión de las principales reservas
mundiales de petróleo constituye un factor decisivo que ha
motivado a lo largo de la historia el desarrollo de conflictos
bélicos cuyo objetivo fundamental ha sido apropiarse de
los principales recursos energéticos de los países
que cuentan con ellos.

El mundo actual se caracteriza por el consumo
indiscriminado de las fuentes no renovables de energías
(petróleo, gas y carbón), siendo Estados Unidos el
mayor consumidor de petróleo a nivel mundial, debido
fundamentalmente al uso irracional que en esta sociedad de
consumo se le da a este recurso energético. Además
existen otros países como China que por el proceso de
desarrollo en que se encuentran han incrementado de manera
significativa su demanda de energía, lo cual ha influido
también en el alto consumo energético mundial. El
consumo desproporcionado de energía motivado por las
propias empresas transnacionales y las grandes potencias que
dominan la economía ha traído graves consecuencias
para los más desfavorecidos, siendo los países
subdesarrollados los más afectados.

El agotamiento de las fuentes no renovables de
energía se ha hecho inminente en la actualidad y la
preocupación por la búsqueda de fuentes
alternativas ha crecido, lo que ha dado lugar a un papel
más relevante de programas como es el caso de los
biocombustibles, opción ésta que tiene como
principal promotor a Estados Unidos aunque su uso se ha extendido
a otras regiones como la Unión Europea, donde la
producción se ha incrementado, así como en China y
la India. La región latinoamericana desempeña el
papel de productor y proveedor de los países
industrializados para satisfacer su consumo, en contraste con las
nefastas consecuencias que esto puede traer, lo que agrava el
problema de la crisis alimentaria. Con el aumento en el uso de
los biocombustibles los precios de los alimentos básicos
se ven incrementados, lo cual afecta de manera directa y con
mayor fuerza a las poblaciones que sufren de pobreza e
inseguridad alimentaria.

Entre los atractivos energéticos de
América Latina y el Caribe cabe señalar que la
región en su conjunto es exportadora neta de
hidrocarburos. En esta zona se localiza una parte importante de
las reservas mundiales de petróleo con un gran peso en la
producción del crudo que se extrae a nivel internacional,
contando además con reservas de gas y carbón
mineral, estas últimas suficientes para más de dos
siglos de explotación y abundantes recursos renovables,
como la hidroenergía de la que cuenta con casi 23% del
potencial mundial.

En los últimos 30 años la región ha
sido considerada como un área estratégica sobre
todo para Norteamérica, debido a la cercanía
geográfica y a la mayor estabilidad política en
comparación con otras regiones exportadoras del
área subdesarrollada. Esto ha movido a las grandes
corporaciones transnacionales que han saqueado los recursos del
sector energético latinoamericano con la anuencia de sus
gobiernos y oligarquías nacionales obteniendo cuantiosas
utilidades sin que la región reciba a cambio lo que por
derecho le corresponde y aumentado la dependencia
tecnológica y económica.

Sin embargo, América Latina y el Caribe se
caracteriza por presentar un serio desequilibrio en el sector
energético: una desigual distribución
geográfica de los recursos energéticos,
asimetrías en los niveles de desarrollo tecnológico
y de infraestructura para la explotación y procesamiento
de los mismos y diferencias en los intereses gubernamentales. A
pesar de contar con grandes reservas de hidrocarburos, una gran
parte de la población no tiene acceso a los servicios de
electricidad, lo que se evidencia fundamentalmente en los
sectores rurales y suburbanos.

En los últimos años la región
latino-caribeña ha experimentado cambios favorables de
gran relevancia en el enfoque que algunos gobiernos le han dado a
las políticas públicas energéticas. El
Estado ha venido desempeñando un papel protagónico,
devolviendo los principales recursos energéticos a manos
de la población a través de nacionalizaciones que
se han llevado a cabo en países como Venezuela y Bolivia,
con el fin de hacer un uso autónomo, soberano y racional
de éstos.

En medio de esta compleja situación, el
desarrollo de la cooperación energética regional
continúa siendo una alternativa necesaria y viable para
enfrentarla y a su vez contribuir al desarrollo
socio-económico regional. Aunque existe una trayectoria
reconocida en este campo, el marco de la integración de
nuevo tipo ofrece nuevas alternativas que consolidan el proceso
mismo y permite obtener los beneficios de la explotación y
uso de los recursos energéticos a favor de la
región, así lo demuestran los principales logros
alcanzados hasta el momento.

Teniendo en cuenta los elementos anteriormente
expuestos, planteamos como problema científico la
siguiente interrogante:

¿Cuáles son los retos y perspectivas
integracionistas tipo ALBA en el sector energético de
América Latina y el Caribe?

El objetivo general de la investigación es el
siguiente:

Analizar los retos y perspectivas integracionistas tipo
ALBA en el sector energético de América Latina y el
Caribe.

Para dar cumplimiento al objetivo general se establecen
los siguientes objetivos específicos:

  • Caracterizar el sector energético a nivel
    mundial.

  • Caracterizar el sector energético
    latinoamericano.

  • Conocer los avances de la integración
    energética latino-caribeña.

  • Determinar el papel del proceso integracionista tipo
    ALBA en el desarrollo del sector energético en
    América Latina y el Caribe.

  • Explicar los principales logros alcanzados por la
    integración energética tipo ALBA.

Por tanto hemos formulado la siguiente hipótesis
de investigación:

América Latina y el Caribe cuentan con abundantes
recursos energéticos que han sido explotados por empresas
transnacionales con el beneplácito de sus gobiernos sin
que la región reciba los beneficios que le corresponden.
La integración energética regional tipo ALBA es una
de las alternativas para enfrentar la crisis del sector y las
nuevas estrategias transnacionales, además de contribuir
al fortalecimiento de la soberanía y seguridad
energética y al desarrollo socio-económico de la
región.

Estructura de la investigación

La investigación está compuesta por tres
capítulos en donde se tratan los objetivos propuestos. En
el primer capítulo se expone lo relacionado con la
situación actual del sector energético a nivel
mundial refiriéndose a la demanda y oferta de
hidrocarburos a nivel mundial, haciendo énfasis en el
petróleo destacando aspectos como el comportamiento
histórico de los precios de esta fuente de energía,
así como los conflictos bélicos que se han desatado
por la posesión de este recurso energético. Se
tienen en cuenta también aspectos relevantes relacionados
con las reservas, demanda y consumo de otros recursos
energéticos como el gas y el carbón y el papel que
en la actualidad desempeñan los biocombustibles como
fuentes alternativas de energía. Finalmente de la misma
manera se analiza el lugar y papel de las empresas
transnacionales en el sector.

En el segundo capítulo, se abordan las
principales potencialidades y dificultades del sector
energético en América Latina y el Caribe,
haciéndose referencia al petróleo como principal
fuente de energía, sin dejar de mencionar los recursos gas
y carbón y el papel de los biocombustibles en la
región. Se hace un análisis del papel del Estado y
las políticas energéticas en América Latina
y el cambio de enfoque de las mismas en algunos países de
la región como Venezuela y Bolivia. Igualmente se analiza
el desempeño que han tenido las empresas transnacionales
energéticas en la región.

El tercer capítulo y final se refiere en un
primer momento a los acuerdos de cooperación e
integración energética en América Latina y
el Caribe liderados fundamentalmente por potencias
extra-regionales. Se hace un análisis de la
integración en el sector energético en el marco de
procesos integracionistas propiamente latinoamericanos con
enfoque neoliberal. Finalmente se expone lo relacionado con un
nuevo tipo de integración energética haciendo
referencia a la Alternativa Bolivariana para las Américas
(ALBA) y sus proyectos en este campo como
Petroamérica.

Metodología

La investigación se realizó utilizando el
método teórico a través del análisis
y síntesis del sector energético mundial y
latinoamericano; y a través de la inducción con la
recopilación de datos y el método empírico a
través del análisis de documentos que nos
proporcionaron la información necesaria para la
investigación.

CAPÍTULO I.

El sector
energético mundial: situación
actual

El sector energético posee un gran potencial
económico, es un sector crucial y estratégico para
el desarrollo socio-económico de cualquier país o
región. Su relevancia radica en que se extiende desde la
extracción de crudo y gas hasta la refinación, la
petroquímica y la generación de electricidad, los
productos de estas industrias son insumos de otras, y,
así, se va formando una gran cadena de valor
económico. Por ejemplo, para la industria del acero o del
cemento, el costo de los energéticos que necesita es muy
alto y esta hace encarecer el precio final. Además, las
industrias energéticas usan en forma masiva bienes y
servicios de otras ramas de la economía, con lo que se
fortalece el mercado interno. En la actualidad, ninguna actividad
económica moderna puede subsistir o competir sin el
suministro de energía.

La principal fuente no renovable de energía en el
mundo actualmente es el petróleo, también se
utilizan el gas, el carbón y el uranio pero en una
proporción mucho menor, de ahí la importancia de
este recurso para el desarrollo industrial de acuerdo a la
tecnología actual. La industria, la electricidad, el
transporte, la construcción, el turismo, la agricultura,
la pesca, la ganadería, la minería, etc., son muy
dependientes del petróleo, que también ha
contribuido a los notables adelantos experimentados en medicina,
al utilizarse en la producción de medicamentos, en el
desarrollo de infraestructuras sanitarias como hospitales y
ambulancias, y hasta en la construcción de las carreteras
por donde circulan éstas, en fin, el petróleo
está presente en los procesos de fabricación de
prácticamente todos los bienes de uso común
básicos en nuestro modo de vida actual, tanto en forma de
energía como de materia prima.

No debe sorprender que, si el funcionamiento de la
sociedad depende en tal medida del petróleo, cualquier
incremento en su precio genere procesos inflacionarios que
finalmente acaben por extenderse a todos los sectores
económicos y por afectar a las economías de todos
los países, golpeando primero y en especial a las de los
más débiles.

Ahora bien, el elevado consumo del petróleo como
principal fuente de energía está concentrado en los
centros de la economía mundial. Son éstos los que a
causa de su creciente nivel de producción industrial
requieren cada vez más recursos energéticos, lo que
ha desencadenado una lucha constante y cruel por obtenerlos a
costa de cualquier precio. Por su parte, los países menos
avanzados han jugado un papel pasivo y permisivo frente al saqueo
que han hecho las empresas transnacionales de sus recursos
energéticos y hasta parte de ellos han llegado a apoyar
las absurdas estrategias que buscan suplir la escasez de
petróleo.

  • Escenario energético
    mundial

La situación energética mundial actual es
el resultado de la combinación de diversas tendencias
económicas, políticas, tecnológicas,
sociales y ambientales, que confluyen en un complejo panorama de
crisis y ajustes caracterizado en los últimos años
por una escalada de precios, sobre todo en los hidrocarburos y
especialmente en el petróleo.

La elevación de los precios del petróleo
desde comienzos de este siglo, ha reforzado el cuestionamiento
del modelo energético basado en los combustibles
fósiles (petróleo, carbón mineral y gas
natural). Los límites de este modelo vigente se han
observado tanto en el orden económico (altos precios de la
energía), como en el plano social (inequidad y pobreza
energética) y ambiental (implicaciones adversas para el
entorno).

En pleno siglo XXI, persiste un modelo energético
asimétrico y excluyente con consecuencias negativas para
las poblaciones más pobres del planeta, que no tienen
acceso a los combustibles modernos para cubrir sus necesidades
básicas, de igual manera, resulta extremadamente limitado
el aprovechamiento de las fuentes de energía renovables y
existen enormes reservas no utilizadas de ahorro y eficiencia
energética.

La inequidad en el acceso a la energía se
evidencia en el hecho de que los cerca de mil millones de
personas que viven en los países desarrollados consumen
alrededor de la mitad de la energía primaria total,
mientras que dos mil millones de personas pobres – residentes en
países subdesarrollados – no tienen acceso a fuentes de
energía sostenible. En las regiones subdesarrolladas,
América Latina y el Caribe y el Medio Oriente muestran un
nivel de cobertura de electricidad que supera el 89% de sus
poblaciones, mientras que en África, sólo el 34% de
la población total tiene acceso a la misma, lo que resulta
ciertamente preocupante.

Según las últimas estadísticas
disponibles, los combustibles fósiles representan
alrededor del 80% del consumo global de energía primaria,
distribuidos de la siguiente forma: petróleo, del 33% al
35%; carbón, 24% y gas natural, 21%. El consumo restante
está repartido entre las fuentes renovables (17%) y la
energía nuclear cerca del 6%. El porcentaje de las fuentes
renovables se divide a su vez entre las tradicionales de la
biomasa (9%), la hidroelectricidad a gran escala (6%) y las
llamadas nuevas fuentes renovables con apenas 2%. (Anexo
1)

También son evidentes las grandes disparidades en
cuanto al acceso de los distintos países a la
energía comercial. Aunque el consumo percápita de
energía a nivel mundial es de 1.6 toneladas de
petróleo, en países como Estados Unidos este
indicador alcanza las 7.9 toneladas, y un total de 2298 millones
de toneladas, en la Unión Europea el consumo
percápita es de 3.7 toneladas y en Japón 4
toneladas, mientras que en el conjunto de países
subdesarrollados el promedio es de apenas 0.6 toneladas. (Anexo
2)

  • Dinámica del consumo y la oferta de
    energía

La composición del balance de energía
comercial en el mundo durante los últimos 30 años
ha mostrado variaciones en dependencia, básicamente del
comportamiento de los precios internacionales de los
hidrocarburos. Se pueden identificar tres períodos
fundamentales:

  • Período entre 1973-1985. Durante
    este período los precios del petróleo se
    caracterizaron por ser elevados, lo que produjo una
    reducción de la participación del
    petróleo en el balance mundial de energía
    comercial al pasar de 48% a 39%, como resultado de la
    sustitución petrolera por fuentes alternativas,
    principalmente la energía nuclear y el gas
    natural.

  • Período entre 19852000. En este
    período predominaron niveles de precios relativamente
    estables y moderados. La sustitución petrolera se
    estancó, el gas natural fue la fuente más
    dinámica – en los países
    subdesarrollados, al disminuir los precios, la
    proporción del petróleo aumentó de 35% a
    40%, acompañado de un aumento paralelo del gas natural
    de 10% al 14% -, el carbón fue la fuente que
    más retrocedió

  • Período entre 2000-2005. Es un período
    de altos precios en el que se destaca un retroceso del
    petróleo, así como una recuperación del
    carbón, sobre todo en países subdesarrollados
    de Asia (China e India). El consumo de petróleo en los
    países subdesarrollados pasó de 40% a 33%. En
    los países industrializados, la participación
    de las principales fuentes de energía comercial se
    mantuvo prácticamente igual.

Según la opinión de organismos dedicados
al estudio de la energía, los combustibles fósiles
continuarán siendo en las próximas décadas
la fuente dominante de energía primaria a nivel global
contribuyendo en un 83% al incremento de la demanda total de
energía entre el 2004 y 2030. El petróleo
continuará representando más del 30% de la matriz
energética mundial, seguido por el carbón y el
gas.

  • Petróleo

El petróleo es el combustible más
comercializado – 60% del petróleo producido se
comercializa internacionalmente- lo que produce que el
comportamiento de sus precios tenga un impacto significativo en
el comercio y las finanzas internacionales. Igualmente, esta
fuente no renovable de energía es el principal componente
del balance energético comercial global. Por regiones,
representa el 40% del consumo de Norteamérica, el 32% de
Europa y Asia y el 53% de Oriente Medio. En otras regiones
geográficas el peso energético del petróleo
es el siguiente: Sudamérica y América Central 44%,
África 41%.

El petróleo apareció en el siglo VIII
cuando las calles de Bagdad fueron pavimentadas con
alquitrán derivado del petróleo por medio de
destilación destructiva. En el siglo IX se llegaron a
explotar campos petroleros en el área cercana a
Bakú, en Azerbaiyán, para producir nafta. Estos
campos fueron descritos por al-Masudi en el siglo X, y por Marco
Polo en el XIII, que calificó a la producción de
esos pozos petrolíferos como de cientos de naves. El
petróleo también fue destilado por al-Razi en el
siglo IX, produciendo compuestos químicos como el keroseno
en el alambique. Este producto fue utilizado para la
iluminación gracias a la invención paralela de las
lámparas de keroseno, dentro de la industria de las
lámparas de aceite.

La Revolución Industrial generó una
necesidad cada vez mayor de energía, la cual se
abastecía principalmente de carbón. Por otro lado,
se descubrió que el keroseno podía extraerse del
petróleo crudo, y que podía utilizarse como
combustible. El petróleo comenzó a tener una fuerte
demanda, y para el siglo XX se convirtió en una de las
principales materias primas del comercio mundial. A la llegada
del siglo XX, la producción de crudo del Imperio Ruso, que
procedía casi íntegramente de la península
Abseron, representaba la mitad de la producción mundial y
dominaba los mercados internacionales. En 1884 ya se
habían puesto en marcha casi 200 pequeñas
refinerías en los suburbios de Bakú. Por otro lado,
y como efecto secundario de este temprano desarrollo de la
industria petrolera, la península de Abseron
emergió como uno de los casos más antiguos y graves
a nivel mundial de negligencia medioambiental. En 1878, Ludvig
Nobel y su compañía Branobel revolucionaron el
transporte de crudo mediante la fabricación y puesta en
funcionamiento del primer petrolero en el mar Caspio.

En el primer cuarto del siglo XX los Estados Unidos
superaron a Rusia como productor de petróleo más
grande del mundo. Por la década de l920, ya se
habían puesto en funcionamiento campos petrolíferos
en muchos países del mundo, incluyendo Canadá,
Polonia, Suecia, Ucrania, Estados Unidos y Venezuela. En 1947, la
compañía Superior Oil construyó la primera
plataforma petrolífera marítima en la costa de
Louisiana, en el Golfo de México. Durante la década
de los años 60, compañías multinacionales
tales como Mobil, BP y Shell tuvieron acceso a más del 80%
de las reservas globales de gas natural y
petróleo.

En la actualidad la industria petrolera se estructura en
cinco secciones, Upstream (exploración, desarrollo y
producción de crudo y gas natural), Downstream (buques,
refinerías, vendedores, detallistas y consumidores),
transporte por oleoducto, transporte marino y proveedor y
servicio.

1.1.1.1.1. Demanda mundial de
petróleo

El consumo actual en el mundo es de 76 millones de
barriles diarios y de ellos un poco más de 30 millones son
extraídos por los miembros de la OPEP. Se estima que la
humanidad ha consumido en tan sólo cien años
aproximadamente la mitad del petróleo que se había
ido formando a lo largo de millones de años bajo el
subsuelo de diferentes áreas de nuestro planeta. Por ello,
la generación de comienzos del siglo actual, habrá
de enfrentarse al momento en que se alcanzará la cumbre de
la producción mundial de petróleo, a partir del
cual su disponibilidad comenzará a decaer.

Se estima que en el período 2005 al 2030 la
demanda primaria de petróleo crecerá a un promedio
anual de 1,3% superando los 116 millones de barriles diarios en
el 2030, en comparación a los 84 millones de barriles
demandados en el 2005. Más del 70% de este incremento
provendrá de países en desarrollo, con promedio
anual de 2,5%, donde China e India son los países que
registrarán los mayores incrementos. La demanda de los
países de la Organización de Cooperación y
Desarrollo Económico (OCDE), se incrementará apenas
en 0,6% promedio anual.

El sector transporte será el de mayor incidencia
en el incremento de la demanda petrolera. En los países de
la OCDE este sector contribuirá al incremento de su
demanda en un 63%. La mayor parte del incremento de la
energía en sectores distintos al transporte será
cubierto por el uso del gas y del carbón, energías
renovables y electricidad. En el caso de los países no
miembros de la OCDE el petróleo será también
el principal impulsor de la demanda, pero los otros sectores,
especialmente la industria, también tendrá un peso
preponderante en el incremento de la demanda.

La demanda energética de los países
desarrollados es muy superior a su oferta, lo cual implica que su
creciente consumo sea abastecido por países en desarrollo.
La mayoría de las proyecciones sobre el consumo de
combustible coinciden en señalar que todas las regiones
importadoras netas de este recurso energético
incrementarán su consumo en las próximas dos
décadas.

El principal consumidor de petróleo es Estados
Unidos con el 24% del total mundial y con una proyección
de consumo para el año 2030 de 25%. La Unión
Europea es el segundo consumidor mundial, en el año 2007
registró un 19% del total mundial del consumo y
sólo participa del 4.5% de la producción mundial y
posee 0.7% de las reservas probadas, sin embargo tiene 16% de la
capacidad mundial de refinación del crudo. China ocupa un
lugar importante en el consumo de petróleo, haciendo el
análisis por países sin tener en cuenta a la
Unión Europea, tiene el segundo lugar al consumir el 9%
del total mundial, mientras Japón se posiciona en el
tercer lugar con el 6%.

El petróleo consumido por la Unión Europea
se importa fundamentalmente de dos países europeos,
Noruega y Rusia, que en conjunto proveen 45% del consumo europeo.
Los países de la OPEP proveen el 25%, dentro de los cuales
Irak provee poco más del 3%. Las reservas petroleras de la
Unión Europea podrían producir 25 años. A
los niveles actuales de consumo, estas podrían durar un
tiempo aún menor.

Los países asiáticos, principalmente China
e India son los que tendrán las mayores tasas de
crecimiento en el consumo de petróleo en las
próximas décadas. Las importaciones netas de
energía, en proporción del consumo total de
energía, han aumentado en gran parte de
Asia-Pacífico y algunos países lo han hecho de
manera importante. La demanda asiática de energía
puede crecer aún más en el futuro, pues el consumo
percápita de los países asiáticos en
desarrollo es tan sólo de 1.7 barriles, (China registra
menos de 1.6), mientras los países del G-7 consumen
actualmente 18.6 barriles de petróleo percápita
(Japón consume16 y Estados Unidos más de
25).

Según la Agencia Internacional de Energía,
el incremento sería mayor en los países emergentes
de Asia, donde las importaciones pasarían de un nivel de
48% en 2004 a 73% en 2030. En los países de la OCDE,
Europa es la región cuya dependencia de las importaciones
crecerá mas rápidamente, al pasar de un nivel de 58
a 80%, debido tanto a un incremento de la demanda como a una
disminución de la producción total. La OCDE en su
conjunto importará dos tercios de sus necesidades en el
2030, en comparación al nivel de 56% registrado en el
2007. Se prevé una concentración de la oferta en
los países del Medio Oriente, región altamente
vulnerable en términos geopolíticos.

El considerable crecimiento de las economías
asiáticas ha dado lugar a una mayor demanda de
energía en esta región. China e India han dado
cuenta de alrededor del 40% del crecimiento de la demanda mundial
de petróleo desde 1990. El consumo de petróleo en
China, ya el segundo del mundo, se sitúa en 7,6 millones
de barriles diarios y sigue creciendo, así como el de
India. El conjunto de Asia fue responsable de aproximadamente 75%
de dicho aumento de la demanda mundial. (Anexo 3).

América Latina por su parte, consume sólo
el 5% del petróleo del total mundial y se proyecta para el
año 2015 un casi imperceptible incremento de 0.6%. Para
2030 se estima que el consumo petrolero de la región
alcanzará un 7%.

1.1.1.1.2. Las perspectivas de oferta y reservas de
petróleo en el mundo

Después de la guerra en el Golfo
Arábigo-Pérsico en 1990-1991 se abrió un
nuevo período en las relaciones entre los principales
productores y consumidores de petróleo, que favorece sobre
todo a los países petroleros con grandes reservas de
crudo, a las grandes compañías petroleras y a los
principales importadores de este producto, es decir,
países altamente industrializados.

El lugar reservado para los países
subdesarrollados importadores de petróleo en este contexto
ha sido totalmente marginal y dependiente. Estos países
sólo han recibido los efectos de lo que acontece en el
mercado, como resultado de la acción -muchas veces
concertada- de los mayores exportadores de crudo, las grandes
compañías transnacionales y los principales
consumidores de hidrocarburos del mundo industrializado. De
mantenerse estas tendencias, es de esperar una marginación
aún mayor de amplios sectores de la población del
tercer mundo, que ya enfrentan serias limitaciones para acceder a
la energía requerida para satisfacer las necesidades
más elementales.

En cuanto a la oferta petrolera, el Medio Oriente y los
países del norte de África continuarán
albergando el 62% de las reservas, de los veinte países
con mayores reservas petroleras, siete están ubicados en
dicha región. Las reservas probadas, incluso el
petróleo no convencional pueden sostener los actuales
niveles de producción por un período de 42
años, estas se han incrementado continuamente durante los
últimos años, en términos de volumen, pero
han permanecido relativamente estables en la relación
reservas-producción. (Anexos 4 y 5).

Las tres zonas que concentran la producción
mundial son Oriente Medio, la antigua Unión
Soviética y Estados Unidos; en torno al 70% del crudo del
mundo procede de ellas. Sin duda, la región más
importante es la de Oriente Medio. Arabia Saudí, con casi
el 12% de la producción total, es el mayor productor del
mundo. La Organización de Países Exportadores de
Petróleo, tiene un importante papel en la
producción de petróleo. El grupo produce
aproximadamente el 40% de la demanda mundial que sobrepasa los 86
millones de barriles diarios, y aporta casi dos de cada tres
barriles del crudo que se comercializa
internacionalmente.

Estados Unidos, pese a beneficiarse de una
producción muy alta, le resulta insuficiente para
satisfacer su consumo interno, siendo así uno de los
principales importadores de petróleo, además de
utilizar estrategias bélicas como método para
obtener este recurso. La tercera zona en la discordia, los
territorios que formaban la antigua URSS, extrae suficiente crudo
como para cubrir sus necesidades e incluso para exportarlo, sin
embargo, no hay que olvidarse de otros países clave en el
mapa del oro negro: Venezuela, México y China. Cada uno
aporta casi el 5% de la producción mundial.

América Latina y el Caribe concentran cerca del
11% de las reservas probadas de petróleo a nivel mundial.
Sin embrago sólo Venezuela y México concentran
cerca del 80% de las reservas de la región, mientras que
Brasil, Ecuador, Argentina y Colombia participan del resto.
Brasil concentra importantes reservas de petróleo, la
tercera de la región, pero el país es uno de los
grandes consumidores mundiales. Se estima que el consumo se
incrementará a una tasa promedio anual de 2,4% hasta el
año 2025 y su gran reto es poder
autoabastecerse.

En el año 2006 quedaban en el mundo entre 990.000
millones y 1,1 billones de barriles de crudo por extraer. Esto
significa que al ritmo actual de consumo mundial estas reservas
se agotarían hacia el año 2043, fecha que
podría ser más cercana si el consumo de
energía aumentara, como se prevé que ocurra por
parte de los países en vías de desarrollo. Sin
embargo, estas previsiones no incluyen el hallazgo de nuevos
pozos o la posibilidad de extraer petróleo de zonas
naturales y, por lo tanto, no perforables.

En cuanto a la producción tanto de
petróleo crudo, líquidos de gas natural (LGN) y
petróleo no convencional, los países de la OPEP
incrementarán su producción, así como su
participación mundial pasando de un nivel actual de 40% a
48%. El incremento de la producción petrolera en estos
países se explica porque poseen vastos recursos y sus
costos de producción son generalmente más bajos.
Arabia Saudita continuará siendo el mayor productor de
petróleo crudo y LGN y es el país donde
tendrán lugar los mayores incrementos. De igual forma,
habrá aumentos importantes en Irak, Irán, Kuwait,
Emiratos Árabes Unidos, Libia y Venezuela. (Anexo
6).

En promedio, la producción petrolera de los
países no miembros de la OPEP también se
incrementará, aunque a un ritmo menor. En el largo plazo,
sólo Rusia, Asia Central, América Latina y el
África Subsahariana, lograrán un incremento
significativo en la producción de petróleo
convencional.

1.1.1.1.3 Los precios del
petróleo

El precio del petróleo sigue siendo una variable
clave en el funcionamiento de la economía mundial debido,
entre otras cosas, a que este producto es el más
comercializado a nivel internacional, tanto en términos de
volumen como en términos de valor.

La razón principal de la subida de precios del
petróleo hay que buscarla en el tradicional juego de la
oferta y la demanda. Al tratarse de una energía agotable
cuyo consumo es más intenso en momentos de "boom"
económico, la demanda presiona sobre la oferta y sube los
precios. A la ley del mercado hay que añadirle la
presión de los países miembros de la
Organización de Países Exportadores de
Petróleo (OPEP)[1], que reducen o aumentan
la producción de crudo según sus intereses. Y para
complicar más la comprensión del mercado de este
combustible, resulta fundamental seguir de cerca la
fluctuación del dólar: en esta moneda cotiza el
crudo y con ella se expresa el valor del barril. En los momentos
de crisis económica y en los períodos de guerra es
cuando más se evidencia la fluctuación de los
precios del petróleo.

Un ejemplo de esto lo constituyen los altos precios del
petróleo que se manifestaron en el período de
1973-1985. El alza de precios de comienzos de los años 70,
decretada por la OPEP y dirigida a recuperar parte de la renta
petrolera que hasta ese momento pasaba a las arcas de las
empresas transnacionales y de los gobiernos de los países
industrializados, estremeció las estructuras
neocolonialistas y sentó un justo precedente en la lucha
del Tercer Mundo por su independencia económica. Los
principales consumidores mundiales de hidrocarburos, o sea, los
países industrializados se ajustaron con gran rapidez a la
nueva situación, transfiriendo los altos precios de la
energía al exterior por la vía de las
exportaciones.

Los principales productores del Tercer Mundo, agrupados
en la OPEP, acumularon grandes excedentes financieros, los cuales
fueron reciclados en gran medida hacia los países
industrializados para asegurar una colocación rentable en
los mercados financieros internacionales. Consecuentemente, esos
recursos lejos de coadyuvar al desarrollo de las economías
de los países subdesarrollados exportadores de
petróleo, como se esperaba, contribuyeron a la abundancia
de capitales existente en la segunda mitad de la década
del 70, lo cual aceleró el proceso galopante de
endeudamiento externo del Tercer Mundo, que alcanzó su
mayor dinamismo en ese período.

Para las naciones subdesarrolladas importadoras de
hidrocarburos, el alza de los precios del petróleo tuvo un
impacto sumamente negativo, que se adicionó al ya
preocupante deterioro de los términos de intercambio con
los países industrializados.

Ante esta situación, los países
subdesarrollados importadores netos de hidrocarburos optaron, en
la medida de sus posibilidades, por la explotación de las
reservas petroleras nacionales y, en algunos casos, por el
desarrollo de otras fuentes energéticas. Estos programas
fueron financiados en parte con préstamos externos,
obtenidos en aquella época con relativa facilidad, los
cuales se tradujeron en más elevados niveles de
endeudamiento de estas economías.

Estas tendencias, sin embargo, comenzaron a sentirse con
mayor fuerza después de la escalada de precios ocurrida en
1979-81, también conocida como segundo " shock" petrolero.
Esta nueva elevación de precios se explica, en gran
medida, por la interrupción temporal de la oferta
petrolera internacional, derivada de la convulsión
política en el Medio Oriente durante esos
años.

En los países altamente industrializados,
principales consumidores de hidrocarburos, la demanda de
petróleo, después de crecer a un ritmo promedio
anual de 7.5% en 1966-73 y de 0.5% en 1973-79, se redujo en
más de un 3% en el período 1979-85.

La sobreoferta creada por el aumento de la
producción petrolera fuera de la OPEP, en condiciones en
que el consumo mundial de hidrocarburos registraba una marcada
tendencia decreciente, aceleró el deterioro de las
posiciones de esta Organización en los mercados
internacionales, a pesar de sus esfuerzos por mantener el control
de dichos mercados. Entre 1979 y 1985 el aporte de la OPEP a la
producción mundial de petróleo cayó de casi
50% a 30%, mientras que en las exportaciones mundiales de crudo
la reducción fue de 88% a 64%. Esta pérdida de
terreno se tradujo en una acelerada disminución de sus
ingresos petroleros, cuyo monto en 1985 fue menos de la mitad del
registrado en 1980.

Entre 1987 y 1997 los precios oscilaron entre 17 y 20
dólares por barril, antes de desplomarse en más de
un 30% en 1998. Los precios relativamente bajos, que predominaron
durante la mayor parte del período 1986-98, afectaron en
sentido general a todos los productores de crudo, pero el grado
de afectación varió en función de las
condiciones de producción y de la dependencia en que se
encuentran esas economías de los ingresos
petroleros.

A partir del segundo trimestre de 1999 se dejaron de
sentir los efectos de una elevación considerable en los
precios del petróleo, los cuales llegaron después
de caer en unos 13 dólares por barril en 1998, pasaron a
unos 18 dólares por barril en 1999 y se ubicaron en torno
a los 27 dólares por barril, como promedio, en el 2000. En
ocasiones, durante ese último año, los precios
llegaron a superar los 35 dólares. Este incremento de
precios se explica por una combinación de factores entre
los que cabe mencionar el recorte productivo adoptado por la OPEP
y otros productores de crudo.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5

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