Hashem: Un ensayo de teología supraconfesional avanzada para masones. Parte 2
Hashem: un ensayo de teología supraconfesional
avanzada para Masones. – Monografias.com
Hashem: un ensayo de teología
supraconfesional avanzada para Masones.
Parte 2
Este hermoso escudo es el emblema oficial de la Gran
Logia Unida de Gran Bretaña. Fusiona los escudos de los
Antiguos y Modernos Masones de Inglaterra. Obsérvese el
Arca de Dios bajo la mirada y las alas de dos ángeles en
la parte superior del escudo, y los cuatro animales de las
visiones de Ezequiel, en el A. T. y de San Juan en el Apocalipsis
del N. T. .- Todos ellos datos simbólicos esencialmente
bíblicos. Incluso se muestran dos escuadras unidas por sus
vértices para formar una cruz. Los tres torreones de la
izquierda, además de evocar al número tres y a la
Santísima Trinidad, nos recuerdan aquel versículo
del Libro de los Proverbios que dice: TORRE FUERTE ES EL NOMBRE
DE YAHVEH, A EL CORRERÁ EL JUSTO Y SERÁ LEVANTADO.
(Prov. 18,10).
Hace cuatro meses se publicó en
www.monografías.com, categoría Religión, la
primera parte de este ensayo de teología supraconfesional
para masones latinoamericanos. En ese intertanto este autor ha
dictado un seminario de introducción a la kábalah
aplicado al rito escoses antiguo y aceptado, para masones de la
gran logia mixta chilena. Tal actividad ha permitido recolectar
una serie de preguntas, inquietudes y necesidades de los miembros
de esas logias, que ahora nos habilita para ampliar y profundizar
los enfoques que se pretendían originalmente para esta
segunda parte de la monografía. En este Ensayo, en sus
conclusiones finales se agregará una síntesis de lo
tratado en la primera parte, de modo que para la mayoría
de los lectores es posible que no les sea necesario leer aquella,
salvo para propósitos de investigación
masónica especializada.
En realidad, la Biblia, la kabalah y la masonería
son una cadena continua de tres eslabones inseparables, que
conforman el ser y la razón de ser o el logos divino de la
augusta institución ya tres veces centenaria, desde su
reorganización londinense de junio de 1717. Quien no lo
comprenda así es porque aún no ha entrado en el
secreto o en el esoterismo de la hermandad, y se mantiene en la
cascara de sus misterios. Esa superficialidad es causa de graves
conflictos en el seno de la institución augusta, apenas
atemperados por la tolerancia que reina en sus talleres, pero que
nos muestra una sombra de ignorancia que es incompatible con el
espíritu de conocimiento metafísico de la
masonería.
Lo que en Grecia se denominaba como la Doctrina
Esotérica en la escuela pitagórica, en la academia
platónica y en el liceo del gran Aristóteles, en
los ambientes esenios y kabalísticos se llamaba HOCMAH
NISTERAT o la sabiduría secreta, y en algunos textos
simplemente como NISTEROT o "las cosas no evidentes" de las
Sagradas Escrituras. Las "cosas evidentes" a los ojos del
entendimiento de cualquiera se denominaban como NIGUELOT. Y entre
masones hay que tener cuidado de no juzgar con criterio de
Niguelot aquello que por esencia es algo profundo que pertenece
al reino de la Hocmah Nisterat o Nisterot.
La Hocmah de la Biblia es sinónimo de
Sabiduría Divina y equivalente al concepto de Verbo de
Dios o de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. El
libro de Proverbios 8,22 al vers. 36 nos habla de la
sabiduría creadora de Dios que existía desde antes
que el mundo fuese. Y nos dice que esa sabiduría
primordial fue el arquitecto diseñador del universo. Lo
mismo nos dice san Juan en su evangelio. Que el Verbo era Dios y
que sin el nada de lo que ha sido hecho sería existente. Y
agrega que Ese Verbo o Palabra que se hizo hombre, y que
existía desde antes que el mundo fuese. (Evangelio de Juan
1,3; y 1,14; y 17,5 y 17,24).
Y en el capítulo Nueve del mismo libro de los
Proverbios dice que esa Hocmah o sabiduría divina
edificó su Casa Y LABRO SUS SIETE COLUMNAS. (Prov. 9,1).
Es evidente que dicho texto es la base escritural de aquella
regla masónica ancestral que establece que para constituir
una Logia y abrir los trabajos regularmente se debe contar con la
presencia de siete maestros masones y no menos. Esta
relación entre el hombre iniciado y la columna de un
templo tiene su fundamento específico en dos textos del
Nuevo Testamento. Se trata de Gálatas 2,9 en que san Pablo
afirma que Jacobo, Cefas y Juan, los tres más altos
dignatarios de la comunidad cristiana primitiva eran considerados
COMO TRES COLUMNAS VIVIENTES DEL TEMPLO DE DIOS. Esas tres
columnas dirigentes de la iglesia antigua se reflejan en los tres
más altos oficiales de una logia masónica: El
Venerable Maestro, el Primer Vigilante y el Segundo
Vigilante.
Y luego san Juan en el Apocalipsis 3,12 nos
enseña que aquellos discípulos que vencieran y
alcanzaran la perfección espiritual serían
transformados en COLUMNAS DEL TEMPLO DE DIOS POR EL MISMO CRISTO,
EL VERBO DE DIOS EN PERSONA. Y NUNCA MAS SALDRIAN DE ALLI, es
decir, su estatus y rol de columna sería eterno, e implica
la condición de liberados de la rueda samsárica
(jivanmukta), o lo que los kabalistas denominan los justos
(Tzadik) emancipados de la Guilgul Ha-neshamot o los ciclos
reencarnatorios de las almas.
Esa sabiduría-verbo de Dios labra sus columnas,
es decir, ella prepara a los seres humanos que escoge para esa
función mística de sostenedores ocultos del templo
de la humanidad trascendida o exaltada. Como también de la
humanidad virtuosa encarnada. El Zohar, que es un comentario
esotérico de la Escritura, dice que el mundo es sostenido
espiritualmente por 36 tzadikim o justos trascendidos. Así
se demuestra, una vez más, que nuestros antepasados, los
ilustres maestros fundadores miraron a la Biblia para crear los
ritos, símbolos, usos y costumbres de la masonería,
y para darle el espíritu que ella tiene, y que algunos
quisieran ignorar.
Este segundo Ensayo Teológico supraconfesional
para masones latinoamericanos se denomina Ha-Shem porque en
hebreo significa EL NOMBRE, y no cualquier nombre, pues se trata
del Nombre de Dios revelado a Moisés y a los Patriarcas.
Ha-Shem es la palabra que reemplaza a Yahveh, o a Elohim o a
Adonay en los textos bíblicos. Ha-Shem tiene el valor
gematrico de 345, que es equivalente e idéntico al valor
gemátrico de EL Sadai, y el de Siloh, el enviado, y el de
Moisés. Y que corresponde a las proporciones
geométricas del triángulo rectángulo de los
egipcios y de los pitagóricos. En esas cifras 345 la
geometría sagrada y kabalah judeo-cristiana se unifican.
Ha-Shem, EL Sadai, y Siloh son uno. En estas cifras la palabra
perdida ha sido encontrada. (Siloh es el Mesías Enviado,
el Escogido de Dios y El Sadai es el nombre divino escondido en
el triangulo rectangulo).
Valor Gemátrico: 345.
Relación de 3 – 4 – 5 .
Por lo tanto Ha-Shem es el nombre o palabra sagrada
sustitutiva de un nombre divino, del mismo modo en que las
palabras sagradas de los distintos grados masónicos son
encubrimientos o sustitutas del nombre de Dios de los hebreos. O
son sus versiones recortadas o resumidas. De allí que hay
grados masónicos que usan Adonai como Palabra Sagrada, O
bien, YOD, IAO, YAH, para no decir Yahveh. O hablan de la piedra
que suda sangre y agua para evitar decir Iehosuáh. (En el
grado 18 del Caballero Rosacruz, en cuyo texto ritual
también se nos enseña que La Palabra que estaba
perdida se hizo hombre y ha sido encontrada).
O dicen Señor del Universo, en vez de decirlo al
modo kabalístico, como ADON AOLAM que significa
SEÑOR DEL UNIVERSO, PERO COMO SU VALOR GEMATRICO HEBRAICO
ES 207, equivale a AUR, la Luz, y también equivale al 207
de la palabra Ein Sof, Lo Infinito o lo Ilimitado. Ese 207 o 9 o
27 u 81, recorre todos los grados simbólicos y capitulares
de la masoneria. Kabalísticamente el 207 es la cifra clave
de La Luz, del Infinito y del Señor del
Universo.
Y en la Biblia, como en la teología, se nos
muestra un Dios que es Luz trascendente e inmanente al mismo
tiempo. Un Dios que está tanto fuera del universo como
adentro del hombre y del cosmos. Así lo describe el salmo
139, un Dios Omnipresente. Pero San Pablo lo dice con una
claridad meridiana que vale la pena reproducir textualmente, en
la Segunda Epístola a los Corintios, cap. 4,6: PORQUE
DIOS, QUE MANDO QUE DE LAS TINIEBLAS RESPLANDECIESE LA LUZ, ES EL
MISMO QUE RESPLANDECIÓ EN NUESTROS CORAZONES, PARA
ILUMINACIÓN DEL CONOCIMIENTO DE LA GLORIA DE DIOS EN LA
FAZ DE JESUCRISTO.
Precisamente Dios inmanente es quien resplandece en el
interior del ser humano para impulsarlo en la búsqueda de
la Verdad eterna y universal. Dios inmanente es quien inspira los
actos virtuosos y la ley moral en lo íntimo de la
conciencia, e inscribe la ley eterna en cada una de las almas.
Ley interior que por causa del pecado y la ignorancia ha debido
ser escrita en los libros sagrados de Oriente y de Occidente por
los profetas y videntes iluminados de todas las
culturas.
El Dios inmanente que les otorga la intuición a
los hombres para escoger a las instituciones que han de guiarlo
en el camino de la existencia, y que también les permite
intuir la presencia de los grandes maestros y profetas enviados
para iluminar los caminos de los hombres, aquí y en el
más allá. Dios inmanente que en los grados
superiores de la masonería es denominado como el Emmanuel
o el Immanuel, "Con nosotros Dios" y en los grados inferiores se
puede denominar como el Espíritu Santo, el cual
está claramente representado en la Espada Flamígera
que esgrime el Venerable Maestro en las consagraciones de los
neófitos y de otros grados azules de las
logias.
Dios inmanente que se manifestó como una
misteriosa neblina luminosa en el interior del Templo de
Salomón, en Jerusalén, cuando el rey terminó
de hacer la plegaria de consagración del santuario.
(Primer libro de Reyes 8,10-11; y Crónicas 5,13-14). Nube
blanca que los kabalistas denominan Shekinah, o la Divina
Presencia, la cual también se manifestó en la
cumbre del Monte Tabor durante la Transfiguración de
Jesús delante de los tres apóstoles que
serían las tres columnas de la iglesia primitiva, Jacobo,
Cefas y Juan. (Ver Mateo 17,5). Nube de luz que también se
manifestó sobre el monte Sinaí. (Exodo 19,16;
24,15-18)) Y también en el camino del pueblo de Israel
hacia la tierra prometida.(Exodo 40,34.38).
Esa extraña luminosidad fosforescente neblinosa
también ha sido observada en ceremonias tibetanas en
Sikkim, India, en Julio del año 1959 al despedir al alma
de un connotado adepto del lamaísmo tibetano. Esa luz
nubosa llenó toda la estancia de ese templo tibetano,
demostrándose que la narración de los antiguos
cronistas bíblicos es veraz y no fruto de la
imaginación. (El hecho fue narrado por el gran lama
tibetano, muy conocido en occidente, Sogyal Rimpoche, en su libro
EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE, página 340,
capítulo 16 de la obra).
Y así debe ser, pues la comunión con la
Divina Presencia o Shekinah, manifestada como nube fosforescente
que llena un templo o un edificio no es algo privativo de
judíos y cristianos. El korán nos dice
también que la shekinah se hizo presente alguna vez en la
vida y apostolado de Muhamed, e incluso en la vida de Sri Ramana
Maharishi, durante sus meditaciones, y delante de decenas de
personas reunidas en su presencia, entre los años 1930 a
1940. Se vio que desde la base de su cuerpo y hasta perderse en
la altura del techo de la caverna donde meditaba, surgía
una gran columna de luz vertical que lo rodeaba por completo.
(Referido por el Dr. Arthur Osborne, en una Biografía de
Bhagavan Ramana Maharshi).
El fenómeno es semejante a la columna de luz o
fuego nocturno y humo diurno que guiaba al pueblo de Israel por
el desierto de Sinaí, narrado en el Exodo cap. 13, 21-22.
Fenómeno semejante es narrado por Muhyddin Ibn Arabi,
observado en relación con los místicos
sufíes andaluces del siglo XII en España.
Así pues, existen pruebas suficientes de que la nube
luminosa o la columna de luz de la Shekinah o de la divina
presencia está presente en casi todas las religiones del
mundo. Al punto de que en las leyendas británicas del Mago
Myrddin o Merlin, se hace presente una neblina luminosa en
determinados momentos de su vida al ejecutar algunos prodigios de
magia que lo inmortalizaron en la memoria de los
britanos.
Esta clase de manifestaciones de luz fosforescentes
neblinosa que rodea a un profeta, a un yogui o a un chaman
determinado es destacado por el gran antropólogo rumano de
las religiones comparadas, Mircea Eliade, en su obra "El
Chamanismo y las técnicas arcaicas del Extasis". Y en ese
mismo documento demuestra el carácter chamánico
extático de las experiencias supraconscientes de los
profetas o videntes de la Biblia.
Por lo tanto estas narraciones de los cronistas
bíblicos NO ESTAN TRATANDO DE ENGAÑARNOS NI DE
MOVERNOS A LA CREDULIDAD. Están narrando un hecho
objetivo, único y sorprendente para ellos, en ese momento
de la historia religiosa de Israel o del nacimiento del
Cristianismo, que ellos o sus contemporáneos observaron
directamente. Más tarde, ya en pleno siglo XIX y XX, se
nos da la posibilidad de comparar experiencias místicas y
doctrinas religiosas de todos los pueblos del mundo, y así
tomamos conciencia de la universalidad de estas manifestaciones,
que pensábamos erróneamente que eran exclusivas del
judeo-cristianismo. Y no podría ser de otra manera, pues
san Pablo, Isaías, San Pedro y San Lucas, nos dicen que
Dios de Israel es el Dios de todas las naciones. ( Isaías
56,7 ; 2, 2-4 ; Hechos de los Apóstoles 10, 34-3; Romanos
3,29 ).
Así, teólogos contemporáneos como
Rudolf Otto o Karl Rahner, nos dicen que todos los hombres de la
tierra, o mejor dicho, la naturaleza humana como tal, tiene
siempre en su interior la posibilidad de la experiencia religiosa
trascendental, una apertura estructural a la Gracia o al Don de
Si mismo del Dios inmanente, que es uno con el Dios Trascendente
y no diferente de El, como también cualquier ser humano a
través de la historia, y especialmente los fundadores de
las grandes religiones, tuvieron la experiencia de Lo Numinoso,
de lo Sagrado o de lo divino, vivencia que rompió los
límites del conocimiento sensorial y racional
común, elevándoles a la esfera de lo infinito
suprarracional, o del Ser Absoluto, pero no de lo incomprensible
o de lo ilógico.
Esta shekinah de la tradición judeo-cristiana se
expresa masónicamente en la presencia de la luz eterna, o
del fuego sagrado, que cuelga de la plomada cósmica que
desciende de la Estrella de David que resplandece en la
cúspide de la bóveda celeste de todos los templos
masónicos del mundo. Luz eterna que se cierne sobre el Ara
de los juramentos y de las consagraciones. Ara o altar de doble
cubo, donde se pone el Volumen del Conocimiento Sagrado (la
Biblia), la Escuadra y el Compás, y donde se alza,
invisible a los ojos mortales, la escalera de Jacob, por la que
bajan y ascienden los ángeles, y en cuya cúspide
está la Persona misma de Gran Arquitecto del Universo,
según narra el libro del Génesis 28,
11-22.
Shekinah como columna de luz y de
fuego.
Ese Volumen del Conocimiento Sagrado, o la Biblia, DEBE
ESTAR ALLI, ABIERTO, EN TODAS LAS LOGIAS DEL MUNDO, PORQUE TODO
EL SIMBOLISMO ARQUITECTONICO Y LOS VALORES RELIGIOSOS, ESOTERICOS
Y MORALES DE LA MASONERÍA ESTAN ESCRITOS EN ESE LIBRO. Lo
cual no impide que esté el Korán, o el Bhagavad
Guita, O el Tao Te King, O el Bardo Todol, acompañando a
la Biblia, cuando se deban tomar juramentos a personas de otros
credos religiosos. Los otros libros sagrados no hacen
énfasis en el simbolismo arquitectónico que utiliza
la masonería en todos sus grados, ni en los datos
kabalísticos, numerológicos y místicos,
palabras misteriosas y personajes que son parte esencial de los
ritos masónicos.
Salomón, Hiram, Juan, Jesús,
Moisés, Ageo, Zorobabel, la Reina de Saba, Esdras,
Melquisedec, Noé, Adam, Aarón, Tubalcaín,
son personajes nombrados permanentemente en los ritos
masónicos, junto con la piedra bruta, el ara, la plomada,
la cadena, la piedra angular, la Nueva Jerusalén, el
Tabernáculo, el templo de Jerusalén o de
Salomón, las columnas Jakin y Boaz, el Arca de Dios, el
Árbol de la Vida, la Cruz, el Nombre de Yahveh, Elohim,
Sadai, Yah, Yesua, Emmanuel, Adonai, el Ojo de Dios. El Sol y la
Luna, el candelabro de siete luces, Etc. Todo eso y más,
son símbolos, objetos o personas que están en la
Biblia, desde el Principio al Final, y también en los
ritos y en los templos masónicos. Es, por lo tanto,
irracional e incongruente con la esencia espiritual, los ritos y
los símbolos de la masonería, querer eliminar la
Biblia del Ara de los templos y de los corazones de los
masones.
Las razones dadas son la base de aquel landmark antiguo
que establece con absoluta propiedad y claridad del uso
obligatorio de la Biblia en los altares masónicos. Tal
obligatoriedad es esencial y concordante con todos los contenidos
rituales, simbólicos y alegóricos usados desde hace
siglos en el seno de la Augusta Institución. La Biblia es
el trazado arquitectónico fundamental y atemporal que debe
guiar el pensamiento de los actuales y futuros maestros de la
hermandad.
La construcción del templo de Salomón es
el Eje y Centro Atemporal de todas las concepciones morales,
sociales, místicas y filosóficas que la
masonería pueda tener en el presente, en el pasado o en el
futuro de la humanidad. De allí que la Biblia dedica
muchos capítulos del Antiguo y del Nuevo Testamento a
describir y a explicar la importancia de aquel templo, su
antecedente, el Tabernáculo, y sus derivaciones
lógicas, que son el ser humano como Piedra Escogida o el
ser humano como Templo de Dios o del Espíritu Santo, e
incluso la iglesia universal como un templo invisible de piedras
vivas unidas por el amor fraternal y el amor a la Divinidad
Constructora del Cosmos.
Vamos a probar estas afirmaciones paso a paso, una por
una, para demostrar la coherencia racional y el espíritu
universal de estas concepciones que fueron inspiradas
interiormente por el Altísimo en el corazón de los
antiguos maestros creadores o si se quiere el de los
reorganizadores de los ritos y símbolos de la
masonería, durante aquel interesante período de
transformación que va del siglo 16 al 18 en Gran
Bretaña.
Comencemos por el Ha-Shem, la doctrina del Nombre Divino
encarnado en un Templo, según lo establecido en la Torah,
y luego lo que se nos explica en Crónicas y Reyes acerca
del mismo tema.
En el capítulo 12 del Deuteronomio (5° libro
de la Torah) se nos dice en tres versículos diferentes que
el pueblo de Israel debe peregrinar y reunirse EN EL LUGAR QUE
YAHVEH HAYA ESCOGIDO PARA HACER MORAR SU NOMBRE. (Deut. 12, 5 ;
12, 11 ; y 12, 21). Esa es la clásica doctrina oriental
referida a los nombres sagrados o a los nombres profanos. Para un
judío, un egipcio, un arameo, o un semita EL NOMBRE DE
ALGUIEN CONTIENE Y EXPRESA LA ESENCIA Y LA VIDA DEL SER NOMBRADO.
EL NOMBRE ES EL ESPIRITU DE UNA PERSONA VISIBLE O INVISIBLE, DE
UN ANIMAL O DE UNA PLANTA. INCLUSO EL NOMBRE MARCA EL DESTINO O
EL DISEÑO DE LA VIDA DE LOS PRINCIPALES PERSONAJES DE LAS
SAGRADAS ESCRITURAS. Esa misma doctrina está en la India y
entre los Sijs del Gurú Nának, en la China y en el
Tibet.
Es decir, allí donde mora el Nombre de Dios ESTA
DIOS EN PERSONA. Invisible, pero real. Los hindúes dicen a
este respecto que DIOS Y SU NOMBRE SON UNO. Lo mismo afirman los
sacerdotes egipcios, e incluso los monjes del Monte Athos dicen
que Jesús y su Nombre son Uno, son inseparables. Donde se
nombra al Immanuel o a Jesús allí está El.
El lector debe recordar que para las doctrinas religiosas
expresadas en la Biblia NO EXISTE LA NOCIÓN DE UN DIOS
IMPERSONAL O DE UNA FUERZA CREADORA ABSTRACTA. El Dios de la
Biblia, como el del Korán, o el del Bhagavad Guita, es un
Dios Personal. Y cuando decimos Dios Personal no queremos
insinuar, como hacen algunos devotos hindúes, que el Dios
Persona es un ser corporal, y que cuando hablamos de un
Dios-Espíritu infinito estamos hablando de un ente
impersonal.
Al decir o usar el concepto teológico de Dios
como Persona Infinita queremos decir que DIOS ES UN YO COSMICO O
SUPRACOSMICO, CON AUTO-CONCIENCIA, VOLUNTAD INMUTABLE, PROPOSITO
UNIVERSAL, Y ORIGEN DE LAS CONCIENCIAS INDIVIDUALES O PERSONAS
FINITAS. UN YO OMNIPRESENTE E ILIMITADO, UNA LUZ RESPONSABLE Y
COMPASIVA, UNA INTELIGENCIA INFINITA QUE ESCUCHA A LAS
INTELIGENCIAS FINITAS Y QUE ES CAUSA DE LA VIDA y SOSTENEDOR DE
LAS LEYES DE LA MATERIA Y DE LA MENTE. (responsable significa
capaz de responder a los pensamientos y al clamor de quien le
busca y le invoca). Es el Dios Personal que los místicos y
los grandes iluminados han encontrado en todas las épocas
y lugares del mundo, en el interior de si mismos y más
allá de si mismos. Decir un Yo consciente sin
límites es hablar del Ojo de Dios, o de la Omnisciencia
del Creador.
El ojo es el órgano de conocimiento por
excelencia de los seres superiores y conscientes, también
de los seres inteligentes. Un ojo divino que al mirar otorga vida
y entendimiento a los seres racionales. Un ojo que es el punto
supremo de irradiación de la Conciencia Cósmica
hacia los seres creados o hacia los entes finitos para que
también sean conscientes y cognoscentes, capaces de buscar
el origen metafísico de su existencia.
Un ojo óntico que se manifiesta como el centro de
toda realidad del cielo y de la tierra, es decir, de aquellos
planos de la realidad universal representados por el
compás y la escuadra.
En el capítulo 8 del Primer Libro de los Reyes se
nos dice SEIS VECES que el Templo de Jerusalén ha sido
edificado y consagrado PARA QUE ALLI MORE EL NOMBRE DE YAHVEH, en
plena concordancia con lo expuesto en el Capítulo 12 del
Deuteronomio, como se dijo en párrafos anteriores. En el
capítulo 6 del Libro Segundo de las Crónicas, al
hablarnos del motivo de la construcción del templo de
salomón, nos dice 8 veces que está hecho para que
en él MORE EL NOMBRE DE YAHVEH. Es una habitación
para que el Nombre o la Divina Presencia o la Shekinah permanezca
en medio de su pueblo.
Eso queda plenamente confirmado en el sueño
hiperlúcido que Salomón tiene con Dios
después de consagrar el templo. Este sueño
iluminado enviado por Dios está narrado en el Segundo
Libro de Crónicas y en el Primer Libro de Los Reyes,
capítulos 7 y 9 respectivamente, y en ambos documentos se
nos informan las siguiente palabras de una solemne promesa de
Dios al rey: YO HE SANTIFICADO ESTA CASA QUE TU HAS EDIFICADO,
PARA PONER EN ELLA MI NOMBRE PARA SIEMPRE; Y EN ELLA
ESTARÁN MIS OJOS Y MI CORAZÓN TODOS LOS DIAS. EN
CRONiCAS DICE "PARA SIEMPRE" respecto de los ojos y el
corazón de Yahveh puestos en el interior del
templo.
Moisés Maimónides nos dice, en la Guia de
los Perplejos, que esos antropomorfismos de Dios no deben ser
tomados literalmente, porque como Dios es Espíritu. Lo que
nos quiere decir es que SU CONCIENCIA Y SU MENTE ESTARÁN
ENFOCADOS EN ESE LUGAR, PARA ATENDER LAS PETICIONES DE LOS
HOMBRES DE ISRAEL Y DE OTROS PUEBLOS QUE LE INVOQUEN, pues la
oración que Salomón pronunció en ese lugar
tenía un carácter Universalista, pidiendo que
cualquier extranjero que invocara la ayuda Divina del Dios de
Israel vuelto hacia el templo de Jerusalén fuera
oído y atendido por el Señor.
Si hubiese que utilizar un simil para explicar esto de
cómo una presencia universal y espiritual puede tener un
punto de manifestación en el plano físico,
diríamos que así como el sol proyecta sus rayos
sobre toda la superficie de la tierra, al modo de la luz
omnipresente de Dios, si pongo una lupa de lente grande a cierta
altura, tal vez a unos 20 centímetros del suelo, puedo
concentrar la luz del sol en un solo punto del terreno y quemar
la rama de un árbol o una hoja de papel. Al hacerlo
focalizo la luz omnipresente en un punto sin que ella pierda su
naturaleza universal. Eso es lo que hacen los ritos de
consagración de un templo. Crean un lente mental a
través del cual nos llegan los rayos del espíritu
omnipresente con una densidad mayor de la que se da naturalmente
en la vida humana común.
Leyendo con atención estos textos de
Crónicas y de Reyes debemos alabar la fidelidad de los
Maestros creadores de los ritos y de los símbolos de los
templos masónicos, pues expresan exactamente lo que la
Biblia describe y narra, tanto en el orden de la acción
litúrgica como en el orden de las ideas religiosas
expresadas en el texto sagrado. Por eso no puede extrañar
a ningún masón la presencia del Ojo de Dios al
oriente de los templos, o que se diga que el Ara de los
Juramentos es un símbolo del Corazón del hombre, y
del Corazón del Adam kadmón, y que ambos son la
imagen de Dios. Y por analogía una imagen del
Corazón del Creador. El simbolismo del ojo de Dios y del
Ara expresa la respuesta de Dios a Salomón en el
sueño supraconsciente que tuvo tras la consagración
de aquel santuario.
Con todos estos antecedentes, y antes de continuar con
estos análisis, nos cabe preguntarnos cómo puede
ser masónica una actitud de rechazo al uso de la Biblia y
del Nombre de Dios, como ocurre en las logias que se dicen
seguidoras del pensamiento del Gran Oriente de Francia.
Simplemente es una horrible incongruencia y una flagrante
superficialidad. Han creado una grave razón de discordia
universal y una distorsión del espíritu de la
institución, por no tener las agallas de decir que han
querido crear una nueva institución que ya no es
masónica, y que la honestidad les debería
obligarlos a cambiar su nombre por el de Caballeros
Agnósticos, o algún otro semejante.
Con todo lo expuesto acerca del Templo de Salomón
como una Morada de Yahveh no puede extrañarnos el que en
todos los grados del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, en
el Rito del Real Arco, en el Escocés reformado, y en otros
ritos masónicos, como el Francés, o el de Menfis y
Mizraim, se use el nombre de Yahvéh en los collares del
Venerable Maestro de los grados azules, en el Delta de Oriente en
los grados capitulares, y en las palabras sagradas de casi todos
los grados más allá del 3°.
Así en todos los grados tenemos dispersos los
nombres de Adonai, Yah, Yahvéh, Elhanam, Elohim, IAO,
Emmanuel, Yod, El, Eloha, Ieshua, INRI, Abba, El Sadai, etc.
Todos son nombres de Dios tomados de la Sagrada Escritura. Esos
nombres no se usan por jugar, son para expresar el
espíritu místico y creyente de los maestros
fundadores y de sus discípulos, los masones fieles
actuales. Y, además de expresar el espíritu de los
antepasados, esos Nombres divinos APUNTAN HACIA LA REALIDAD
TRASCENDENTE, LA CAUSA PRIMERA, AL PRIMER MOTOR INMOVIL DEL
UNIVERSO.
Cuando se le da la luz masónica a un
neófito que ingresa a una logia el venerable maestro
invoca a la Luz que le será dada, y luego cita
textualmente el versículo 3 del Primer Capítulo del
Génesis, donde dice: Y DIJO ELOHIM: HAGASE LA LUZ Y LA LUZ
FUE HECHA, cambiándose la palabra Elohim por El Gran
Arquitecto del Universo, conservándose el resto del
versículo intacto. Y la logia en pleno, con un coro de
voces, termina el versículo de Génesis 1,3 sellando
las palabras del Venerable Maestro. Ese nuevo aprendiz se ha
constituido en un nuevo universo y la luz interior de ese
microcosmos ha sido otorgada por la Omnipresente Palabra del
Creador.
Sin embargo, el uso de la palabra "arquitecto" para
mencionar a Dios es un concepto rigurosamente bíblico,
pues lo utiliza san Pablo en el Nuevo Testamento, en el
versículo 10 del Capítulo 11 de la Epístola
a los Hebreos, donde elogiando la fe de Abraham dice: PORQUE
ESPERABA LA CIUDAD QUE TIENE FUNDAMENTOS, CUYO ARQUITECTO Y
CONSTRUCTOR ES DIOS. De allí que la masonería va
uniendo armónicamente los conceptos de Dios del Antiguo y
del Nuevo Testamento.
La Nueva Jerusalén, Ciudad
Cúbica de oro, con doce puertas zodiacales y
apostólicas. (ver el Apocalipsis 21, vers. 10 al
16).
Por todo lo dicho es realmente una desgracia el hecho de
que los masones contemporáneos sean tan ignorantes en
materias bíblicas, y, cuando se manifiestan como expertos
en ella, lo hacen para encontrar defectos y errores en los textos
sagrados, torciendo el recto espíritu creyente y sabio con
que los maestros fundadores de los ritos tomaron los textos de la
Biblia.
El concepto del Cuerpo del Hombre como Templo de Dios o
como Templo del Espíritu Santo está dado en el
capítulo 2°, vers. 19 al 22, del Evangelio de San
Juan, donde el propio Jesús afirma que su cuerpo es templo
de Dios y que si fuese destruido en tres días lo
levantaría, es decir, lo resucitaría. Lo mismo se
confirma en las Epístolas de san Pablo. En Primera de
Corintios 3,16 dice a la letra: NO SABEIS QUE SOIS TEMPLOS DE
DIOS Y QUE EL ESPÍRITU DE DIOS MORA EN
VOSOTROS?
Y en la misma Epístola, ahora en el
capítulo 6,19 dice: ¿O IGNORAIS QUE VUESTRO CUERPO
ES TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO, EL CUAL ESTÁ EN
VOSOTROS, EL CUAL TENEIS DE DIOS, Y QUE NO SOIS VUESTROS?. Estas
palabras y las anteriores son las prueba escriturales del Dios
inmanente mencionado en páginas anteriores, del Dios con
nosotros, el Omnipresente o el Immanuel del grado 18 o del
Caballero y Soberano Príncipe Rosacruz de la
masonería francesa y del rito escocés antiguo y
aceptado.
Lo mismo está expresado por Pablo en Colosenses
1,27 : A QUIENES DIOS QUISO DAR A CONOCER LAS RIQUEZAS DE LA
GLORIA DE ESTE MISTERIO ENTRE LOS GENTILES; QUE ES CRISTO EN
VOSOTROS, LA ESPERANZA DE GLORIA. Esta es, precisamente, la
doctrina del Cristo Interior, tan usada por los grupos de la
Nueva Era y por el Rosacrucismo, y desde luego por las logias
masónicas de tradición cristiana, que son la
mayoría. El propio Jesús afirma que el Reino de
Dios está dentro de nosotros, en el Evangelio de san Lucas
17, 21. No es necesario leer un evangelio apócrifo para
saberlo.
La palabra griega "En" que aparece en el texto original
tiene tres significados, tal como todas las cosas
masónicas. Y eso se ve en la diversidad de las
traducciones. Significa que el reino de Dios está "Entre"
nosotros, como un sistema de relaciones de amor y de luz. En la
Primera Epístola de Juan dice que Dios es Luz y es Amor. O
"En medio" de nosotros. Y "dentro" de nosotros. Y todos esos
significados cuadran con el concepto de Emmanuel o
Immanuel.
Incluso las palabras "en medio" de nosotros significa en
medio de mi ser, es decir, en mi corazón, en el centro de
mi ser, lo cual coincide perfectamente con el concepto de
Cámara del Medio, lugar de reunión propio de los
Maestros masones. (Que Dios es Luz lo dice en Primera de Juan
1,5, y que Dios es Amor, lo dice en la Primera de Juan 4,8 y
4.16).
Por eso el neófito o el aprendiz recién
iniciado es sentado al noreste del pavimento mosaico, pues aparte
de representar a una piedra fundamental para un nuevo edificio EL
MISMO ES EL EMBLEMA DEL TEMPLO DE JERUSALEM, pues en los tiempos
de Cristo EL TEMPLO DE DIOS ESTABA AL NORESTE DE LA CIUDAD SANTA.
Hoy, con el enorme crecimiento urbano de Jerusalén la
mezquita de Omar, situada en la misma plataforma del antiguo
templo, ha quedado al oriente de la ciudad y no al noreste. Pero
el rito masónico ha grabado el hecho al sentar a los
neófitos en ese punto semi-cardinal, entre Oriente y el
Norte.
El candidato a la masonería, como también
el neófito, es una piedra bruta. En Israel los altares
primitivos eran construidos con doce piedras brutas, que el
hierro no hubiesen tocado. Así dice la Biblia.
(Deuteronomio 27,5). Por eso el neófito es puesto al
noreste del templo, para que sea un nuevo altar, un nuevo templo.
Como el templo de Jerusalén, que estaba al noreste de la
ciudad de David en los tiempos de Cristo.
El aprendiz debe devastar la piedra bruta por un largo
tiempo, hasta conseguir darle forma cúbica o por lo menos
de un cuadrilongo, usando el cincel, el mazo y la escuadra, y la
regla de 24 pulgadas. Obsérvese que el 24 es divisible por
tres y nos da ocho pulgadas. Esa relación entre el 3 y el
8 tiene razones bíblico-kabalísticas. Y esta
también vinculada a las medidas del cubo. Y del cubo de
oro que había en el templo de Salomón, al lugar
santísimo, que era una habitación cúbica de
oro, y contenía el arca de Dios en su interior. Un Cubo de
oro como la Nueva Jerusalén.
Veamos las razones bíblico-kabalísticas
del uso de la regla de 24 pulgadas aplicadas a nuestro cubo de
piedra, arquetipo de perfección. Recordemos el 8 y el 3. 8
x 3 = 24. Si sumo las dos cifras del 24 me da seis. Y seis caras
tiene el cubo. ( 2 + 4 = 6 y 2 x 4 = 8). Lo que pasa es que el
lugar santísimo del templo de Salomón medía
20 codos de largo, 20 de ancho y 20 de alto. Al multiplicar las
tres cifras en codos me da 8.000 codos cúbicos. Y el
Nombre de Yahveh, famoso tetragrama hebraico suma 26, es decir 8.
Pues los expertos en gematria suman las dos cifras del nombre de
Dios 2 + 6 = 8. El lugar santísimo es un 8 amplificado por
mil. Un 8 expandido hacia las tres dimensiones del
espacio.
Además, en la órbita de la Kabalah
cristiana, el nombre de Iesous, en griego, donde la letras
también tienen valor numérico, las seis letras del
salvador valen 888. Entonces 8 + 8 + 8 = 24.
El desglose letra por letra es como sigue: Iota= 10 ,
Eta= 8 , Sigma= 200 , omicrón=70 , upsilón= 400, y
sigma= 200. Total 888.
Una vez más el rito masónico une
armoniosamente el Antiguo con el Nuevo Testamento, el 8 de Yahveh
con el 24 o con el 888, de Jesús. Y el 24 puedo sumarlo y
me da seis. Bueno, el cubo tiene 8 vértices, 6 caras y 12
aristas. (Yod=10; he=5; vau=6; he=5=26 son las letras del nombre
de yahvéh).
Tres ochos que se vinculan a la santísima
trinidad. Y un 8 solo, además de vincularse con el nombre
de cuatro letras de los hebreos, se vincula con Sadai, el
todopoderoso, cuyas letras hebreas Shin, Dalet y Yod, nos suman
314: 3 + 1 + 4 = 8. 314, las mismas cifras de la palabra hebrea
Shitah, la Acacia. (Shin= 300, Tet= 9, He= 5 = 314).
También coincide con las cifras del nombre de
Metratón.
Ese 888 del nombre de Jesús en griego tiene
directa relación con la división de la regla de 24
pulgadas en tres partes de ocho pulgadas cada una, es decir, son
ocho pulgadas para el largo del cubo, ocho pulgadas para el ancho
del cubo y ocho para el alto o altura del cubo. Y eso no es mera
especulación, pues, además de las medidas
cúbicas de la nueva Jerusalén, y las medidas
cúbicas del lugar santísimo del Templo de
Salomón, existen palabras de san Pablo que nos instruyen
acerca de las medidas cúbicas del Amor de Dios, en la
Epístola de los Efesios cap. 3, vers. 17 al 19.
"PARA QUE HABITE CRISTO POR LA FE EN VUESTROS CORAZONES,
A FIN DE QUE, ARRAIGADOS Y CIMENTADOS EN AMOR, SEAIS PLENAMENTE
CAPACES DE COMPRENDER, CON TODOS LOS SANTOS CUAL SEA LA ANCHURA,
LA LONGITUD, LA PROFUNDIDAD Y LA ALTURA, Y CONOCER EL AMOR DE
CRISTO, QUE EXCEDE A TODO CONOCIMIENTO, PARA QUE SEAIS LLENOS DE
TODA LA PLENITUD DE DIOS".
Es por eso que en los ritos de Menfis y Mizraim se
agregan, sobre el ara, a la biblia, la escuadra y el
compás, la regla de veinticuatro pulgadas. Es por la
perfección cúbica del nombre de Jesús en
griego. Y en una de las versiones de nombre de Iehoshuah en
hebreo, la suma de sus letras nos da la cifra de 391, lo cual se
vuelve a sumar y nos da 13. Bien, Ahaba es Amor en hebreo, y sus
letras suman 13 también. (Alef = 1 , He = 5 , Bet = 2 , He
= 5 . Es decir, 1+5+2+5= 13 ).
La kabalah dice que la equivalencia de números es
semejanza de poder o una igualdad de esencia o de naturaleza.
Ahaba es la mitad de valor del 26 de Yahveh, y el 13 que falta es
la palabra EJad, o UNO en hebreo, que también suma 13.
(Alef= 1, Jet= 8, Dalet= 4 . Total 13) Por lo tanto Yahveh es el
AMOR UNO. O un Ahaba más Ejad igual Dios. O 26. U Ocho. No
en vano la marcha misteriosa del Maestro Masón se compone
de 8 pasos.
En realidad el secreto esotérico escondido en
estas cifras y en estas estructuras es que LA ENCARNACIÓN
DEL NOMBRE DE DIOS O DE UN PODER INVISIBLE EN UN TEMPLO
SÓLO SE PUEDE LOGRAR SIGUIENDO LAS REGLAS DE UNA
META-GEOMETRIA COMO LA EXPUESTA EN ESTAS PÁGINAS. Para
cuidar y perpetuar ese secreto ha sido creada la
masonería. Es algo parecido a lo que los kabalistas
enseñan como magia talismánica. Es decir, el arte
de cargar o impregnar un objeto con un poder
espiritual.
Por eso es el cuidado que tiene Hiram y Salomón
de darle esas medidas al lugar santísimo y hacerlo un cubo
de oro. La cifras del Tetragrama determinan la estructura del
templo. Y las cifras del altar de doble cubo determinan las
medidas del lugar santo. Este mide el doble del lugar
santísimo. Pero todo eso se hace obedeciendo a la
visión y al modelo del tabernáculo que
Moisés percibió con el ojo espiritual en el Monte
Sinaí. (Exodo 25,40. Y Hebreos 8,5).
Así pues el modelo de las cosas celestiales que
vieron Moisés y otros videntes como Ezequiel y San Juan
Apóstol son los diseños o paradigmas que se usaron
para construir el templo de Salomón, y varios modelos
nunca ejecutados por los arquitectos hasta el advenimiento de la
masonería medieval, y después con la
masonería moderna. Ya las catedrales europeas eran un
resumen de ciencias meta-geométricas necesarias para la
plasmación de espacios sagrados que hasta hoy perduran,
ciencia de la cual se sentía orgulloso de poseer Antoni
Gaudí, el famoso arquitecto místico español
de comienzos del siglo XX.
Para Gaudí la construcción de un templo
masónico y la construcción de una iglesia era una
obra de creación divina, en la que unía su mente al
Gran Geómetra con oración y ayuno, y así
percibía espiritualmente, con el ojo de la mente
incorpórea, el diseño celestial del edificio
sagrado o profano que debía construir e inmortalizar. En
Gaudí se unían Platón, Pitágoras,
Hermes y la Biblia sin conflictos ni contradicciones. Este
arquitecto iluminado es espiritualmente un excelente modelo a
seguir por los masones de hoy y de mañana.
Veamos ahora las vinculaciones del simbolismo de la
piedra a Jesús el Cristo. Como dato previo es necesario
recordar que la palabra griega Xristo o Jristo, significa UNGIDO,
es una cualidad espiritual y no es una entidad distinta de la
persona que posee esa cualidad. Teológica y
bíblicamente hablando el Cristo no es un ser diferente de
Jesús. Sólo puede ser alguien diferente cuando el
texto sagrado se refiere a algún otro rey ungido, como
David, Salomón, Saúl, o a algún sacerdote,
que también son ungidos por aceite sagrado o ungidos por
el Espíritu Santo, como es el caso de
Jesús.
En el Evangelio de san Juan Jesucristo se vincula
personalmente con la piedra-ara-altar de Dios, ya en el primer
capítulo del mismo evangelio Joánico. (en el
versículo 51). Pero para un profano en conocimientos
bíblicos ese versículo no Le dice nada. Para
comprenderlo hay que ir al capítulo 28 del Génesis,
al mismo texto que usamos para explicar la mística
escalera de Jacob. Y fijarnos en el ritual de UNGIMIENTO CON
ACEITE DE LA PIEDRA DONDE JACOB HABIA APOYADO SU CABEZA MIENTRAS
TENIA EL SUEÑO HIPERLÚCIDO CON LOS ÁNGELES
DEL SEÑOR QUE SUBIAN Y BAJABAN ENTRE EL CIELO Y LA
TIERRA.
Y Jacob, tocando esa piedra ungida en aceite hace un
juramento al Dios que se le apareció en la visión
espiritual. Y años más tarde vuelve a ese mismo
lugar y lo constituye como el Santuario conocido como Betel, o
Beit-El o Casa de Dios. Casi en los mismos términos con
que Salomón nombra al templo de Jerusalén. Casa de
Yahvéh. "El" es un nombre semítico de Dios
más antiguo que Yahvéh. No es un pronombre, es un
sustantivo que nombra al Dios del Cielo.
Jesús se identifica plenamente con la piedra
ungida por Jacob, pues dice, en el versículo 51 mencionado
anteriormente: DE CIERTO, DE CIERTO OS DIGO: DE AQUÍ EN
ADELANTE VEREIS EL CIELO ABIERTO Y A LOS ANGELES DE DIOS QUE
SUBEN Y DESCIENDEN SOBRE EL HIJO DEL HOMBRE. El Hijo del Hombre
es un título mesiánico usado por el Profeta Daniel
para nombrar al hombre celestial escogido por Dios para venir a
la Tierra como su representante y mesías. Y predice
también su muerte violenta.
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