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La espiritualidad, ser espiritual




    La espiritualidad, ser espiritual –
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    La espiritualidad, ser espiritual

    "Hemos sido creados para llevar adelante una
    civilización en continuo progreso tanto material como
    espiritual"(Baháulláh 1817-1892

    "Sé generoso en la prosperidad y agradecido en la
    adversidad. Sé digno de la confianza de tu prójimo,
    y mírale con rostro resplandeciente y amistoso. Sé
    para el pobre un tesoro, para el rico, un amonestador; sé
    uno que responde al llamado del menesteroso, y guarda la santidad
    de tu promesa. Sé recto en tu juicio y moderado en tu
    palabra. No seas injusto con nadie, y a todos muestra
    mansedumbre. Sé como una lámpara para quienes andan
    en tinieblas, una alegría para los entristecidos, un mar
    para los sedientos, un asilo para los afligidos, un sostenedor y
    defensor de la víctima de la opresión. Que la
    integridad y rectitud distingan todos tus actos. Sé un
    hogar para el forastero, un bálsamo para el que padece, un
    baluarte para el fugitivo. Sé ojos para el ciego y una luz
    de guía a los pies de los que yerran. Sé un
    ornamento del semblante de la verdad, una corona sobre la frente
    de la fidelidad, un pilar del templo de la rectitud, un
    hálito de vida para el cuerpo de la humanidad, una
    insignia de las huestes de la justicia, un lucero sobre el
    horizonte de la virtud, un rocío para la tierra del
    corazón humano, un arca en el océano del
    conocimiento, un sol en el cielo de la munificencia, una gema en
    la diadema de la sabiduría, una luz refulgente en el
    firmamento de tu generación, un fruto del árbol de
    la humildad.

    In "Pasajes do los Escritos de Bahá'u'lláh"
    (CXXX)

    La espiritualidad es el más grande de los dones que
    recibimos de Dios. La espiritualidad es el mayor don de Dios y
    "Vida Sempiterna" quiere decir "Volverse hacia Dios".
    (Abdul-bahá)

    La espiritualidad es, ser espiritual
    es:

    Convertirse en una persona integra; en una
    persona espiritual

    El concepto de espiritualidad en
    síntesis es:

    Los seres humanos han sido creados nobles
    por Dios.

    Los componentes fundamentales de la
    naturaleza humana son dos: el físico y el
    espiritual.

    El alma humana es lo que nos diferencia y
    distingue de los animales. Gracias a la mente, la cual constituye
    la facultad de nuestra alma, descubrimos y valoramos las leyes
    físicas que nos proveen de ciencias y artes.El
    conocimiento humano, así como las emociones, pueden ser
    constructivas e integradoras , o destructivas y
    desintegradoras.

    La fuente de la educación y
    orientación del alma humana la suministran, las
    enseñanzas de los reveladores de las religiones
    mundiales(profetas o manifestaciones de Dios :(Krishna-3000 antes
    de Cristo. Moisés-1500 a.c. Zoroastro-900 a.c Buda-500 a.c
    . Jesucristo- Mahoma-622 después de Cristo. El Báb-
    1844 d.c. y Bahá"u"lláh(La gloria de DIOS) 1863
    d.c.)

    Quienes , a lo largo de la historia,
    aportan las enseñanzas divinas que son conformes con las
    necesidades de la humanidad de su época.

    De acuerdo con esta definición, las
    personas espirituales son aquellas que realizan esfuerzos
    deliberados y conscientes por llevar una vida que permita el
    desarrollo óptimo e integrado de los aspectos
    físicos, emocionales, intelectuales y espirituales de su
    realidad humana , todo ello con la consideración debida a
    las enseñanzas espirituales adecuadas a su época.
    Tales personas viven más próximas a su creador, y
    Su voluntad, a su realidad interior y a la de sus
    congéneres. El instrumento para conseguirlo es el
    ejercicio de las facultades de conocimiento, amor y voluntad, con
    la ayuda de disciplina espiritual e intelectual y la
    realización de actos elevados.

    El estilo de vida espiritual lo constituye
    tres intereses principales: intereses acerca de uno mismo, las
    relaciones y el tiempo. ¿Cómo se conjugan dichos
    intereses en el marco de un estilo de vida espiritual?

    Las personas espirituales están
    abocadas a experimentar un sentido profundo de unidad. Llegan a
    entender y experimentar el hecho de que los seres humanos, en su
    verdadera esencia, son una sola e indivisible realidad.
    Comprenden que las diversas dimensiones de su ser físicas,
    emocionales, intelectuales y espirituales no son si no aspectos
    de su unidad fundamental. Saben que en la entraña de su
    realidad reside una naturaleza noble y espiritual, la cual
    trasciende e incorpora los diversos tipos de existencia, la cual
    conecta a la humanidad con el reino de las realidades
    espirituales. Este núcleo se halla, al principio, en un
    estado de potencialidad y se manifiesta sólo si realizamos
    el esfuerzo coordinado de elevarnos a niveles superiores de
    crecimiento y madurez sirviéndonos de nuestro propio
    conocimiento, amor y voluntad, a la luz de la razón y de
    la ciencia, junto con los valores espirituales de la verdad,
    unidad y servicio. Además, dentro del marco de estilo de
    vida espiritual, nos volvemos conscientes de nuestra unidad
    fundamental con los demás seres humanos, unidad que una
    vez realizada nos dota de una visión universal, un amor
    incondicional y un deseo continuado de servir a toda la
    humanidad.

    Las personas materialistas son personas solitarias, Se
    encuentran solas en su travesía vital, en su lucha por la
    existencia, y aun en su felicidad o tristeza. Las embarga la
    preocupación que sientes por si mismas, por su salud,
    éxito, posición social, aceptación por parte
    de los demás, necesidad de ser amados todo ello hasta un
    punto extremo. Todo puro ego. Y El poder y la competencia, una
    vez que se incorporan a sus vidas de seres solitarios e
    inseguros, se convierten en poderosas fuerzas de
    destrucción y violencia.

    Para las personas espirituales el proceso es bastante
    diferente.

    En ellas alienta la conciencia de que son seres nobles, que
    han sido creadas para conocer y amar. La adquisición del
    conocimiento les concede la victoria sobre la ignorancia y les
    dota de un poder y fortaleza verdaderos; pero se trata de un
    poder basado en la realidad y de una fortaleza que no se
    desvanece. Además, dicho poder queda realzado por la
    presencia del amor.

    En contra de la creencias y expectativas populares, el poder
    material no proporciona a la persona ningún sentido de
    seguridad y confianza. De hecho, las personas más
    poderosas , son más inseguras, vulnerables y proclives a
    la debilidad, la enfermedad, los accidentes y la muerte. En
    respuesta a estos sentimientos de inseguridad las personas
    ambiciosas de poder comienzan a competir con los demás con
    vistas a adquirir mayores medidas de control sobre si mismas y
    los demás. En su afán de seguridad y debido a que
    este proceso en definitiva se demuestra fallido, los poderosos
    terminan por recurrir al arma definitiva: deshacerse de los
    quienes consideran sus competidores y enemigos.

    El resultado de todo ello es la destrucción de
    sí mismos y de los demás. Tal ha sido el estado del
    mundo hasta la fecha.

    Frente al poder, el amor aporta a la persona un sentido
    profundo de estima y respeto hacia si misma, ayunándola a
    establecer relaciones de confianza con los demás. Y
    éstas son condiciones destinadas a general vida,
    crecimiento y creatividad. Aquí la violencia y la
    destructividad no tienen ocasión de medrar.

    Las principales preocupaciones de las personas espirituales
    guardan relación con la verdad y la iluminación por
    un lado, y la unidad y el servicio, por otro. Tal relación
    interpersonal se caracteriza por un amor incondicional, libertad
    respecto de la injusticia y el prejuicio, y la cualidad de la
    humildad. La arrogancia y el orgullo, carecen de lugar en la vida
    de la persona espiritual. Los conceptos de nobleza y de igualdad,
    propios de toda persona, dictan que nos comuniquemos y
    relacionemos con los demás con sensibilidad, respeto y
    amor.

    La humildad es otra cualidad especialmente valiosa para vivir
    una vida espiritual. Las personas humildes son conscientes de su
    existencia, así como su potencialidades y bazas, son
    regalos otorgados y que su responsabilidad es salvaguardar la
    vida y realizar el potencial de que están dotados.
    También son conscientes de que este proceso sólo es
    posible si se esfuerzan por llevar una vida de servicio y unidad
    a toda la humanidad.

    Otra cualidad del estilo de vida espiritual es el desapego.
    Las personas no pueden llevar vidas basadas en el desarraigo y la
    falta de vínculos. El sentir la necesidad de pertenencia y
    arraigo es algo natural. Debido a ello el concepto de desapego se
    entiende a veces de forma totalmente errónea. Desde la
    perspectiva de la espiritualidad, el desprendimiento se refiere a
    esa cualidad que coloca a la persona en posición de
    dominio sobre sus instintos y deseos, convirtiéndola en
    dueña de su vida y destino. La persona desprendida
    adquiere y emplea la riqueza material, las posesiones y el poder,
    no como fines en si mismos, sino como medios para alcanzar
    mayores grados de conocimiento, amor, unidad y servicio. En otras
    palabras, la calidad del desprendimiento libera a la persona del
    apego a su propia debilidad, mortalidad, pobreza, y existencia
    material, permitiéndola vincularse a la fuente verdadera
    del poder, vida y riqueza, que en últimas es Dios.

    La soledad es producto del enfoque materialista de la vida. La
    soledad se acentúa aún más

    Debido al amor que el materialista profesa por el poder y su
    tendencia a una conducta competitiva y potencialmente
    destructora. Son condiciones que no invita al desarrollo de
    relaciones humanas positivas. En estas circunstancias las
    personas se separan, sospechan las unas de las otras y se privan
    de la experiencia de una comunicación e intimidad
    significativas. La alineación y la desconfianza son los
    frutos de estas relaciones, y a pesar de sus ímprobos
    esfuerzos, los participantes no son capaces de desarrollar un
    tipo de colaboración madura y cooperativa.

    En contrate, las relaciones interpersonales constituyen para
    la persona espiritual el escenario en el que han de ejercitarse
    el conocimiento y el amor. El conocimiento exige la
    búsqueda de la verdad y de la realidad, la
    evitación de estereotipos y prejuicios, y una conciencia
    clara de la total interdependencia y unidad de la humanidad.
    Asimismo, el poder del amor actúa como un imán que
    atrae a las personas, erradica el extrañamiento y crea una
    atmósfera de reciprocidad, confianza, aliento y
    servicio.

    Es normal que en esa relación los participantes se
    sientan seguros y felices.

    Toda relación humana se mantiene segura y amorosa si
    los participantes se vinculan mediante un punto común de
    atracción. Dondequiera que las personas se ven
    atraídas por la misma fuente de significado,
    inspiración y amor, la intimidad que las une tiende a
    aumentar. El punto de atracción mutua ayuda a los
    implicados a pasar por alto las faltas y deficiencias ajenas, a
    amar incondicionalmente, a aceptar a los demás sin deseo
    de cambiarlos, y a no sentirnos indebidamente disgustados,
    aireados, agitados o despreciativos cuando no se cumplen nuestras
    expectativas. Debido a la importancia de hallar un punto de
    atracción mutua, todos consciente o inconscientemente
    solemos realizar tal elección en las relaciones
    interpersonales. Muchas personas tienden a escogerse como puntos
    mutuos de atracción. Otras se sienten atraídas por
    el poder, la fama y la riqueza. Dichos puntos de atracción
    son temporales y de carácter no fiable. En consecuencia,
    muy a menudo las personas se encuentran disgustadas,
    desilusionadas y desalentadas en su relaciones amorosa. Para la
    persona espiritual, sin embargo, el objetivo último de la
    atracción es de una naturaleza mucho más
    amplia.

    Las personas espirituales establecen una relación de
    amor con su Creador que luego extienden a todas las personas. En
    esa relación, al final la soledad y la alineación
    se superan, para ceder paso a la armonía y la unidad que
    logran establecerse. Tal relación debe caracterizarse
    necesariamente por la fidelidad. Las personas espirituales, son
    por definición, fieles a si mismas, a los demás
    seres humanos y a su Creador. En esencia, realizan una alianza
    consciente y deliberada en cualquier relación en la que se
    ocupen. Esta alianza sustenta la base de la confianza, franqueza
    y honestidad en la relación. En el mundo
    contemporáneo la calidad de la fidelidad es
    desgraciadamente escasa. La raíz de muchos problemas en
    las relaciones interpersonales, conyugales, familiares e
    internacionales se debe a su ausencia. El engaño preside
    las relaciones. La desconfianza predomina a tal punto que la
    verdadera amistad entre hombres y mujeres y personas de
    diferentes confesiones y procedencias se vuelven muy
    difícil de establecer.

    A fin de crear una relación espiritual necesitamos
    desarrollar varias cualidades. Entre ellas destaca el
    conocimiento de uno mismo. El conocimiento definitivo es el del
    yo, que es tanto como conocer a Dios. Cabe acrecentarlo mediante
    la facultad de la meditación, reflexionando sobre la
    creación y comprendiendo los procesos que
    redundarán en nuestro crecimiento, enriquecimiento y
    maduración, así como mediante el estudio de los
    principios espirituales que atesora la religión en su
    esencia pura y universal. Si bien la meditación abre las
    puertas del conocimiento, la oración aumenta nuestra
    capacidad de amar. La oración facilita a las personas la
    oportunidad de orientar sus corazones hacia el objeto de su amor,
    a comunicarse desde una posición de humildad,
    desprendimiento y servicio; y de convertirse en receptoras de un
    amor, misericordia e inspiración ilimitados. De este modo,
    la oración y la meditación, a si como otras
    disciplinas espirituales tales como el ayuno, se erigen en
    fundamentos indispensables del estilo de vida espiritual,
    esenciales para el desarrollo del autoconocimiento y sumamente
    valiosos para crear buenas relaciones.

    Para las personas materialistas, el pasado proporciona la
    ocasión de salir de la nada, en tanto que el futuro
    constituye el regreso a esa nada. Esta forma de pensar engendra
    un sentimiento profundo de preocupación y
    aprensión. Los materialistas intentan aliviar su
    preocupación y aprensión concentrándose en
    la hora presente. Recurren al alcohol y las drogas y embotan sus
    sentidos hasta aminorar su consciencia del pasado y del futuro.
    Se preocupan por trivialidades a fin de olvidar sus profundos
    niveles de ansiedad, apego material e inseguridad. Fijan toda su
    atención en su trabajo, salud física, éxito,
    logro y valores similares. Aunque las personas materialistas se
    esfuerzan con titánico afán por disfrutar el
    presente, al final se sienten ansiosas, insatisfechas, infelices
    e incapaces de disfrute alguno.

    Las personas espirituales la situación varia. El tiempo
    es eterno, la peripecia vital se resume en una travesía
    continuada y llena de significado; por una parte, y un proceso de
    avance y maduración, de amor y unidad por otra. Las
    personas espirituales contemplan su pasado con gratitud por haber
    sido creadas y su presente como oportunidad de enriquecer la
    vida, cumplir su propósito y plasmar su potencial.
    Además, contempla el futuro como una nueva etapa
    más en el proceso inacabable de desarrollo, madurez,
    conciencia e iluminación. Ven la muerte como el nacimiento
    a un nuevo estado, más glorioso y misterioso que nuestra
    muerte al mundo de la matriz y el nacimiento a la vida de
    acá.

    Para los materialistas, la muerte es la encarnación
    misma de la nada: fracaso y privación. En tanto que la
    persona espiritual se prepara para la continuación de su
    travesía en la vida, la persona materialista rechaza la
    existencia de esa travesía.

    Conforme la humanidad entre en su edad de cumplimiento y
    relegue las confusiones, incongruencias y limitaciones de sus
    etapas de infancia y adolescencia, estudiará y
    comprenderá la espiritualidad de una forma más
    pormenorizada e iluminada.

    Nos aproximamos a una era en la que la ciencia y la
    religión han de reconciliarse; la mente y el
    corazón se reunirán; en que serán iguales el
    hombre y la mujer; en que blancos y negros, rojos y amarillos se
    profesarán amor; la justicia y la unidad
    impregnarán la política del planeta; y lo que antes
    se vio como utopia se convertirá en los planos de obra de
    la nueva civilización.

    No obstante, para inaugurar esta nueva era se necesita un
    cambio profundo de actitudes y hábitos, La apertura es el
    sello distintivo de la época de la madurez. Las personas y
    sociedades maduras poseen mentes, corazones y hogares abiertos.
    La madurez es una época en la que hemos de buscar
    diligentemente la verdad, proceda de donde proceda; amarnos
    incondicionalmente y celebrar, antes que temer, nuestra
    diversidad; y contemplar el planeta Tierra como nuestra morada
    colectiva, antes que como un campo de batallas donde rivalizan
    culturas, ideologías e intereses contrapuestos. Ya es
    mucho lo que se avanza en esa línea. Sin embargo, para que
    el proceso culmine felizmente, todos y cada uno habremos de
    participar activamente en ese cambio, crecimiento e
    iluminación.

    En el espíritu de estos pensamientos son las siguientes
    palabras, las que marcan el camino de un estilo de vida
    espiritual(Sacado del libro La psicología de la
    espiritualidad de; H. B. Danesh, siquiatra desde hace 40
    años y miembro de la comunidad mundial, fe,
    religión Bahái)

    Estas hermosas, sabias, misericordiosas ,amorosas,
    serviciales, solidarias justas palabras de
    Baháulláh,, basadas en el amor y servicio a toda la
    humanidad marcan el camino de un estilo de vida espiritual, donde
    nuestros pensamientos y acciones, están en pensar antes en
    los demás que en nosotros mismos. ?"Ama a tu
    prójimo MÁS que a ti mismo"?"Aún el plan
    mejor elaborado, si no esta basado en lo espiritual, no
    dará buenos frutos, que beneficien a todos por igual, pues
    solo lo espiritual hace que pensemos antes en los demás
    que en nosotros mismos" "Hemos sido creados para llevar adelante
    una civilización en continuo progreso tanto material como
    espiritual"(Baháulláh 1817-1892

    "Sé generoso en la prosperidad y agradecido en la
    adversidad. Sé digno de la confianza de tu prójimo,
    y mírale con rostro resplandeciente y amistoso. Sé
    para el pobre un tesoro, para el rico, un amonestador; sé
    uno que responde al llamado del menesteroso, y guarda la santidad
    de tu promesa. Sé recto en tu juicio y moderado en tu
    palabra. No seas injusto con nadie, y a todos muestra
    mansedumbre. Sé como una lámpara para quienes andan
    en tinieblas, una alegría para los entristecidos, un mar
    para los sedientos, un asilo para los afligidos, un sostenedor y
    defensor de la víctima de la opresión. Que la
    integridad y rectitud distingan todos tus actos. Sé un
    hogar para el forastero, un bálsamo para el que padece, un
    baluarte para el fugitivo. Sé ojos para el ciego y una luz
    de guía a los pies de los que yerran. Sé un
    ornamento del semblante de la verdad, una corona sobre la frente
    de la fidelidad, un pilar del templo de la rectitud, un
    hálito de vida para el cuerpo de la humanidad, una
    insignia de las huestes de la justicia, un lucero sobre el
    horizonte de la virtud, un rocío para la tierra del
    corazón humano, un arca en el océano del
    conocimiento, un sol en el cielo de la munificencia, una gema en
    la diadema de la sabiduría, una luz refulgente en el
    firmamento de tu generación, un fruto del árbol de
    la humildad.

    In "Pasajes do los Escritos de Bahá'u'lláh"
    (CXXX)

    La espiritualidad es el más grande de los dones que
    recibimos de Dios. La espiritualidad es el mayor don de Dios y
    "Vida Sempiterna" quiere decir "Volverse hacia Dios".
    (Abdul-bahá)

    La espiritualidad no siempre ha sido entendida por todos de
    manera correcta. Ha sido confundida, a veces con otros aspectos
    de la experiencia humana que, si bien pueden tener su valor, no
    son el núcleo de la espiritualidad. La espiritualidad es
    entendida como la dimensión y el nivel incondicionado del
    ser humano, es experimentada como orden interno total, como
    ausencia de conflicto. La espiritualidad también es
    experimentada como amor universal y libertad incondicional. La
    espiritualidad no es personal. La espiritualidad no es un asunto
    de desarrollo personal porque la espiritualidad trasciende al ego
    en sí misma es universal. La espiritualidad no nos hace
    mas privado si no más universales, menos personales y
    egocéntricos, nos lleva a interesarnos en el bienestar de
    todos los seres, no solo en el propio bienestar personal
    nuestro.

    La espiritualidad nos lleva a la percatación de que el
    conocimiento adecuado del universo que habitamos solo es posible
    si está relacionado con el propio autoconocimiento, que no
    es posible tener un conocimiento responsable del universo que
    habitamos si no nos conocemos a nosotros mismos, y a Dios, " El
    orbe central del Universo, su esencia y fin último" pues
    somos parte, e igual que el universo creación de DIOS

    Efectivamente como bien dice Abdul-Bahá:

    El espíritu del hombre aparece y se manifiesta en la
    condición de embrión, llegando a tener un
    desarrollo sin límite en esta vida con su cuerpo material
    y después de dejar su cuerpo material, en otros mundos de
    Dios, en otros planos, su evolución es indefinida, el
    espíritu humano o el alma es eterno y siempre
    viviente.

    El espíritu debe ayudar al cuerpo en ciertas
    circunstancias, porque por sí mismo, el cuerpo no resiste
    la presión de ciertas penalidades. En la medida que el
    cuerpo humano es débil , el espíritu del hombre es
    fuerte, posee una fuerza sobrenatural que trasciende todo lo
    contingente, tiene vida inmortal que nada puede destruir o
    pervertir… ¡Cuán poderoso es el espíritu
    del hombre en comparación con su débil cuerpo!
    (Addul-Bahá).

    Está muy bien ser espiritual, además creo que
    tenemos que serlo pero debemos ser espirituales
    prácticos.

    ser prácticos es usar todos nuestros recursos humanos y
    aunque estamos formados por un cuerpo, y un espíritu, la
    realidad del ser humano no es su cuerpo si no su alma-
    espíritu, Si no aceptamos las posibilidades desconocidas,
    espirituales que hay en nosotros no podremos establecer
    más que relaciones superficiales con otros seres humanos y
    no seremos capaces de ayudarles a desarrollar su potencial ni
    nosotros el nuestro.

    Puesto que las potencialidades que hay en su ser humano son
    una parte extremadamente importante de su realidad, de hecho la
    base de su crecimiento futuro, deben ser aceptadas por los
    demás y ocupar su lugar en las relaciones humanas para que
    puedan sentirse aceptados plenamente.

    hay que utilizarlos inteligentemente y ser prácticos, y
    con moderación, no solo se debe rendir culto al cuerpo, a
    las cosas materiales, y como está de moda en nuestra
    cultura , pues se caería, y se cae en la frivolidad y
    superficialidad de las cosas

    que no tienen mayor transcendencia, y de ahí la falta
    de valores, de espiritualidad, de sálvese quien pueda, de
    tanto tienes material mente tanto vales, a lo que me recuerda una
    frase que dice eres tan pobre que solo tienes dinero.

    Tampoco se puede, se debe trabajar solo el espíritu, si
    no la mente el intelecto, para adquirir conocimientos, tantos
    intelectuales como espirituales para ponerlos al servicio de los
    demás.

    Estudiad las ciencias, adquirid cada vez más
    conocimiento. ¡Ciertamente debemos aprender hasta el fin de
    la vida! Emplead vuestro conocimiento siempre en beneficio de los
    demás;(Ahí entra la espiritualidad) de tal modo que
    la guerra sea borrada de la superficie de esta hermosa tierra, y
    sea erigido un glorioso edificio de paz y concordia. Esforzaos
    para que vuestros elevados ideales se lleven a cabo en el Reino
    de Dios en la tierra, así como se realizarán en el
    Cielo. (Abdul-Bahá).

    Las perfecciones espirituales, son un derecho de nacimiento de
    la persona y sólo a ella pertenecen entre todos los seres
    creados. El ser humano es, en realidad, un ser espiritual, y
    solamente cuando vive en espíritu es, en verdad,
    feliz.

    El conocimiento, si no va acompañado de sentimiento y
    espiritualidad, difícilmente pueda ser utilizado para el
    bien común y progreso de la humanidad, hasta el plan
    económico-social, mejor elaborado, si no está
    basado en una espiritualidad, no dará frutos buenos, pues
    solo lo espiritual, hace que pensemos antes en el bienestar de
    los demás, que en nosotros mismos. Ama a tu prójimo
    más que a ti mismo(Baháulláh).

    El espíritu humano

    Es una realidad eterna, indestructible, que pertenece a la
    Divinidad, al Reino sobrenatural, una realidad con la que se
    ilumina al mundo y se concede al hombre vida eterna, esta
    realidad espiritual , es aquella que descubre los acontecimientos
    pasados y que contempla las perspectivas del futuro, es el rayo
    del sol de la verdad. El espíritu humano o el alma
    racional gozan de un mundo que no tiene comienzo y que no
    tendrá fin.

    Desde su infancia, el niño debe ser amamantado del
    pecho del amor de Dios y nutrido en el abrazo de su conocimiento,
    para que pueda irradiar luz, crecer en espiritualidad, colmarse
    de sabiduría y erudición, y adquirir las
    características de la hueste angelical.
    (Abdulbahá)

    Es verdad que la espiritualidad derrotará al
    materialismo, que lo celestial subyugará a lo humano, y
    que por medio de la educación divina, las masas de la
    humanidad en su generalidad darán grandes pasos en todos
    los grados de la vida, a excepción de aquellos que
    están ciegos y sordos y mudos y muertos.

    La religión debería unir a todos los corazones y
    hacer que las guerras y las disputas se desvanecieran de la faz
    de la tierra, dando nacimiento a la espiritualidad, confiriendo
    vida y luz a cada corazón.

    Cómo alcanzar la espiritualidad es, efectivamente, una
    cuestión a la que cada joven, ya sea hombre o mujer,
    tendrá, tarde o temprano, que buscar una respuesta
    satisfactoria. Es precisamente debido a que no se ha dado ni se
    ha hallado tal respuesta satisfactoria por lo que la juventud
    moderna se encuentra perpleja y, en consecuencia, se ve
    arrastrada por las fuerzas del materialismo, que con tanta fuerza
    están socavando las bases de la vida moral y espiritual
    del hombre.

    En efecto, la razón principal de los males que
    actualmente son endémicos en la sociedad es la falta de
    espiritualidad. La civilización materialista de nuestra
    época ha absorbido la energía y el interés
    de la humanidad de tal manera que la gente en general ya no
    siente la necesidad de elevarse por encima de las fuerzas y
    condiciones de su existencia material diaria. No existe la
    suficiente demanda de aquellas cosas que debiéramos
    calificar de espirituales como para diferenciarlas de las
    necesidades y exigencias de nuestra existencia física.

    Las causas de la crisis universal que aflige a la humanidad
    son, por lo tanto, fundamentalmente espirituales. El
    espíritu de la época, en general, es irreligioso.
    La actitud del hombre hacia la vida es demasiado grosera y
    materialista como para permitirle elevarse hacia los reinos
    más altos del espíritu.

    Es esta situación tan tristemente morbosa en que ha
    caído la sociedad la que la religión trata de
    mejorar y transformar; pues el núcleo de la fe religiosa
    es aquel sentimiento místico que une al hombre con Dios.
    Este estado de comunión espiritual puede darse y
    preservarse mediante la meditación y la oración.
    Ésta es la razón por la cual
    Bahá'u'lláh ha hecho tanto hincapié en la
    importancia de la adoración. No basta con que el creyente
    simplemente acepte y observe las enseñanzas. Debe,
    además, cultivar el sentido de la espiritualidad, que
    puede conseguir principalmente mediante la oración. La Fe
    Bahá'í, como todas las demás Religiones
    divinas, es de índole esencialmente mística. Su
    objetivo principal es el desarrollo de la persona y de la
    sociedad, mediante la adquisición de virtudes y poderes
    espirituales. El alma del hombre es lo que ha de alimentarse en
    primer lugar. Y lo que mejor puede proporcionarle este alimento
    espiritual es la oración. Las leyes y las instituciones,
    según las concibe Bahá'u'lláh, sólo
    pueden llegar a ser realmente efectivas cuando nuestra vida
    espiritual interior haya sido perfeccionada y transformada. De
    otro modo, la religión degenerará, se
    convertirá en una simple organización y
    pasará a ser algo muerto.

    Los creyentes, especialmente los jóvenes,
    deberían darse cuenta perfectamente de la necesidad de la
    oración. Pues la oración es absolutamente
    indispensable para su desarrollo espiritual interior, y esto,
    como ya se ha dicho, es la propia base y el propósito de
    la Religión de Dios.

    El desarrollo, según el punto de vista
    bahá'í, es un proceso orgánico en el que "lo
    espiritual se expresa y se realiza en lo material". El desarrollo
    significativo requiere que el proceso aparentemente
    antitético

    del progreso individual y avance social, de
    globalización y descentralización, y de promover
    las pautas universales y fomentar la diversidad cultural, se
    armonicen.

    Ejercitamos nuestra espiritualidad cuando:

    – Somos disciplinados y, por supuesto, amamos. En nuestra vida
    la espiritualidad tiene el mismo efecto que el agua para con una
    planta.

    – Somos disciplinados. Ser disciplinado significa perseverar
    en sostener pensamientos nobles y elevados; y en orientar
    nuestras energías mentales y espirituales hacia el
    Espíritu.

    – Amamos. El amor es el lenguaje más importante; es a
    través de las oraciones diarias que nos conectamos con la
    Fuente de Todo Amor, Dios, nuestro Bien amado.

    – Dejamos de pensar en nosotros mismos para pensar en nuestro
    prójimo, en sus necesidades, en sus anhelos y en
    cómo podemos ayudarlos en su búsqueda de la
    felicidad.

    SERVICIO la verdadera espiritualidad con sentido
    común

    las enseñanzas de Bahá"u"lláh resaltan el
    aspecto social de la vida moral. Los bahá"ís son
    exhortados a trabajar en pos del progreso de la
    civilización. El desarrollo moral no puede estar asilado
    del compromiso con el bienestar común.

    La verdadera espiritualidad no es la de sálvanos
    nosotros particularmente si no una salvación universal,
    para ello, deberemos de trabajar, por toda la humanidad, amarla,
    tratar de servidla, trabajando por la paz, la justicia, la unidad
    en diversidad y fraternidad universal. El sentido completo de
    nuestras vidas está entrelazado con las vidas de todos los
    seres humanos: no es una salvación personal lo que
    buscamos, sino una universal. No se espera de nosotros que nos
    fijemos en nosotros mismos y digamos "Ahora ocúpate de
    salvar tu alma y reservarte un lugar confortable en el Otro
    Mundo" No, se nos exhorta a ocuparnos de traer el Cielo a este
    Planeta

    Quien sirve alcanzará la vida eterna. "Abdu
    "l-Bahá

    Siempre que los ángeles aparecen en el horizonte de
    nuestra historia están al servicio de Dios; y, como dice
    la tradición, los ángeles están dotados de
    alas para atender la voluntad divina con la máxima
    eficiencia y rapidez.

    El servicio eleva al hombre y lo hace alcanzar la proximidad
    de Dios. El Báb asevera que "Todos somos sus siervos y
    todos nos atenemos a su mandato. "

    En cada minuto de nuestra vida podemos servir. Esto
    está dentro de las alternativas que pueden observarse
    cuando utilizamos nuestro libre albedrío.

    Ejercemos el servicio cuando:

    – Ofrecemos ayuda al prójimo antes que éste nos
    haya suplicado auxilio.

    – Prestamos algún servicio a los demás sin
    esperar ningún tipo de reconocimiento o recompensa
    material.

    – Apoyamos las iniciativas comunitarias dirigidas hacia el
    logro de una mejor calidad de vida para las personas necesitadas
    y al dedicarles parte de nuestro tiempo.

    Un brillante ejemplo de servicio producido a mediados del
    siglo XIX y XX es "Abdu"l-Bahá, quien había nacido
    con el nombre de Abbas Effendi en 1844, adoptó como nombre
    y modelo de vida el título de "Abdu"l-Bahá, es
    decir, Siervo de Dios. Amaba especialmente a los dolientes de
    esta tierra, su amor abarcaba a todos y, hasta 1921, cuando
    falleció, fue como un cirio que se consumía, gota a
    gota, mientras derramaba luz por dondequiera que pasaba.
    Describiéndose a sí mismo dijo:

    "Mi nombre es "Abdu"l-Bahá.. (Siervo de Dios. Y de la
    humanidad Mi realidad es "Abdu"l-Bahá. No tengo ni
    jamás tendré otro nombre, título,
    mención o elogio más que el de "Abdu"l-Bahá.
    Este es mi deseo. Este es mi mayor anhelo. Esa es mi vida eterna.
    Mi eterna gloria. "

    Obviamente, la espiritualidad es una de las principales
    señales y una característica de los seres
    angelicales. Es un puente que está establecido entre este
    mundo y el mundo del más allá; entre esta vida y la
    vida eterna. Cultivando esa espiritualidad descubriremos el
    sentido de nuestra vida y comulgaremos con el Todopoderoso.

    La espiritualidad es un ejercicio del alma y por eso,
    necesariamente, deberán rezar, suplicar y meditar; pues
    "cuando el hombre ora está ante la presencia de Dios".
    (Fe, Religión Bahái)

    Con el deseo de que cada vez intentemos ser más
    espirituales, saludos afectuosos, llenos de paz, amor, unidad,
    servicio…

    "Sonríe que estamos en esta vida para hacernos felices,
    ayudarnos y servirnos los unos a los otros.

     

     

    Autor:

    Jesús Rafael González García

     

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