- Dios,
inmanente y trascendente - El
Teatro: sueño y juego - El
juicio y sus consecuencias - Religión y
vivencia - Bibliografía
(1)Nuestra época ha conocido y conoce dolorosas
divisiones y enfrentamientos entre grupos y pueblos
cuya tradición religiosa corresponde a las Religiones del Libro. Este
trabajo,
presentado en el Congreso sobre la vida y obra de Farid Uddin
Attar, celebrado en Nishabur (Irán)
en 1995, y actualizado en 1999, pretende lanzar un modesto
llamado al amor, la
unión y la comprensión. Que así sea.
Dos épocas, dos culturas,
dos perspectivas cosmovisivas y vitales confluyen en un mismo
punto: el lenguaje,
los anhelos, temores, tentaciones de los pájaros. Attar,
en Persia, entre los siglos VI-VII después de la
Héjira–XII y XIII según el cómputo
cristiano del tiempo–;
Cyrano de Bergerac, en la primera mitad del siglo XVII
francés. Místico indudable el primero, atrevido
librepensador el segundo, con fama de incrédulo.
Musulmán sunnita uno, íntimamente vinculado al
sufismo; racionalista cartesiano, aventurero, crítico
hasta el cinismo el otro, sobre todo con respecto a la religión tradicional
e institucional. ¿Qué podría haber de
común, ni siquiera de similar entre dos hombres tan
diferentes? ¿Basta para justificar una comparación
la simple coincidencia en ambos de la asamblea de los
pájaros(2) con vistas a esclarecer o proclamar ciertas
verdades? ¿No podría tratarse, en el caso de
Cyrano, de un antiguo recurso literario, vacío de
cualquier significado que no sea la crítica
de la época? Y en tal caso, ¿tendría sentido
establecer el paralelo entre ambos?
Todas estas interrogantes
parecen confirmarse al examinar siquiera someramente sus vidas.
Attar, hombre muy
tolerante con otros modos de pensar, no merma por ello sino
aumenta su profunda piedad y el respeto a la
Ley
Islámica. Su vida transcurre entre la farmacopea y la
búsqueda de Dios, tan vinculadas entre sí por lo
demás en la Edad Media
como muestra la obra
de los alquimistas. Cyrano, libertino y estudioso constante de
las ciencias y la
filosofía modernas, pasa su vida entre
duelos y aventuras y emplea la burla rabelesiana contra cualquier
modo de pensar diferente del de sus maestros Descartes y
Campanella. Una inesperada conversión–para algunos
dudosa–en vísperas de su muerte
contrasta visiblemente con el sufismo de Attar.
Pero uno y otro colocan en boca
de los pájaros verdades muy difíciles de comunicar.
Las del místico musulmán lo son por su carácter paradójico: expresar lo
inexpresable, inducir a una búsqueda cuya meta era el
punto de partida, descubrir mediante el viaje exterior devenido
viaje interior (Corbin,1998:142-154). El cartesiano
europeo debe por su parte cuidarse de la represión de las
instituciones.
Pero también el viaje le permite el encuentro con
inesperadas verdades que terminan esclareciendo su propio
interior. En un caso, los pájaros, provenientes del cielo,
tienen las alas de los ángeles.
En el otro, son víctimas inocentes del género
humano, con mayor sensibilidad y entendimiento que el hombre para
lo realmente esencial. Es casi imposible que Cyrano conociera los
escritos de Attar, pues sus primeras traducciones a lenguas
europeas fueron hechas por S. de Sacy y Garcin de Tassy–el
Mantic Uttair, la obra que en este caso nos interesa–a
principios del
siglo XIX, en plena época de auge del orientalismo en
Europa(3). No
obstante, muchas ideas filosóficas y místicas
provenientes del mundo islámico se habían asentado
en Europa desde la Edad Media, en muchos casos a través de
obras científicas y literarias, consideradas menos
peligrosas o indeseables, por la censura, que las
filosóficas y religiosas.
Todo viaje constituye un
riesgo, nos
advierten ambos autores, y por ello nos decidimos a afrontarlo en
una comparación entre ambos, cuya sola premisa es el
desconcierto que en el lector provoca la coincidencia entre las
asambleas de pájaros, unos que discuten los pro y los
contra de marchar en busca de su rey, otros que han establecido
un reino de armonía y paz y juzgan a una extraña
criatura–el hombre–a causa de la corrupción del género humano,
manifestada en el abuso que hace de la Creación.
Página siguiente |