- El
experimento de los indiscernibles y la necesidad del mundo del
arte - La TI
propiamente dicha - Breve
análisis de tres críticas a la TI - Conclusión:
¿Qué esperamos cuando esperamos algo de una
teoría?
El objetivo del
trabajo es i)
identificar las diferencias en la aplicación del concepto de
"mundo del arte" entre la
propuesta de Danto[1] y la de Dickie y ii) evaluar
la razón de que Danto no parezca satisfecho con el alcance
epistemológico de esta categoría, en función de
lo cual propone la definición ontológica de obra de
arte como significado encarnado.
A su vez esperamos mostrar que si esta insuficiencia de las
capacidades explicativas del concepto de artworld
estuviera justificada, entonces la concepción de Dickie
vería acortadas sus potencialidades
epistémicas, cuestión ésta que el proyecto
teórico de Danto pondría de manifiesto. Para ello,
evaluaremos de manera acotada los cargos de tres críticas
a la Teoría
Institucional (en adelante TI): Galder Reguera, Pérez
Carreño y Gerard Vilar.
I. El experimento de
los indiscernibles y la necesidad del mundo del
arte.
Algunas producciones neovanguardistas del sesenta y setenta
del pop art, del minimal, y del arte conceptual se ubican
en la extensa tradición heredera de los readymade.
Este tipo de obras (sincrónicas del incipiente interés de
Danto por la filosofía de arte) ejemplificaron lo que
Robert Yanal llama la «paradoja de Danto», su
interés por los indiscernibles.
Al respecto, Francisca Pérez Carreno[2]
afirma:
El arte conceptual favoreció el surgimiento de teorías
como la institucional o de anti-teorías como las
post-wittgensteinianas. Son las prácticas conceptuales las
que han hecho de la cuestión ¿qué es el
arte? o ¿es esto arte? un punto central de la
filosofía del arte contemporáneo.
La «paradoja de Danto» se refiere a la posibilidad
real (pero también filosófica) de encontrarse con
(o diseñar) dos objetos materialmente idénticos
que, sin embargo, son categorizados en distritos
ontológicos diferentes; por ejemplo: una obra de arte y
una mera cosa o artefacto.
Estos son, para Danto, los problemas
genuinamente filosóficos: dos o más objetos
perceptivamente indiscernibles que, no obstante, se nos presentan
como pertenecientes a diferentes niveles ontológicos
(apariencia-realidad) o tipos (sueño-vigilia,
arte-realidad); y allí donde los procedimientos
filosóficos se ajustan con mayor conformidad.
El razonamiento dantiano (pero también neo-dadá:
la búsqueda de la aporía estética como el objetivo de su proyecto
artístico) se desarrolla sucintamente del siguiente modo:
un mera cosa, v.gr. un urinario, y una obra de arte, por
ejemplo:Fuente de Duchamp, son materialmente
idénticos; es decir, comparten todas sus propiedades
físicas. También son equivalentes
estéticamente desde el momento en que sus apariencias
son idénticas, pese a lo cual sus taxones
ontológicos son disímiles: en un caso se trata de
un artefacto y en el otro de una obra de arte. Entonces, sea lo
que sea la artisticidad del objeto, no puede residir en ninguna
propiedad
material, estética, o perceptible. Por lo tanto, "las
diferencias" deben buscarse en alguna propiedad relacional o
institucional o social, por ejemplo, la pertenencia a un
"mundo del arte".
Así, a la categoría "mundo del arte" se le
adscribe el rol ontológico de la determinación de
la identidad
artística de un objeto. Por otro lado, señala
María Alcaraz León[3], la
noción de mundo del arte cumple también un papel
epistemológico en la identificación e interpretación de las obras de arte. Vemos
a Fuente como arte por un entorno de teoría y
práctica artística que habilita el camino a
esta individualización, al tiempo que
especifica cierto contexto que debe funcionar como matriz
estilística "o algo similar", y dar curso a algunas
interpretaciones e invalidar otras.
Danto entiende que estas obras, así como la
paradigmática Brillo Box de Warhol, ejemplificaban
la naturaleza
misma del problema del arte: que no es posible ni identificar ni
definir los objetos artísticos a través de mera
información sensible, puesto que una
cosa y una obra de arte pueden ser perceptivamente
idénticos.
El experimento de los indiscernibles pone de relieve que
ver algo como arte demanda un
contexto que el ojo no puede advertir. Esa atmósfera de
teoría y conocimiento
artísticos, es lo que entiende Danto por mundo del
arte.
El concepto filosófico de artworld señala
que el estatus de arte no depende de cualidades especificables en
términos de conceptos abiertos o cerrados (algo a lo que
habían dado curso las propuestas escépticas y
anti-teóricas neo-wittgensteinianas), sino de estar
inmersos, el artista, la obra y el público, en
prácticas, instituciones,
valores,
intereses, creencias, discursos, en
suma, una forma de vida.
Por otro lado, las dos condiciones que Danto precisa para la
peculiaridad de las obras de arte son i) ser acerca de algo y ii)
encarnar o expresar lo representado. Con la primera distingue las
obras de arte de las meras cosas (sea lo que sea la
meridad de un objeto; todo aquello que no ha sido
producido con una intención significante carecería
de acerqueidad, sobrequé, concernencia,
aboutness); con la segunda, las obras de arte de otras
representaciones no-artísticas (palabras, discursos,
señales, logotipos, ideogramas, marcas,
íconos, radiografías, escudos, banderas, himnos,
monedas, etc.). Así, en La transfiguración del
lugar común[4] llega a la
definición de obra de arte como significado
encarnado.
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