- El imperialismo del siglo
XXI - Fatalismo
neoliberal - Clases
y estados I - Tres
modelos en discusión - Los cambios en
la concurrencia interimperialista - Clases
y estados II - La
combinación de los tres modelos - Cuatro
desafios politicos
El resurgimiento de la teoría
del imperialismo
está modificando el análisis de la
globalización. Esta concepción explica la
polarización mundial de ingresospor la transferencia
sistemática de recursos de los
países periféricos hacia los capitalistas del
centro. Esta asimetría acentúa la dependencia y
provoca agudas crisis en
Latinoamérica, que se profundizarán
si se consuma el proyecto del
ALCA. El
correlato político de esta iniciativa es un proceso de
recolonización política y su
consecuencia militar es la intervención más abierta
del gendarme norteamericano. La dominación imperialista no
es una fatalidad, ni obedece a una superioridad cultural de los
países avanzados.
La mayor asociación entre las clases dominantes
del centro y la periferia coexiste con la profundización
de la brecha entre ambas regiones. Esta fractura desmiente la
existencia de un proceso de transnacionalización uniforme.
La incapacidad de las burguesías del Tercer Mundo para
erigir sistemas
capitalistas prósperos no puede ser corregida por otros
grupos
sociales.
Un segundo aspecto de la teoría del imperialismo
esclarece las relaciones prevalecientes entre las potencias en
cada etapa del capitalismo.
Existe un intenso debate sobre
la evolución contemporánea de estas
vinculaciones. La tesis de la
concurrencia interimperialista refuta los mitos
neoliberales de la globalización, pero no explica las razones
que inhiben la confrontación bélica entre estados
rivales. El enfoque transnacionalista registra la creciente
integración de capitales, pero desconoce
que la competencia
continúa mediada por las clases y los estados nacionales.
Esta omisión adopta formas extremas en la teoría
del Imperio de A. Negri. La visión superimperialista
constata la evidente hegemonía norteamericana, pero
desconoce que este liderazgo no
ha creado relaciones de dominación entre los países
desarrollados comparables a las vigentes en la
periferia.
Un enfoque adecuado del imperialismo
contemporáneo requiere interpretar cómo se combinan
las tendencias a la rivalidad, la integración y la
hegemonía con las nuevas formas de funcionamiento del
capitalismo. Las analogías corrientes con la decadencia
romana oscurecen esta indagación.
Los antagonistas sociales y políticos del
imperialismo están recobrando fuerzas en todo el mundo, a
través de la protesta global, la recuperación de la
clase obrera y
las rebeliones en la periferia. Un proceso de maduración
política socialista comienza a notarse en las discusiones
sobre el internacionalismo, el programa
antiimperialista, el carácter del estado y los
sujetos de la transformación social.
EL IMPERIALISMO DEL SIGLO
XXI
El renovado interés
que suscita el estudio del imperialismo está modificando
el debate sobre la globalización, hasta ahora
exclusivamente centrado en la crítica
al neoliberalismo
y el análisis de los rasgos novedosos de la
mundialización. Una noción desarrollada por los
teóricos marxistas de principios del
siglo XX -que alcanzó gran difusión durante los 70-
despierta nuevamente la atención de los investigadores, ante el
agravamiento de la crisis social del Tercer Mundo, la
multiplicación de conflictos
bélicos y la competencia descarnada entre
corporaciones.
El imperialismo es una noción que conceptualiza
dos tipos de problemas..
Por un lado, las relaciones de dominación vigentes entre
los capitalistas del centro y los pueblos periféricos y
por otra parte, las vinculaciones prevalecientes entre las
grandes potencias en cada etapa del capitalismo.
¿Qué actualidad presenta esta teoría?
¿En qué medida contribuye a esclarecer la realidad
contemporánea?
UNA EXPLICACIÓN DE LA POLARIZACIÓN
MUNDIAL
La polarización mundial de los ingresos confirma
la importancia de esta concepción en su primer sentido.
Cuándo la fortuna de 3 multimillonarios sobrepasa el PBI
de 48 naciones y cada cuatro segundos un individuo de
la periferia muere de hambre, resulta difícil ocultar que
el ensanchamiento de la brecha entre los países avanzados
y subdesarrollados obedece a relaciones de opresión. Ya es
indiscutible que esta asimetría no es un acontecimiento
"pasajero", ni será corregida por el "derrame" de los
beneficios de la globalización. Los países
periféricos no son sólo "perdedores" de la
mundialización, sino que soportan una
intensificación de las transferencias de recursos que
históricamente frustraron su crecimiento.
Este drenaje ha provocado la duplicación de la
miseria extrema en las 49 naciones más empobrecidas y
mayores deformaciones en la acumulación fragmentaria de
los países dependientes semiindustrializados. En este
segundo caso, la prosperidad de los sectores insertos en la
división internacional del trabajo se
consuma en desmedro de las actividades económicas
destinadas a los mercados
internos.
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