- Unas palabras de
presentación - Ciencia
y religión: aproximación a dos conceptos cuyos
contenidos devienen entre sí
complementarios - Del por
qué de la religión y las
religiones - Sucinta
Organización del Universo - Análisis de
las tres teorías occidentales más importantes
en relación con la
religión. - Apuntes
concretos acerca de la
comunicación - De la
Sabiduría - El papel
que juega la herencia - Cuestiones de
conocimiento urgente - Las
tradiciones: pesados ropajes para el
hombre - Breve
historia de la Cruz: pasado, presente y sustitución
futura - El
Tabernáculo en el Desierto - Piedra
Filosofal: en qué consiste y cómo se
construye - Los Tres
Cielos existentes - Cristo y
Jesús: sus respectivas identidades y
diferencias - Qué es la
Memoria de la Naturaleza, también denominada Registros
Akáshicos - La
oración del Padrenuestro: su
exégesis - Esquema
abreviado del proceso evolutivo - Las
glándulas endógenas o "Las siete
rosas" - De la
clarividencia - De la
importancia de la astrología - La
guerra: Filosofia y posición ante
ella - Por
qué curan los Rosacruces y cómo lo
hacen - Bajo la
órbita de Acuario - Constitución
de la Tierra - Devas,
Ángeles y Espíritus de la
Naturaleza - La
estrella de Belén - La sangre
purificadora de Cristo –
Jesús - La
oración: sus requisitos y poder - Desarrollo futuro e
Iniciación - Acerca
del conocimiento directo - Cristián
Rosenkreuz y La Orden de los Rosacruces - La
Fraternidad Rosacruz - Bibliografía
base de la
recopilación
Unas palabras de
presentación
… que las distintas sociedades en
que se estructura el
mundo occidental constituyen en la actualidad el frente
más avanzado de la civilización, es una
conclusión que resulta prácticamente
indestructible.
Ello es fehacientemente obvio si reparamos en cuestiones tales
como: el nivel tecnológico alcanzado, la marcada tendencia
a asumir los dictados de la razón como instrumentos de
primer orden para la resolución de conflictos, el
naciente sentido de cooperación para llevar a buen puerto
cometidos y empresas
colectivos, los valores
primordiales en que aquéllos se asientan, ya justicia, ya
pluralidad e igualdad, ya
solidaridad, los
cuales dan nacimiento y solidez al sistema no ya
sólo democrático sino mayormente y también
republicano, sin prescindir en ningún caso de la amplia y
universal defensa de los Derechos Humanos,
etc, etc.
Desde tiempos antiguos – y con notoriedad desde el
Período Helénico – de una u otra forma el
desarrollo del
intelecto no ha tenido tregua en el mundo occidental, pues ha
pesar de las "edades oscuras" fue no obstante capaz de
reconcentrarse para sobrevivir en pequeños reductos y
emerger pujante con la llegada del Renacimiento y
la
Ilustración después, e imposible de ignorar en
las últimas décadas, plenas de éxitos
científicos, de logros en todas las orillas y apartados
del saber. El progreso científico y material, por tanto,
ha sido enorme. Este progreso ciertamente nos ha removido, nos ha
arrancado de la postración en que nos había sumido
la primera mitad del siglo XX y ha logrado insertar en nuestra
concepción de vida el hecho incuestionable de la celeridad
y la posibilidad, dotándonos de un impulso de naturaleza
mental que viene a proporcionar sin duda confianza y licitud en
un trabajo
mundano arduo, riguroso, organizado. A escala mundial,
tal es hoy Occidente en este exclusivo aspecto. Más
¡… ay! Ello, naturalmente, no es todo.
"No he venido a traer la paz, sino la espada", anunció el
mismo Cristo, anticipando así lo que habría de
venir a este mundo occidental cuando invocara su nombre y
asumiese su defensa. Por lo que, si observamos y meditamos acerca
de cómo se ha pergeñado y consolidado aquel, pero
ya actual, devenir occidental, posiblemente pudiéramos
convenir en que, tras tanto dolor y sangre derramada
no solo por meras guerras
colonialistas, por derechos hereditarios o de
pura y dura conquista, sino por guerras de religión
también, el conjunto occidental ha conseguido adentrar en
su conciencia una
reflexión consciente y madura acerca de que era preciso
separar con nitidez Estado e
Iglesia o
iglesias, a la vez que hilvanando una suerte de tratados con
métodos
civiles y civilizados de diálogo
que permitieran preservar la paz y la concordia, la digna
convivencia en suma.
Todo cuanto sustenta lo anterior, y como entraña de
nuestro "manifiesto" debemos señalar no obstante, de forma
netamente marcada, dos cuestiones de naturaleza sustancial:
Así, a) En algunos sistemas de Yoga
se pide que el yogui se siente en determinadas posiciones a fin
de que ciertas corrientes cósmicas, mediante un sistema de
respiración, puedan influir en su cuerpo de
una manera concreta, es decir, produciendo los resultados
previstos. Pero, si eso es así para un hindú, por
ejemplo, sería en cambio y por
demás inútil para un europeo, dado que éste,
debido a su forma de vida, se mostrará completamente
insensible para con las corrientes aludidas. Y es que, siendo los
modos de vida tan diferentes, como asimismo los sistemas de
pensamiento
seguidos, obvio debe ser que la sensibilización de los
vehículos de los occidentales y los orientales sea en
consecuencia en extremo diferente. En coherencia con ello,
resultaría, pues, inútil para nosotros adoptar unos
métodos, dado que no responden a lo que en verdad
necesitamos para la unión entre el Yo Superior y el
Inferior, meta perseguida de naturaleza eminentemente espiritual.
En las Enseñanzas occidentales los resultados
espirituales, pues, en ningún caso se consiguen mediante
ejercicios físicos. Tampoco debe pasársenos por
alto resaltar en este punto el hecho de que, lo que realmente
acontece en un occidental, bajo el impulso de las corrientes
citadas, propiciadas por aquellas posturas de asiento y los
consiguientes métodos de respiración, es que, en
los occidentales, conduce a que los átomos
prismáticos del cuerpo vital sometan a los núcleos
de los átomos del cuerpo a tan alta vibración
(excitación) que, de hecho, y en algunos casos, logran
sacar el cuerpo vital fuera del cuerpo denso, por lo que el
afectado probablemente irá andando bajo una
sensación a como si flotase y absolutamente descompensado,
o, cuando no, dando lugar a problemas de
percepción y conexión entre ambos
vehículos con resultado de locura en no pocos de los casos
estudiados; b) Todas las escuelas de ocultismo del mundo se
dividen en siete porque ese el número en que los
Espíritus Virginales se segregan como tales Rayos de Vida,
por lo que cada escuela u orden
pertenece necesariamente a uno de tales Rayos, del mismo modo a
como que sucede con cada individuo
aisladamente considerado. De aquí que, cualquier persona que
busque instrucción al amparo de un Rayo
que no sea el suyo, no podrá alcanzar beneficio espiritual
alguno, pues no podrá haber armonía entre los
instrumentos que se utilizan y los vehículos a que se
aplican. Y, desde luego, no olvidemos que tanto la Naturaleza
como directamente los Guías de la Humanidad tienen siempre
a nuestra mano aquello que en cada momento necesitamos para
nuestro progreso y desarrollo.
Por tanto, todo Occidente, en términos comúnmente
aceptados, si bien es depositario de un ethos concisamente
espiritual, producto de un
sufrimiento largo y sin cuento,
también es cierto que en general optó por acogerse
y reposar en su momento en los principios
aligerantes y amorosos del Cristo, y este es un momento muy
oportuno para hacer constar sin reservas que los rosacruces no
creen en el azar.
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