La herencia cultural de nuestros antepasados aborígenes (Costa Rica)
(Nota autobiográfica)
Mi interés en
la sabiduría amerindia y su legado cultural, nace en las
historias que bien sabía contarnos la abuela materna,
descendiente directa de los indios Huetares del Intermontano
Central. Su dulce voz era contrarrestada muchas veces por el
acento zeteante de su marido, un artesano español
que se enamoró de su piel cobriza y
sus negras trenzas. Crecí pues entre cuentos de
magia y selva, de conquista y viajes. Entre
el fervor religioso de ella y el ateísmo renegado de
él. Debo confesar que al final de la niñez, me
interesaron más las historias del viejo masón, como
le llamaba mi abuela.
Concluida la secundaria, decepcioné a mi padre,
quien tenía planes universitarios para mí.
Tomé mi equipo de montaña, el Zaratustra de
Nietzsche, mis
botas de siempre y me fui a recorrer los cerros. Por años
dediqué mi tiempo y
energías al montañismo, disciplina que
al final forjó mi conducta de vida.
Pero me vi obligado a abandonar mis altas escaladas cuando, poco
antes de cumplir los 40 años, la rencorosa cima del
Urán me robó la rótula de mi rodilla
izquierda y dos de mis más entrañables
amigos. Para entonces ya había caminado casi todo el
territorio costarricense buscando retos
selváticos.
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