- Evolucionismo y comportamiento
humano - Darwin y la
lucha por la vida: un concepto
malinterpretado - Notas
1. EVOLUCIONISMO Y
COMPORTAMIENTO
HUMANO.
En nuestros días, el papel de la conducta en la
evolución, aunque se manejan varias
hipótesis, sigue siendo un enigma, que
biólogos y psicólogos se esfuerzan por
resolver.
Darwin no era un psicólogo sino un
biólogo que se propuso estudiar las emociones, lo que
quiere decir que éstas algo tienen que ver con la biología. El
redescubrimiento del Darwin estudioso
de las emociones se debió a los etólogos y a los
biólogos de la conducta, después del abandono,
durante gran parte del s.XX, de la psicología
comparada, por parte de las escuelas
psicológicas.
La conducta captó el interés de
Darwin y acabó planteando un conjunto de problemas que
encajan mal con la Teoría de la Evolución.
Se hacía necesario encajar la conducta dentro de la
tesis de la
adaptación de los organismos al medio. Sin embargo, los
biólogos evolucionistas se olvidaron de los
comportamientos y los psicólogos se olvidaron de la
anatomía y
la fisiología.
En El Origen de las Especies (1859) se dedica un
capitulo al instinto (cap.VI, tomo I), en El Origen del
Hombre (1871) se plantea el problema de la herencia de las
facultades mentales, dedicándose el cap.III y IV a la
comparación de las facultades mentales en los animales y en
el hombre,
centrándose en los instintos sociales. Darwin
pretende demostrar la ascendencia animal del hombre hasta
un mono extinguido (eslabón perdido) y hacer ver la
importancia biológica, evolutiva, de la
selección sexual, aquella que se establece en la
competencia por
el apareamiento entre machos y hembras; punto que le lleva de
nuevo hasta los fenómenos conductuales. Según
Darwin el lenguaje y
la música
humanos tendrían su origen en las llamadas de reclamo y en
el cortejo de la pareja sexual animal.
La expresión de las emociones en los animales
y el hombre (1) (1872) es la obra en que mayor importancia
cobran los factores relativos a la conducta sin un sometimiento
directo a la selección
natural, bajo una idea de inspiración lamarckista,
según la cual, los hábitos establecidos por la
práctica pueden llegar a heredarse al cabo de muchas
generaciones; incongruente con la selección natural de las
mutaciones azarosas.
Se entiende por lamarckismo, toda teoría
que defiende la herencia de los caracteres adquiridos por un
organismo, fundamentalmente por el uso o desuso de sus
órganos o por la acción
directa del medio sobre él. Jean Baptiste Lamarck
(1744-1829) colocába con ello los factores
psicológicos o conductuales en el centro de su
transformismo de las especies; pero dicha idea fue desterrada de
la ciencia a
causa de los trabajos de Darwin. La selección
natural darwiniana se basa en la idea de que todas las
características adaptativas de los organismos están
sometidas a pequeñas variaciones de origen indeterminado y
de carácter más o menos aleatorio
(mutaciones), es decir, que no dependen de la práctica, y
que en la competencia o lucha por la vida tienden a quedar las
más ventajosas, debido a que los portadores de tales
mutaciones tendrían más probabilidades de
sobrevivir, de reproducirse y de transmitirlas a su descendencia.
Esta es la idea de mutación al azar, tesis opuesta
al lamarckismo.
La selección natural daba una enorme importancia
a la herencia, de la que Darwin reconocía
ignorar sus mecanismos (genética). Los trabajos
posteriores de su primo Francis Galton, importantes para
la psicología
al introducir la estadística y la psicometría, no
decían nada sobre los mecanismos biológicos de la
herencia. En 1882 aparecían los trabajos del
biólogo alemán Weismann donde se rechazaba
todo mecanismo lamarckiano de herencia. Desde entonces hasta
nuestros días las tesis lamarckistas no han hecho sino
retroceder. Aquella idea de Darwin según la cual la
conducta cumpliría una función
central en su teoría de la evolución
desapareció. El contacto entre psicología y
biologia evolucionista se rompía.
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