Nuestra búsqueda es leer Marx desde y
hacia una lectura vital
de su obra. Es decir, trazar líneas que dibujen un terreno
que nos permitan considerar a Marx como el productor de un
pensamiento
que se encuentra vivo y que, por lo tanto, es
actual.
En este sentido, buscamos rescatar la obra de Marx tanto
del olvido en nuestra carrera como de las lecturas
dogmáticas que esterilizan su potencia
filosófica. Es mediante la cosificación de su obra
que se hace posible un olvido conciente de la misma.
Estas dos operaciones (el
olvido y la cosificación) acaban por emparentar a la
escolástica soviética con la vulgata
académica. La reducción de Marx a un formulador de
leyes
universales sobre la sociedad, la
historia y la
economía
provoca que su filosofía devenga religión,
transfigurándose en "mecanicismo". La reducción de
la obra de Marx al ámbito de la economía y al
nacimiento de la teoría
sobre la sociedad genera la captura de su filosofía en
mera sociología, transfigurándose, en
caso de conservarse algo de su filosofía, en un
determinismo económico.
En este último caso, la reducción del
pensamiento de Marx a sociología es la expresión
resumida de cómo la vulgata académica
interpreta la Tesis XI sobre
Feuerbach: Los filósofos se han limitado a
interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se
trata es de transformarlo. Para ellos esto no
significa más que el fin de la
filosofía.
Ambas lecturas clausuran la posibilidad de una
consideración filosófica de la obra de Marx, unos
por considerarlo como un autor exterior al "mundo" de la
"filosofía", otros por subordinar la reflexión
filosófica a la "práctica política". Esta
última subordinación tiene sus fundamentos
filosóficos y, claro está, es ella misma una
operación política.
La escolástica soviética y la vulgata
académica comparten la consideración de la obra de
Marx como un compendio de saberes, completo y cerrado sobre
sí mismo. Anulan de plano la posibilidad de producir
pensamiento: o por un lado ya no es necesario seguir produciendo
filosofía después de Marx, solo resta estudiarlo y
repetirlo, o por el otro no se puede hacer filosofía
leyendo a Marx, es un sociólogo y no un
filósofo.
El olvido de Marx por parte de la academia puede leerse
como un recelo producto de la
pérdida de independencia
del pensamiento considerado como un mero reflejo
ideológico de la estructura
económica. Sin embargo, el recelo es aún más
profundo: Marx propone elementos teóricos para concebir a
la filosofía como una práctica, como una actividad
humana, desjerarquizando al pensamiento de su situación
privilegiada en toda la filosofía idealista predecesora.
Nos permite pensar la filosofía desde una perspectiva
más amplia: desde el hacer filosofía. Pero
esta, citando a Althusser, no puede tolerar un discurso no
filosófico sobre ella misma.
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