La situación en la Ática fue muy
diferente; los atenienses procuraban sus esclavos de todos los
rincones del Mediterráneo y se ocupaban de que en sus
casas, talleres y fábricas no coincidían nunca
esclavos del mismo origen étnico, justamente para prevenir
cualquier cohesión entre ellos. Los atenienses los
trataban con dulzura; eran empleados a los que se les
concedía un pequeño salario. Así pues, Los
atenienses, si no más humani- tarios que los espartanos,
si eran más racionales, trataban bastante bien a sus
esclavos, conscientes de que la industria y el comercio
dependían en gran parte de su trabajo y docilidad. Igual
que los espartanos, los atenienses tampoco trabajaban, pero
estos, en vez de dedicarse exclusivamente a la guerra, se
ocupaban principalmente de asuntos financieros, de la especula-
ción inmobiliaria y del diletantismo intelectual. En
Esparta la esclavitud ocasionó un auténtico
estancamiento cultural, mientras que en Atenas, de una parte
imposibilitó cualquier avance tecnológico –
¿por qué facilitar el trabajo manual si sobraban
esclavos para hacerlo? – pero por otra parte liberaba a los
atenienses para dedicarse a quehaceres intelectuales que si- guen
teniendo su impacto, debidamente adaptados,sobre la cultura
occiden- tal. Las ironías del destino son tales que cuando
Macedonia y Grecia fueron ocupadas por Roma (168 a.C.), los
romanos aplicaron la filosofía de Aris- tóteles
para justificar la esclavización, hasta de los
intelectuales griegos, para convertirlos en tutores-esclavos de
los hijos de sus patricios.
A gran escala de la esclavitud griega surgió
entre los siglos VI y IV a.C. Principales mercados de esclavos
desarrollado en las ciudades-estado más grande (Atenas,
Rodas, Corinto, Delos, y otros). Hasta un millar de esclavos
podrían ser vendidos en un solo día. Esto fue en
gran medida de- terminada por la acción militar.
Después de un compromiso importante, una ciudad-estado
griega como Atenas podría tener hasta 20.000 cautivos a
tratar. En Atenas los esclavos eran muchos, se puede
decir que eran la tercera parte de la población. Los
ciudadanos tenían tiempo de dedicarse a sus ocupaciones,
porque todos los trabajos penosos los realizaban los esclavos,
como la explotación de las minas, también
trabajaban en los talleres junto con sus amos, o sea que
participaban en todos los quehaceres de la vida doméstica.
La muy floreciente industria de Atenas no se
habría desarrollado; de no ser por la mano de obra de los
esclavos. Muchos de ellos se dedicaban a las artes,eran muy
ilustrados obteniendo de sus amos el favor de que se los dejara
libres, a muchos los amos los emancipaban, se convertían
así en hombres libres,pero quedaban al margen de la
ciudadanía.
La institución de la esclavitud, sin embargo,
varían mucho entre las ciudades-estados. En Atenas y otras
ciudades-estado había la esclavitud es- taba regulada.
Esparta era sustancialmente diferente. La economía espar-
tana estaba basada en el trabajo realizado por los ilotas.
Algunos autores sugieren que es más correcto referirse a
ellos como siervos. Eran un pueblo conquistado, lo hicieron
trabajar en fincas dirigidas por los espartanos, pero
vivían en grupos familiares en las tierras hereditarias.
Estaban obliga- dos a entregar la mayor parte de su cosecha a su
amo espartano que era un terrateniente ausente. Los derechos de
los esclavos griegos variaban de ciudad-estado a ciudad-estado.
Estas variaban dependiendo de quien fuera su titular y las tareas
asignadas. Los esclavos eran propiedad tanto del Esta- do como de
particulares. Las condiciones para ser esclavo variaban de for-
ma significativa. Las minas de propiedad del Estado eran
trabajadas por es- clavos. En las minas arrendadas a propietarios
privados suelen llevar a los esclavos salvajemente para maximizar
las ganancias. Otros esclavos eran tratados mejor. El mejor
tratamiento era para los 300 arqueros escitas que servían
como fuerza de policía en Atenas. La mayoría de los
esclavos ate- nienses eran de propiedad privada y se dedicaban al
servicio doméstico. Las condiciones de esclavitud para los
esclavos de propiedad privada fue determinada principalmente por
la relación desarrollada con sus amos. En ese
ámbito se podían producir estrechas relaciones. Las
mujeres podían ser utilizadas para cuidar a los
niños y pasar a tener de confianza de la fami- lia.
También podrían ser utilizadas como concubinas y
los esclavos varones asumir el papel de un mayordomo y, de hecho,
ocuparse del hogar.
En donde sí la esclavitud cobró una
importancia crucial, resultando una justificación
filosófica de la misma, fue en la Grecia Clásica
(ya en los poemas épicos de Homero, la esclavitud es el
destino lógico de los prisio- neros de guerra y,
además un acto humanitario ya que evitaba tener que
matarlos). Tan importante fue su papel en la economía de
las ciudades-estados que sin ella la historia y cultura griega
hubieran sido completa- mente diferentes. El vocabulario griego
tenía nada menos que siete palabras para definir los
esclavos según su tipo de propiedad (estatal o privada) y
funciones. Aristóteles (siempre él para aportar su
granito de arena) defen- dió la esclavitud como producto
de la naturaleza, y apto para las personas de inteligencia y
capacidad inferior, lo que apuntaba directamente a los
"bárbaros". Esta "teoría" no solamente era un
justificante, sino además daba a los griegos un
auténtico complejo de superioridad frente a los
demás pueblos. Si no fueron los elegidos por Dios como los
judíos, lo fueron – más importante todavía-
gracias a su (supuesta) "superioridad intelectual". Mientras que
esta filosofía coincidía muy bien con la exagerada
opinión de los griegos sobre sí mismos, no cuajaba
con la esclavización de griegos por griegos lo que fue el
caso en Esparta (Laconia).
Escena que representa a un grupo de
esclavos.
La vida cotidiana de
los esclavos en Roma
En la antigua Roma, la esclavitud era considerada como
algo perfecta- mente normal, se le consideraba un inferior pero
se respetaba sin embargo su "humanidad", era un integrante
más de la familia donde cada uno tenía un rol
preestablecido, por eso se le quería o castigaba
paternalmente, o se le mandaba y favorecía. Los esclavos
eran considerados como niños, sin mucho uso de
razón, y a quienes debía hacérsele obedecer
los mandatos. Sin embargo los romanos siempre padecieron un
controlado temor de insurrección por parte de los
esclavos, y son frecuentes los relatos en que se describen tales
insurrecciones donde incluso el amo llegaba a ser asesinado. Eran
considerados como hombres y no como cosas o animales porque se
les inculcaban deberes morales: "servir con entrega y fidelidad".
Aunque por otra parte los esclavos eran considerados un bien
más del patrimonio, junto a los animales, la tierras y las
construcciones; en ello radicaba su inferioridad, en ser la
posesión de un amo, y como tal, su poder sobre él
no obedece a ningún reglamento que no sea su propia
voluntad. También la esclavitud, como dijimos, daba lugar
a sentimientos afectivos, y la posición general con
respecto a ella estaba fundamentada en la muy arraigada creencia
en el destino: a aquel le tocó ser amo, a tal otro, ser
esclavo.
El origen de la masa esclava provenía
mínimamente de las guerras o de su trata en las fronteras,
se incrementaba más bien por la reproducción entre
ellos mismos: todo hijo de esclava, sea quien fuere el padre, es
propiedad del amo; también eran esclavizados los
niños abandonados y la venta de hombres libres que no
podían demostrar su condición de libertad.
Así mismo, debido a la pobreza, los propios esclavos
vendían a sus hijos a los tratantes (quienes los compraban
recién nacidos, sanguinolentos), o algunos pobres libres
se vendían incluso a sí mismos para asegurarse el
pan y el abrigo a la sombra de algún amo; otros inclusive,
más ambiciosos, se vendían como esclavos para
asegurarse alguna buena posición de admi- nistrador de
algún noble, o como tesoreros imperiales; se dice que tal
fue el caso de Pallas, descendiente de una noble familia de
Arcadia, que se vendió como esclavo a una dama de la
familia imperial, llegando posteriormente a ser ministro de
finanzas muy cercano al emperador Claudio.
El origen de la esclavitud romana se remonta
también al principio de la existencia de la polis, pero
cobró su verdadera importancia a partir de la "guerra de
Aníbal", cuando este cruzó los Alpes en 218 a.C. al
mando de un ejercito de 60.000 hombres (el 90% fueron infantes
íberos). Durante 16 años arrasaron la Italia
meridional, expulsando a los pequeños campesinos
independientes (la verdadera columna dorsal de la
República) de sus, hasta entonces, fértiles
tierras, y sembrando así la semilla del futuro ocaso de
Roma. Una vez derrotado y expulsado Aníbal, estas tierras
se convirtieron en latifundios y, para trabajarlas, sus nuevos
propietarios empezaron la importación masiva de esclavos
extranjeros. La principal fuente de esclavos era la guerra:
decenas de miles de prisioneros púnicos y después
macedonios, helenos e íberos fueron llevados a Roma como
esclavos; además, todas aquellas personas convictas de
crímenes graves y los deudores, que se vendían a
sí mismos o vendían a miembros de su familia para
pagar sus deudas, pasaban a ser esclavos. A la larga, este cambio
social convirtió Roma de una república
democrática en una autoritaria e "imperial" y, con el
tiempo, el Mediodía en la región más pobre y
atrasada de Italia. El pequeño campesinado que se
había refugiado en Roma se convirtió en el "lumpen"
de entonces, que había que mantener quieto y contento con
"pan y circo" y con la compra de sus votos. Este mismo lumpen fue
también la principal fuente de reclutamiento para las
legiones. De esta forma ciudadanos romanos supuestamente libres
entraban en una especie de "esclavitud militar" (de 20
años de duración) bastante más dura que la
esclavitud real de la mayoría de los esclavos. El destino
más dura dentro de la esclavitud romana fueron las minas y
las galeras, reservadas en general para criminales convictos y
esclavos revoltosos y peligrosos.
Dentro de la clase esclava existían subclases,
así, prácticamente todos los funcionarios del
imperio eran esclavos del emperador, algunos de ellos bastante
exitosos. En contraste, en lo más bajo de la escala se
encontraban los esclavos rurales, siendo sin embargo
característicos no de todo el imperio sino más bien
de ciertas regiones como Sicilia y el sur de Italia; fuera de
aquellas regiones la esclavitud es parte del conjunto de
relaciones de producción, junto al asalariado rural y a la
aparcería, e incluso en algunas regiones del Imperio, como
el Egipto, la esclavitud rural no existió; hay casos,
entre los pequeños terratenientes, en que se negaban a
tener esclavos y se decidían a cultivar la tierra por su
cuenta porque sus esclavos le resultaban muy caros. Pero la
jerarquía de la clase esclava no termina allí,
también los administradores solían ser esclavos del
amo, y era su mujer quien cocinaba para todos; se dice que la
gran mayoría del artesanado residente en las ciudades eran
esclavos, mientras que la agricultura parece haber estado
compuesta sobretodo por pequeños campesinos independientes
o aparceros que trabajaban para grandes terratenientes, por
hombres libres de condición pobre que trabajaban en
jornales y esclavos de cadena, malos esclavos, que
cumplían algún tipo de condena. De manera que "los
esclavos constituían la cuarta parte de la mano de obra
rural en Italia".
Los esclavos urbanos, por vivir cerca de sus amos,
gozaban de ciertos privilegios inexistentes para un esclavo
rural. Eran "criados", y cumplían las más variadas
funciones, desde desvestir y vestir a su amo en los baños
termales (como los del gramático Galieno) hasta espiar a
los amigos y sirvientes de condición libre del amo o la
señora de la casa. Los romanos muy ricos podían
llegar a tener decenas de esclavos, mientras que los no tan ricos
(pero de situación económica que les permitiera no
trabajar) tenían de uno a tres esclavos en sus hogares.
Pero eran tales los privilegios de los esclavos domésticos
que incluso muchos hombres libres e instruidos,
gramáticos, arquitectos, poetas o comediantes,
preferían esclavizarse a ser asalariados, pues
gozarían de una intimidad capaz de otorgarles mayor
provecho que siendo lejanos asalariados, con esperanza cierta
además, de ser liberados algún días. En el
artesanado y las distintas profesiones existentes ocurría
algo similar, pues todos ellos trabajaban con esclavos, siendo
bastante frecuente que aquellos sucedieran a su amo en el cargo,
una vez muertos los últimos o liberados los primeros. Por
eso la condición asalariada era más bien rehusada,
porque no se basaba en una relación personal.
Aún considerando la variedad de clases esclavas,
había algo común a todas ellas: el poder sin
límites del amo sobre ellos y el trato paternal o superior
sobre los esclavos, a quienes consideraban como niños
(pais, puer) grandes o al menos como inferiores; el esclavo era
considerado inferior no solo en el trato diario sino que
también lo era jurídicamente. El esclavo, como
dijimos, podía gozar de algunos beneficios de los que no
gozaban los hombres libres pero pobres, podía por ejemplo
ser destinado a encargarse de algunos negocios del amo y reunir
patrimonio, lo que en la época se denominaba como Peculio,
pero seguía sin embargo atado, en su condición de
esclavo, a la voluntad de su amo, que podía venderlo o
incluso matarlo, posibilidad de la que se hallaba libre, todo
liberto o ciudadano; al esclavo se le podía torturar a fin
de que confesara los crímenes de su amo mientras que el
resto quedaba protegido de los tormentos.
En la antigua Roma se consideraba indecente cuestionar
la libertad o la condición esclava de tal o cual persona,
pero en los casos judiciales siempre estuvo la libertad
favorecida, pues en caso de duda o de empate en un fallo, se
decidía por la libertad, de modo que la balanza de la
justicia estuviese siempre levemente inclinada hacia el lado de
la libertad, lo cual únicamente era humanitario en los
casos de duda. Así mismo la liberación de un
esclavo era irrevocable, el antiguo amo perdía todos sus
derechos sobre el esclavo liberado. Pero si el esclavo
seguía siéndolo se sometía al tribunal
doméstico regido por el padre, el amo de la
casa.
Socialmente, el esclavo no tenía derecho a la
familia pues ésta era derecho exclusivo de los ciudadanos
libres, vivían como un rebaño, y el amo no
tenía más que alegrarse cuando su rebaño se
multiplicaba. Los nombres propios que les asignaban solían
ser de origen griego, nombres que los mismos griegos no usaban
entre ellos: Mirza, Melania, Medoro, Sidonia,…frecuentemente
deformaciones romanas de los originales griegos. Sin embargo no
es que los esclavos no tuviesen vida privada, pues tenían
libre acceso a la religión y podían, si era su
deseo, ordenarse sacerdote de alguna de ellas, inclusive de la
cristiana que "jamás pensó en abolir la
esclavitud". Los días festivos todos libraban: esclavos,
funcionarios y rebaños, e iban frecuentemente a las
arenas, a los teatros o al circo.
Habían también malos esclavos,
delincuentes o mal criados, que por lo general debían
llevar cadenas toda su vida; incluso podía demandarse a
terceros por haber pervertido a su esclavo, constituía un
delito dar asilo a un fugitivo o haberlo estimulado a desobedecer
o escapar; se decía que los esclavos no tenían
autonomía y que por lo tanto eran una especie de reflejo
del amo, si el último era gandul, también lo
sería su esclavo, por eso, el padre, que por lo general
era el amo de la domus, debía dar siempre el
ejemplo.
Los esclavos tomaban su condición con
resignación, sometiéndose al destino, y puesto que
siempre había sido así y "más valía
servir que ser libre pero morirse de hambre", no quedaba
más que agradar al amo, quien siempre tenía el
poder de liberarlo, a él y a su futura descendencia;
entonces las luchas y trampas entre esclavos eran frecuentes, lo
mismo que las adulaciones y el constante miramiento hacia los
amos, a quienes llamaban entre ellos el "mismísimo"
(ipsimus, ipsisimus). Aunque hay que reconocer que también
hubo un par de famosas revueltas, como la de Espartaco o la de
Sicilia; lo curioso es que ninguna de las dos tenía por
finalidad abolir la esclavitud sino más bien fundar una
propia jurisdicción dentro del imperio para gozar de los
mismos privilegios que los ciudadanos romanos.
El otorgar la libertad a un esclavo probaba la bondad
del amo, pero el esclavo no tenía ningún derecho a
pedir y mucho menos a exigir su libertad; otorgarla era un acto
meritorio pero en ningún caso era un deber del amo, un
acto meritorio no solo ante los esclavos sino también ante
los hombres libres. Los únicos que podían
interceder a favor de los esclavos eran otros hombres libres que
pedían al amo o lo aconsejaban para que otorgara la
preciada libertad; de hecho el esclavo que se refugiaba en casa
de un amigo libre de su amo no era considerado fugitivo. Leamos
las palabras de Trimalción: "Amigos míos, los
esclavos son también hombres y han mamado la misma leche
que nosotros, aunque la Fatalidad los haya postrado; pero no van
a saborear menos el agua de la libertad antes de que sea
demasiado tarde (si bien no hemos de tentar a la mala suerte
hablando de estas cosas, porque yo quiero seguir viviendo); en
una palabra, les doy a todos la libertad en mi
testamento".
La crueldad para con los esclavos era bastante
común en Roma, incluso por parte de las esposas que
mandaban azotar a sus esclavas en sus ataques de celos. Como
dijimos, muchos vivían miserablemente, con hambre y sin
derechos particulares, eran simplemente una posesión del
amo. Sin embargo, también se observa una paulatina
suavización del trato con el cambio que se produjo en Roma
con el acento, al parecer espontáneo, que se puso sobre la
pareja. El autor recalca que dicha suavización no fue
producto del miedo a la rebelión, ni de una toma de
conciencia vis a vis de la esclavitud sino que fue el producto
"autónomo" del cambio sucedido en las relaciones de
pareja. Vemos, en efecto, como los esclavos adquieren el derecho
al matrimonio, que antes hubiese sido inconcebible, el derecho a
la familia, el esfuerzo de los amos por vender paquetes de
esclavos (para no amputar a los miembros de la familia), y
ciertos cambios legales de todas maneras crueles: el amo debe ir
preso si y solo si no justifica ante los tribunales el asesinato
del esclavo. Así mismo, los esclavos tuvieron derecho,
sobretodo con la llegada del cristianismo y el estoicismo, a
sepultar a sus seres queridos. Se produjo una especie de
atribución de deberes morales al esclavo, se aceptó
que los esclavos podían poseer y cumplir ciertas reglas
morales, y así, tuvo deberes para con su mujer y sus
hijos. Pero siguió viviendo en la miseria, y su vida y
libertad siguieron dependiendo del amo.
Igual que los espartanos, los romanos
tenían auténtico temor a sus esclavos que a
través de los siglos llegaron a ser mayoría
absoluta dentro de la población en la península
itálica. Por esta razón la legislación
romana concerniente a la esclavitud fue enormemente dura y daba a
los amos derecho absoluta sobre la vida o muerte de su "propiedad
mobiliaria", equiparando sus esclavos con sus caballos, vacas o
otro tipo de ganado. Es siempre difícil establecer
relaciones causa-efecto y por esto no sabemos con certeza si la
legislación fue el resultado de los muchas rebeliones y
revueltas de esclavos que hubo en la historia romana (solamente
en los 120 años anteriores a la famosa rebelión de
los Gladiadores de Espartaco, hubo 5 grandes rebeliones y miles
de revueltas locales) o que, al revés, fue la
legislación y su aplicación exagerada lo que
provocó las rebeliones. De todas formas ya hubo
críticos (Cicerone y otros muchos) que señalaron la
total ineficacia del sistema. El continuo sabotaje de baja
intensidad por parte de los esclavos bajó el rendimiento
del campo itálico a un tercio de lo que había sido
antes de la introducción del latifundio. A largo plazo, la
esclavitud tuvo un curioso efecto sobre la composición
étnica de la población. A partir del siglo II a.C.
se introdujeron esclavos de todas las etnias y tribus conocidas,
un total de casi 100, desde el Sur subsahariano al Norte
Germánico, desde el Occidente Celta hasta el Oriente
Persa. Entre todos llegaron a constituir el 70% de la
población itálica antes de la caída del
Imperio; si a este número añadimos la masa de
invasores bárbaros, habrá que llegar a la
conclusión que la población de la Italia actual es
probablemente la más mestiza, o mejor "plurimestiza", de
la Historia- exceptuando quizás Grecia – en donde los
genes romanos han virtualmente desaparecidos. Una Justicia
poética, ya que la verdadera Historia de Roma es
más que otra cosa la historia de sus esclavos; los
arquitectos que diseñaron sus edificios y monumentos
fueron esclavos griegos, y también fueron esclavos los que
con su sudor los construyeron.
Por mucho que la gran mayoría
de los esclavos eran extranjeros ya hemos visto que tampoco los
ciudadanos romanos se liberaron completamente; muchos fueron
esclavizados por deudas o vendieron sus hijos por esta
razón. Pero también los demás pudieron
convertirse en esclavos, especialmente los viajeros, comerciantes
y marineros que cubrieron las rutas del Mediterráneo, coto
de caza de los piratas que operaban desde el Norte de
África (Berbería) y, por mucho que fueran
destruidos con regularidad, resurgieron con igual regularidad a
través de los siglos, y hasta milenios. En el mundo
clásico no había seguridad para nadie, o casi
nadie.
Cuando a partir del año 312
d.C. el cristianismo fue penetrado por la alta burguesía
romana y terminó fusionándose con el
Mitraísmo formando la Iglesia Apostólica
Católica Romana, se olvidó por completo de su
temprana inclinación a favor de mujeres y esclavos y se
puso – como nunca ha cambiado desde entonces- firmemente al lado
del poder. Hasta el siglo XIX los cristianos en general han
justificado su defensa de la esclavitud principalmente en muchos
versículos del Antiguo Testamento en donde la esclavitud
ha sido regulada con todo detalle. Para los que tienen
interés en estudiarlos doy aquí una relación
pormenorizada:
Génesis16:1-2,17:13,17:27,21:1-4,21:7-8,30:3-4,30:9-10;Éxodo20:17,21:20-21,21:26-27;Deuteronomio5:21,15,12-18,20:14,21:10-14,23:15-16;Levítico19:20-22,25:39,25:44-46,25:48-53;Números
31:28-47 etc.
Desde mediados del siglo XIX la Iglesia se ha opuesto a
la esclavitud adoptando los argumentos humanísticos sobre
su inmoralidad y a partir de allí, con su inimitable
capacidad para la manipulación histórica, ha
manifestado que el cristianismo siempre ha estado opuesto a la
esclavitud y, por lo tanto, nunca ha cambiado de idea. La verdad
es bien diferente: en los Evangelios no hay ninguna
mención en contra y Pablo de cierta forma lo
condonó. En el Concilio de Gangra (340 d.C.) se
aprobó la siguiente resolución: "Si alguien, usando
la fe como pretexto, enseña a un esclavo ajeno a escaparse
y no servir a su amo con total entrega y respeto, será
anatema". Esta resolución fue incorporada a la
Legislación Canónica y aceptada como verdadera
hasta finales del siglo XVIII. Alrededor del año 600 el
Papa Gregorio I escribió: "Los esclavos ………deben
aceptar que no son nada más que esclavos". En 655 el IX
Concilio de Toledo, tratando de imponer el celibato a los
clérigos, legalizó que " todos los hijos de
clérigos serán automáticamente esclavizados"
(sic!). la masa esclava provenía mínimamente de las
guerras o de su trata en las fronteras, se incrementaba
más bien por la reproducción entre ellos mismos:
todo hijo de esclava, sea quien fuere el padre, es propiedad del
amo; también eran esclavizados los niños
abandonados y la venta de hombres libres que no podían
demostrar su condición de libertad. Así mismo,
debido a la pobreza, los propios esclavos vendían a sus
hijos a los tratantes (quienes los compraban recién
nacidos, sanguinolentos), o algunos pobres libres se
vendían incluso a sí mismos para asegurarse el pan
y el abrigo a la sombra de algún amo; otros inclusive,
más ambiciosos, se vendían como esclavos para
asegurarse alguna buena posición de administrador de
algún noble, o como tesoreros imperiales; se dice que tal
fue el caso de Pallas, descendiente de una noble familia de
Arcadia, que se vendió como esclavo a una dama de la
familia imperial, llegando posteriormente a ser ministro de
finanzas muy cercano al emperador Claudio.
Recordemos, para terminar con el tema, que la esclavitud
era considerada una fatalidad del destino, que sin embargo se
debía respetar; el propio Séneca lo tomaba de esta
manera, afirmando que incluso los nobles podían caer en la
esclavitud si perdían alguna guerra, como de hecho
sucedió después.
Las revueltas de los
esclavos romanos
En diverso grado a lo largo de la historia de Roma, la
existencia de una fuente de trabajo barato en forma de esclavos
fue un factor importante en su economía, que se
definió por Marx como un modo de producción
esclavista. Los esclavos se adquirían de varias formas
diferentes, entre ellas la compra a mercaderes extranjeros y la
esclavización de poblaciones extranjeras tras la conquista
militar. Con la gran implicación de Roma en guerras de
conquista en el primer y segundo siglos a.C., se importaban a la
economía romana decenas o cientos de miles de esclavos de
una vez. Aunque el uso de esclavos como sirvientes, artesanos y
asistentes personales fue limitado, un enorme número de
esclavos trabajaba en las minas y en las tierras agrícolas
de Sicilia y el sur de Italia.
En general, los esclavos fueron tratados con crueldad y
opresión durante el periodo republicano. Bajo el Derecho
romano, un esclavo no era considerado una persona sino una
propiedad. Los amos podían abusar, herir o incluso matar a
sus esclavos sin consecuencias legales. Aunque había
muchos grados y tipos de esclavos, los grados inferiores -y
más numerosos-, que trabajaban en los campos y las minas,
estaban sujetos a una vida de duro trabajo
físico.
Esta gran concentración de la población de
esclavos y el trato opresivo al que eran sometidos dieron como
resultado varias revueltas. En 135 a. C. y
104 a. C. estallaron en Sicilia la Primera y la Segunda
Guerras Serviles, respectivamente, en las que pequeñas
bandas rebeldes encontraron decenas de miles de seguidores
voluntariosos que deseaban escapar de la vida opresiva del
esclavo romano. Aunque el Senado las consideró como serios
disturbios civiles, y fueron necesarios varios años de
intervenciones mili-tares directas para sofocarlos, nunca se
consideró que fueran una amenaza seria para la
República. El centro de los dominios de Roma, la provincia
de Italia, nunca había presenciado un levantamiento de
esclavos, ni tampoco estos habían sido nunca una amenaza
potencial a la ciudad de Roma. Esto cambiaría con la
Tercera Guerra Servil.
Primera guerra contra los esclavos (134-132 a.C)
La primera tuvo lugar 134 al 132 a. J. c. en Sicilia y
en ella los esclavos deseando una libertad que se les negaba
eligieron como jefe a Euno y armados con utensilios
agrícolas, bastones y otras armas entraron en la ciudad de
Euna hoy Castrogiovani que fueron bien recibidos por los esclavos
de allí saqueando casas y acabando con la vida de personas
no sujetas a su condición de esclavos.
Cogieron como prisioneros a Damófilo y a su mujer
Megálida que se habían caracterizado por su
despiadado trato a los esclavos y los llevaron encadenados al
teatro de la asamblea por ordenes de Euno para ser juzgados y
cuando Damófilo intentaba defenderse delante de aquella
asambles dos esclavos a los que había tratado muy
cruelmente Hermesías y Zeuxis lo asesinaron. Su esposa
Megalida fue entregada a las esclavas sufriendo todo tipo de
tormentos y después la arrojaron a un
acantilado.
Los amos viendo que sus campos eran quemados y sus casas
saqueadas pidieron ayuda al ejercito romano que a las ordenes del
pretor Manilio con una legión romana que se
enfrentó a los esclavos sublevados pero fue vencido y tuvo
que darse a la fuga. En los dos años siguientes el Senado
de Roma envió tres ejércitos más de romanos
a las ordenes de los pretorios P. C. Lentulo y C. pisón
pero también fueron derrotados. Los esclavos sublevados a
las ordenes de Euno cogieron fama y un tal Cleón de
Cilicia le entregó 5000 hombres para aumentar sus
filas.
Roma envió después al pretor L. P. Ipseo
se encontró con un ejercito de 60000 esclavos armados que
pudiera a llegar a 200000 con otros esclavos de la isla pero en
el primer enfrentamiento los sublevados dispersaron al ejercito
romano compuesto de 8000 legionarios y sitiaron y tomaron la
ciudad de Taurominium. Posteriormente Roma envió al
cónsul C. Fulvio pero que no consiguió vencer a los
sublevados.
El siguiente cónsul L. C. Pisón
logró levantar el sitio de Messana plaza fuerte de los
sublevados y acabó con la vida de 6.000 esclavos pero no
acabó con esta guerra de esclavos a pesar de la vistoria
que estaba reservada esta victoria definitiva contra los esclavos
sublevados a P. Rupilio que comenzó sitiando por hambre
Taurominium que situada en una altura inaccesible era
inexpugnable solo utilizando a las legiones y los sitiados
decidieron morir antes que rendirse llegando al extremo de
comerse unos a otros.
No obstante esto debido a la traición de un
esclavo llamado Serapión la plaza fue tomada por las
legiones romanas y el cónsul mandó precipitar desde
lo alto de la fortaleza al gobernador y a la guarnición de
esclavos que había.
Luego fue a sitiar la ciudad de Ennua donde estaban
Eunno y los suyos intentando Cleón una salida contra los
romanos de gran valor pero fueron rechazados y Cleón
murió al cabo de unos días. El cadáver fue
expuesto por el cónsul romano para inspirarles temor y
muchos de aquellos esclavos se acobardaron y entregaron la plaza
a los romanos que pasaron a cuchillo a todos lo esclavos que
encontraron. Rupilio al acabar la guerra se quedó
algún tiempo más como procónsul e hizo lo
siguiente:
Sitió y tomó otras
ciudades en manos de los rebeldesLos amos recobraron a sus esclavos
fugitivosDevolvió orden y paz a la
isla
Segunda guerra contra los esclavos (102-99 a.C)
La segunda tuvo lugar entre el 102 a. J. c. al 99 a. J.
c. en Sicilia ya que las victimas de la primera dejaron en la
conciencia de los esclavos la lucha armada para conseguir la
libertad y los sufrimientos por ser esclavos era cada vez
más evidentes y como anécdota histórica ya
hubo en el 104 a. J. c. un caballero que armando a sus esclavos
se proclamó rey pero se dio muerte.
La segunda guerra la inició la actitud del pretor
Nerva que si dio la libertad de pleno derecho a 800 esclavos se
negó a hacer lo mismo con los demás y dos adivinos
Salvio y Atenion se proclamaron reyes presentándose con la
purpura y la diadema delante de los esclavos iniciando la guerra
pero Atenión abdicó y Salvio que se apellidaba El
rey Trifón se hizo dueño cuatro años de
Triocala. El cónsul Aquilio derrotó a
Atenión y en el 99a. J. c. fue derrotado
Salvio.
Posteriormente quedaron unos numero de insurrectos al
mando de Satiro que sitiaron Lilibea pero al fin fueron
exterminados por las legiones romanas al mando de Aquilio. El
numero de muertos en esta guerra fue la de un millón de
esclavos recobrando la isla la calma.
Tercera guerra contra los esclavos (73-71
a.C)
En la República de Roma del siglo
I a. C., los juegos de gladiadores eran una de las
formas de entretenimiento más populares. Con el fin de
suministrar gladiadores para los combates, se establecieron
varias escuelas de entrenamiento, o ludi, por toda Italia. En
estas escuelas, los prisioneros de guerra y los criminales
convictos -que eran considerados como esclavos- eran entrenados
en las habilidades necesarias para luchar hasta la muerte en los
juegos de gladiadores. En 73 a. C., un grupo de unos
200 gladiadores de la escuela de Capua, pertenecientes a Lentulus
Batiatus, planearon una fuga. Cuando se reveló su plan,
una fuerza de unos 70 hombres se armaron con utensilios de cocina
(hachuelas y espetones), lucharon hasta escapar de la escuela y
se apoderaron de varios carros de armas y armaduras de
gladiador.
Una vez libres, los gladiadores fugados eligieron
líderes, seleccionando a dos esclavos galos -Criso y
Enomao- y a Espartaco, que se dice que era o bien un antiguo
auxiliar tracio de la legión romana, condenado
posteriormente a la esclavitud, o bien un prisionero capturado
por las legiones.8 Sin embargo, hay ciertas dudas sobre la
nacionalidad de Espartaco, ya que "tracio" era un tipo de
gladiador romano.
Estos esclavos huidos consiguieron vencer a una
pequeña fuerza de tropas enviada tras ellos desde Capua y
equiparse con el material militar que capturaron, además
de con sus armas de gladiador.10 Las fuentes son un tanto
contradictorias sobre el orden de los acontecimientos que
siguieron inmediatamente después a la huida, pero en
general están de acuerdo en que esta banda de gladiadores
se dedicó al pillaje en la región de los
alrededores de Capua, reclutando a muchos otros esclavos en sus
filas, y que finalmente se retiró a una posición
más defendible en el Monte Vesubio.
Derrota de los ejércitos
pretorianos.
La revuelta y los asaltos en Campania -que era una
región vacacional para la gente rica e influyente de Roma
y en la que se localizaban muchas fincas-, llamaron
rápidamente la atención de las autoridades romanas.
A Roma le llevó cierto tiempo darse cuenta de las escala
del problema, ya que percibían que la revuelta de esclavos
era más una ola de crímenes que una rebelión
armada.
Sin embargo, en 73 a. C., Roma envió
una fuerza militar bajo mando pretoriano para terminar con la
revuelta. Un pretor romano, Clodio Glabro, reunió un
cuerpo de 3.000 hombres, no como legiones sino como milicias
"escogidas con prisa y azar, porque los romanos todavía no
consideraban esto como una guerra, sino como un asalto, algo
parecido a un ataque de robo". Las fuerzas de Glabro asediaron a
los esclavos en el Monte Vesubio, bloqueando el único
camino conocido que descendía de la montaña. Con
los esclavos contenidos de esa manera, Glabro estaba dispuesto a
esperar hasta que el hambre forzara a los esclavos a
rendirse.
Como los esclavos carecían de entrenamiento
militar, las fuerzas de Espartaco mostraron cierto ingenio en su
uso de los materiales locales disponibles, que a su vez
resultó en un uso de tácticas inventivas y poco
ortodoxas, al enfrentarse a la disciplina de los ejércitos
romanos.En respuesta al asedio de Glabro, los hombres de
Espartaco hicieron cuerdas y escalas a partir de las parras y los
árboles que crecían en las laderas del Vesubio y
las usaron para descolgarse por los precipicios del lado de la
montaña opuesto al de las fuerzas de Glabro. Se
desplazaron alrededor de la base del Vesubio, atacaron al
ejército por el flanco y aniquilaron a los hombres de
Glabro.
Tras esto se envió contra Espartaco una segunda
expedición bajo el mando del pretor Publio Varinio. Por
alguna razón, parece que Varinio dividió sus
fuerzas poniéndolas al mando de sus subordinados Furio y
Cosinio. Plutarco menciona que Furio comandaba a unos 2.000
hombres, pero no se conoce la fuerza numérica de las
tropas restantes, ni si la expedición estaba compuesta de
milicias o legiones. Estas fuerzas también fueron
derrotadas por el ejército de esclavos: Cosinio
murió, Varinio casi fue capturado y los esclavos se
apoderaron del equipamiento de los ejércitos. Gracias a
estos éxitos, más y más esclavos se unieron
a las fuerzas de Espartaco, al igual que "muchos de los arrieros
y pastores de la región", engrosando sus filas hasta unos
70.000 hombres.Los esclavos rebeldes pasaron el invierno de
73 a. C. armando y equipando a sus nuevos reclutas y
expandiendo su territorio de pillaje para incluir las ciudades de
Nola, Nuceria, Turios y Metaponto.
Sin embargo, las victorias de los esclavos rebeldes no
se obtuvieron sin coste. En algún momento de estos
sucesos, o posiblemente durante los asaltos del invierno a
finales de 73 a. C., perdieron a su líder Enomao
-quizás en batalla- y no se menciona más en las
historias.
Motivaciones y liderazgo de los esclavos
fugados.
A finales de 73 a. C., Espartaco y Criso
comandaban un gran grupo de hombres armados con demostrada
habilidad para resistir a los ejércitos romanos. Lo que
pretendían hacer con esta fuerza es algo difícil de
determinar para los lectores modernos. Como la Tercera Guerra
Servil fue finalmente una rebelión sin éxito, no
existe un relato de primera mano sobre los motivos y objetivos de
los esclavos, y los historiadores que escriben sobre la guerra
proponen teorías contradictorias.
Muchos relatos populares modernos de la guerra afirman
que existía una división en dos facciones de los
esclavos fugados: los que comandaba Espartaco, que querían
escapar por los Alpes hacia la libertad, y los de Criso, que
deseaban permanecer en el sur de Italia para seguir asaltando y
saqueando. Esto parece una interpretación de los eventos
basada en lo siguiente: las regiones que Floro lista como las que
estaban siendo atacadas por los esclavos incluyen Turios y
Metaponto, que están geográficamente distantes de
Nola y Nuceria. Esto indica la existencia de dos grupos: Lucio
Gelio Publícola atacó finalmente a Criso y a un
grupo de unos 30.000 seguidores que fueron descritos como
separados del grupo principal de Espartaco. Plutarco describe el
deseo de algunos de los esclavos fugados de saquear Italia en
lugar de escapar por los Alpes.Aunque esta división en
facciones no se contradice con las fuentes clásicas, no
parece que exista ninguna evidencia directa que la
apoye.
A veces, los relatos ficticios -como la película
Espartaco de Stanley Kubrick, 1960- retratan a Espartaco como un
libertador que lucha para cambiar una sociedad romana corrupta y
para terminar con la institución romana del esclavismo. De
igual manera, esto no se contradice con los historiadores
clásicos, pero ningún relato histórico
menciona que el objetivo de los esclavos rebeldes fuera terminar
con la esclavitud en la República, ni ninguna de las
acciones de Espartaco parece específicamente dirigida a
terminar con la esclavitud.
Incluso entre los historiadores clásicos, que
escribieron sus relatos solo unos años después de
los propios sucesos, parecía haber división sobre
cuáles eran las motivaciones de Espartaco. Apiano y Floro
escriben que pretendía marchar sobre la misma Roma, aunque
esto puede no haber sido más que el reflejo de los miedos
de Roma. Si Espartaco pretendió realmente marchar sobre
Roma, debió de ser un objetivo que abandonó
más tarde. Plutarco escribe que Espartaco simplemente
deseaba escapar hacia el norte a la Galia Cisalpina y dispersar a
sus hombres de vuelta a sus hogares.
No está claro si los esclavos fueran un grupo
homogéneo bajo el lide- razgo de Espartaco. Aunque es una
suposición tácita de los historiadores romanos,
puede que los romanos estuvieran proyectando su propia
visión jerárquica del poder militar y la
responsabilidad sobre la organización ad hoc de los
esclavos. De hecho, se mencionan otros líderes esclavos-
Criso, Enemao, Cánico y Casto- y no podemos saber, a
partir de la evidencia his- toriográfica, si fueron
ayudantes, subordinados o incluso iguales que lide- raban grupos
propios y viajaban en convoy con la gente de
Espartaco.
Derrota de los ejércitos consulares
(72 a. C.)
En la primavera de 72 a. C., los esclavos
fugados abandonaron sus campamentos de invierno y empezaron a
moverse al norte hacia la Galia Cisalpina. El Senado, alarmado
por el tamaño de la revuelta y la derrota de los
ejércitos pretorianos de Glabro y Varinio, envió un
par de legiones consulares bajo el mando de Lucio Gelio
Publícola y Cneo Cornelio Léntulo
Clodiano.
En un principio, los ejércitos consulares
tuvieron éxito. El ayudante de Gelio, el propretor Arrio,
atacó a un grupo de unos 30.000 esclavos, bajo el mando de
Criso, cerca del Monte Gargano, y mató a dos tercios de
los rebeldes, incluyendo a Criso, con solo una legión.
Según cuentan los histo- riadores los esclavos rechazaron
el ataque de la legión y tras la victoria se embriagaron
bebiendo vino celebrando, cuando los romanos volvieron los
encontraron ebrios y los masacraron.
En este punto de la historia existe una divergencia en
las fuentes clá- sicas sobre el curso de los sucesos que
no se puede reconciliar hasta la entrada de Marco Licinio Craso
en la guerra. Las dos historias más deta- lladas
(existentes) de la guerra, de Apiano y Plutarco, detallan sucesos
muy distintos. Sin embargo, ninguno de los relatos contradice
directamente al otro, sino que simplemente informa de sucesos
distintos, ignorando algunos sucesos del otro relato y ofreciendo
sucesos que son únicos de ese relato.
De acuerdo con Apiano,la batalla entre las legiones de
Gelio y los hom- bres de Criso cerca del Monte Gargano fue el
inicio de una larga y com- pleja serie de maniobras militares que
casi tuvieron como resultado que las fuerzas de Espartaco
asaltaran la misma ciudad de Roma.
Tras su victoria sobre Criso, Gelio se desplazó
hacia el norte siguiendo al grupo principal de esclavos de
Espartaco, que se dirigía a la Galia Cisalpina.Se
desplegó el ejército de Léntulo para
obstruir el paso de Espar- taco, y los cónsules esperaban
encerrar a los esclavos rebeldes entre ellos. El ejército
de Espartaco se enfrentó a la legión de
Léntulo, la derrotó,se dio la vuelta y
destruyó el ejército de Gelio, forzando a las
legiones romanas a retirarse desbaratadas.Apiano afirma que
Espartaco ejecutó a unos 300 soldados romanos capturados
para vengar la muerte de Criso, forzándoles a luchar entre
ellos hasta la muerte como los gladiadores.Tras esta victoria,
Espartaco avanzó hacia el norte con sus seguidores (unos
120.000) tan rápido como pudo, "después de haber
quemado todo su material inútil, matado a todos sus
prisioneros y masacrado a sus bestias de carga para acelerar su
movimiento".
Los ejércitos consulares derrotados regresaron a
Roma para reagruparse mientras los seguidores de Espartaco se
movían hacia el norte. Los cónsules volvieron a
atacar a Espartaco en algún lugar de la región del
Piceno, y de nuevo fueron derrotados.
Apiano afirma que en este momento Espartaco
cambió su intención de marchar sobre Roma -dando a
entender que ese era el objetivo de Espartaco tras la
confrontación de Piceno-porque "no se consideraba
preparado todavía para ese tipo de lucha, ya que su fuerza
no estaba armada adecuadamente, porque ninguna ciudad se le
había unido, solo esclavos, desertores y chusma", y
decidió retirarse al sur de Italia de nuevo. Asedia-ron la
ciudad de Turios y la campiña de los alrededores
armándose,asal- tando los territorios circundantes,
cambiando los botines por bronce y hie- rro con mercaderes (con
los que manufacturar más armas) y enfrentándose
ocasionalmente con fuerzas romanas, que siempre acababan
derrotadas.
De acuerdo con Plutarco, tras la batalla entre las
legiones de Gelio y los hombres de Criso (a quienes Plutarco
describe como germanos ) cerca del Monte Gargano, los hombres de
Espartaco atacaron a la legión comandada por
Léntulo, la derrotaron, se apoderaron de sus suministros y
equipa-miento, y avanzaron directamente hacia el norte de Italia.
Tras esta derrota, ambos cónsules fueron relevados del
mando de sus ejércitos por el Senado Romano y regresaron a
Roma. Plutarco no menciona en absoluto el ataque de Espartaco a
las legiones de Gelio, ni que Espartaco se enfrentara a las
legiones combinadas consulares en el Piceno.
Luego Plutarco detalla un conflicto no mencionado en la
historia de Apiano. De acuerdo con Plutarco, el ejército
de Espartaco prosiguió hacia el norte hasta la
región de los alrededores de Mutina (la actual
Módena). Allí, un ejército de unos 10.000
soldados comandados por el gobernador de la Galia Cisalpina, Cayo
Casio Longino, intentó bloquear el avance de Espartaco y
también fue derrotado.
Plutarco no hace mención de ningún otro
suceso hasta la confrontación inicial entre Marco Licinio
Craso y Espartaco en la primavera de 71 a. C.,
omitiendo la marcha sobre Roma y la retirada hacia Turios
descritas por Apiano. Sin embargo, como Plutarco describe que las
fuerzas de Craso forzaron a las de Espartaco a retirarse hacia el
sur desde el Piceno, uno podría inferir que los esclavos
rebeldes se acercaron a Piceno desde el sur a principios de
71 a. C., implicando que se retiraron hacia el sur
desde Mutina para pasar el invierno en el sur o el centro de
Italia.
Por qué harían algo así, cuando
aparentemente no había razón para no escapar por
los Alpes -el objetivo de Espartaco según Plutarco -, es
algo que no se explica.
Los sucesos de principios de 71 a. C. Marco
Licinio Craso recibe el mando de las legiones romanas, se
enfrenta a Espartaco y fuerza a los esclavos rebeldes a retirarse
a través de Lucania hacia los estrechos cercanos a Mesina.
Plutarco afirma que esto ocurrió en la región del
Piceno, mientras que Apiano sitúa las batallas iniciales
entre Craso y Espartaco en la región del
Samnio.
A pesar de las contradicciones de las fuentes
clásicas con respecto a los sucesos de 72 a. C.,
parece haber un consenso general sobre que Espartaco y sus
seguidores estaban en el sur de Italia a principios de
71 a. C.
El Senado, alarmado ya por la aparentemente imparable
revuelta del sur de Italia, le encomendó a Marco Licinio
Craso la tarea de sofocar la rebelión. Craso había
sido pretor en 73 a. C. y, aunque era conocido por sus
conexiones políticas y su familia, no tenía ninguna
reputación como comandante militar.
Le fueron asignadas seis nuevas legiones además
de las dos anteriores legiones consulares de Gelio y
Léntulo, sumando un ejército de unos 40.000
soldados romanos entrenados.Craso trató a sus legiones con
una disciplina férrea, incluso brutal, recuperando el
castigo de la decimatio (castigo mediante el cual se diezma a un
grupo de soldados, matando a 1 de cada 10 de ellos en castigo por
su cobardía). Apiano no tiene claro si aplicó la
decimatio a las dos legiones consulares por cobardía
cuando fue nombrado su comandante, o si se la aplicó a
todo el ejército por alguna derrota posterior (un suceso
en el que hasta 4.000 legionarios habrían sido
ejecutados). Plutarco sólo menciona la decimatio de 50
legionarios de una cohorte como castigo tras la derrota de Mimio
en la primera confrontación entre Craso y Espartaco. Al
margen de lo que sucediera realmente, el trato de Craso a sus
legiones demostró que "era más peligroso para ellos
que el enemigo" y los espoleó para lograr la victoria y no
correr el riesgo de disgustar a su comandante.
Cuando las fuerzas de Espartaco se desplazaron hacia el
norte de nuevo, Craso desplegó seis de sus legiones en las
fronteras de la región (Plutarco afirma que la batalla
inicial entre las legiones de Craso y Espar- taco se dio cerca de
la región del Piceno, Apiano afirma que sucedió
cerca de la región del Samnio )y destacó a dos
legiones bajo el mando de Mumio, su legado, para que maniobrara
por la retaguardia de Espartaco, pero le dio la orden de no
atacar a los rebeldes. Cuando se le presentó la
oportunidad, Mumio desobedeció a Craso y atacó a
las fuerzas de Espartaco, pero fue derrotado. A pesar de esta
derrota inicial, Craso atacó a Espartaco y le
derrotó, matando a unos 6.000 rebeldes.
La marea de la guerra parecía haber cambiado de
dirección. Las legio- nes de Craso salieron victoriosas en
varios enfrentamientos, matando a miles de esclavos rebeldes y
forzando a Espartaco a retirarse al sur a través de
Lucania hacia los estrechos de Mesina. Según Plutarco,
Espartaco hizo un trato con piratas cilicios para transportarle a
él y a unos 2.000 hombres a Sicilia, donde
pretendía incitar una revuelta de esclavos y conseguir
refuer- zos. Sin embargo, fue traicionado por los piratas, que
recibieron el pago pero abandonaron a los esclavos rebeldes.
Fuentes menores mencionan que hubo algunos intentos de construir
barcos y balsas entre los rebeldes como medio de escape, pero que
Craso adoptó medidas sin especificar para asegurar que los
rebeldes no pudieran cruzar a Sicilia, y como consecuen-cia de
esto abandonaron sus esfuerzos.
Entonces las fuerzas de Espartaco se retiraron hacia
Rhegium. Las legiones de Craso las persiguieron y al llegar
construyeron fortificaciones a lo largo del istmo de Rhegium, a
pesar del hostigamiento de los esclavos rebeldes. Los rebeldes
fueron asediados y aislados de todo suministro.
Los últimos sucesos de la guerra en
71 a. C., en los que el ejército de Espartaco
rompió el asedio de las legiones de Craso y se
retiró hacia las montañas cercanas a Petelia.
Muestra las escaramuzas iniciales entre ele- mentos de ambos
bandos, el giro de las fuerzas de Espartaco para la
confrontación final.Nótense las legiones de Pompeyo
incorporándose desde el norte para capturar a los
supervivientes.
En este momento, las legiones de Pompeyo volvían
a Italia tras haber sofocado la rebelión de Quinto
Sertorio en Hispania. Las fuentes discrepan sobre si Craso
había solicitado refuerzos o si el Senado simplemente se
aprovechó del regreso de Pompeyo a Italia, pero se le
ordenó esquivar Ro- ma y dirigirse al sur para ayudar a
Craso.El Senado también envió refuer- zos bajo el
mando de "Lúculo", que Apiano confundió con Lucio
Licinio Lúculo, comandante de las fuerzas implicadas en la
Tercera Guerra Mitri- dática en aquel momento, pero
aparentemente se trataba del procónsul de Marco Tenterio
Varro Lúculo, el hermano pequeño del anterior.Con
las le- giones de Pompeyo marchando desde el norte y las tropas
de Lúculo desde Brundisium, Craso se dio cuenta de que si
no ponía fin a la revuelta con ra- pidez,el mérito
de la guerra iría para el general que llegara con los
refuer- zos, y por tanto espoleó a sus legiones para que
dieran rápidamente fin al conflicto.
Al parecer el plan romano era cercar a los esclavos
desde tres frentes: noroeste (Pompeyo con 7 legiones), suroeste
(Craso con 8 legiones) y este (Lúculo con 5 legiones) En
total, los romanos sumarían unas 20 legiones (alrededor de
120.000 hombres).
Tras saber del acercamiento de Pompeyo, Espartaco
intentó negociar con Craso para dar fin al conflicto antes
de que llegaran los refuerzos romanos. Cuando Craso se
negó, una parte de las fuerzas de Espartaco rompieron el
confinamiento y huyeron hacia las montañas al oeste de
Petelia (la actual Strongoli) en Bruttium, con las legiones de
Craso en persecución. Las legiones consiguieron alcanzar a
una parte de los rebeldes –bajo el mando de Cánico y
Casto– separada del ejército principal, matando a
12.300 de ellos. Sin embargo, las legiones de Craso
también sufrieron pérdidas, ya que algunos de los
esclavos en huida se dieron la vuelta para enfrentarse a las
fuerzas romanas bajo el mando de un oficial de caballería
llamado Lucio Quicio y el cuestor Cneo Tremelio Escrofa,
derrotándolas. En cualquier caso, los esclavos rebeldes no
constituían un ejército profesional y habían
llegado a su límite. No querían huir más y
varios grupos de hombres se separaron de la fuerza principal para
atacar de manera independiente a las legiones de Craso. Con la
disciplina echándose a perder, Espartaco dio la vuelta a
sus fuerzas y empleó toda su potencia para aguantar a las
legiones vinientes. En esta última batalla, las fuerzas de
Espartaco fueron derrotadas completamente, y la gran
mayoría de sus hombres murieron en el campo de batalla. Se
desconoce el destino final del propio Espartaco, ya que nunca se
halló su cuerpo, pero los historiadores cuentan que
pereció en batalla junto a sus hombres.
Consecuencias de la revuelta de
Espartaco.
La revuelta de la Tercera Guerra Servil había
quedado aniquilada a manos de Craso. Las fuerzas de Pompeyo no
atacaron directamente a las de Espartaco en ningún
momento, pero sus legiones, acercándose desde el norte,
consiguieron capturar a unos 5.000 rebeldes que huían de
la batalla, "a los que dio muerte". A causa de esto, Pompeyo
envió un mensaje al Senado diciendo que, aunque fue
ciertamente Craso quien había vencido a los esclavos en
batalla abierta, él había terminado la guerra,
reclamando así una gran parte del mérito y
ganándose la enemistad de Craso.
Aunque la mayor parte de los esclavos rebeldes murieron
en el campo de batalla, las legiones de Craso capturaron a unos
6.000 supervivientes. Todos ellos fueron crucificados a lo largo
de la carretera de Roma a Capua.
Pompeyo y Craso obtuvieron beneficios políticos
por haber sofocado la rebelión. Ambos volvieron a Roma con
sus legiones y se negaron a disolverlas, acampándolas
fuera de la ciudad en su lugar. Ambos se presentaron a
cónsul en 70 a. C., aunque Pompeyo no
tenía derecho a ello por su edad y por no haber servido
como pretor o cuestor.No obstante, ambos hombres fueron elegidos
cónsules ese año,en parte por la amenaza
implícita de sus legiones acampadas fuera de la
ciudad.
Los efectos de la Tercera Guerra Servil sobre la actitud
de los romanos hacia la esclavitud y la institución de la
esclavitud en Roma son difíciles de determinar. Desde
luego, la revuelta había conmocionado al pueblo romano,
que "a partir de un miedo absoluto parecían haber empezado
a tratar a sus esclavos con menos dureza que antes". Los ricos
dueños de los latifundia empezaron a reducir el
número de esclavos agrícolas, optando por emplear
al gran conjunto de hombres libres desposeídos en
contratos de mediería. Con el fin de la Guerra de las
Galias de Julio César en 52 a. C., las grandes
guerras de conquista romanas cesarían hasta el reinado del
emperador Trajano (que reinó del 98 d. C. al
117 d. C.), y con ellas el abundante y económico
suministro de esclavos provenientes de la conquis- ta militar,
promoviendo el uso de trabajadores libres en las fincas
agrícolas.
El estatus y los derechos legales de los esclavos
romanos también empe- zaron a cambiar. Durante la
época del emperador Claudio (que reinó del
41 d. C. al 54 d. C.) se promulgó una
constitución que convertía el hecho de matar a un
esclavo viejo o enfermizo en un acto de asesinato y decretaba que
si esos esclavos eran abandonados por sus amos, se
convertían en hombres libres. Con Antonino Pío (que
reinó del 138 d. C. al 161 d. C.) se
extendieron más los derechos legales de los esclavos,
haciendo responsa- bles a los amos del asesinato de sus
esclavos,forzando la venta de los escla- vos cuando se
podía demostrar que estaban siendo maltratados, y propor-
cionando una autoridad tercera (teóricamente) neutral a la
que podía apelar un esclavo. Aunque estos cambios legales
se dieron muy tarde como para que fueran resultado directo de la
Tercera Guerra Servil, representan la codificación legal
de unos cambios en la actitud de los romanos hacia los esclavos
que habían evolucionado durante décadas.
Es difícil determinar en qué medida
contribuyeron los sucesos de esta guerra a los cambios en el uso
y los derechos legales de los esclavos romanos. Parece que el fin
de las Guerras Serviles coincidió con el fin del periodo
más importante del uso de esclavos en Roma, y el comienzo
de una nueva percepción del esclavo dentro de la sociedad
y el derecho. La Tercera Guerra Servil fue la última de
las Guerras Serviles y Roma no vería nunca más un
levantamiento de esclavos de este tipo.
Mosaico que representa a dos esclavos
trabajando en el campo.
La trata de esclavos
en la Edad Moderna y Contemporánea
Hasta ahora me he limitado a la
esclavitud de nuestro propio entorno cultural/religioso, pero en
otros partes del mundo la situación era, si no exactamente
igual, por lo menos muy parecida. El mundo Islámico se
adelantó en muchos siglos al cristiano en prohibir
esclavizar a sus propios correligionarios, prohibición
cumplida a medias. Por otra parte la esclavi- tud tuvo poca
importancia entre los nómadas que, en general, prefirieron
matar a sus enemigos sin más, quizás porque
suponían una carga en sus constantes desplazamientos.
Cuando tribus nómadas se asentaron en otras culturas
crearon formas de esclavitud sorprendentes por su originalidad.
Dos de los ejemplos más relevantes son el Imperio Otomano
y los Mamelucos en Egipto.
Cuando los turcos otomanos ocuparon
Anatolia después del hundimiento de los Seleúcidas
de Rum, los sucesivos sultanes se encontraban con una
situación nueva e imprevista: ¿cómo
podría una pequeña minoría islámica
dominante de origen nómada controlar una gran
mayoría de cristianos ortodoxos sometidos, dedicarse al
mismo tiempo a la expansión territorial, y, además,
apartar sus indisciplinados súbditos turcos de los
quehaceres del Estado? Para lograr esto último
convirtió a sus seguidores en los terrate- nientes y
propietarios agrícolas del país,
convirtiéndoles en una nueva aris- tocracia. Para lograr
lo demás adaptaron sus viejos conocimientos nómadas
de control de manadas de ganado a la nueva situación.
Necesitaban por lo tanto "perros pastores", fieles solamente a su
amo. A este fin crearon una administración del Estado y un
ejército (los famosos jenízaros= "tropa nueva")
constituidos solo y exclusivamente por esclavos. Compraron,rap-
taron y secuestraron niños cristianos en Rusia y los
Balcanes, les convirtie- ron al Islam, y después de un
largo proceso de educación y entrenamiento, les
incorporaron a la administración y al ejército.
Jurídicamente todos eran esclavos personales del
Sultán y hacían carrera a base de sus
méritos; hasta el gran visir, el segundo poder del Estado,
era técnicamente esclavo de su señor. Todos estos
"esclavos" tuvieron, para atender sus necesidades, sus propios
esclavos domésticos. Pero hay más, como los
sultanes, excepto los primeros dos, no se casaban formalmente
pero procreaban con sus concubi- nas/esclavas, los sultanes
posteriores fueron, ellos mismos, hijos, nietos y bisnietos de
esclavas. Para evitar cualquier forma de nepotismo, los hijos de
todos estos esclavos fueron automáticamente libres, y
solamente podían heredar los bienes materiales de sus
padres. Algo parecido ocurrió en Egipto con los Mamelucos
(lit. "esclavos blancos"). Estos fueron un cuerpo militar creado
en el siglo XII por Saladín, a partir de esclavos
georgianos, teniendo este pueblo de origen muy antiguo la
reputación de ser el más resistente y guerrero de
todos los tiempos. Este cuerpo se convirtió en me- nos de
un siglo en una auténtica casta militar dominante,
eligiendo de entre ellos el Sultán de turno y limitando el
poder del Califa a los asuntos religio- sos. Fueron una sociedad
de esclavos auto propagadora, manteniendo su fuerza
numérica con la compra y/o secuestro de niños de su
mismo origen étnico. Tenemos aquí el concepto de
esclavos que se pertenecen mutua- mente. Tan fuerte fue su agarro
étnico que mantuvieron su lengua georgia- na a
través de los 6 siglos de su existencia y muchos de sus
componentes nunca aprendieron el árabe. Como fuerza
militar formaban el ejército más temido de Oriente,
salvaron al Islam derrotando a los mongoles, los turco- manos de
Timur y todos los que se les pusieron delante.Cuando
finalmente sucumbieron ante Bonaparte no fue por falta de valor o
ferocidad, sino simplemente por atraso tecnológico.
Estarán de acuerdo que estos dos ejemplos demuestran un
aspecto muy diferente y poco conocido del término
"esclavitud".
Al empezar el siglo XV el
tráfico de esclavos negros ya tenía una larga
tradición, 3000 años antes los egipcios ya
importaban esclavos nubios, y en el siglo VI a.C. Cartago ya
incorporaba esclavos sudaneses (los subsaha- rianos actuales) a
sus plantaciones. La era moderna del tráfico de esclavos
africanos empezó a partir de la conquista de Ceuta (1415)
por parte de los portugueses. Usando esta ciudad como punto de
partida, Portugal empezó sus viajes de descubrimiento
navegando por la costa africana occidental, llegando a Cabo
Verde(1444), Sierra Leona(1460), Ghana(1482) y Angola (1483),
abriendo a la influencia europea todas las tierras que en el
futuro iban a figurar de forma significativa en el tráfico
de esclavos. A mediados del siglo anterior todo el continente
Eurasiático sufrió la famosa epidemia de la Peste
Negra, en la cual Portugal perdió aproximadamente el 40%
de su población; si a esto añadimos la guerra civil
y la guerra contra Castilla de la década de los
ochenta(1385), además de la expansión ultramar
poste- rior, no es de sorprender que a Portugal le seguía
faltando mano de obra agrícola seis décadas
después y que aprovechó su expansión por las
costas africanas para adquirir esclavos.
La esclavitud de masas organizada que más debate
a generado ha sido la que perpetraron las naciones europeas desde
el descubrimiento del Nuevo Mundo.Se estima que un mínimo
de 15 millones de personas fueron secuestradas, muertas por
inanición, asesinadas, afectadas por enferme- dades,
… desde los inicios del siglo XV principalmente africanos
pero muchos indígenas también, sobre todo en los
comienzos. Para todos ellos, nadie construyó un museo del
holocausto.
Portugal fue uno de los países comerciantes y
navegantes más impor- tante de todos los tiempo. Ya a
principios del siglo XIV, Portugal había llevado adelante
varias expediciones en busca de nuevas regiones que le
suministraran recursos para su desarrollo económico y
comercial.
Una de aquellas expediciones estaba al mando de
Lanzarote de Freitas que regreso a Portugal, ya en 1444, con 235
esclavos. Este hito se conside- ra como el inicio de la etapa
"moderna" en la trata de esclavos negros en la Península
Ibérica y poco tiempo después en
América.
Una vez se corrió la voz y las autoridades se
dieran cuenta del beneficio que les suponía disponer de
mano de obra gratuita, se dispuso regularizar aquel nuevo
"comercio". Esta regularización quedo especificada cuando
en 1473 se presentó un proyecto de ley por el cual todos
los esclavos que se obtuviesen de África deberían
ser llevados en primera instancia a Portugal.
Siguiendo estas especificaciones, en 1486, se funda en
Portugal la Casa dos Escravos, con el fin de normalizar la
concesión de licencias y grabar con impuestos dichos
intercambios "comerciales". En tan sólo tres años,
los que van entre 1493 y 1495, se registran en en la Casa dos
Escravos de Lisboa tres mil seiscientos esclavos.
España no tarda en enterarse del lucrativo
negocio y en 1479, establece el Tratado de Alcaçovas a
través del cual se autoriza la venta de esclavos en
España. El principal centro de venta se sitúa en
Sevilla. Los primeros esclavos que arriban al Nuevo Mundo lo
hacen al Caribe, concretamente a la isla de La Española
hacia 1502.
Ya en el año 1510, se daban síntomas
alarmantes de una rápida despo- blación en la isla
Española y puesto que la avaricia colonizadora iba en
aumento, era más necesario que nunca un mayor volumen de
mano de obra tanto para trabajar las minas, como la
construcción de fortalezas y cual- quier tipo de trabajo
que necesitara esfuerzo físico. Así a partir de
estas fechas, se lleva a cabo un rápido aumento de la
población negra esclava.
Fernando el Católico autorizará, el 22 de
enero de 1510 en Valladolid, el envío de 50 esclavos
negros a la isla de La Española para ser vendidos
allí y trabajar en las minas. Fernando dejaba bien claro
que los esclavos debían de ser "los mejores y los
más fuertes disponibles". Al mes siguiente la Casa de la
Contratación solicitó un nuevo envío de
doscientos esclavos, para ser enviados a Santo
Domingo.
En este preciso periodo se inician las plantaciones de
azúcar que han caracterizado la actividad económica
de ciertas islas del Caribe desde entonces hasta nuestros
días. Pero poco tiempo después, se produce una
epidemia de viruela en el Caribe (entre 1518 y 1519) que se
extiende causando una gran devastación y que afecta
principalmente a la población indígena.
La primera rebelión de esclavos de la que se
tenemos conocimiento, es a través de Gonzalo
Fernández de Oviedo. El acontecimiento ocurre en el navio
del gobernador Diego Colón que los transportaba a su
destino, hacia 1522, y en las siguientes décadas del siglo
XVI se registran documental- mente numerosas rebeliones. Entre
ellas caben destacar la sublevación de esclavos en la
ciudad panameña de Acla, los motines de esclavos africanos
de 1532 en Venezuela, de 1533 en Cuba y en Panamá hacia
aquella fecha.
En 1547 se produce una prolongada rebelión que
acaeció en La Española liderada por
Sebastián Lemba y tres años después otra que
protagonizó Juan Criollo y que se prolongó durante
varios años. Como este caso, hubo al menos algún
otro caso increible en el que los esclavos consi- guieron la
libertad colectiva firmando un tratado de paz con los colonos
españoles. Actos de este tipo están documentados
como es el caso de los negros rebeldes en Portobelo
(Panamá) hacia 1579.
Aunque estas rebeliones fueron excepcionales si las
comparamos pro- porcionalmente con la cantidad de esclavos y las
explotaciones existentes así como las condiciones que
soportaban, estas pudieron ser llevadas a cabo gracias al enorme
aumento de la población negra en todo la región del
Caribe. El ejemplo de Puerto Rico, que contaba con 327 blancos y
2292 esclavos hacia 1530, viene a poner de relieve este caldo de
cultivo para el fomento de rebeliones.
Los grandes olvidados de esta historia suelen ser los
habitantes indígenas de la zona, que recibieron en su
mayoría a Colón y al resto de "comerciantes –
guerreros" amable y pacíficamente. Para el año
1600, la población original de la zona
prácticamente había desaparecido del
Caribe.
Con el aumento de afluencia de colonos europeos al Nuevo
Mundo y más concretamente a la zona del norte de
América,la introducción de escla- vos no se hace
esperar. Un barco holandés arriva a las costas de la
colonia de Jamestown y se ve obligado a cambiar los esclavos que
transporta por provisiones, teniendo lugar de esta manera la
primera entrada de trabaja- dores forzados en la "Tierra de las
Oportunidades".Hasta los inicios de 1680, no quedará
regulada la situación de los esclavos del norte de
América.
El empleo de mano de obra esclava era importante en la
acuñación de monedas de oro y plata. Se
constituían cuatro hornazas para el proceso técnico
de acuñación, había "cuatro esclavos" en
cada uno de ellas a cargo de un capataz como afirma Cañete
(1952:161). Sin embargo, Burzio menciona que eran "indios
esclavos". Lo cierto es que la Casa de Moneda contaba con
esclavos en sus locales y eran negros y no indios que traba-
jaban en las hornazas, donde el individuo estaba bajo el dominio
de un hornacero.
Como mano de obra, la Casa de Moneda dependía de
los esclavos ne- gros. En una Provisión Real de 30 de
agosto de 1575, expedida en Arequi- pa, encontramos a los
primeros doce esclavos negros que trabajaron en las tres hornazas
que se habilitaron a cargo de los capataces
siguientes:
A cargo de Pedro Real cuatro | A cargo de Pedro de Salazar | A cargo de Lucas Martín |
Cristóbal Sape Lorenzo Negro Juan Congo Portugues Martín | Martín Sape Miguel Sape Domingo Sape Cristóbal Congo | Antón Congo Antón Sape Salvador Tolofo Pedro Tolofo |
Esclavos negros que fueron dotados con fondos de la Real
Hacienda para fundar la Casa de Moneda a riesgo de los capataces
y vayan pagando a la corona del braceaje por el precio y costo de
los esclavos a la real caja. En el mismo documento se autorizaba
la compra de otros esclavos negros para la habilitación de
una cuarta hornaza. Durante los últimos años del
siglo XVI, del XVII y principios del XVIII, la trata de esclavos
negros para la Casa de Moneda era frecuente.
Encontramos testimonios sobre el tráfico legal de
esclavos negros, el 23 de octubre de 1577, cuando el
clérigo Gonzalo García Garzón, a
través de su apoderado Francisco Palomino de
Cárdenas, vende al capataz Juan Rodríguez, un negro
en 350 pesos de plata ensayada y marcada, con las siguientes
características: "de edad de veinte años pocos
más o menos… sujeto a servidumbre, habido de buena
guerra por borracho, huidor enfermo y por facineroso y revoltoso
y por tener las demás tachas y defectos y
enfermedades".
Por lo que los tratantes negreros llegaban a la Villa
Imperial de Potosí trayendo gente negra desde Guinea por
vía Brasil. En 1601 ingresó un lote de 50 piezas de
esclavos negros internados por Manuel Enrriquez en
representación del AdministradorGeneral de la
Contratación de los Negros, don Pedro Gómez Remel;
adquiriendo el Tesorero Luis de Izunsa seis piezas de ambos
sexos: " Juan de edad de 17 a 18 años, Pedro de la misma
edad, Lorenzo de la misma edad, María de 16 años,
Catalina de la misma edad y Violante de 14 años de
edad".
Al ser la ceca un establecimiento muy rústico, el
espacio donde se fabricaba la moneda macuquina era
básicamente un taller artesanal donde casi todo el proceso
de la fabricación de la moneda se llevaba a cabo con un
mínimo de herramientas y en un único local, que se
llamaba la hornaza. Esta sala era relativamente pequeña y
dirigida por un hornacero, o capataz de hornaza, que era una
especie de empresario autónomo que aportaba operarios y
herramientas, recibiendo un porcentaje sobre el volumen de
acuñaciones para cubrir sus gastos y ganancias.
Para el funcionamiento de la Casa de Moneda, Toledo
dispone inicial- mente la construcción de tres hornazas,
cada uno con cuatro esclavos ne- gros. Esto se debió a las
bases económicas y a la disponibilidad de mano de obra
barata. La compra de gente negra para las hornazas era con el
propósi- to de abaratar costos de producción en el
proceso técnico de acuñación de la moneda
macuquina. Además la mano de obra indígena que
existía en estos lugares fue afectada por la "mita",
situación que obligó a la utiliza- ción de
esclavos negros para que trabajen en la ceca potosina.
El local de la hornaza donde trabajaban los esclavos, se
dividía en cuatro espacios contiguos pero bien
diferenciados, que por orden de tamaño eran los
siguientes:
1. La hornaza propiamente dicha, donde se hacía
la fundición del metal, el aplanamiento del metal con
martillos, recorte de cospeles con tijeras y
reconocimiento.
2. El portal,donde se llevaba a cabo la
acuñación de los cospeles con marti- llos, o sea la
amonedación.
3. Recinto de blanquición, donde se daba un
lavado químico a los cospeles antes de ser
acuñados.
4. Oficina de talla, donde se producían los
punzones y se grababan los cuños o troqueles necesarios
para acuñar la moneda.
Resulta obvio que a lo largo de los años, el
esclavo negro encerrado en cuatro paredes de la hornaza, se
convirtiera en un ser muy hostil o renegado. Las riñas o
peleas entre ellos eran constantes y autoridades que
administraban la Casa de Moneda, regulaban la relación
entre el esclavo y los hornaceros (capataces de hornaza)
emitiendo órdenes para intervenir en la
administración y evitar peleas; ratificando así,
que el esclavo negro era en un ser antagónico en el
escenario de la vida colonial potosina.
Recogiendo testimonios de los manuscritos coloniales,
localizamos al Alcalde Mayor don Domingo de Asterrica el 6 de
septiembre de 1640, ordenando se encierren en sus hornazas a los
esclavos negros después de oír misa los días
domingos y de fiesta, justamente para evitar peleas entre ellos,
justificando que "resultan ordinariamente entre los negros de
alboro- tos y de ellos muertes y heridos que se dan los de las
unas hornasas contra los otros como sucedió el domingo
pasado que hubo alboroto grande entre todos los negros los unos
con los otros y los otros contra los otros de que resultó
salir heridos cinco o seis negros".
El 4 de enero de 1649, se prohíbe a los esclavos
negros salir los días domingos o de fiesta, para
precautelar y evitar peleas, disponiendo la pena de 200 azotes en
la calle pública, si infringieran dicha orden, en el
entendido de que los "negros alborotan la billa con pendenzias
que tienen con otros negros y negras con quien tratan de los qual
resulta grande escándalo y alboroto". En 17 de diciembre
de 1649, a través de un Auto, el Gobernador don Diego
Manuel Manrrique, inicia proceso contra Juan de Santama-
ría, portero merino, porque sin motivo "avia dado quatro o
cinco puñaladas a Juan Franco berberisco esclavo de don
Barme de Yebra".
El 3 de noviembre de 1653, como era de costumbre los
domingos y fiestas los esclavos salían al patio, y en esta
ocasión existió cierta pelea "y alboroto entre los
dos negros los unos contra los otros de que resulto que saliesen
malcriados los negros de la hornaça de don Gabriel de
Cárdenas que fueron siete los descalabrados y heridos y
algunos de riesgo de la vida y otros dos de la hornaça de
Agustín de Ortega otros dos otros y par que se castiguen",
ordenando averiguar las consecuencias de pelea. El 22 de febre-
ro de 1661, hubo un disgusto entre Francisco, esclavo del
capitán Sebastián Camacho y un indio, donde el
último salió "descalabrado en la cabeza o rostro de
que le a salido sangre", emitiéndose una orden "para que
se aberigue la verdad y la causa del disgusto". Y el domingo 18
de febrero de 1663, Martín de César libre mulato,
con riesgo de perder la vida, de una puñalada de cuchillo
que recibió del esclavo Jacinto Congo moreno,
perteneciente de la hornaza de don Gabriel de
Cárdenas.
En una sociedad donde la plata era el principal
objeto de mercancía, era sujeto a tentaciones para
descompensar su aleación legal, falta de peso o de ley en
el proceso técnico de acuñación de la
moneda, llamándose moneda feble. Pues el esclavo negro
procedía a la alteración de la moneda, falsificando
o acuñando moneda feble. El 29 de octubre de 1641, son
condenados los esclavos Juan de Santana y Pedro de la Daga, por
el delito de acuñar moneda feble en la hornaza de Santiago
de la Vega, con "doçientos açotes a cada uno. y en
diez años de galeras a cada uno que los cumpla en el
puerto del Callao al remo y sin sueldo a orden del
Excelentísimo Sr Marqués de Mansera Virrey de estos
reinos.".
Los documentos testimonian que como consecuencia de los
robos de plata y moneda sellada, la fuga de esclavos negros de
las hornazas de la Casa de Moneda eran frecuentes. El 6 de marzo
de 1642, se inicia proceso para investigar el robo de marcos de
plata y posterior fuga de esclavos negros de la hornaza de Juan
Bautista Rodríguez. El 19 de septiembre de 1651, esclavos
negros escalando paredes, roban del aposento del Ensaye "seis
rieles de plata y dos talegas de escobillas y cortaduras"
quitando palos de los techos de la oficina de Ensaye y de la
hornaza de Diego Moro. El 21 de junio de 1660, se investiga el
robo de plata y posterior fuga de esclavos negros de la hornaza
de Antonio García Cantero, haciendo "un agujero y barreno
por la pared de dicha hornaza" donde se tenía cantidad de
plata en cizalla y en otros géneros de plata. El 26 de
febrero de 1674, se fugan cuatro esclavos negros mulatos y un
indio de la hornaza de Pedro Ponce, rompiendo la pared y subiendo
al tejado para saltar a la calle.
Es posible que el lector tenga una idea mítica y
lejana de la esclavitud en la Villa Imperia de Potosí.
Quizá por eso le sorprenda que la trata de esclavos se dio
en el periodo colonial, donde la esclavitud era legal
especialmente en la Casa de Moneda por imposición del
Virrey Toledo.
La trata de esclavos y el comercio negrero fue
acompañado, en la mayoría de los casos, por una
fuerte ideología racista, los negros eran considerados
seres inferiores, asimilados frecuentemente a animales, sin ni
siquiera poder ser considerados sujetos de derecho y por lo tanto
considerados, jurídicamente, como cosas. En el caso de los
indígenas se había decidido que tenían alma
por lo que no se les podía esclavizar.
Los esclavos permanecían años en las
hornazas, siendo trágicos protagonistas de la vida social
potosina. Sabemos que Fray Bartolomé de las Casas,
luchó por la dignidad de los indios, y que sin embargo no
incluyó a los negros en esa lucha. Peor aún:
propugnó la importación de esclavos africanos para
liberar a los indios de trabajos pesados. En 1517, pide a Carlos
V que sustituya a los indios por negros en el trabajo de las
minas y en 1518 se autoriza a Lorenzo de Garrevod a pasar 4.000
negros a América.
Ahora sabemos que en la Villa Imperial existió la
esclavitud de gente negra traída del África, que a
lo largo del siglo XVII, se sintió con mayor impacto en la
sociedad colonial, donde el esclavo se convirtió en un
muerto viviente o fantasma, que se sentía separado de su
tierra, de su lengua de sus costumbres y de su cultura. De
ahí que se convirtió en un ser hostil y renegado,
por el trabajo duro que desarrollaba y el trato que
recibía en las hornazas de la Casa de Moneda, donde el
individuo estaba bajo el dominio de un hornacero, perdiendo la
capacidad de disponer libremente de sí mismo.
En 1562, John Hawkins, un navegador inglés,
debido a la falta de esclavos en las Indias Occidentales,
decidió entrar en el tráfico de la
piratería. Varios caballeros de Londres contribuyeron con
fondos generosamente para la empresa. Hawkins con tres barcos y
100 hombres navegó hasta la costa de Guinea, donde, por el
soborno, el engaño, la traición, y la fuerza, se
procuró por lo menos 300 negros y los vendió a los
españoles en La Española o Santo Domingo,
regresando a Inglaterra con una rica carga de perlas,
azúcar y jengibre.
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