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Adolescencia y las drogas (página 2)




Enviado por Carla Santaella



Partes: 1, 2

La droga es una necesidad que se registra como una
constante a lo largo de la historia de la humanidad, y cuyo
fundamento está basado en la incapacidad humana para
aceptar la condición de finitud inherente al
fenómeno de la vida.

El hombre es el único animal que no acepta su
destino biológico que es nacer, crecer, reproducirse y
morir. Todos los demás desarrollan esta secuencia
aceptándola como un mandato natural.

Para ampliar este concepto Kalina hace una
disociación absolutamente artificial, y considera al
hombre como un cuerpo y una mente.

El cuerpo del hombre es igual al de cualquier animal,
nace, crece, se reproduce (o no) y muere. Tiene que cumplir el
destino biológico. Nuestra mente, en cambio, siempre ha
querido escapar de este determinismo biológico, y
sólo mentalmente podemos intentar trascender los
límites que nos corresponden. Nuestra fantasía nos
permite hacer cualquier cosa que deseemos, siempre que esta
realización sea en el nivel mental. En cambio, en el nivel
corporal, físico, la finitud y la muerte como final
inevitable de nuestra existencia es un hecho capital que duele
intensamente y cuesta aceptar, y cuanto más débil
es una persona más dificultad tiene para tolerar el
conocimiento de la realidad que es la vida.

Kalina se refiere a la fragilidad de los adolescentes,
en el sentido de aquéllos que han sufrido grandes
frustraciones, que han lesionado su YO, debilitando y
distorsionando sus posibilidades de un normal
funcionamiento.

Estos adolescentes tienen más problemas para
aceptar sus limitaciones, su finitud, por eso cuando tienen que
enfrentarse a situaciones que experimentan como terribles,
horrorosas, un recurso defensivo es refugiarse en su interior y
si esta interioridad está muy dañada, lesionada,
carente de objetos buenos internalizados, producto de relaciones
parentofiliales amorosas, que ayuden a encontrar sentido a la
vida, es decir, desilusionante, su sensibilidad a la oferta
externa de substancias mágicas que les brinden ilusiones
aumentan peligrosamente.

Según Kalina y llegando a una gran
simplificación, la respuesta es la falta de amor, el
abandono y las consecuencias psicológicas
correspondientes.

  • Factores constitucionales

Estudiosos de la psicología infantil, como Klein,
consideran que hay niños que nacen con
características psicológicas de origen
constitucional diferentes, por ejemplo hay niños que nacen
con una menor capacidad para tolerar la ansiedad, que son
más impulsivos y que tienen características
diferentes a otros niños.

Se está investigando las bases
neuroquímicas de la conducta y ya se sabe por ejemplo, que
el feto responde con alteraciones del ritmo cardiaco,
succión del dedo y movimientos a situaciones de
estrés de la madre.

Podemos suponer entonces que a través de mensajes
neuroquímicos se va plasmando una pauta de respuestas
conductuales en germen, que después del nacimiento se
expresarán en diferencias de respuestas
psicológicas entre un niño y otro frente a la
ansiedad, el miedo, la frustración, etc.

Tampoco podemos olvidar que la ingestión por
parte de la madre de ciertas substancias como alcohol, tabaco,
psicofármacos y otros, también van a ejercer su
efecto sobre la evolución y estructuración
biopsicológica del feto-futuro hombre.

  • Relaciones objetales tempranas

Si al nacer un niño, su madre está bien
sustentada por su pareja y por condiciones ambientales adecuadas,
es más posible que pueda ser atendido por ella como un
otro.

En esa fase y durante los primeros años el
niño, necesita dedicación, amor y cuidados que le
permitirán desarrollarse e ir fortaleciendo su YO. En la
medida en que ha recibido mejor calidad de amor, respeto por
él mismo y un buen concepto de límites entre uno y
otro, va desarrollándose dentro de él, la
génesis de una conducta madura.

Todo esto se logrará si las primeras relaciones
del niño con la madre son adecuadas y si el objeto
primario, la madre, permanece constante y disponible, por lo
menos durante los primeros meses de vida.

El alejamiento de la madre o la incapacidad de dar todo
este sustento al niño, Kalina lo llama micro o
macroabandono, y va a provocar alteraciones de las relaciones
objetales tempranas, y por lo tanto dificultará el logro
de un YO maduro posteriormente, lo que predispondrá a la
aparición de una adicción, si se cumplen
además otras circunstancias, porque este factor
recién expuesto no es específico como base
predisponente.

  • Depresión Materna

Existe un micro o macroabandono del cuidado del
niño en los casos de depresión materna.
Normalmente, frente al nacimiento de un hijo las madres tienen
reacciones depresivas.

El parto y el período de postparto es una etapa
de cambios muy importantes para la mujer. Hay madres que
presentan depresiones muy serias, y la persona depresiva es
alguien siempre hambrienta de estima. En esta situación,
la madre atenderá posesivamente a su hijo, no porque
éste la necesite, sino porque ella lo necesite a
él, o sino directamente lo abandona.

Este es un proceso que se desarrolla y se extiende en el
tiempo, y a través del cual la madre usa al niño
para ella misma, venciendo los límites del niño
para acomodarlo a sus necesidades. Se produce una simbiosis que
no se va a resolver en forma normal, a través de los
procesos de separación – individuación.

Las técnicas de acción para llegar al
otro, en vez de las verbalizaciones, las invasiones del
territorio del otro y su manipulación permanente, los
modelos tóxicos, los dobles mensajes inductores, las
mentiras, etc. van configurando un cuadro particular.

  • Desarrollo del Self

El niño nace dotado de un equipo
psicológico (self) que le permite realizar su primera
acomodación a la estructura de su ambiente. Su forma y su
estilo de adaptación dependerán del interjuego que
se de entre sus recursos constitucionales, psíquicos y
biológicos, y los vínculos con los objetos que el
medio externo aporta (la familia mas próxima) y entre
éstos dos, los sucesos infantiles.

En este punto, es de fundamental importancia el
vínculo que se mantenga entre la madre y el
niño.

La capacidad de la madre para soportar la angustia,
calmar y dar consuelo, hacen que el niño se sienta bueno,
querido y aceptado tal cual es. Esto estimula la relación
afectiva y el contacto con la realidad. El sujeto (bebé)
necesita encontrar un objeto (madre) que le aporte
gratificaciones que dirija, modele y contenga sus impulsos, que
alivie y regule sus tensiones y que lo haga sentir grande e
importante.

Cuando la madre no puede responder a los deseos y
necesidades del bebé, el self de éste, se conforma
desvitalizado, depresivo y con importantes sentimientos de
vacío.

Esta situación es el germen que en el futuro
generará las ansias de dependencia patológica
(estructura adictiva).

También, podemos observar que son familias, en
general con mala alianza marital, donde muchas veces el precario
vínculo que mantiene la relación es un hijo
dependiente e inmaduro que canjea su independencia por la
enfermedad.

De esta manera, la drogadicción pasa a ser el
precio que se paga para no crecer. Son familias que suelen tener
un pasado con situaciones ocultas, secretos familiares, pasados
difíciles, que viven como vergonzosos, con contradicciones
y mentiras.

Puede suceder que el padre, una figura ausente de afecto
y preocupación por el hijo, que suele tener una apariencia
de fortaleza, utiliza la prepotencia para desvalorizar a la
madre, acentuando su predominancia, logrando de este modo el
desamparo del hijo por ambos, ya que una madre no respaldada por
el padre del niño no puede cumplir su rol con
tranquilidad.

Es común también, que se trate de padres
dedicados de manera exagerada al trabajo, con poco contacto
familiar, desinteresados de la educación y aspectos
afectivos de sus vidas.

Las características recién descritas se
constituyen en sustratos cargados de hostilidad que
estarán en la base de la patología del superyo.
Sobreviene entonces una alteración del sistema de valores
y una incapacidad de asumir normas de autocrítica,
capacidad de culpa y preocupaciones frente a si mismo y hacia los
demás, que devienen en conductas delictivas.

Esta generación de estructuras vulnerables
produce un daño más grave en estas primeras
épocas, por ser las que encierran el germen del basamento
de la personalidad, extendiéndose a etapas posteriores de
la educación, que no es otra cosa que la formación
del carácter y del sistema de valores a los cuales la
persona se ajustará y tomará como guía en la
vida.

  • Relación con la figura
    paterna

Para Kalina, la figura paterna es un factor clave para
la aparición o no de una drogadicción. Aunque su
papel en los primeros momentos de la vida no es tan capital como
el de la madre, al dar estabilidad al hogar y al vínculo
entre la madre y el hijo, va generando las condiciones más
adecuadas para que el buen desarrollo del niño se
efectúe adecuadamente.

En la historia de la evolución de un futuro
drogadicto, la figura paterna no es capaz de sostener las
dificultades de su esposa y por otro lado no reacciona frente a
la simbiosis madre-hijo, para evitar así hacerse cargo de
las necesidades y exigencias de su esposa y/o del
hijo.

Lo que constituía una díada de
explotación se ha transformado en una tríada de
explotación, al utilizarse al hijo para que la pareja
subsista. A través de ese pacto perverso se instala el
modelo de "hacerse de la vista gorda", algo así como una
negación parcial pactada, que luego el adicto
introyectará y la convertirá en el modus
vivendi
, así como la tendencia de ser un
explotador-explotado.

En otras palabras, incorporará una
ideología de vida donde una parte de su YO hará la
vista gorda a las actuaciones de la otra, en especial en todo lo
que respecta a las actuaciones adictivas.

  • Importancia del cuerpo y negación del
    mismo en el adicto

En la disociación que hace Kalina del cuerpo y de
la mente , el cuerpo marca la condición biológica
del hombre.

El adicto niega esta circunstancia, "se hace de la vista
gorda". Siente odio hacia su cuerpo, ya que éste por su
finitud le impide vivir la ilusión de la grandiosidad que
busca.

Ahora bien, el adicto vive una paradoja trágica,
como todo ser humano necesita y busca un límite para poder
integrarse al resto de la humanidad, pero cuando lo encuentra se
desespera porque este mismo límite le marca su
finitud.

En consecuencia busca sobrepasarlo, atacándolo y
buscando una grandiosidad que no puede ser satisfecha, y al
encontrar un nuevo límite ante la intolerancia del cuerpo
al tóxico, reaparece nuevamente la condición de
finitud.

En este juego se reproduce un modelo interpersonal
familiar, donde siempre se espera de él (o se desea) algo
que no puede cumplir. Su búsqueda incesante de genialidad
responde a su necesidad de corresponder a ese deseo. Así,
esto se repite una y otra vez, hasta llegar a la sobredosis, que
representa la posibilidad de marcar un límite que detenga
el ciclo, el límite máximo que es la
muerte.

Esta negación del cuerpo y su finitud se
complementa con el sentimiento que tiene el adicto de tener un YO
demasiado frágil, que ha sido invadido y explotado desde
pequeño sin respeto a sus límites.

Cuando encara su vida no tiene fuerzas para enfrentar
los límites de la realidad externa, y entonces recurre a
las drogas que operan como una fuerza extra que le ofrecen la
ilusión de poder vivir una existencia con una menor
vulnerabilidad que la que realmente tiene.

  • Adolescencia y drogadicción

Entonces, ¿que se modifica en el psiquismo del
joven que llega a la adolescencia?

1) Los impulsos instintivos.- La pubertad, con el
desarrollo de la capacidad reproductiva y orgásmica, trae
aparejada una eclosión de la sexualidad que muchas veces
toma "por sorpresa" al adolescente aun no habituado a satisfacer
sus deseos sexuales.

Esta irrupción incipiente de la sexualidad
genital se pone de manifiesto tanto en sensaciones
físicas, -sus preocupaciones románticas, su
masturbación, sus escrúpulos morales y sus
obsesiones sexuales- como en las costumbres grupales o la
vestimenta, tendiente a seducir al sexo opuesto.

Ahora bien, en la mayoría de las concepciones
psicológicas tradicionales, se ha tendido a centrar el
proceso de transformación adolescente en el desarrollo de
su sexualidad. Sin duda este es un aspecto fundamental, pero por
cierto que no el único.

2) El YO, o sea el agente encargado del gobierno y
distribución de los impulsos. Todo el sistema defensivo,
los mecanismos que utiliza el YO para protegerse, están
sometidos a una mayor presión y el YO tiene que
modificarse para afrontarla. Pero los cambios del YO, no se
reducen a sus funciones en relación con los impulsos
instintivos; también se consolida, en el comienzo de la
adolescencia, la transición del pensamiento concreto a
otro de mayor nivel de abstracción,
simbólico.

Meltzer menciona, como se suele creer y realmente
así parece ser, en muchos casos, que el adolescente
está fundamentalmente interesado en la sexualidad, pero en
realidad él está preocupado por el conocimiento y
el comprender.

3) Surgen nuevos objetos de amor.- Se produce una
desidealización de las figuras parentales que priva al
joven de la protección omnipotente que le significaban sus
padres cuando él era pequeño.

Asimismo, existen fuertes contradicciones entre la
tendencia del joven a alejarse de sus objetos infantiles de amor,
asimilando previamente en su personalidad características
de sus figuras parentales, y el hecho de que estas
identificaciones se vuelvan más y más
prescindibles.

Hay oscilaciones erráticas del humor, vaivenes
emocionales en el transcurso de los cuales se suelen restablecer
antiguas formas de relación objetal. Inconscientemente se
reaniman fantasías de fusión con los objetos,
merced a las cuales el joven intenta fortalecerse y protegerse de
la sensación de fragilidad que le produce la perdida de la
imagen de sus padres vistos como todopoderosos en sus primeros
años.

Esto se pone de manifiesto en la búsqueda de
ídolos y líderes que satisfagan estas necesidades
primitivas de idealización, al tiempo que le permitan
tomar distancia de sus antiguos amores familiares.

También aparecen las llamadas vivencias del
vacío. El adolescente atraviesa necesariamente por
momentos en los que se siente vacío y teme esa
sensación desagradable que se reitera sin que él
pueda gobernar su aparición.

A veces la sensación de vacío se liga a
alguna razón conocida: la pérdida de algún
amigo/a, o un novio/a, la muerte de algún ser querido, un
fracaso escolar. La vivencia de vacío consiste en una
experiencia dolorosa y perturbadora que los jóvenes a
veces llaman "depresión". No es tristeza, más bien
es hastío, desinterés, sensación de
futilidad ante la vida, así como pérdida de la
normal capacidad para enfrentar la sociedad y sobreponerse a
ella.

Las vivencias de vacío, tal como los sentimientos
de vergüenza, inferioridad y los procesos de
idealización y desidealización son resultado de
fenómenos de desequilibrio narcisista, perturbaciones en
los sectores de la personalidad que regulan el estado del
si-mismo (self) y la valoración que el individuo hace de
si mismo, su autoestima.

Ahora bien, desde la timidez vergonzante hasta la
desfachatez y los aires grandiosos de superioridad, desde la
introversión inhibida hasta la arrogancia, podemos
adscribir sin dificultad estas características de los
fenómenos de desequilibrio narcisista a un joven que
está atravesando una adolescencia normal, siempre y cuando
no constituyan pautas rígidas y estereotipadas de
funcionamiento y en tanto se alternen con momentos de
alegría, entusiasmo e ilusiones esperanzadas.

La adolescencia es la etapa más susceptible para
desarrollar una drogadicción, pues es el período de
resolución del proceso simbiótico. Es cuando se
produce la separación-individuación, la
separación del grupo familiar, el duelo por la exogamia y
el enfrentamiento con el mundo externo.

Si el adolescente tiene un YO débil, producto de
todos los factores expuestos anteriormente, entonces va a
necesitar una fuerza extra para poder cumplir con este
desafío, y si tanto la familia como la sociedad le
muestran que las drogas son el combustible adecuado para afrontar
las exigencias de la vida, él podrá poner en marcha
la "experiencia tóxica".

Una de las patologías más susceptibles de
ser vulnerable, es la de los trastornos de la personalidad, en
especial en los casos de personalidad fronteriza, porque son
seres deficitarios en su personificación.

En síntesis, si nos colocamos ante las realidades
que debe enfrentar el adolescente de nuestra época, y si
le sumamos la estresante tarea de asimilar los cambios propios de
su crecimiento, tanto corporales como psicosociales, se hace
aún más claro comprender por qué los
adolescentes son una población de alto riesgo.

  • La búsqueda de riesgos

En la adolescencia, las emociones y riesgos son buscados
porque consolidan el sentimiento del sí-mismo. Un joven lo
explicaba mejor: "sólo se tiene la máxima seguridad
de estar vivo, y bien vivo, cuando un escalofrío te
recorre la espalda" .

Lichtenberg, un autor que ha estudiado profundamente la
búsqueda de emociones y riesgos, dice que por ello, es
parte de este "desafío regulatorio" para los padres ver
como sus hijos se exponen a emociones ante las cuales el
sí-mismo del chico se refuerza, y el riesgo es controlado.
Un antecedente y prototipo infantil de ello es la
sensación de ser arrojado al aire y caer en los brazos
fuertes y seguros del padre.

El adolescente busca emoción y riesgo en un
intento de expandir y consolidar su sí-mismo, mientras
mantiene estas experiencias bajo su control, con cierto grado de
autorregulación. Quiere ser él mismo quien elija
cual riesgo asumirá y cual no. Quiere él decidir
cuales serán sus modelos, cuales sus rivales en estos
desafíos.

El también deseará elegir en que "brazos"
confiar para que lo sostengan; un líder político,
su entrenador deportivo, una novia o un novio, o el amigo
más influyente de su grupo, que ahora ha conocido el
"excitante" mundo que le provee la marihuana.

Toda esta actividad del adolescente transita el terreno
de la normalidad, y más allá del éxito o
fracaso de los intentos, usualmente es beneficiosa para su
desarrollo. El joven aprende de los demás y de si mismo.
Pero, he aquí una de las injurias que nuestro tiempo
produce en la juventud, esa demanda de emociones y riesgos puede
hallar la oferta de la droga, provista muchas veces por el grupo,
al que el adolescente necesita como marco de
referencia.

Es cierto que las distorsiones sensoperceptivas que
producen las drogas adictivas suelen provocar una
perturbación del sentido del sí-mismo mas que esa
consolidación que el joven busca. Pero no es menos cierto
que merced a las drogas se viven emociones hipertensas y las
modificaciones del esquema corporal crean la ilusión de
una expansión del self. Por otra parte, el solo hecho de
consumir algo prohibido entraña un desafío personal
que, para colmo, a veces es compartido por otros amigos o
ídolos especialmente valorados por el
adolescente.

En términos generales podemos decir que la
perturbación del equilibrio ya mencionada acarrea
sentimientos tanto placenteros como displacenteros. Los
placenteros van desde la sana alegría y frescura juvenil
hasta estados de franca exaltación del YO. Los
sentimientos displacenteros oscilan entre la inferioridad, la
vergüenza y culpa ya nombradas, hasta estados de tristeza,
de esa vasta, difusa y a veces profunda melancolía
adolescente tan bien descrita por muchos poetas.

Ahora bien, con frecuencia los adolescentes perciben que
muchas sustancias psicoactivas permiten un alivio transitorio a
esos estados disfóricos y también una huida
temporaria de otras circunstancias vitales externas
desagradables, de orden familiar o social.

La droga constituye, en este sentido, el intento de
restablecer el equilibrio perturbado por estos procesos de
reacomodación psíquica. Aquellos jóvenes que
por factores constitucionales o ambientales presentan un umbral
bajo, la tolerancia a la frustración y poca capacidad de
soportar el sufrimiento y esperar su recuperación
espontánea, padecen más intensamente la
desarmonía emocional de su edad y caen con mas facilidad
en esta seudosolución química.

  • La Presión Social

El joven se halla en una búsqueda de nuevos
objetos extrafamiliares para experimentar, y lucha contra su
propia dependencia infantil de las figuras parentales. En
consecuencia, pasa a depender en mayor grado de su grupo social y
se torna más influenciable en sus opiniones, costumbres y
hábitos por la presión que ejercen los medios
modernos de comunicación, que muchas veces presentan el
consumo de drogas como privilegio exclusivo, placentero y
excitante.

De un modo más directo aún, la necesidad
de nuevas figuras de identificación alienta la
incorporación de patrones de conducta pertenecientes a
otros jóvenes o adultos más o menos cercanos, que
gocen de estima, prestigio y reputación. Esto puede
brindar al adolescente que sufre por su debilidad relativa, una
sensación de madurez y pertenencia grupal en la medida que
consume drogas. Le facilita también el afrontar
situaciones de honda angustia social. Cree sentirse más
fuerte, mas aún si, como ocurre especialmente merced al
uso de algunos alucinógenos, se siente cohesionado con sus
amigos y con sus ídolos.

Otra perspectiva interesante de la situación
grupal de los adolescentes surge de aplicar las ideas de Meltzer
sobre la visión de la sociedad que tienen los
adolescentes.

Este autor observó que los adolescentes
distinguen básicamente tres comunidades:

  • 1) la de los niños, débiles,
    dependientes y sometidos al arbitrio de los
    adultos;

  • 2) la de los adultos, los que ostentan el
    poder, el conocimiento y el pleno derecho a la sexualidad
    y

  • 3) la propia, la de los adolescentes, que se
    sienten relegados pero poseedores de la fuerza, la justicia y
    la esperanza.

Enfocando el consumo de drogas desde esta perspectiva
podemos observar como muchos adolescentes, vacilantes por
naturaleza en cuanto a su ubicación grupal, pueden
utilizar el consumo de drogas en su intento por diferenciarse
tanto del grupo desvalorizado de los niños como del de los
adultos, al que de esa manera combaten también en sus
preceptos.

También es necesario considerar la influencia que
tiene la imagen que brindan los padres y la presión que
ejerce el grupo social a través del uso de drogas
"legales". El consumo de alcohol y tabaco es parte integral y
crucial de la secuencia adictiva. Su uso precede,
prácticamente siempre, al de las drogas ilegales,
independientemente de la edad en que se inicie el consumo estas
últimas. Es muy raro el comienzo directo con drogas
ilícitas.

Las primeras sustancias que los jóvenes suelen
experimentar son alcohol y tabaco (cerveza, vino y cigarrillos).
Más adelante pasan a las bebidas blancas y/o a la
marihuana. También es muy raro que se utilicen otras
drogas ilegales como la cocaína o los opiáceos sin
pasar previamente por la marihuana.

Se desprende de ésto la influencia
toxicomanígena perniciosa que pueden ejercer al respecto
sobre el niño el consumo abusivo de alcohol, cigarrillos o
tranquilizantes por parte de los padres, modelos tempranos de
identificación.

A veces la falla del medio familiar radica en su
insuficiencia para proveer seguridad y calma al niño que
por cualquier suceso cotidiano está angustiado, con temor
o ansiedad por motivos internos o externos. El abrazo tierno, que
permite una suerte de fusión del niño con su madre
o padre serenos, es en ocasiones imposible por la magnitud de la
angustia o irritación que sufren los propios
padres.

Naturalmente, la acción patógena no se
ejerce en episodios únicos o aislados sino por efecto de
una sucesión acumulativa de pequeños traumas. Esto
determina un déficit estructural de la personalidad, en
aquellos aspectos que al desarrollarse proveen al individuo de la
capacidad de autoapaciguarse, de tolerar y atenuar su angustia,
de evitar su difusión.

Más adelante estos individuos buscarán en
las sustancias psicoativas un elemento compensatorio que les
permita eludir la invasión de angustia que ellos no pueden
evitar con sus propios recursos.

Ahora bien, no podemos abandonar el tema de la
presión social sin referirnos al contagio, al papel que
cumplen adictos y traficantes en la difusión del consumo
de drogas.

Existe una vasta mitología popular acerca de
vendedores siniestros y viciosos que corrompen a jóvenes
ingenuos a través del engaño o la seducción.
Sin embargo, esto es usualmente falso. En términos
generales, los traficantes de drogas comercian con clientes
conocidos y habituales, y prefieren no arriesgarse a vender su
mercancía a desconocidos por más jóvenes e
inocentes que parezcan.

Como lo señala el informe norteamericano sobre la
Estrategia para el Control de las Drogas, quienes no se han
iniciado en el consumo rara vez aceptan una sustancia desconocida
de una persona extraña,

Es poco frecuente que un adolescente haga un esfuerzo
individual para buscar drogas por primera vez. En realidad no es
necesario, porque las experiencias iniciales con drogas surgen
del ofrecimiento de otros consumidores con los que se tiene un
vinculo personal.

Prevención

Hay programas que dicen que hay que intentarlo, otros
que dicen que lo último que hay que hacer es intentarlo,
porque en la medida que lo hacemos rompemos todo contacto con la
realidad y después es muy difícil
restablecerlo.

Es muy difícil clasificar los procesos adictivos
por su grado de complejidad y diversidad, también por la
problemática de identificar si la adicción es un
síntoma o constituye una enfermedad central.

Tomando como referencia los factores dinámicos de
la personalidad, nos permitiría ordenar las diferencias
entre síntoma y enfermedad encontrando una base
estructural común. Problemas conductuales del paciente
drogadicto (orígenes psicodinámicos), y la
estructura de su psiquismo nos presenta una comprensión
más profunda y amplia que puede ser utilizada:

  • para establecer el tipo de tratamiento

  • para conocer y evaluar el
    pronóstico

  • para ilustrar los métodos y oportunidades de
    los programas de prevención.

Hemos hablado de tener en cuenta los vínculos
tempranos como condicionamientos de los problemas adictivos,
hasta se podría sugerir una guía con lo expuesto en
el capítulo anterior:

  • necesidad de una correcta empatía entre
    padres y niño

  • que los padres superen sus problemas
    narcisísticos

  • que los padres posibiliten al niño la
    experiencia de sostén, protección física
    y afectiva a la posibilidad de experimentar frustraciones,
    límites graduales y adecuados a la fase de desarrollo
    que permitan y estimulen formación de
    estructuras

  • la adaptación, la capacidad de tolerancia a
    la angustia y la frustración

  • el reconocimiento del NO-YO y la renuncia a la
    omnipotencia infantil.

La orientación de los padres para la
prevención en este sentido también apunta a evitar
los mensajes contradictorios dado que cumplen un papel
fundamental en la cura y prevención de sus hijos
(principalmente adolescentes).

Para cumplir con la función de prevención
es necesario informase y formarse de las características
clínicas, psicológicas y sociales de la
drogadicción.

Las mejores posibilidades de prevención de muchos
males sociales devienen de la estructuración de una
sociedad sana donde el amor, los anhelos, el fervor, la lealtad
no sean vanas palabras.

3.1 Tipos de Prevención

Los planes de prevención deberán tener en
cuenta cuales son las influencias nocivas que proyecta la
sociedad sobre la patogenia del adicto y que influyen en la
postergación de su curación.

Deben entenderse como:

  • Prevención primaria: Todo aquello que se
    efectúe con respecto a la macro comunidad en su
    conjunto, actuando antes que la drogadicción se
    manifieste. (EVITAR)

  • Prevención secundaria: Es la que trata de
    limitar la enfermedad ya declarada, asistiendo
    terapéuticamente al adicto. (TERAPEUTICO)

  • Prevención terciaria: Es la que trata de
    recuperar al máximo el potencial de la persona.
    (REHABILITACION)

También se puede clasificar a la
prevención en:

  • Prevención específica: Es la que se
    relaciona directamente con el fenómeno.

  • Prevención inespecífica: Son las
    acciones generales no relacionadas directamente con el
    fenómeno.

Hay una interrelación permanente entre un tipo de
prevención y otra. Como ejemplo podemos citar que en la
medida que se está trabajando sobre la reinserción
social, se está haciendo también prevención
primaria y secundaria.

3.2. Modelos de Prevención

Existen varios modelos tradicionales que toman en cuenta
3 elementos:

3.2.1. Modelo Médico-sanitario

Este modelo centra su análisis en la substancia.
La droga es el agente que infecta a las personas.

Clasifica las drogas en

  • inocuas y

  • peligrosas.

Haciendo una comparación con la anterior,
agregaría a las ilegales, como peligrosas al tabaco y
alcohol.

Considera a la droga como activa en si misma, la droga
es como un flagelo. El flagelo que azota la humanidad, como en
épocas anteriores fueron las plagas y pestes consideradas
castigos divinos por los pecados de los hombres. La persona es el
huésped en donde se aloja la droga.

El medio es el entorno en donde se trata de detectar la
población vulnerable ante este agente peligroso,
señalándose entonces los factores de
riesgo.

Estos factores de riesgo son determinados grupos
económicos, demográficos, sociales, etc.. Existe el
peligro del contagio y se considera a la adicción como una
enfermedad (la droga con su acción enferma a la
persona).

Se toma el criterio de nocividad.

La prevención primaria estaría basada en
la información. Apunta más al daño que
causa.

También creando programas sustitutivos. La
prevención secundaria estaría dada por la
internación (el tratamiento), que aísla y margina
al sujeto para lograr la reinserción social
(prevención terciaria).

3.2.2. Modelo Psico-social

En este modelo se traslada el protagonismo a la persona.
No interesa el tipo de droga que se consume.

Este modelo centra su atención en el
vínculo que tiene el individuo con la droga, para
determinar si ese vínculo es de dependencia.

La adicción sería un síntoma
individual. Considera también que el adicto es un enfermo,
pero con la diferencia que la adicción no es una
enfermedad. La enfermedad está en una situación
estructurada tapada por la droga, generalmente en la familia o
grupos de pertenencia.

La prevención primaria estaría en la
información y formación de grupos de
orientación, por ejemplo, para madres a fin de mejorar su
comunicación con los hijos, para optimizar los
vínculos familiares. La prevención secundaria
sería la psicoterapia, que son acciones de
prevención inespecíficas ligadas al campo de la
salud mental.

3.2.3. Modelo Socio-cultural

Aquí el protagonista es el medio.

El origen del problema es el medio macro-social, la
estructura social. Este marco social operaría sobre la
persona como un estímulo de tensión y para aliviar
esta tensión la persona recurriría a la droga como
evasión por la realidad, sin considerar otros
factores.

La adicción se considera un síntoma pero
la diferencia radica en que aquí se le toma como un
síntoma social como algo que nos muestra que pasa en la
sociedad.

La prevención primaria estaría dada por la
modificación de las condiciones sociales, por ejemplo, que
no haya desocupados. Son acciones de prevención
inespecíficas que están ligadas al campo
político.

3.2.4. Modelo Ético-social

Los anteriores modelos dan una lectura parcial del
fenómeno que nos ocupa. Se generó la necesidad de
contar con un modelo más abarcativo.

Los modelos tradicionales aparecen como
analíticos, analizan el fenómeno pero se queda
sólo con una parte de él. Se propusó la
necesidad de un modelo de síntesis que no es una sumatoria
de partes (de cada parte que toman los otros modelos), sino que
toma en cuenta los aspectos parciales pero los sintetiza en una
nueva producción.

Así surge este modelo en el cual el trabajo se
hace a partir de dos ejes:

  • El eje del tiempo libre considerando tiempo libre al
    que apunta a tener un proyecto con sentido. El adicto aparece
    sin proyectos. La acción preventiva debe facilitar la
    aparición de proyectos personales que van a encontrar
    sentido en un proyecto social.

  • El segundo eje es la participación. Plantea
    una ética que puede surgir de este proyecto
    común, es una ética que puede admitir las
    diferencias, el disenso, no es la ética del modelo
    ético-jurídico basada en una categoría
    absoluta (legal-ilegal, bueno-malo). Esto está ligado
    a una metodología que se diferencia de los otros
    modelos.

Los modelos tradicionales plantean:

Hay un EMISOR (alguien que sabe, por lo tanto tiene el
saber, al tener el saber tiene el poder) que emite un MENSAJE a
un RECEPTOR (alguien que no sabe, que pasivamente recibe lo que
es propiedad de otro).

La metodología del modelo ético-social es
la llamada metodología circular, en donde no se habla de
transmisión de información.

El receptor no está en el lugar de no saber
porque llega con una serie de información sobre el tema
(buena o no). Es decir que existen contenidos. Estos contenidos
muchas veces están arraigados en el prejuicio o en
construcciones míticas como por ejemplo: ¿se
considera droga agregar una aspirina a la bebida cola?

Se pretende que estos contenidos implícitos pasen
a ser explícitos, que se les manifieste, que pueda
preguntarse si es verdad lo de la mezcla mencionada.

En la medida que esto se explicite se va construyendo el
mensaje que se constituye en mensaje común y puede
constituirse en un proyecto (que podemos hacer todos para
prevenir) y esto apunta al compromiso que es un tema de
todos.

El instrumento de prevención no necesariamente
puede ser la charla o el audiovisual. Estos son medios auxiliares
pero no constituyen en si mismos una acción preventiva,
por ejemplo una escuela solicita a especialistas una charla sobre
prevención y una vez terminada dicen, bueno ya
está, ya terminó.

Esto solo sirve para cumplir con un objetivo inmediato
pero no puede considerarse una medida de
prevención.

La acción preventiva consiste en ir generando
modificaciones en las actitudes, en las formas de
relación, en poder tolerar las diferencias.

Conclusión

No todo el que experimenta con drogas se hace
adicto.

Existen bases predisponentes individuales, familiares y
sociales que condicionan la posibilidad de una
adicción.

La adicción es una de las formas en que puede
exteriorizarse la actividad de la parte psicótica de la
personalidad.

Toda adicción constituye una vía hacia la
muerte, es decir una práctica suicida a corto o a largo
plazo, dependiendo de una amplia gama de variables.

Todo adicto en forma consciente procura mediante
técnicas psicopáticas no exentas de
seducción histérica, conseguir "feligreses" para su
grupo, a esta actividad Kalina la denomina proselitismo y a los
que la realizan mutantes. Estos viven huyendo de sus angustiantes
y a veces horroríficas vivencias de vacío interior
y soledad, para lo cual aprendieron en su contexto familiar y
social que las drogas psicotóxicas son un instrumento para
lograr este objetivo y que además le brindan una
ilusión de identidad, generalmente grandiosa y hasta
épica.

La droga no representa algo, sino es algo para el
adicto. Estamos frente a una ecuación simbólica, es
decir que están operando los niveles concretos del
funcionamiento mental. Esto significa que está en
actividad la parte psicótica de la
personalidad.

El adolescente al hacerse adicto adquiere una nueva
identidad ya es alguien: "un adicto", y si logra en el contexto
en que vive que se agreguen otros miembros a su causa,
además de sentirse menos solo, podrá llegar al
ideal inducido que "ellos son el ser superior".

Kalina señala que el proselitismo se ejerce
mediante tácticas psicopáticas y/o seducción
histérica pero afirma también con énfasis
que la motivación profunda de esta actividad humana, que
está más allá del miedo al vacío y a
la soledad, es la envidia. El adicto sabe en su interior "que
vendió su alma al diablo", pero necesita negarlo. "Yo dejo
cuando quiero", "lo hago por placer", "mi vida es mi vida y hago
lo que quiero con ella", etc..

Pero cayó en la esclavitud y esta
percepción es trágica, no puede aceptarla,
él que creyó burlar su castración
está condenado a muerte, la máxima
castración. Pero, por su debilidad yoica no puede aceptar
esta terrible verdad, y aquí surge la veta
psicopática movilizada por la envidia. La necesidad de
destruir valores morales en el otro es una necesidad
psicopática que no se puede ignorar, y esto se ve
claramente según Kalina, cuando un adicto deja de consumir
e intenta construir un nuevo proyecto de vida.

Los adictos pertenecientes a su grupo de "amigos"
rápida o lentamente intentarán sabotear sus logros,
pues sino su esclavitud se les vuelve patética y en cambio
intentan salvarse maniacamente realizando racionalizaciones como:
"mal de muchos, consuelo de tontos", etc.

Un adolescente por experimentar con drogas no se vuelve
necesariamente adicto, existe una personalidad previa en la cual
coexisten factores predisponentes que hacen que ciertas personas
sean vulnerables al proselitismo del adicto.

La adolescencia es una etapa de cambios físicos,
familiares y sociales, es el caldo de cultivo ideal para la
incorporación de nuevos hábitos. Se sienten
megalómanos, presentan dificultades en sus
vínculos, les importa mucho ser aceptados por sus amigos,
que como transitan por sus mismos caminos "son los únicos
capaces de entenderlos". La pérdida de la bisexualidad de
la infancia, y la incorporación de las primeras pulsiones
sexuales, los lleva primero al narcisismo corporal, a la
admiración homosexual y los estados de enamoramiento, y
luego a la consolidación del YO y la posterior
resolución de situaciones traumáticas.

Familiarmente la mayoría de los adolescentes
están contenidos. Pero no siempre esta contención
es la óptima. Hay familias saludables, familias doble
mensaje, familias autoritarias, familias inmaduras, familias
incompletas familias narcisistas.

Comunitaria y socialmente los adolescentes se encuentran
con una diversidad muy amplia, como para poder centrarse en la
búsqueda de apoyo para resolver críticamente tantos
cambios que están operando en ellos.

Es necesario un tratamiento más serio del tema,
más sistematizado, más amplio, es necesario un plan
que pueda aplicarse en la comunidad donde el adolescente convive,
implicando a los padres.

Es necesario disminuir los factores de riesgo, y brindar
programas de prevención del consumo de drogas, informando
y apoyando al adolescente en un marco de contención a sus
padres.

Bibliografía

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  • www.yupimsn.com/salud/enfermedades/adiccion

  • www.psicoplanet.com/temas/tema12_contenido.htm

Anexos

ANEXO I

TIPOS DE DROGAS

Droga

Origen

Uso social

Inicio

Vía
administración

Acción

Dependencia

físicas

Dependencia
psíquicas

Peligrosidad

Tabaco

Natural (planta)

Aceptado

Precoz

12 -14 años.

Inhalado (fumado)

Estimula sistema nervioso
central

Si

Si

Baja

Alcohol

Etanol (planta)

Aceptado

Precoz

12 -14 años

Oral

Depresor sistema nervioso
central

Si

Si

Alta

Psicofarmacos

Barbitúricos

Químico

Aceptado

Tardío

Oral

Activadores Sistema nervioso
central

Si

Si

Alta

Piscofarmacos anfetaminas

Químico

Aceptado

Tardío

Oral

Depresores sistema nervioso
central

Si

Si

Media

Cannabis

(marihuana)

Natural

Prohibido

Precoz

14 -16 años

Inhalado

(fumado)

Enfermedades pulmonares, destructor
de globulos blancos

Ligera

Si

Baja

Narcóticos

Opiáceos

(heroína)

Químico

(morfina)

Prohibido

Tardío

17 – 20 años

Ultravenosa o pernasal

Depresor sistema nervioso
central

Analgésico

Si

Si

Muy alta

Alucinógenos

(LSD)

Químico

(ácido
lisérgico)

Prohibido

Tardío

17 – 20 años

Oral

Distorsión sistema nervioso
central (alucinaciones)

No clara

Si

Baja*

Cocaína – Crack

Natural

Hojas de coca

Prohibido

Tardío

17 – 20 años

Pernasal o intravenosa

Estimulador sistema nervioso central,
anestésico local

Si

Muy intensa

Alta

INHALANTES

(colas,disolventes)

Químico
(industrial)

Aceptado

Muy precoz

8 – 12 años

Inhalación

Depresión sistema nervioso
central

(euforia)

Si

Si

Baja

Estimulantes menores

(Cafeína,
Teína)

Natural

(café, cacao)

Aceptado

Infancia

Oral

Estimulante sistema nervioso
central

Ligera

Si

Nula-

ANEXO 2

INDICE DE DROGADICCION EN NUESTRO
PAIS

(1998)

(2002)

Proporción que ha usado drogas
alguna vez

en la vida, por región y a
nivel nacional:

Región Norte:

12.35 % 2.73 %

Población que ha hecho uso
Ilícito de drogasComparativo a Nivel
Nacional

Región Centro:

8.0 % 2.41 %

 

 

Autor:

Carla Santaella

 

Partes: 1, 2
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