Ortotanasia. Parte I. Tratamiento vital y privilegio terapéutico
- Resumen
- La eutanasia u homicidio
terapéutico - La
distanasia u obstinación
terapéutica - La
jurisprudencia médica y legal - Cláusula
de objeción de conciencia en el ejercicio
profesional - La
investigación clínica y
policial - Estudio de
casos - Conclusión
- La
ortotanasia o privilegio terapéutico - Apéndice. La
Medicina Paliativa - Notas y
Textos - Documentación
Un estudio basado en el documento del Comité
para la defensa de la vida, presidido por el Cardenal Narciso
Jubany Arnau, y emitido por la Conferencia
Episcopal Española con fecha 14 de febrero de
1993.Resumen
La ¨ortotanasia¨ (del griego
¨orthos¨, recto, justo… que observa el derecho
conforme a la razón, que obra con juicio…) designa
la actuación correcta ante la muerte
por parte de quienes atienden al que sufre una enfermedad
incurable o en fase terminal.La ortotanasia estaría tan lejos de la
eutanasia,
en el sentido apuntado aquí, como de la distanasia.
Este término, que se refiere al valor
sagrado de la vida humana y la dignidad
de la persona
frente a la muerte,
que respete los derechos
humanos de las personas moribundas y proteja la voluntad
del enfermo y su derecho a la objeción de conciencia, la obligación del
médico y su deber de preservar la vida, no se ha
consagrado más que en ciertos ambientes hospitalarios,
y hace referencia al ¨privilegio
terapéutico¨.In Memoriam.
Este documento es el fruto de 10 años de
trabajo de
docencia e
investigación en memoria de
los enfermos
terminales que esperaban los trataran con justicia y
acabaron siendo asesinados por quienes debían
ayudarlos a vivir, para que algun día quienes los
mataron reciban el castigo que merecen por su crimen contra
la vida.Introducción
Hoy en día se observan determinadas actitudes
maniqueas en el seno de la sociedad,
nos hace falta recordar que siempre se han considerado a las
luces del Magisterio de la Iglesia y
de la doctrina de fe una herejía y que se reproduce en
los tiempos modernos de modo y manera que se adoptan los
viejos modelos
que tanto combatieron en su época San Agustin, obispo
de Hipona, la Orden de Predicadores fundada por Santo Domingo
Guzmán, de cuyo sucesor más destacado tenemos a
Santo
Tomás de Aquino, y San
Antonio de Padua de la Orden de los Hermanos Menores
fundada por San Francisco de Asís, que lucharon contra
la idea maniquea del suicidio como
la buena muerte para poner fin a los males de este
mundo.Para que nos entendamos defendemos la tesis de
la ortotanasia para evitar la eutanasia u homicidio
terapéutico, y la distanasia u obstinación
terapéutica, siendo que ambas son una
psicopatía. Una explicación del suicidio, es
que nos falta educar en la ardua tarea de enseñar a
tener capacidad de sufrimiento, sin ocultar la realidad de la
muerte, de la enfermedad, o el dolor.Esta misma huida y sin sentido del dolor que
experimenta el mundo actual, nos lleva a la eutanasia, la
búsqueda de la muerte cuando la vida se hace
insoportable por el sufrimiento, y se piensa que no vale la
pena vivir. Esto explica en buena parte la idea maniquea del
suicidio, eliminar el sufrimiento aniquilando la voluntad de
ser, mediante la praxis
meditativa se hace desaparecer a la conciencia y con ella su
sufrimiento, logrando lo contrario de lo que pretendemos ser
como personas humanas.Es fácil caer en el dualismo
maniqueísta del bien y el mal ante la muerte. Esto es
algo de lo que debemos estar prevenidos y atentos, son
contrarios pero con diferente grado de consideración,
el mal pertenece a un estado
inferior y no se comprendería sin la
degradación del bien, los maniqueos entendían
que para evitar todos los males que son causa del dolor y
sufrimiento en este mundo, la bondad de la muerte era el
suicidio, consiguiendo de este modo precisamente la
perversión del bien y caer en el mismo error que los
defensores de la eutanasia al pretender evitar la distanasia
con el homicidio. En realidad, el bien y el mal son actos de
las instancias volitivas de la persona, en el que el bien a
su vez se entiende en si mismo sin la existencia del mal o
pecado original que pervierte al hombre y
lo priva de su posición de privilegio al actuar contra
si mismo o su propia naturaleza, y el mundo creado le sigue en la
pendiente de su caída; y solo la justicia, el fin
último de la existencia humana que es el juicio final,
devuelve al ser humano su moral
objetiva, única verdad revelada al hombre por la
gracia de Dios, porque es a él mismo a quien le
corresponde retornar justamente a su propia naturaleza y al
mundo creado por derecho
natural a su origen y estado primigenio (ver palabras
clave).Las investigaciones ontológicas de Santo
Tomás de Aquino y fenomenológicas de Max
Scheler sobre el dolor y el sufrimiento nos hacen comprender
que son constitutivos del alma
humana y dan una explicación de cómo aparece el
mal en la naturaleza del ser humano siendo así que
ella en su esencia ni lo contiene ni lo exige, así se
entiende como el mal o la perversión del bien entra en
el mundo con el pecado original del hombre al actuar contra
su propia naturaleza, y como el bien en si mismo de la gracia
de Dios eleva al orden sobrenatural y es posible la
redención del género
humano y de dar un sentido a su dolor y sufrimiento ante la
muerte.En cambio,
hoy en día se está retornando a las corrientes
ideológicas que defienden la cultura de
la muerte y calan hasta lo más hondo de la
civilización, como así lo hicieron desde Manes,
filósofo persa, de donde toma origen el término
maniqueísmo, hasta la Edad Media
con la secta de los cátaros o albigenses, los que
siendo defensores del suicidio como forma de
autoliberación propugnan que es justificable el
homicidio del que sufre con el fin de acabar con la vida de
los enfermos a causa de su estado de gravedad.No son pocas las personas que pretenden justificar
la eutanasia pasiva y activa como medida de gracia ante el
sufrimiento y en contra de la obediencia debida al Catecismo
de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana y
de su cabeza visible, el Santo Padre. El 18 de agosto de 2002
en la concentración mayor que se ha producido en una
visita a un pais europeo, en la que se reunieron millones de
personas, S.S. el Papa Juan Pablo II reiteró en
Cracovia (Polonia) su condena de cualquier tipo de eutanasia
para hacer frente a estas nuevas corrientes del pensamiento contemporáneo que hunden
sus raíces en la filosofía oriental y la idea maniquea
del suicidio y la perversión del bien, denunció
la arrogancia del hombre que se sitúa, a veces, en el
lugar de Dios, interfiriendo en el misterio de la vida humana
y pretendiendo decidir sobre la vida del ser humano y fijar
los límites de la muerte.El hombre
al rechazar las leyes divinas
y los principios
morales, se amenaza a si mismo abiertamente queriendo hacer
callar la voz de Dios, gran ausente en la cultura y la
conciencia de los pueblos, el misterio del mal, continua
marcando la vida y, ante esta experimentada maldad, el ser
humano vive el miedo al futuro, al vacío, al
sufrimiento y la aniquilación.Una acción u omisión que de ella
misma o por intención produzca la muerte a fin de
suprimir el dolor constituye un asesinato gravemente
contrario a la dignidad de la persona humana y el respeto al
Dios vivo, su Creador. El error de juicio en que se puede
caer, no cambia la naturaleza de esta acción homicida
siempre prohibida y rechazable.La eutanasia u homicidio
terapéutico.La razón de ser de la Medicina
es la curación del enfermo en cualquier fase de su
dolencia, la mitigación de sus dolores, y la ayuda a
sobrellevar el trance de la muerte, cuando no es posible la
curación.
La eutanasia (del griego ¨eu¨, bien, y
¨thánatos¨, muerte), por el contrario no
sólo es la renuncia a esa razón de ser, sino
que consiste en la deliberada decisión opuesta a la
Medicina, ya que es dar muerte a otra persona, por una
presunta compasión, es una traición al ser
humano y a la vida. Es un acto de falsa piedad, que no exime
de culpa. La eutanasia se debe condenar sin reservas porque
es un asesinato, es la psicopatía de una
civilización amenazada por si misma.Cuando en la comisión de un delito
concurren circunstancias especiales, la actitud
razonable no es legalizar el delito en tales circunstancias,
sino que el Juez las tenga en cuenta a la hora de ponderar en
el correspondiente juicio la responsabilidad del autor o los autores, si la
hubiere.Los partidarios de la eutanasia propugnan su
legalización para, mediante su control,
impedir excesos o abusos. Esta forma de presentar la
cuestión presupone que, en determinadas
circunstancias, la práctica de la eutanasia no es un
exceso o un abuso; es decir, se ciega la posibilidad de
debatir la naturaleza misma de la eutanasia, por que se parte
gratuitamente del supuesto de que hay eutanasias abusivas y
eutanasias correctas, lo cual es falso. Además, con
esta forma de argumentar se intenta producir la
impresión de estar solicitando una legislación
restrictiva, cuando en realidad se solicita una norma
permisiva, que es exactamente lo contrario.La
Organización Mundial de la Salud (O.M.S.) define la
eutanasia como aquella ¨acción del médico
que provoca deliberadamente la muerte del
paciente¨.La eutanasia es un acto que busca provocar la muerte
a una persona enferma que conlleva graves consecuencias
familiares, sociales, médicas, éticas y
políticas.La eutanasia significa el final de la confianza
depositada durante milenios en una profesión que por
su Juramento de Hipócrates tiene un sentido sagrado de
la vida humana y siempre se ha comprometido a no provocar la
muerte intencionadamente bajo ningún concepto.La eutanasia deshumaniza la Medicina, los
médicos se vuelven indiferentes hacia los enfermos.
Solamente desde el respeto absoluto es posible concluir que
todas las vidas humanas son dignas, que ninguna es
dispensable o indigna de ser vivida.Se entiende por eutanasia activa, la sedación
terminal con la
administración deliberada de fármacos para
producir una disminución suficientemente profunda e
irreversible de la conciencia cuando la muerte del paciente
es previsible e inalcanzable con otras medidas, con el fin de
acortar su vida.A través de la eutanasia pasiva, se deja que
las personas mueran en situación de enfermedad
terminal sin que se tomen medidas excepcionales de
¨soporte vital¨ que ofrecerían una esperanza
de salvar la vida cuando no existe otra posibilidad de
supervivencia.Estas definiciones resaltan la intención del
acto médico, es decir, el querer provocar
voluntariamente la muerte del paciente. La eutanasia
médica se realiza por acción directa :
proporcionando una inyección letal o mediante la
sedación terminal del enfermo; e indirecta : no
proporcionando el ¨tratamiento vital¨ para su
subsistencia. En ambos casos, la finalidad es la misma :
acabar con una vida enferma.Si se generaliza este concepto a otros enfermos, la
eutanasia sustituirá la Medicina.No es posible que exista la Medicina si el paciente en vez de
tener confianza en su médico hasta poner su vida,
salud e integridad física en sus
manos, llega a tenerle miedo porque no sabe si el profesional
de la Medicina o la enfermera que se ocupan de su salud van a
decidir que su caso es digno de curación o susceptible
de eutanasia. La verdadera muerte digna es ayudar a vivir por
compasión.La vida, siendo un valor fundamental no es el valor
supremo. Lo que es el valor absoluto es la dignidad de la
persona. Mantener el ¨soporte vital¨ no va contra la
misma, se puede evitar la agonía del enfermo, es un
acto de suprema generosidad hacia la persona moribunda. El
rechazo del sufrimiento es justo y no censurable, esta idea
es especialmente patente en la agonía que precede a la
muerte. Pero no se puede convertir la ausencia de dolor en el
criterio preferente para legitimar homicidios
– bajo el nombre de eutanasia- , porque el ser humano es
acreedor de que se le respete la vida.La suspensión de las medidas de
¨tratamiento vital¨, y el estado
de sedación terminal, tienen la finalidad de causar
deliberada y subrepticiamente la muerte. Los médicos
hacen pura demagogia al llamar – encarnizamiento
terapéutico – a que no puedan acabar con la vida del
paciente, y engañan de mala fe pretendiendo que se
caiga en el error de aceptar la -eutanasia pasiva y activa-,
cuando la verdad es que ambos males ya están
prohibidos y castigados por las leyes. - Bibliografía
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