El papel del profesional de la salud pública ante los retos del nuevo milenio
Publicación original: |
- Reconocimiento de la presencia de una
crisis en la salud pública - La educación en salud
pública - Prestación
de servicios de salud del Estado - ¿Quiénes
son los profesionales de la salud
pública? - Definición
de un nuevo perfil profesional - Identificando
retos frente al nuevo milenio - Conclusión
- Referencias
Palabras claves: Salud
pública. Perfil profesional. Retos
*********
A fin de comprender el futuro es necesario analizar el
presente, mirar y recordar el pasado para establecer los retos
que tienen los responsables de la salud pública de cara
al siglo 21.
De entrada es importante reconocer que se ha avanzado
algo en la salud de la gente tanto en los países
desarrollados como en los menos desarrollados. Estos logros en
salud entran en la gran dimensión de las causas y efectos
del crecimiento poblacional como resultante inmediato de las
variaciones que se presentan en las tasas de mortalidad y
fecundidad.
En el año uno de la era cristiana se calcula que
existían aproximadamente unos 250 millones de personas que
necesitaron un poco más de 1600 años a fin de
duplicarse, según estimativos para la segunda mitad del
siglo 16, con unos 500 millones de habitantes. En 1900 la
cosmonave tierra estaba
habitada por 1650 millones de personas, dos mil millones
alrededor de 1930, tres mil millones en 1960, cuatro mil millones
en 1974, cinco mil millones en 1987, y actualmente somos
aproximadamente seis mil millones de
terrícolas1.
Los demógrafos
utilizan la teoría
de la transición demográfica para explicar este
crecimiento e identifican una primera fase que caracterizó
a las sociedades
preindustriales con lento crecimiento natural resultante de las
altas tasas de mortalidad y fecundidad. La segunda fase para las
sociedades en transición (principalmente países en
desarrollo)
que presentan una continuidad en las altas tasas de fecundidad
con disminuciones significativas en la mortalidad dando como
resultado un rápido crecimiento poblacional. Y una tercera
fase que caracteriza a las sociedades modernas con bajas tasas de
mortalidad y fecundidad y poco crecimiento de la población.
Actualmente la población mundial crece en
promedio a una tasa de 1.5% por año y agrega
aproximadamente unos 86 millones de personas por año.
Entre 1990 y 1995 los países en desarrollo crecían
a una tasa cercana a 2% mientras que los países más
desarrollados lo hacían a 0.4%.
En la actualidad la esperanza de vida al nacer
está por encima de los 75 años en los países
desarrollados y 63 en los menos desarrollados. En los
países que conforman América
Latina y el Caribe el promedio se sitúa alrededor de
los 69 años. Hace menos de 40 años los promedios
estaban en 67 y 41 años, respectivamente, con ganancias
muy aceleradas en la medida en que iba descendiendo la mortalidad
especialmente la infantil y en la niñez.
La mortalidad infantil para los países ricos es
del orden de 9 defunciones de niños
menores de un año por cada mil nacidos vivos y en los
países pobres a pesar de que la cifra es definitivamente
muy alta por encima de 60 defunciones, el descenso ha sido muy
significativo en los últimos 10 años cuando se
encontraban tasas muy por encima de los 120, especialmente en el
continente africano. América
Latina y el Caribe muestran un promedio de 39 defunciones de
niños menores de un año por cada 1000 nacidos vivos
en 1997.
La mortalidad materna sigue siendo una
preocupación importante a nivel mundial. Los logros no han
sido tan importantes como en otras áreas de la salud
pública. Mientras en Estados Unidos
por cada 100,000 niños nacidos vivos mueren ocho mujeres
por causas relacionadas con el embarazo y el
parto, en
algunos lugares de Africa mueren 900
mujeres. A pesar de que la mortalidad materna en América
Latina y el Caribe (180 muertes por cada 100,000 nacidos vivos)
es inferior a las tasas calculadas para el resto de países
en desarrollo, se puede considerar excesivamente alta si se la
compara con la tasa mencionada para nuestro vecino del norte, los
Estados Unidos2.
La epidemiología muestra
cómo la viruela que causaba más de 5 millones de
defunciones por año, hacia 1950 ha sido erradicada
totalmente, y las campañas de vacunación en los
países han reducido de modo radical la presencia del
sarampión y la poliomielitis de tal manera que en algunos
países no se han registrado casos en los últimos
años y se han sentado las bases para una posible
erradicación completa3.
Reconocimiento de la
presencia de una crisis en la
salud pÚblica
A pesar de los grandes logros en salud y el
significativo avance en el proceso de
modernización a nivel global, la situación de salud
es preocupante en la gran mayoría de los países
como fue reconocida en la declaración de la crisis de la
salud pública hacia finales de la década de
1980.
La reunión de expertos realizada en Nueva Orleans
en 1990 reconoció la presencia de una crisis en la salud
pública de casi todos los países de las
Américas y otros de Europa frente a
"la incapacidad de la mayoría de las sociedades de
promover y proteger su salud en la medida en que sus
circunstancias históricas lo
requieren"4.
En efecto, la década de 1980 mostró el
resurgimiento de algunos daños de la salud que se
creían controlados, como malaria, cólera,
dengue,
tuberculosis y
otras endemias en vía de ser erradicadas del planeta.
Hicieron su aparición síndromes como el SIDA,
diferentes tipos de virus
y otras enfermedades
infecciosas. Paralelo a un aumento progresivo de las entidades
degenerativas propias del envejecimiento en algunas poblaciones,
como los problemas
cardiovasculares, el cáncer
y un alza significativa en las enfermedades psicosociales como la
depresión y la violencia en
sus diversas manifestaciones de homicidios,
suicidios, y la violencia
intrafamiliar. Igual situación se encontró con
los accidentes de
tránsito, las enfermedades de orígenes
ocupacionales y, por supuesto, un franco deterioro del ambiente. El
tabaquismo, el
alcoholismo y
la
drogadicción juntos son responsables de un gran
número de muertes prematuras.
Ante estas circunstancias los expertos reconocieron que
la crisis en la salud pública tocaba todos sus componentes
identificados de la siguiente maner5,6.
La
educación
en salud pública.
La salud pública como ciencia y como
arte ha
evolucionado progresivamente con marcos teóricos recogidos
y utilizados en la definición de paradigmas que
orientaron la educación en salud
pública por muchos años. Inicialmente la salud
pública se enseñaba como una parte de la medicina y en
su práctica solamente aparecían los galenos con su
formación en los departamentos de medicina preventiva y
posteriormente comunitaria. Hoy en día la salud
pública se enseña en escuelas o departamentos
independientes de las facultades de medicina y con una
participación multiprofesional en los diferentes
postgrados. En casi todas las Escuelas de los últimos
años, los desarrollos de la medicina comunitaria y la
definición de la estrategia de
atención primaria sirvieron para orientar
los curricula en las universidades, sobre todo en la
formación de postgrados.
A pesar del gran desarrollo del marco
teórico sobre la salud pública definido en la
década de 1980 por los organismos internacionales, la
enseñanza de la salud pública tomaba
otros caminos que la desviaban del progreso que debería
haber alcanzado.
El enclaustramiento de la enseñanza, las
actividades docentes
centradas en el profesor y el
alejamiento de los servicios de
salud dieron como resultado una formación
escolástica, intramural y revisionista que, en muchas
ocasiones apareció distante de las propias realidades y
entornos socioculturales que las mismas escuelas estaban
acostumbradas a manejar. Ante estas circunstancias y las
reflexiones sobre la enseñanza de la salud pública
es necesario continuar los cambios estratégicos y
operacionales que den respuestas apropiadas a la formación
del salubrista frente a las necesidades de profesionales en el
futuro.
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