Publicación original: Acta bioeth., Artículo reproducido con la
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- Introducción
- Precaución
- "Vacas locas"
- Alimentos genéticamente
modificados - Antimicrobianos
- Seguridad alimentaria: Sentido común de la
buena política t de la buena
economía - Notas
- Referencias
Resumen: En un siglo de progresos
significativos en salud para una gran parte del mundo, lo
último que los consumidores podrían haber esperado
al finalizar el milenio es que los antiguos problemas de
seguridad
alimentaria se vieran intensificados por la introducción de nuevos métodos y
de la aplicación de nuevas
tecnologías en la agroindustria. Los consumidores y
los ciudadanos en general han reaccionado con indignación
por el riesgo al que han
sido expuestos por el gobierno y los
expertos. Aunque presentadas como opciones con base estrictamente
científica, muchas de las decisiones relativas a la
seguridad alimentaria y al comercio de
alimentos a
niveles nacionales o internacionales contienen un significativo
elemento de interés
ético, muchas veces no identificado o ignorado.
Palabras clave: nocividad,
regulación del consumo
alimenticio, Asociaciones de Consumidores, Política,
Democracia
Abstract: In a century of significant
improvements in health for many in the world, the last thing
consumers expected at the close of this millennium was that the
old problems of food safety would be intensified due to the
introduction of new methods and technologies in the agri-business
domain. Consumers and citizens have often reacted angrily at the
risk that governments and experts have been willing to expose
them to. While presented as decisions based solely on science,
many of the decisions taken about food safety and food trade, at
national and international levels, have a significant ethical
element – most of the times unidentified and/or
ignored.
Keywords: harmfulness, food consumption
regulation, Consumer Associations, politics, Democracy
Resumo: Em um século de
significativos progressos para a saúde de uma grande parte
do mundo, o que menos poderiam os consumidores esperar ao
finalizar o milênio era o fato de que antigos problemas de
segurança alimentar sofressem acentuação
como resultado da introdução de novas tecnologias
agro-industriais. Os consumidores e os cidadãos, de um
modo geral, reagiram com indignação ante o risco
que são expostos por iniciativa do governo e
especialistas. Ainda que apresentadas como opções
viáveis e calcadas em base estritamente
científicas, muitas das decisões relativas à
segurança alimentar e ao comércio de alimentos em
níveis nacionais e/ou internacionais contém
significativos elementos de interesse ético, muitas vezes
não identificados ou, até mesmo,
ignorados.
Palavras chaves: nocividade,
regulação de consumo alimentar,
Associações de Consumidores, Política,
Democracia
Las expectativas que se hacen los consumidores respecto
a la oferta
alimentaria no pueden sorprender a nadie que haya pensado un poco
el asunto. Aparte de su accesibilidad, los consumidores
también suponen que lo que compran debe ser seguro y
nutritivo. Muchos consumidores agregarían, además,
que les interesa que los métodos de producción sean seguros para la
salud humana y el medioambiente. Estas son afirmaciones simples y
son afirmaciones éticas donde subyace un sinnúmero
creciente de preocupaciones por el incremento de la influencia de
los grandes intereses comerciales, muchos de los cuales son a
escala
global.
Del mismo modo también son bastante sencillas las
expectativas de los consumidores en cuanto a cómo sus
gobiernos (así como las respectivas agencias
internacionales) debieran comportarse en el manejo de las
normas y de
los estándares de los alimentos, incluso bajo la presión de
intereses comerciales.
Aun sin expresarlo con las mismas palabras los
consumidores manifiestan su interés en que el gobierno
regule apropiadamente en beneficio de los ciudadanos, para
asegurar así un alimento seguro, que sean estrictos y
vigilantes en el reforzamiento de las leyes, y que sean
cautos frente a la introducción de nuevas
tecnologías aún no probadas en la
elaboración de alimentos. Después de todo, es para
la seguridad, la salud
pública y la protección de los consumidores que
los gobiernos han legislado sobre seguridad
alimentaria1.
En los últimos veinte años, los
consumidores organizados que defienden sus intereses se han
sentido algo desilusionados con sus gobiernos (así como
con las agencias internacionales) y con los compromisos que
aquéllos han suscrito. Algunos gobiernos han sido mejores
que otros y algunas discusiones mejor que otras en los distintos
foros internacionales. Sin embargo, existe una gran
sensación de que los principios han
sido abandonados en favor de los intereses
comerciales.
El punto principal para poder mejorar
el comportamiento
de los gobiernos y de las agencias internacionales consiste en la
capacidad de poner en contexto los parámetros de las
decisiones políticas.
Brevemente, la posición del consumidor antes
mencionada sugiere que la postura ética de
los gobiernos y agencias internacionales en sus deliberaciones
sobre normas alimentarias debiera ser "precautoria". Desde una
perspectiva moral, la
conducta
"precautoria" debiera ser observada tanto en relación con
los seres humanos como con respecto al medioambiente.
En el nivel más simple, el principio de
precaución dice que la política pública
moralmente correcta donde exista incertidumbre sobre los efectos
que pueda tener determinado proceso o
producto -ya
sea para la salud humana o para el medio
ambiente– consistiría en demorar la aprobación
de cualquier nuevo proceso o tecnología hasta que
haya más certidumbre disponible, con el fin de eliminar o
disminuir el peligro a un mínimo y como expresión
de una posición precautoria.
El principio precautorio ha provocado grandes debates
académicos y ha tenido tanto buena como mala prensa. Mucho se
ha discutido sobre la búsqueda de definiciones aceptables.
Gran parte de la discusión se ha centrado en la
distinción entre precaución y evaluación
de riesgo. La posición del consumidor, en general,
sostiene que la evaluación de riesgo es una herramienta
técnica que necesita ser situada dentro de un marco
más amplio de toma de
decisiones, dentro del cual el principio de precaución
oriente la recolección de información y la selección
de las herramientas
de evaluación y de las políticas preventivas. En
otras palabras, la consideración que el principio de
precaución es un principio general y no un derivado de la
evaluación de riesgo2.
Para el consumidor queda claro, después de medio
siglo de experiencia con las políticas de salud y
medioambiente, que es necesario un fuerte y claro enfoque
precautorio y preventivo. Lisa y llanamente se han cometido
demasiados errores por la carencia de estos principios. Cambiar
todo esto significa no sólo un cambio de
conducta y de actitud de
parte de los gobiernos, sino también una revisión
de los roles de la ciencia y
de la política en la salud medioambiental y en el comercio
internacional3.
El punto es, entonces, asegurar que la toma de decisión
refleje mejor la necesidad de prevención y dé
cuenta de las limitaciones de que adolece nuestro conocimiento.
La oposición más significativa contra el
principio de precaución viene desde la perspectiva
industrial, la que, básicamente, argumenta que "el
comercio no debe ser ralentizado mientras se demuestre que todo
es seguro" o, a un nivel más sofisticado, "que no hay
razón para que un producto o proceso sea restringido hasta
que no se haya demostrado que no es peligroso" – esencialmente lo
contrario del onus probandi y una posición
básicamente anti-precautoria. Extremando las cosas, se
argumenta que las naciones no tienen derecho a proteger a sus
ciudadanos a menos que se demuestre concluyentemente el riesgo y
que el costo que implica
demostrar las fallas de seguridad no recaiga sobre los que
proponen la tecnología sino sobre el Estado que
busca la protección ciudadana. Desde el punto de vista del
consumidor, ésta es una postura antiética que
sólo llevará a resultados trágicos e
irreversibles para la gente y el medioambiente.
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