ABSTRACT
El poder en las
sociedades
tardocapitalistas se articula en mecanismos implícitos de
contaminación tecnológica. Para
conocer estos mecanismos es necesario trascender el marco de
análisis de la tecnología como
materia y
analizarla en tanto que lenguaje y
representación, como reproductora de discursos y de
formas. Es aquí donde el arte digital ocupa un espacio
estratégico en la redefinición radical de lenguajes
y representaciones, como resistencia a los
mecanismos de estandarización del sistema
tardocapitalista.
Palabras clave:
· análisis del
discurso
· economía
política
· identidad
· metateoría
· posmodernismo
Las discusiones habituales sobre las relaciones entre
arte y tecnología parecen pasar por alto un hecho
relevante: que las relaciones implícitas entre la una y la
otra van más allá del medio que sirve al fin (la
tecnología como medio que sirve al arte) y que las difusas
fronteras entre uno y otro término se inscriben en un
procesos
netamente constitutivos de relaciones de poder: La
tecnología es productora y producto de
representaciones y lenguajes, de formas y categorías del
discurso.
Si intentamos releer el término griego
Technè, en el que parecen estar unidos aspectos de
lo que hoy llamamos arte y aspectos de lo que hoy llamamos
tecnología, podemos dar un primer paso hacia la
recuperación de la relación inmanente que regula
esa frontera
difusa. Sin embargo para entender más profundamente sus
implicaciones no podemos sino sumergirnos en los mecanismos del
poder implícito del tardocapitalismo y en su
genealogía, que atraviesa lo que Foucault y Negri
llaman la sociedad
disciplinar y la sociedad de control. Si
estamos en las postrimerías de esta última, donde
la tecnología, implantada perversamente en todos los
cuerpos, puede cómodamente reproducir las formas que
sirven al sistema tardocapitalista, la tecnología deviene
el mecanismo fundamental (y acaso único) de la
estandarización que el sistema necesita:
estandarización no ya de ideas, sino de formas, de
representaciones, de lenguajes.
Hay que ir más allá del discurso del
software libre
y plantear una crítica
inmanente de las representaciones y los lenguajes que se
articulan en el contexto de la producción tecnológica:
¿qué categorías de la corporalidad se
reproducen en el hardware, qué formas
de escritura
condicionada social y culturalmente se reproducen el la programación, qué representaciones,
qué FORMAS aseguran el fortalecimiento del sistema
tardocapitalista a expensas de las diferencias?
Características del sistema:
- Estatus Implícito del poder: el gran secreto
de su éxito, en la medida en que esconde sus
mecanismos, impide toda rebelión, no cuestiona la
libertad de
ideas: controla las formas: el cauce necesario,
implícito, apriorístico de toda
representación. - Estandarización: el requisito indispensable
para el buen funcionamiento del sistema, opera en todos los
órdenes. Ejemplo arquetípico: el FORUM Barcelona
2004. - Despolitización: Consecuencia inevitable y
necesaria de la estandarización: Tras el espejismo de
una aparente libertad de
expresión y pluralidad de pensamiento
político se afirma una vacuidad de formas que debe
servir al sistema, más allá de cualquier ideología. - Neutralización y vacío: Cuando algo se
comercializa, se convierte en LOGO, es vaciado de todo sentido:
requisito indispensable para el buen funcionamiento del
sistema: casi todos creemos estar en posesión de un
espacio de libertad, las protestas se hacen, salvo en raras
excepciones, redundantes, las luchas se cuestionan de forma
implícita. "¿Qué necesidad de luchar en
una sociedad democrática en la que cada uno expresa
"sus" ideas?". Resbalamos así en las superficies de los
logos como niños
que juegan en un parque temático: libres de escoger la
superficie más resbaladiza. - Virtualización y espectacularidad: Requisito
para la estandarización: parece que tenemos acceso a la
información (a pesar de la censura
explícita), pero nos es extrañamente ajena… De
esta manera la guerra o el
hambre, al tiempo que
parecen exponerse a la mirada, se alejan de nosotros
misteriosamente. ¿Como, si no, toleraríamos el
dantesco espectáculo de los media sin movilizarnos
permanentemente? - Velocidad y borrado: la tecnología impone sus
lenguajes: se implanta cargada de falsas promesas en todos los
territorios y cuerpos, borra en cuestión de meses
culturas populares enteras, estandariza el planeta: el imperio
de la comunicación no verbal: TV, cine,
música,
ropa, alimentación, software y
hardware… ya todos hablamos el mismo idioma… las
tradiciones orales han muerto, las escritas han sido
asimiladas. La velocidad de
la implantación tecnológica y sus carácter implícito aseguran una
victoria total del sistema e impiden cualquier forma de
sedimentación: te obligan a hablar su lenguaje de la
velocidad, del efecto, de la superficie. - Capacidad de asimilación: condición de
supervivencia del sistema: toda FORMA debe ser asimilada.
Cualquier gesto subversivo, apenas se concrete, debe ser
incorporado en el espacio corporativo, convertido en un LOGO
posible, asimilado al lenguaje de las formas LOGO-centricas. La
vida escapa constantemente al sistema y por tanto debe ser
constantemente reasimilada, cada vez con mayor
velocidad. Citación paródica,
performatividad, asimilación, juego de
desplazamientos, resignificaciones…
Unidireccionalidad de la información: pues aun en
Internet
difícilmente se concretan redes abiertas de la
información. En todos los demás ámbitos la
unidireccionalidad es regla: tecnología, medios de
comunicación, publicidad,
mercadotecnia…
Ya no basta con un análisis de los mecanismos
explícitos de la mercadotecnia: hay que abordar de lleno
los mecanismos implícitos del poder, de la censura, para
comprender sus términos. ¿Puede realmente internet
ser una plataforma democrática? ¿Porqué se
cuestiona ya esta posibilidad? ¿De donde viene la
pérdida de Internet como espacio radicalmente
democrático? La estandarización de formas y de
flujos de información, de representaciones, la
contaminación y canalización que se hace desde
los núcleos corporativos (estandarización de
lenguajes, de interfaces) contaminan el posible flujo horizontal
de la
comunicación.
El sistema tardocapitalista es heredero de la sociedad
disciplinar y se inscribe en la sociedad de control, pero elabora
dinámicas propias, impredecibles, desestabilizado
permanentemente por un sinfín de fenómenos
parasitarios que lo abren a la entropía. Ya no interesa la
preservación de discursos determinados heredados de la
biopolítica: la reproducción de los cuerpos, la familia
tradicional. Ahora el sistema se adapta a los cambios más
sutiles, tiene la ambición de abarcarlo TODO, ninguna
FORMA escapa a los tentáculos de la asimilación, de
la LOGOTIPACIÓN. Hay que ser un mutante permanente,
mantenerse en la frontera de lo pronunciable, desplazarse sobre
esa frontera oscilante, para no ser absorbido, para poder tener
acaso una posibilidad, una viabilidad, un éxito como
enunciado político. La ontología del sujeto político se
vuelve así inexistente, no hay sujetos políticos,
hay enunciados, estrategias,
anticuerpos…
Las estrategias radicales de la representación y
el lenguaje
encuentran en los medios
digitales un ámbito de desarrollo tan
infinito como amenazado: infinito por las posibilidades,
amenazado por la industria
serializada que impone el lenguaje y la representación:
desde el uso de la cámara hasta la producción de
instrumentos híbridos, interactivos, transcorporales…
Pensemos por un momento en los instrumentos
musicales: ¿Cuantos siglos de sedimentación han
sido necesarios para el desarrollo de esa tecnología? Pues
un instrumento, en tanto que tecnología, no es solamente
la materia sino también su escritura, de la misma forma
que la tecnología de la pintura no es
solamente el pincel sino la tradición sedimentada, la
escritura de su uso. La velocidad de la transformación
tecnológica asegura una ausencia de lenguajes, un borrado
total, una imposibilidad de la sedimentación, y el artista
ve impotente cómo sus instrumentos se transforman
día a día… se le escapan mientras él cree
aferrarse al lenguaje incierto en el que convergen su experiencia
en otros medios y los lenguajes de la
tecnología.
Una preocupación por la forma en tanto que
materia plantea varios problemas: en
primer lugar si en el contexto de la performance, por ejemplo,
hacemos referencia al "cuerpo" tenemos que examinar si ese
"cuerpo" que damos por descontado, que representamos con medios
como el vídeo o la fotografía, que nos es inteligible en la
medida en que podemos reconocerlo en el marco de determinadas
formas de representación, si ese cuerpo no es el producto
y el exceso de un cierta tradición de
representación objetivista. ¿Es posible pensar el
cuerpo más allá de esa representación? El
cuerpo-forma, que asumimos como materia dada nos circunscribe a
un terreno preciso de enunciados posibles: el
falogocentrismo.
La tecnología produce lenguajes, son los
lenguajes de la industria a la que sirven, no se trata de
lenguajes esenciales e inmutables, no se trata de estilos
en el sentido tradicional, son lenguajes mutantes que funcionan
en términos de estandarización, de ahí su
carácter engañoso, su apariencia de pluralidad
liberadora. Mal-utilizar la tecnología, los programas, las
interfaces… sí, pero vallamos más allá,
creemos nuestros instrumentos-lenguajes-cuerpos-interfaces
nuestros metacuerpos, nuestro metaware. Es posible,
finalmente, sobrepasar el paradigma
postmodernos de la parodia sin el retorno a una modernidad: se
abre un horizonte incierto: de la morfogénesis del
sujeto.
Si en la performance (metaformance) el
énfasis está en la interfaz, si la obra-proceso se
articula en una interfaz-cuerpo (y no en una interfaz-lenguaje),
si no cuestionamos las representaciones que hacen que esa
interfaz sea inteligible en cuanto tal, asumimos el borrado de
lenguajes, la violencia de
la forma: así la obra es puro efecto: no puede repetirse
la interfaz, sin repetir la obra, el efecto más
epidérmico de la tecnología se convierte en el
todo, la tecnología no como lenguaje y
representación (la visión implícita de la
tecnología que creo que necesitamos) sino la
tecnología como pura materia "bruta". Hagamos un
paralelismo banal: si aplicamos este esquema a la
tradición musical no se hubiera podido escribir más
de un obra para un conjunto musical determinado ya que el mero
hecho material del conjunto musical hubiera sido el sentido de la
obra y de la musica. Así ¿sería justo decir
que todos los compositores no han hecho sino repetirse al
escribir machaconamente miles de obras para, por ejemplo,
orquesta sinfónica, o para piano? O, ¿no
sería más adecuado proponer que hay diferencias
radicales entre una forma de escribir para orquesta y otras,
entre una forma de "tocar" el piano y otras, o sea que la
tecnología del instrumento no es pura "forma material"
sino también escritura y lenguaje.
En la música contemporánea y el arte
sonoro, en el cine abstracto, en algunos terrenos de la danza y la
performance, al arquitectura y la
literatura,
encontramos modelos
radicales de lenguaje, y por eso marginales.Y encontramos muchos
hilos abiertos, sinestesias, asociaciones, aperturas que no es
que realicen síntesis
de disciplinas y lenguajes, sino que vienen a demostrar que las
fronteras son ficticias, contingentes, construidas, que no
resisten a un cuestionamiento minucioso. Son formas de
pensamiento híbrido que desafían el esquema
logocéntrico de la formalización, que se abren al
afuera….
Pero quizás es la metáfora del instrumento
la que más poderosamente puede hacernos reconsiderar la
interfaz, la prótesis, el
cuerpo: como proceso de formación de lenguaje y
representación. Este giro radical hacia una
metarrepresentación es acaso el único anticuerpo
posible para una política de
resistencia a la estandarización tecnológica en el
tardocapitalismo.
Un replanteamiento de la educación no
debería solamente analizar las consecuencias fatales del
uso de tecnologías corporativas que tan perversamente se
han instalado en cada hogar y en cada colegio, proponiendo un uso
de sistemas de
código
abierto, sino que debería plantear una crítica
inmanente de los procesos de censura implícita que
articulan la representación y la posibilidad de reformular
radicalmente la tecnología en términos de
producción de representaciones y lenguajes, de cuerpos y
sujetos posibles.
Sin embargo esta política difícilmente
puede ir más allá de un intento de resistencia
hacia el régimen homogeneizador. Los tecnopositivistas que
defienden las virtudes de la conectividad quizá
podrían plantearse si la conectividad es positiva a priori
o si depende radicalmente de su articulación. ¿Es
cualquier planteamiento telecrático a priori
democrático? Volvemos a los interrogantes del comienzo del
artículo…. la respuesta sería clara y resonante:
NO.
Recherche / Busca (del tiempo perdido… del
cuerpo…): las tecnologías del cuerpo como proceso
de reflexividad, estético y político, como forma
radical de articular la particularidad en un contexto de redes
abiertas… nos llevaría a un estudio Proustiano de
escritura, en el sentido propuesto por Deleuze: los hilos
abiertos de la memoria,
del aprendizaje de
los signos,
constituyen el espejismo en el que emerge la imagen del yo: en
la medida en que articulemos esa imagen del yo en el marco de su
especificidad radical (de su incertidumbre radical), en que nos
construyamos como cuerpo-escritura-lenguaje-sujeto posible
redibujaremos el horizonte tecnopolítico y la viabilidad
de una sociedad "radicalmente" democrática. Sobre la
viabilidad de tal proyecto en un
mundo que parece tender a la entropía cabría
plantearse las posibles mediaciones con un discurso ilustrado,
que es al fin y al cabo el sustrato de las propuestas que hacemos
ahora. El sujeto-proyecto que describe Vilem Flusser, se abre a
nuevas perpectivas posibles de articulación.
Pero este escrito no debe interpretarse en el sentido
pesimista y apocalíptico, al contrario trata de abrir
nuevos horizontes en el contexto de paradigmas
obsoletos. Un horizonte de producción y resistencia, de
existencias paralelas y diversas, de alteridades radicales, de
apertura sin fin…
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Jaime del Val