Praxis y Crítica: sobre el origen de ambos conceptos en la tesis doctoral de Marx
3. Reinterpretación
epicúrea de la metafísica
atomista
4. Filosofía como
práctica teórica
1. Introducción
Me propongo estudiar aquí el problema de la
relación entre teoría
y práctica tal y como aparece tratado por Marx en su
tesis
doctoral, Diferencia entre las filosofías de la
naturaleza de
Demócrito y Epicuro, y en los escritos preparatorios y
notas que la acompañan.(1)
En este trabajo
primerizo y a menudo olvidado por la crítica
historiográfica, el joven Marx trata el tema en
conexión con la disolución de los sistemas de
filosofía especulativa o teórica. Para ser
más exactos, los escritos doctorales identifican
teoría con la especie típica de la
filosofía, a los que oponen, ya la práctica como
actitud filosófica originaria de carácter pre-teórico, ya la
crítica como forma tardía del discurso
filosófico que augura también su disolución.
En estos escritos la oposición teoría/praxis se
desdobla entonces entre especulación/praxis y
especulación/crítica.
Marx da testimonio de las dificultades inherentes al
tema al otorgar a cada concepto
(teoría, especulación, práctica,
crítica) un significado diferente, tratándolos
asimismo en textos dispersos y desarticulados. Así, lo que
encontramos en el trabajo de
Marx (que no por ello deja de ser el producto
precoz de una inteligencia
privilegiada) es un estudio de la sucesión
histórica de los tipos sistemático o especulativo y
práctico de la filosofía, acompañado por
reflexiones ocasionales sobre el intermezzo crítico que
sucedió a la disolución del sistema
hegeliano. En él el viejo problema de la relación
entre teoría y práctica, que hemos heredado de los
griegos, se convierte en una reflexión sobre los giros
práctico y crítico de la filosofía tal como
aparecen en distintos períodos históricos: la
antiguedad posaristotélica y el interludio que sucede a
la muerte de
Hegel. Bajos
el tema de la práctica Marx trata los socráticos
menores –en particular Epicuro– como reacción
a los grandes sistemas que les preceden (Demócrito,
Platón,
y Aristóteles). Bajo el tema de la
crítica trata las direcciones poshegelianas de su propio
presente histórico.
De esta manera, los conceptos de praxis y crítica
son subsumidos respectivamente bajo cada una de las dos grandes
direcciones argumentativas del trabajo doctoral. Praxis sirve al
propósito principal de la tesis: revisar la
historiografía filosófica poshegeliana a los
efectos de rehabilitar el tipo de filosofía
práctica y antisistemática que Epicuro encarna.
Crítica constituye el esfuerzo de entender –a partir
de la experiencia antigua– la crisis
histórica y política de comienzos
del siglo diecinueve. Pero no obstante su desvinculación
en el texto del
trabajo doctoral, ambos conceptos están relacionados, en
tanto y en cuanto ambos son propuestas alternativas a la
filosofía de corte puramente especulativo. Marx no
sólo redescubre la filosofía práctica de
Epicuro oponiéndola a las tendencias especulativas que le
precedieron, sino que, volviéndose al ocaso de la
civilización griega, tematiza su propio presente
histórico: el interludio crítico poshegeliano y su
augurio del fin de la filosofía (especulativa). Así
el redescubrimiento epicúreo de la subjetividad
práctica, de la filosofía como sabiduría
existencial y no como sistema, se vincula (aunque más
no sea por proximidad) con la exigencia de criticar –a la
manera de Prometeo, a quien está dedicada la tesis–
todo dogmatismo, religioso, filosófico o político.
A la transformación epicúrea de la subjetividad, se
yuxtapone la exigencia poshegeliana (o feuerbachiana) de criticar
al mundo y denunciar la futilidad de todo pensamiento
desvinculado de su situación histórica.
2. Autoconciencia y sabiduría: la
praxis epicúrea en la historia de la
filosofía griega
Como es sabido, el propósito de la tesis doctoral
es restablecer la reputación de las escuelas
posaristotélicas que, como Marx nos recuerda, eran
consideradas por la historiografía filosófica de su
tiempo como
"un suplemento casi inconveniente" (ein fast ungehöriger
Nachtrag), por debajo del pensamiento de sus precursores.
Hegel, por ejemplo, les había acusado de dogmatismo, de
haber dejado de lado el momento de la universalidad en exclusivo
beneficio del principio subjetivo de la autoconciencia que
aquellas habían descubierto.(2) Marx, por el contrario,
rescata el valor de esa
subjetividad como la expresión más fiel del origen
histórico de la filosofía griega.
Aristóteles constituiría ciertamente el cenit del
ciclo o parábola de la filosofía griega, pero los
fundamentos del pensar universalizante de los grandes sistemas
habrían de encontrarse en un pasado más remoto que
les es cualitativamente inconmensurable. Esa es la
filosofía griega anterior a Platón y
Aristóteles, en donde la subjetividad de la conciencia que el
ideal del sabio expresa se formula como principio inmanente de la
filosofía. Así nos dice Marx:
"No es, además, extraordinario que
después de las filosofías platónica y
Aristotélica, que se dilatan hasta la totalidad,
aparecen nuevos sistemas que no se vinculan a esas ricas formas
del espíritu, sino que, desandando el tiempo, se vuelven
a las escuelas más simples: las filosofías de la
naturaleza se aproximan a la física, la escuela
ética
se acerca a Sócrates? Es un azar que en los estoicos
y epicúreos (….) esos sistemas en conjunto forman la
construcción completa de la
autoconciencia? El carácter, en fin, por el cual el
pensamiento griego comienza míticamente con los Siete
Sabios, rasgo que se encarna, en efecto, como el centro de esta
filosofía, Sócrates –su demiurgo– me
refiero a la esencia del sabio, del
ó, se ha afirmado
fortuitamente en esos sistemas como la realidad de la ciencia
verdadera?" (Tesis, 15, 22)
En esta concepción de un desarrollo
circular de la filosofía el origen del ciclo
histórico es también el punto de llegada tras la
exhaustión de los grandes sistemas. A las
filosofías totalizantes sigue indefectiblemente una u otra
forma antisistemática o antimetafísica porque el
momento que les precede –el origen histórico–
es de naturaleza puramente ética. En otras palabras: el
origen histórico de la filosofía es también
su principio esencial. El carácter histórico con
que comienza la filosofía es también el rasgo
esencial que se afirma como paradigma en
el momento de su ocaso.
A diferencia de los jóvenes hegelianos, que como
se nos dice en la Ideología alemana, se nutren de
los restos putrefactos del caput mortum del maestro, los
socráticos menores no vacilan en olvidar a Platón y
Aristóteles para rescatar la figura de Sócrates y,
weiter rückblickend, volver a los
presocráticos. Con su rechazo u olvido de la idea de
totalidad, las escuelas posaristotélicas retornan a esa
posibilidad pre-metafísica. Desde su lugar tardío en
la civilización griega traen a colación la
más antigua de las posibilidades filosóficas:
volver el pensamiento sobre sí mismo, hacia la mismidad
del yo.
"Me parece que si los sistemas anteriores son
más significativos e interesantes por el contenido, los
posaristotélicos, y en particular el ciclo de las
escuelas epicúrea, estoica y escéptica lo son
más por la forma subjetiva, el carácter de la
filosofía griega. Porque es precisamente la forma
subjetiva, el soporte espiritual (der geistige
Träger) de los sistemas filosóficos, lo que
hasta aquí se ha olvidado casi por completo, para
considerar sólo sus pronunciamientos metafísicos
(metaphysichen Bestimmungen)." (Tesis, 15-16,
23)
La relevancia de estas escuelas radica entonces en que
acentúan el pensamiento en cuanto tal en detrimento del
contenido mismo que es pensado, en detrimento de los
pronunciamientos heredados de la metafísica precedente. El
redescubrimiento de la subjetividad no es entonces una mera
"reacción" en contra de la objetividad del mundo, la
negación de lo pensado en beneficio del pensar, lo que
Hegel había llamado "negatividad abstracta", o "libertad
abstracta".(3) El rechazo de las doctrinas heredadas no
sería sino la reafirmación de un principio
originario. La sabiduría posaristotélica recuerda
de este modo las posibilidades que precedieron a la
invención de la metafísica y a su obsesión
de describir los contenidos de la conciencia. Entre esas
posibilidades olvidadas, o pasadas por alto por ser obvias,
está la conciencia de sí, condición previa a
toda posconstrucción metafísica.
Pero Marx no brinda una pintura
puramente formal de la autoconciencia, por más que esta
sea una determinación formal del filosofar. El
énfasis en la figura histórica de Epicuro, en el
carácter del sabio, pone de relieve que la
autoconciencia es inseparable de la subjetividad concreta en que
está arraigada. Sabiduría es por sobre todo
conocimiento
(o autoconocimiento), pero irónicamente, la naturaleza
misma del epicureanismo, su índole personal,
fuerza a Marx,
lector más sensible a las particularidades que Hegel, a
considerar la "forma subjetiva" de la filosofía no
sólo como una condición formal, sino también
un presupuesto
existencial. No se trata ya más del contenido del pensar,
sino de la manera –sabiduría o autodominio– en que
el pensamiento pertenece a la vida del
filósofo.
Conviene recordar aquí el propósito
polémico de Marx al escribir su tesis: restablecer la
reputación de las escuelas posaristotélicas,
consideradas por la Geschichtesschreibung de su tiempo
como inferiores a los grandes sistemas. En contraposición
al carácter especulativo de estos, se ha enfatizado el
carácter exclusivamente ético de los así
llamados socráticos menores. No es ciertamente el caso de
que uno no encuentre una ética en la filosofía
sistemática. Hay sin embargo una diferencia crucial entre
la ética como sabiduría, desvinculada de todo
"sistema", y la ética como disciplina
derivada de la metafísica. Este último sentido de
la ética, se encuentra ausente en los primeros filósofos. La afirmación de
sí como autoconciencia no es por tanto un acto
"ético" si por ética se entiende la
aplicación de normas
universales en un contexto fáctico determinado –la
subsunción de lo particular bajo lo universal. Esta es una
concepción ulterior que supone precisamente que el sujeto
conoce el mundo para luego conformar su conducta con los
datos de la
percepción. Está basada en el
descubrimiento platónico de la contemplación
teórica como vía de acceso racional al principio en
que han de basarse las normas éticas. Aristóteles
llamóle relación pros hen, según el
primer principio.
Por el contrario, en su sentido original, o por lo menos
en la reconstrucción que Marx hace de él, el
pensamiento consciente de sí y afirmado de sí
positivamente, no en contraposición a su propio contenido
(como Hegel había interpretado), refiere a la
sabiduría por la cual el hombre
conoce su lugar en el mundo, el ethos o "lugar" del
filosofar en el cosmos. En razón de que esta
sabiduría indica lo que el hombre es y
cual su lugar en el mundo ella debe, por fuerza, preceder a todo
intento determinado de conocer algo en particular. Marx reapropia
esa idea para la filosofía
moderna, identificando esa sabiduría con la
condición formal del filosofar. En mi opinión, Marx
entiende tal condición, "forma subjetiva" o "soporte
espiritual", de los sistemas filosóficos, como el
arché pre-metafísico que está
presente en todo sistema aún si no está tematizado
explícitamente. En este sentido podría decirse que
el propósito de la tesis doctoral es demostrar cómo
Epicuro desarrolla tal autocomprención
explícitamente, al volver deliberadamente a la forma
pre-especulativa de la filosofía a través de una
reinterpretación decisiva de la física
democrítea. Marx reivindica la consistencia de la
explicación de Epicuro, procurando demostrar como ella
está justificada por la orientación hacia el
sentido original, pre-metafísico de la ética. En
síntesis, según Marx Epicuro
habría modificado la física demócritea para
hacerla consistente con su idea socrática,
pre-metafísica o pre-especulativa de la
filosofía.
3. Reinterpretación
epicúrea de la metafísica
atomista:
Contemplemos ahora esta modificación. Tal como
fue ya notado por los comentadores de su época, la novedad
de la ética epicúrea (y también la
dificultad inherente a ella) reside en el reconocimiento de un
movimiento
particular de los átomos –la
declinación– que no encuentra presente en los
escritos de Demócrito. Como bien se sabe, Demócrito
reconoce solamente la existencia de dos movimientos del átomo, la
caída y la repulsión, mientras que Epicuro agrega
un tercero –la declinación de los átomos en
el vacío. Mientras que la mayoría de los
comentadores de Epicuro juzgan de inconsistente este agregado,
Marx lo considera una modificación necesaria a los efectos
de explicar la posibilidad de un movimiento libre de los
átomos. Epicuro habría notado que solamente de este
modo puede hacerse justicia al
ser del átomo, que no es sólo existencia relativa
al espacio (necesariamente dependiente de él), como la
caída y la repulsión, sino también
negación del espacio, precisamente lo que la idea de
declinación como desviación u
oposición expresa. Materia y
forma (la oposición entre contenido y conciencia aludida
en la sección anterior resurge aquí nuevamente)
llama Marx a estos momentos, respectivamente: ser relativo y
negación de toda relación con el espacio, esto es,
negación de la línea recta que define y determina
al espacio.
"Epicuro descubrió el medio de evitar la
necesidad, que había escapado a Demócrito.
Él dice que el átomo …. se desvía
levemente…. Además, si no se quisiera conceder
esto, el átomo en tanto que su movimiento es una
línea recta, resulta simplemente determinado por el
espacio; posee un ser relativo que le es prescrito y una
existencia puramente material. Pero hemos visto que un momento
del concepto del átomo es la forma pura, la
negación de toda relatividad, de todo vínculo con
otro ser." (Tesis, 38,41)
Al evitar así la necesidad ciega, Epicuro
habría expuesto y a la vez resuelto la aporía
central de la física atomista, esto es, la imposibilidad
de explicar la multiplicidad fenomenal del universo a partir
de movimientos atómicos rigurosamente necesitados. Epicuro
habría descubierto un aspecto o determinación del
átomo (la forma, autonomía, o ser absoluto) que se
sigue del sistema de Demócrito, pero está
prácticamente ausente en él. Su genialidad
residiría precisamente en expresar esta
determinación formal en términos materiales,
como movimiento de desviación que niega la relación
del átomo con el espacio. Sin la introducción de este movimiento no
sería posible entender tanto los cambios del mundo
visible, la contingencia del universo, cuanto la autonomía
del sujeto, la libertad.(4) Empero, esta solución de la
aporía no está exenta de contradicciones, toda vez
que es el resultado de una manera dual de concebir al ser, como
espacio material y como movimiento relativo a él, como
autonomía del ente y relación universal con el ser,
como necesidad (representada en el sistema de Demócrito
por la férrea ley de la
caída) y como contingencia (la declinación que
Epicuro descubre). Epicuro intenta superar estas contradicciones
haciendo la declinación mínimamente tangible. En
tanto que movimiento, la declinación se opone al espacio,
pero en el menor grado posible:
"La negación inmediata de este movimiento (la
caída) es otro movimiento, que representa también
espacialmente la desviación de la línea
recta…. Epicuro advierte muy bien la
contradicción que yace aquí. Así busca
representar la desviación del modo menos sensible
que pueda. Ella no está ‘ni en un lugar cierto ni
en un tiempo determinado’ (nec regione loci certa, nec
tempore certo), ella se produce en el más
pequeño espacio posible." (Tesis, 36,
43)
Más allá de estos problemas
particulares, Epicuro ha descubierto la ley de la subjetividad
–abstracción de la rígida necesidad del
mundo– haciendo de ella el principio que gobierna toda su
filosofía. La desviación deviene así no
sólo una categoría central de la física,
sino también la piedra de toque de la
ética.
La ley que ella (la declinación) expresa
penetra, profundamente, a través de toda la
filosofía de Epicuro, de tal modo que, como se comprende
de suyo, la determinación de su aparición depende
de la esfera en que ella es aplicada…. Así como
el átomo se libera de su existencia relativa –la
línea recta– a medida que prescinde de ella y se
separa de ella, así también toda la
filosofía epicúrea se aleja del ser limitativo,
en todo aquello en que el concepto de individualidad abstracta,
la autonomía y la negación de todo vínculo
con otra cosa, debe ser representada en su existencia.
(Tesis, 37, 44-45)
En tanto que declinación, la subjetividad es
entonces negación de una existencia material restringida
de la cual debe huir, abstracción de todo contenido, lucha
por sustraerse a la necesidad que rige el mundo. (El tema
ulterior marxista de la evasión de las necesidades
materiales se anticipa ya en estos escritos). Sus actos son
concebidos a imagen y
semejanza de los de la divinidad que es la única
verdaderamente capaz de abstraerse totalmente del ser
material.(5)
Pero de este modo, y de manera no del todo diferente a
la de Hegel, la interpretación Marxista de Epicuro acaba en
la descripción de una autoconciencia agobiada
por sus propias contradicciones.(6) Así por ejemplo, el
movimiento de declinación está en
contradicción teórica con el de caída, ya
que –strictu sensu– en un universo regido por
la necesidad no puede haber lugar para la libertad. Asimismo, la
ataraxia divina es un ideal inalcanzable para los hombres puesto
que la subjetividad –el átomo– se encuentra en
permanente rebelión contra el espacio que determina su
ser. Sin embargo, mientras que en la opinión de Hegel las
contradicciones del epicureanismo indican un estadío
transitorio en la historia dialéctica
de la conciencia(6), Marx entiende que ellas son el rasgo
inevitable, tal vez también positivo, de una
filosofía que se define por su rechazo de la
especulación, tratando de reconciliar en la
práctica la necesidad y la contingencia, bien que
teóricamente estas sean irreconciliables.
El encomio que Marx hace de la inteligente, si no
totalmente satisfactoria, reinterpretación epicúrea
del atomismo muestra que Marx
está más interesado en descubrir el principio
formal pre-metafísico que informa toda
filosofía, representado en el sistema de Epicuro por la
concepto de libertad como declinación atómica, que
en establecer los principios
según los cuales habrá de derivarse –pros
hen– la ética. En la medida en que endosa la
metafísica epicúrea, su interés es
comprender la subjetividad en sus quehaceres mundanos, no
construir una metafísica totalmente exenta de
contradicciones. Así, Marx reconoce que, más
allá de toda contradicción teórica, Epicuro
resuelve en el sentido originario de la ética la
relación antinómica entre libertad y contingencia.
Epicuro debe ser juzgado precisamente por su redescubrimiento de
la práctica, no por la consistencia de su
metafísica. Ésta (cargada como está de
inconsistencias) no sería entonces un sistema clauso de
primeros principios, de los cuales han deducirse normas
éticas, sino un intento legítimo de explicar la
autonomía de la razón práctica, en donde el
principio formal de la filosofía se expresa de modo
preeminente.
En otras palabras, para Epicuro es imposible mantenerse
fiel a la metafísica democrítea y al mismo tiempo
adoptar el ideal socrático de sabiduría. La
modificación del atomismo mediante la introducción
del movimiento de la declinación revela ese predicamento,
así como la decisión de resolverlo en contra de
la consistencia teórica, que es también una
decisión en contra de la actitud
puramente especulativa. En esta concepción la ética
no es una disciplina derivada de la metafísica, sino que
importa la actitud existencial en donde se radica la
filosofía. La oposición entre necesidad y
contingencia no necesita ser resuelta teóricamente. Puede
y debe ser resuelta en la práctica.(7)
4.
Filosofía como práctica
teórica:
Una posición antiespeculativa aparece
también en los escritos preparatorios, Bände zur
epikureischen Philosophie, en donde Marx procuró
explicitar más aún su comprensión de la
filosofía posaristotélica. En ellos, como lo he
indicado al comienzo de este trabajo, se da una transición
conceptual, en donde la noción de crítica ocupa el
lugar central que la de práctica tiene en el cuerpo de la
disertación. Esto es, en los Tomos el giro
práctico se predica de un nuevo sujeto temático, no
del filósofo (o la subjetividad, o el átomo), sino
la filosofía como tal. En lo que podríamos llamar
el comienzo de esta transición, sin embargo, la figura de
Epicuro no está del todo olvidada. Así, tras una
reflexión sobre la oscilación entre lo universal y
lo concreto,
encarnados alternativamente por Anaxágoras y
Platón, de una parte, por Sócrates y
Aristóteles de la otra, Marx agrega:
"Así como en la historia de la filosofía
existen puntos cruciales que en sí mismos se
concretizan, comprehenden los principios abstractos en una
totalidad y así interrumpen el progreso lineal, existen
también momentos en los cuales la filosofía torna
sus ojos hacia el mundo exterior, no pensando más
conceptualmente (nicht mehr begreifend), sino como una
persona
práctica, urde intrigas con el mundo, emerge del reino
de las sombras de Amenthes, y se arroja al corazón
de las sirenas del mundo. Este es el carnaval de la
filosofía, sea que se cubra con disfraz de perro como el
cínico, con prendas sacerdotales como el alejandrino, o
con fragantes ropajes de primavera como el epicúreo."
(Tomos, VI, 99) (8)
Nuevamente encontramos una discusión del
carácter cíclico de la historia de la
filosofía, de la oscilación entre teoría y
práctica que rompe el carácter rectilíneo de
su desarrollo. Epicuro sirve ahora de ilustración de lo que Marx llama ahora el
devenir mundano de la filosofía. Es este un carnaval
(Fachnachtzeit) porque el filósofo ha dejado la
actitud especulativa para unirse a ese desfile de máscaras
que es el mundo. Abandona el privilegio de construir un sistema
de filosofía para concentrar sus esfuerzos en entender el
mundo y ser entendido en función de
su lugar y apariencia en él. Porque eso es precisamente lo
que ver a través de una máscara significa:
presenciar el mundo desde una perspectiva limitada que uno ha
escogido junto con el disfraz, constituir una
Weltanschauung, en perjucio del anhelo quintaesencialmente
filosófico de entender el mundo a través de actos
cognitivos.(9)
Este abandono de la actitud teórica no excluye
sin embargo la desgracia de la conciencia filosófica. Tras
haber dejado de atrás el seguro lugar de
la teoría el pensamiento se vuelve hacia un mundo
hostíl, cuando menos no-filosófico. La empresa
práctica de la filosofía está siempre
expuesta al fracaso, cae en el abismo abierto entre el
pensamiento puramente teórico que ella misma ha rechazado
por imposible, y el mundo, que no es todavía
suficientemente racional:
"Pero, a la manera de Prometeo, quien robó el
fuego de los cielos para construir moradas en la tierra,
volviéndose luego sin embargo un ermitaño, la
filosofía, tras haberse dilatado sobre el mundo, se vuelve
luego contra la apariencia de aquél. Así hace ahora
la escuela hegeliana." Ibid.
La dedicatoria de la tesis doctoral, sólo en
apariencia desvinculada del texto cobra sentido. El pensamiento
posmetafísico es pensamiento prometeico:
Aufkläerung que causa su propio fracaso y,
desengañada, se vuelve contra el mundo que quiere
transformar, rechazándolo. Su desgracia nos recuerda al
unglückliches Bewusstsein hegeliano. Pero no
olvidemos que es este el destino de la filosofía, no del
filósofo. A esta altura de la exposición, sin embargo, el tema
epicúreo se ha hecho ya casi inaudible. El giro
práctico es la única posibilidad que queda al
pensamiento después de la edad de la filosofía
total o sistemática. Así, en un lugar igualmente
marginal, las notas (Anmerkungeng zur Doktordissertation),
el concepto de crítica hace su irrupción,
conviviendo momentáneamente con el de praxis:
"Hay una ley psicológica según la cual el
espíritu teórico, devenido libre en sí
mismo, se transforma en energía práctica, como
voluntad que surge del reino de las sombras de Amenthes, y se
vuelve contra la realidad material existente en
él…. Más la praxis de la filosofía es
ella misma teórica. Es la crítica que mide la
existencia individual en la esencia, la realidad particular en la
idea. Sin embargo, esta realización inmediata de la
filosofía está, por su esencia íntima,
afectada de contradicciones, y esta esencia suya se configura el
fenómeno y le imprime su sello." (Notas, 90, 67-68)
(10)
El origen de estas contradicciones es claro. En tanto
que confronta al mundo con su propia idea de racionalidad, la
crítica es praxis teórica. Al mismo tiempo,
advierte que su vocación práctica es
antifilosófica: ha abandonado el pensamiento puro que es
el elemento vital de la filosofía. En otras palabras, para
negar el mundo en el acto de la crítica la
filosofía debe primero negarse a sí misma.
¿No es acaso esto el fin del filosofar en cuanto tal? Para
Marx la filosofía padece del destino de Prometeo quien,
procurando ayudar a los hombres, ocasiona su propia tortura. Del
mismo modo, la filosofía es causa de su propia
disolución:
"Mientras la filosofía, como voluntad, se
enfrenta con el mundo fenoménico, el sistema es rebajado
a una totalidad abstracta, es decir, deviene un aspecto del
mundo que se opone a otro. Su relación con el mundo es
refleja. Animado por el impulso de realizarse entra en
tensión contra algo distinto. La autosuficiencia
interior y la autoperfección se quiebran. Aquello que
era luz interior se
convierte en llama devorante que se dirige hacia lo externo.
Resulta así como consecuencia que el devenir
filosofía del mundo es al mismo tiempo el devenir mundo
de la filosofía, que su realización es a la vez
su pérdida, que lo que ella rechaza hacia el exterior es
su propia deficiencia interna, que precisamente en la lucha
ella cae en los defectos que combate en su contrario, y que
elimina tales defectos sólo cayendo en ellos."
(Notas, 91, 68)
Conviene recordar aquí que Marx hubo de sustituir
la crítica filosófica por la crítica de la
economía. Sin embargo, en los primeros escritos,
tanto en los Bände como en las Anmerkungen, el
agotamiento del género
filosófico se concibe
–aristocráticamente– como una pérdida.
Al confrontar al mundo la filosofía se rebaja a la
condición de mundanidad: pierde con ello su
perfección interna. Pero también advierte que la
razón especulativa no pertenece al mundo, es decir, que la
vocación crítica es radicalmente
antifilosófica. Para negar el mundo en el acto de la
crítica, la filosofía debe primero negarse a
sí misma.
5. Conclusión
Como lo he indicado varias veces más arriba, el
hecho de que Marx no hable ya de Epicuro, sino de la
filosofía, como voluntad que obedece una
ley del espíritu, es señal de una importante
mutación en su marco conceptual. Tal es el paso de una
concepción de la práctica centrada en el sujeto
individual hacia una concepción centrada en la economía del
discurso. A pesar de que no deberían exagerarse las
contradicciones del texto de Marx, no debemos perder de vista que
esas dos concepciones emanan de distintas tradiciones y suponen
vocabularios distintos.
Por ejemplo, proyectada hacia las fuentes que
invoca en los orígenes de la filosofía griega, la
reconstrucción marxista de Epicuro puede calificarse de
socrática o premetafísica. (Incidentalmente, Marx
vuelve en su tesis doctoral a la figura de Sócrates al
igual que hace el otro gran antihegeliano de su
generación, Kiekegaard, a propósito del concepto de
ironía). Pero, considerada en relación con su
Wirkungsgeschichte inmediata, la interpretación
marxista de Epicuro, es una filosofía de la conciencia
acuñada en un molde kantiano o, mejor quizás,
fichteano. Por el contrario, cuando Marx tematiza el concepto de
crítica, trasciende las categorías de la conciencia
individual para trazar las líneas de una gran narrativa no
del todo exenta de influencias hegelianas: la narrativa del
devenir mundo y la disolución de la
filosofía:
"Quien no se da cuenta de esta necesidad
histórica, debería consecuentemente negar que los
hombres sean del todo capaces de vivir después de una
filosofía total…. Sin esta necesidad es imposible
entender cómo pueden ver la luz, después de
Aristóteles, un Zenón, un Epicuro, aún un
Sexto Empírico, después de Hegel, nuevas intentos
filosóficos en su mayor medida miserables y sin
asidero." (Tomos, VI, 100)
Como Epicuro después de Aristóteles, los
nuevos filósofos después de Hegel. Pars pro
toto la tesis doctoral esboza una filosofía de la
historia, que vuelve a Hegel contra sí mismo para explicar
la necesidad histórica del giro antiespeculativo
poshegeliano.
La diferencia entre ambos vocabularios es tal vez la
razón por la cual Marx relega su reflexión sobre el
concepto de crítica a los escritos preparatorios, los
Tomos de filosofía epicúrea y las
Notas que enmarcan el texto de la tesis doctoral.
Informada ya por una narrativa-maestra cuasi-hegeliana la
noción de crítica no pudo encontrar un lugar
sistemático en la tesis, sino sólo en sus
márgenes. Por el contrario, praxis es el eje central de la
interpretación de la filosofía de Epicuro, bien que
el término es usado con una intención que no es
incompatible con la introducción del concepto de
crítica.
En conclusión, la tesis doctoral reúne la
celebración explícita del renacer epicúreo
de la filosofía (en su versión
antimetafísica) con el anuncio del eclipse del sujeto en
el momento crucial de la disolución de la
filosofía. La ambivalencia de Marx ante ambas tradiciones
no es difícil de entender sino uno considera que el
concepto de praxis, con su radicalidad antimetafísica,
supone el de subjetividad, mientras que el concepto de
crítica, con su radicalidad antisubjetiva, reclama una
mínima dosis de especulación, metafísica, o
teoría. Prometeo es Aufklärung. Esta
ambivalencia sigue caracterizando hasta hoy a la
filosofía.
* La primer versión de este trabajo fue
escrita en 1996 durante mi pasantía en la Technische
Universität Dresden, Alemania, como
doctorando visitante de la New School for Social Research, de
Nueva York, EEUU, y bajo el patrocinio del DAAD. Agradezco a las
autoridades de ambas universidades, en particular a la Dra.
Elizabeth Brewer, ex-decana de la New School, por los esfuerzos
de coordinación del intercambio
académico. También agradezco a mi profesora de la
misma casa de altos estudios, Agnes Heller, por haber dirigido mi
atención hacia la tesis doctoral de
Marx.
(1) Las citas en castellano
provienen de Marx, Karl: Tesis doctoral. Diferencia entre la
filosofía de la naturaleza de Demócrito y
Epicuro, Méjico, Premiá, 1987. Tras la
página de la traducción española se indica
aquella de la MEGA, Erste Abteilung, Band I,
Berlin, Deustche Verlag, 1975.
(2) "Das Denken des Kriteriums, des einen Prinzips, als
in seiner unmittelbaren Wirlichkeit, ist das Subjekt in sich;
Denken un das Denkende hängt unmittelbar zusammen. Das
Prinzip dieser Philosophie ist nicht objektiv, sonder dogmatisch,
bruht auf dem Triebe des Selbsbewusstseins, sich zu
befriedigen…. Die dogmatische Philosophie ist die, welche ein
bestimmtes Prinzip, Kriterium, aufstellt, und nur ein solches
Prinzip. Jene drei Prinzipien sind nun notwendig: 1. Das Prinzip
des Denkens, das der Allgemenheit selbst, so jedoch, das es in
sich bestimmt sei; das Denken ist das Kriterium der Wahrheit, das
Bestimmende. 2. Das Andere gegen das Denken ist das Bestimmte als
solches, das Prinzip der Einzelheit, die Empfindung
überhaupt, Wahrnemmung, Anschauung. Dies sind die Prinzipien
der stoichen und epikureischen Philosophie. Diese beide
Prinzipien sind einseitig, wurden, als positiv,
Verstandnisswissenschaften…. Außer Stozismus und
Epikureismus stheht als drittes der Skeptizismus da, die Negation
dieser beiden Einseitigkeiten". Hegel, W.: Vorlesungen
über die Geschichte der Philosophie, II. Suhrkamp, 1986.
pp. 251-254. Cfr. also: Phänomenologie des Geistes,
pp. 137 and ff.
(3) Hegel, Vorlesungen, cit.(4) "Por eso afirma
con razón Lucrecio que la desviación quiebra las
fati foedera (los pactos del destino), y como el aplica en
seguida esto a la autoconciencia, se puede decir del átomo
que la desviación (declinación) es ese algo en su
interior que puede luchar y resistir." (Tesis, 42, 36)(5)
En este último aspecto, la libertad del hombre tiende
hacia a la actitud de los dioses, quienes en total calma
teórica ignoran el mundo. "De igual modo, el fin de la
acción
es la prescindencia, la fuga ante el dolor y la angustia, la
ataraxia. Por tanto el bien consiste en el alejamiento del mal, y
el placer en la exclusión de las penas. Finalmente,
allá donde la individualidad abstracta aparece en su
suprema libertad y autonomía, en su totalidad, el ser de
que se separa es lógicamente todo ser, y por eso
los dioses evitan el mundo y son reverenciados no por su
interés sino por su belleza, su majestad y su excelsa
naturaleza." (Tesis, 45, 37) Pero, y aquí Epicuro
no vacila en contradecirse una vez más, la evasión
sólo para los dioses es algo absoluto. Para los hombres,
por el contrario, debe ser expresada, positivamente, como una
relación del individuo. La
libertad vis-á-vis el mundo, sólo puede ser
una ilusión de la conciencia abstracta.
(6) Hegel, Phänomenologie des Geistes,
Suhrkamp, 1989, pp. 155-163.
(7) Finalmente, y en la medida en que esta
filosofía permanece fiel a su carácter
teórico, o desarrolla una investigación científica, se vuelve
ella mima prágmatica, como es particularmente evidente, en
lo que Marx llama la "dispar" energía y praxis
científica de Demócrito y Epicuro, el uno buscando
interpelar el mundo fenoménico hasta alcanzar sus causas
última, el otro quedándose satisfecho con cualquier
explicación capaz de aplacar su curiosidad. "El que juzga
el mundo sensible como apariencia subjetiva se dedica a la
ciencia
empírica de la naturaleza, y a los conocimientos positivos
y representa la inquietud de la observación que experimenta. El otro, que
tiene por real el mundo fenoménico, rechaza el empirismo; la
calma del pensamiento que halla su satisfacción en
sí misma, la autonomía que extrae u saber ex
principio interno, están encarnadas en él."
(Tesis, 34, 31)
(8) También en la MEGA. Todas las citas
provenientes de los Tomos son traducción
mía.
(9) Nótese que es la distinción
heurística entre forma subjetiva y contenido lo permite a
Marx hacer justicia a la originalidad del pensamiento
posmetafísico de un Epicuro. Solamente desde este punto de
vista metodológico el "carnaval" de la filosofía se
revela como el momento en que el pensamiento se reconcilia con la
subjetividad concreta que hasta ese punto ha sido su presupuesto
inadvertido.
Esta subjetividad, sin embargo, no es el yo
psicológico del filósofo. Marx hace esta
aclaración en la Notas, refiriéndose a Hegel: "Es
concebible que un filósofo cometa tal o cual aparente
inconsecuencia en favor de esta o aquella concordancia y
aún pueda tener conciencia de ello. Pero de lo que no
tiene conciencia es de que la posibilidad de esa aparente
concordia tenga su raíz más profunda en una
insuficiencia o en un enunciado insuficiente de su principio. Si
un filósofo hubiera realmente aceptado un compromiso,
deben los discípulos explicar en base al íntimo
y esencial contenido de su conciencia lo que para él
mismo revestía forma de conciencia exotérica. De
este modo lo que aparece como progreso de la conciencia moral
(Gewissen) es al mismo tiempo un progreso del saber
(Wissen). No se sospecha de la conciencia moral particular
del filósofo sino que se construye la forma esencial de su
conciencia (Bewusstsein), elevada a figura y significado
determinados y a la vez superada. (Notas, 90,
67)
En otras palabras, el historiador de la filosofía
debe construir el punto de vista implícito que da a cada
filosofía su carácter peculiar
–metafísico, o posmetafísico. Él debe
alcanzar la autocomprención esencial de cada sistema, sea
que en él la forma subjetiva ha tomado precedencia, y
explicar, a partir de este hecho, las contradicciones del
sistema. En el caso de Epicuro, deben explicar las discrepancias
entre la tesis físicas, el pragmatismo
científico, el intento casi improbable de asimilar y
transformar la doctrina de Demócrito.
(10) Las citas de las Notas provienen de la
selección publicada como apéndice a
la traducción de la tesis citada en nota
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Juan Daniel Videla (*)
(*) Universidad
Nacional de San Juan / New School for Social Research, Nueva
York.