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Indicadores de exclusión social en la sociedad del conocimiento




Enviado por Esther Raya Diez


      

    ABSTRACT

    La comunicación invita a reflexionar sobre los
    indicadores de
    medición de la exclusión en la
    sociedad del conocimiento,
    prestando especial atención a los indicadores relativos a la
    brecha digital

    Palabras clave:

    brecha digital

    cambios científico-tecnológicos

    desigualdad/exclusión

    globalización

    sociedad del conocimiento

    Introducción

    La comunicación que presentamos tiene por objeto
    de estudio el análisis de la exclusión social en
    las sociedades
    tecnológicas avanzadas y concretamente delimitar la
    sensibilidad de los indicadores utilizados para medir la
    exclusión social en su doble vertiente, de brecha digital
    por un lado, y desigualdad
    social por otro. Este es un aspecto poco estudiado en su
    relación con la sociedad del conocimiento. La mayor parte
    de los estudios se centran en una de las dos dimensiones, o bien
    la brecha digital como consecuencia del avance de las nuevas
    tecnológicas de la información, y en este caso, no se realizan
    diferenciaciones entre la población excluida de las nuevas
    tecnologías, tomándola como un todo
    homogéneo; o bien se analiza los problemas
    sociales de las personas en situación desfavorecida o
    de exclusión social, sin considerar de forma
    específica el ámbito de las nuevas
    tecnologías o la brecha digital como indicador de
    exclusión.

    El objetivo del
    grupo de
    trabajo en el
    que presentamos nuestra comunicación consiste en la
    reflexión sobre los indicadores a emplear para medir el
    avance de los diversos países, regiones y/o colectivos en
    lo referente a la Sociedad del Conocimiento
    . Se nos
    pregunta ¿Qué indicadores son más
    adecuados para aproximar la Brecha Digital, es decir, las
    disparidades entre territorios y/o colectivos?

    Paradójicamente, en la Sociedad del Conocimiento nos
    encontramos con la necesidad de mayor conocimiento para
    abordarla, desde un punto de vista analítico, pero
    también, desde una perspectiva política, para
    corregir sus disparidades. Nuestra comunicación, trata de
    llamar la atención sobre la necesidad de profundizar en la
    construcción de indicadores que nos
    permitan conocer este tipo de sociedad, desde una de las
    disfunciones del sistema, como es
    la aparición de la exclusión social en sociedades
    tecnológicas avanzadas y postindustriales. Pero
    también en la necesidad de depurar indicadores que
    aproximándose a la medición de la brecha digital,
    no nublen la visión de la existencia de sectores de
    población que también se encuentran excluidos
    digitalmente, –como una parte importante de la
    población no excluida socialmente–, pero que su
    exclusión "digital" presenta unos rasgos
    específicos debido a su posición social
    desfavorecida. Esta cuestión es de suma importancia, no
    sólo desde la perspectiva teórica sino sobre todo
    desde la práctica, y en particular en relación con
    la aplicación de políticas
    para combatir la brecha digital. Si el objetivo de
    reducción es genérico, es decir, dirigido al
    conjunto de la población, ello supone un riesgo de
    incremento de la distancia social entre quienes están en
    situación de exclusión social además de
    digital.

    El trabajo que presentamos forma parte de un proyecto de
    investigación titulado Indicadores de
    Medición de los Procesos de
    Exclusión – Incorporación Social
    ,
    financiado por la Universidad del
    País Vasco (UPV0018.160-H-15427/2003) que estamos
    desarrollando en la Escuela
    Universitaria de Trabajo Social
    por profesoras provenientes de la Sociología, la Antropología y el Trabajo
    Social. El objetivo de la investigación es establecer un sistema de
    indicadores operativos para la medición de la
    exclusión social atendiendo a su multidimensionalidad e
    intensidad, en los diferentes ámbitos vitales como son
    empleo,
    educación,
    vivienda, ingresos
    económicos, salud, relaciones sociales y
    participación social. Así mismo, hemos considerado
    necesario incluir indicadores relacionados con el tema que nos
    ocupa, como es la brecha digital. Si bien, este aspecto no es
    tenido en cuenta de forma explícita en los diferentes
    estudios realizados hasta el momento.

    Hemos estructurado la
    comunicación en tres apartados, en el primero hacemos
    una aproximación al concepto de
    exclusión social y su vinculación con la sociedad
    de la información. En el segundo realizamos una
    aproximación al concepto de brecha digital y a los
    indicadores utilizados para su estudio y en el tercer apartado
    proponemos a modo tentativo, para su debate, una
    serie de consideraciones en torno a la
    relación entre brecha digital y exclusión social,
    así como una serie de indicadores que consideramos
    sensibles para medir el concepto de brecha digital en personas en
    situación o riesgo de exclusión.

    Exclusión social en la
    sociedad de la información

    En los años setenta y ochenta los pensadores
    sociales publicaron diferentes trabajos sobre las
    transformaciones que comenzaban a emerger en la sociedad
    (Touraine 1969; Bell, 1976; Giddens, 1979; Gorz, 1980; Castells,
    1986). Desde una perspectiva comparativa la evolución de las sociedades muestra los
    cambios acaecidos en términos de organización social. En el cuadro 4 aparece
    esquematizado el cambio social
    según la clasificación realizada por Daniel
    Bell.

    Cuadro 1:
    Evolución del Cambio Social

    En cada etapa, la
    organización social se establece en torno a los
    recursos
    básicos para el desarrollo
    económico y social. En las etapas preindustrial e
    industrial el proyecto de
    sociedad se centraba en un juego de
    personas para tratar de dominar el medio natural o artificial; en
    la postindustrial, de un «juego entre personas» bajo
    el predominio de las tecnologías para la
    información. Como consecuencia de ello, la
    estratificación social y ocupacional se ha modificado
    significativamente, siendo afectada por el acceso diferencial a
    los conocimientos tanto profesionales como científicos y
    técnicos. El capitalismo
    avanzado necesita una mano de obra cualificada donde el saber se
    impone al hacer (Drucker, 1993).

    La globalización de la economía y la
    transnacionalización de la producción, en los sectores industrial y de
    telecomunicación también ha supuesto cambios
    significativos en la composición del mercado laboral mundial.
    La economía globalizada y tecnificada requiere una mano de
    obra cualificada, adaptable a entornos cambiantes y flexible en
    las condiciones de contratación, que debe ser competitiva
    en el mercado mundial. En este contexto, la elaboración de
    procesos productivos rutinarios se externalizan a favor de
    países subdesarrollados, con menor nivel de vida y menores
    salarios. Ello ha
    impulsado la introducción de reformas en los sistemas
    productivos de los países desarrollados justificadas con
    la promesa de crear empleo. Así, el empresariado, en las
    décadas de los años ochenta y noventa ha reclamado
    reducción de la presión
    fiscal y
    flexibilidad en la contratación y despido de los
    trabajadores (OCDE, 1985). Sustentándose en la competitividad
    de las empresas se han
    puesto en marcha medidas de flexibilización del mercado
    laboral y desregulación de la protección social, a
    pesar de sus consecuencias para la consolidación de la
    ciudadanía social (Navarro, 1995; Fitoussi,
    1997; Castel, 1997; Alonso, 1998; Esteve, 1998). Desde esta
    perspectiva, se puede afirmar que la economía
    informacional es potencialmente excluyente, articulándose
    la distinción entre «productores» y
    «superfluos» (Castells, 1996). Con ello, se ha
    evidenciado que orientarse por principios de
    rentabilidad
    mercantil conlleva a estructuras
    sociales vulnerables, donde una parte de la población se
    ubica en situación o riesgo de exclusión, lo cual
    repercute negativamente en el desarrollo
    económico de estos países, puesto que la sociedad
    de la información necesita una mano de obra altamente
    cualificada y capacitada para competir en el mercado mundial
    (Anisi, 1996; Esteve, 1997; Riach, 1997).

    En términos generales, las sociedades
    postindustriales de los noventa han experimentando una serie de
    rasgos comunes que pueden sintentizarse en: revolución
    del sistema productivo como consecuencia de la aplicación
    de las nuevas tecnologías; reorganización
    internacional del trabajo; protagonismo del sector servicios y
    consiguiente pérdida hegemónica del industrial;
    mejoras de las condiciones de vida de la población,
    particularmente en el acceso a la cultura y
    educación, en los niveles de ingresos y gastos;
    Además, se aprecia una tendencia hacia la
    dualización social.

    Las consecuencias sociales derivadas del
    mercado laboral postindustrial muestran la reducción de la
    población activa ocupada en la industria y
    pérdida de integración de la conciencia de
    clase; aumento
    del paro, o de las
    situaciones de no trabajo, con tendencia hacia una mayor
    proporción de parados de "caracterización
    sociológica homogénea", es decir, jóvenes,
    mujeres, personas con bajo nivel de instrucción, etc.;
    tendencia a la bipolarización de los niveles
    prácticos de cualificación necesarios para el
    funcionamiento del sistema productivo: un segmento de trabajos
    altamente cualificados (los que inventan , programan, desarrollan
    y aplican tecnología) y otro
    segmento mayor compuesto por quienes cubren tareas de mantenimiento,
    con un nivel de cualificación bajo; tendencia
    "desasistencializadora" a corto plazo, como consecuencia del
    aumento de las cargas sociales y de las políticas de
    reducción de los gastos públicos. El riesgo de
    progresivo deterioro de los grupos afectados,
    su posición marginal en el mercado y su bajo nivel de
    cobertura sindical, da lugar al surgimiento de "nuevas
    infraclases sociales" (Tezanos, 1994).

    La estructura
    social postindustrial contiene una fuerte dualización
    social, como puede verse representado en el gráfico 1.
    Este fenómeno muestra el conflicto
    entre quienes tienen oportunidades sociales frente a quienes su
    vida se ha convertido en una lucha diaria por la supervivencia;
    entre quienes tienen el trabajo asegurado y las protecciones
    asociadas al mismo y quienes deben aceptar la flexibilidad o el
    desempleo como
    forma de vida (Funes, 1996:131).

    Por un lado, existe un sector donde se integran las
    clases medias y quienes han experimentado una movilidad
    ascendente, derivada de su ocupación como profesionales
    cualificados, que configuran la "mayoría
    satisfecha
    " (Galbraith, 1997) o "mayoría social
    pro-sistema
    " (Tezanos, 1994). A este grupo de
    población pertenecen quienes participan de manera estable
    en las relaciones de intercambio socioeconómico, tanto en
    el ámbito laboral como de consumo. Es la
    sociedad de quienes están integrados en el sistema porque
    forman parte del mismo.

    Gráfico 3:
    Evolución de los perfiles de Estratificación en las
    sociedades industrializadas

    La composición de las infraclases se deriva de la
    lógica
    del mercado que deja fuera del núcleo de oportunidades y,
    por tanto, poder,
    prestigio e influencia, a quien no necesita. El problema de las
    infraclases es el de su marginación del sistema como tal,
    su exclusión de la propia lógica de las relaciones
    económicas ordinarias. A esta situación se puede
    llegar por el origen social (minorías étnicas,
    extranjeros sin papeles); también por razones de movilidad
    social descendente como desempleo o edad (prejubilados,
    jóvenes y mujeres con pocas oportunidades de empleo,
    etc.). Se trata de una dualidad de carácter social que tiene una raíz
    estructural enmarcada en la evolución del sistema de
    producción. Será especialmente acusada durante la
    fase de transición del viejo sistema de producción
    industrial, intensivo en mano de obra, hacia el nuevo modelo
    postindustrial, intensivo en nuevas
    tecnologías.

    La exclusión como problema social comenzó
    a visualizarse a final de la década de los ochenta; en los
    noventa aparecieron las primeras preocupaciones políticas
    sobre el fenómeno. La recuperación económica
    posterior a la crisis de los
    setenta evidenció la existencia de personas cuyas
    condiciones de vida no mejoraban por más que la
    economía creciera, estos eran los "excluidos del sistema".
    Además, la exclusión social no sólo
    designaba el incremento del desempleo a largo plazo y recurrente,
    sino también la creciente inestabilidad de los
    vínculos sociales (Castel, 1992; Xiberras, 1993; Aguilar y
    otros, 1995; Navarro y Luque, 1996; Tezanos, 1998). Desde
    aquí se ponía de manifiesto la precariedad
    económica y también de la relación de
    sociabilidad, elemento indispensable para la cohesión
    social.

    El término de exclusión social, en su
    acepción sociológica actual, denota una manera de
    estar en la sociedad, explicitando la relación social del
    sujeto con el resto de la sociedad. Dicha relación no
    viene definida por lo que el sujeto es (identidad)
    sino por lo que carece, por lo que ha perdido. Así, la
    situación de exclusión tiende a ser definida por
    aquello de lo que se está excluido, esto es, el nivel de
    vida y los derechos sociales propios de
    la sociedad de pertenencia. Por su parte, la exclusión
    social pone de manifiesto la relación de desigualdad entre
    el sujeto y el resto de la sociedad, derivada de la carencia de
    determinados derechos sociales, particularmente los relacionados
    con la protección de los riesgos y la
    inseguridad,
    lo que induce al sujeto a vivir al día o a sobrevivir en
    los márgenes de la sociedad. Esta exclusión es
    especialmente patente en relación a la
    educación.

    La exclusión de la educación en la
    sociedad postindustrial infraposiciona a quienes no tienen una
    cualificación rentable para el mercado de trabajo. En el
    contexto del capitalismo avanzado la educación es la llave
    para el acceso tanto al empleo como a la propiedad;
    además, en la sociedad de la información y del
    saber es un mecanismo fuerte de integración (Bell, 1976;
    Drucker, 1993; Castells, 1997). El acceso a los conocimientos
    científicos y técnicos se ha convertido en un
    criterio de diferenciación social.

    La exclusión de la educación aparece con
    mayor frecuencia entre los sectores sociales desfavorecidos, en
    estos casos el papel jugado por la familia en
    cuanto agencia de socialización es fundamental. Diversos
    estudios han puesto de manifiesto la interiorización de
    logro diferencial según la clase social de procedencia.
    (1)

    La exclusión de la educación, entendida
    como cualificación también se produce por otros
    mecanismos. Si la cualificación profesional se ha
    constituido en una condición necesaria, aunque no
    suficiente para el acceso al empleo, resulta que en una
    proporción muy amplia de los cursos de formación
    profesional no reglada dirigidos a desempleados exigen una
    titulación mínima de Graduado Escolar. Si se
    recuerda que el fracaso escolar es más preeminente entre
    la población excluida, se verá fácilmente
    que también son excluidos de «los programas de
    formación dirigidos a las personas desfavorecidas».
    (2) Una situación similar ocurre con las
    políticas de inclusión social y los indicadores de
    mediciación de la Brecha digital, como veremos en el
    siguiente apartado.

    Brecha digital: indicadores
    de medición

    La sociedad actual se caracteriza por el término
    red, que se
    define por "el conjunto de nodos interconectados. […] Lo que
    un nodo es depende del tipo de redes a que nos
    refiramos"
    (Castells, Manuel, 2001: 550). Las redes son
    estructuras abiertas que se expanden sin límites
    integrando nuevos nodos que comparten los mismos códigos
    de comunicación, por lo que cabe considerar la estructura
    social basada en las redes como dinámica y abierta a todo tipo de
    innovaciones. La nueva estructura de la sociedad red está
    compuesta por redes de producción, poder y experiencia que
    construyen la cultura de la virtualidad en los flujos globales
    que trascienden en el espacio y en el tiempo, aunque
    no debemos pasar por alto que esta sociedad no está libre
    de contradicciones, conflictos y
    desafíos sociales. Esta red representa un cambio
    cualitativo en la experiencia humana. La información pasa
    a considerarse como un factor clave para la organización
    social, desatando una serie de consecuencias en las relaciones de
    clases, de tal manera que el nuevo sistema de clases se
    caracteriza por la tendencia a aumentar la desigualdad y la
    polarización social.

    La implementación de las redes que sustenta la
    sociedad de la información se está realizando de
    modo global pero desigual debido a que se parte de realidades
    sociales y económicas diferentes, por lo tanto la
    posición relativa de cada país y región en
    el orden económico internacional y las desigualdades que
    esto genera afecta a los ciudadanos de cada sociedad concreta;
    por ende, las zonas más ricas y mas desarrollados
    serán las receptoras naturales de la información,
    mejorando su posición relativa, mientras en las menos
    ricas ocurrirá el proceso
    contrario. Este fenómeno se ha comenzado a denominar como
    brecha digital, de tal forma que aumenta la distancia entre los
    países ricos y los países pobres en todo el
    planeta, además de incrementar la distancia entre las
    diferentes capas sociales, dentro de cada país.

    Al hablar de brecha digital estamos haciendo referencia
    a la "fuerte desigualdad que surge en las sociedades por la
    diferencia entre los que acceden a las nuevas tecnologías
    de la información y las comunicaciones
    (TIC) e
    incorporan su uso en la vida cotidiana, y aquellos que no pueden
    o no saben acceder"
    (Ballestero, F., 2003: 1). Esta nueva
    forma de desigualdad que se está gestando en la sociedad
    actual puede acabar generando un agravamiento de la
    exclusión social de ciertos sectores de la
    población, de tal manera que esta puede afectar a los
    diferentes géneros, edades, idiomas, nivel de ingresos,
    nivel educacional, etc, además de producirse entre los
    diferentes países. Con ello se profundiza e incrementa las
    situaciones pobreza, subdesarrollo,
    exclusión social de los colectivos sociales más
    vulnerables y desfavorecidos, tales como los inmigrantes, lo
    pobres, los jóvenes, las mujeres con un bajo nivel
    educativo, las barriadas populares, las zonas
    rurales…

    Hemos realizado una revisión de los indicadores
    utilizados en catorce estudios recientes sobre brecha digital y
    sociedad del conocimiento, con el fin de explorar las dimensiones
    de interés
    para integrarlas en el análisis de la exclusión
    social en relación a este aspecto, bien como ámbito
    vital específico, bien vinculado a otros como la
    educación o el empleo. Los indicadores utilizados para
    medir la brecha digital combinan las dimensiones de acceso a la
    red, equipamiento y conocimientos.

    Para acceder a la red resulta imprescindible disponer de
    una serie de infraestructuras que nos permitan conectarnos, tales
    como las redes telefónicas, que son las más comunes
    en la actualidad, o la fibra
    óptica, es decir, el cable, que permite un acceso
    más rápido y más efectivo a través de
    la banda ancha, y
    que paulatinamente va sustituyendo al antiguo sistema de redes
    telefónicas existentes, además de otros sistemas
    como el satélite o analógicos, que son más
    complejos y en muchas ocasiones limitados a usos gubernamentales,
    por lo que no son accesibles a todos los usuarios. Añadido
    a la necesidad de disponer de una serie de infraestructuras,
    resulta igualmente fundamental el poseer un equipo
    informático, PC o hardware, indispensable para
    poder conectarse a Internet; ambas condiciones
    son imprescindibles a la hora de acceder a las tecnologías
    de la información, si estas dos condiciones no se cumplen
    nos encontraremos totalmente desenchufados de la
    red.

    Algunos ejemplos de indicadores que hacen referencia al
    tema de las infraestructuras son:

    • porcentaje de población que dispone de
      acceso al teléfono
    • porcentaje de teléfonos fijos por cada 100
      habitantes
    • porcentaje de líneas telefónicas por
      nación
    • porcentaje de usuarios de telefonía móvil por cada
      nación
    • porcentaje de hogares con televisión por cable

    El acceso a Internet se puede realizar desde diferentes
    lugares, desde el trabajo, el propio hogar, los lugares de ocio,
    tales como ciber-cafés, locutorios; los centros de
    estudios, colegios, universidades e incluso desde centros
    públicos, habilitados por las propias instituciones
    con la finalidad de acercar a todos ciudadanos la posibilidad de
    acceder a las nuevas tecnologías. Los indicadores
    comúnmente utilizados reflejan la disponibilidad en el
    acceso a internet. Algunos ejemplos de indicadores
    son:

    • Porcentaje de centros escolares (públicos
      – privados) con acceso a internet
    • Número de PCs por cada 100 alumnos en
      centros escolares (públicos –
      privados)
    • Porcentaje de centros de enseñanza en los que los alumnos tienen
      acceso continuo a la red
    • Número de ordenadores por persona y
      país
    • Porcentaje de personas que carecen de
      PC.
    • Número de hogares con PC por comunidades
      autónomas
    • Número de usuarios de Internet por
      comunidades autónomas
    • Porcentaje de familias que carecen de ordenador en
      cada vivienda
    • Porcentaje de personas que han acudido a las aulas
      de acceso libre a internet
    • Personas que acceden a internet en casa, en el
      trabajo o en lugares de ocio
    • Número de familias con hijos con acceso a
      internet según lugar de residencia en zona rural o en
      zona urbana

    Un tercer grupo de indicadores está relacionado
    con el nivel de conocimientos de la población para acceder
    a las tecnologías de la información. El nivel de
    estudios está directamente relacionado con la edad de los
    usuarios y a la vez con el tipo de uso que se hace de la red. En
    la actualidad, cada vez son más jóvenes las
    personas que se conectan a la red, siendo éstos los que, a
    su vez, tienen más conocimientos del uso de la misma,
    debido en gran medida a que han nacido en la era de las
    comunicaciones y estás han estado
    presentes en sus vidas desde su nacimiento. Además de los
    jóvenes, existe un sector de la población que, como
    consecuencia de su trabajo y de la propia competitividad del
    mercado laboral, se han ido reciclando y realizando una
    formación continua que les permite acceder sin
    ningún tipo de problema a Internet, e incluso se ha dado
    la posibilidad de que se haya convertido en la herramienta
    central de su propio trabajo. Las mujeres son uno de los sectores
    de la población en el cual se ha observado un incremento
    en el uso de las nuevas tecnologías debido, en gran
    medida, a su incorporación masiva al mercado laboral y al
    alto grado de preparación. Algunos indicadores sobre esta
    dimensión son los siguientes:

    • Porcentaje de personas que se acogen a proyectos para
      disminuir la alfabetización digital
    • Porcentaje de profesores que participan en
      actividades de formación digital
    • Porcentaje de personas con conocmiento básico
      de las herramientas
      para acceder a internet
    • Nivel educativo de los usuarios de
      internet
    • Porcentaje de personas con conocimientos
      informáticos básicos
    • Porcentaje de personas que se reciclan para
      incrementar sus conocimientos de informática
    • Porcentaje de usuarios de internet que carecen de
      estudios

    Existe también otro grupo de indicadores que
    tratan de medir el uso de internet. Puesto que la red se abre a
    nuevos usos, impensables hace unas décadas, tales como
    transacciones bancarias, compras on-line,
    abre la posibilidad a estudiar desde cualquier lugar sin tener
    que acudir a un centro de manera presencial, realizar consultas
    médicas, mantener contacto visual y oral con personas que
    se encuentran a miles de kilómetros en tiempo real, etc.
    Además de todo esto, está modificando nuestras
    propias relaciones sociales, ampliándolas o
    individualizándolas, ambas posturas contrarias, que en
    esta ocasión no son objeto de nuestro análisis.
    Algunos ejemplos de estos indicadores son:

    • Porcentaje de personas que utilizan habitualmente la
      red
    • Porcentaje de personas que realizan compras
      on-line
    • Porcentaje de personas que realizan trasferencias
      bancarias a través de internet
    • Porcentaje de personas que utilizan servicios
      sanitarios a distancias
    • Porcentaje de estudiantes que utilizan internet como
      soporte de estudio
    • Porcentaje de personas que utilizan los monederos
      electrónicos como forma habitual de pago
    • Número de estudiantes que realizan estudios
      superiores, postgrado on-line.

    Además de todos estos indicadores algunos
    estudios realizados también tienen en cuenta la distribución sociodemográfica de la
    población usuaria de la red, estableciendo
    parámetros en función de
    los grupos de edad, el sexo, el nivel
    de estudio y el ámbito de residencia,
    principalmente.

    Brecha digital y
    exclusión social

    Como se ha señalado anteriormente el estudio de
    ambos conceptos suele realizarse de forma independiente, sin
    embargo, el avance de la sociedad del conocimiento se convierte
    en un riesgo de incremento de la exclusión social de
    quienes parten de una infraposición social. Por otro lado,
    si consideramos la población afectada por la brecha
    digital como un todo homogéneo se corre el riesgo de
    derivar el gasto
    público en reducir la distancia social entre los
    colectivos "conectados" a internet y los "desconectados" a
    internet, sin modificar la situación "digital" de la
    población excluida socialmente El Plan Nacional de
    Inclusión social considera 2 indicadores para medir la
    prevención del riesgo de exclusión en el acceso a
    las nuevas tecnologías: % de centros escolares con acceso
    a internet, y el número de PC por cada 100 alumnos.
    ¿En qué medida la mejora de estos indicadores tiene
    un impacto real en la población en situación
    excluida?¿Son suficientes para planificar políticas
    de reducción de la brecha digital en este sector de
    población? Desde nuestro punto de vista, son necesarios
    pero insuficientes y por ello, consideramos básico
    integrar ambos conceptos, o en su caso, generar indicadores
    precisos que tomen en consideración ambas dimensiones. En
    los estudios revisados hemos encontrado algunos indicadores que
    avanzan en esta línea, como ejemplo podemos citar los
    siguientes:

    • Porcentaje de población que posee equipos o
      programas informáticos obsoletos
    • Porcentaje de personas (jóvenes, mujeres y
      parados de larga duración) con bajo grado de
      formación que participan en programas de
      formación de nuevas tecnologías
    • Número de trabajadores cuyas condiciones de
      vida se han degradado respecto a etapas anteriores a pesar del
      desarrollo tecnológico
    • Porcentaje de personas que no pueden acceder a
      internet por sus minusvalías

    Por su parte, la exclusión social desde un punto
    de vista empírico se tiende a analizar en relación
    a las carencias en cuanto al empleo, los recursos
    económicos, la vivienda, la salud, las relaciones
    personales y el grado de integración social. El estudio de
    la brecha digital puede integrarse como un ámbito
    más, de esta manera se podrían realizar
    aproximaciones de la "exclusión digital" de este sector de
    población, a través de la distribución de
    los indicadores de brecha digital anteriormente citados, esto es,
    en relación al acceso, equipamiento, conocimientos y usos
    de internet. También sería posible incorporar en
    los diferentes ámbitos vitales, indicadores relativos a la
    brecha digital, como por ejemplo:

    En relación al empleo:

    • Situación laboral en relación a las
      nuevas tecnologías
    • Acceso a internet en el puesto de trabajo

    En relación a la vivienda:

    • Hogares con PC y acceso a internet
    • Tipo de acceso a internet en los hogares
    • Existencia de centros públicos de acceso
      gratuito en el entorno y uso de los mismos

    En relación a la
    educación:

    • Conocimientos de informáticas a nivel de
      usuario para acceder a internet
    • Realización de cursos de alfabetización
      digital
    • Acceso a internet y a las tecnologías de la
      información en centros escolares
    • Realización de programas de formación
      ocupacional a través de las nuevas
      tecnologías

    En relación a las relaciones personales y la
    integración social
    :

    • Uso de internet en relación a transacciones,
      relaciones personales…

    En relación a la salud:

    • Dificultades físicas, psíquicas o
      sensoriales para acceder a internet

    Para finalizar, a modo de conclusiones o reflexiones
    queremos señalar que nos encontramos con un ámbito
    de estudio totalmente novedoso, puesto que ambos componentes son
    fenómenos recientes, y por tanto, no se encuentran
    suficientemente asentados en las ciencias
    sociales; carecemos de modelos claros
    y de estudios comparados tanto a nivel local como internacional.
    Además en los análisis se mezclan los niveles micro
    y macrosociales. Todo ello, no debe ser óbice para
    obviarlo como hecho social que olvidar los matices de la brecha
    digital tanto para el conjunto de la población, pero
    también para determinados sectores de población.
    Nadie niega que las diferencias entre los diferentes estamentos
    sociales se está agigantando debido a las nuevas fronteras
    entre los conectados y los desconectados. Internet tiene un
    potencial igualador, al romper fronteras espacio temporales, pero
    al mismo tiempo implica desigualdades en el acceso y en el uso,
    abogamos por que no ocurra lo mismo en su estudio, como paso
    previo para corregir las diferencias en su desarrollo. La red
    abre las puertas a un amplio sector de la población, pero
    también se las cierra a los más desfavorecidos,
    ampliando las diferencias entre los distintos colectivos. Aunque
    desde las instituciones y diferentes organizaciones se
    están tomando medidas para la reducción de la
    exclusión en este nivel éstas resultan
    insuficientes y no llegan a todo el colectivo
    implicado.

    Las dimensiones e indicadores señalados acerca de
    la brecha digital nos muestran pautas a tener en cuenta cuando
    hacemos referencia a la exclusión en el ámbito
    citado. La exclusión social es un fenómeno
    multidimensional, por tanto, su análisis debe evitar
    planteamientos unidireccionales, que induzcan a sesgar el
    análisis, considerando como excluidos a personas por una
    única dimensión. Al igual que toda la
    población desempleada no está excluida socialmente,
    toda la población excluída digitalmente no
    está excluída socialmente, ni toda la
    población excluida socialmente está necesiamente
    excluida digitalmente. Para realizar una análisis que
    refleje la realidad social debemos de tener en cuenta todo el
    conjunto de variables, y
    para ello, es preciso que avancemos en la construcción
    integrada de indicadores, que en este caso pasan por la
    definición y redefinición de la relación
    entre brecha digital y exclusión social. Esperamos que
    nuestra comunicación sirva para despertar el
    interés por este tema y podamos avanzar en la
    construcción del mismo.

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    NOTAS

    [1] – Véase Fernández Villanueva,
    C. (1989) Clase social y valores: la
    transmisión social de la desigualdad a través de la
    educación familiar, en Torregrosa, J.R. y Crespo, E.
    (comp.) "Estudios básicos de psicología
    social" ed. Hora, Barcelona. informe del
    Instituto Nacional de Calidad y
    Evaluación (1999) constatando que existe
    una diferencia media de 14 puntos entre los resultados de los
    escolares que proceden de familias sin estudios y los que
    pertenecen a familias con estudios universitarios.

    [2] – Además del requisito de
    titulación mínimo, también se da otro
    mecanismo de exclusión en los procesos de selección.
    Por un lado, en los cursos del Inem se viene aplicando el
    criterio de incluir a las personas que cobran prestaciones o
    subsidios de desempleo, así los que nunca han trabajado y
    por tanto, no cobran del Inem, tienen menos posibilidades de
    entrar en los dispositivos de formación. Por otro lado,
    las exigencias de resultados en términos de empleabilidad
    que recaen en los responsables de los cursos de formación
    ocupacional conllevan a la aplicación de criterios
    restrictivos de acceso facilitando la entrada en los programas de
    cualificación a las personas mejor posicionadas para
    conseguir un trabajo y dejando fuera a quienes tienen mayores
    problemas de
    integración asociados a su desempleo. Sobre este tema
    véase Raya, E. (1997) La población desfavorecida
    como eje de las políticas contra la exclusión
    social, Actas del Simposio
    "Políticas sociales contra la Exclusión Social",
    Cáritas, Madrid.

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    Esther Raya Diez, Laura Merino Rodeiro

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