Resumen: Descriptores Tematicos: ciencias
sociales; pluralismo cultural; inmigracion; etnicidad;
minorias etnicas; clases
sociales; lucha de clases; nacionalidad;
discriminacion racial; cambio social;
sociedad
civil; argentina
Apoyados en un conjunto de argumentos políticos,
culturales y lingüísticos se ha interpretado la
cuestión étnica como una forma de nacionalidad.
Los actuales conflictos
culturales y el debate sobre
el racismo y la
inmigración muestran a las claras
cómo las cuestiones de raza, etnia, clase y nación,
continúan siendo algunos de los problemas
más acuciantes de la sociedad civil
(R. Beiner, 1999; Chambers y Kimlicka, 2002; o García
Canclini, 1999). Al contrario de lo que aparenta, algunas
perspectivas basadas en la lucha de clases tampoco resultaron
contrapuestas a los modelos
nacionalistas liberales para explicar los movimientos
nacionalistas étnicos (Rodríguez, 1977; Mora-Ninci,
1999); mientras que otros autores consideraban estos movimientos
como parte constituyente de una nación
oprimida (Gómez Quiñonez, 1990) ode una
nación multicultural y/o plurinacional (Taylor, 1993,
Oboler, 1995). En efecto, mientras las minorías y los
inmigrantes continúan siendo sistemáticamente
discriminados como ciudadanos de segunda categoría, en
general, se los ha interpretado con paradigmas de
raza, clase, cultura,
idioma, historia y por
su situación política o
económica y dentro de un marco nacional. De cualquier
manera que sea concebido, el problema del nacionalismo
étnico es sin dudas una cuestión antiquísima
y un problema aún no resuelto.
Autores como Horace Davis (1967), Ephraim Nimni (1991),
Zagladin et al Chertikhin, Popovand Rudenko (1975) han analizado
los movimientos sociales basados en la lengua, etnia,
raza, nacionalidad, sexualidad,
género
y religión,
argumentando que los marcos basados en estas identidades sociales
eran fuente de ideología contra cualquier estudio
crítico que explique la explotación capitalista,
fundamentando que el nacionalismo no sería simplemente un
reclamo chauvinista y reaccionario que poco tiene que ver con el
internacionalismo proletario y la emancipación de los
trabajadores, pretendiendo calificar así la
cuestión nacional con un doble signo.
La interpretación clásica de la
experiencia nacionalista étnica fue presentada por el
movimiento
socialista a comienzos del siglo XX (por ejemploen James Connoly,
Labor in Ireland), para luego dejarla de lado por ser considerada
como exclusivamente un problema económico, lo cual
dejó sin marco al marxismo para
explicar el papel de los movimientos de liberación Dentro
del movimiento marxista del Primer Mundo autores como James
Cannon llegaron a reconocer que el nacionalismo era fuente de
prejuicios y de limitaciones teóricas que llevaba a
considerar al problema de las minorías como "una formula
para la falta de acción
en el frente negro, y -de paso- un escudo conveniente para el
latente prejuicio
racial de los mismos radicales blancos" (2). (Breitman, 1967).
Influenciado por el impulso del "movimiento" y la oleada
nacionalista del Tercer Mundo, el marxismo de la posguerra
cambió su curso internacionalista y adoptó uno
nacionalista, coincidiendo con la ideología que
consideraba al pueblo como una "nacionalidad oprimida".
Contrariamente a lo que planteara el Programa de
transición, el trabajo
político dentro de los movimientos de las minorías
oprimidas llevaría a que el pueblo comenzara a
movilizarse. El movimiento revolucionario debería entonces
continuar reclamando por la emancipación racial, de clase
y otras formas de opresión, en un plan de
transición hacia el socialismo. Este
programa constaba de reclamos básicos que se
convertirían en parte de la lucha por la revolución
socialista. (Löwy, 1998).
Los programas
políticos socialistas y nacionalistas basaron sus
interpretaciones de las nacionalidades oprimidas en el contexto
de la lucha por los derechos democráticos
y en relación a la asimilación o la integración a las sociedades
dominantes. El problema era cómo definir al "movimiento" y
la lucha por la liberación dentro de los marcos de la
sociedad o estado
dominantes. Dados estos términos, es evidente que el
problema que tenían con el "Programa de transición"
avanzado por el marxismo, tanto los liberales como nacionalistas,
era de naturaleza
ideológica y política, se trataba de la misma
crítica
expresada contra el socialismo en general. En efecto, las
verdaderas diferencias ideológicas y políticas
entre liberales y socialistas no eran en cuanto a
"tácticas" o "metodología", sino en cuanto al contenido
político del programa. En efecto, la crítica
liberal nacionalista no se concentró en ninguno de los
supuestos argumentos teóricos, ni en contenidos o ideas,
sino más bien en la manera en que se presentaba el
programa político de transición de lucha
estratégica del capitalismo al
socialismo. La relación entre la lucha por la
liberación y el programa de transición concerniente
a las alternativas políticas y programas de los liberales
y nacionalistas nunca fue materia de
debate.
Esto trae aparejado preguntarse sobre los verdaderos
motivos de las críticas a los socialistas por parte de los
nacionalistas, si se trataría simplemente de provocaciones
por parte de políticos liberales y sus ideólogos, o
de ver si los socialistas—aunque compartían el mismo
marco nacionalista— representaban algún tipo de
amenaza seria para el movimiento. La crítica de los
socialistas toma la idea nacional pero en lugar de suscribir al
marco político liberal, colocó al nacionalismo
dentro del marco
teórico del programa de transición, para luego
volver a transformar este programa en uno nacionalista. De la
misma forma que el nacionalismo continúa influenciando el
pensamiento
marxista en su paradigma
general (ya sean asimilación o integración
liberales o progresistas), así la mayoría de las
tendencias socialistas avalaron alguna forma de nacionalismo.
Ésta no era una mera cuestión intelectual, sino que
reflejaba un problema más amplio, que continúa sin
solución a pesar de los conflictos étnicos y
culturales. Las temáticas mencionadas sobre nacionalidad y
nacionalismo eran algunos de los planteos que se reinstalaron en
las luchas populares tras la caída del Muro de
Berlín y el resurgir de las luchas nacionales y
étnicas en los años 90. En realidad, en la
coyuntura de una lucha democrática se encuentra la
necesidad de criticar la cuestión del nacionalismo, del
etnocentrismo, y de la democracia
multicultural como programa subyacente tanto del liberalismo
democrático como de los movimientos
nacionalistas.
La teoría
social clásica se orientó menos hacia paradigmas
nacionalistas y de luchas de clases, y más hacia enfoques
economicistas, mientras otras teorías
sociales se basan en la problemática de género, la
cultura, la democracia, la nacionalidad, y el papel de los
movimientos sociales no proletarios para producir cambios
sociales (Giddens 1997, 1978 y 1984; Alexander 1982 y 1983;
Jameson 1971; Williams 1977). Se criticó a los intelectuales
después de la caída de los regímenes
stalinistas, advirtiendo que los marcos basados en agentes o
subjetividades múltiples eran cualitativamente superiores
a la perspectiva de clases. Se argumenta que en una sociedad sin
clases, a la larga, las diferencias basadas en el racismo, el
sexo, y el
odio hacia los homosexuales dejarían de existir. No
obstante, la forma de lograr tal sociedad no está
claramente delineada. La idea de que un núcleo de
intelectuales conocedores del análisis de clases transformaría el
mundo, gracias a individuos iluminados con cierto conocimiento
de las ciencias
sociales, no contempla el cambio social institucional,
político o de clases.
"En el momento actual, referirse a ‘leyes’ en
relación con los asuntos humanos (o referirse a la
autoridad de
Engels) no está muy de moda. La derecha
alega que cualquier alusión a tales ‘leyes’ en
la historia o en las ciencias sociales es una intolerable
arrogancia doctrinaria que apunta directamente hacia el
archipiélago Gulag, y buena parte de la izquierda marxista
alberga grandes dudas respecto al grado en que puede defenderse
que el materialismo
histórico es un instrumento de análisis
adecuado. Así mismo, desde la izquierda se ha venido
denunciando cada vez con mayor frecuencia el análisis de
clases como ‘reduccionismo clasista’ simplista,
enteramente incapaz de explicar características cruciales
de la realidad social tales como el patriarcado, el racismo, el
nacionalismo, el surgir de los estados, los sistemas
comunistas, etc. Por razones que discutiré en su momento,
creo que estas críticas son erróneas, y deseo
reiterar desde el principio la convicción que inspira este
ensayo: el
análisis de clases, debidamente entendido, constituye un
constructo teórico de valor
incomparable. " (Miliband, 1997, p. 419).
Este enfoque no incluye confianza en una organización que representa a un sector
social de una clase oprimida, con un programa y una estrategia para
luchar por el poder, tal
como un partido político de la clase trabajadora. En
realidad, a las teorías sociales no le preocupan demasiado
explicar la necesidad de que exista un partido político
que organizara a la vanguardia de
la acción obrera para tomar el poder. Una
organización que debería educar a sus cuadros de
dirigentes, instruirlos en los métodos de
análisis marxistas y en la experiencia de la lucha
política .
"La historia de los últimos cien años no
nos muestra que tal
visión sea ilusoria. Al contrario, y sin caer en una vacua
escatología, yo diría que nos
muestra que la presión
ejercida desde abajo, a pesar de todos los obstáculos y
reveses, deteriora ininterrumpidamente, a partir de las
condiciones que la producen, las estructuras de
dominación establecidas. La fuerza inmensa
y el alcance mundial de este proceso es lo
que permite que la idea de lograr un mundo libre de
dominación y explotación deje de ser una
visión y se convierta en un proyecto.
Sólo el advenimiento de una sociedad sin clases
haría irrelevante el análisis de clases. Que
sería un largo camino antes de que esto se logre. Pero es
probable que se recorra con mayor rapidez si más personas,
especialmente entre la población subordinada, adquieren una
visión exacta de la realidad social y de los conflictos
situados en el centro de esa realidad. El análisis de
clases hace posible esta comprensión mejor que
ningún otro tipo de análisis. " (Giddens y Turner,
p. 420).
Los estudios sobre las minorías son deficientes
en cuanto a una teoría social no liberal ni conservadora
que evalúe el papel desempeñado por los movimientos
nacionalistas en el centro del imperialismo.
Es decir, no se ha explicado adecuadamente la posición de
las minorías oprimidas y el rumbo que han tomado en las
luchas populares en esta región estratégica del
mundo. Algunos han argumentado que el nacionalismo de una
nación oprimida y otras formas de identidad
cultural de sectores oprimidos de la sociedad son progresistas y
por lo tanto la crítica debe apoyarlas. Es decir, se
planteó la cuestión de la etnia y la nación
(además, la de raza) como un problema de desigualdad
económica entre los distintos sectores de la clase obrera,
pero este marco no rindió debida cuenta de lo intrincado
del análisis de clases y los agentes de los cambios
sociales.
El planteo liberal del problema nacional, étnico
y racial enfatiza distintos aspectos del movimiento, tales como
la igualdad de
derechos, la auto determinación, la liberación
nacional, o la lucha de clases. El modelo de
asimilación o integración interpreta la experiencia
étnica-nacional como una minoría que carece de
igualdad de derechos, siguiendo el modelo anglosajón de
una nación de muchas nacionalidades. Esto da por sentado
la existencia de un "crisol" cultural y étnico en un
terreno común neutral donde todos los inmigrantes pueden
reunirse y adaptarse si desean pertenecer a la misma
nacióncomo una comunidad
multicultural o multi-étnica. Sin embargo, lo que
realmente se ha producido es la exclusión de la identidad
y la culturade los sectores menos privilegiados de la sociedad:
las minorías, las mujeres, los jóvenes, y otros
sectores.
Este modelo de adaptación social
básicamente esta diciendo que dado un período de
transición de años o décadas desde una
generación de inmigrantes a la próxima, los
descendientes deberían finalmente asimilarse a la nueva
cultura. Cualquier conducta que se
desvíe de la establecida, tal como el fracaso escolar de
los hijos de inmigrantes, se considera como una falta de
adaptación a la cultura, que debe corregirse. Sin embargo,
hay un permanente proceso de resistencia
contra la opresión y la destrucción de valores,
cultura, idioma, y estructura
familiar. Esta resistencia a la asimilación proviene de
las filas de los individuos más integrados y exitosos,
quienes generalmente han realizado y conducido la lucha,
más que de las filas de marginales.
Las teorías liberales basadas en estos modelos se
apoyan en la psicología
social o psicología de la
disfunción, para explicar esta supuesta conducta errada. A
los grupos de las
minorías se los ven como pandilleros
‘gangsteriles’, a la familia se
la considera de poca educación, producto de
una cultura foránea. Es así como se los estigmatiza
como personas con disfunción social, que por alguna
razón no se asimilan como lo han hecho otros en el pasado.
Muchas ideologías basadas en este modelo de
asimilación confían en que los supuestos de
igualdad ante la ley, o de
nacimiento igualitario, que están disponibles para todos
los grupos étnicos, raciales, y culturales. No obstante,
esta ideología ignora abiertamente el hecho
histórico de la opresión ejercida por los
colonizadores, quienes trajeron el progreso de la nación
por medio de la violencia y el
engaño. Este modelo de asimilación da por sentado
que quienes habitan el territorio lo hacen voluntariamente, y que
ellos mismos o sus antepasados tuvieron la libertad de
asimilarse a la cultura dominante.
Las historias de éxito
de unos pocos se muestran como ejemplos de los frutos de la
asimilación, argumentando que el problema de falta de
igualdad se soluciona por un proceso gradual de
integración a los valores y
civilización dominantes. Se espera de las minorías
raciales o racializadas, que alcancen el éxito,
adquiriendo valores y una conducta democrática, como el
único camino para que los nuevos grupos de inmigrantes
prosperen. De esta manera, se propone la educación como la
vía principal hacia la realización de este
"sueño". Sin embargo, la educación de calidad
está disponible de forma diferencial, dependiendo de la
raza y la clase social, pero accesible solamente a un
pequeño porcentaje (Solórzano et al,
2000).
Otra corriente de esta ideología sostiene que la
identidad de toda la comunidad está desviada—en
lugar de la conducta individual—pero que podría
haber unos pocos reclamos legítimos que han sido
injustamente denegados al grupo
minoritario. El objetivo de
esta ideología no es transformar el sistema social,
sino que las minorías entren al sistema como pares, como
sector que busca su propio interés, o
que simplemente reclamen una "parte de la torta". Ya sea por
asimilación o por exclusión, en ambos casos el
producto final es el mismo: el grupo minoritario se define como
subordinado. Un supuesto de la acción afirmativa es que
los grupos discriminados ahora deberían gozar de ciertos
privilegios para compensar por la opresión padecida por
sus antepasados.
El tema es que algunos grupos
nacionalistas-étnicos no son un sector disfuncional dentro
de la sociedad multicultural sino que simplemente pertenecen a
una nación diferente. Así, el liberalismo
multicultural y el nacionalismo no son las únicas
alternativas. La concepción liberal de la cuestión
nacional se sostiene en la ciudadanía y en la igualdad de derechos,
pero siempre y cuando se mantenga a los otroscomo ciudadanos de
segunda.
La idea de democracia liberal considera al Estado como
un balance de fuerzas entre sectores sociales representativos y
como la fuente principal de la conducta democrática. Esta
concepción podría considerar a las minorías
étnicas como un grupo social que, mientras participa en el
pacto democrático, lucha por la legitimación y por la igualdad de derechos,
algunas veces como un movimiento social y otras desde dentro de
las instituciones
del estado, logrando legitimidad dentro de ciertos espacios de
poder (Morrow y Torres, 1998 y Torres, 2002). La acción
política de algunos grupos progresistas entraría en
este marco de las organizaciones
que privilegian las tácticas de cabildeo y la
reunión de fondos a través de fundaciones;
actividadesque cubren un espectro que va desde la simple caridad
hasta la
administración total de negocios,
buscando fondos otorgados por el gobierno y
posiciones de poder dentro del Estado, la educación, o las
corporaciones, manteniendo relaciones cordiales con la burocracia
estatal, gremial, eclesiástica, o en las organizaciones no
gubernamentales.
Otro de los argumentos liberales es que los ataques en
contra de las minorías provienen de la "derecha
conservadora", no de los liberales establecidos ni de los
"progresistas". Sin embargo, los prejuicios liberales en contra
de las minorías están ampliamente difundidos,
especialmente entre quienes persiguen influenciar el gobierno y
la política por medio del voto a personas que ocupen
posiciones de poder en lugares claves de la industria o el
gobierno.
En todo caso, el asunto es cómo poner fin a los
prejuicios y prácticas discriminatorias, y por
consiguiente cómo alcanzar una verdadera
integración y respeto no
solamente en la ley y la igualdad de derechos entre las
diferentes culturas y nacionalidades étnicas, grupos
raciales, de género, etc. sino para exigir una sociedad
más justa y equitativa, y no sólo de derecho. La
ideología liberal sostiene la igualdad de derechos como
paso previo a toda demanda en
este sentido. Hay un notable aumento de la crítica desde
la década del 80 en cuanto a la cuestión de las
minorías, porque las instituciones de poder comienzan a
cambiar sus mantenidas políticas de exclusión de la
gente de color; en efecto,
en las últimas décadas, un gran número de
minorías ha llegado al poder en el mundo de los negocios o
en cargos electivos en la conducción de los partidos tras
un esfuerzo por asimilar una capa de minorías dentro de
sus filas. Por lo que se creó una nueva clase media con
sus propios académicos e ideólogos, junto con ideas
acerca de las "maravillas de la democracia multicultural" o la
"democracia participativa para todos". Esta nueva clase media,
los así llamados agentes del poder, se auto elogian por
ser intermediarios en el poder o secretarios en los gobiernos de
turno, inmersos en la verdadera política. Sin embargo,
estos procesos de
asimilación a los partidos tradicionales no han
solucionado ninguno de los profundos problemas de la discriminación racial y étnica. Esta
"gota en el balde" muestra los límites y
el escaso alcance de las políticas de igualdad de
oportunidades y de acción afirmativa.
La asimilación, ya sea en su forma conservadora o
progresista, no alcanza a explicar la relación entre
clases sociales y minorías étnicas, en el sentido
que considera a la opresión como producida por una
anomalía o actos de exclusión por parte de
individuos o grupos, y a la prosperidad y al progreso como fruto
del esfuerzo y la elección individual; aunque el
liberalismo comúnmente critica al sistema o a la clase
dominante por su represión ejercida a través de la
propaganda,
los medios, la
educación, la ley y el gobierno, no lo hace en cuanto a la
explotación de clases.
El modelo multicultural no diferencia entre las
nacionalidades que están bajo el dominio o la
dependencia dentro de naciones-estado más poderosas. Los
conflictos raciales y étnicos entre chicanos, negros,
québecoise e indígenas americanos han sido temas de
debate permanente a lo largo del siglo XX enNorte América. Siguiendo una línea
similar, la teoría social revolucionaria afirmaba que el
movimiento de liberación negra era esencialmente una
cuestión de "nacionalidad" basada en el derecho de las
naciones a la autodeterminación; y esto definió la
estrategia política para la acción de los
socialistas en el movimiento de liberación negra. Los
afroamericanos en los Estados Unidos se
han definido como una nación oprimida, una semicolonia,
por lo que la rebelión negra surge como una forma de lucha
nacional. Pero si esta lucha puede caracterizarse
básicamente como una rebelión en busca de reformas
o como una revolución que aspira a alterar las formas
básicas de la sociedad, no puede recibir una respuesta
inequívoca. La rebelión y la revolución
están relacionadas pero no son idénticas. (3) El
poder negro como variante del nacionalismo tiene raíces
profundas en la historia y textura social de los Estados Unidos.
Como una necesidad insatisfecha o una conciencia
molesta, el nacionalismo negro es un motivo insistente que hace
su aparición a través de la historia,
particularmente la de los últimos 150 años. "Un
vistazo a la historia sugiere que sería más
correcto decir que el nacionalismo y el separatismo abierto son
tendencias ocultas siempre presentes en la psiquis negra
colectiva que interactúan constantemente con la tendencia
a favor de la asimilación y, en tiempos de crisis,
afloran a la superficie para convertirse en temas mayores". Fue
recién en los años 50 cuando los afroamericanos
protagonizaron las luchas por la auto determinación y los
derechos civiles y democráticos y cuestionaron el poder y
el nacionalismo (Foreman, J. High Tide of Black Resistance,
citado en Allen (1992:89).
En los años 60, la teoría
sociológica promovía la idea de un paradigma de
liberación nacional basado en la lucha del "imperialismo
versus las colonias", profundamente influenciado por las luchas
de liberación nacional en África y el sudeste
asiático (entre autores ya clásicos se encuentran
Mandel, Gunter Frank, Zeitlin o Marcuse, por citar algunos de los
más destacados). En efecto, estas teorías sociales
contribuyeron a formular ideologías del movimiento del
poder negro que se inspiraban en los movimientos de
liberación nacional del Tercer Mundo como de Malcolm X y
el partido de las Panteras Negras (Carmichael, 1967, Sealey,
1968). Existen varias ideologías que buscan preservar la
cultura y la identidad
nacional; una de éstas, que ha sido dominante en el
movimiento étnico contemporáneo y en las ciencias
sociales en general es la que presenta el modelo de colonialismo
interno. La teoría de la colonización interna ha
sostenido que algunas minorías fueron colonizadas como
enclaves dependientes dentro de los límites del
imperio.
El nacionalismo del colonialismo interno es atractivo
para quienes viven en países de donde las minorías
son producto de una guerra de
ocupación, ya que promueve sentimientos de pertenencia al
reclamar un territorio, historia, idioma, raza y cultura en
común que fuera subyugada y desplazada, tal el caso de los
canadienses franceses o québecoise. (4) En un sentido
amplio, el colonialismo interno tuvo influencia en los
círculos izquierdistas en la década del 70
especialmente durante la guerra de
Vietnam. En Estados Unidos se fundamentaba en que el
nacionalismo negro y las ideologías de liberación
nacional del Tercer Mundo estaban en oposición al
imperialismo estadounidense. La lucha por la liberación
nacional expresada en las revueltas urbanas, crecían desde
los años 50 como un reflejo de las tendencias mundiales
por mayor democracia, derechos civiles y laborales, incluyendo la
lucha independentista en África, Latinoamérica, y el Sudeste
asiático, formando parte de un proceso sincrónico
entre las revueltas internacionales en el Tercer Mundo y las
luchas domésticas en los Estados Unidos que culminó
con el movimiento anti bélico en la primera mitad de los
años 70. (4)
Ideológicamente, el modelo de colonia interna era
una mezcla de marxismo y teorías críticas, basado
en el hecho de que tanto los chicanos como los negros han sido
discriminados y son, desproporcionadamente, más pobres que
los blancos. Estemodelo sostuvo que había una
ideología política de "colonización"
complementario de los programas de asimilación. Un
importante sector de intelectuales "radicales" desarrolló
una teoría que sostenía que la mayor
contradicción era la de "el sistema versus la gente"
dentro de este marco, la gente había sido
sistemáticamente oprimida por el gobierno. En la
práctica, esta teoría proclamaba que las
tácticas de acción directa y desobediencia civil
por pequeños grupos de vanguardia eran variaciones de la
guerra prolongada o del foquismo, y equivalente a las luchas
guerrilleras del Tercer Mundo.
Desde sus comienzos, la teoría social ha tomado
muchas de sus premisas y axiomas del modelo de colonia interna y
de las ideologías marxistas. Alfredo Mirandé, un
participante de este renacimiento de
las ciencias sociales radicales en los Estados Unidos,
reconoció la influencia del marxismo y del colonialismo
interno en su pensamiento, pero señaló que estas
teorías no llegaban a cuestionar el paradigma europeo
occidental, y eran insuficientes yaque no se las podía
considerar como base para una ciencia social
original.
"El colonialismo interno y el marxismo se reconocen
generalmente como las dos teorías dominantes de la
sociología chicana hoy, aunque sería
más correcto considerar al colonialismo más como
una descripción de un proceso histórico
que como una teoría. Además, un número de
estudiosos de las ciencias sociales contemporáneas han
intentado integrar y sintetizar a los dos. En otras palabras, han
tratado de identificar las bases tanto raciales como de clase en
la opresión chicana. Aunque estos trabajos son una
contribución significativa, y aumentaron nuestro
conocimiento de los chicanos más allá de las
teorías de deficiencia cultural, todavía se basan
principalmente en modelos occidentales de la verdad y la
realidad. " (Mirandé, 1985, p. 214).
En los años 70, se respondió al problema
de las minorías oprimidas con teorías
socialesbasadas en la liberación nacional que buscaban un
nuevo paradigma en las ciencias sociales: la idea que en el
centro de las premisas sobre la identidad había una
"explicación" teórica común subyacente en la
experiencia, o una identidad asociada a una historia, cultura y
destino comunes llevó aMirandé a definir la
cuestión de un paradigma en las ciencias sociales como una
cuestión de etnia, orgullo, subjetividad y particularismo,
opuesto fundamentalmente al paradigma imperante en las ciencias
sociales4.
Mientras el movimiento a favor de los derechos civiles y
en contra de la guerra en el sudeste asiático se
fortalecía, también lo hacían las
ideologías basadas en la liberación nacional que
intentaban explicar la experiencia étnica como una especie
de "nación" del Tercer Mundo dentro de "los confines de la
bestia". Los vívidos ejemplos de las revoluciones en
China (1949),
Cuba (1959) y
África (décadas del 50 y del 60) estaban aún
frescos en las mentes de los jóvenes políticamente
conscientes. Así era como las ideologías de los
movimientos de liberación nacional del Tercer Mundo
ejercieron influencia sobre el activismo político de los
años 60. (5) Las raíces históricas del
racismo muestran cómo también los obreros han
bregado sistemáticamente por mantener sus posiciones,
adquiridas en lucha contra otros sectores de la clase obrera. El
caso clásico es el de los obreros blancos que se opusieron
a que los obreros asiáticos integraran los
gremios.
"La agitación en contra de los chinos, por
ejemplo, no fue meramente una expresión de una
‘consciencia falsa’ sino más bien estaba
basada fundamentalmente en intereses materiales
reales que motivaron a una organización de la clase obrera
blanca a seguir líneas raciales circunscriptas que eran
políticamente conflictivas. Esta historia fue parte de la
manera en que los estadounidenses de origen europeo en California
batallaron para retener su acceso privilegiado a valiosos
recursos (en
este caso, puestos en el mercado laboral),
movilidad social, y para reafirmar su estatus social superior. "
(Almaguer1998, p. 204).
Según este autor, la clase obrera se
organizó en gremios racistas para defender sus propios
privilegios en el "mercado laboral". El problema de esta idea es
que las clases sociales no pueden considerarse como
categorías subjetivas que dependen de la conducta
individual o de la opinión que tengan de sí
mismas;es un error comúnconfundir la definición de
clases con las ideas, opiniones e ilusiones que los miembros de
una clase social tienen de sí mismos. Las clases se
definen por el papel que desempeñan las personas en el
sistema productivo, tal como la relación social de la
producción frente a algún cambio
particular en los medios de producción en un
período y sociedad determinados, y esto se refleja en el
sistema legal del país. En realidad, hay diferentes
sectores y estratos sociales entre las clases sociales que forman
la estructura subyacente donde ocurre el conflicto,
dentro del cual pueden coexistir diversos grupos étnicos o
culturas. (6) En suma, los modelos de colonia interna fueron una
respuesta a la falta de progreso y bancarrota de los programas
liberales y de asimilación para resolver el hecho de que
las minorías continuaran relegadas al último
peldaño de la escala social y
al incremento de los ataques racistas de algunos blancos que
creen en su supremacía y tratan de imponer sus valores. No
obstante, el modelo de "el imperialismo versus las colonias" de
las ciencias sociales de los años 60 fue desafiado por la
creciente lucha por los derechos económicos, sociales y
democráticos de los nuevos movimientos
sociales.
Las primeras formulaciones teóricas sobre los
movimientos sociales se basaron en un razonamiento economicista
que se describía como ‘modelo de elección
racional’ y en estrategias de
movilización de recursos; la preocupación era
cómo movilizar los recursos de forma que ofrecieran
fructíferas ganancias al sector determinado que la
sostenía. La elección racional es un modelo de
conducta social basada en el costo-beneficio;
es decir, la idea de que por medio de la búsqueda de la
ganancia individual toda la sociedad, naturalmente, a la larga se
beneficiará. Este modelo ha sido refutado al demostrarse
cómo se moldeó por medio de la educación en
base a una mentalidad blanca, masculina, de clase media, de
quienes tienen acceso a esta forma de pensar, es decir, a la
clase a la cual ya pertenecen. De manera que es una
"elección racional" sólo disponible para quienes ya
están dentro de este grupo social, mientras que otros no
adquieren el mismo razonamiento. En realidad, la violencia y los
actos irracionales se han considerado como expresiones de otras
formas de racionalidad; se los ha visto como "igualmente
significativos para el desarrollo de
las estructuras y estrategias de movimientos." (7) Los más
recientes teóricos de los movimientos sociales buscaron
sus fundamentos en la construcción social de sistemas de
creencias, o en el mundo simbólico de los individuos. Se
considera que el actor construye y es transformado por el
significado de la historia compartida. Los teóricos de los
movimientos sociales argumentan que en el fondo de la protesta
social se encuentra la categoría subjetiva de "creencia
colectiva", considerando a la protesta social como el resultado
de un conjunto de relaciones y redes intersubjetivas, las
que a través del proceso del discurso
público construyen el significado social. Por el
contrario, para el análisis de clases la perspectiva del
discurso colectivo o social está predeterminada por la
posición objetiva de clase de sus integrantes, así
como por las condiciones de la coyuntura socio política. Y
están representadas por instituciones sociales tales como
partidos
políticos, gremios, o por el Estado.
Para los primeros, el significado es una cuestión de
construcción por medio de un proceso de "choques y
confrontaciones entre esquemas competitivos u opuestos" (Bert
Klandermans, 1991: 77-103).
El nuevo paradigma de la teoría de los
movimientos sociales intenta "diferenciar la ubicación
social de los movimientos basados en los recursos de los
integrantes que conducen a la movilización masiva de
aquéllos que se apoyan más en los recursos
profesionales y burocráticos y en los lazos con los
promotores institucionales" (Morris y McClurg Mueller, 1991: 27).
Este paradigma intenta explicar el problema de ciclos de protesta
alternados con períodos de quietud y cómo los
movimientos sociales inician una combinación de acciones
sociales que pueden conducir a un cambio social de proporciones
históricas. Un intento ambicioso de delinear una
perspectiva de análisis comparativo de los estudios de los
movimientos sociales enfatiza la relación entre las
características más sobresalientes en la
teoría de los movimientos sociales, es decir, la
relación entre oportunidades políticas, estructuras
de movilización, y procesos de contexto. Estos autores
intentan explicar los procesos subyacentes para colocar estas
características de los movimientos sociales en un contexto
histórico y social (Doug MacAdam, et al. 1996).
Sin embargo, no alcanzan a explicar la dinámica socio económica e
histórica de la sociedad capitalista de clases. En
realidad, basándose en el sexo, el género, la
psicología, la raza, o la etnia como paradigmas centrales,
estas teorías de los movimientos sociales enfatizan un
análisis basado en "cualquier cosa menos lucha de clases",
se concentran sólo en los méritos y logros de
pequeños grupos o en categorías de la
psicología social. (8) Mientras las protestas sociales
surgen en respuesta a condiciones intolerables de pequeños
grupos que recurren a métodos violentos, algunas
teorías sociales sostienen que la lógica
de las protestas sociales es tal que una vez que una
movilización ha llegado al nivel de ser una verdadera
amenaza para el sistema, el movimiento o sus líderes
pueden ser persuadidos a integrarse al marco del Estado gracias a
la injerencia de las corporaciones y el capital.
Otra línea de pensamiento sostiene que los
problemas sociales no crean a los movimientos sociales, sino al
revés, por medio de la acción colectiva, las
organizaciones desarrollan y organizan grupos en torno a los
problemas. Claus Offe (1996), por ejemplo, aboga por un papel
esencialmente reaccionario de los movimientos sociales en
presencia del papel desempeñado por los partidos
políticos en una democracia.
El enfoque liberal del estudio de los cambios sociales
procura desmembrar una parte de la sociedad de los procesos
concretos de clase de los cuales forma parte. La teoría
del estado y la política que se basa en los movimientos
sociales tampoco relaciona la experiencia histórica de las
nacionalidades oprimidas dentro de una nación dominante
con las acciones concretas de liberación de esas
nacionalidades o grupos étnicos. Las categorías de
agentes y actores sociales de la época post industrial
donde los movimientos sociales se conciben como representando a
una amplia contradicción histórica, va más
allá de simples reclamos contestatarios. (9) "El tema de
los movimientos sociales desafía a la vez el pensamiento
liberal y el llamamiento a la revolución, pues ni uno ni
otro creen en la capacidad de los actores sociales de producir su
historia a través de sus orientaciones culturales y sus
conflictos sociales. La idea de movimiento social, por su parte,
asocia la apelación al Sujeto a la lucha contra un
adversario social. . . Es cierto, los movimientos societales
chocan en cada centuria con grandes obstáculos, los que
crea la miseria, pero también la búsqueda de
soluciones
individuales o la esperanza de ascenso en el sistema, pero esos
obstáculos no son hoy más insalvables que ayer. En
realidad, no existe ninguna situación que sea enteramente
favorable a los movimientos sociales y la sociedad industrial no
lo es más que otra. Lo que cambia es la naturaleza de las
conductas que se mezclan en los movimientos sociales y procuran
colocarlos bajo su dependencia. La apelación al pueblo, a
la nación o a una iglesia
transformó muchas veces a los movimientos populares en
antimovimientos sociales; la idea revolucionaria convirtió
algunos movimientos societales en regímenes totalitarios.
En la actualidad, es la obsesión por la identidad la que
arremete contra los movimientos societales, transforma a su
adversario en extranjero y reemplaza el ideal de
liberación por la búsqueda fanática de la
homogeneidad y la pureza. " (Alain Touraine,1998).
Teniendo en cuenta que los movimientos sociales son
sólo una parte de las luchas populares y sociales, la
teoría de los movimientos sociales al enfocar sólo
en lo micro-social o en el mejor de los casos en lo intermedio
entre lo micro y lo macro histórico, da cuenta de los
factores subjetivos que llevan a la movilización y al
cambio social, limitando el análisis del proceso de
movilización masiva al análisis de mismos actores
sociales, es decir, a algunos aspectos subjetivos, sin considerar
las condiciones objetivas, tal como la infraestructura
económico-social, las fuerzas productivas, y las
relaciones de producción de clases, las guerras y las
revoluciones. Tampoco darían cuenta del micro y macro
contexto subyacente que precede al descontento y las protestas
particulares, que motivarían los reclamos
específicos de la dirigencia, los agentes sociales, y
otros reclamos inmediatos y coyunturales, que no pueden explicar
y menos aún predecir la dinámica de la lucha de
clases y los grandes procesos económicos y
políticos de proporciones históricas.
Los movimientos sociales no son nuevos para el estudio
de las movilizaciones de masas. En realidad, pareciera que
algunos intelectuales provenientes de la experiencia del Primer
Mundo de los años 60—tales como los movimientos anti
bélicos, feministas y de los derechos civiles—han
llegado a redescubrir la existencia de los movimientos masivos
sin tener en cuenta los siglos de rebeliones y protestas
populares, que de conjunto con sus saltos y contradicciones,
pusieron fin a eras históricas, tales como las
revoluciones burguesas y del proletariado, o las rebeliones de
campesinos desde la Edad
Media.
Este marco teórico reapareció en las
décadas del 70 y 80 como respuesta al así llamado
fracaso de las explicaciones socialistas y en la práctica
a la conducción de la tendencia stalinista y otras
tendencias burocráticas dentro el movimiento obrero. En
este aspecto, las teorías de los movimientos sociales que
tomamos aquí también complementarían a las
teorías neoliberales en las cuales el Estado y las
corporaciones manejan los asuntos libres de intervenciones y de
controles populares. Según este modelo, los movimientos
sociales se limitarán a reclamos culturales,
étnicos, nacionales o democráticos, pero no
cuestionarán los principios del
capitalismo de mercado. En suma, las nuevas teorías de los
movimientos sociales ofrecen la utópica explicación
de un mundo sin clases donde los problemas
sociales no son económicos ni políticos; ya que
podrían deberse a la falta de comunicación y la ausencia de
códigos en el discurso interpersonal; de esta manera, el
problema nacionalista étnico es relegado a un mero
problema de conciencia. Según la perspectiva sugerida, los
movimientos sociales serían expresiones particulares de la
lucha de clases explicadas en última instanciapor la
relación de fuerzas entre las clases sociales o la lucha
de clases en un período determinado.
Benedict Anderson (1983) y Gopal Balakrishnan (2003)
contribuyeron al estudio de la naturaleza de la nacionalidad,
concluyendo que la idea de nación es el punto de partida
para el análisis de la experiencia nacional. Anderson
sugiere que las naciones son el producto de la imaginación
de la gente, mostrando cómo las naciones son imaginadas
por su gente ya que cree pertenecer a un pasado y origen
común, mientras continuamente intenta diferenciarse de
otras similarmente concebidas. Nos recuerda que las naciones
tendrían su origen en el Siglo de las Luces, cuando la
humanidad corría en la tarea de desprenderse de los
mitos
religiosos y del poder de las religiones mas importantes,
cuando destruían las ideas de legitimidad provenientes de
la fe y los mandatos divinos, la jerarquía que
sostenía al poder del soberano basada en el reino de los
cielos, y se imponía un orden legitimado en el poder de
la tierra, no
así en los reclamos territoriales de cada religión
europea y mundial. Como menciona Anderson se intentaba consolidar
el poder en base a la libertad ya que "las naciones
soñaban con ser libres, y, si era bajo Dios, que fuera
directamente" (11) (1983: 7) ya que a pesar de las diferencias y
la desigualdad "… la nación es concebida siempre
como una profunda camaradería horizontal. Esencialmente es
esta fraternidad la que hace posible, a lo largo de dos siglos,
que tantos millones de personas estén dispuestas no tanto
a matar como a morir por cosas limitantes imaginadas " (p.
7).
Por otra parte, Eric Hobsbwam (1983 y 1990) considera a
las naciones, los movimientos nacionalistas, y las
nacionalidades, como entidades fundadas principalmente sobre
tradiciones inventadas, arguyendo que el modelo fue aplicable a
la formación de las naciones modernas multiculturales
basándose en la concepción pluralista del estado
liberal, sin tener en cuenta las opiniones de sus poblaciones y
las tendencias separatistas de sus minorías, como la base
de la nación pluricultural moderna.
"El amor de
los ingleses por el "pluralismo nacional" se nutría de
su propia formación multinacional. La autonomía
cultural y la unidad política podría ser la
fórmula correcta para la coexistencia en las Islas
Británicas. Sin embargo, no sólo condujo a la
falta de consideración, a una usanza muy liberal, por la
opinión de las poblaciones involucradas, sino que
también parecía menos que realizable. El estricto
respeto por las culturas nacionales es casi seguro que
hubiera fomentado, a largo plazo, tendencias separatistas.
Cualquier medida dirigida a una unificación de tipo
"gran nación", tal como la legislación anti
galesa no era considerada como contradiciendo al "pluralismo
nacional" sino como su complemento necesario. (Hobsbawm, 1990,
pp. 111-112).
Sin embargo, como lo ha mostrado José E. Palti
(1993 y 2003), estas posiciones han sido contradichas por la
especificidad de la perspectiva socio-histórica. Palti
arguye que mientras algunas naciones son inventadas otras
constituirían casos legítimos. Esto plantea que la
cuestión de los movimientos nacionalistas y los
nacionalismos también se encuadraría dentro de uno
u otro caso. Es decir, algunas naciones podrían ser
consideradas como nacionalidades oprimidas dentro de los
países poderosos mientras otras serían opresoras
dentro de un estado-nación, para distinguirlos de aquellos
casos donde simplemente se trata de colonias que son objeto de
dependencia, explotación y discriminación. Según este autor, la
mayoría de los estudios sobre la nación han
preferido relegar el derecho a la autodeterminación a un
plano secundario, privilegiando el principio de integridad
territorial de los estados donde pueden co-existir un
número de naciones subordinadas, por lo que la
posición de Hobsbawm en este aspecto defendería los
intereses de las naciones poderosas, continuando una
tradición inglesa que en la práctica condona la
opresión imperialista.
"Inicialmente, el nacionalismo sirvió para
afirmar la burocracia del estado como un medio de
racionalización administrativa que era tanto producto
como parte del proceso de consolidación del Estado
nación. Fue más adelante que emergió la
idea de "nacionalidad" como algo distinto al estado
nación. Su definición en términos
lingüístico raciales amenazaba romper los estados
territoriales existentes, inevitablemente pluri-raciales y
pluri-lingüísticos. Esto último, entonces,
ya no tenía fundamentos objetivos
sino que era meramente una construcción
ideológica. Sus efectos han sido "esencialmente
negativos y divisorios". Sin embargo, aunque esta doctrina
surgió en las periferias de, o en contra de, el estado
nación existente, en todos los casos el nacionalismo
presuponía el Estado como una condición de
existencia y era, al mismo tiempo, su
meta. " (Palti, 1993, pp. 109-126).
Hobsbawm sugeriría entonces que la idea de que
existen limitaciones y prejuicios a favor del imperialismo
defiende una propuesta que en la práctica condena al
nacionalismo en el sentido de que todas las naciones son
consideradas como construcciones culturales o políticas.
No obstante implícitamente se llega a justificar los
intereses de los países poderosos, e incluye luchas
marcadamente diferentes dentro del mismo concepto de
nacionalidad o de los movimientos nacionalistas, tales como la
lucha de los latinos en Norteamérica por mantener el
español,
la recuperación de las islas Malvinas
para la Argentina, el movimiento independentista de
Québec, amalgamando las nacionalidades en un mismo
concepto, lo cual muestra la complejidad planteada por los
conflictos de las naciones inter-étnicas y susmovimientos
nacionalistas y la dificultad teórica del problema
planteado al multiculturalismo.
"Todos los Estados del globo terráqueo son hoy
oficialmente ‘naciones’, todos los movimientos de
liberación tienden a ser movimientos de
liberación ‘nacional’, la agitación
‘nacional’ causa disturbios en los más
viejos Estados nación en Europa—España,
Francia, el
Reino Unido, hasta, de una forma más modesta,
Suiza—los regímenes socialistas del este, los
nuevos estados del Tercer Mundo liberados del colonialismo,
hasta las federaciones del Nuevo Mundo, donde Canadá
permanece dividida y en los Estados Unidos crece la
presión para declarar al inglés como la única lengua para
los textos públicos oficiales, en respuesta a la
inmigración masiva de hispano americanos, la primera ola
de inmigrantes que no sienten la atracción de la
asimilación lingüística. Sobre todo, donde hay
conflictos de ideologías, el recurrir a la imaginada
comunidad de la nación parece haber derrotado a quienes
lo desafían. ¿Qué si no la solidaridad de
un ‘nosotros’ imaginario contra un simbólico
‘ellos’ hubiera lanzado a la Argentina y Gran
Bretaña a una guerra demencial por una ciénaga y
un pastizal en el Atlántico Sur?" (Hobsbawm pp.
163).
Aunque resulta obvio que ciertas nacionalidades o
pueblos son segregados y discriminados, esto en sí mismo
no los convierte en una "nación". En algunos casos fue el
desarrollo del capitalismo que creó el "pueblo" o la
"nación" con el propósito de dividir a los
trabajadores o pueblos según líneas raciales,
culturales o étnicas con el objeto de administrar o
controlar mejor la región, siguiendo fuerzas socio
económicas que de hecho beneficiaban históricamente
a los países poderosos y sus respectivas clases
implementando políticas de segregación y
diferenciación.
El argumento antigenealógico en contra del
nacionalismo sostiene que la idea de nación sería
una forma de tradición creada por una comunidad imaginada,
que al entrar el mundo en una etapa de globalización estos Estados-naciones
pierden sus funciones y
serían incorporados dentro de supra-organismos
multinacionales, lo cual vendría a reemplazar la
retórica nacionalista, haciendo que los movimientos
nacionales sean cada vez mas anacrónicos. No obstante,
según apuntó Palti es necesario considerar que no
todas las naciones se forman de la misma manera ni han tenido el
mismo carácter y desarrollo
socio-histórico. Una vez creado, el Estado-nación
necesita del nacionalismo como ideología para afirmar su
autoridad y legitimidad o como camino para consolidar su poder.
Así, el nacionalismo basado en la ideología del
movimiento nacionalista podría ser considerado un discurso
publicitario en beneficio de algunos políticos o para
ayudar a promover apoyo público por la democracia
multicultural, pero no necesariamente debe poseer una verdadera
base socio histórica que legitime su existencia. Las
minorías pueden sentir que tienen un estatus especial como
pueblo oprimido o poseer un sentimiento de pertenecer a una
nación con un pasado y antecedentes culturales comunes;
sin embargo, la clave para comprender la cuestión nacional
no es confiar en mitos, sino en analizar las causas
históricas y socio económicas que expliquen la
discriminación, la exclusión y segregación
que en principio han llevado a la construcción de tal
nacionalidad o de la ideología nacionalista. Por lo tanto,
un principio de la crítica teórica aquí
propuesto es que los movimientos nacionalistas mismos se
diferenciarían fundamentalmente por sus estatus de clase
en clara oposición a la mayoría de las
interpretaciones liberales y multiculturales que enfatizan otros
aspectos, que aunque importantes relegan a un segundo plano
aquéllos fundados en la clase social. La experiencia de
los movimientos nacionalistas étnicos ha demostrado la
deficiencia de estas ideologías ya que resultan
inseparables de la lucha por los derechos laborales y
reivindicatorios de los trabajadores de extracciones
étnicas, raciales o nacionales distintas, quienes
defienden sus derechos económicos, amén de los de
su raza, etnia y nación, tanto en cuanto a su
condición de minorías oprimidas como de
trabajadores. La segunda premisa aquí planteada es que la
lucha por la liberación étnica, de raza o cultural,
acompañaría a la de la identidad de clase,
especialmente de mujeres y hombres indígenas, negros,
asiáticos, latinos y trabajadores blancos que en los casos
de naciones imperialistas también comulgan en ser
oprimidos objetivamente en oposición a la
explotación clasista —sean conscientes o no de este
hecho— a causa de su posición y dinámica
dentro del sistema económico. En tercer lugar, las
minorías oprimidas estarían mejor posicionadas para
luchar contra la opresión debido a su lugar en la economía capitalista
dentro del proceso de globalización, ya que cuentan,
además de su trayectoria de lucha contra el imperialismo
interno, con una conexión natural y experiencia
común con las masas explotadas del mundo. Resulta que los
paradigmas que definen el carácter determinado de un
movimiento social que deviene en movimiento nacional con motivo
del accionar político de la dirigencia nace de las
contracciones de clase, debido a las profundas diferencias
sociales más que a motivos culturales o nacionales. El
caso contrario también ocurre, cuando un movimiento que en
principio es cultural o étnico es cooptado por sectores de
clase o dirigidos hacia un curso nacionalista con agendas de
domino de mercados o de
regiones estratégicas. El tema resulta de más
interesante bajo la era de la
globalización ya que en ésta se agudizan las
contradicciones y los desarrollos vivos de los conflictos
sociales. (Mora-Ninci, 2004).
Notas
1. Una versión anterior de este capítulo
fue elaborada en inglés como marco para la investigación realizada sobre los Latinos y
Chicanos en California por lo cuál las notas al final del
trabajo se
refieren a esa comunidad étnica-cultural (Mora-Ninci,
1999). La traducción del texto
pertenece a Sheila Carnody y Nicholas Basily.
2. En el año 1928, el partido comunista de los
Estados Unidos se dividió entere los stalinistas y la
Oposición de Izquierda siguiendo la división en la
III Internacional. Este fue el comienzo de lo que más
adelante fue el Socialist Worker’s Party fundado en 1938
(Cannon, J. The first Ten Years of American Communism, Lyle
Stuart, (1962) y Pathfinder, 1973: 10).
3. Al discutir el programa político del
movimiento en los años 70, se criticó duramente al
trotskismo por tratar de imponer su programa, pero
carecían de argumentos convincentes de que las
políticas de los socialistas en esa época o el
contenido de su programa causaran daño a
la causa nacional de las minorías. ver Robert Allen
(1990"). Al examinar la teoría de la política y la
práctica del Partido Socialista de los Trabajadores, por
ejemplo, es importante distinguir entre la propaganda dirigida a
la masa de miembros y simpatizantes, por un lado, y por el otro,
las verdaderas acciones y las prioridades de los líderes
políticos de la
organización. La masa de los miembros, particularmente
los miembros de la Juventud,
tenía una comprensión un tanto específica y
más altruista de la política o posición que
estaban apoyando para el movimiento. . . El PST reconocía
al "movimiento" porque lo consideraban como un campo creciente
para la lucha política de reclutamiento
de la juventud mejicana y para fomentar la adopción
de su "programa de transición en Gómez
Quiñónez (1990) p. 149.
4. La mayoría de los autores, desde el primer
período, han avalado el modelo de colonia interna en las
ciencias sociales, tales como Rodolfo Acuña (1988 y 1996),
Carlos Muñoz Jr. (1970,1982, y 1989), Alfredo
Mirandé (1978, 1982, y 1985, Mario Barrera (1988), Mario
García (1983), Juan Gómez Quiñonez (1970 y
1982), Adelaida del Castillo (1990), y Tomás Almaguer
(1971, 1974, 1975, 1987, y 1994). Esta generación de
jóvenes estudiosos de los años 70 comenzó la
búsqueda de un nuevo paradigma, aunque tenían
importantes diferencias ideológicas
preexistentes.
5. En cuanto a losrevolucionarios norteamericano, desde
el movimiento proletario del siglo XIX pasando por Malcolm X
hasta los líderes del partido de las Panteras Negras, los
estadounidenses siempre participaron en actividades y debates del
movimiento revolucionario internacional. Malcolm X buscaba
relacionar el movimiento de libertad de los negros con la
rebelión anticolonial que estaba ocurriendo en el mundo.
Después de su asesinato, esta tarea ideológica fue
continuada por el SNCC (y más adelante por los Panteras
Negras), que veían a la gente negra como constituyendo una
colonia interna dentro de los Estados Unidos.
6. No obstante, la búsqueda de este paradigma
entre los estudiosos se redujo a un debate sobre "cargos docentes". En
su esencia, era en realidad una bandera de modelos e
ideologías liberales y multiculturales, o cuando
más, un argumento académico a favor del
"nacionalismo". Los intelectuales de la década del 60, los
estudiosos de la clase media, que habían recibido una
educación esmerada, empezaron a pelearse por algunas de
las "migajas" en la educación
superior. Sin embargo, mientras enfatizaban la necesidad de
tener su propio paradigma, se hicieron importantes incursiones,
pero fue más un producto de la lucha del movimiento
estudiantil que del reconocimiento proveniente del mundo
académico establecido. Esto se debe parcialmente al
racismo institucional promocionado por un cuerpo académico
dominado por hombres blancos mayores y por "estudiosos". La
arrogancia de estos estudiosos y su desprecio por la cultura,
valores, e historia, han sido la norma durante los últimos
doscientos años, arraigados en una vieja ideología
racista.
7. Otro intento de solucionar el problema de la clase
obrera y la explotación étnico/racial fue la
"integración revolucionaria". Esta teoría rechaza
la posibilidad de una asimilación al capitalismo,
vía la asimilación a las clases obrera o media de
sectores minoritarios, un proceso que ha avanzado mucho desde los
años 80 en algunos sectores de la comunidad latina y
negra, por ejemplo en los Estados Unidos algunos cubanos o
burgueses mejicanos están totalmente integrados al
capitalismo estadounidense.
8. Por ejemplo en los Estados Unidos hay una fuerte,
aunque rápidamente se debilita, aristocracia obrera,
lumpen proletariado y desocupados, además de las poderosas
capas de clase media, algunas cercanas a los obreros mientras
otras viven como clase capitalista. Cada uno de estos sectores
desempeña un papel desigual y antagónico en la
dinámica del conflicto de clases y en la formación
de las clases sociales, cabe mencionar algunos de los estudios
mas destacados a West, 1993; Hooks, 1981; Marable, 1997 y los
Chicanos mencionados anteriormente en la nota número 14
como Mirandé; Almaguer; Gomez Quiñónez y
Acuña.
9. Myra Marx Ferree,
"Political Context of Rationality:Rational Choice Theory and
Resource Mobilization", en Aldon Morris y Carol McClurg Mueller
(eds. ), Frontiers in Social Movement Theory, Yale University
Press, 1991, p. 47.
10. Al aproximarse a la teoría de los movimientos
sociales se observa cómo éstos modelos
sociológicos sirven también de apoyo al estado
neoliberal. De hecho, la teoría de los movimientos
sociales justifica teóricamente el "achicamiento" y las
nuevas funciones del estado en las tareas de satisfacer las
necesidades sociales de los sectores más vulnerables de la
sociedad, tales como la salud
pública, las oportunidades educacionales, la ecología mundial, y
así sucesivamente.
11. Además del libro de
Palti, una discusión sobre el papel del Sujeto en su
esfuerzo por convertirse en un actor del cambio social en una
nueva sociedad globalizada, ver Alain Touraine, 1998, un punto de
vista que desafía el concepto y la instrumentación de la
democracia.
Como citar este documento: Mora-Ninci, Carlos. Debate
multicultural: etnia, clase y nación. En
publicacion: Astrolabio, no. 2. CEA, Centro de Estudios
Avanzados, Universidad
Nacional de Córdoba, Córdoba, Argentina: Argentina.
Septiembre. 2005 1668-7515 Acceso al texto completo:
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