Angeles y demonios, la influencia de zoroastro en el pensamiento judeocristiano y en las sagradas escrituras
Ángeles y demonios, la influencia de Zoroastro en
el pensamiento judeocristiano y en las Sagradas Escrituras –
Monografias.com
Ángeles y demonios, la
influencia de Zoroastro en el pensamiento judeocristiano y en las
Sagradas Escrituras
Poderosa es la presencia de la religión persa o
irania en la Biblia, especialmente en el Apocalipsis, en la
teología, en la angeología y en la moral del
judeo-cristianismo. Tal influencia tuvo sus comienzos en tiempos
del exilio de los judíos en la Mesopotamia, tras la
destrucción de Jerusalén, por los babilonios en el
597 al 538 A de C.
Al final de ese período del exilio en las tierras
de Babilonia, el pueblo judío aristocrático tomo
contacto con Ciro el Persa, y con su religión
zoroastriana, un poder espiritual emergente cuya doctrina
tenía muchos puntos en común con la religión
judía.
Ambas eran religiones monoteístas, con una moral
estricta y un sacerdocio ordenado, fundadas por un profeta
iluminado por su Dios respectivo, que al analizarse
conceptualmente resultaban ser el mismo Dios creador y ordenador
del mundo.
Así Aura Mazda y Yahvé Elohim eran dos
rostros de una misma divinidad única gobernadora del cielo
y de la tierra. Moisés y Zarathustra (Zoroastro)
resultaban ser hermanos en el espíritu.
Estas semejanzas y el carácter moral de los
judíos exiliados, su apego a la ley religiosa, cayó
bien al conquistador y a sus generales. Y al poco tiempo Ciro
ordenó que diversos grupos de judíos volvieran
progresivamente a su tierra de origen, y reconstruyeran la
capital y su templo.
Ese retorno histórico quedó perpetuado en
la Biblia en los libros de Esdras y Nehemías, en algunas
partes de Tobías, Isaías, y en el libro de Daniel.
Los que no quisieron retornar desde Persia quedaron registrados
en el libro de Ester.
Es decir, seis libros del Antiguo Testamento guardan
memoria de esa época y de cómo actuó
Yahvé, como Dios de la Historia, para castigar primero a
su pueblo por sus infidelidades, y luego para restaurarlo y
devolverlo a la tierra prometida, tal como lo advertían
los capítulos finales del Deuteronomio, y el libro de
Jeremías.(Deut. 28, 63 -68 y 30, 1-6). (Jer. Cap. 21, y
cap. 22).
Ciro el grande, rey de los Medo-Persas, fue el
instrumento escogido por Dios para esa liberación y
restauración de Judá. Así lo afirma el
profeta Isaías (Isaías 45,1-7).
Pero los persas no fueron sólo agentes de la
Providencia divina para la salvación de los judíos.
Su influencia fue mucho más allá de lo externo.
Aura Mazda era el rey y jefe celestial de una jerarquía de
entidades intermedias, llamados los Amesha Spenta, los genios,
Mitra, la Tierra, el agua, el fuego, etc. Y también
tenían una deidad oscura, Ahri mainyu y sus
demonios.
Esas jerarquías de seres invisibles pasaron a
enriquecer el panteón de ángeles de los
judíos, que era muy simple. Gabriel y Mikjael. Sus nombres
aparecen tardíamente en la historia judía en el
libro de Daniel, santo profeta que vivió en Babilonia
precisamente en la época medo-persa emergente, y le
correspondió presenciar la destrucción del imperio
babilónico y el triunfo de Ciro el Persa.
Primitivamente los judíos sólo hablaban
del Ángel de Yahvé, o del ángel de Dios, y
el de la muerte que provocó el fallecimiento de los
primogénitos de Egipto. Y de tres ángeles sin
nombre que se aparecieron a Abraham y dos que se aparecen a
Lot.
Estudios kabalísticos han demostrado que los
nombres de los tres ángeles que se aparecieron a Abraham
fueron Mikjael(¿Quién como Dios?), Gabriel (Fuerza
de Dios) y Rafael (Medicina de Dios). Y eso sería
practicamente toda la angeología primera de Israel. En el
libro de Job aparecen unos seres angélicos a quienes se
denomina Los Hijos de Dios, entre los cuales esta
Satanás.(Job 1,6 ss.).
Son los persas quienes afirman que las estrellas son
inteligencias angélicas, y que el sol y la luna
también lo son, y que la tierra, el fuego y el agua
están vivos y son inteligentes. (Zendavesta, Historia de
las Religiones, de Denis Saurat).
Así los judíos, posteriormente,
comenzarían a decir que el Arcangel Anael o Haniel es el
Regente de Venus, a imitación de Anahita, la diosa persa
del amor que habitaba en Venus, o que Uriel(Luz de Dios) es el
Angel del Fuego de Dios y de la Luz divina, siguiendo la
línea del culto al fuego sagrado adorado por los
Zoroastrianos. O el ángel Zadkiel (Justicia de Dios) como
regente de Júpiter o señor de la justicia, o Sariel
(soldado de Dios), o Remeiel, Azrael, Ratziel, etc.
Así, otro texto tardío de la Biblia,
también de la época medo-persa, el libro de
Tobías, nos habla de siete espíritus
angélicos que sirven delante del trono de Dios
(Tobías cap. 12,15), idea que repite el libro de Henoc y
que se filtró al Apocalipsis de san Juan (Apocalipsis
8,2).
También Tobías nos informa de un
interesante rito de exorcismo para expulsar a un peligroso
demonio del género de los íncubos, llamado Asmodeo,
que asediaba a una mujer, y mataba a sus maridos, y cómo
el Arcángel Rafael lo capturó y lo encadenó
en un remoto lugar del desierto egipcio. Justamente los
sacerdotes persas eran expertos en exorcismos para expulsar
demonios. Eso es novedoso, pues en los anteriores libros de la
Biblia casi no se mencionaban exorcismos con tanto detalle hasta
ese momento.
Por lo tanto el libro de Tobías nos muestra una
práctica habitual de esa religión, y además,
la narración está situada primero en Nínive
y luego en un viaje al oriente, a una ciudad de Persia, a cobrar
un dinero a un judío llamado Gabael. En ese viaje el
ángel Rafael muestra sus poderes y conocimientos
sobrenaturales a Tobías. Conocimientos y poderes muy
propios de los magos de esas poblaciones de Persia por donde van
peregrinando.
También, a imitación del Zendavesta, en el
mismo Apocalipsis 16,5 se menciona al Ángel de las Aguas.
Y en Apocalipsis 14,18 aparece un ángel que tiene poder
sobre el fuego.(sin nombrarlo como Uriel). Y cuatro
ángeles capaces de controlar el viento. (Apoc.
7,1).
Los salmos de David mencionan a los ángeles de
Dios, pero sin darles nombres distintivos. (Salmos 34, 35, 91,
103). Eso es así porque los salmos nacieron de la
inspiración divina primitiva, que enfatizaba el culto al
Dios Único y no a los ángeles, como se
explicó antes. Espíritus Intermediarios sin
nombre.
En la literatura Esenia aparecen los arcángeles
con sus nombres: Rafael, Sariel, Mikjael, Gabriel. Especialmente
en el Documento denominado "La guerra entre los Hijos de la Luz y
los Hijos de las Tinieblas". Justamente ese título es de
inspiración persa-zoroastriano. Zarathustra constantemente
impulsaba a sus devotos a la guerra contra los demonios, contra
los infieles y contra el pecado. En la biblioteca de Qumran los
esenios tenían ejemplares del libro de Henoc y el de
Tobias, donde se mencionan los nombres de los demonios y de los
arcángeles de luz que los combaten.
En ese documento se dice que los ejércitos
judío-esenios del Bien o de la Luz, cuando avancen a
atacar a los ejércitos de las Tinieblas, que son los
hombres inicuos o pecadores de todas las naciones, irán
acompañados de cuatro torres de combate. Una de las torres
tendrá el nombre de Rafael, la otra Mikjael, otra Gabriel
y la cuarta Sariel.
Esta conformación militar vinculada a los cuatro
arcángeles será copiada más tarde por los
rabinos kabalistas, quienes junto con invocar a Dios cada
mañana y cada noche, también invocarán a los
cuatro arcángeles, como los esenios. Pero
reemplazarán a Sariael por Uriel, por considerarlo un
ángel de categoría superior a Sariel, siguiendo el
consejo del Zohar, libro que también respeta la
tradición de los cuatro arcángeles, pero eliminando
a Sariel.
Finalmente esta defensa angélica militar, de
inspiración persa-esenia, será copiada por el
masón y rosacruz británico Roberto Fludd Andros en
el siglo 17 y así transferida a los ritos de
protección de los cabalistas cristianos, a los masones de
grados capitulares (Con los siete arcángeles, en Grado 28
del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, y sólo el
ángel Rafael, en el grado 18 del mismo R. E. A y A), a los
magos ingleses, y a los rosacruces de la Golden Dawn, en el final
del siglo XIX.
Esta herencia espiritual es la base del gigantesco culto
a los ángeles de Dios que se produjo en todo el mundo
occidental, desde luego unido a la magia ceremonial, que se
produjo en la segunda mitad del siglo XX y que aún
continúa. Desgraciadamente esta explosión de
devoción hacia los ángeles ha ido unida a una
decadencia del sentido religioso formal, enfriándose la
participación de los fieles a las iglesias.
El interés por los ángeles puede llevar, y
de hecho ha llevado, a cientos de miles de personas, a un culto
solitario, individualista, desprovisto de sentido moral, y a la
creación de muchísimas religiones "a mi manera",
sin coherencia cultural ni teológica, en dirección
contraria a la intención del Creador y de sus
profetas.
Cuando eso sucede el resultado final es que los devotos
ya no toman contacto con los verdaderos ángeles de la luz,
que obedecen solamente a los Propósitos de Dios, sino que
con los ángeles caídos, la oscura sombra de los
buenos. Entonces los demonios ganan la batalla de Armagedon. Un
dato curioso del libro de Henoc es aquel que dice que los
ángeles caídos son doscientos, ni más ni
menos.
Esa idea del 200 puede relacionarse con la DUALIDAD de
la religión persa. Dos multiplicado por cien. Dualidad
hecha múltiple. Dos centenas de soldados del mal. Claro
está que el Apocalipsis de san Juan sube esas cifras
bastante, y considera a esos entes como instrumentos de Dios para
castigo de los pecadores y como un desafío para los
justos.
Al final del Apocalipsis todos los demonios son
destruidos en el lago de azufre y fuego, junto con las almas de
los condenados. Justamente la misma idea aparece en la literatura
sagrada de los zoroastrianos al describir el fin del mundo bajo
el fuego de Aura mazda, en época muy anterior a la
escritura del Apocalipsis. Como también coincide con el
Diluvio de fuego, anunciado en la segunda epístola de san
Pedro, cap. 3, 7 al 13.
Recuérdese que los Centuriones romanos son Jefes
de una compañía de cien hombres. Los esenios
consideraban a los romanos como Hijos de las Tinieblas. Y por lo
tanto los arcángeles debían ayudarlos a derrotarlos
en la batalla escatológica del fin de los tiempos. Batalla
conocida en el Apocalipsis como la de Armagedón. Es muy
posible que el escritor anónimo del libro de Henoc haya
sido un esenio.
Paralelamente, en el lado oscuro de la realidad se
produjo un culto sistemático a los demonios, hijos de Ahri
mainyu. Éste tipo de ritos también ha ido avanzando
por los siglos y expandiéndose, hasta llegar a los
Thelemitas, satanistas, y adoradores del Anticristo del siglo XX
y XXI.
Un tema notable de la religión Persa es el de los
Fravashi o de los ángeles guardianes de cada persona. En
el judaísmo primitivo nunca existió la
noción de un ángel guardián personal.
Sólo existía la noción del Ángel
guardián de la nación de Israel, según
Éxodo 23, 20 y ss. Sólo se dice que es el
Ángel de Yahvé. En el libro de Daniel se dice que
este Ángel custodio de Israel se llama Miguel o Mikjael.
En la literatura rabínica posterior a Jesucristo, ese
ángel se llamará Iahoel y luego
Mitatron.
Sin embargo, Jesucristo, en el Evangelio de San Mateo
18,10 nos habla de los ángeles custodios de cada
niño, que ven siempre el rostro del Padre que esté
en los cielos. Precisamente eso es lo que dicen los
zoroastrianos. Que cada persona tiene un ángel, el
fravashi, que está siempre delante de Auramazda. Y que ese
ángel es la parte celestial del alma de cada ser humano, y
que a la hora de la muerte, si se trata de un justo, el alma de
cada hombre se fusiona con su fravashi.
Eso es lo mismo que enseñaba Jesucristo como
doctrina esotérica de la iglesia primitiva, según
se narra en el Libro de los Hechos de los apóstoles cap.
12, vers. 13 al 15. Y en el Apocalipsis 21,17 donde se dice que
el número o medida del hombre es el número o medida
de Ángel.
San Pablo de la cruz, en la Italia del siglo XVIII, se
aparecía en sueños a muchas personas, y blandiendo
una espada de oro, les decía que se arrepintieran de sus
pecados y tomaran el camino de Dios. Y cuando le preguntaban al
santo porqué se aparecía en los sueños, el
respondía que ERA SU ANGEL GUARDIAN QUE ASUMIA SU FORMA
PARA INDUCIR A LA CONVERSIÓN DE LOS PECADORES. Es decir,
era su fravashi el que se aparecía, pues ese ángel
es el Yo superior de cada persona.
Lo narrado sobre san Pablo de la Cruz, fundador de los
Pasionistas, confirma lo dicho por los Hechos de los
Apóstoles 12,15 y lo dicho por Zarathustra y la
tradición persa. También el Zohar, libro
fundamental de los kabalistas judíos hace eco de esta idea
de un modelo celestial del hombre terrenal, diciendo que el Adam
terrestre fue hecho por Dios y por los ángeles, teniendo a
la vista al Adam Kadmón, el modelo de hombre perfecto y
andrógino que está en el cielo mental del Creador
Supremo, a modo de un arquetipo platónico.
El mismo Jesucristo dice que después de la
resurrección final los hombres serán iguales a los
ángeles del cielo. Es decir, serán iguales a su
fravashi. (Evangelio de Mateo 22,30). Así se demuestra que
las ideas de los Evangelios y del Nuevo Testamento no son tan
nuevas ni tan originales como piensan ingenuamente nuestros
hermanos evangélicos. Zarathustra y sus discípulos
las tuvieron antes. Y las compartieron con las escuelas de
sabiduría del judaísmo. Y de allí pasaron al
cristianismo.
Para precisar más esta cuestión de la
teología y angeología persa, debemos decir que esa
doctrina es un monoteísmo matizado de un fuerte dualismo,
o monoteísmo mitigado. El universo fue creado por Ormuz o
Aura Mazda, pero este ser supremo creo también a dos
espíritus gemelos antagónicos: Spenta Mainyu, el
buen espíritu, y Ahri Mainyu , el mal
espíritu.
El buen espíritu o Spenta Mainyu, va
acompañado de otros seis espíritus buenos llamados:
Vohu Manah o el Buen Pensamiento. Asha Vahishta o el orden justo
de la vida. Kshanthra Vairya o el reino o la recta autoridad.
Armaiti o el espíritu de obediencia y humildad, Haurvatat
o la salud. Y Ameretat o la no muerte o la inmortalidad. Estos
seis espíritus se representan como arcángeles y
personifican fuerzas morales de luz.
Se agregan a estos siete seres: Mitra, el Fravashi, y
Saosyant, o el futuro Profeta que nacería siglos
después de Zarathustra, la tierra, el agua, el fuego, el
viento, las estrellas; todos como seres vivos, conscientes,
inteligentes, cooperadores del bien del cosmos y del
hombre.
En el lado de Ahri Mainyu, o del maligno, van los
espíritus contrarios a los anteriores: El mal pensamiento,
la mentira, el desorden, la muerte, la enfermedad, el orgullo, la
deshonestidad, la oscuridad. Se representan como demonios de
maldad, y deben ser combatidos por los devotos de Aura Mazda y de
Zarathustra. Se les combate obedeciendo a las leyes del Sabio
Creador, y con rituales de protección y de
purificación adecuados.
En estos rituales del Zendavesta el número nueve
es proverbial. Se hacen oraciones repetidas nueve veces, nueve
exorcismos, nueve círculos mágicos, nueve
asperciones de agua pura, nueve días de ayuno,
etc.
Si comparamos con la Biblia veremos que los 144.000
escogidos del Apocalipsis son cifras que suman nueve. Los peces
que los apóstoles sacan del lago delante de Jesús
resucitado son 153, cifras que suman nueve. Y en el Evangelio de
san Juan, Jesús se identifica con nueve aspectos del ser
divino: Luz, Camino, Vida, Verdad, Pan, Puerta, Pastor,
Resurrección, y Vid.
Y la palabra ADM en hebreo o Adán en
español, suma 45, pues cada letra hebrea vale un
número: A = 1 ; D = 4 y M = 40. Es decir, 1+4+40= 45 ; 4 +
5 = 9.- Y si al 1-4- 40 le agrego dos ceros, tengo a los 144.000
escogidos……-
Curiosamente, según el Apocalipsis Cristo dice:
Yo soy el Alfa y la Omega. Pues bien, en griego también
las letras valen números: Alfa vale 1 y Omega vale 800. Si
sumo 1+800 = 801 ; y se sumo 8 + 0 + 1 = 9 .-
¿Cuánto Zoroastrismo hay en el
cristianismo y en el Judaísmo? La palabra Todopoderoso o
Pantocrátor, un atributo de Dios, en el Apocalipsis
aparece nueve veces.
En el Zendavesta a Ahri Manyu se le llama el Mentiroso y
el Padre de la Mentira. Precisamente son los mismos
términos que Jesús emplea para hablar del diablo,
en el Evangelio de san Juan 8, 44. Y también le llama el
primer homicida. Y en la tradición de Zarathustra y en el
Zendavesta se dice que Ahri Manyu es el espíritu de
muerte. Y también dice que los yatus o demonios prometen
todo lo que se les pide, pero son impostores que sólo
acarrean la muerte y hieren el corazón.
Es por eso que la Biblia manda abstenerse del
espiritismo y de la necromancia, lo mismo que el
Zendavesta.
Cuando apareció la estrella de Belén el
año 7 antes de nuestra era, los reyes magos se pusieron en
movimiento desde Persia. Eran mazdeos, magos, devotos de la
religión de Zarathustra o Zoroastro. Viajaron hacia
occidente, hacia Judea, pero no iban a encontrarse con el
Mesías judío. Eso no les interesaba.
ELLOS IBAN EN BUSCA DE SAOSYANT, DEL PROFETA PROMETIDO
POR ZOROASTRO para gobernar a los persas, que debía nacer
para dirigir a las Fuerzas del Bien de los Mazdeos o a los Magos,
a una nueva batalla contra las Fuerzas de la Oscuridad. Y lo
encontraron… Ahora se llamaba Iehosuá. O
Yahvé trae salvación.
Ahora la Luz de Aura Mazda, del Señor de la
Sabiduría, resplandecería sobre todas las naciones,
y no sólo sobre los medo-persas. Tal como el Profeta
Daniel lo había vislumbrado, mientras interpretaba los
sueños de Nabucodonosor.
Autor:
Profesor Fernando Laredo
Cárter.