- Resumen
- Entre
el oriente y el occidente - La
influencia de Wittenberg - La
contrarreforma o restauración
católica - La
tolerancia - Constitución del Imperio
Austrohúngaro - Tras
la primera Guerra Mundial - Bibliografía
Resumen
Historia de la Reforma en Hungría, la Panonia del
Imperio Romano, poblada por celtas, luego por germanos y eslavos,
y finalmente por los húngaros. Este territorio hoy incluye
a Croacia, Eslovenia, Eslovaquia, norte de Bosnia Herzegovina,
este de Hungría, y parte del noreste de Italia.
La iglesia ya se encontraba presente durante el imperio
y, en la Edad Media, la conversión del soberano y su hijo
István, santificado como San Esteban, verá la
organización del reino mirando hacia occidente. En su
historia estuvieron presentes tanto una fuerte fidelidad al
papado así como los movimientos de renovación de la
Iglesia.
La reforma es abrazada entusiastamente, influyendo
–como en toda Europa– factores económicos,
culturales, intelectuales junto a los espirituales. Y, como en el
resto de Europa, su aporte será muy importante en el campo
de la lengua, la música y la educación, la
traducción de la Biblia a los idiomas nacionales. En
Hungría no existía un estado: Transilvania era un
reino independiente, los turcos dominaban el centro y sur del
país, y los Habsburgo gobernaban el resto con mano de
hierro.
En la región sujeta al Imperio la primera
confesión de fe reformada aceptada por la
legislación húngara fue la Pentapolitana, 1549,
luterana. En Transilvania, lejos del imperio, se continúe
la lucha contra él y se logra la paz de Linz (1647), bajo
el gobierno de György Rakoczy I, quien firma la libertad
religiosa aún la de los campesinos.
La época fue difícil tanto para la iglesia
para como para la integración de la nación formada
por húngaros, eslovacos, alemanes, eslovenos, etc. El
imperio usaba la fe católico como elemento coercitivo de
integración nacional. Será recién en octubre
de 1781 cuando se establezca la tolerancia religiosa a
protestantes y ortodoxos.
La decadencia del absolutismo lleva a un nuevo acuerdo
político en 1867 que continúa hasta 1918: la
monarquía dual húngaro-austriaca. Considerada como
la época de oro de la cultura y las artes, fue usada por
el imperio para dominar como lo hiciera antes enfrentando
nacionalidades y culturas para mantener su poder. Sólo que
ahora usa como administradoras a los húngaros
enfrentándolos con el resto de los grupos nacionales y
culturales. Era la política opuesta a la del rey San
Esteban.
Los cambios de fines del siglo 19 trajeron una mayor
tolerancia religiosa, incluso para las religiones no cristianas
como judíos y musulmanes. Pero, se extremaron las
condiciones de pobreza e injusticia, por lo que creció la
emigración y se agudizaron los conflictos sociales. Tras
la segunda guerra mundial cambió nuevamente el mapa
político de Europa y del antiguo Imperio
Austro-Húngaro. Las iglesias han encontrado caminos de
entendimiento común, están comprometidas con su
gente y con la realidad social que enfrentan.
La iglesia luterana en Hungría, integrante de la
Federación Luterana Mundial, ha firmado con los reformados
un acuerdo de comunión en el ámbito de Europa y
América, y ha aceptado la comprensión común
con la Iglesia Católica del tema teológico clave
para la reforma: la comprensión de la justificación
por la fe. Esta iglesia ha cooperado con sus pastores en la
educación teológica y en la misión de la
Iglesia en América Latina.
Entre el oriente y el
occidente
La historia del pueblo húngaro y del cristianismo
en Hungría fue determinada desde un comienzo por la
situación geográfica de la región: la cuenca
del Danubio y el Tisza rodeada por los Cárpatos y otras
cadenas montañosas. Hoy, en 1996, se cumplen 1100
años en que esa región, habitada ya por otros
pueblos, se convirtiera en hogar de los húngaros, de
lengua fino-ugria o uraloaltaica, venidos de oriente como parte
de las grandes migraciones de la época. Al constituirse
como nación integraron a los panonios, celtas, eslavos y
germanos parte de la sufrida historia de guerras y conflictos de
la región.
Lo que presentaremos será la historia de las
iglesias de la Reforma, con especial referencia a las luteranas o
iglesias de la Confesión de Augsburgo (Augustana), y a las
calvinistas o reformadas, en esta particular región y
nación conformada, al decir del Dr. Tibor Fabiny
-historiador y teólogo húngaro- "por varias
nacionalidades que han pasado por tristes pruebas".
Panonia, vecinos de los
bárbaros:
San Pablo afirma haber predicado el evangelio desde
Jerusalén hasta Iliria (Ro.15:19). Jerónimo, Padre
de la Iglesia, nacido en Dalmacia, lo que hoy es Bosnia
Herzegovina (la antigua Yugoslavia), 331-420dC., habla de
Andrónico, preso por su fe como él mismo lo
estuviera, y que era pariente suyo y obispo de Panonia. Este
territorio que hoy incluye a Croacia, Eslovenia, norte de Bosnia
Herzegovina, este de Hungría, y parte del noreste de
Italia, era entonces el confín del Imperio Romano. La
conocida ciudad de Sirmium (Sirmio) es hoy Mitrovica (Bosnia
Herzegovina) y fue sede episcopal ortodoxa y, luego, de los
arrianos herejes.
Tertuliano, Padre de la Iglesia (160-249), informa que
la primera y transitoria moderación en la
persecución de los cristianos tuvo lugar cuando el
emperador Marco Aurelio venció a las tribus germanas que
habían invadido el norte de Panonia, en la parte superior
del Danubio, gracias a las oraciones de los soldados cristianos
de origen capadocio, esto aconteció a mediados del siglo
2. Este evento lo recuerda un bajorrelieve en la columna
memorativa de Marco Aurelio, en la plaza Colonna, Roma
(Italia).
La presencia cristiana en este territorio está
probada por diversos testimonios arquitectónicos y de la
tradición histórica como ruinas con las iniciales
del nombre de Jesucristo, indicaciones cristianas en antiguas
catacumbas y lugares donde hubo mártires como Sopianae
(Pécs), Savaria (Szombathely) lugar del nacimiento de San
Martín de Tours, Arrabona (Györ), Intercisa
(Dunaújváros); Gorsium-Herculia, cerca de
Tác, en lo que fuera la Panonia inferior, contó con
una basílica cristiana luego del 313. La antigua fortaleza
romana Contra-Aquincum, en Budapest fue edificada para enfrentar
a los sármatas, nombre dado a los pueblos del este que
enfrentaron a los romanos bajo Mitrídates el Grande
(murió 63aC, traicionado por su hijo, cuando marchaba
contra Roma luego de conquistar Asia Menor) y a los
jázaros. Un historiador del siglo 12 habla de la fortaleza
llamada Pest, lugar donde hoy está la Iglesia del Centro
en la ciudad de Budapest.
De religión chamánica a
cristianismo
Posiblemente los húngaros primigenios que
vivían en las cercanías del Mar Negro junto a otros
pueblos, como los búlgaros y los turcos (Tibor Fabiny),
hayan allí tomado contacto con el evangelio a comienzos
del siglo 4. Ogurda (Gordas), su rey, se convirtió al
cristianismo en Bizancio bajo el imperio de Justiniano. Sin
embargo, al regresar junto a los suyos fue asesinado por los
partidarios de la religión ancestral dirigidos por su
hermano Muager.
Más información nos llega desde el siglo
8, cuando se establecen en la región ocho episcopados
supervisados por el metropolita godo residente en la
península de Crimea con la meta de convertir a los
nómades. Uno de ellos fue a evangelizar a los onogurs, al
norte, y otro a los hunos al sur. La influencia cristiana aparece
en artesanías como la fuente de Bezdéd, siglo 9,
donde se ve un crucifijo bizantino entre símbolos
religiosos paganos; esta fuente es adscripta por las fuentes
indistintamente a los ungroi, hunnoi, turkoi, etc., y se halla en
el Museo Nacional de Hungría.
De acuerdo a anuarios alemanes de Fulda, a comienzos de
la Edad Media, el salvajismo y la belicosidad de los
húngaros aterrorizaba no sólo a los que ya
vivían en la cuenca de los Cárpatos sino a los
mismos pueblos cristianos de Europa occidental. No sólo
asolaban la antigua Panonia sino que incursionaban hacia
occidente. Su religiosidad era chamánica y animista,
aunque dos de sus príncipes, Gyula y su hermano, fueron
bautizados en Bizancio y la prédica del obispo Hierotheos
alentó el interés de la familia gobernante. La
derrota de Lech, cerca de Augsburgo, hizo más prudentes a
los antiguos magiares.
Cuando el príncipe Géza y su hijo Vajk,
bautizado como István en 996, se convirtieron al
cristianismo comenzaron a arribar numerosos misioneros franceses,
alemanes, austríacos y checos, haciéndose
así más fuerte la influencia de la iglesia latina,
tanto en lo eclesiástico como en lo político.
Cuando István (santificado como San Esteban) se casa con
la princesa bávara Gizella, la influencia latina y
occidental gana la primacía. A ello contribuye la
actividad de los benedictinos, especialmente del educador y luego
obispo Gellért, veneciano de origen. Esto
latinización fue validada al recibir el rey su corona del
Papa Silvestre II en el año 1000.
Tomando tanto la historia como las leyendas religiosas,
la tradición de santos húngaros como István,
Imre, Lászlo, Erzsébet, Margit, la arquitectura
eclesiástica y el arte sacro, muestran que los prelados de
Roma y Hungría hicieron todo lo posible para integrar a la
nación en la cultura cristiana occidental, en la
obediencia al Papa y en la legitimación romana de la
corona, además de nombrar a la Santa Virgen María
patrona de Hungría.
Pero también emergieron movimientos
heréticos y de protesta anticlerical y antifeudal como los
bogomiles, los paulicianos y los patarinos, del sudeste, y los
flagelantes, albigenses, cátaros, valdenses y husitas del
occidente. En algunos de estos movimientos el dualismo
gnóstico se entremezcló con la fe cristiana como en
los citados bogomiles y paulicianos; otros fueron movimientos de
pre-reforma de la Iglesia como los valdenses y los husitas con su
confesión bíblica de fe y su estilo de vida
ascético, su demanda de reforma de la Iglesia y su
crítica al uso, por parte de la Iglesia, del poder
político.
La influencia de
Wittenberg
George Bauhofer, pastor luterano de Buda y el primero en
editar una historia de la Iglesia Luterana en la cuenca de los
Cárpatos, afirma: "Difícilmente haya una
nación donde tan abiertamente los corazones tomaron
partido por la Reforma en tan breve espacio de tiempo y donde
tanta gente se separó tan fácilmente de la antigua
Iglesia como Hungría. Como un inmenso río
navegable, emerge repentinamente la Reforma en este país
ante nuestra vista maravillada. Y si somos lo bastante curiosos
como para revelar cuidadosamente sus auténticas fuentes,
casi nos perderemos en medio del tumulto de la guerra y del
sufrimiento como los ríos de África se pierden en
las arenas del desierto…".
Una imagen realmente pertinente, ni las doctrinas de
Bizancio ni las de Roma fueron capaces de impactar la vida de los
húngaros como las del reformador Martín Lutero.
Causa de ello, por supuesto, no fueron sólo motivaciones
religiosas. Factores económicos, culturales, intelectuales
junto a los espirituales, fueron parte del entramado que dio
lugar al desarrollo de la reforma en Hungría. Esta contaba
con una red de caminos que conectaba comercial y culturalmente
oriente y occidente, será la posterior invasión
turca la que bloqueará estos caminos y relaciones. Ello
favorecía tanto el comercio como el intercambio entre
estudiantes y estudiosos y a la misma Iglesia. Los interesados se
volcaban desde Hungría a las universidades en Italia,
Austria, Polonia, la nación checa y Alemania, debido a la
carencia de una universidad húngara. En la segunda mitad
del siglo 15 había 66 húngaros estudiando en Padua,
95 en Viena y 1.263 en Cracovia. Con la difusión
rápida de las ideas de la reforma, más y más
estudiantes se dirigieron a la universidad de Wittenberg fundada
en 1502 a orillas del Elba. Todo lo que acontecía en
territorio alemán interesaba como novedad. Además,
desde inicios de la Edad Media, alemanes, franceses e italianos
se establecieron en Hungría; así como checos y
moravos, especialmente tras las guerras de los husitas, todo lo
cual contribuyó a formar un ambiente receptivo a las
nuevas ideas tanto de la reforma luterana como del humanismo, que
habían sido precedidas por las ideas de Hus, (Chequia y
Eslovaquia) y de Pedro Valdo (valdenses), en el sur de Francia y
norte de Italia Sin olvidar que el descubrimiento de
América apenas conocido abría las esperanzas hacia
el oeste, estando el este cerrado por la presencia
turca.
Entre los alemanes y los turcos
También hemos de tomar en cuenta la particular
situación que vivía Hungría, realmente no
había una unidad política que constituyera el
estado: Transilvania era un reino independiente, los turcos
dominaban el centro y sur del país, y los Habsburgo
gobernaban el resto del territorio con puño de hierro. Esa
triple división incluía no sólo a los
húngaros sino también a las diversas etnias
culturales del territorio: alemanes, eslovacos, eslovenos,
etc.
La Viena Imperial y Carlos V en Alemania se
oponían a la Reforma. La Dieta húngara, reunida el
día de San Jorge, en el castillo de Buda, el 24 de abril
de 1523, aprobó un acta contra las doctrinas de Lutero
reafirmando una resolución de 70 años antes que
consideraba traición el "unirse a una herejía
condenada y pública"; ya en 1514 había condenado el
movimiento campesino de György Dózsa influido
parcialmente por los husitas. En 1518 el dominico Juan Tetzel
escribía al cardenal Carlos Miltitz: Martín
Lutero de Augsburgo ha incitado y airado a los poderosos contra
mí no sólo en territorio germano sino
también en Moravia, Hungría y Polonia, hasta tal
punto que no estoy seguro en lugar alguno." A comienzos de
1521, tras la bula de excomunión de Lutero firmada por el
Papa León X, el arzobispo de Esztergom, prelado principal
de Hungría, ordenó condenar a Lutero desde los
púlpitos; también el rey Luis II, de la
dinastía Jagello, monarca sobre los checos, moravos y
húngaros los persiguió en Jihlava (Moravia) y desde
Sopron hasta Nagyszeben (Hungría), aunque miembros de su
corte defendían públicamente las ideas de Lutero y
Erasmo. Contra ellos se expidió la Dieta en 1523 y luego
en Rákos fue muy dura: primero habló de condena a
muerte y confiscación de bienes, luego de hoguera, fue la
más dura expresión contra la reforma en toda
Europa. En esta condena por parte de la nobleza media puede verse
el sentimiento antigermano surgido a partir de la acción
de Vladislas II, de la casa polaca de Jagello, quien en 1491,
como soberano de Hungría y Bohemia, firmó un
contrato de herencia con el emperador germano Maximiliano de
Habsburgo acordando que en caso que no tuviera descendencia el
trono pasaría a Maximiliano y su descendencia. Dicho
acuerdo fue renovado por su hijo Luis (Lájos) II al
casarse con María, la nieta de Fernando e Isabel. Este
sentimiento era alentado por el legado papal que calificaba de
luteranos a los reyes. De hecho la reina lo era, lo mismo que su
hermana Isabel, casada con el rey de Dinamarca Cristian II, y
muchos de sus consejeros. Tal era el compromiso de María
con la Reforma que se lo dijo a Carlos V para justificar no
aceptar ser regente de los Países Bajos, que él
igual efectivizó y que ella ejerció desde 1530 a
1555. Lutero dirige a la reina María palabras de consuelo
tras la muerte de su esposo en la batalla de Mohács contra
las turcos, en su comentario a los salmos de consuelo (37, 62, 94
y 109): Aunque es para V.R.M. un evento amargo y duro, y debe
serlo, el que por esta muerte haya enviudado tan temprano y haya
sido privada de su amado esposo, sin embargo la Escritura, sobre
todo los salmos, le darán a V.R.M. mucho consuelo bueno y
le mostrarán con amplitud al Padre benigno y
cariñoso, y al Hijo, en lo cual está escondida la
vida verdadera y perdurable (Salmos Consolatorios, 1526, Obras de
Martín Lutero, Bs. Aires, De. La Aurora, 1979, Vol.10,
pág.180) Además la baja nobleza temía
una nueva revuelta campesina, su líder István
Werböczy que participó de los eventos en Worms y
Nuremberg, vio que ésta ciudad no podía garantizar
la vida del legado papal, y que no se implementaban las
decisiones de la Dieta por temor a una revuelta popular. Ya en
1518 se hablaba de un plan de cooperación para enfrentar a
los turcos con una alianza entre Venecia y el sultán de
Egipto, con la participación de Roma y el Imperio Romano
Germano. La cuestión se volvió urgente cuando
Solimán II, el Magnífico y el Legislador, asciende
al trono turco en 1520, derrota al sultán de Egipto, ocupa
el norte de África y derrota a los húngaros al
ocupar Belgrado (Nándorfehérvár), importante
plaza fuerte. El 28 de agosto de 1526, en la batalla de
Mohács, cerca de la frontera de lo que llamábamos
Yugoslavia, derrota al ejército de Hungría y en
1541 ocupa Buda. La presencia de Werböczy en Worms (1521) y
Nuremberg tenía como objeto lograr el apoyo del Imperio en
una nueva ofensiva contra los turcos. Sus esperanzas tuvieron
poco sustento, los húngaros arrojaron al Danubio los miles
de lanzas que los alemanes les enviaron y afirmaron preferir
rendirse a los turcos que vencer con ayuda germana y checa.
Alemania envió 3000 infantes para defender Croacia y,
luego, en 1523, añadió 4000 más. Fue para
asegurar el apoyo de Carlos V que la Dieta se afirmó
contra los luteranos, lo confirman documentos secretos de los
legados papales que relacionan las decisiones antiluteranas con
poner límite a la invasión turca.
El patronazgo noble:
La Dieta de 1526 anuló las condenas a los
luteranos, a las que se había brindado escaso
cumplimiento. La reforma se extendía entre la baja
nobleza, Bálint Török de Enying, en el
Transdanubio, propietario de gran riqueza, se casó con
Catalina Pemflinger, sajona de Transilvania y luterana; luego se
les unieron las familias Batthányi, y Nádasdy, del
Transdanubio, y las familias Pérenyi, Drágffy y
Serédi, al este del Tisza; las familias Balassa y
Thurzó de Hungría del norte, y la familia Petrovits
de Transilvania, que se apropió de las tierras episcopales
y parroquiales. El caos feudal, la falta de una autoridad central
y el desmembramiento del país tras la derrota de
Mohács dieron lugar a la propagación de las ideas
de la reforma, así como la frivolidad, el uso displicente
del poder y la riqueza desmedida de la Iglesia y sus
príncipes generaban el descontento y el amplio apoyo
nacional al movimiento luterano. La prédica de los
capellanes del castillo de Buda alentó el espíritu
de la reforma, aunque algunos como Cordatus y Kresling, sufrieron
prisión por sus ideas, lo mismo aconteció a los
profesores del Colegio de Buda: Simón Grynaeus, uno de los
que debió huir del país a causa de sus ideas, y
Dietrich Veit. Cordatus, descendiente de valdenses de Austria,
fue quien tomó lo iniciativa para anotar las
conversaciones de sobremesa de Lutero y, por su actuación
a favor de la Reforma, también fue a prisión. Es
notable el aporte de Mátyás Dévai, llamado
el Lutero húngaro, aunque sus puntos de visita se inclinan
a un camino intermedio entre Lutero, el Melanchton que busca el
acuerdo con las otras corrientes y los reformadores suizos; de
Mihály Sztárai, quien organizó 120
congregaciones en Transilvania del sur; Gál Huszár,
en el noroeste, quien adquirió una prensa para imprimir y
dirigió la primer institución para la
formación de pastores; István Kis Szegedy que luego
de estudiar en Viena y Cracovia, lo hizo en Wittenberg, tomando
más tarde partido por los pensadores suizos de la reforma
llegando a ser el teólogo más influyente en el
pensamiento reformado en la Hungría del siglo 16; y, por
último, recordemos a Péter Bornemisza, autor de
talento, de gran espíritu misionero y capacidad
teológica, con sentido para la aguda crítica social
y de gran solidaridad con los pobres, además de notable
editor de libros. En 1590 aparecerá la primera
impresión de la Biblia completa en idioma húngaro
realizada por Gáspár Károlyi en la ciudad de
Viszoly, aunque János Sylvester ya había publicado
una edición del Nuevo Testamento en el mismo idioma. El
establecer imprentas fue característico de la reforma en
Hungría, la fundada en Debrecen opera hasta hoy. Cabe
señalar que en cuanto la lengua culta era el latín
y la lengua franca era el alemán, los escritos de la
reforma, particularmente los de Lutero, circularon con gran
facilidad, sobre todo en las ciudades.
La popularidad de Wittenberg fue tal que, en vida de
Lutero, 180 húngaros se inscribieron allí y
llegaron a 450 hasta que Melanchton se retiró en 1560,
1.112 hasta fines de siglo 16. También iban a otras
universidades que alentaban la reforma como Graz (Austria),
Breslau (Wroclaw, Alemania), etc. A su regreso se hacían
cargo de las escuelas y algunos eran ordenados al pastorado. Los
pastores que se encontraban bajo gobierno turco tenían
prohibido relacionarse con Alemania y Austria, por eso las
iglesias de esa región comenzaron a ordenar sus propios
pastores. Un antiguo rito de ordenación, luego de una
lectura responsorial basada en Hechos 20, cita literalmente a
Lutero: No se nos ha confiado el cuidado de gansos y vacas
sino el de la congregación de Dios que fue salvada por un
amado tesoro, la propia sangre del Hijo de Dios. Por tanto, es
nuestra tarea alimentar al rebaño con la pura palabra de
Dios y guardarlo diligentemente de los lobos malvados que alejan
sus almas de su Salvador… Debemos ser impecables delante de la
gente, vivir una vida humana, pura y decente, de tal manera que
con nuestras vidas adornemos nuestro orden y la palabra de Dios y
ganemos a otros también a la causa de nuestro Dios con
nuestro buen ejemplo…".
Los candidatos a la ordenación aceptaban los tres
credos ecuménicos, la Confesión de Augsburgo, la
Apología, los catecismos de Lutero, los Artículos
de Esmalcalda y "los otros escritos de Lutero". En su voto de
ordenación prometían ser fieles al evangelio y la
confesión de su fe y cuidarse de errar el camino. Los
consejos de las ciudades y los nobles supervisaban la tarea de
las iglesias, proveían a la educación, incluso
teológica, y a la impresión de libros que
favorecían las ideas de la reforma y la cultura. Durante
el siglo 16, quince de cada dieciséis familias nobles
auspiciaban el movimiento luterano.
Si examinamos la composición de nacionalidades en
la cuenca de los Cárpatos, vemos que en esa época
vivían en la región unos dos millones de personas:
61% húngaros, 17% eslovacos, 10% alemanes, 6% rumanos, 4%
serbios y 2% de otros grupos. Los que se proclamaban luteranos
eran unos 800.000 en el reino de Hungría; 150.000 en el
territorio bajo dominio turco; 300.000 en el principado de
Transilvania, es decir el 60% de la población en unas 200
congregaciones locales. Los católicorromanos eran entre el
18 y el 20%, los reformados y los ortodoxos 10% cada uno. Sin
embargo, a fines del siglo 16, los reformados llegaron a superar
a los luteranos en parte por razones teológicas como la
doctrina de la santa cena o eucaristía y la doctrina de la
predestinación, los estudiantes que bajo Melanchton
aceptaron la Confesión de Augsburgo corregida
(variata) en favor de un entendimiento con los
calvinistas y, por otro, muchas de las ciudades de Transilvania
vieron en el modelo ginebrino la satisfacción de su anhelo
de independencia frente a los nobles y en los territorios
gobernados por el Islam parece que fue más aceptable
contar con iglesias sin altares, crucifijos, imágenes, pan
consagrado, etc. Grandes pensadores calvinistas a recordar son:
Kalmanchehi quién ministró en Debrecen desde 1551 y
mantuvo un continuo debate con los luteranos, influyendo
también en Transilvania. Péter Juhász
Meliusz brindará la base para la redacción
doctrinal de la primera confesión reformada (calvinista)
de fe, 1559, al incluir la fórmula de Zwinglio:
comer-creer, agrega: Aquél en quien no se encuentre el
Espíritu Santo no puede participar del cuerpo de
Cristo, posición de mediación entre el punto
de vista helvético y el luterano. En 1561 aparecerá
otra confesión reformada que afirmará la presencia
personal de Cristo, presente como un todo, aunque no acepta la
expresión cuerpo y sangre.
En el trabajo de Juan Honterus (1498-1549), reformador
de la población sajona de Brassó (Kronstadty), y
sus alrededores, en Transilvania, se ve el primer intento de
trasformar la vida eclesiástica al estilo luterano. Pero
la primer confesión de fe aceptada por la
legislación húngara fue la Confesión
Pentapolitana, 1549, redactada con la firma de cinco ciudades
reales de origen sajón, en Hungría del norte:
Kassa, Löcse, Bártfa, Eperjes y Kissben, como
respuesta a la Dieta de 1548 que expulsaba de Hungría a
los anabaptistas, anti-trinitarios, sacramentarios y reformados.
La misma fue rechazada por los comisionados imperiales, por lo
que Leonhard Stöckel, rector de Bártfa, alumno de
Melanchton, hace una nueva redacción basada en la
Confesión de Augsburgo (no variata) donde acerca de la
eucaristía afirma que "el creyente toma el
auténtico cuerpo y sangre del Señor", abogando
por la presencia real de Cristo en la comunión,
además deja sin cambios lo formal de las antiguas
ceremonias de la Iglesia. Esta confesión fue confirmada en
1558 asegurando la libertad de profesión religiosa de las
iglesias firmantes y fue publicada en tres lenguas.
En 1559, siete ciudades mineras redactaron una
confesión de fe ante la amenaza de expulsión del
país por la contrarreforma que aducía que la
adhesión a la Confesión de Augsburgo sólo
era válida en Alemania. La Confesión Heptapolitana
fue redactada en Selmecbánya (Schemnitz) y concluye con
estas palabras: Sabemos que esta enseñanza es la
verdadera e invencible palabra de Dios y rogamos que Cristo nos
salve a todos nosotros en ella y que el Espíritu Santo
garantice que demos un testimonio inalterado de ella ante el
mundo todo y que seamos capaces de permanecer en la fe
auténtica".
En una situación similar en 1569, se
presentó la Confesión de Szepes (Confessio
Scepusiana) que dice estar de acuerdo con la Confesión de
Augsburgo y que presentó la fe de las iglesias cercanas a
Polonia. Estas tres fueron presentadas ante autoridades
eclesiásticas y redactadas y firmadas por iglesias bajo
liderazgo teológico, no como la de Augsburgo firmadas por
autoridades seculares con intereses políticos;
además, salvo la condena a los anabaptistas, no contienen
listas de doctrinas o movimientos rechazados, preferían no
agravar la ya tensa situación. Es de interés notar
que las regiones en paz: Hungría del norte y la
región bajo dominio turco, son las que publican
confesiones de fe, no así la región central en
guerra con los turcos. Croacia, bajo dominio austríaco a
mediados del siglo 16, presenta una confesión luterana de
fe en croata gracias a la tarea de Esteban Consul (1563) y una en
esloveno, obra de Primus Trubar, Kraina del Sur, en
cirílico, publicada en Tubinga en 1562, que alienta la
reforma luterana en la región aunque es perseguida por los
Habsburgo hasta el edicto de Tolerancia de 1781. Por supuesto la
Confesión de Augsburgo circula tanto en húngaro
como eslovaco y alemán hasta el presente.
Será la Confesión de Györ, en
alemán, l566, encargada por el general luterano Johann
Rueber a su capellán, la que condenando toda
herejía enumera los distintos movimientos existentes en
esa época: sacramentarios, cripto-calvinistas, filipistas,
adiaforistas, antitrinitarios o nuevos arrianos, anabaptistas,
papistas. Será en Transilvania, que la Dieta de Torda
(1548) establecerá por primera vez en Europa la plena
libertad religiosa. En 1567 comenzará a organizarse la
iglesia reformada sobre la base de una confesión de fe que
sigue la Helvética II redactada por Heinrich Bullinger de
Zurich. En 1576 se firman los Cánones de
Hercegszölös, fundados sobre el trabajo del
Mihály Sztárai, hasta entonces luterano, que son la
base de la iglesia reformada en el territorio dominado por los
turcos. En la Hungría monárquica la
separación de luteranos y reformados tiene lugar en 1591
en el Coloquio de Csepreg, donde familias nobles sustentadoras de
la reforma luterana se separan, unas serán reformadas,
otras luteranas, algunas luteranos regresarán luego al
catolicismo, y el debate filosófico y teológico
separan en esa época a las dos familias de la
reforma.
La tercera rama de la reforma, los antitrinitarios, con
sustento en la emigración desde Italia y otras naciones
influida por la visión humanista y racionalista, refugiada
en Transilvania, son liderados por Ferenc Dávid, primero
luterano y más tarde reformado, quien organizó la
Iglesia Antitrinitaria, luego Iglesia Unitaria, en 1569, la cual
abarcó tanto Hungría oriental como meridional. En
su pensamiento definitivo, lejos ya de la simpatía que
hasta entonces los acompañaba de parte de la casa reinante
y muchos nobles y tras la persecución conducida por
István Báthori, católico, rey de Polonia,
gobernante sobre Transilvania, fueron influidos por el italiano
Socinus (Socinio), refugiado en la región, y adoptaron una
postura más moderada. Dávid murió en
prisión en 1579, los más radicalizados huyeron a
Polonia y pasaron luego a Holanda, contribuyendo al movimiento
librepensador y al pensamiento deísta en Europa. Su
intento era simplificar intelectualmente la doctrina cristiana de
la Trinidad, un Dios verdadero en sustancia y manifiesto en tres
personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo; y enfatizaron los
valores éticos por sobre la teología de la
salvación. Muchos, en Transilvania, se volvieron a la
iglesia reformada.
Otro movimiento importante fue el anabaptista. Su
organizador en Hungría fue András Fischer
quién murió en el martirio. Muchos de sus
seguidores eran artesanos. Su énfasis teológico
caía más en la ley que en la gracia. También
estaban los sabatarios o sabatistas que se regían por las
leyes del Antiguo Testamento, sobre todo en cuanto al día
que se debía adorar a Dios.
Otro grupo de la reforma más radicalizada fue la
denominada reforma popular, alentada por Müntzer, sostenida
por la gente empobrecida de las ciudades y muchos campesinos,
antifeudales que se organizaban en pequeñas comunidades.
György Karácsony, campesino de Debrecen, llegó
a ser su dirigente y durante 1569/70 proclamó la guerra
santa contra los turcos y todo poder opresivo, prometió el
reinado de los campesinos y los pobres donde todos serían
iguales. Al fracasar en su ataque a los turcos se volvió
contra los propietarios de las tierras y sitió Debrecen,
siendo finalmente capturado y ejecutado por el gobierno de la
ciudad y el ejército real que lo derrotó. Aunque se
los identificó con los anabaptistas, nunca se llamaron
ellos mismos con ese apelativo y son complejos los motivos que
llevan a la rebelión campesina, incluso los reformadores
tradicionales enunciaron críticas profundas al sistema
social de su época aunque, como en Alemania, la Reforma
también estuvo vinculada a los señores de la tierra
y los gobiernos de las ciudades.
La contrarreforma o
restauración católica
Desarrollo del movimiento de la reforma y
reacción
La situación religiosa y política llega a
un punto de flexión, la reforma había alcanzado una
singular extensión. Por ejemplo, en la región de
Transilvania, con reyes católicos en el trono había
500 ministros de la reforma frente a diez sacerdotes
católicos: Doscientos luteranos, doscientos calvinistas,
cien unitarios, pertenecientes a las distintas etnias de la
región: húngaros, eslovacos, croatas, eslovenos,
alemanes. La interpretación protestante de la historia ve,
entonces, a los turcos como el llamado de Dios a la
conversión a la auténtica fe, la de la reforma.
Así opina Gáspár Károlyi, traductor
de la Biblia al húngaro, así como otros ministros
de la reforma.. Durante el siglo 17 los protestantes son
mayoría en las dietas y la población les brinda
amplia simpatía hasta comienzos del 18. Pero esta fuerza
se enfrenta con el peso del imperio de los Habsburgo, el cual se
sostiene sobre su afirmación católica de fe y sus
alianzas con el poder romano y con Carlos V.
Los Habsburgo deciden la reconquista total del poder y
usarán como armas lo religioso, especialmente a
través de los jesuitas que entran en la Hungría de
la monarquía en 156l, temporalmente desterrados, regresan
definitivamente en 1586; en Transilvania entrarán en 1579,
serán repetidamente expulsados e invitados a regresar. Los
jesuitas capacitan a los clérigos, establecen una imprenta
en Nagyszombat (Trnava) y escuelas dirigidas a los hijos de la
nobleza, predican en forma popular y se dedican a la
consejería espiritual personal, además de publicar
numerosos libros y opúsculos. El imperio también
utiliza sin medida todo el peso de su poder político y
militar: confiscan las rentas de los protestantes, destierran
pastores y maestros, cierran escuelas, destrozan imprentas,
transfieren templos y escuelas a los católicos. Aprovechan
el principio de "cuius regio -eius religio" y convencen
a nobles y propietarios de tierras, con argumentos religiosos y
políticos, a volver al catolicismo y, aplicando el
principio que regía en Alemania, retoman templos y
escuelas y destierran ministros. Los protestantes mantuvieron sus
logros religiosos a través de continuas guerras en favor
de su independencia política hasta el Edicto de Tolerancia
de 1781. El respeto por la divergencia religiosa sólo era
permitido como instrumento para la pacificación y
desconocido en cuanto se creía asumida la totalidad del
poder. Los "herejes" eran sospechosos siempre de
"rebeldía" y ese presupuesto orientaba la política
imperial, por eso el destierro, la condena a galeras, la tortura,
y la condena a muerte, además de las continuas batallas
políticas entre el imperio y la dieta.
Como muestra de la rudeza desmedida de la
situación podemos citar el añadido en 1604 de un
artículo primero a las leyes del estado, Dieta de Poszony
(Bratislava), mediante el cual el emperador Rudolf asumía
el derecho "limpiar el país de cualquier tipo de
herejía" y prohibía a las dietas discutir
quejas por cuestiones religiosas.
En el mismo año el príncipe István
Bocskai, reformado (calvinista), de Transilvania se levanta
contra los Habsburgo y obliga a Viena a brindar un tratado de paz
(1606) que garantiza la libertad religiosa, aunque ésta
contiene la afirmación "sin ofender a la
religión católico romana", Bocskai no
verá el fruto de su acción pues fallece el mismo
año. Bajo el nuevo gobernante el movimiento de
contrarreforma se fortalece también en Transilvania pero
será en esa misma región donde se continúe
la lucha contra el imperio y logre la paz de Linz (1647), bajo el
gobierno de György Rakoczy I, quien afirmará la
libertad religiosa aún de los campesinos.
La región entonces bajo predominio turco, aunque
sufriendo el ser un pueblo ocupado, no fue molestada en su fe y
hasta hoy son de fuerte presencia reformada.
Los años de duelo
El ascenso al trono de Leopoldo I inicia una dura y
violenta lucha contra la reforma. Por una lado hay razones
políticas, el imperio encuentra sus fronteras limitadas
por el avance del dominio turco, en regiones donde al mismo
tiempo se fortalecen los seguidores de la reforma. Donde el
imperio domina hasta los húngaros católicos no son
escuchados en decisiones políticas de importancia. Tanto
los nobles protestantes como el gobernador de Croacia,
Miklós Zrinyi, católico, resienten el poder
imperial y lo ven como un peligro mayor que los turcos.
Jugarán un papel importante contra los Habsburgo tanto
István Wittnyédy, abogado de Sopron; el hombre de
confianza de Zrimyi, el conde István Petröczy, y el
conde István Thököly, todos luteranos, que
incluyeron en las negociaciones secretas al calvinista
Miklós Behtlen, rico conde de Transilvania. La idea era
formar una República Húngara en la Hungría
superior, pagar un impuesto anual a los turcos, expulsar a los
obispos católicos y a los jesuitas, secularizar las
propiedades de la iglesia. La misma sería encabezada por
Luis Carlos, elector de Pfalz, con sus senadores, y se
proponían capturar a Leopoldo y obligarlo a jurar respeto
a la constitución húngara. La paz de Vasvár
(1664) entre Viena y los turcos, pasando por encima de los
húngaros, llevó la situación a una mayor
tensión. Los húngaros se propusieron tener un rey
francés y aliarse a los eslavos del sur, a los
dálmatas, a los valacos y a los polacos, con ayuda turca,
contra Viena. Así nos lo informan los comunicados de los
nuncios a Roma. Sea cierto o no en todos sus detalles, en verdad
los húngaros partidarios o no de la reforma se
veían forzados por la opresión de los Habsburgo a
tomar decisiones muy fuertes. El imperio respondió con
tremenda dureza desde 1671 hasta 1681, pastores y maestros, que
en realidad no eran los dirigentes de esta conspiración,
fueron perseguidos y castigados con crueldad. Cárcel,
galeras y muerte fueron castigo por la oposición a los
caprichos del poder imperial. En 1671, el obispo luterano Joachim
Kalinka fue desterrado bajo la acusación de esparcir las
ideas del predicador checo-moravo Nicholas Drábik, quien
fue ejecutado a los 83 años por haber anunciado la
caída de los Habsburgo en escritos impresos por el
educador Comenio en 1657 bajo el título Lux in
tenebris. Al año siguiente 15 pastores luteranos
acusados de resistir a la confiscación de los templos
fueron llevados a juicio en Nagyszombat (Trnava) donde se les
ofreció su libertad si firmaban una de tres alternativas:
convertirse, renunciar al pastorado o el exilio voluntario, la
mayoría se fue a Alemania donde continuaron su ministerio.
En 1673 cuatro fueron sentenciados a muerte, entre ellos Kalinka
que vivía en el destierro, y los obispos Fekete y
Tarnóczy, otros 26 tuvieron que elegir entre la renuncia a
su pastorado o el destierro con sus familias; al año
siguiente otros 41 fueron desterrados.
En 1674, a mitad de año, fueron convocados
perentoriamente los pastores y maestros partidarios de la reforma
en los 27 condados de Hungría con la declarada
intención de acabar con la herejía, según
afirmó György Széchény, obispo
católico. Los que vivían bajo dominio turco fueron
impedidos de salir de esos territorios por el pachá de
Buda. En Poszony (Bratislava, Pressburg) se presentaron 336, 282
luteranos y 52 calvinistas, y acusados de traición al
imperio y difamación de la iglesia católica, la
pena era la tortura y la muerte, pero se les dio la misma
elección que a otros en los juicios anteriores: la
mayoría eligió el exilio, 93 quedaron en
prisión bajo durísimas condiciones, los que se
negaron a convertirse y sobrevivieron fueron 18 luteranos y 24
calvinistas condenados a servir en las galeras españolas
en 1675. Los embajadores de Holanda, Hamel Bruyninx, y de Suecia,
Oxenstierna, y el pago de rescate por parte de comerciantes
alemanes, luteranos radicados en Venecia, como Matthias Lauber y
Johann Sorer, hicieron mucho por aliviar la suerte de los
prisioneros. Debido a que los Habsburgo necesitaban aliados
contra Francia, los reinos protestantes mencionados les pusieron
como condición la liberación de los condenados a
galeras, el emperador Leopoldo aceptó y el 11 de febrero
de 1676 el virrey de Nápoles entregó al almirante
holandés de Ruyter todos los prisioneros, tanto
húngaros como eslovacos, checos y otros. De Ruyter dijo:
He peleado en muchas batallas para mi honor frente a toda
clase de enemigos, pero ésta es mi victoria más
lograda, el que me haya sido permitido dar la libertad a estos
inocentes servidores de Cristo de una carga intolerable.
Sobrevivieron 26, quienes, según los términos del
acuerdo no pudieron regresar a sus tierras, se refugiaron en
Holanda, Inglaterra, y Suiza.
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