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Simón Bolívar en José Martí (página 2)



Partes: 1, 2

  • IV- La consonancia de los proyectos bolivariano
    y martiano para Nuestra América.

  • El análisis de ambas direcciones supone la
    necesidad de acudir a las ideas expresadas por el Apóstol
    en varias de sus obras. De ahí la importancia de citarlas,
    refiriéndolas textualmente, a modo de ejemplos
    ilustrativos que permiten apreciar desde la altura del
    pensamiento martiano no sólo la profunda admiración
    y el respeto que nuestro Héroe Nacional sentía
    hacia ese padre de pueblos, sino también la
    comprensión de la magnitud y del significado del frustrado
    plan bolivariano para nuestra América, que Martí
    trataría de materializar posteriormente en un nuevo
    contexto histórico.

    En consecuencia con lo expresado, se refieren a
    continuación algunos ejemplos ilustrativos de la primera
    dirección:

    En el ya citado texto "Tres Héroes", Martí
    destaca que cuando existen muchos hombres sin decoro, hay siempre
    otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Y
    señala: Esos son los que se rebelan con fuerza
    terrible contra los que le roban a los pueblos su libertad, que
    es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de
    hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana. Esos hombres
    son sagrados. (3:305)

    Y coloca a Bolívar, junto a San Martín e
    Hidalgo en esa categoría de hombres, señalando, con
    toda justeza que… "Se les debe perdonar sus
    errores, porque el bien que hicieron fue más que sus
    faltas. Los hombres no pueden ser más perfectos que el
    sol. El sol quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene
    manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las
    manchas. Los agradecidos hablan de la luz".
    (4:305).

    Valga entonces, por su vigencia, esta importante
    reflexión que nos permite valorar a las personalidades
    históricas con la objetividad necesaria y teniendo en
    cuenta su real dimensión como seres humanos.

    Refiriéndose en el mismo texto a Bolívar,
    apunta:

    "Ganó batallas sublimes con soldados
    descalzos y medio desnudos. Todo se estremecía y se
    llenaba de luz a su alrededor. Los generales peleaban a su lado
    con valor sobrenatural (…) Jamás se peleó
    tanto, ni se peleó mejor, en el mundo por la libertad.
    Bolívar no defendió con tanto fuego el derecho de
    los hombres a gobernarse por sí mismos como el derecho de
    América a ser libre. Los envidiosos exageraron sus
    defectos (…) murió de pesar en el corazón,
    más que de mal del cuerpo" (5:306).

    El 27 de noviembre de 1877, durante su estancia en
    Guatemala, escribe una carta a Don Valero Pujol, en la que refuta
    a quienes se quejan de su manera de proyectarse en la tribuna,
    acusándolo de atacar las circunstancias y de ser
    inoportuno con sus planteamientos audaces. Al respecto
    refiere:

    "Les hablo de de lo que hablo siempre, de ese
    gigante desconocido, de estas tierras que balbucean, de nuestra
    América fabulosa. Yo nací en Cuba, y estaré
    en tierra de Cuba aún cuando pise los no domados llanos
    del Arauco. El alma de Bolívar nos alienta; el pensamiento
    americano me transporta…" (6: 111).

    Hermoso elogio escribe Martí en junio de 1883 en
    la revista "La América" de Nueva York, dedicado a la
    estatua de Bolívar que "amasada con manos piadosas
    e inspiradas"
    había sido construida por el joven
    caraqueño Rafael de la Cova, por encargo del gobierno
    venezolano a propósito de la celebración del
    centenario del "padre de los pueblos".

    Este texto, titulado precisamente "La estatua de
    Bolívar" contiene una bellísima descripción
    de la obra, de nueve pies de alto, así como del reflejo en
    ella de las características físicas y espirituales
    del héroe que la inspiró. Martí se refiere a
    de la Cova como "…genioso escultor venezolano,
    devorado de una sed que mata, pero que lleva a la gloria: la sed
    de lo grande". (7:178)

    Llaman la atención las palabras iniciales del
    elogio, cuando Martí señala:

    "Respira en bronce una vez más, moldeado
    por manos filiales y vaciado del yeso por fieles fundidores,
    aquel hombre solar, a quien no concibe la imaginación sino
    cabalgando en carrera frenética, con la cabeza rayana en
    las nubes, sobre caballo de fuego, asido del rayo, sembrando
    naciones. Burló montes, enemigos, disciplina, derrotas;
    burló el tiempo; y cuanto quiso pudo, menos mellar el
    diente de los ingratos. No hay cosa que le moleste tanto a los
    que han aspirado en vano a la grandeza, como el
    espectáculo de un hombre grande; crecen los dientes sin
    medida al envidioso" (8:175).

    Y añade:

    "Nada fatigó tanto a Bolívar, ni lo
    entusiasmó tanto, como su empeño férvido, en
    sus tiempos burlado, de despertar a todo su decoro los pueblos de
    la América naciente…" (9:176).

    Dos meses después (agosto- 1883), en la misma
    revista se publica una reseña de Martí sobre la
    fiesta realizada por los hispanoamericanos de Nueva York para
    celebrar, "con elevación de pensamiento y majestad
    dignas de él
    ", el centenario de Bolívar.
    En este texto lo califica de "… caudillo singular y
    magnánimo que aseguró al comercio del mundo y a la
    posesión fructífera de los hombres libres el suelo
    en que florecen" (10: 178).

    Su admiración por el héroe se evidencia
    igualmente en una carta dirigida el 10 de abril de 1885 al Sr.
    Heraclio Martín de la Guardia, que había dedicado a
    Martí un poema por el Centenario de Bolívar. El
    autor expresaba en su dedicatoria:

    "Señor:

    Ama Ud. a Venezuela como hijo; admira a
    Bolívar como agradecido. Los escritos de Ud. han
    fortalecido mi espíritu en muy tristes momentos. A usted
    dedico estas páginas" (11: 274).

    No menos ilustrativos de esa admiración son los
    discursos que el Apóstol cubano pronunció en honor
    a Venezuela y al Libertador.

    Tal es el caso del pronunciado en 1892, en una velada de
    la Sociedad Literaria Hispanoamericana de Nueva York, en el que
    declara no saber que haya derecho más grato que el
    "… de venerar como hijo a la tierra que nos ha dado
    en nuestro primer guerrero a nuestro primer
    político…"(12:291)

    Se refiere en este discurso a Bolívar como
    "… aquel cuyo nombre no se ha de decir, porque con
    evocarlo sólo ya las almas se subliman y elevan; del que
    por las astas tomó la naturaleza, cuando la naturaleza se
    le oponía, y la volcó en tierra; del que cuando
    pensó en "poner una piedra fundamental para la libertad"
    en América, no la pidió para la libertad de
    Venezuela, sino para la libertad sud- americana; del que
    murió del afán devorador de alzar a tiempo, con un
    siglo de tiempo, las energías que al cabo de él
    habría de necesitar para su salvación, en la
    batalla esencial y evitable, el continente que se sacó de
    las entrañas." (13:293-294).

    Rivalizan por su belleza las ideas que expresara en el
    discurso pronunciado el 28 de octubre de 1893, precisamente en
    honor a Bolívar, en la misma Sociedad:

    Afirma Martí:

    "Pensar en él, asomarse a su vida, leerle
    una arenga, verlo desecho y jadeante en una carta de amores, es
    como sentirse orlado de oro el pensamiento. Su ardor fue el de
    nuestra redención, su lenguaje fue el de nuestra
    naturaleza, su cúspide fue la de nuestro continente: su
    caída, para el corazón".
    (14:241)

    "¡Oh, no! En calma no se puede hablar de
    aquel que no vivió jamás en ella: ¡de
    Bolívar se puede hablar con una montaña por tribuna
    o entre relámpagos y rayos, o con un manojo de pueblos
    libres en el puño, y la tiranía descabezada a los
    pies…"(15:241)

    "Pero cuanto dijéramos, y aún lo
    excesivo, estaría bien en nuestros labios esta noche,
    porque todos cuantos nos reunimos hoy aquí, somos hijos de
    su espada."(16:242)

    "Hombre fue aquel en realidad extraordinario.
    Vivió como entre llamas, y lo
    era."(17:242)

    "¡Pero así está
    Bolívar en el cielo de América, vigilante y
    ceñudo, sentado aún en la roca de crear, con el
    inca al lado y el haz de banderas a los pies; así
    está él, calzadas aún las botas de
    campaña porque lo que él no dejó hecho, sin
    hacer está hasta hoy; porque Bolívar tiene que
    hacer en América
    todavía!"(18:243)

    ¿Adónde irá
    Bolívar
    ?- se preguntaba reiteradamente
    Martí en los párrafos finales de su magistral
    discurso. Y respondía:

    -¡Al respeto del mundo y a la ternura de
    los americanos!

    -¡Al brazo de los hombres para que defienda
    de la nueva codicia y del terco espíritu viejo, la tierra
    donde será más dichosa y bella la humanidad!
    (19:247)

    Y concluía:

    ¡Así, de hijo en hijo, mientras la
    América viva, el eco de su nombre resonará en lo
    más viril y honrado de nuestras
    entrañas"(20:248)

    Pero en sus valoraciones no desconoció
    Martí lo que consideró errores del Libertador o
    limitaciones epocales para la concreción de su proyecto
    continental.

    Así lo evidencia el citado discurso en honor a
    Venezuela, de 1892, en el que destaca que Bolívar
    murió "…del desacuerdo entre su
    espíritu previsor y la época de distancias enemigas
    y de civilizaciones hostiles, o incompletas o ajenas, o
    aborígenes y degradadas, que juntó él mismo
    a vivir
    ".

    Y añadía que murió de la
    lucha por entonces inútil entre su idea continental con
    las ideas locales, y de la fatiga de conciencia de haber
    traído al mundo histórico una familia de pueblos
    que se le negaba a acumular, desde la cuna, las fuerzas con que
    podía, un siglo más tarde, refrenar sin conflicto y
    contener para bien del mundo las execrencias del vigor
    foráneo, o las codicias que por artes brutales o sutiles
    pudiesen caer, arrollando o serpeando sobre los pueblos de
    América. (21:294)

    De igual modo, en el discurso de 1893, refiere:
    "Acaso, en su sueño de gloria, para la
    América y para sí, no vio que la unidad de
    espíritu, indispensable a la salvación y dicha de
    nuestros pueblos americanos, padecía, más que se
    ayudaba, con su unión en formas teóricas y
    artificiales que no se acomodaban sobre el seguro de la
    realidad…" (22:246)

    No obstante, Martí reafirma la extraordinaria
    dimensión del héroe americano el 31 de octubre de
    ese año, cuando reseña en el periódico
    PATRIA lo que denomina "La fiesta de Bolívar en la
    Sociedad Literaria Hispanoamericana". Refiriéndose al
    Libertador expresa:

    "La América, al estremecerse al principio
    del siglo desde las entrañas hasta las cumbres, se hizo
    hombre, y fue Bolívar" (23:251).

    Y destacaba que "…los cubanos lo veremos
    siempre arreglando con Sucre la expedición, que no
    llegó jamás, para libertar a Cuba"
    (24:252)

    Pero José Martí fue heredero y continuador
    del proyecto continental que Bolívar no pudo concretar en
    su época. Como él, previó las intenciones
    del pujante vecino del norte, que en las décadas finales
    del siglo XIX arriba a la fase imperialista de su desarrollo
    capitalista, transición que Martí vivió in
    situ, durante sus casi 15 años de estancia en Estados
    Unidos.

    Se abordará seguidamente la otra
    manifestación de la presencia de Bolívar en
    Martí, referida, como ya se dijo, a la consonancia de sus
    proyectos para Nuestra América.

    Esa consonancia puede ser constatada igualmente en el
    estudio de la obra martiana, reflejo de su pensamiento y
    acción revolucionarios.

    De sus preocupaciones respecto a Estados Unidos
    constituye un claro ejemplo el Prólogo que escribiera para
    sus "Versos Sencillos", obra publicada en Nueva
    York, en 1891.

    Expresaba Martí:

    "Mis amigos saben cómo se me salieron
    estos versos del corazón. Fue aquel invierno de angustia,
    en que por fe fanática, o por miedo, o por
    cortesía, se reunieron en Washington, bajo el
    águila temible, los pueblos hispanoamericanos.
    ¿Cuál de nosotros ha olvidado aquel escudo, el
    escudo en que el águila de Monterrey y Chapultepec, el
    águila de López y Walker, apretaba en sus garras
    los pabellones todos de la América?
    (25:61)

    Se refería el Apóstol a la Primera
    Conferencia Internacional Americana, iniciada en 1889 a
    iniciativas del gobierno de Estados Unidos, interesado en la
    implementación de mecanismos que posibilitaran su
    dominación en la región.

    Martí escribió varias crónicas
    sobre esa Conferencia que fueron remitidas al diario La
    Nación, de Buenos Aires. En la primera de ellas, de fecha
    2 de noviembre del citado año, expresó:

    (…)Jamás hubo en América, de
    la independencia acá, asunto que requiera más
    sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen
    más claro y minucioso, que el convite que los Estados
    Unidos potentes, repletos de productos invendibles, y
    determinados a extender sus dominios en América, hacen a
    las naciones americanas de menos poder, ligadas por el comercio
    libre y útil con los pueblos europeos, para ajustar una
    liga contra Europa, y cerrar tratos con el resto del mundo. De la
    tiranía de España supo librarse la América
    española; y ahora, después de ver con ojos
    judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge
    decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América
    española la hora de declarar su segunda independencia"
    (26:46)

    Este asunto, retomado en otras crónicas, fue
    expuesto con singular maestría en el ensayo "Nuestra
    América", verdadera joya literaria en ese género,
    publicado en enero de 1891. En el texto alertaba
    Martí:

    "Pero otro peligro corre, acaso, nuestra
    América, que no le viene de sí, sino de la
    diferencia de orígenes, métodos e intereses entre
    los dos factores continentales, y es la hora próxima en
    que se le acerque, demandando relaciones íntimas, un
    pueblo emprendedor y pujante que la desconoce y la
    desdeña" (27:21).

    Ante ese peligro no habría repuesta más
    necesaria y efectiva que la UNIDAD. De ahí que
    hiciera el siguiente llamado:

    "Los pueblos que no se conocen han de darse prisa
    para conocerse, como quienes van a pelear juntos (…). Ya
    no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la
    copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la
    acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las
    tempestades; ¡los árboles se han de poner en fila,
    para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del
    recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro
    apretado, como la plata en las raíces de los Andes"
    (28:15
    ).

    Sólo con la unidad podrían los pueblos de
    la América situada al sur del río Bravo poner freno
    a las intenciones del gigante del norte. Intenciones que
    según el proyecto concebido por Martí
    podrían ser refrenadas también con la
    fundación en Cuba de una nación capaz de cumplir,
    en la vida histórica del continente, los deberes
    difíciles que su situación geográfica le
    señalaba.

    Recuérdese lo expresado inicialmente sobre la
    importancia que Martí concedía a la independencia
    de Cuba y Puerto Rico, aspecto que reafirmaba en el
    artículo titulado "El tercer año del Partido
    Revolucionario Cubano", publicado en PATRIA, el 17 de abril de
    1894, en el que apunta:

    "No son meramente dos islas floridas, de
    elementos aún disociados, lo que vamos a sacar a la
    luz…" (29:142)

    "… la independencia de Cuba y Puerto Rico
    no es sólo el medio único de asegurar el bienestar
    decoroso del hombre libre en el trabajo justo a los habitantes de
    ambas islas, sino el suceso histórico indispensable para
    salvar la independencia amenazada de las Antillas libres, la
    independencia amenazada de la América libre, y la dignidad
    de la república norteamericana. ¡Los flojos,
    respeten: los grandes, adelante! Esta es tarea de grandes"
    (30:143).

    De modo que, en las condiciones de un nuevo tiempo
    histórico y en circunstancias diferentes, José
    Martí pretendía llevar adelante,
    completándolo, el proyecto continental de Bolívar,
    que también había comprendido en su momento la
    importancia de lograr la emancipación de las Antillas
    españolas. A lograr este propósito había
    consagrado Martí su vida como revolucionario. Abiertamente
    lo declaraba en la carta que escribió el 18 de mayo de
    1895 a su amigo mexicano Manuel Mercado, carta que dejó
    inconclusa cuando la muerte lo sorprendió al día
    siguiente en Dos Ríos. En ella expresa:

    "…ya estoy todos los días en
    peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber- puesto
    que lo entiendo y tengo ánimo con que realizarlo- de
    impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan
    por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza
    más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice
    hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que
    ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas
    han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son,
    levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar
    sobre ellas el fin" (31:167- 168)

    Su intención era, en consecuencia, impedir que en
    Cuba se abriese el camino de la anexión de los pueblos de
    nuestra América, al norte revuelto y brutal que los
    desprecia, que Martí conocía muy bien por haber
    vivido en las entrañas del monstruo. Su honda, afirmaba,
    era la de David.

    Como se dijo antes, el proyecto martiano tampoco pudo
    concretarse en su tiempo histórico, lo que
    condicionó su posterior vigencia y asunción por
    nuevas generaciones revolucionarias y las figuras representativas
    de éstas. Con las doctrinas del Maestro en el
    corazón, Fidel Castro y los jóvenes de la
    Generación del Centenario protagonizaron el 26 de julio de
    1953 las acciones que dieron inicio a una nueva etapa del proceso
    revolucionario cubano, la que condujo a la victoria del 1ro de
    enero de 1959 y con ella al cumplimiento por la Revolución
    Cubana de su papel de vanguardia en la lucha por la segunda y
    definitiva independencia de los pueblos de Nuestra
    América, camino que hoy recorren otros pueblos de la
    región, a la cabeza de los cuales marcha la
    Revolución Bolivariana conducida por el Comandante
    Presidente Hugo Rafael Chávez Frías, digno
    discípulo de Bolívar, Martí y
    Fidel..

    Existen hoy mejores condiciones para la
    concreción, a través de los esfuerzos
    integracionistas, del proyecto emancipador bolivariano y
    martiano. Pero este enfrenta aún poderosos
    obstáculos e inmensos desafíos que es preciso
    vencer:

    Los sucesos de la segunda mitad del año 2009 en
    Honduras, el reciente acuerdo entre los gobiernos de Estados
    Unidos y Colombia para la instalación de varias bases
    militares en el territorio colombiano, y otros hechos que
    reflejan la política y los planes del imperio hacia la
    región que tradicionalmente consideró como su
    traspatio, evidencian que Simón Bolívar y
    José Martí, presentes en los ideales de
    integración y unidad enarbolados por los gobiernos y
    pueblos de Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y otros
    países, tienen mucho que hacer todavía en nuestras
    tierras de América.

    Referencias
    bibliográficas

    1.- Martí, José: Tres Héroes. En:
    José Martí. Obras Completas. Tomo 18

    La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1975.
    Pág. 304

    2.- _________: Bases del Partido Revolucionario
    Cubano.

    En: Ob. cit. Tomo 1, p. 279

    3.- _________: Tres Héroes. En: Ob. cit. Tomo 18,
    p. 305

    4.- Ibídem, p. 305.

    5.- Ibídem, p. 306.

    6.- Martí, José: Carta a Don Valero Pujol.
    En: Ob. cit. Tomo 7, p.111.

    7.- _________: La estatua de Bolívar. En: Ob.
    Cit. Tomo 8, p.178.

    8.- Ibídem, p. 175.

    9.- Ibídem, p. 176.

    10.- Martí, José: El Centenario de
    Bolívar. En: Ob. cit. Tomo 8, p. 178.

    11.- _________: Carta a Heraclio Martín de la
    Guardia. En: Ob. Cit. Tomo 7, p. 274.

    12.- _________: Discurso pronunciado en la velada de la
    Sociedad Literaria

    Hispanoamericana en honor de Venezuela. En: Ob. cit.
    Tomo 7, p. 291.

    13.- Ibídem, p. 293

    14.- Martí, José: Discurso en honor de
    Simón Bolívar. En: Ob. Cit. Tomo 8,

    p. 241.

    15.- Ibídem, p. 241.

    16.- Ibídem, p. 242.

    17.- Ibídem, p. 242.

    18.- Ibídem, p. 243.

    19.- Ibídem, p. 247.

    20.- Ibídem, p. 248.

    21.- Martí, José: Discurso pronunciado en
    la velada de la Sociedad Literaria

    Hispanoamericana en honor de Venezuela. En: Ob. cit.
    Tomo 7, p. 294.

    22.- __________: Discurso en honor de Simón
    Bolívar. En: Ob. Cit. Tomo 8,

    p. 246.

    23.-__________: La fiesta de Bolívar en la
    Sociedad Literaria Hispanoamericana

    En: Ob. Cit. Tomo 8, p. 251.

    24.- Ibídem, p. 252.

    25.- Martí, José: Versos Sencillos. En:
    Ob. Cit. Tomo 16, p. 61.

    26.- __________: Crónicas sobre la Primera
    Conferencia Internacional

    Americana. En: Ob. cit. Tomo 6, p.
    46.

    27.- __________: Nuestra América. En: Ob.
    cit. Tomo 6, p.21

    28.- Ibídem, p.15

    29.- Martí, José: El tercer año
    del Partido Revolucionario Cubano. En: Ob. cit.

    Tomo 3, p.142

    30.- Ibídem, p. 143

    31.- Martí, José. A Manuel Mercado.
    En: Ob. cit. Tomo 4, p. 167- 168.

    BIBLIOGRAFÍA

    Martí, José: Obras Completas. Tomos 1, 3,
    4, 5, 6, 7, 8, 18. La Habana: Editorial

    de Ciencias Sociales, 1975.

    Torre, Edmundo de la: Conferencia Inaugural de la
    Cátedra Bolívar- Martí para

    La Integración Latinoamericana (Material impreso
    y en soporte digital).

    Cumaná, Estado Sucre, República
    Bolivariana de Venezuela, 2008

    Vitier, Cintio: Cuadernos Martianos II. La Habana:
    Editorial Pueblo y Educación, 1997.

    __________: Cuadernos Martianos III. La
    Habana: Editorial Pueblo y Educación,

    1996.

    __________: Cuadernos Martianos IV.
    Martí y la Universidad, La Habana:

    Editorial Pueblo y Educación,
    1997.

     

     

     

    Autor:

    M. Sc. Edmundo de Jesús de la
    Torre Blanco

    Profesor Auxiliar

    Universidad de Ciencias Pedagógicas
    "Enrique José Varona"

    Ciudad Habana. República de
    Cuba.

    Graduado de la Carrera Profesoral Superior de Historia
    en el Instituto Superior Pedagógico (Actualmente
    Universidad de Ciencias Pedagógicas) "Enrique José
    Varona", de Ciudad de La Habana en el año 1976. Tiene 40
    años de experiencia como docente, 25 de ellos en la
    educación superior

    Desde 1987 ejerce como profesor de Historia en la
    mencionada universidad. Tiene la categoría docente
    superior de Profesor Auxiliar. Ha ocupado diferentes
    responsabilidades de carácter técnico e
    institucional, entre ellas las de Metodólogo Nacional de
    Historia de la Revolución Cubana, Jefe del Departamento de
    Historia y Vicedecano Docente.

    Ha cursado diversos cursos y estudios de postgrado,
    incluyendo dos diplomados y la Maestría en
    Educación Avanzada, de la que egresó en el
    año 2001.

    Ha impartido cursos de post grado sobre temas
    históricos y metodológicos a profesores de la
    enseñanza media y de otros institutos pedagógicos.
    Ha participado en diferentes investigaciones y eventos
    científicos. Es autor y/o coautor de 29
    publicaciones.

    Desde noviembre de 2006 hasta diciembre de 2008
    trabajó como colaborador en la República
    Bolivariana de Venezuela, desempeñándose como
    Asesor Estadal de la Misión Sucre (educación
    superior) en el estado Sucre.

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