Niels Henrik Abel – Monografias.com
Niels Henrik Abel
Niels Henrik Abel, matemático noruego del siglo
XIX, fue un genio incomprendido marcado por la fatalidad. Su vida
es un triste , más bien terrible ejemplo del drama que
representa en numerosos casos, la íntima conexión
de la pobreza y la tragedia. Tuvo que salir de su tierra, para
contactar con los grandes matemáticos europeos, sin
conseguir que le reconocieran sus sobresalientes méritos
hasta después de su muerte. Su anormal idea de la
inversión marcó un hito en la
matemática.Niels Henrik Abel nació el 5 de agosto
de 1802 en la isla de Finnöy en la costa sudoccidental de
Noruega. Era descendiente de una familia de sacerdotes rurales.
Su padre Sorën-Georg Abel ejercía como párroco
protestante de la pequeña aldea de Finnöy, en la
diócesis de Cristianía (la actual Oslo), aunque
también colaboraría como político en pro de
una Noruega independiente. Su madre Ana María Simonsen,
era hija de un comerciante de Risör. El matrimonio tuvo
siete hijos. Abel era el segundo de ellos. Ya cumplido un
año, su padre fue designado pastor de un lugar llamado
Gjerstad cerca de Risör, donde Abel junto con su hermano
primogénito tuvo que iniciar su educación en un
período crítico para el desarrollo de su
país, ya que la disolución en 1814 de la
unión de Noruega con Dinamarca (gobernadas desde
Copenhague por el mismo rey) acabó con la cesión de
Noruega a Suecia. Esta última estableció entonces
un gobierno provisional en Oslo y aunque a Sören se le
incluyó en el cuerpo legislativo para su nueva
constitución, la fuerte crisis noruega impidió al
padre de Abel resolver la precaria situación
económica de su familia. Unos años antes,
Sören coadyuvaría con eficaces campañas, en la
fundación (1811) de la primera Universidad noruega en
Cristianía, la cual se pudo crear al proveerse de un
cuerpo docente constituido por los mejores maestros de la Escuela
Episcopal de Cristianía (existente desde la Edad Media),
inaugurando la docencia universitaria en 1813. En 1815
logró conseguir a duras penas, una modesta ayuda para que
Abel y el primogénito accediesen a la citada Escuela,
donde destacaban en el curriculum Lenguas Clásicas,
Religión e Historia. Al principio de su
instrucción, Abel se mostraría como un estudiante
indiferente, más bien mediocre y sin que incluso las
matemáticas le despertaran atracción alguna. Era
notorio su malestar en esa escuela. No obstante, un inesperado
cambio se produjo a raíz de la muerte de un
condiscípulo ante los malos tratos de un maestro brutal
que se excedía con castigos corporales a sus alumnos. El
maestro fue entonces relevado (1818) por un joven
matemático de mayor competencia, Bernt Holmboe
(1795-1850), quien incentivó a sus alumnos a resolver por
sí mismos problemas de álgebra y de
geometría, escogiendo pronto algunos especiales para Abel,
a la vista de su pasmoso avance de aptitud.
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