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Paper Los riesgos de China cierta duda razonable (página 7)




Enviado por Ricardo Lomoro



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Sea como sea, la voracidad por el ajo ha superado
incluso a la del oro, convirtiendo el bulbo de la liliácea
en el activo de moda en el gigante asiático. China es, por
cierto, el primer productor de ajo del mundo. También el
primer consumidor, una afición que las autoridades de
Pekín intentaron limitar el año pasado de cara a
los Juegos Olímpicos, prohibiendo a los taxistas masticar
cabezas crudas para no asustar a los turistas. Los diarios
económicos advierten que la cosa se está
sobrecalentando y anuncian el estallido de la "burbuja del ajo"
en breve. Esperemos que no salpique.

PCCh: Hay que llegar al 8% (de crecimiento del PIB en
2009) "como sea"…

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"Las manufacturas chinas crecieron en noviembre a su
mayor ritmo desde hace cinco años, según un estudio
de HSBC, que pone de relieve que la mejoría de este sector
está ayudando a la recuperación de la
región. El índice de gestores de compras dado a
conocer hoy por la entidad se incrementó desde 55,4 puntos
hasta 55,7 y el índice PMI elaborado por el Gobierno ha
alcanzado, por su parte, su máximo de dieciocho meses"…
El sector manufacturero chino crece a su mayor ritmo en cinco
años (El Confidencial – 1/12/09)

"La recuperación china se ha consolidado",
asegura en declaraciones a Bloomberg Qu Hongbin, economista jefe
de HSBC en Hong Kong. "El aumento de los nuevo s pedidos y de la
producción, sumado a la rápida expansión de
las exportaciones, supondrán la creación de
empleos", afirma.

El gobernador del banco central australiano, que ha
subido los tipos por tercer mes consecutivo, hasta el 3,75%, ha
citado la recuperación asiática. China e India son
las dos economías que mayor crecimiento han presentado en
el último trimestre. El PIB del primero ha crecido un
10,5%, mientras que el de India ha superado las expectativas y ha
aumentado más de un 7%.

"La producción y venta de automóviles en
China superó 12 millones de vehículos, según
datos de la Asociación China de Fabricantes de
Automóviles (CAAM, por sus siglas en inglés)
publicados hoy. Esta asociación pronostica que, al cierre
del año, los dos indicadores, producción y ventas,
habrán superado los 13 millones de unidades,
respectivamente, al cierre del año"… Las ventas de
coches en China superan los 12 millones de vehículos hasta
noviembre (El Confidencial – 7/12/09)

En noviembre, las ventas de China representaron un
cuarto del total global del sector, la mayor proporción
jamás alcanzada por el emergente país
asiático, debido a que los fabricantes reforzaron sus
campañas de promoción en China ante la caída
de las ventas en el resto del mundo, afectadas por la crisis
global. Según datos del sector, sólo en noviembre
las ventas de automóviles aumentaron en China un 93%
interanual, frente a un 6,7% en Europa Occidental, un 5% en
América Latina, y un 2,7% en Estados Unidos.

China consiguió amortiguar el impacto de la
crisis en el último año debido a un agresivo
paquete de inversión estatal puesto en marcha en noviembre
del año pasado por valor de medio billón de
dólares y destinado a la construcción de
infraestructuras y a estimular el consumo.

"El Gobierno de China continuará impulsando el
mercado interno para lograr un crecimiento económico
rápido y estable en 2010, informó la agencia
oficial de noticias Xinhua. El gigante asiático
ampliará el consumo interno el próximo año
para impulsar el crecimiento económico, ya que la
economía china se enfrentará todavía a
muchos desafíos en 2010, señaló la prensa
local"… China impulsará el consumo interno en 2010,
según el Gobierno (El Confidencial –
10/12/09)

De esta forma, las políticas de subsidios a
familias rurales serán prolongadas hasta fines del
año próximo, y también continuarán
las políticas para reducir el impuesto en las compras de
coches, aunque se ajustarán a 7,5% en modelos con
desplazamiento de motor de menos de 1,6 litros, agregaron los
medios.

Desde 2008 el Gobierno central lleva a cabo una serie de
políticas destinadas a mejorar el nivel de vida de la
población y promover el consumo con el objetivo de hacer
frente a la crisis financiera mundial. A principios de diciembre,
China anunció que mantendrá la política
fiscal y monetaria "moderadamente abierta" en 2010 y la prensa
sentenció que el mayor reto del próximo año
para las autoridades es mejorar la "calidad" del crecimiento
económico.

La mejor OPV del año (wob, glucomato y la
"niña bonita" subiendo un 170%)

"¿Se ha preguntado alguna vez por el valor de los
cables que circulan enrevesados por muchos productos de su vida
cotidiana?, seguramente no. Bien, piénseselo dos veces
porque un elemento tan común se ha convertido en un
producto de los más atractivos para los inversores
estadounidenses"… La china Lihua International, ¿la
mejor OPV del año en EEUU? (El Economista –
16/12/09)

Si no que se lo pregunten a Lihua International, el
fabricante chino de fibra alternativa de aluminio derivada del
cobre, que se estrenaba en el Nasdaq el pasado septiembre y sus
títulos se han revalorizado desde entonces más de
un 170%.

Algunos ya señalan a este valor como la OPV del
año por esos lares, mientras lo más
escépticos apuntan que la compañía
podría estar "cocinando sus cuentas". De momento, el
diario Investor's Business Daily así como The Wall Street
Journal, siguen situándola como la niña bonita de
2009. "Lihua cuenta con una posición endulzada: el
estímulo fiscal chino ha disparado el gasto industrial y
de los consumidores en el país", aseguraba uno de los
rotativos.

Aspectos
geoestratégicos (¿un gigante
imprescindible?)

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Material de fondo (lecturas recomendadas)
(Ordenadas por fuente y no por fecha)

– China y el mundo (GEES – Grupo de Estudios
Estratégicos – 15/9/08)

(Por Florentino Portero)

(Del libro El dragón y los demonios extranjeros.
China y el mundo a lo largo de la historia de Harry G. Gelber.
RBA, Barcelona, 2008. Publicado en Suplementos Libros de Libertad
Digital, 12 de septiembre de 2008)

A veces sentimos la necesidad de encontrar un libro que
satisfaga nuestra curiosidad sobre un tema concreto. Y cuando
descubrimos que ese libro existe, y que además es bueno,
no podemos dejar de festejarlo. Eso es lo que a me ha pasado con
El dragón y los demonios extranjeros.

Llevo años leyendo ensayos sobre política
china. Un elemento común en muchos de ellos es la
referencia a mentalidades, percepciones o comportamientos
fuertemente arraigados en la historia del gigante asiático
y que determinan su política en la actualidad. De
ahí que buscara un estudio histórico que tratase de
sintetizar esas constantes. Harry G. Gelber, un historiador
profesional y solvente, lo ha escrito. El mérito es
grande, porque se trataba de explicar la historia de una sociedad
que ha perdurado durante miles de años de forma resumida,
teniendo que transitar continuamente de la política
interior a la exterior, de la descripción de guerras a la
de intrigas palaciegas, etcétera. Pues lo ha hecho, y en
una prosa amena y asequible.

No caeré en la tentación de sintetizar la
síntesis. Me limitaré a destacar algunos de los
argumentos más interesantes del trabajo, que
traerán a la memoria del lector otros textos o referencias
escuchadas aquí o allá.

Durante miles de años, China se consideró
superior. Lo era. Su estructura social y política estaba
muy por delante de las experiencias que tenían lugar en
Oriente Medio o en Europa. Esa sensación de superioridad
se plasmó en un mito sustentado por viejas corrientes
filosóficas: China era el Estado Medio, situado entre el
Cielo y el resto de los pueblos. Consiguientemente, era la
nación más importante, y el Emperador ocupaba un
espacio superior al de los demás gobernantes de este
mundo. La hegemonía china era un fenómeno natural
que el resto de los mortales debía asumir.

En esta cosmovisión, y dentro del espíritu
del confucionismo, el individuo debía aceptar el ejercicio
del poder por parte del Emperador y los mandos inferiores a
él, y éstos, por su parte, debían ejercerlo
con benignidad. De nuevo, un orden natural y armónico
tenía que primar, so pena del desencadenamiento de crisis
de gran envergadura. Nada que ver con el legado judeo-cristiano
del hombre hecho "a imagen y semejanza de Dios", responsable de
sus actos y poseedor de derechos y deberes.

Su situación geográfica permitió a
China vivir aislada de su entorno, lo que favoreció el
ensimismamiento de su sociedad y el arraigo de estos mitos. Sin
embargo, su gran extensión territorial implicaba dos
problemas de gran envergadura: una fuerte exposición a
sufrir invasiones y la débil cohesión de su
población, inevitablemente variada. Problemas comunes a
los que sufriría Rusia con el tiempo y a los que tanto
ésta como aquélla reaccionaron reforzando el poder
central y limitando libertades.

Del ensimismamiento y el sentimiento de superioridad se
pasó con facilidad al desprecio hacia el extranjero,
fueran invasores mongoles o comerciantes occidentales.
Igualmente, la autosatisfacción generó una ausencia
de curiosidad por el exterior que llevó finalmente a la
decadencia. No quisieron enterarse de los cambios que se
producían en otras latitudes, y a la postre descubrieron
con incredulidad que eran tan débiles como atrasados. Si
Japón tuvo la inteligencia de comprender que tenía
que adaptarse a una sociedad que se globalizaba y realizó
la denominada Revolución Meijí, China
reaccionó con soberbia y desperdició la oportunidad
de modernizarse. El resultado es conocido: guerras con Rusia y
Japón, guerra civil y revolución
comunista.

Los comunistas chinos, como los rusos, lograron algunos
de sus objetivos nacionalistas a costa de arruinar el
país, pisotear las libertades individuales y ver
finalmente cómo sus experimentos sociales fracasaban, a
pesar de tener de su parte las inexorables leyes del devenir
histórico. Rusia y China ganaron fuerza antes de que sus
respectivos regímenes se vinieran abajo.

Hoy, China ya no es comunista. Está gobernada por
una dictadura que comparte muchos de los principios con que los
emperadores dirigieron este extenso país durante siglos.
Los jerarcas están preocupados por la extensión y
vulnerabilidad de sus fronteras, y temen los efectos de la falta
de cohesión entre sus pueblos. Los casos de Xinjiang y del
Tíbet son los más conocidos, pero no los
únicos. Están convencidos de que un poder central
débil facilitaría la descomposición social y
nacional, y en absoluto valoran el poder creativo del individuo
en libertad. La libertad es una amenaza, que tratan de
contrarrestar asumiendo el motor del desarrollo. Pero éste
se concentra en algunas zonas, aumenta la desigualdad, plantea
serias cuestiones morales y provoca un resentimiento en el campo
que puede desencadenar situaciones críticas, como las que
llevaron en el pasado al cambio de dinastías. Los nuevos
mandarines no confían en el individuo, la libertad o el
mercado, y tratan de modernizar un país de 1.300 millones
de personas mediante la ingeniería económica y
social.

Los chinos están despojándose de la baja
autoestima en que les sumió la crisis del Imperio, y
abonándose de nuevo a la soberbia y el desprecio por lo
extranjero. China vuelve a ser un imperio con pies de
barro.

– China potencia ideológica, militar y espacial
(GEES – Grupo de Estudios Estratégicos –
5/11/08)

(Por Ángel Maestro)

El secretario general del Comité Central del
Partido Comunista de China, y presidente de la República,
Hu Jintao, ha mantenido una importante reunión con los
jefes de las más destacadas unidades militares chinas. Hu
Jintao, que vistió para dicha reunión uniforme
militar, aún sin distintivos de grado, en lugar de los
bien cortados trajes de paisano de los dirigentes chinos,
manifestó que hay que fortalecer el desarrollo del partido
comunista chino en las Fuerzas Armadas de manera
sustancial.

"El Partido comunista de China debe convertir sus
ventajas políticas y organizativas en el motor del
desarrollo científico y fortalecer la construcción
partidista en las Fuerzas Armadas", dijo Hu de forma que no caben
equívocos sobre sus intenciones. Hu que además de
presidente de la República y secretario general del PCCh,
es presidente de la poderosa Comisión Militar Central,
expresó agradecimiento y respeto hacia las Fuerzas Armadas
también por su intervención y contribución
al éxito de los Juegos Olímpicos.

Insistiendo, de forma clara, la importancia de la
construcción del partido, señalando que el mismo es
la base y clave de todo el trabajo del Ejército Popular de
Liberación. A la reunión asistieron los más
destacados miembros de la Comisión Militar Central como
Guo Boxiong, Xu Caihou, Liang Guangglie, Li Jinai y Liao Xilong.
Tanto los más altos cargos del partido (el Comité
Permanente del Politburó) como representantes del
Ejército no ocultan su satisfacción por el
éxito del envío al espacio de la nave espacial
tripulada Shenzou VII, ya que la misma no sólo ha
permitido el incremento en el número de tripulantes, tres
astronautas, sino en mayor grado un importante salto en la
tecnología espacial, ya que la Shenzou VII representa por
primera vez la tarea difícil de actuar fuera de la nave
espacial para realizar diversas pruebas y
experimentaciones.

Por otra parte el espinoso tema de las relaciones con
Taiwán ha experimentado un cambio que parece sustancial,
alejándose de forma significativa la situación casi
prebélica producida con el independentismo del anterior
presidente Chen Shui- bian. El nuevo presidente taiwanés,
doctor Ma Ying- jeou expuso reiteradamente en su programa
presidencial que llevó al triunfo del Kuomintang, el
acercamiento con China continental.

Ma ha expuesto rotundamente que no aboga por una
exportación directa de la democracia al continente y que
el incremento de las relaciones entre ambos lados del Estrecho
conducirá a cambios positivos en China, recalcando que esa
era la forma de fortalecer la seguridad nacional. Ha sido
valorado positivamente en Pekín el tono moderado que
usó Ma en relación a que los sucesos del Tibet
pudieron originar una perturbación de la imagen de China
ante los Juegos Olímpicos, y las manifestaciones de
felicitación de Ma por el éxito de los
mismos.

En la política de hoy, principios de noviembre de
2008, y en el aspecto de las relaciones con Pekín, juega
un papel primordial tras Ma la figura del presidente del
Kuomintang, Wu Poh-siung quien desempeña un puesto clave
en dichas relaciones. Wu, en su calidad anterior de presidente
del Kuomintang visitó China siendo recibido por los
más altos cargos del máximo órgano de poder,
el Comité Permanente del Politburó, recibiendo
además las felicitaciones del líder Hu Jintao al
ser elegido presidente del partido.

El Kuomnintang prometía en su programa la
creación de un mercado económico común con
China, postura defendida por el vicepresidente de Taiwán,
Vincent Siew, verdadera eminencia gris de la Fundación
para el Mercado Común a través del Estrecho de
Taiwán. Su fin abiertamente declarado es: establecer la
unidad económica primero y la convergencia política
después.

Por parte continental el ministro de Exteriores, Yang
Jiechi, con más de dos décadas de servicio en los
Estados Unidos y cuatro años de embajador en Washington,
es una personalidad de concordia. Hasta su nombramiento como jefe
de la diplomacia china, Yang estaba a cargo de los asuntos de
Hong Kong, Macao y Taiwán.

También deben considerarse los actores del mundo
político y empresarial que están emergiendo durante
el período de liderazgo de Hu Jintao, destacando los hijos
de los dirigentes históricos y actuales de la
cúpula política y militar, algunos de los cuales
han estudiado en el exterior y posteriormente han entrado en los
negocios o bien han ingresado directamente en
política.

El más destacado puede ser Xi Jinping,
vicepresidente chino y miembro del Comité Permanente del
Politburó y considerado entre los posibles sucesores de Hu
Jintao en 2012. Xi ha ocupado cargos en su carrera
política tanto del gobierno como del partido en las
provincias de Fujián y Zhejiang, o sea las provincias
chinas donde existe mayor inversión taiwanesa.

Otra importante figura es la de Jiang Mianheng, hijo del
antiguo secretario general del partido comunista y presidente de
la República, Jiang Zemin, con destacada actividad en el
campo de la economía, y conocido como el príncipe
digital, asociado en Shanghai con Winston Wang, hijo de uno de
los más conocidos empresarios de Taiwán.

Las inversiones taiwanesas que están muy
concentradas en algunas zonas de China continental se resienten
de la creciente falta de terrenos en el delta del Río de
las Perlas, área de la provincia de Guandong y
Pekín las está alentando a trasladarse al interior
del continente. Taiwán ocupa hoy el segundo lugar en
competitividad global de la industria de tecnología
informática.

Doscientos mil empresarios taiwaneses con intereses en
China volvieron a la isla para votar mayoritariamente por Ma, y
la cifra de trabajadores taiwaneses en el continente posiblemente
supere el millón. El gobierno de Ma ha desarrollado una
significativa liberalización en la entrada de turistas
chinos, creándose nuevas agencias de viaje y construyendo
nuevos hoteles.

Más no sólo las relaciones
económicas son crecientes entre China y Taiwán,
sino que las culturas se acercan. Concretamente dos: la
introducción de la escritura de izquierda a derecha en los
documentos oficiales como en Occidente y China continental. La
otra la adopción del sistema de transcripción de
nombres chinos a nuestro alfabeto, denominado tongyong pinyin,
sistema cercano al pinyin utilizado en China continental. Un
hecho revelador es que Ma Ying- jeou durante su período de
alcalde de Taipei adoptó el sistema pinyin para la
denominación de lugares en la capital.

Y concluyendo con el tema ideológico y
propagandístico de Pekín, la consigna que ha
llegado a la opinión mundial y a la china en particular,
entusiasmada por el éxito espacial, es la de "un paso
pequeño en el espacio, un paso grande para China". Tanto
el partido como el gobierno exaltan el hecho de que el vuelo
espacial de China se inició 40 años más
tarde que los Estados Unidos y la entonces Unión
Soviética, permitiendo demostrar que en 16 años
China ha conseguido dicho éxito en base a concentrar la
fuerza en asuntos primordiales mostrando los progresos
tecnológicos de China, y augurando nuevos y ambiciosos
proyectos en el desarrollo espacial. ¡Anhelamos que la
vía espacial de China se extienda cada vez más
lejos!, proclaman los órganos oficiales del
Partido.

– El futuro del poder en China. Asoman los nuevos
dirigentes (GEES – Grupo de Estudios Estratégicos –
27/4/09)

(Por Ángel Maestro)

Los observadores políticos y estudiosos que en la
hoy extinta Unión Soviética aventuraban
perspectivas respecto al futuro político, los llamados
kremlinólogos, figuraban entre los augures con mayor
número de fracasos en sus predicciones. Analizando la
falta de éxitos casi total, deberían haber
caído en el mayor de los desprestigios. Más lejos
de ello volvían a repetir los errores una y otra
vez.

En la China post Mao, los sinólogos occidentales
no alcanzaron los grados de errores de los "kremlinólogos
de antaño, pero el número de conjeturas fallidas
tras la muerte de Mao Tse-tung (Mao Zedong en la nueva
grafía) ha sido considerable.

El acceso al poder de Hua Kuo feng, (Hua Guofeng) y las
medidas adoptadas en octubre de 1976, a menos de un mes del
fallecimiento de Mao, con la detención relámpago de
la ultraizquierdista Banda de los Cuatro, compuesta por Wang
Hongwen, Zhang Chunqiao, Yao Wenyuan y la mujer de Mao, Jiang
Qing, lo que significó el fin oficial de la nefasta
Revolución Cultural, tomó por sorpresa a la gran
mayoría de politólogos, especialistas y periodistas
occidentales.

LA CHINA POSTMAOISTA. LA ERA DENG

El postmaoismo sin Mao que quiso emprender Hua Guofeng,
sucesor designado por Mao, fue rebatido por la autoridad
intangible que el Partido reconocía en Deng Xiaoping,
rehabilitado tras la muerte de Mao. La caída de Hua
Guofeng quien poseía la autoridad virtual sobre el Partido
y sobre el Ejército, también pilló de
sorpresa a los observadores, así como el nuevo camino
hacia la China moderna, pero eso sí controlada por el
Partido Comunista Chino (PCC) que supuso la decisiva influencia
política de Teng Hsiao-ping (Deng Xiaoping).

Podríamos seguir con la relación de
sorpresas originadas por los drásticos cambios en las
máximas alturas del poder en China, por ejemplo las
destituciones de Hu Yaobang y Zhao Ziyang, los sucesos de
Tienanmen, etc. Deng pudo haber hecho un caso excesivo a los
puntos de vista parciales de Li Peng y Chen Xitong que
posiblemente exageraron la gravedad de la situación
llevando a la decisión de reprimir las demostraciones por
la fuerza. Pero también resultaba posible que los enormes
errores de Gorbachov en la Unión Soviética
indujesen a evitar que se produjese en China un agravamiento de
los desordenes similares a los conducentes a la implosión
de la URSS. El miedo a una hipotética repetición de
la experiencia soviética en China, pudo jugar un papel
capital al ordenar mediante la decidida represión el corte
de raíz y de forma radical de los brotes
contestatarios.

Las premisas básicas del cambio radical,
drástico, que supuso la era Deng desde su
rehabilitación en 1977, fueron el centrarse en gobernar,
acabar con la primacía ideológica de la lucha de
clases, promover la reforma económica, eso sí
siempre con el control político del partido, abrir las
puertas del mundo exterior para levantar al país de la
pobreza y también salvar al partido del
colapso.

Deng procuró eliminar la incertidumbre y
restaurar la confianza en la sociedad y en el partido. Su primer
principio fue "buscar la verdad en los hechos, y con una
política de la práctica es el único criterio
de la verdad" refutó los "dos todos" de Hua Guofeng (Todo
lo decidido por Mao hay que mantenerlo, todo lo mandado por Mao
hay que seguirlo), y terminó con el caos. Con esto
refutaba la primacía de Mao de la "lucha de clases. Deng
se dio cuenta de que no habría ninguna guerra mundial, y
después de Tienanmen rechazó una estrategia
agresiva descartando un liderazgo de revolución mundial.
No tenemos miedo de nadie, pero tampoco deseamos ofender a
nadie".

Tras esas medidas fundamentales una de las
características importantes ha sido la de la estabilidad
política plasmada en el acceso y sucesión de las
más altas jerarquías del partido y del
gobierno.

La ordenada sucesión de las generaciones ha
facilitado enormemente la labor de los sinólogos
occidentales, pudiendo decirse que el número de errores en
las predicciones políticas respecto a la
futurología ha experimentado una reducción
sumamente considerable.

Deng aseguró el paso al verdadero control del
poder a la "tercera generación" de dirigentes .La idea de
numerar generaciones de dirigentes provino de Deng, su autoridad
intangible derivada en parte de su estatus como miembro de la
"generación revolucionaria" constituyó una
precondición para ser una figura dominante. En vida y a su
muerte esa condición ya no la ha tenido nadie. Deng fue el
último hombre fuerte e indiscutible del partido comunista
y su muerte marcó el fin de una era revolucionaria en la
historia moderna de China.

¿QUIÉN GOBIERNA EN CHINA?

El máximo órgano de poder en China
ciertamente no es el gobierno como es habitual en los
países socialistas, pero ni siquiera el politburó
del partido comunista compuesto por una cifra variable entre
veinte, veinticinco personas, sino el Comité Permanente
del Politburó. Ahí radica el verdadero centro de
poder compuesto por un reducido núcleo de máximos
dirigentes, variable desde siete a diez personas sin que existan
normas sobre número de componentes.

El Comité Permanente se renueva en ocasión
de los Congresos del Partido, evento que se realiza dos veces
cada decenio; existieron razonables dudas ante el XV
Comité Central (1997), y el nuevo Comité Permanente
del Politburó compuesto por siete miembros, respecto al
ejercicio del poder por la "tercera generación, cuyo
exponente más destacado era el secretario general del
partido Jiang Zemin .Frente a los problemas que se vaticinaban a
la muerte de Deng, la autoridad de Jiang fue suficientemente
estable; aún sin seguirla totalmente no se separó
de la línea de Deng ni intentó cambiar de
dirección. La oposición a Jiang, existente desde
luego, especialmente por Li Ruihuan, tampoco planteó
grandes desafíos en el XV Congreso del Partido. Jiang
Zemin fue a la vez que secretario general del Partido,
también presidente de la República Popular China, y
presidente de la Comisión Militar Central.

Aún siendo el verdadero poder, Deng nunca
ocupó los cargos más representativos como la
presidencia de la República ni la secretaría
general del Partido, pero si se reservó la presidencia de
la Comisión Militar Central. Ni de Jiang Zemin, ni su
sucesor actual Hu Jintao, pudo decirse que su posición era
indiscutible a pesar de ocupar la presidencia de la
República y la secretaría general del Partido,
hasta presidir la Comisión Militar Central. Ese tercer
cargo representa en la "sinología" del partido comunista
chino, y por tanto en el poder, la confirmación del
líder como dirigente supremo.

LAS NUEVAS GENERACIONES

El XVI Comité Central (2002- 2007)
significó la llegada a los máximos puestos del
poder de los componentes de la cuarta generación,
encabezados por Hu Jintao, ingeniero hidráulico, quien
pasó a ocupar la presidencia de la República y la
secretaría general del Partido. Aunque aún
transcurriría un tiempo en sumar a esos dos puestos el
tercero, clave para confirmar al dirigente supremo. El
número de componentes pasó de siete a nueve y junto
a Hu Jintao destacaban Wu Bangguo, ingeniero, presidente de la
Comisión Permanente del Congreso Nacional, Wen Jiabao,
ingeniero, primer ministro, Jian Qinglin, ingeniero, presidente
de la Conferencia Consultiva política del Pueblo, Li
Changchun, también ingeniero, encargado de un departamento
de la importancia de Propaganda e Ideología, así
como el más veterano, Luo Gan, doctor en
ingeniería, a cargo de las significativas cuestiones de
seguridad e inteligencia.

La transición de la tercera generación a
la cuarta generación se realizó de forma ordenada,
e incluso el papel del líder saliente, Jiang Zemin, fue
realzado en sus logros y publicando sus obras animando al Partido
a su estudio. Algo poco habitual a escala universal en los
sistemas comunistas. Hu Jintao se confirmó como
máximo dirigente, remachando las ideas básicas de
construcción del socialismo con características
chinas" y gran rejuvenecimiento de la nación china, que el
departamento de Propaganda e Ideología reitera
insistentemente. El período 2002-2007, tanto a nivel
nacional como internacional fue bueno para Hu y reforzado su
papel dirigente, que durante 2008 pareció
afianzarse.

Dada la innegable planificación en la
sucesión de dirigentes se llegó al XVII Congreso
Nacional del Partido Comunista, octubre 2007, con el nuevo
Comité Central (2007- 2012), comenzando ya a preparar el
ascenso desde el Politburó al máximo órgano,
el Comité Permanente del Politburó, de miembros de
la "quinta generación, que salvo acontecimientos
imprevisibles ocuparán el poder en China, cuando se
celebre en 2012 el XVIII Congreso.

El relevo en 2007 de los miembros sustituidos y ascenso
de nuevos dirigentes se ha venido realizando sin traumas
aparentes, ejemplo significativo ha sido la sustitución
por edad (70 años) de Luo Gan al frente de un sector tan
importante en el régimen chino como los órganos de
seguridad e inteligencia. Hoy la Seguridad se encuentra a cargo
de Zhou Yongkang.

En la composición del nuevo Comité
Permanente se ha podido ver de nuevo, aunque en grado bastante
menor que los errores de los antaño "kremlinólogos,
como también expertos occidentales se han equivocado
cuando afirmaban que sólo el propio Hu Jintao y Wen Jiabao
permanecerían en el máximo órgano de poder.
Jian Qinglin, Wu Wangguo y Li Changchun también han
permanecido siendo reelegidos. Y se han incorporado cuatro nuevos
componentes, pertenecientes ya a la "quinta generación: Xi
Jinping, Li Kekiang, He Guoqiang, Zhou Yongkang. Sin embargo otra
de las promesas que parecían firmes, Bo Xilai, de sesenta
años sigue aún en el escalón inferior, el
Politburó, pero no ha accedido al Comité
Permanente. De Bo se dice que humanamente es muy diferente a Xi,
y aunque muy unido al anterior secretario general Jiang Zemin,
recibió críticas por su propensión a
aparecer en los medios de comunicación y tomar decisiones
por su cuenta sin contar con la previa aprobación del
Partido, aunque algunas de sus decisiones fueron coronadas con
éxito.

Otras figuras fueron elegidas para el Politburó,
aunque no para el Comité Permanente. De ellas podemos
destacar por su evidente éxito a Wang Qishan (alcalde de
Pekín y presidente del Comité Ejecutivo de los
Juegos Olímpicos de 2008 ), Liu Qi ( presidente del
Comité Organizador de dichos Juegos y secretario del
partido comunista de Pekín ) Wang Gang, Liu Yandong (de
sesenta y cuatro años, la única mujer miembro del
Politburó, hija de un veterano del Partido que
participó en la Larga Marcha, siendo por tanto la mujer
más destacada de la nomenklatura china), Li Yuanchao, Wang
Yang, Wang Lequan, Wang Zhaoguo, Hui Liangyu, Zhang Gaoli, Xu
Caihou, Liu Yunshan (director del departamento de Propaganda del
Comité Central), Zhang Dejiang, Yu Zhengsheng, He Yong,
Lin Jihua, Wang Huning, junto con el mencionado Bo Xilai, siendo
este la figura más destacada de todas las citadas.
También dos militares forman parte del Politburó,
los generales Xu Caihou, vicepresidente de la Comisión
Militar Central y Guo Boxiong, también vicepresidente de
la Comisión Militar Central. Ambos generales poseen una
importancia política indudable, al aunar dichas
vicepresidencias con la pertenencia al
Politburó.

Xi y Bo pertenecen a lo que podríamos calificar
de eufemísticamente de "aristócratas" del partido.
Hijos ambos de veteranos e influyentes dirigentes del partido, y
que sufrieron cuando sus padres fueron degradados durante la
revolución cultural. Aunque tanto Xi como Bo reaccionan
bastante airadamente cuando se les achaca sus éxitos en su
carrera política merced a los antecedentes paternos de
ambos, y no a sus esfuerzos personales que hay que reconocerlo
han sido considerables.

LOS NUEVOS MIEMBROS DEL VERDADERO CENTRO DEL PODER, EL
COMITÉ PERMANENTE

Li Kekiang, de etnia han, con cincuenta y cuatro
años es el más joven de los nuevos miembros. En la
mentalidad occidental sería un plebeyo, pues a diferencia
de Xi y Bo que contaron con esos contactos familiares citados que
de alguna forma pudieron influir en su carrera, Li debió
crear su propio camino en la influyente Liga Juvenil Comunista,
la más importante de las organizaciones adjuntas al
partido comunista. Hu Jintao que trabajó en la
dirección de la liga durante unos pocos años, desde
el Comité Permanente del Politburó agilizó
la carrera de un grupo de funcionarios de la liga afines a
él. Es doctor en Economía.

He Guoqiang de etnia han, con sesenta y seis
años, ingeniero superior especialidad química, he
desempeñado desde su ingreso en el partido puestos
relacionados con la Industria Química, y diversos puestos
del partido en línea ascendente en la provincia de
Shandong, viceministro de la Industria Química, miembro
del Politburó y director del importante Departamento de
Organización del Comité Central.

Zhou Yonkang de etnia han, con sesenta y siete
años, ingeniero superior especializado en
prospección petrolífera. Acorde con su especialidad
ha desempeñado puestos diversos en relación con las
prospecciones petrolíferas y la geofísica,
viceministro de la Industria Petrolífera, secretario del
comité del partido en Sichuan, y especialmente ministro de
Seguridad Pública, y miembro del
Politburó.

Una característica peculiar no sólo del
Comité Permanente, sino del Politburó, y de gran
parte de los miembros suplentes del más alto aparato de
poder, es su condición de ingenieros, como lo ha sido
Jiang Zeming, especialista en electrónica o Hu Jintao,
ingeniero hidráulico, asimismo los miembros más
destacados. A diferencia de los políticos occidentales
donde abundan los titulados en Leyes y en Economía, la
preponderancia de los técnicos en diversas
ingenierías entre los altos dirigentes del poder en China
resulta abrumadora como hemos visto anteriormente, pues salvo Li
Kekiang, doctor en Economía y Bo Xili, licenciado en
Literatura y en Periodismo, y alguna otra excepción, todos
son ingenieros en distintas especialidades.

Lo que bien puede significar una especial
formación mental tecnológica al afrontar los
problemas de la economía china, sus gigantescas
inversiones en infraestructuras, bien sean ferroviarias con
enormes inversiones en nuevas locomotoras y trenes de alta
velocidad, de autopistas y carreteras, generación de
energía eléctrica con construcción de veinte
nuevas centrales nucleares, el problema energético con
recursos hidroeléctricos con la presa de "Las tres
Gargantas" (la mayor del mundo ), etc., fuera ya de
consideraciones políticas de control del partido, que esas
son inamovibles,

De esas cuatro figuras que han ascendido, en abril de
2009, parece que Xi Jinping cuenta entre los miembros de la
quinta generación, con las mayores posibilidades para que
en el XVIII Congreso del Partido, 2012, sea el sucesor de Hu
Jintao.

¿QUIÉN ES XI JINPING?

Xi Jinping, de cincuenta y seis años,
también de etnia han, nació en la provincia de
Shaanxi en 1953, cuando su padre era secretario jefe del gabinete
gubernamental, por tanto en el seno de la Nomenklatura china. Es
ingeniero químico. Hombre de gran corpulencia
física, se comenta que físicamente se asemeja a un
jugador de rugby, mide alrededor de 1,90 metros. Es hijo de Xi
Zhongxun (1913-2002), uno de los fundadores de los
ejércitos guerrilleros comunistas del norte de China,
protegiendo la huida de Mao hacia el noroeste durante la Larga
Marcha a mediados de la década de 1930. También
como los otros nuevos componentes del Comité Permanente e
igualmente Bo Xilai, vivieron de niños el frenético
desarrollo del Gran Salto Adelante (1958-1961) y crecieron en la
Revolución Cultural.

Xi conoció la crueldad de Mao a una edad muy
joven, pues su padre que ya había sido encarcelado
brevemente antes, sufrió una segunda purga en
1962

Acusado por Mao de estar involucrado en una
conspiración contra el partido. Acusó a Xi Zhongxun
de promover la publicación de una novela sobre Li Zhidan,
antiguo superior de Mao, para de esta forma rehabilitar la
reputación de otro viejo colega purgado a mediados de los
1950, Gao Gang. El viejo Xi fue destituido de su alto puesto
gubernamental y enviado a trabajar como obrero a una
fábrica, torturado durante la Revolución Cultural,
y en arresto domiciliario hasta 1977.

El joven Xi fue enviado a trabajar en una comuna
agrícola en su provincia natal donde el padre había
sido alto funcionario del partido, forzado a realizar
declaraciones públicas en sesiones de autocrítica
contra su padre, considerado enemigo del pueblo. Su corpulencia
física (se dice que podía cargarse en los hombros
un grueso palo con dos recipientes de 50 kilos de trigo a los
extremos) le ayudó a soportar la dureza del trato cruel al
que fue sometido por la Guardia Roja, como hijo de un miembro de
la pandilla negra enemiga del partido. En su biografía
oficial los años tan duros son presentados como "joven
instruido en la brigada de Liangjiahe".

Posteriormente a esa época convulsa la buena
reputación de su padre entre el campesinado le
posibilitó a ser elegido como candidato a miembro del
partido, luego elegido secretario local del partido, y en 1975
admitido en la Universidad Qinghua de Pekín. En aquellos
años las calificaciones políticas y no los
exámenes académicos eran condiciones básicas
para ingresar en centros académicos de enseñanza
superior. Xi no debía todo a su padre, sino que se
labró una buena reputación con la que
comenzó a forjar su carrera política.

En 1979 obtuvo la titulación de ingeniero
químico, situación coincidente en el regreso de su
padre al poder como gobernador de la provincia de Guandong. La
época de Deng Xiaoping, en la que el mismo había
sido purgado y humillado, trajo la rehabilitación de
tantos líderes del partido que habían sido
sometidos a iguales tratos degradantes.

Aún teniendo en cuenta las propiedades del joven
Xi, con la vuelta de su padre a la nomenclatura, como comentaron
expertos sinólogos, el joven Xi pasaba de pertenecer a la
pandilla negra "a ser uno de los príncipes
herederos".

Destinado al principio a puestos burocráticos de
alto nivel en Pekín, el mismo quiso ser trasladado a
provincias donde desempeñó diversos puestos en
Hebei. Pero donde especialmente se afianzaría su carrera
sería en Fujián en la que permanecería casi
diecisiete años. Fujián es una provincia con un
alto crecimiento económico que se encuentra frente a
Taiwán. Xi ha manifestado que ha pasado en Fujián
"sus mejores momentos".

Xi promovió la mejora de los servicios
públicos para incrementar el comercio entre Fujián
y Taiwán, y naturalmente tras su larga estancia en esa
provincia conoce no sólo teóricamente sino de
primera mano la realidad taiwanesa, pues gran número de
empresas de Taiwán se encuentran establecidas al otro lado
del estrecho, precisamente en Fujián o tienen filiales en
esa provincia. Por ejemplo AU Optronics, la empresa taiwanesa que
se ha convertido en el mayor fabricante de pantallas de
televisión de panel plano TFT-LCD, del mundo. Y la
cuestión de Taiwán es un tema de importancia
capital para el régimen chino, aunque desde la
elección en 2008 como presidente, de Ma Ying- jeou, un
político mucho más hábil, realista y
comprensivo, las relaciones entre ambos lados del Estrecho han
mejorado muy sensiblemente. Ciertamente la situación
política es casi totalmente distinta de la existente con
el anterior presidente Chen Sui-bien, cuando se estuvo cerca de
la guerra. Xi también fue posteriormente gobernador de
Zhejiang y después elevado a un puesto prominente,
secretario del partido en Shanghai.

Existen varios síntomas que parecen evidentes de
la futura promoción de Xi Jinping a la sucesión de
Hu Jintao en 2012: la insistencia mediática y de
propaganda del partido en destacar su papel en la lucha anti
corrupción fu bai, que ha afectado a altas
jerarquías del partido. Entre los elogios volcados hacia
su persona, signo evidente de su promoción, se
señala que cuando fue nombrado en 2007 para el
importantísimo puesto de secretario del Partido en
Shanghai, se hizo notar el soplo de aire fresco que trajo Xi tras
el escándalo de corrupción de su predecesor Chen
Liangyu, quien ha sido investigado por el uso ilegal de 3.200
millones de yuanes (unos 350 millones de euros) de los fondos de
la seguridad social.

Otro síntoma, el presentar la efectividad como
característica básica de su eficiencia. Ma Shang
Jiu Ban, traducido, "resuélvelo", tal es el lema escogido
por Xi. Son sólo dos referencias, pero indicativas de la
promoción de Xi Jinping a la futura jefatura del partido y
del Estado cuando en 2012 pueda suceder a Hu Jintao. La puesta en
escena presenta cierta similitud a la de 2002, cuando Hu Jintao
sucedió a Jiang Zemin.

Breve
conclusión

Como tantas veces ha ocurrido en Occidente las cosas no
se quieren ver como son, sino como se desea que fuesen, (ejemplo
de antaño, Gorbachov y hoy, Obama) pero a pesar de esos
deseos fervientes de columnistas y doctrinarios, en base a los
hechos China no parece que vaya a imitar el modelo
occidental.

La acción de la razón antes que decisoria
ha de ser desenmascaradora dada la inmensa capacidad de nuestra
especie para equivocarse. La moderna China ha presentado
éxitos en lo económico en épocas de bonanza,
y en época de crisis económica como la actual,
parece que existen medidas acertadas para al menos capear el
temporal.

Pero en lo político sin remontarnos a Deng, no
hay dudas sobre la firme decisión continuada desde los
dirigentes de la tercera generación, Jiang Zemin, como de
la cuarta y actual gobernante, Hu Jintao, igualmente parece
evidente en los de la quinta generación ¿Xi Jinping
y compañeros?, del poder del Partido comunista sobre todos
los núcleos de poder, incluido el Estado e incluso su
reforzamiento. Esto sigue siendo la piedra angular del sistema, y
el poner en duda el papel dirigente absoluto del Partido en la
sociedad china actual, no sólo es tabú, sino objeto
de anatema.

– EEUU y China, dueños del mundo (Libertad
Digital – 23/11/09)

(Por GEES – Grupo de Estudios
Estratégicos)

Cuando China despierte el mundo se estremecerá,
había dicho Napoleón. China parece que
empezó a despertarse del sueño de la historia y de
la pesadilla del comunismo a comienzos de los años ochenta
del siglo pasado y lo que hizo fue ponerse a crecer
económicamente a un ritmo no igualado por ningún
otro país durante tanto tiempo, porque la carrera
continúa. Lo hizo con un capitalismo sui generis, envidia
de otros subdesarrollados autoritarios, que quisieran la
zanahoria sin soltar el palo. El palo es un régimen
nominalmente comunista, con partido único que pretende una
continuidad inconsútil con sus fuentes
marxistas-leninistas y hasta una cierta rehabilitación de
la figura de Mao, contra el que se levantó el original
híbrido que es el sistema actual. Nada es fácil de
explicar en ese extraño conglomerado, pero la persistencia
de la pata política del despótico régimen
que tantas vidas costó la justifican sus responsables en
términos de estabilidad, considerada como una
condición necesaria para el progreso económico
cuyos éxitos son tan visibles, pero de manera menos
cacareada mas mucho más importante, como un requisito
indispensable para la supervivencia misma de China. En su
milenaria historia el inmenso país ha tenido muchos
momentos de descomposición y las, de otra manera,
incontrolables tensiones de la salida del comunismo y del
crecimiento desbocado, con la exacerbación de las
desigualdades, podrían dar al traste con la unidad del
Estado. Tras este razonamiento práctico se ocultan los
intereses de la oligarquía que a través del partido
gobierna el país, beneficiándose de sus
éxitos económicos, y la incapacidad de encontrar
otra forma de legitimación que no los destruya a ellos
mismos y socave la sacrosanta estabilidad contra la que se
volverían si sintieran la amenaza de verse
desposeídos. Nada garantiza, claro está, que este
equilibrio pueda mantenerse indefinidamente y no hay
ningún atisbo de que los que tienen la sartén por
el mango piensen en la evolución de todo el
tinglado.

El despertar económico lleva aparejado el
renacimiento de antiguas reivindicaciones y la ambición a
un papel internacional conmensurable con su nueva
situación. La antigüedad en China se mide en miles de
años y esa viejísima historia nos dice que en todas
las fases de unidad y esplendor el imperio interno ejerció
una efectiva hegemonía en toda el Asia oriental y
suroriental. Los líderes actuales son conscientes de lo
poco vendible que es esa reivindicación actualmente y
eluden declaraciones hirientes, dejando que las realidades del
poder dejen sentir su peso de manera eficaz. Más cautos,
si cabe, se muestran con respecto a un futuro más lejano y
a un ámbito planetario, pero los pasos que van dando son
inequívocos y por lejana que pueda estar la meta China
pretende ya desde ahora no ser menos que nadie y sin duda, cuando
llegue el momento, estar en condiciones de ser más que
cualquiera. Lo primero, la recuperación de posiciones
históricas regionales, significa apartar de hecho todo
obstáculo que le puede impedir asegurarse la cortés
pleitesía de todos sus vecinos y el disfrute de una
tácita esfera de influencia. Esto va de suyo y el objetivo
diplomático sería ir poco a poco dejándolo
fuera del ámbito de lo negociable.

El papel a escala mundial va para más largo y no
se plantea más que de forma negativa: no se le puede
exigir a China que renuncie a nada que otros tengan. Ha dado ya
muchos pasos en el ancho mundo. La penetración
económica en África puede ya calificarse de
espectacular y progresa más que adecuadamente en
América Latina. Pero su mayor éxito puede que pase
desapercibido por demasiado obvio. No se trata de
implantación geográfica, sino mental. Es ya lugar
común en todos los continentes, islas e islotes que China
es número dos y avanzando continuamente posiciones en
dirección al número uno. Algo ha cambiado en el
mundo cuando grandes prebostes americanos tanto de la ciencia
política y los estudios internacionales como del ejercicio
del poder dicen ya que nada de G-7, G-8 o G-20. Que lo que hace
falta en el mundo, o sea, para Washington, es un G-2.

Imbuido de ese espíritu, Obama ha llevado su
legendario encanto a pasear por la Gran Muralla y sus
aledaños, sólo para comprobar lo insensibles que
son los gobernantes de la zona a lo que fascina a las masas.
Aunque los derechos humanos hayan recibido una ligera
mención en sus manifestaciones públicas, cara a su
propia galería, Obama se los ha tragado en el trato con
los gerifaltes, que consideran el tema de pésimo gusto. La
prioridad de las prioridades era la cuestión de la moneda,
que las autoridades de Pekín manipulan descaradamente para
mantener siempre muy por debajo de lo que debería ser su
verdadero valor de mercado en una cotización libre. Esta
es probablemente la segunda causa mundial de la actual crisis
económica y un gran obstáculo a la
recuperación en los Estados Unidos, pero ni en éste
ni en otros puntos las buenas palabras de Obama han merecido
concesiones por parte de sus interlocutores. El viaje sólo
ha servido para confirmar esa posición de número
dos que Washington confiere al país asiático, sin
que éste haya tenido que poner nada por su
parte.

– El Consenso de Pekín: ¿un nuevo modelo
para los países en desarrollo? (ARI) – (Real Instituto
Elcano – 31/7/09)

(Por Enrique Fanjul – ARI 122/2009)

Tema: El presente ARI estudia hasta qué punto
existe un modelo chino de desarrollo que se pueda presentar como
una vía para los países en desarrollo, una
vía alternativa a los planteamientos que han sido
predicados en las últimas décadas desde organismos
internacionales y otros agentes de los países
occidentales.

Resumen: El modelo chino de desarrollo, lo que
podría denominarse el Consenso de Pekín, tiene
cinco componentes clave: capitalismo de Estado, gradualismo,
apertura al exterior, autoritarismo político y capacidad
de innovación y flexibilidad. Sin embargo, el caso de
China presenta unas particularidades, en especial en lo referente
a su sistema político, que lo hacen difícilmente
exportable, aunque la experiencia china puede ofrecer algunas
lecciones de utilidad a otros países.

Análisis: Una de las diversas consecuencias que
puede tener la actual crisis financiera puede ser la emergencia
de un "modelo chino" para los países en desarrollo, un
Consenso de Pekín que éstos vean como una
alternativa política a unos planteamientos cuya
expresión más destacada fue el famoso Consenso de
Washington, que han quedado seriamente desprestigiados con las
turbulencias de estos tiempos.

El atractivo de este modelo chino se está viendo
impulsado por dos hechos. En primer lugar, por la crisis
económica, que está teniendo consecuencias
devastadoras para los países en los desarrollo pero de
cuyas causas éstos no se consideran responsables. La
crisis tiene su origen en los países industrializados, en
la codicia de muchos agentes económicos y en la
ineficiencia de los sistemas de control por parte de las
autoridades económicas.

En segundo lugar, el atractivo del modelo chino se basa
en los espectaculares resultados que ha tenido. En una
perspectiva a largo plazo, China, con una tasa anual media de
crecimiento de un 10% durante las tres últimas
décadas, ha protagonizado la mayor revolución
económica en la historia de la humanidad, en el sentido de
que nunca hasta ahora se había registrado un proceso por
el cual un colectivo tan grande de población hubiera
cambiado sus condiciones materiales de vida de una forma tan
intensa en un período de tiempo tan corto.

Por otra parte, en una perspectiva a corto plazo, la
economía china ha sufrido los efectos de la crisis, pero
en menor medida que otros países. Se ha producido una
sensible desaceleración de su crecimiento, pero no tan
intensa como en otras partes del mundo. Además, China, que
entró relativamente tarde en la crisis, puede ser uno de
los primeros países en salir de ella. Diversos indicadores
apuntan efectivamente a una cierta mejora en la evolución
de su coyuntura económica en la primera mitad de 2009
(subida de la Bolsa, aumento del crédito bancario).
Informes recientes de organismos internacionales han comenzado a
revisar al alza las previsiones de crecimiento de China. En junio
de 2009 el Banco Mundial ha pronosticado una tasa de crecimiento
para el presente año del 7,2%. La tasa de crecimiento de
China ha bajado como consecuencia de la crisis, pero es una tasa
que resulta envidiable en comparación con la de gran parte
de las economías mundiales.

Si China añade a sus logros de los últimos
30 años un mejor comportamiento ante la crisis y, sobre
todo, si logra salir antes de ella, el Consenso de Pekín
recibirá un respaldo de gran valor ante muchos
países en desarrollo, que están cansados de recibir
durante años lecciones sobre lo que deberían hacer
y las medidas que tendrían que aplicar desde unos
países industrializados y unos organismos internacionales
a cuyos errores e ineficiencia se puede atribuir la
responsabilidad de la mayor crisis económica de las
últimas décadas.

Los componentes del Consenso de Pekín

¿Cuáles son los elementos que conforman
este Consenso de Pekín? Se podrían señalar
cinco componentes fundamentales: (1) el "capitalismo de Estado";
(2) el gradualismo en la política de reformas; (3) un
modelo abierto hacia el exterior, hacia el comercio internacional
y las inversiones extranjeras; (4) el autoritarismo
político; y (5) una gran capacidad de flexibilidad y
adaptación ante las circunstancias.

En primer lugar, el "capitalismo de Estado", entendiendo
por tal un sistema económico en el que el Estado tiene una
presencia decisiva, tanto a través de la existencia de
empresas públicas y de empresas teóricamente
privadas pero con fuertes vinculaciones con el poder
político, como de su intervención sobre la
economía a través de regulaciones y
"recomendaciones".

El poder político no se limita pues a un papel
subsidiario, supervisor, en el que se supone que el mercado tiene
el papel central, sino que ejerce un papel de "liderazgo",
estableciendo prioridades y objetivos y dirigiendo al sistema
económico hacia la consecución de los mismos. Por
ejemplo, durante los primeros meses de 2009 el crédito
bancario registró un fuerte crecimiento en China y ello se
debió en buena medida a las instrucciones que dio el
gobierno a los bancos a tal efecto y que éstos siguieron
de forma disciplinada.

En segundo lugar, el gradualismo en la política
de reformas. Este ha sido uno de los rasgos básicos del
modelo chino desde que se adoptó la política de
reforma hace más de 30 años: los cambios, las
reformas, se realizan gradualmente, poco a modo, frente al modelo
de big bang que se aplicó en muchos países de
Europa del Este tras la caída del comunismo y que supuso
liberalizaciones bruscas de precios y privatizaciones masivas,
con unos costes sociales de inflación y desempleo muy
altos, aparte de servir en muchos casos para crear una nueva
oligarquía económica que, gracias a sus conexiones
políticas, se hizo con el control de las empresas
privatizadas.

La reforma se inició en China en el sector
agrario, restableciendo un sistema productivo basado en la
explotación familiar. Con frecuencia una determinada
medida de reforma ha sido sometida a una experimentación
previa, aplicándola primero de forma limitada, en ciertos
sectores o zonas; después, cuando se ha comprobado su
eficacia, y se han introducido los ajustes que se han considerado
convenientes, la medida ha sido aplicada en el conjunto de la
economía. Así, por ejemplo, las zonas
económicas especiales fueron lanzadas a principios de los
años 80 para experimentar con las inversiones extranjeras
(tanto para experimentar sus efectos como las políticas
más adecuadas para atraerlas). Posteriormente, la apertura
a las inversiones extranjeras y los incentivos se extendieron a
toda China.

Prudencia, gradualismo y cambios paulatinos: éste
es uno de los componentes más característicos del
modelo chino de desarrollo en la era de la reforma.

En tercer lugar, el modelo chino es un modelo abierto
hacia el exterior, hacia el comercio internacional y las
inversiones extranjeras. Uno de los elementos más
centrales de la reforma china ha sido la apertura al mundo
exterior, al que China comprendió que tenía que
dirigirse para adquirir tecnología avanzada,
métodos de gestión modernos, conocimiento y
capitales. Con el gradualismo que en general ha caracterizado sus
reformas, China ha ido poco a poco integrándose en la
economía internacional, en la que es hoy en día uno
de los principales exportadores e importadores y uno de los
principales receptores de inversiones extranjeras, al mismo
tiempo que se está convirtiendo en uno de los principales
inversores en el exterior.

China, pues, apostó desde que se adoptó la
política de reforma por planteamientos de desarrollo
abiertos hacia el exterior, hacia la integración en la
competencia internacional, siguiendo en este sentido la
línea de otras economías asiáticas de su
entorno, frente a planteamientos autárquicos o de
sustitución de importaciones que en épocas pasadas
tuvieron un destacado predicamento entre los países en
desarrollo. En todo caso, ese proceso de apertura, en
línea con lo que ha sido la reforma, se ha llevado a cabo
de forma gradual, como hemos señalado, y la apertura al
exterior de China tiene todavía un largo recorrido por
delante.

En cuarto lugar se encuentra uno de los aspectos que
puede ser más controvertido y más difícil de
analizar y valorar: el autoritarismo político. El poder
del Partido Comunista Chino sigue siendo, y lo será por
mucho tiempo, dominante e incuestionable. Muchos analistas han
pronosticado en el pasado que el modelo chino era inviable, que
no se podía avanzar por el carril de la reforma
económica sin avanzar por el de la reforma
política. Sin embargo, China ha demostrado la falta de
validez de la denominada "teoría de los dos carriles": el
país ha experimentado una profunda revolución
económica sin que los fundamentos del sistema
político hayan cambiado.

Hay un matiz que es importante a este respecto: lo
anterior no significa inmovilismo. Desde el punto de vista de las
libertades, la China de hoy en día es muy distinta a la
China de antes de la reforma. Los ciudadanos chinos disfrutan de
un grado de libertades personales incomparablemente mayor que el
que tenían hace 20 ó 30 años. La libertad de
expresión, la capacidad de crítica, también
se ha ido expandiendo.

La forma de ejercer el poder por parte del Partido
Comunista también ha cambiado. Hasta fines de los
años 80 el poder se caracterizaba por el peso decisivo y
dominante de un gobernante supremo: primero fue Mao,
después Deng Xiaoping. Sin embargo, desde la muerte de
este último la figura del gobernante supremo se ha
desvanecido. El poder es más colegiado. En el
núcleo central del Partido se han desarrollado facciones
que compiten por la influencia política y defienden
planteamientos diferentes.

Como en la economía, el cambio político ha
sido gradual, continuará en el futuro y posiblemente China
se encontrará un día con que, por fin, se puede
considerar como una sociedad democrática.

Durante las tres décadas de la era de la reforma
ha habido una estrecha correlación entre crecimiento
económico e inserción exterior, por un lado, y
progreso de las libertades y de la democracia, por otro. En el
futuro el crecimiento económico, el avance en la
inserción internacional de China, irán
previsiblemente acompañados de progresos en los derechos
humanos y en las libertades y, en un momento dado, darán
paso a un sistema democrático.

En este proceso desempeñará un papel
central el Partido Comunista. El Partido Comunista chino mantiene
una amplia base de legitimidad ante la población,
legitimidad basada en dos grandes factores. Uno lo
podríamos considerar como histórico: el Partido
Comunista ha sido la fuerza política que reunificó
el país, terminó con las agresiones exteriores y
con su debilidad, transformando a China en una potencia respetada
en el mundo. El segundo gran factor de legitimidad es el
económico, y está asociado con la política
de reforma que ha sido lanzada y dirigida por el Partido
Comunista.

Finalmente, el quinto elemento del modelo chino es
quizá menos conocido y mencionado: se trata de su gran
capacidad de flexibilidad y adaptación ante las
circunstancias, en la que ha radicado una de las claves del
éxito económico de China.

Hace algunos años, por ejemplo, China
tenía un grave problema bancario. Los bancos estaban
cargados de deudas "malas" y abundaban los pronósticos de
que el sistema económico iba a saltar debido a la crisis
del sistema financiero. El gobierno reaccionó y
tomó una serie de medidas (como crear
compañías especiales para absorber los activos
tóxicos). En unos años la situación del
sistema bancario cambió de forma radical y el resultado ha
sido que, en la actual crisis financiera internacional, la banca
china ha mostrado una notable solidez.

Se podrían mencionar muchos otros ejemplos de
esta capacidad de innovación y adaptación, como la
rapidez con la que China reaccionó ante la crisis actual:
fue una de las últimas economías que se vio
afectada por la crisis y, sin embargo, una de las primeras en
adoptar un gran paquete de inversiones en
infraestructuras.

Por otra parte, es interesante fijarse en cómo
China está aprovechando la actual crisis para favorecer
una reestructuración de su economía, mediante la
potenciación de sectores tecnológicamente
avanzados, de forma que la economía se mueva hacia
segmentos de más valor añadido en la cadena
productiva. En una entrevista en la revista Business Week
(5/VI/2009), el secretario del Partido Comunista de la provincia
meridional de Guangdong, Wang Yang, hacía una amplia
exposición de la ambiciosa reestructuración que la
provincia ha puesto en marcha a raíz de la crisis, con el
fin de reducir el peso de los sectores industriales basados en
bajos costes, desplazándolos hacia las provincias del
interior de China, en favor de actividades de servicios e
industriales de alto valor añadido. Wang trazaba una
analogía con lo que ha sido la relación entre Hong
Kong y Cantón: "Durante 30 años, la relación
entre Hong Kong y Guangdong ha sido la de la "tienda en la parte
de delante" y la "fábrica en la parte de atrás".
Hong Kong era la tienda y Guangdong la fábrica. Ahora,
Guangdong espera ser la tienda y espera que las regiones del
centro y Oeste de China sean la fábrica. Guangdong
debería moverse a las dos puntas de la cadena industrial:
concentrarse en investigación y desarrollo, diseño,
marketing y venta, en la fase inicial del proceso productivo, y
en logística en la fase de terminación".

¿Es exportable el modelo chino?

Para muchos países en desarrollo el modelo chino
presenta un indudable atractivo. China, por un lado, ha
protagonizado una espectacular revolución económica
y un gran proceso de crecimiento y mejora del bienestar. El
éxito que ha obtenido en determinados temas concretos,
como la captación de inversiones extranjeras, es un motivo
de admiración e interés para muchos países
en desarrollo. La experiencia china también puede aportar
algunas lecciones negativas, sobre lo que no se debe hacer. Por
ejemplo, sobre los efectos que han tenido algunas distorsiones
que se han mantenido durante un largo período de tiempo:
el mantenimiento de bajos tipos de interés y de precios
subsidiados para la energía han favorecido el consumo
ineficiente de energía, así como altos niveles de
contaminación y emisiones de gases.

Por otro lado, ha sido capaz de mantener en
líneas generales la estabilidad política y social.
El atractivo del modelo chino, como se señalaba al
principio, se ha visto reforzado con la actual crisis
económica internacional, que ha puesto en entredicho las
supuestas políticas ortodoxas predicadas en las
últimas décadas desde el mundo occidental, y en
especial desde los organismos internacionales.

La cuestión que se plantea es si este modelo
chino de desarrollo es exportable, si se puede considerar que
representa un esquema político susceptible de ser aplicado
por otros países en desarrollo (al margen del hecho de que
China no ha dado muestras de pretender exportarlo, fiel a uno de
los principios más básicos de su política
exterior que es la no injerencia en los asuntos de otros
países).

En una primera instancia, la respuesta a esa
cuestión es que China tiene una serie de particularidades
de gran importancia, y que por ello no resultaría factible
hablar de un modelo chino que pudiera ser aplicado o seguido por
otros países. Esas particularidades afectan a un aspecto
esencial: el sistema de poder político. Son frecuentes las
simplificaciones a la hora de describir el sistema
político chino, en las que éste es despachado, sin
mayores matices, como una dictadura comunista. Sin embargo, el
sistema político chino tiene unas características
nacionales muy intensas, y profundamente arraigadas en las
tradiciones del país. La República Popular China
creada en 1949 no representó, en contra de lo que
podría deducirse de un análisis superficial, una
ruptura radical con la historia y las tradiciones chinas, sino
que incorporó éstas de forma muy
relevante.

El Partido Comunista tiene en este sentido una
naturaleza distinta a la que ha tenido en otros países
comunistas. No es un partido en el sentido tradicional del
término. En China, el Partido Comunista se integra en la
filosofía confuciana que establece una distinción
entre la clase de los gobernantes y la clase de los gobernados.
De acuerdo con el confucianismo, el gobierno debe ser ejercido
por hombres justos, dotados de una elevada formación
moral, que deben servir de ejemplo para la sociedad, y que
reciben una preparación específica para esta labor.
Son profesionales de la política y de la
administración de la sociedad. Constituyen una
minoría que gobierna por el bien de la mayoría: son
los mandarines de la época del imperio y los cuadros del
Partido Comunista en la época de la República
Popular. Su legitimación descansa en su prestigio moral,
no en un sometimiento a unas normas determinadas o a unos
procedimientos de acceso al poder, como serían unas
elecciones.

En suma, el sistema político de China es
profundamente "chino". El proceso de reforma de los
últimos 30 años está íntimamente
asociado con el papel que han desempeñado los dirigentes
políticos chinos, comenzando por Deng Xiaoping, que fue el
principal artífice e impulsor de la política de
reforma. La evolución de China no se puede entender sin
ese papel de los líderes políticos, determinado por
unas tradiciones arraigadas en la sociedad desde hace siglos, y
muy particulares de China. Por ello es por lo que el modelo chino
resulta difícilmente "exportable".

Conclusiones: Se puede descartar en principio la idea
una supuesta vía china al desarrollo que pudiera
presentarse como una alternativa para otros países, pero
sí hay algunas lecciones que la experiencia china puede
ofrecer. En concreto tres serían las lecciones
básicas:

El gradualismo y la prudencia en la política de
reformas, tanto en el campo económico como en el
político.

Una orientación liberalizadora y de apertura al
exterior en política económica. Es decir, una
apuesta clara por las fuerzas del mercado, las privatizaciones,
la competencia y la disciplina internacional.

El mantenimiento de un gobierno fuerte que interviene
activamente, y a través de múltiples cauces, en la
gestión de los asuntos del país.

(Enrique Fanjul – Antiguo consejero comercial de la
Embajada española en Pekín, antiguo presidente del
Comité Empresarial Hispano-Chino y autor de tres libros
sobre China)

– Ocho claves para comprender la República
Popular China (ARI) (Real Instituto Elcano –
18/9/09)

(Por Enrique Fanjul – ARI 132/2009)

Tema: El 1 de octubre de 2009 se celebra el 60
aniversario de la fundación de la República Popular
China (RPC).

Resumen: El propósito de este ARI es exponer, de
forma sintética, los aspectos clave que han configurado y
que permiten comprender lo que ha significado la República
Popular China. Hemos identificado ocho elementos clave para
comprender la RPC:

La existencia de dos etapas marcadamente diferenciadas
en la evolución de la RPC: la maoísta (1949-1978) y
la etapa de la reforma (1978-2009).

La relación con el exterior, con una tendencia al
aislamiento en la etapa maoísta y un proceso de apertura
durante la etapa de la reforma.

La figura de Mao Tse-tung, el fundador de la RPC y su
líder durante sus tres primeras décadas.

La figura de Deng Xiaoping, el líder y gran
artífice de la era de la reforma.

El peso de las tradiciones milenarias en la
configuración y funcionamiento de la RPC.

El liderazgo del Partido Comunista, como factor clave
del gobierno y la evolución del país, un liderazgo
que previsiblemente se mantendrá en el futuro.

La gran transformación económica de China
en los últimos 30 años, en lo que puede ser
considerada como la mayor revolución económica de
la Historia.

El cambio político, que con frecuencia no es
percibido de forma correcta desde el exterior, pero que es
probable que a largo plazo lleve a China a una transición
gradual a un régimen democrático.

Análisis: En la perspectiva histórica la
emergencia de China se situará, con toda probabilidad,
como de uno de los hechos más importantes, si no el
más importante, del siglo XXI. Esta China que se ha
consolidado como una gran potencia mundial, y un agente decisivo
en los asuntos internacionales, lo ha hecho en el marco de una
República Popular fundada oficialmente en 1949 bajo la
dirección del Partido Comunista.

En una evolución que durante estas seis
décadas ha sido ciertamente compleja, repleta de cambios y
acontecimientos, hemos identificado ocho factores o claves
esenciales que servirían para comprender el significado de
la República Popular China.

(1) Dos etapas diferenciadas: del maoísmo a la
era de la reforma

Las seis décadas de vida de la República
Popular China (RPC) se pueden dividir en dos grandes etapas,
profundamente distintas la una de la otra. No debe haber muchos
casos en los que un país, manteniendo el mismo
régimen, el mismo partido gobernante, ha llevado a cabo un
cambio tan radical de orientación, y en tan corto
período de tiempo, como el que realizó la RPC a
fines de los años 70 del siglo XX.

Cada etapa está marcada de forma decisiva por el
sello de la personalidad que ejerce el papel de gobernante
supremo.

La primera etapa comprende los primeros 30 años
de la RPC, hasta 1978. Es la que podemos llamar la "etapa
maoísta", dominada por la figura de Mao Tse-tung. En esta
etapa las prioridades son "políticas": la
transición acelerada al comunismo, la lucha de clases, las
campañas con las que Mao tensa a la sociedad y elimina a
los que considera sus oponentes. Esta politización llega a
sus máximas cotas en la última década de
vida de Mao, con la Revolución Cultural.

En economía, y tras sentar las bases de una
economía socialista en los primeros años 50, la
prioridad de la etapa maoísta está en la industria
pesada y en la colectivización de la agricultura a
través de las comunas. En las relaciones exteriores, el
comercio tiene un valor residual, y las inversiones extranjeras
(y por supuesto las inversiones chinas en el exterior) son
prácticamente inexistentes. En política
internacional la evolución de China es hacia un progresivo
aislamiento, por un lado, y crecientes conflictos, por otro. El
régimen comunista se encuentra en una primera etapa con el
rechazo de buena parte de la comunidad internacional. Con el
tiempo termina chocando incluso con su principal aliado, la
Unión Soviética. Las relaciones internacionales de
China se deterioran de forma progresiva, y en la década de
los 60 libra una guerra fronteriza con la India y tiene graves
enfrentamientos militares con la URSS. El aislamiento,
político y económico, llega a sus cotas
máximas con el estallido de la Revolución
Cultural.

La nueva etapa de la reforma, que se inicia en 1978,
supone una ruptura radical en la orientación de la
República Popular. El sello personal corresponde ahora a
Deng Xiaoping, el nuevo gobernante supremo de China, que ha
pasado a la Historia como el artífice e impulsor de la
política de reforma.

Con la reforma la prioridad deja de estar en cuestiones
políticas, y pasa a ser la economía, la
modernización del país. El sistema económico
socialista empieza a ser liberalizado y se encamina hacia pautas
capitalistas (aunque con una fuerte intervención estatal).
En la agricultura se suprimen las comunas. El aislamiento da paso
a una decidida política de apertura al comercio, las
inversiones y una amplia serie de intercambios con el exterior
(desde el turismo al envío de estudiantes a otros
países).

Las relaciones internacionales de China se vuelven menos
conflictivas y más pacíficas. La República
Popular adquiere un amplio reconocimiento internacional y busca
un marco de relaciones estable con el resto del mundo, y en
primer lugar sus vecinos, en aras de ese gran y central objetivo
nacional que es la modernización y el crecimiento
económico.

(2) Del aislamiento a la apertura al exterior

Probablemente, en la evolución de la RPC el
elemento más trascendental de todos, para China y para el
resto del mundo, es el desarrollo de su relación con el
exterior. En este tema, por otro lado, se manifiesta de manera
radical la dualidad entre las dos etapas que hemos mencionado en
el punto anterior.

Tras la tendencia al aislamiento de la etapa
maoísta, China inicia en la etapa de la reforma un proceso
voluntario de integración en la comunidad internacional
que rompe una tendencia al aislamiento que trasciende ampliamente
la República Popular: con la reforma, China rompe una
tendencia al aislamiento que existía desde hace
siglos.

Efectivamente, hasta principios del siglo XIX China se
mantuvo voluntariamente aislada. El país se abrió
al exterior en el siglo XIX. Pero esta apertura fue forzada,
impuesta por otras potencias mediante la fuerza de las armas. La
historia del siglo XIX contiene una sucesión de cesiones y
derrotas frente a las potencias occidentales y Japón. Poco
a poco China fue perdiendo el control sobre partes de su
territorio. Durante más de 100 años, pues, el
contacto con el exterior fue una fuente de recelo y
resentimiento.

El régimen comunista implantado en 1949
asumió desde su nacimiento un marcado componente
nacionalista. La reunificación de China y la
recuperación de la soberanía nacional -con las
excepciones de Hong Kong, Macao y Taiwán- constituyeron el
primer gran logro de la nueva China. Sin embargo, y como
señalamos en el punto anterior, la tendencia al
aislamiento vuelve a ser dominante en la etapa
maoísta.

Con la política de reforma la máxima
prioridad pasa a ser el crecimiento económico, y la
actitud de China hacia el mundo exterior experimenta con ello un
cambio radical. El país se abre al comercio y las
inversiones. China se ha convertido en la actualidad en uno de
los primeros exportadores e importadores del mundo, en uno de los
primeros destinos de inversiones extranjeras y en los
últimos años se ha convertido igualmente en un
destacado inversor en el exterior.

En suma, la interrelación de China con el mundo
exterior –probablemente el elemento más decisivo de
la política de reforma, como hemos apuntado
anteriormente– ha dado un salto espectacular en los
últimos 30 años, rompiendo una tendencia al
aislamiento que había marcado al país durante
siglos.

(3) Mao, el fundador de la República
Popular

Mao Tse-tung, fundador de la República Popular,
el líder del Partido Comunista y del país durante
varias décadas, es una figura clave para comprender la
evolución de China en estas seis décadas, y
también la China actual.

La figura de Mao no es única. Hubo a lo largo del
tiempo varios Mao, diferentes e incluso contradictorios entre
sí en su actuación política y en su
pensamiento. Depende de cuál sea el Mao que consideremos,
su herencia ha desaparecido o, en contra de lo que podría
deducirse de la observación superficial de China, sigue
estando presente de forma importante.

El Mao cuya herencia ha resistido menos el paso del
tiempo es el más próximo cronológicamente,
el de los últimos 20 años de su vida. Es la
época en la que Mao asumió posturas de izquierdismo
radical y lanzó campañas como el Gran Salto
Adelante y la Revolución Cultural, que tuvieron efectos
devastadores sobre China y la aislaron del exterior.

La herencia en China de este Mao izquierdista se ha ido
difuminando poco a poco. Desde 1978, la reforma ha supuesto el
abandono de consignas igualitaristas, se ha reducido enormemente
el peso de las campañas políticas, se ha favorecido
el consumo y el nivel de vida de la población. China se ha
ido integrando crecientemente en la comunidad
internacional.

Todos estos desarrollos son radicalmente opuestos a la
política de radicalización izquierdista,
implantación acelerada del comunismo y campañas
continuas de movilización, que Mao propugnó desde
1957 hasta su muerte en 1976.

Sin embargo, la personalidad de Mao no se limita al Mao
izquierdista de las últimas dos décadas de su vida.
Existe otro Mao, cronológicamente anterior, cuya figura
está estrechamente unida a la gran revolución china
del siglo XX, la revolución que culminó en la
implantación de la República Popular en
1949.

Mao Tse-tung fue, desde mediados de los años 30,
el principal dirigente del Partido Comunista, el líder
indiscutible, su primer intérprete ideológico y,
por tanto, el responsable clave de la gran revolución que
el Partido protagonizó.

El Partido Comunista estableció en 1949 una
República Popular que tenía una serie de rasgos
esenciales -unificación del país, independencia
exterior y defensa de la soberanía nacional, dominio del
poder por el Partido Comunista, etc.- que sí permanecen
vigentes en la China actual.

Hay pues dos perspectivas para evaluar la herencia de
Mao en la China de nuestros días. Una es la perspectiva
del Mao radical e izquierdista, impulsor de una línea
política que llevó a China, sobre todo a partir de
1957, a una serie de campañas que trajeron al país
desorden, hambre, sufrimiento, muertes y persecuciones. Desde
esta perspectiva, poco es lo que ha quedado de herencia de
Mao.

La otra perspectiva es la del Mao que dirigió la
gran revolución china del siglo XX. La herencia de este
Mao no ha desaparecido, sino que forma parte de la
configuración de la China de nuestros días y
previsiblemente se mantendrá vigente durante un largo
período de tiempo.

(4) Deng, el pragmático que reformó
China

Si Mao fue el fundador de la República Popular
China, la figura de Deng está asociada de forma
determinante a la era de la reforma que se inició a fines
de los años 70 del siglo pasado.

En la biografía de Deng Xiaoping hay dos rasgos
cruciales para comprender su comportamiento:
confucianismo-leninismo y pragmatismo.

Por un lado, Deng ha sido un genuino representante del
llamado "confucianismo-leninismo", es decir, un nacionalista
chino que vio en el comunismo, y en especial en el leninismo, un
instrumento útil para la regeneración de su
patria.

El segundo gran rasgo de la biografía de Deng es
su encuadramiento en la línea pragmática del
Partido que, desde fines de los años 50, se
enfrentó a la línea radical de Mao y sus
seguidores. Desde los inicios de su militancia política,
Deng se caracterizó por defender posturas que se
podían calificar de realistas y moderadas. Cuando Mao
comenzó a formular sus nuevas teorías izquierdistas
a partir de 1956, Deng se alineó con los que
defendían la prioridad del crecimiento económico y
de la modernización. Cuando asumió el papel de
gobernante supremo de China, éstos fueron sus objetivos
prioritarios.

Desde 1978 Deng Xiaoping fue el hombre que
dirigió los destinos de China, y su vida y su obra se
confunden con la historia de la nueva etapa de reforma y apertura
al exterior. En ésta, el principal punto oscuro es la
crisis y matanza de Tiananmen de 1989, cuya responsabilidad ha
quedado en gran medida adscrita a la figura de Deng.

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