El pensamiento
filosófico-social de Mariátegui y su
determinación marxista ha sido estudiado por muchos
autores, incluyendo especialistas de trascendencia universal. Se
han escrito diversos tratados
biográficos, ensayos y
otros trabajos especializados que de una forma u otra penetran en
el pensamiento filosófico del Amauta. En algunos casos su
abordaje, más que ir a la definición del filosofar
de Mariátegui, se dirige a la exposición
de fuentes o
influencias para fijar las "inconsecuencias" marxistas y las
"huellas" de las filosofías no marxistas presentes en
él. Otros han intentado atribuirles una suerte de
eclecticismo filosófico.
A partir de estos y otros enfoques, no han faltado
consideraciones que detectan en su pensamiento momentos
voluntaristas, subjetivistas e incluso irracionalista. En gran
medida estas suposiciones y rótulos se extraen de las
propias citas del discurso de
Mariátegui, o de sus criterios sobre los filósofos por los que ha transitado en sus
estudios.
Gran parte de estas conjeturas y tesis,
responden a lecturas que enfatizan más en la letra
inmóvil, fuera de contexto, que en el espíritu
general que anima su pensamiento.
Además del hecho de tomar determinadas
categorías acríticamente, sin detenerse en el
significado y sentido con que operan en el discurso del pensador
peruano.
También existen autores que se esfuerzan
más en el espíritu creador del marxismo de
Mariátegui y escrutan en la verdadera connotación
de sus conceptos y categorías, destacando ante todo su
carácter abierto a las adquisiciones del
saber universal, a partir del hecho de ser un pensamiento
afincado en la realidad y con ímpetu de acceder a ella en
busca de la verdad. Estos enfoques –en mi criterio -muy
acertados, en algunos casos se exceden a tal punto que
hiperbolizan la originalidad del pensador y lo presentan con una
creatividad de
tal magnitud, que resulta ausente de todo principio y presupuestos
asimilados.
Es indiscutible –y esto lo señalan muchos
autores- el carácter no sistemático de la
formación del Amauta y la asimilación del marxismo
no siempre en sus fuentes, sino a través de otros autores,
etc. lo cual incide de un modo u otro en su aparato
catagorial.
Sin embargo, en mi criterio, si ciertamente no invalido
los caminos seguidos, me parece que una arista poco investigada,
reside en la especificidad de su pensamiento filosófico
social y su concreción en la visión del socialismo, es
decir, en las propias características sui géneris
en que se cualifica su pensamiento y su acción.
Cualidad que determina un estilo de pensamiento y un modo propio
de aprehender nuestra realidad.
Mariátegui no fue un filósofo profesional,
sino un pensador cuya obra está mediada por su
orientación artístico-literaria que desde
época temprana de su evolución, despierta con fuerzas inusitada.
Esto determina que su obra ensayística, tanto de naturaleza
sociológica, como política, junto a las
expresiones conceptuales del lenguaje
aparezcan con las imágenes y
otras expresiones de corte literario que imprimen al discurso sus
particularidades.
Pero esta especificidad cualitativa no es la
determinante ni la que define su pensamiento filosófico
social. Su pensamiento –ya sabemos, de filiación
marxista- no se funda en tanto tal, ni en la ontología, ni en la gnoseología,
aunque lógicamente, los emplea e incluye, sino en la
axiología. Su cosmovisión
filosófica-social, se centra en el hombre y la
actividad humana y prioriza las dimensiones valorativa y
práctica. Por eso siempre cuando se dirige a la realidad
no la mira como cosa en sí, sino en relación con el
hombre. No le
interesa tanto qué son las cosas, sino ante todo, las
necesidades e intereses sociales que satisfacen, para qué
le sirven….
Esto, por supuesto, sigue la línea del
pensamiento latinoamericano, de fuerte arraigo humanista
–antropológico. Pero en el caso de
Mariátegui, no se trata sólo de continuidad, sino
además, de ruptura. El humanismo
marxista que propugna, concibe al hombre como sujeto creador y
portador de la práctica social. Un ser
socio-históricamente determinado, cuya "personalidad"
(…) no se realiza plenamente, sino cuando sabe ser superior a
toda limitación"[1].
Este modo de concebir la realidad, a partir de un
humanismo dialéctico historicista que capta la realidad
subjetivamente, muy cercano y coincidentes con el espíritu
de las Tesis sobre Feuerbach de Marx, y la
concepción de Labriola y Gramsci, del marxismo como
filosofía de la praxis, otorga
estatus especial al pensamiento filosófico de
Mariátegui[2]
No comparte el ontologismo intelectualista desarrollado
por una versión del marxismo, y sin rechazar la
determinación de la realidad objetiva y el
condicionamiento social del hombre, entiende que "la facultad de
pensar la historia y la facultad de
hacerla o crearla, se identifican"[3].
Identificación que explica del proceso mismo
constructivo de la praxis social, del propio proceso de la
producción humana en correspondencia con
las necesidades e intereses que impulsan su actividad
creadora.
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