- El sentido
del olfato - La
aparición de la industria del perfume - Técnicas de
extracción del perfume - La
elaboración del perfume - Un envase
digno de un gran perfume - Ingredientes de
perfumería - Extracción de
fragancias - Tipos de
perfumes - Historia
del perfume - El
desarrollo de la cosmética - El perfume
en la actualidad
El sentido del
olfato
Gracias a los sentidos nos
comunicamos con el mundo. Podemos carecer de alguno de ellos,
pero si es así, se produce una inevitable
desconexión con el exterior. El olfato se ha considerado
siempre el más bajo de los sentidos, del que se puede
prescindir más tranquilamente porque altera nuestra
percepción en menor medida que la vista o
el tacto. Puede ser cierto, aunque sin olfato seríamos
privados de ciertas emociones.
Cuántas veces un aroma nos ha traído el recuerdo de
alguna persona o de una
época.
Esto es debido a que, de todos los sentidos, el
olfato se caracteriza por ser el más rápido en
poner a funcionar nuestro cerebro,
transportándonos a un mundo de emociones y de sentimientos
distintos y más profundos, que el que nos sugiere la
visión de una imagen o la
percepción de un objeto. Por tanto, el perfume
existe desde que existe el sentido del olfato. El hombre
aprendió desde sus orígenes, a distinguir un "buen
olor" de un "mal olor", aunque naturalmente no comenzó a
experimentar con los aromas hasta mucho más tarde.
Historia
Casi con
toda seguridad que el
perfume nació en estrecha relación con la religión, empleado
como purificante del alma y
también como ofrenda a los dioses. El incienso, que se
lleva utilizando desde hace 5.000 años, se empleaba en las
ceremonias religiosas y, al igual que hoy en día, se
despedía a los muertos con flores. En la mayoría de
los casos era el sacerdote el encargado de mezclar los aromas en
las proporciones adecuadas. Prueba de su uso en rituales lo
tenemos en los relieves egipcios y en la artesanía griega
y romana. Desde la India se
importaban hacia Egipto,
Grecia y
Roma grandes
cantidades de sustancias aromáticas que eran muy
valoradas, como las especias y el sándalo
Las fragancias pasaron de Oriente a Egipto,
donde, los que disponían de agua
vertían una pequeña cantidad en los baños, y
al salir de ellos se untaban el cuerpo con más de veinte
aceites diferentes, creyendo así, estar más cerca
de los dioses.
De Egipto pasaron a Grecia. Los gimnasios griegos contaban con
una parte para el aseo personal, y
allí se podían encontrar infinidad de productos
fragantes de diferentes formas y colores: talcos
que aplicaban en su piel, aceites,
resinas mezcladas. Incluso fueron los primeros en comercializar
estas sustancias en los mercados,
naturalmente, entre un público muy seleccionado. Pero
fueron los romanos los que, ocupados por un aseo personal diario,
lanzaron el consumo de los
perfumes a todos los escalones de la sociedad. La perfumería también
se encuentra desde la antigüedad asociada a la ciencia
médica. En Grecia, Hipócrates, padre de la medicina,
utilizaba pequeños concentrados de perfume para combatir
ciertas enfermedades.
La capacidad curativa de las plantas o
aromaterapia tiene su origen en este país, aunque
posteriormente, en la Edad Media,
los perfumes se siguieran utilizando para luchar contra las
epidemias y como desinfectantes hasta bien tarde, como por
ejemplo en la peste que azotó Londres a mediados del s.
XVII.
Paradójicamente con la llegada del Cristianismo y
sus mensajes de humildad y pudor, el uso del perfume por parte de
las mujeres (mayores consumidoras de perfume a lo largo de la
historia)
cayó en desuso. Esto, junto con la caída del del
Imperio Romano,
marcaron un periodo de declive del desarrollo
general (principalmentedcultural)ensoccidente. Fue de nuevo
la civilización árabe la que comenzó a
experimentar con perfumes tras la aparición de una nueva
ciencia, la
alquimia. La alquimia aplicada a esta materia
pretendía arrebatar las propiedades a las plantas,
extrayendo así su quintaesencia. De esta forma, la planta
seleccionada era destilada infinidad de veces hasta que sus
cualidades pasaban a otro estado.
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