- Incidencia de la
Ilustración y sus secuelas en el contexto colonial y
postcolonial
Eclosión de la ideología emancipadora en
diferentes países de América
latina
Bibliografía
Incidencia de la
Ilustración y sus secuelas en el contexto colonial y
postcolonial
Como se afirma en el Atlas Histórico
"Larousse"[1]a lo largo de la segunda mitad del
siglo XVIII proliferaron a nivel mundial los levantamientos,
revueltas y movimien-tos revolucionarios de todo tipo,
acompañados de intentos reformistas por parte de algu-nos
gobernantes, y aunque no se debe generalizar acerca del resultado
o la significación histórica de tales
fenómenos, "… no es menos cierto que Europa occidental
y América
del Norte estuvieron en el centro del proceso
mundial. Asimismo, está fuera de toda du-da que la
Revolución
Francesa estuvo en el centro del proceso occidental".
Más adelan-te se dice (citamos íntegramente, ya que
el contenido se acerca bastante a nuestro punto de
vista):
"Aunque Luis XVI, Jorge II de Inglaterra y
José II de Austria fueron víctimas de conmociones
de la época, aunque la década de 1780 fuera
netamente fa-vorable a los déspotas ilustrados y asistiera
a la aparición de curiosas "reacciones
aristocráticas", y aunque nacieran entonces las primeras
"repúblicas" extensas de la historia, las revoluciones
de reyes y príncipes y las revoluciones populares, se
asemejaban tanto que se contradecían.
¿Cuál fue el sentido de su obra
común? La racionalización de las sociedades y
las culturas, la secularización, el modelado de lo real
por el espíritu nuevo. Pe-ro también la
democratización, la atenuación o la
destrucción de los privilegios, la igualación de
los estatus, el paso de la sociedad de
órdenes a la sociedad de clases, el aburguesamiento, por
tanto de las élites antiguas y modernas. Igual-mente, la
liberación de las energías mercantiles y
productivas, aunque, especial-mente desde la década de
1780, surgieras sentimientos antimercantiles, testimo-nio de los
cuales fueron la revolución
y la contrarrevolución francesa, con sus aspectos
campesinos muy netos, así como los casos de Noruega,
Ucrania, Ruma-nía, China,
Japón,
Hispanoamérica, etc. En muchos otros casos, por
último, se manifestó la restauración o el
reforzamiento de las "patrias" a expensas del cos-mopolitismo o
del colonialismo, tendencia a la integración de los judíos
en los países occidentales, primeras actividades
abolicionistas concertadas de los ne-gros de América del
Norte, sublevaciones indias o criollas en Latinoamérica, conspiraciones y
sublevaciones antimanchúes en China, afirmación
nacional en Vietnam, comienzo de la resistencia
armada de las grandes etnias africanas con-tra la
expansión de los boers, insurrecciones griegas contra los
turcos, modestos comienzos del Resorgimento italiano, desarrollo de
cierto nacionalismo
alemán, "patriotas" de Francia y de
otros países …".
Como sabemos, a finales del siglo XVII España y
Portugal dominaban toda la América del Sur exceptuando la
Guayana, que había sido anexionada y dividida entre Gran
Bretaña, Francia y los Países Bajos. Desastrosas
guerras a lo
largo de todo el siglo habían debilitado seriamente, sin
embargo, el poderío naval de las potencias
ibéricas, y sus asentamientos costeros del Nuevo Mundo,
así como su marina mercante, eran objeto de frecuentes
ataques por parte de corsarios ingleses, franceses y holandeses.
Como re-sultado de la consiguiente merma en el tesoro Real tanto
español
como portugués se im-puso sobre las colonias una
fiscalidad opresiva. Las respectivas Monarquías, que
habían monopolizado el comercio
colonial desde un principio, impusieron igualmente cada vez
mayores restricciones a la economía de las colonias, y esto
contribuyó a agraviar las di-ficultades y el descontento
de los colonos. A lo largo del siglo XVIII, el desasosiego
po-pular en las colonias españolas desembocó en
revueltas en numerosas ocasiones, como fue el caso del Paraguay
(1721-23), Perú (1780-82) y Nueva Granada
(1781)[2].
La flagrante desigualdad
social constituyó otra de las causas del descontento
en-tre los colonos tanto españoles como portugueses. Los
así llamados peninsulares habían nacido en
la metrópoli y habían sido enviados a las colonias
para ocupar altos cargos. Solían ser de origen noble,
desdeñosos hacia otros grupos de la
sociedad, y por lo gene-ral sólo ansiaban enriquecerse en
las colonias y volver a Europa cuanto antes. El grupo social
que seguía a los "peninsulares" en el escalafón se
componía de los criollos, per-sonas de origen
europeo, pero nacidas en las colonias.
Aunque los "criollos" disfrutaban según la
ley de las
mismas prerrogativas políticas
que los "peninsulares", en la práctica se les tenía
apartados de tales derechos, y en su inmensa
mayoría estaban excluidos de los altos puestos civiles y
eclesiásticos. A causa de su odio hacia los
"peninsulares", los "criollos" se alineaban generalmente con los
mestizos y mulatos. Después de casi tres
si-glos de explotación económica e injusticia
política,
las colonias sudamericanas se su-mergieron en un poderoso
movimiento
revolucionario, liderado por los "criollos" y de carácter básicamente liberal, que
fue indudablemente estimulado por la exitosa revuelta de las
colonias británicas en Norteamérica y por la
Revolución Francesa. A grandes ras-gos se puede dividir la
lucha por la libertar política en la América
meridional Española y Portuguesa en dos fases: A lo largo
de la primera fase, que se extendió de 1810 a 1816, se
consiguió únicamente la independencia
de parte del Virreinato de La Plata (lo que ahora es Argentina,
Paraguay y Uruguay) ; en
la segunda fase, entre 1816 y 1823, las antiguas colonias
españolas lograron la emancipación en su casi
totalidad[3]Según nuestra opinión (y
es lo que trataremos de defender en este trabajo), el
movimiento emancipador latinoamericano es perfectamente
encuadrable en el resto de los fenóme-nos de este tipo que
se verificaron contemporáneamente en todo el planeta, y
especial-mente en su versión occidental, que se basaba
desde el punto de vista ideológico, como es sabido, en el
concepto de
"Ilustración".
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