El aprovechamiento de los espacios naturales en el horizonte tartésico
Introducción: Tartessos entre el mito y la
realidad
El bronce final en la zona sudoccidental de la Península
Ibérica
La etapa orientalizante del horizonte
tartésico- Bibliografía
Introducción:
Tartessos entre el mito y la realidad
El mito de
Gargoris y Habidis (Habis)
"… Gárgoris, andaluz y rey de los curetes, patriarca
del bosque tartésico donde los titanes se alzaron contra
los dioses, amigo de las abejas e inventor del arte de recoger
la miel, se emparejó con la más hermosa de sus
hijas y de ella tu-vo un varón que era el nieto del padre
y hermano de la madre. A este prodigio le pusieron por nombre
Habidis. Y cuando aún repetía el eco su primer
vagido Gárgoris lo echó al monte para encubrir un
acto que ya las gentes empezaban a llamar incesto y a considerar
pecaminoso. Quería que las alimañas se cebaran en
el niño, pero sucedió que se acercaron mansamente a
él y hasta le dieron de be-ber. El rey hizo entonces
ayunar a su jauría y, cuando ya los perros babeaban,
les arrojó el cuerpo tierno de Habidis. Pero lo lebreles,
rodeándole, lo halagaron. Se-guros servidores se
hicieron a la mar con el recién nacido y lo abandonaron a
mucha distancia de la costa. Pero las olas lo devolvieron sin
encono y una cierva tuvo para él leche y
premura de madre. Habidis bebió la ligereza en esos pechos
y, ya adolescente, devastaba la región sin que nadie se
atreviera a plantarle cara. Cayó al fin en una trampa y
los campesinos lo llevaron ante Gárgoris, que pri-mero
cobró afición al muchacho y luego lo
reconoció como nieto y único here-dero de su reino.
Habidis fue un monarca sabio, prudente, generoso y grande. Dio
leyes al
pueblo bárbaro, unció los bueyes a la reja y
fundó la ciudad santa de Astorga, acaso el más
antiguo enclave urbano de los que subsisten en la
Penínsu-la".
Así refleja Sánchez
Dragó[1]la narración que nos ha
legado Trogo Pompeyo[2]en un texto recogido
por Justino en su "Historia
Universal" ; este autor relaciona este mito, según
él la fábula más antigua de occidente, con
otros del mismo entorno cultural: "… las de Horus, y Set,
Astiages y Ciro, Semíramis, Zarathustra, Telephos,
Atlante, los hi-jos de Melanippe, Cibeles, el
príncipe egipcio, Fernán González y
–ya en un terreno pu-ramente literario- las de
Gargantúa de Rabelais, El Mowgli de Kipling y el "guru"
in-ventado por Hermann Hesse en el epílogo del "Juego de
Abalorios"". Por otra parte, y como consigna José C.
Bermejo Barrera[3]sobre esta leyenda han corrido
verdaderos rí-os de tinta, sobre todo en lo que respecta a
la posible base histórica del mito. García Moreno,
concretamente, afirma que no nos encontramos ante un mito, sino
frente a una serie de problemas
antropológicos elaborados por la filosofía helenística. Bermejo se
muestra en
desacuerdo con este punto de vista por las siguientes
razones:
a) García Moreno parte de la idea,
completamente errónea, de que el análisis
estructural y el análisis de las fuentes constituyen
dos materias diferentes.b) La fiabilidad de Justino como fuente sólo
puede aceptarse a nivel de hipóte-sis.
Según Bermejo[4]la mayor parte de los
estudios que hasta el momento se han ve-nido haciendo en torno a este tema
se limitan, o bien a clasificar el mito, o bien a asig-narle un
significado de tipo euhemerístico ; es el caso de Julio
Caro Baroja, para el cual el mito de Gárgoris y Habis
representaría el paso de una cultura
primitiva a otra supe-rior, situable hacia el final de la edad
del Bronce, o de Juan Maluquer, para el cual la realidad cultural
y social tartésica quedaría definida por la
unión de los mitos
indoeuro-peos con los de procedencia oriental ; así dice
este último[5]"Tartessos para el hombre
medio constituyó el "Eldorado" que encarnaba el
país de la Fortuna y la Felicidad. Sin embargo, Tartessos
no era una simple localización occidental de un mito
griego, sino una creencia más general que existió
entre los fenicios, los
hebreos y, seguramente también, entre los etruscos y
celtas de Italia. El
maravilloso país de Occidente desde el cual llegaba el
estaño
para hacer el bronce en las ciudades aqueas, contenía
todos los elementos esenciales del posterior reino
tartésico". Maluquer distingue, a partir del mi-to
tartésico, dos dinastías monárquicas de
origen divino, que concuerdan respectivamen-te con las dos etapas
evolutivas arriba citadas[6]
Principado señorial:
Gerión[7]Monarquía urbana: Gárgoris y Habis
(o "Habidis")
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