- Orígenes
de la poesía épica - El mester
de juglaría - Características
de las primitivas gestas castellanas - Capítulo
II - El Poema
de Mío Cid - Lagunas
- Lo
Lírico - Métrica
y versificación - Recursos
retóricos - El Cantar:
La oralidad, recursos y fórmulas - Elementos
Ficticios - Lo
dialogal - Capítulo
III; Realidad-Ficción - Realidad:
Historia del Cid - Ficción:
"Poema de Mío Cid" - Argumento
del poema - Los
Temas - Los
Valores - Los
Personajes - De la
actualidad al pasado, el valor nacional del Cid - Apéndice
- Bibliografía
Capítulo
I
Orígenes
de la poesía épica
Los origen de la literatura española,
o más propiamente castellana, son vagos e imprecisos.
Hemos visto que el Castellano no
llego a escribirse sino probablemente en los siglos IX o X, por
lo que se fija en este último siglo el nacimiento de las
primeras obras literarias en romance. ¿Cuáles
serían estas obras, escritas ya, no en latín,
lengua propia
de la época y propia de los pueblos cristianos del norte,
como el árabe lo era de los reinos musulmanes del
sur, sino en el recién nacido ROMANCE, en la lengua
imprecisa y tosca en la que se escribía ya en algunos
lugares, los contratos y
demás documentos
públicos del reino?
No lo sabemos. Las primeras obras escritas en
romance debieron ser, como ocurre en otras literaturas, obras de
carácter épico y en verso. Estos
primitivos poemas
épicos serían, en la península, de origen
godo, e imitarían los cantos de guerra
germánicos, que se cantaron en el país
después de la invasión de estos pueblos.
Estos primeros monumentos de las letras
hispánicas no han llegado hasta nosotros, lo que dificulta
en alto grado el estudio de este período. Sólo
contamos con un poema per-teneciente al siglo XII, el Poema de
Mio Cid, de
extraordinario valor, no
sólo por ser la
Primera obra literaria española, sino por
ser una de las joyas más puras de toda la literatura
medieval, tanto española como extranjera. Algunas otras
obras posteriores, de este mismo género,
como el fragmento de un cantar sobre Roncesvalles, probablemente
del siglo XIII, y el Cantar de Rodrigo, del siglo XIV, es lo
único que queda de toda la producción primitiva española, sin
duda abundante y significativa. En Francia no
ocurre lo mismo, pues se conserva casi un centenar de poemas
épicos primitivos.
La epopeya surgiría así en España,
contemporáneamente con los mismos héroes que en
ella se cantan. El Cid, el conde Fernán González,
lo Infantes de Lara, inspiran a los anónimos autores de
las primitivas gestas heroicas, y sus épicas
hazañas conmueven hondamente, a través de todas las
capas sociales, del rey al último labriego, al pueblo
español.
De ahí el carácter realista y la precisión
histórica que, como veremos más adelante presentan
como un distintivo especial las gestas españolas, por
oposición a las francesas, las que, escritas mucho
después de muertos sus héroes – como ocurre con
Carlomagno y la Canción de Rolando- se apartan de la
verdad histórica para tomar el camino de la
fantasía y de la leyenda.
La epopeya española surgió, por
consiguiente, en medio de la Reconquista, en momentos de gran
exaltación del sentimiento heroico y nacional. Sus
raíces se hunden, pues, en la tierra y el
pueblo hispánico, tierra y
pueblo cuya alma llega a
verse retratada en la figura simbólica del caballero
castellano Ruy Díaz de Vivar, el Cid Campeador.
El mester de
juglaria
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