La enfermedad celíaca y la psiquiatría: Donde el cerebro y el estómago se reconcilian
- El trigo, la agricultura, y
la Revolución Neolítica
Del gluten a la disfunción inmune
El modelo celíaco de los trastornos
emocionales
El factor cerebral
El concepto de la "alergia cerebral" como elemento
accesorio
Anne- Tom
En resumen
Bibliografía
"Y tú toma para ti trigo, y
cebada, y habas, y lentejas, y mijo, y avena, y ponlo en una
vasija, y hazte pan de ello el número de los días
que durmieres sobre tu lado: trescientos y noventa días
comerás de él." Ezequiel 4:9
"El pan nuestro de cada día…"
quizás sea la oración más reconocida por
quienes crecieran subordinados a la tradición
Judeocristiana. Aunque, el pan, y sus alimentos
relacionados, poseen una historia muy vetusta, muy
arraigada y muy interesante — la que se reserva para los seres
humanos quienes los consumieran habitualmente. Ya que existieron
culturas donde el pan y la harina eran totalmente desconocidos
hasta que éstos fueran introducidos por los
colonizadores.
Problema para
muchos…
En esta ponencia proponemos estudiar la
enfermedad celíaca (EC), como ejemplo de una de las tantas
condiciones que nos hacen reconocer la conexión funcional
que existe entre el estómago y el cerebro. Ya que
es hecho, funcional e incontrovertible, que el estómago y
el cerebro — por medio de los neurotransmisores — se 'hablan'
entre sí. (Véase, Gastroplastía y
lobotomía: La conexión entre el estómago y
el cerebro — La serotonina reexaminada en psikis.cl y en
monografías.com).
Los aztecas, los
incas, los
aborígenes norteamericanos y los australianos, los indios
Caribe, los habitantes de Papúa y de Nueva Guinea, los
habitantes de Amazonia, los residentes de las islas nauruanas y
los aborígenes antiguos que vivieran en la Ushuaia de hoy,
no sabrían lo que el pan fuera, porque lo desconocieran,
hasta la llegada del conquistador.
El pan nuestro de cada día no
sería una plegaria muy extendida, como tampoco fuera una
saludable — por lo menos, para aquéllos seres
desafortunados, que no lo pueden tolerar — como ya
veremos.
El trigo, la
agricultura, y la Revolución
Neolítica
Se denomina revolución
neolítica a la primera transformación radical
de la forma de vida de la humanidad, que pasa de
ser nómada a sedentaria y, de economía depredadora (caza, pesca y de
recolección) a productora (agricultura y
ganadería).
El término debe su acuño al
australiano Vere Gordon Childe (1892-1957).
La más importante, como
revolución irrefutable, de todos los tiempos, su comienzo
puede trazarse a unos 10,000 años en el Medio Oriente,
cuando los seres humanos comenzaron a notar que nuevas plantas nacen de
las semillas que caen al suelo —
realización que diera nacimiento a la
agricultura.
Antes de tal observación, nuestra especie había
basado su dieta en frutas, tubérculos, semillas y,
ocasionalmente, en la carne, cuya obtención, sería
siempre difícil.
Los miembros de nuestra especie
tenían que desplazarse al lugar donde la comida se
encontrara, estando a la merced de los eventos, haciendo
la permanencia prolongada en cualquier sitio fijo, algo
imposible.
Pero todo cambiaría con el
descubrimiento del "secreto" de las semillas. Muy pronto los
hombres aprendieron a domesticar cosechas, finalmente cruzando
diferentes tipos de plantas herbáceas para crear granos
alimenticios básicos, como son el trigo, el centeno, y la
cebada. Los cuales eran nutritivos, versátiles,
fáciles de almacenar, y de mucho valor
comercial.
Por la primera vez la gente pudo abandonar
su vida de nómadas y construir ciudades. No fue
coincidencia que las primeras áreas agrarias fueran
conocidas como las "cunas de la civilización".
Pero, este progreso, como sucede con casi
todo avance, vino a precios muy
altos: Entre los precios a pagar estuvo la emergencia de una
condición nueva, conocida como la enfermedad
celíaca (EC). Que se desencadena cuando se ingiere una
proteína del trigo llamada gluten, o comiendo proteínas
similares que se encuentran en la cebada y el
centeno.
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