No hay un pueblo más alienado que aquél que
ya ni siquiera se pregunta sobre el porqué de las cosas
que ve a su alrededor. Si bien la información ayuda (cuanto mejor informados
estemos, menor probabilidad
de ser manipulados, de esto no cabe duda) también es
cierto que, sobrepasado cierto umbral, la información no
es estrictamente necesaria para llegar a ciertas conclusiones
básicas. Cualquier persona que sufra
explotación no necesita leer a Marx para
comprender que es explotada. Su experiencia diaria personal es su
mejor fuente de conocimientos, siempre que dicha persona sea
capaz de observar y analizar mínimamente lo que le ocurre
a ella y a los que están a su alrededor. Esto no quita
que, si además lee a Marx, si además se informa, si
complementa sus conocimientos adquiridos en base a su experiencia
personal con los de otras personas, entonces su visión de
las cosas es más general, su conciencia
aumenta notablemente. No sólo es capaz de ser más
consciente de la alienación que sufre, sino que
además se conciencia de que dicha alienación es
generalizada, e incluso de que es posible combatirla. Las
contradicciones del sistema
capitalista no están tan ocultas como para no verlas con
un espíritu mínimamente libre que sea capaz de
recuestionar aquello que aparenta ser incuestionable. No es
estrictamente necesario proveerse de enormes cantidades de
información. No es imprescindible rodearse de muchos
datos y
frías estadísticas (muchas veces poco fiables).
No es necesario, en primera instancia, leer y leer muchos
libros para
llegar a ciertas primeras conclusiones básicas.
No es necesario saber cómo funciona por dentro un coche
para opinar sobre las prestaciones
del mismo desde el punto de vista de un usuario. No es
imprescindible ser un técnico en mecánica para saber si un coche funciona
bien o no. Precisamente, los que desean que no veamos el bosque,
que nos perdamos en los detalles para no ver lo general, siempre
intentan hacernos creer que es imprescindible adquirir ciertos
conocimientos técnicos, que sólo pueden opinar los
"expertos", que es imprescindible leer muchos libros (y cuantos
más mejor, y cuanto más complejos también
mejor). Saben que el trabajador medio no tiene tiempo de leer
muchos libros. Saben que después de largas y agotadoras
jornadas laborales, a la gente le apetece sobre todo evadirse
más que leer libros de política o economía. Saben que no podemos ser todos
especialistas en todo. En realidad, pretenden que nos sintamos
incapaces de opinar, que no veamos lo evidente. Son los nuevos
"brujos" de la sociedad
moderna, pretenden poseer la verdad de las cosas. Intentan que
sus verdades no puedan ser cuestionadas por el común de
los mortales haciéndonos creer que sólo son
accesibles para una élite "sabia". Pretenden dominar
ideológicamente a las masas impidiendo que éstas
piensen y opinen por sí mismas. Pretenden camuflar ciertas
ideas sencillas con un disfraz de complejidad técnica
sólo accesible a una élite. Es una
característica de nuestra sociedad moderna, la
utilización de la complejidad en las formas para camuflar
la sencillez malintencionada en el fondo. Un ejemplo
típico lo encontramos en las letras pequeñas de los
contratos que
un ciudadano adquiere con los bancos.
Antaño, el señor feudal tenía sus
caballeros para proteger sus privilegios. Ahora, el
burgués moderno dispone de sus abogados. Antaño, no
hacía falta ley, ahora, hay
que hacerla lo suficientemente compleja (y lo suficientemente
cambiante) para que sólo los que tienen dinero puedan
conocerla y usarla a su favor. Como dice el refrán,
hecha la ley, hecha la trampa. Antaño, no
había ni siquiera derechos en la teoría,
ahora, son papel mojado en la práctica. La ley ahora
existe pero, como antaño, los poderosos siguen impunes.
¿Cómo es posible la convivencia si la ley es tan
compleja que ya nadie sabe casi lo que es legal o no?
¿Para qué sirve una ley si nadie la conoce?
¿El objetivo de la
ley no es que se cumpla, no es que la gente la conozca para
cumplirla? Como decía Voltaire,
La civilización no suprime la barbarie; la
perfecciona. Tendemos a una sociedad tan compleja, que es
cada vez más difícil moverse por ella, que son cada
vez más imprescindibles los abogados. No es de
extrañar que la carrera de Derecho sea una de las
más concurridas. La complejidad moderna de la sociedad,
probablemente premeditada, representa las murallas del moderno
señor feudal. Éste necesita maquillar la simple
realidad (que a veces es mucho más simple de lo que
aparenta) a base de mucha complejidad. Sencillez en el fondo
disfrazada de complejidad en las formas. Maquilla la realidad a
base de supuestas teorías
económicas que ni los supuestos economistas entienden.
Como dice el chiste, ¿Cuál es la diferencia
entre un meteorólogo y un economista? Respuesta: los
meteorólogos al menos están de acuerdo sobre el
tiempo que hace hoy. A base de que las verdades elementales
no sean accesibles al pueblo llano. Antaño esto era muy
fácil porque el pueblo era ignorante, no pensaba. Ahora la
forma de evitar que el ciudadano medio adquiera peligrosos
conocimientos, o adquiera una peligrosa conciencia, es
confundiéndolo, es acomplejándolo, es
haciéndole creer que él no entiende y por tanto no
puede opinar sobre ciertas cuestiones, es distrayéndole
con nimiedades. Es haciéndole creer que como no es un
mecánico no puede juzgar, ni siquiera desde el punto de
vista de un usuario, si el coche va bien o no. Es en definitiva,
haciendo que una élite piense por él. Ahora se
trata de que no piense mucho y sobre todo de que no piense bien
(que no sepa razonar o se pierda en los razonamientos).
Pero, como decía Bakunin:
En el tema de las botas, yo me refiero a la autoridad del
zapatero; en relación con las casas, canales o
líneas férreas, yo consulto al arquitecto o
ingeniero. Para tal o cual cimiento especializado yo recurro a
tal o cual científico. Pero yo no permito que ni el
zapatero, ni el arquitecto, ni el científico impongan
autoridad alguna sobre mí. Yo los escucho libremente y
otorgo mérito a su inteligencia,
a su carácter, a su sabiduría,
reservándome siempre el derecho irrenunciable a la
crítica
y a la censura. Yo no me limito a consultar a una única
autoridad en rama especializada alguna; consulto a varias;
comparo su opinión, y elijo la que me parece más
convincente. Pero no reconozco a ninguna autoridad como
infalible, aún en cuestiones especiales.
Pensemos un poco por nosotros mismos, y analicemos algunas de
las falacias más habituales que nos intentan vender
los "apóstoles" del capitalismo.
El mercado en el
sistema capitalista es libre. El mercado libre es esencial para
una economía dinámica y viable. El mercado libre
beneficia al ciudadano. El mercado se
autorregula.
Sin embargo, si es evidente que cuanta más competencia haya,
es decir, cuantas más empresas ofrezcan
productos
similares, menores serán los precios de
dichos productos y, al mismo tiempo, mayor será la
calidad de los
mismos (ley de la oferta y la
demanda);
entonces, ¿por qué se aboga tanto desde la
economía oficial por la concentración y fusión
de empresas? ¿Los monopolios o los oligopolios no son lo
más opuesto al mercado libre?
¿Cómo puede haber un mercado libre cuando hay unas
pocas grandes empresas (cada vez más grandes y cada vez
más pocas) que dominan sobre todas las demás?
¿Cómo puede haber un mercado libre donde las reglas
del mismo las fijan las grandes corporaciones económicas
que incluso dominan al poder
político (por ejemplo financiando campañas
electorales) para que legisle a su favor? ¿Vamos a obviar
la existencia de lobbies? ¿Cómo puede
haber un mercado mundial libre con medidas proteccionistas? El
sentido común, la lógica,
nos dice que un mercado, para que sea libre, necesita ser
regulado para evitar los abusos de los grandes o de los
poderosos, incluso debe legislarse para evitar que haya
poderosos. Un mercado verdaderamente libre necesita ser
regulado para evitar la excesiva concentración de
empresas, con el objetivo prioritario de evitar los oligopolios y
los monopolios. El monopolio es
incompatible con la libertad.
Un sistema económico monopolizado por muy pocas empresas
no puede ser libre. Un sistema
político monopolizado por pocas personas o por pocos
partidos
políticos no puede ser libre. El bipartidismo
estático es incompatible con un sistema político
libre. Un régimen de partido único no puede ser
libre. Un mercado de comunicación dominado por muy pocas
empresas no puede ser libre. Sólo es posible una prensa libre si
se evita los monopolios mediáticos, si se pone coto a las
concentraciones empresariales (entre otras medidas). Es imposible
que fluyan las ideas libremente por la sociedad sin una prensa
libre. La libertad de
expresión pública se convierte en una quimera
cuando es acaparada por unos pocos.
¿Realmente alguien se cree aún que tenemos un
mercado libre? ¿Para quién es "libre" el mercado?
¿Para el consumidor que
cada vez tiene menos donde elegir? ¿Para el pequeño
empresario que
está condenado a ser comido por el gran empresario? En
realidad, el mercado es sólo libre para el gran
empresario, que es cada vez más libre para imponer sus
reglas, para fijar los precios (o para ponerse de acuerdo con la
poca competencia que tiene para fijarlos), para explotar a los
trabajadores de los que depende para acumular riqueza. En
realidad, no hay libertad de mercado, hay libertinaje de mercado.
El mercado "libre" es la jungla económica puesta al
servicio del
más fuerte. Estamos hablando de la tendencia general
del capitalismo. Existen ciertos sectores donde el mercado es
más libre que en otros. Muchos mercados
presuntamente liberalizados nacen por la privatización de antiguos monopolios
estatales (vendidos muchas veces a amigos o familiares de los que
ostentan el poder político) que se convierten en los
dominadores del mercado presuntamente liberalizado. Son mercados
que nacen ya muy "oligopolizados". En definitiva, la tendencia
del capitalismo es hacia los oligopolios o incluso hacia los
monopolios, ya sea porque antiguos mercados monopolizados
públicos nacen ya muy oligopolizados, ya sea porque
mercados muy alejados de los oligopolios tienden hacia ellos por
el proceso
continuo de concentración del capital (no
sólo no limitado sino que fomentado por el poder
político subordinado al poder del gran capital).
El problema no es sólo que el mercado es cada vez
menos libre, sino que, además, es cada vez más
privado. Si ya tiene sus inconvenientes un mercado con un
monopolio estatal, el problema se agudiza cuando el monopolio es
privado. Porque en el primer caso, al ser la empresa
pública, siempre hay más probabilidad de que
responda ante la sociedad, de que sea gestionada por la sociedad
en general (siempre que el Estado sea
realmente democrático), de que sus gestores sean elegidos
por un poder que emane del pueblo. Pero en el segundo caso,
una empresa
privada no responde ante la opinión
pública, su gestión
interna sólo depende de unas pocas personas que no son
designadas por nadie que represente al pueblo (ni siquiera por
sus trabajadores, por supuesto). Al privatizar las empresas, se
aleja toda posibilidad de democratizarlas. Las empresas privadas
son más dictatoriales que las públicas. Los
trabajadores de empresas públicas saben perfectamente que
sus puestos de trabajo
peligran más cuando se privatizan. La conversión
de los monopolios públicos en oligopolios privados supone
el afianzamiento del capitalismo. Supone traspasar el poder
(aún formal) del pueblo sobre ciertos sectores de la
economía a unas pocas manos que escapan del control general.
Supone un paso hacia atrás en la necesaria
democratización de la economía. El control del
pueblo en las empresas públicas es sólo formal, no
es aún real desgraciadamente, pero sería aún
posible si el Estado se
democratizara por completo. Sin embargo, en las empresas privadas
es imposible, ya no es ni siquiera formal. En este caso, se aleja
definitivamente cualquier posibilidad de control real. La
única forma de que el control volviera al pueblo
sería con la nacionalización de la empresa.
Después de las medidas de rescate de los bancos que los
Estados capitalistas han tomado recientemente frente a la
crisis
financiera, ¿quién se cree aún el discurso
oficial de que no es necesario que el Estado intervenga en la
economía? ¿Cómo cuadra el hecho de que los
beneficios se privaticen (esto es la esencia misma del
capitalismo, se basa en la propiedad
privada de los medios de
producción) pero, al mismo tiempo, las
pérdidas se socialicen? El Estado (la sociedad) asume, en
parte, los costes económicos cuando una empresa se declara
insolvente. Bien es cierto que así se protege
también, en parte, a los trabajadores, pero también
es cierto que pocas veces se pide responsabilidades a los
empresarios que habiéndose enriquecido han llevado a la
bancarrota a sus empresas y al paro a sus
empleados. La percepción
general (no infundada, desde luego) que tenemos todos es que los
ricos pocas veces pagan (y cuando es así, lo hacen poco)
por sus acciones
irresponsables y egoístas. La justicia
está al servicio de los ricos. Se ceba con los
débiles mientras protege a los poderosos. Incluso, bajo el
concepto de
fianza, se permite que los que tienen dinero compren su libertad
para evitar estar en el calabozo. ¡En el capitalismo, la
proclamada a bombo y platillo libertad también está
en venta!
¡Cuántas veces los delincuentes ricos, de "guante
blanco", abandonan rápidamente las cárceles en las
que han permanecido con un trato de favor mientras la justicia es
severa con los antisistema (no son pocos los casos de
anarquistas, por ejemplo, que incluso siguen en la cárcel
cuando las leyes dicen que
ya no deberían estar en ellas) o los pequeños
delincuentes! Proporcionalmente, es más caro quemar una
bandera o una foto o "injuriar" a cierta persona, que quebrar una
empresa, a pesar del drama generado a miles de familias en este
último caso, que no se produce en los otros. Cuentan
más las banderas o los símbolos de la patria que las personas, sin
las que dicha patria no existiría. Cuenta más
cierta persona que no ha sido elegida para el cargo perpetuo que
ostenta y que fue designada por un dictador, que millones de
personas. Persona, por cierto, blindada mediáticamente y
sobre todo legalmente por una Constitución que la pone por encima de la
ley contradiciéndose a sí misma al afirmar
pomposamente que todos los ciudadanos son iguales ante la ley. En
España,
ni siquiera en la teoría, somos todos iguales ante la ley.
En España, el disfraz "democrático" es menos
eficiente que en los países de nuestro entorno, por ser
más descarado. Los pobres pagan las crisis creadas por los
ricos. Con el dinero que
pagamos todos a través de los impuestos, se
pagan las consecuencias económicas de los actos de los
grandes empresarios, que muchas veces son los que más
evaden el pago de impuestos. El Estado controla con lupa a los
trabajadores para cumplir con el fisco, mientras hace la vista
gorda con las grandes fortunas. Se exprime al trabajador que
cobra mediante nómina,
mientras los profesionales liberales tienen poco o nulo control.
Incluso, a veces, los propios trabajadores de Hacienda denuncian
la evasión fiscal de las
grandes fortunas, la falta de medios para combatirla y la
connivencia del Estado con ella. ¿Quién pierde y
quién gana con tal filosofía? ¿No es evidente que los
Estados están del lado del poderoso, del que tiene dinero,
del poder económico? ¿No es evidente que el
Estado está al servicio de la clase
dominante? ¿Alguien puede dudar a estas alturas de la
naturaleza
clasista del Estado capitalista?
La única
forma de crear riqueza para el pueblo es mediante el crecimiento
económico. La moderación salarial es fundamental
para el crecimiento económico.
Sin embargo, como la reciente historia ha demostrado, sin
ninguna duda, el crecimiento
económico en los últimos años, no se ha
traducido en mayor riqueza para la inmensa mayoría de los
ciudadanos. Se han enriquecido unos pocos a costa del
estancamiento o empobrecimiento de la mayoría. Los
grandes beneficios de las empresas han ocurrido al mismo tiempo
que la moderación o contención salarial de los
trabajadores. Mientras los grandes empresarios han aumentado sus
beneficios o los sueldos de los ejecutivos que los sirven han
crecido (en algunos casos escandalosamente), los trabajadores de
abajo, han visto cómo su poder adquisitivo no ha cesado de
disminuir. ¿Alguien no se ha enterado de los enormes
beneficios de los bancos en los últimos años? Cada
vez hay más pobres y desigualdades en el mundo a pesar de
que la economía no ha parado de crecer en las
últimas décadas. El capitalismo nos ha vendido la
esperanza de que a mayor riqueza generada en general, mayores
posibilidades de que a la gente corriente le caiga algo de dicha
riqueza generada. Pero los hechos han demostrado, sin duda, que
la clave no está en generar más riqueza
(aunque esto ayuda aparentemente y puntualmente) sino en
repartirla. El problema no es tanto que haya mucha riqueza y
que ésta crezca sin cesar (algo por lo pronto que parece
bastante improbable) sino sobre todo que la que haya se reparta
adecuadamente. Que el fruto del trabajo de todos sea
disfrutado por todos de la forma más igualitaria
posible. A estas alturas, ya nadie puede creer en la falacia del
crecimiento continuo. Éste, de hecho, es imposible en un
mundo donde los recursos son
finitos. Es de sentido común darse cuenta de que el
crecimiento ilimitado es imposible y sólo puede
conducir al exterminio del planeta. Como es de sentido
común también darse cuenta de que el problema no es
generar más riqueza (por otro lado, innecesaria, una vez
sobrepasado cierto umbral) sino repartirla. Como en tantos
problemas, la
cuestión radica en el reparto.
¿Cómo se explica que tras largos años de
moderación salarial, incluso de estancamiento salarial,
estemos ante una de las crisis más importantes del
capitalismo? No puede achacarse la crisis a los trabajadores, que
no se acuerdan casi ya de lo que es una subida decente, que en el
mejor de los casos sólo han tenido subidas equivalentes a
la inflación. Si la moderación salarial era
fundamental para el crecimiento económico, y esto no hay
duda que se ha cumplido a rajatabla, entonces ¿por
qué no sólo la economía no siguió
creciendo sino que, por el contrario, se produjo la debacle?
Quizás no era tan fundamental la moderación
salarial para el crecimiento económico. Tras lo ocurrido,
parece desde luego poco creíble dicha receta. ¿No
estará la clave del crecimiento económico en
algún otro parámetro? ¿No será
más importante, quizás, el control de la
economía? ¿No será más importante
lograr que los que manejan la economía sean controlados
por el conjunto de la sociedad? ¿Cómo es posible el
crecimiento económico si la gente deja de consumir porque
pierde poder adquisitivo? Si la gente deja de consumir,
¿no es inevitable que los productores entren en crisis al
dejar de vender muchos de sus productos? Y si la gente sigue
consumiendo a base de endeudarse cada vez más (hasta el
punto de no tener asegurados ciertos bienes
básicos como la vivienda), al mismo tiempo que pierde
estabilidad laboral,
¿eso no debe estallar por algún lado? ¿Es
necesario ser un "experto" para ver que aquí algo no
cuadra, que una situación así es de alto riesgo?
¿No veía venirse el estallido de la burbuja
financiera? ¿No veía venirse el estallido de la
burbuja inmobiliaria? Lo realmente preocupante, es que si
cualquiera veía venir la crisis, ¿qué han
hecho los economistas y los políticos para evitarla?
¿No sólo no habrán hecho nada para evitarla
sino que además la habrán fomentado?
En el sistema
capitalista es posible el pleno empleo. Es indispensable la
flexibilidad laboral para crear empleo.
Ésta es una de las falacias más desvergonzadas
que nos intentan vender. En el capitalismo no sólo es
improbable el pleno empleo, sino
que se busca precisamente evitarlo. El sistema capitalista
necesita del desempleo. Como
decía Marx, El paro es fundamental en un capitalismo
"saludable", porque sirve para disciplinar la clase
trabajadora. La simple amenaza permanente de quedarse sin
trabajo consigue que los trabajadores renuncien a mejorar sus
condiciones de trabajo, incluso consigue que éstas
empeoren o se conviertan en papel mojado. Además, por la
simple y elemental regla de la oferta y la demanda, cualquiera
puede comprender rápidamente, que si un empresario tiene
la posibilidad de elegir a mucha gente porque hay más
demandantes de empleo que puestos ofrecidos, entonces el salario que
ofrecerá será menor que si se produce la
situación contraria. ¿No es "casualidad" que
precisamente cuando baja la natalidad en un país, como ha
ocurrido en los últimos años en España, se
permita mayor inmigración? Si fuera cierto que el pleno
empleo es posible dentro del capitalismo, si fuera un objetivo
estratégico, ¿por qué no se toman las
medidas necesarias para conseguirlo? ¿Por qué no se
reparte el trabajo?
¿Por qué no se reduce la jornada laboral?
¿Por qué, al contrario, se hacen propuestas para
aumentarla? ¿Por qué tanta obsesión por
facilitar el despido si el objetivo es que la gente tenga
trabajo? ¿Por qué no se controla las horas
extraordinarias no pagadas? ¿Por qué se aprueban
despidos colectivos cuando las empresas no tienen aún
pérdidas? ¿Por qué ese empeño en
retrasar la edad de jubilación mientras el paro
está a la orden del día, mientras los
jóvenes no encuentran trabajo? ¿Por qué no
incluso adelantar la edad mínima de jubilación? Si
algo es evidente, hay que estar ciego para no verlo o hay que
hacer la vista gorda, es que para el sistema capitalista los
trabajadores, las personas, no son la prioridad. La única
prioridad es el beneficio. Lo único que cuenta es el
dinero.
En el discurso de los empresarios españoles, o de
sus acólitos, hay muchas cosas que no cuadran. Si,
como dicen, el empresario desea empleo estable, es decir, si
valora la experiencia de sus trabajadores. ¿Por qué
tanta obsesión con eliminar el concepto de antigüedad
de los convenios? ¿Por qué no desean premiar la
experiencia de sus empleados? ¿Por qué los parados
mayores de 45 años tienen tantas dificultades para volver
a encontrar empleo? ¿Cómo se explica su
obsesión por las "rigideces" laborales? Si un empresario
contrata a un joven con un contrato
temporal, si tiene suficiente tiempo de probarlo para ver si
trabaja bien, si desea que adquiera experiencia, ¿para
qué necesita más "flexibilidad" laboral? Si dicho
trabajador, con el tiempo, "empeora", primero lo lógico
sería analizar, si es así, por qué ha
empeorado. En dicho análisis, sólo podría
llegarse a tres conclusiones posibles. Una, que su motivación ha disminuido notablemente (y
esto es responsabilidad de sus jefes, de los que gestionan
la empresa). Dos, que a pesar de un entorno favorable de motivación, ese trabajador es una
excepción y se ha convertido en un vago. En estos dos
primeros casos tendríamos un problema de actitud. El
trabajador, ya sea por culpa de él o por culpa del
contexto, no quiere trabajar tanto como antes. Si fuera porque el
propio trabajador se ha vuelto perezoso por sí mismo,
podría el empresario incluso recurrir al despido
disciplinario (lo cual no acarrea costes para él). Pero si
fuera porque sus jefes no le motivan suficientemente, entonces un
empresario consecuente (que si fuera responsable e inteligente
habría indagado antes si el problema era sólo del
trabajador en cuestión o no) a quien debería
despedir es al jefe que no hace su trabajo (siempre que admitamos
que un jefe debe, entre otras cosas, motivar a su personal). En
ambos casos, podría usarse la figura del despido
disciplinario (incluso podría hablarse de redefinir este
tipo de despido). Tres, que dicho trabajador quiere trabajar,
pero no puede porque sus aptitudes no están a la altura de
las circunstancias. Y esto sólo puede ocurrir porque dicho
trabajador haya perdido aptitudes debido a alguna enfermedad o
debilitamiento físico o mental (lo cual debería
implicar que sea declarado incapacitado permanente, y
también debería buscarse las causas de lo que ha
ocurrido) o bien porque no haya sido reciclado adecuadamente,
porque no se haya invertido en su formación continua. Y,
por último, si lo que ocurre es que simplemente la empresa
va mal, es decir, tiene pérdidas, ¿no asume ya el
Estado los costes derivados de los despidos colectivos a
través del fondo de garantía salarial? Pero el
empresario español,
no se preocupa de redefinir el despido disciplinario, si es que
no es fácil de llevarlo a la práctica, no pide que
le ayuden a la formación continua de sus empleados (que
muchas veces deben recurrir a su propio bolsillo o a hacerla en
su tiempo libre o a la que le proporcionan los sindicatos).
No, el empresario español corta por lo sano, y sólo
se preocupa de abaratar el despido y de facilitarlo al
máximo. ¡Y encima nos dice que eso lo hace por la
"calidad" del empleo! En realidad, se refieren a la "calidad" del
desempleo. Ya ni siquiera cuela la falacia, que algunos
desvergonzados usan, de que en los últimos años se
ha sustituido a empleados mayores porque los jóvenes
están mejor cualificados. ¿Y qué pasa con
aquellos sectores, como la informática o las telecomunicaciones, donde se está
reemplazando a titulados superiores por titulados medios, donde
se sustituye a empleados con experiencia por otros con igual
titulación pero menor experiencia? ¿No es evidente
que el verdadero y único criterio es el coste? ¿No
es evidente que lo que se está haciendo, y lo que se desea
hacer aún más, es sustituir gente con experiencia
por gente más barata? ¡Y encima tienen la
desfachatez de decir, sin ningún pudor, que valoran la
experiencia! ¿Es que nos toman por tontos? ¿Es que
además de darnos por culo, y perdón por la
expresión, tenemos que estar contentos y tragarnos que lo
hacen por nuestro bien? ¿Es que además de callarnos
cuando nos dicen que dos más dos son cinco, encima debemos
darles la razón?
La inevitable conclusión a la que llegamos razonando y
observando, es que, al empresario español no le importa
realmente el empleo de calidad. Por mucho que nos quiera liar
con sus estrambóticos razonamientos, esa es la cruda y
simple realidad. No le importa la estabilidad del empleo. No le
importa el empleo. No le importan los trabajadores. Ni siquiera
le importa realmente que la empresa o la economía
funcionen bien a largo plazo. Para el empresario español,
más que para ningún otro capitalista, la rentabilidad a
corto plazo y con estrechez de miras es su único criterio.
Lo que le importa es tener la posibilidad de sustituir a
trabajadores con mayores costes por otros con menores costes en
cualquier momento, cuando lo estime oportuno. Lo que le importa
es aumentar los márgenes a toda costa. Por esto, durante
los últimos años, muchos trabajadores
experimentados han sido sustituidos por jóvenes o por
inmigrantes "baratos". Ésta es la "flexibilidad" laboral
buscada. Sustituir a las personas, como si fueran máquinas,
con el único criterio de los costes. No importa el drama
personal generado. No importa si se resiente la calidad de los
productos o de los servicios
ofrecidos. No importa si se resiente el funcionamiento interno de
la compañía. No importa si esto supone "pan para
hoy y hambre para mañana". Para el capitalismo, las
personas son sólo "recursos
humanos". Para el capitalista más agresivo, más
impaciente, menos inteligente, de lo que se trata es de ganar
mucho dinero cuanto antes. Y en este aspecto, en España
tenemos el "privilegio" de tener una clase capitalista
especialmente "inteligente". El empresario español se
obsesiona con el rendimiento inmediato de sus empleados (por eso
necesita que ya estén formados de antemano, por eso no se
preocupa de formarlos él o de reciclarlos, por eso se
contrata nuevo personal joven mientras empleados con más
experiencia sobran), pero entendiendo el rendimiento de un
empleado sólo como la diferencia entre lo que factura y lo
que cuesta. En su corta visión, el empresario
español no valora la calidad, no considera cuánto
de bien trabaja su empleado (siempre es más difícil
evaluar la calidad que hacer una simple resta), no se da cuenta
de que si sus empleados están contentos con su trabajo, si
se sienten útiles, si se les trata dignamente, si
participan en las decisiones que les incumben, trabajan
más y mejor, la empresa va mejor y los clientes, al
estar más contentos, consumen más o aumentan. La
productividad
para el "inteligente" empresario español sólo
consiste en medir las horas que permanece un trabajador en su
puesto. Las oficinas están llenas de presuntos
trabajadores que casi viven en ellas, no es de extrañar
que España sea uno de los países con peor
productividad de Europa. Cualquier
trabajador español sabe muy bien que para ascender o que
incluso para no perder el empleo, hay que echarle horas. Esto
empieza a cambiar tímidamente en algunas empresas
dirigidas por empresarios más inteligentes. Pero la
tónica general es la que acabo de describir. Uno lo sabe
por su propia experiencia, por la experiencia de la gente a su
alrededor y por lo que observa en los medios de
información (por mucho que la realidad se intente suavizar
o incluso obviar). Indudablemente, el capitalismo tiene
ciertas tendencias y características intrínsecas a
él, pero indudablemente también, aquellas no
siempre emergen con la misma intensidad en todos los
países, en todos los sectores o en todas las empresas.
El capitalismo tiene sus defectos y vicios intrínsecos,
inevitables, pero no en la misma proporción en todos los
sitios ni en todas las épocas.
Si tan imprescindible es la "flexibilidad" laboral (el
abaratamiento y la facilidad del despido) para crear empleo,
entonces, ¿cómo se explica que cuando más
"flexibilidad" laboral hay, es también cuando más
paro hay? ¿Cómo se explica que España,
siendo uno de los países de Europa con mayor
"flexibilidad" laboral, sea el país con más paro?
¿Cómo se explica que los países
nórdicos que tienen los niveles de protección
social más altos de Europa tengan los niveles de paro
más bajos del viejo continente? ¿Quién se
cree que un despido barato favorece la contratación de
trabajadores? Cuando un empresario necesita contratar
trabajadores porque tiene cierto volumen de
trabajo que no puede ser satisfecho con la plantilla que ya
tiene, cuando es evidente que tiene posibilidad de obtener
más beneficios porque tiene suficiente margen (aunque para
él nunca es suficiente) por cada trabajador, cuando el
capitalista piensa cada vez más a corto plazo,
¿quién se cree que va a renunciar a la posibilidad
de hacer más negocio a corto plazo por el miedo que pueda
tener a las "rigideces" laborales que puedan perjudicarle a largo
plazo? ¿La explicación más lógica, no
es, precisamente, que, en realidad, lo que quiere el empresario
es disponer de los trabajadores a su antojo con el mínimo
coste posible, sin importarle para nada las consecuencias
dramáticas de sus decisiones para las personas afectadas?
¿No es evidente que para él los trabajadores son
simples máquinas de hacer dinero? ¿No es
evidente, de cajón, que cuanto más fácil y
barato sea despedir, más despidos habrá?
Aquellos que proponen el despido gratis en España, tomando
como modelo el caso
de Suecia, ¿están dispuestos también a
desarrollar el Estado de bienestar de dicho país? En
Suecia, el despido es gratis para el empresario, pero el Estado
cubre el sueldo del desempleado durante TODO el tiempo que
permanece sin trabajo. Las empresas pagan impuestos especiales al
Estado para ayudarle a asumir los gastos sociales
derivados de los despidos. ¿Está el capitalista
español dispuesto a esto también? Indudablemente,
el capitalismo internacional tiene ciertas características
comunes a todos los países, pero no todos los
países tienen la misma cultura. Los
países del norte de Europa, en este aspecto, son la
excepción. ¿A quién quieren engañar
los "expertos" que propugnan insistentemente (incluso en momentos
de crisis donde el paro se dispara) la "flexibilidad" laboral?
¿Es que no tiene límites su
desfachatez? ¿No es un insulto a la inteligencia sus
"razonamientos"? En realidad lo llaman flexibilidad laboral
cuando quieren decir precarización laboral. De esto ya
ningún trabajador tiene duda.
Para el capitalismo, los trabajadores son sólo
beneficios y costes, son números, no son personas.
¿A alguien le sorprende la progresiva
deshumanización de las empresas y por extensión de
la sociedad? ¿A quién le extraña la
deslocalización de las empresas? ¿Quién no
comprende porqué se abusa cada vez más de la
subcontratación? ¿Quién no ha vivido de
cerca la sustitución de trabajadores experimentados en la
plenitud de sus facultades (justo cuando más
podrían dar de sí) por trabajadores jóvenes?
¿A quién le choca, a estas alturas, que se recurra
cada vez más a trabajadores de países del Tercer
Mundo? Para el capitalismo (sumido en un proceso de
degeneración que parece inevitable e inacabable), el ideal
perseguido, es disponer de muchos trabajadores sumisos, baratos,
con largas jornadas de trabajo y sin derechos. Para lo cual es
primordial que exista el paro, siempre que no sea excesivo, para
impedir estallidos sociales. ¿Alguien puede realmente
todavía dudar de esto o rebatirlo? Que se lo pregunten a
cualquier trabajador de cualquier sector de la economía de
cualquier país. Ya ni siquiera se piensa a medio plazo.
Por lo menos antes el capitalista tenía cierta
visión a largo plazo. No importa la calidad. No importa si
se agotan los recursos
naturales. No existe el cambio
climático. No importa si la salud física o mental de
los trabajadores se resiente. No importa si se disparan las bajas
laborales. Siempre habrá posibilidad de encontrar otros
trabajadores a los que explotar (ya sea "importando" los
trabajadores, ya sea "exportando" el trabajo). Lo único
importante es aumentar los beneficios a (cada vez más)
corto plazo. Ésta es la prioridad absoluta del
capitalismo, su razón de ser. El día que las
máquinas puedan sustituir por completo a las personas, el
día que sea más rentable una máquina que una
persona, entonces el trabajo será una utopía o un
dudoso privilegio para los seres humanos que no sean capitalistas
(es decir, para la inmensa mayoría). De esto no puede
haber ninguna duda, basta con ver lo que ya ha ocurrido, lo que
está ocurriendo. Si aún existe el trabajo para las
personas es porque la tecnología aún
no ha sido capaz de sustituir por completo al hombre, porque
aún es más rentable en algunos casos usar
trabajadores humanos. Pero el día que esto cambie, el
capitalista no dudará lo más mínimo en
prescindir del hombre. El problema es que si no se reparte la
riqueza generada por el trabajo (ya sea de personas o
máquinas) y las personas comunes dependen del trabajo para
subsistir, pero éste desaparece, entonces, ¿de
qué va a vivir la inmensa mayoría de la gente? El
problema para el capitalismo frente a una situación como
esa, es el peligro de las posibles revoluciones sociales, es que
las masas no se conformen con morir lentamente.
¿Llegaremos a un punto en que la humanidad se verá
reducida a una casta superviviente dedicada al ocio, mientras las
máquinas trabajan? ¿Será esto la forma
más eficaz de reducir drásticamente la población mundial porque sólo una
minoría podrá sobrevivir? ¿No podemos
concluir que el capitalismo puede conducir a la extinción
de la mayor parte de la humanidad? ¿No está ya
deshumanizando a la humanidad? ¿O, por el contrario,
el capitalismo está condenado a sucumbir porque no
podrá evitar, tarde o pronto, la rebelión de las
masas? ¿Sobrevivirá el capitalismo o la humanidad?
Capitalismo o humanidad parece ser el dilema.
El sistema
capitalista se sustenta en la democracia. La democracia es el
menos malo de los sistemas.
Sin embargo, si el propio sistema capitalista reconoce, al
decir "el menos malo posible", que no es perfecto, que tiene sus
defectos, ¿por qué se empeña en no
perfeccionarlo? ¿Por qué detener el desarrollo
democrático? ¿Por qué no hablar de sus
defectos? ¿Por qué no corregirlos? ¿Por
qué no mejorar y aumentar la participación ciudadana? ¿Por
qué no extender la democracia a
todos los ámbitos de la sociedad? ¿Por qué
no aplicar la democracia en la economía, en la empresa?
Precisamente, el capitalismo se sustenta en la falta de
democracia en las empresas. Las empresas pertenecen a unos
pocos socios capitalistas y éstos deciden las cuestiones
estratégicas que afectan a las mismas. Los trabajadores no
tienen ningún poder de decisión y sólo
pueden obedecer las órdenes que vienen de arriba. Las
empresas son simplemente dictaduras ejercidas por sus
dueños. Los gestores de las empresas no rinden cuentas de sus
gestiones a los trabajadores, sólo lo hacen a los
accionistas. Los que deciden en las empresas (en base a cuyas
decisiones juegan con las vidas de millones de personas), no
responden ante la sociedad. ¿Dónde están los
responsables de la crisis financiera actual? Si tanto cobran por
sus supuestas responsabilidades, ¿por qué no
responden por ellas? Los únicos límites de dichas
dictaduras son la unidad de los trabajadores y las normativas
laborales y políticas
existentes. Pero, dado que la unidad de los trabajadores es cada
vez menor y dado que los derechos laborales están en claro
retroceso (mientras que los políticos o sociales son
muchas veces papel mojado), entonces las empresas son cada vez
más totalitarias.
La política está cada vez más controlada
por la economía, en vez de al revés. La
economía se está convirtiendo en un fin en
sí mismo. La sociedad está al servicio de la
economía (controlada por una élite cada vez
más minoritaria), en vez de al revés.
¿Qué futuro tiene una economía, una
sociedad, donde ya nadie se atreve a decir lo que piensa
realmente, donde se toman decisiones en base al "ordeno y mando",
donde la libre discusión es sustituida, cada vez
más, por la sumisión o el silencio, donde los
trabajadores están cada vez más reprimidos,
desilusionados y desmotivados? ¿Qué futuro tiene
una sociedad donde la mentira, la
hipocresía, la falsedad, se convierten en los ingredientes
básicos de la supervivencia? ¿Cómo va a
mejorar una sociedad si los que tienen cierto poder son cada vez
más incompetentes e irresponsables, si para ascender es
condición imprescindible mentir, tener poca
vergüenza, carecer de escrúpulos, someterse a los que
mandan (lo llaman "disponibilidad" cuando quieren decir en
realidad prostitución), pelotear o ser enchufado?
Como decía Murphy, En una jerarquía, cada
empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia.
O como decía también en otra de sus famosas citas:
El secreto del éxito
es la sinceridad. En cuanto pueda fingirla ya lo habrá
conseguido ¿Qué podemos esperar si los que
deciden no saben o no quieren decidir, si no responden por sus
decisiones, si los que gestionan a la gente no saben llevar a la
gente, si, además de su incompetencia (o quizás
debido a ella), no admiten la crítica o la discrepancia?
¿Cómo no van a ir a peor las cosas si no
sólo para ascender en el mundo laboral sino que incluso
para no perder el puesto de trabajo, es condición
imprescindible venderse, renunciar a nuestros ideales y a
nuestros principios
más básicos? ¿Cómo puede evitarse la
degeneración de la sociedad en semejantes condiciones?
¿Cómo no va aumentar así la corrupción? ¿Qué futuro tiene
una sociedad paranoica donde todo el mundo piensa mal de todo el
mundo, donde ya nadie se fía de nadie? ¿Cómo
puede haber espíritu emprendedor sin un mínimo de
libertad y confianza? ¿Cómo puede haber creatividad si
la gente tiene miedo de hablar o de opinar? ¿Cómo
puede avanzarse si la gente tiene miedo de compartir sus
conocimientos porque teme volverse prescindible?
¿Cómo puede funcionar el trabajo en equipo
sin compartición de conocimientos y sin
comunicación? Resulta paradójico que en la era de
las comunicaciones, la gente se comunica cada vez
menos, la gente desarrolla el arte de hablar
sin decir. ¿Cómo puede avanzar la ciencia o
la tecnología si no hay espíritu crítico y
libre, si no hay trabajo en equipo? ¿Cómo no va a
estar en crisis la creatividad si la libertad retrocede? La
creatividad es hija de la libertad. ¿No tenemos muchos la
percepción de que el arte está en crisis?
¿No tenemos la sensación de que ya no hay ideas en
el cine o en la
música o
en la tecnología o en la ciencia o.?
¿No tenemos la percepción general de que ya no hay
ideas? ¿De que tenemos más medios que antes pero
menos ideas? ¿No son habituales los "remakes" de viejas
películas, las segundas, terceras, cuartas,. partes de las
pocas películas que triunfan porque de vez en cuando
reaparece la originalidad? ¿No son habituales las
películas donde los efectos especiales se convierten en un
fin en sí mismo mientras el guión es inexistente o
muy trillado? ¿No son habituales las enésimas
versiones de viejas canciones que hace ya muchos años
triunfaron? ¿No es habitual oír la expresión
de que en aquellos viejos tiempos sí se hacían
cosas interesantes? ¿No será un claro
síntoma del inicio del colapso de nuestra
civilización, la indiscutible ralentización de los
avances
tecnológicos y sobre todo científicos que se
han producido en los últimos años?
¿Qué gran invento se ha producido en las
últimas décadas aparte de Internet? La mayoría
de "inventos", en
realidad, han sido sólo mejoras de inventos preexistentes
(telefonía móvil, televisión
digital, etc). ¿Por qué? ¿Por qué
la carrera espacial se ha ralentizado tanto? Hemos pasado de
poner hombres en la Luna a estar pendientes de si pueden volver
los que acabamos de mandar a pocos kilómetros por encima
de nosotros. ¿Cómo es posible, por otro lado, que
mientras haya gente que se muere de hambre, nos gastemos ingentes
cantidades de dinero en aventuras espaciales, o lo que es peor,
en guerras?
¿Cómo es posible que si la inmensa mayoría
de la gente está en contra de la guerra, sigan
existiendo guerras (muchas de ellas fomentadas o protagonizadas
por las supuestas democracias)? ¿No decían que una
democracia no podía declarar una guerra? ¿No
iría mejor la economía si funcionara de forma
democrática, si los jefes en las empresas fueran elegidos
democráticamente por los trabajadores, si los gestores
tuvieran que rendir cuentas a los gestionados, a los empleados?
¿No es evidente que con transparencia, con control, con
igualdad de
oportunidades para acceder a todos los cargos, en definitiva, con
democracia, los jefes elegidos serían los más
competentes (o por lo menos esto sería más
probable), se evitaría o por lo menos se
minimizaría el enchufismo? Decía Trotsky que La
economía necesita la democracia como el ser humano
necesita el oxígeno. Una economía que
funcionara de forma democrática sería más
eficiente y al mismo tiempo más justa. Siempre que la
democracia económica fuese real y no sólo formal,
por supuesto. Estamos hablando de una democracia real, no
aparente. ¿Alguien puede dudar acerca de dicha
aseveración? ¿Por qué no intentar llevarla a
la práctica?
La democracia liberal se basa fundamentalmente en la
separación de poderes, en el parlamentarismo y en el
sufragio
universal. Pero, ¿realmente son independientes los
poderes? ¿Cómo puede ser independiente un poder
designado por otro o financiado o subvencionado por otro? Si
tanto se proclama el sufragio universal para elegir a los cargos
públicos, ¿por qué sigue habiendo jefes de
Estado cuyos cargos son designados por la "gracia divina"?
¿Por qué no se han erradicado ya todas las
monarquías? Si los "apóstoles" que tanto proclaman
la "democracia" como el mejor sistema, creen de verdad en
ésta, ¿por qué no aplican los principios
propugnados en sus propias teorías? ¿Es posible una
prensa libre cuando no es independiente, cuando está
supeditada al poder económico? ¿Cómo es
posible la libertad (en la vida en sociedad), que tanto
proclaman, si no existe igualdad de oportunidades real?
¿Por qué ese empeño en no aplicar lo que
se predica? La única explicación lógica
posible es que los supuestos "apóstoles" de la democracia,
en realidad, no creen en ella. La única explicación
posible ante semejante contradicción entre lo dicho y lo
hecho, reside en la hipocresía. Aquellos que desde los
medios oficiales hablan tanto de democracia (sobre todo para
criticar otros modelos de
"democracia", a la vez que obvian cualquier crítica del
modelo que defienden a capa y espada, como si fuera perfecto) son
en realidad los mayores enemigos de la misma. Son los que
trabajan para evitar la auténtica democracia. Son los
integristas guardianes ideológicos del sistema
establecido, del status quo de sus amos.
¿Alguien se cree que el poder es verdaderamente del
pueblo? (democracia en griego significa el poder
del pueblo) ¿Es que depositar una papeleta cada X
años en base a una información parcial y sesgada,
de baja "calidad", votando a lo malo o a lo menos malo, eligiendo
entre dos opciones cada vez más parecidas en base a las
siglas o los prejuicios ideológicos y sin conocer sus
programas
(aunque conociéndolos tampoco serviría de mucho
puesto que el partido ganador puede incumplir su programa o sus
promesas sin problemas, y muchas veces sin consecuencias
electorales, lo cual es aún más grave), sin
posibilidad de que otros partidos tomen el relevo a los dos
dominantes (porque los medios no les dan la oportunidad de darse
a conocer y porque las leyes electorales favorecen el creciente
bipartidismo), puede llamarse realmente una democracia?
Si es indudable que en China no hay
democracia, ¿alguien pone en duda que su economía
es cada vez más capitalista? ¿Alguien cree
aún que el sistema chino tiene algún parecido con
el socialismo (uno
de cuyos principios fundamentales es el control
democrático de la economía) o con el comunismo
(sociedad sin clases y sin Estado o con un Estado reducido a la
mínima expresión)? El capitalismo no necesita
realmente la democracia política, como demuestra el
enorme crecimiento económico de China en los
últimos años. ¿Es que no creció la
economía con el franquismo en España
(economía indudablemente capitalista)? ¿O con la
dictadura de
Pinochet en Chile? El capitalismo necesita especialmente
evitar la democracia económica, se sustenta en la
propiedad privada de la economía. Capitalismo es
dictadura económica. Lo que ocurre es que la careta de
la "democracia" política le ayuda a subsistir. La falta de
democracia política provocaría el desarrollo
democrático y éste podría implicar la
extensión de la democracia a todos los rincones de la
sociedad, incluido el económico. Para evitar la democracia
económica, el sistema capitalista necesita aparentar que
la democracia ha llegado a su techo, que ya no es posible ni
necesario mejorarla o ampliarla. La aparente democracia
política sirve de contención a la democracia
económica, la cual significaría la extinción
del capitalismo. El capitalismo de China siempre es más
peligroso para la élite dirigente que el de los
países occidentales porque en el primer caso el sistema
pone aún más en evidencia su carácter
antidemocrático. Nadie duda del carácter
antidemocrático del sistema chino, pero mucha gente (la
mayoría aún) se deja engañar (por ahora) por
las apariencias
democráticas en los países occidentales. El
mejor disfraz de la dictadura económica que representa el
capitalismo es un sistema político aparentemente
democrático. Aparentemente democrático porque
si lo fuera realmente, la política no podría ser
controlada por la economía.
El poder económico controla al poder político
gracias al diseño
del sistema político hecho a su medida, gracias a las
democracias controladas. Controladas por su diseño
técnico y sobre todo por el control de los medios de
comunicación. No es muy peligroso preguntar de vez en
cuando al pueblo qué piensa si previamente se encarga uno
de que piense como uno desea a través de los medios de
comunicación, que en realidad, son creadores de
opinión, instrumentos de dominación
ideológica. Si además diseñamos una ley
electoral para que los partidos que saquen más votos
obtengan proporcionalmente aún más
representación en los parlamentos, de tal manera que el
número de votos por escaño favorezca a los dos
grandes partidos, de tal manera que se perjudique a ciertas
agrupaciones políticas minoritarias que necesitan muchos
más votos por cada escaño que las dos grandes
fuerzas, de tal manera que, por poner un ejemplo, el 36% de votos
se traduzca en el 49% de escaños para cualquiera de los
dos grandes partidos mientras que el 16% de votos de un partido
minoritario cuyos votos no estén concentrados en ciertos
territorios se traduzca en el 10% de escaños, si
además el Estado ayuda financieramente más a los
partidos que más votos sacan, si los dos grandes partidos
acaparan los medios de comunicación, si sus carteles
electorales inundan la calle, si se margina cada vez más a
los partidos que ya de por sí son marginales, si se
permite la financiación privada de los partidos (que por
supuesto proviene del gran capital, del poder económico, y
que mayoritariamente financiará a los dos partidos que le
representan), entonces inevitablemente se asienta el
bipartidismo. Si un partido que ya es conocido, es a su vez
ayudado para que sea aún más conocido, como si
hiciera falta promocionarlo, si se impide la igualdad de
oportunidades democrática para que los pequeños
partidos tengan cada vez menos opciones, si se realimenta el
bipartidismo, si., entonces el sistema político se
encamina inexorablemente hacia el bipartidismo. Se consigue que
una sociedad plural, la sociedad normalmente siempre es muy
plural, se traduzca en unos parlamentos cada vez menos plurales.
Las democracias supuestamente representativas de la sociedad son
cada vez menos representativas. El bipartidismo es la
garantía de que la partitocracia disfrazada de democracia
no atentará contra los intereses del capital.
El bipartidismo es más eficaz que el partido
único o una dictadura formal porque aparenta cierta
pluralidad, aunque dentro de unos márgenes
prudenciales. El lobo vestido de oveja es más
engañoso que el lobo sin ningún disfraz, por eso es
más peligroso. A nadie engaña una dictadura donde
no se vota o un régimen donde sólo hay un partido
legal. La gente tiende de forma natural al bipartidismo. Los
buenos y los malos. La izquierda y la derecha, o viceversa. En
nuestro subconsciente siempre está presente la dualidad
(que viene de dos) entre el bien y el mal. Tenemos dos ojos, dos
orejas, dos hemisferios cerebrales, dos brazos, dos manos, dos
piernas, dos pies. Los seres humanos somos en esencia "bi". Por
esto, aceptamos tan bien, en general, el bipartidismo. Un sistema
con, pongamos por caso, tres partidos principales sería
más difícil de controlar y es menos natural. El
tripartidismo sería un sistema más
dinámico (y lo dinámico, lo vivo, siempre es
más difícil de controlar), más plural,
podría derivar en distintos bipartidismos o incluso en
pluripartidismos. Siempre es más fácil controlar a
unos pocos que a muchos. Con el bipartidismo se aparenta cierta
pluralidad, pero ésta no se desmadra. Se consigue la
mínima pluralidad para aparentar que hay pluralidad pero,
al mismo tiempo, se evita que la pluralidad sobrepase un umbral
peligroso para el control. Se consigue la pluralidad justa, la
"democracia" justa. Muy inteligente el diseño de estas
"democracias". Y también muy retorcido, o quizás
sea yo el retorcido, el lector juzgará. Simplemente
recordar lo que decía Roosevelt: En política,
nada ocurre por casualidad. Cada vez que un acontecimiento surge,
se puede estar seguro que fue
previsto para llevarse a cabo de esa manera. En realidad,
los dos principales partidos del bipartidismo, sustento
político del capitalismo, son dos facciones de un
único partido. El partido del poder económico.
Éste financia por igual a ambos. Los distintos
lobbies, en realidad, tienen los mismos intereses. Todos
ellos apoyan sin fisuras los principios del capitalismo porque
todos ellos son el capitalismo. El capital duerme tranquilo
mientras cualquiera de los dos partidos ostente el poder
político. Cuando esto no ocurre, es cuando el capital
mueve sus resortes. Un ejemplo es lo que ocurrió en el
Chile de Allende. La
democracia aparente tiene también sus peligros. Todo tiene
sus ventajas y sus inconvenientes. Las dictaduras son a corto
plazo más seguras, pero no pueden perpetuarse. Éste
es quizás uno de los pocos triunfos cosechados por la
ciudadanía en los últimos siglos. El
poder está obligado a esforzarse por guardar ahora las
apariencias. Pero las "democracias" también tienen sus
peligros, siempre hay el riesgo de perder el control y de que
alguien descontrolado alcance el poder y no se someta a los amos
del sistema. La democracia liberal tiene sus
límites. Sus límites son los intereses de los
grandes capitalistas, los verdaderos gobernantes en la
sombra.
Es muy difícil, pero no imposible, que llegue al poder
alguien que atente contra el verdadero poder, que se rebele
contra su papel de mera marioneta, porque el sistema tiene sus
filtros. En los principales partidos, como en general en toda la
sociedad, sólo ascienden aquellos que se someten a lo
establecido, aquellos que se venden, aquellos que ya se corrompen
antes de que el poder les corrompa. ¿No podemos percibir
esta filosofía delante de nuestras narices? ¿No
ocurre igual en el trabajo, en el día a día? Eso de
que el poder corrompe es otra falacia. Lo que corrompe es el
deseo de acceder al poder. Lo que corrompe son las reglas del
juego
corrompidas. No es que el máximo cargo de una presunta
democracia corrompa, es que la propia democracia está
corrompida, está diseñada para que sólo
puedan llegar arriba los corruptos. Los políticos que se
corrompen, llegan al poder ya corrompidos. No es que el poder les
corrompa, es que para llegar al poder es condición
necesaria estar corrompido de antemano. Si fuera cierto, como a
veces dicen algunos inocentes e ilusos (obcecándose en no
querer ver), que cuando llega al poder algún
político bienintencionado se ve atado de manos por las
presiones que sufre, ¿por qué no usa el poder que
tiene para denunciar al sistema corrupto? ¿Por qué
no se dirige a la nación
a través de los medios de comunicación para
denunciar las presiones sufridas, para denunciar la falsa
democracia? ¿Por qué no dimite, si tiene dignidad y no
pretende corromperse, o si considera un fraude no poder
ejercer la responsabilidad que el pueblo le ha confiado?
¿Por qué se vuelve a presentar a nuevas elecciones,
si supuestamente no le dejan gobernar? ¿Para qué
llegar al poder si no puede ejercerlo? ¿No será,
quizás, la explicación más sencilla, y por
tanto la más lógica y probable, que en realidad no
le importa gobernar? ¿No será que no le importa
corromperse? ¿Por qué, si supuestamente llega al
poder impoluto, tarda tan poco en corromperse? ¿Si el
poder corrompiera al político al ejercerlo, y no antes, no
debería el nuevo inquilino del gobierno, al
menos al principio, tener ciertos gestos o amagos de actuar
honradamente? ¿No se notaría un cambio en sus
actuaciones o declaraciones? ¿No se notaría una
transición de su fase honrada inicial a su fase
corrompida? Yo te pregunto a ti, lector bienintencionado,
¿si tú llegaras al poder y pretendieras gobernar
honradamente actuarías igual que hacen los
políticos? ¿No es también necesario,
normalmente, corromperse, salvaguardando las distancias, para
acceder a ciertos cargos en la empresa donde trabajas? Si ya se
corrompe cierta gente para ser un jefecillo de poca monta en el
lugar del trabajo, salvo honrosas excepciones, estamos
generalizando, ¿cómo no se va a corromper cierta
gente por ser un presidente de un partido político o de
una nación?
Cada etapa en el ascenso de una persona en esta sociedad
corrompida de arriba a abajo supone un grado de corrupción. A cuanto más arriba se
aspire llegar, más debe uno corromperse. En realidad,
es el propio sistema el que está corrompido. Los
bichos raros que de vez en cuando (aunque cada vez más
difícilmente) surgen, son la excepción que confirma
la regla. La regla es que para ascender en esta sociedad hay
que corromperse. Esto es una consecuencia de una falsa
democracia que habría que reformar de arriba a abajo
(remito a mi libro "Rumbo a
la democracia").
El principal peligro que tienen las "democracias" en las
que se sustenta el capitalismo para evitar la auténtica
democracia, es la abstención. No es de extrañar
que cada vez más gente se desencante con estas
"democracias". A la gente se la puede engañar durante
mucho tiempo, durante demasiado, pero poco a poco, la gente se va
dando cuenta de que no le sirve en verdad de nada votar. Se va
dando cuenta de que da igual quién gane las elecciones,
dado que sus problemas cotidianos siguen igual o peor. A veces,
algunos se contentan con votar a uno de los dos partidos, el
menos malo, para evitar que salga el otro. Se vota no tanto a la
supuesta izquierda sino contra la derecha oficial. A veces, es
incluso peor para los trabajadores, desde el punto de vista
práctico, un gobierno presuntamente de izquierdas porque
los sindicatos afines (por cierto subvencionados por el Estado,
es decir, por el poder político) son menos beligerantes y
consienten cosas al gobierno de "izquierdas" que no le
pasarían a un gobierno de la derecha. Y a la historia
reciente de España podemos remitirnos.
¿Cuándo se han producido los mayores retrocesos
para la clase trabajadora en España? Respuesta: durante
los gobiernos del "socialista" Felipe González. A los
sindicatos les costó mucho hacer una huelga general
contra "su" gobierno. Ya llevamos, en el momento de escribir
estas líneas, muchos meses con una fuerte crisis en
España, y mucha gente se pregunta dónde
están los sindicatos, hasta cuándo van a permanecer
callados. Mucha gente se pregunta si tendrían la misma
actitud o paciencia con un gobierno del Partido Popular. Otras
veces, los mismos que dan su apoyo a la supuesta izquierda,
desencantados con la política
económica de ésta (que desde luego, en lo
económico nunca es de izquierdas, parece un esperpento que
el partido supuestamente de izquierdas aún mantenga en sus
siglas la O de obrero y la S de socialista,
cabría preguntarse si alguien en dicho partido conoce el
significado de la palabra socialismo), deja de votarles
en las siguientes elecciones. Por esto, el voto a la izquierda, a
diferencia del voto a la derecha oficial, fluctúa tanto y
es poco fiel. Por esto, la abstención perjudica más
al partido de la "izquierda" que al de la derecha. Mención
aparte merece la izquierda llamada radical, la verdadera
izquierda, que está profundamente dividida, cuando no se
vende también por ciertas mínimas cotas de poder
con la esperanza de provocar un giro a la izquierda del partido
supuestamente socialdemócrata (ya ni siquiera podemos
decir que lo sea), cuando no se conforma con migajas o cuando no
se acomoda en los sillones de las instituciones.
No es de extrañar que mucha gente, como decía, se
abstenga de participar en este paripé de democracias.
El sistema lo sabe, la abstención es lo que más
le deslegitima y más le pone en evidencia. Por eso, los
principales partidos que sustentan estas falsas democracias, se
ponen de acuerdo para pedir desesperadamente el voto, apelando a
ese "espíritu democrático" del que carecen,
apelando a la responsabilidad ciudadana de la que son campeones
en evitarla. Raro es el ministro que dimite en nuestro
país. La palabra dimisión no existe casi en el
diccionario de
nuestra clase política (en esto no podemos culpabilizar
sólo a los políticos, dicha palabra tampoco existe
en nuestra sociedad española). Cuando las cosas van mal,
la culpa es de la coyuntura. Cuando van bien es por la
magnífica política ejercida, que son incapaces de
explicar, quizás porque en realidad es inexistente. Por
supuesto, para la "oposición" es justo al revés.
Cuando las cosas van mal, la culpa es del gobierno. Y cuando van
bien es por la coyuntura. Y esto lo hacen exactamente igual los
dos partidos. Sólo cambian las siglas y las caras. Cuando
uno de esos dos partidos pasa de la oposición al gobierno,
de repente, por arte de magia, lo que antes era culpa del antiguo
gobierno, ahora es de la coyuntura, y viceversa, para el partido
que pasa a la oposición, lo que antes era gracias al
gobierno ahora es por la coyuntura. Lo dicho, los dos partidos
cada vez se diferencian menos, tanto por sus discursos,
como por sus "programas" (mejor dicho por la coincidencia en la
ausencia de programas en ambos casos), como por sus acciones,
como por sus formas. Ya sólo se trata de votar a uno u
otro, por tradición "ideológica" (esto es un decir
porque la ideología en dichos partidos es
prácticamente inexistente) o por simpatía por tal o
cual personaje. Los gobiernos parece que hacen algo, por
supuesto, hay que guardar las apariencias cara a la
galería. La auténtica política, sobre todo
la relacionada con la economía, el motor de la
sociedad, es prácticamente inexistente. En todo caso, se
limita a ciertas medidas puntuales, consiste en aplicar ciertos
parches, pero por supuesto, nada de tocar las bases del
sacrosanto sistema capitalista, eso está estrictamente
prohibido. Todo el mundo tiene la sensación de que los
políticos tienen poco margen de maniobra. A nadie
extraña ya los constantes cambios de carteras
ministeriales. Tan pronto uno puede ser ministro de sanidad, como
de educación,
como incluso, a veces, esto es un poco más difícil,
de economía. A nadie extraña porque ya todo el
mundo tiene más o menos claro que un ministro realmente
hace bien poco, no digamos ya el jefe de todos ellos. A nadie
extraña porque esto es también muy habitual en las
empresas. Reorganización tras reorganización y tiro
porque me toca, para disimular que en realidad no hay organización. Los jefes parece que se
dedican a "barajar" al personal, tan pronto estás en el
departamento X como en el Y, como vuelves al X, como te vas al
nuevo Z que acaban de crear. Pero en todos los departamentos, te
encuentras con los mismos sinvergüenzas que ni siquiera se
dignan ya a transmitirte que un año más tu subida
salarial es un cero patatero. A nadie extraña este baile
de carteras ministeriales porque parece que el trabajo de los
responsables consiste en dar ruedas de prensa, en vender acciones
de gobierno, en transmitir "confianza", en hacer inauguraciones,
en hacerse la foto. Los ministros son en verdad comerciales,
simplemente venden, simplemente son sólo imagen.
Mención aparte merece ese anacronismo llamado monarquía. Los ministros son sólo
imagen, el Rey es pura imagen (todo el mundo piensa, salvo los
cuatro lacayos de su corte, que sólo sirve para
inaugurar), nuestras democracias son sólo
espejismos. Son puros efectos especiales
cinematográficos. No es de extrañar en estos
tiempos de la
comunicación audiovisual. Lo que no sale en la tele no
existe. Lo que no tiene imagen asociada no es noticia, como dice
Pascual Serrano, conocido periodista de la prensa alternativa,
uno de los fundadores de Rebelión.
Una democracia muy "seria" ésta que tenemos. Una
democracia con "contenido". Por eso, como decía, porque la
abstención es lo que más delata esta "falsicracia",
se encargan de calentar al personal cuando se acercan elecciones.
Por eso, montan tanto "debate" en las
teles, por cierto "mucho ruido y pocas
nueces". "Debates" superficiales donde no se habla de cuestiones
concretas, donde no se habla de programas (lógico puesto
que son un espejismo, el único programa es atender a los
intereses del gran capital, es no hacer nada, salvo cuando el
gran capital necesita ayuda), y donde los candidatos se limitan a
criticar al contrincante por sus propios pecados. Democracia de
excelente "calidad" ésta. "Democracia" en la que muchas
veces, como incluso proclaman sus defensores, el mejor gobierno
es el que no se nota, el que pasa desapercibido. El gobierno
ideal del capitalismo es aquél que no hace nada, que deja
que la economía vaya sola, que deja que el capital campe a
sus anchas y contenga al pueblo. Por eso, explotan sus
diferencias (aunque cada vez les es más complicado) los
dos grandes partidos de la partitocracia. Por eso, se habla
eternamente de temas que ya poco a poco se creían
superados, ya sea el aborto, el
matrimonio
entre homosexuales, la iglesia, y
sobre todo mucho sexo. Todos
ellos temas de interés
social, pero nimios para el verdadero poder en la sombra, el
poder del capital. Hay que entretener al pueblo con sexo, con
fútbol,
o con lo que sea con tal de que no piense sobre lo que le afecta
día a día en el trabajo, en el banco, o en el
hospital. Temas que interesan a los dos partidos, puesto que de
lo que se trata es de hablar de cualquier cosa menos de los
tabús, véase las bases del sistema
económico-político, véase las raíces
de los verdaderos problemas que interesan al ciudadano, es decir,
el paro, el terrorismo o
la vivienda, puesto que de lo que se trata es de montar
polémicas para aparentar que existe un gobierno y una
oposición. De lo que se trata es de inundar al ciudadano
con estadísticas que maquillen la realidad o que por lo
menos la suavicen, para lo cual se reformula el IPC, o se inventa
una nueva manera más ventajosa (para el poder) de
contabilizar el índice de desempleo. De lo que se trata es
de ocultar que no se hace nada a base de muchas cifras
rimbombantes, de muchas opiniones "expertas" que repiten como
loros lo que sus amos les han adiestrado, de muchas tertulias
entre siempre los mismos lacayos que hablan mucho para no decir
nada, menos aún nuevo, para repetir hasta la saciedad los
postulados que nos meten por todos lados hasta en la sopa. De
lo que se trata sobre todo, es de evitar a toda costa el
recuestionamiento de los cimientos de la sociedad, evitar que
otras ideas hagan competencia a las del pensamiento
único, sin el que el sistema no podría
existir.
El bipartidismo, por un lado, fomenta la participación,
al tender a un estado de cuasi empate técnico, creando la
impresión en la gente de que su voto es imprescindible
para decantar la balanza hacia uno de los dos lados, pero por
otro lado, fomenta también la abstención porque
mucha gente ya empieza a dejar de creer en él, a mucha
gente le cuesta cada vez más encontrar serias diferencias
entre los dos grandes partidos. Así, tenemos cierto sector
de la población que siempre vota (sobre todo el electorado
del partido de la derecha que es el más fiel), cierto
sector de la población que tan pronto vota como no (sobre
todo al partido de la presunta izquierda), y un sector de la
población que, desencantado del sistema o simplemente
desentendido de él, no vota. La situación parece
tender lentamente hacia una progresiva abstención pero se
producen fluctuaciones, muchas de ellas provocadas por el
sistema, que pone toda la carne en el asador para que la
abstención no alcance proporciones escandalosas. Con una
abstención creciente y sistemática el sistema
peligra porque una democracia donde la gente no participa pierde
todo su sentido. El mayor fracaso de una democracia es la
falta de participación de sus ciudadanos. Al sistema
capitalista, hipócritamente, le interesa que el ciudadano
participe para depositar una papeleta cada X años, pero
nada más. Por supuesto, no le interesa que el ciudadano
piense demasiado, no le interesa que participe demasiado. La
élite desea que el ciudadano corriente vote ciegamente
únicamente para legitimar el sistema. Sólo desea
usar al ciudadano como una marioneta para que haga justo los
movimientos que desea, ni más ni menos. Porque si no es
así, ¿por qué no mejorar la democracia para
que la gente participe más y mejor? ¿Por qué
no mejorar la representatividad de las democracias
representativas? ¿Por qué no ir evolucionando hacia
democracias participativas o deliberativas? ¿Ha habido
algún avance democrático en los últimos
años? ¿Alguna reforma de nuestro sistema?
¿Es que nuestra "democracia" es ya perfecta? ¿Por
qué tanto miedo a reformar la Constitución?
¿Por qué no se debate sobre las bases del sistema
democrático? ¿Se habla de las posibilidades de
Internet para implantar la democracia directa o para mejorar la
democracia representativa? ¿Se habla de las posibilidades
de la prensa alternativa para despegar y hacer la competencia a
la tradicional gracias a las nuevas
tecnologías? Para el capitalismo, de lo que se trata
es de mantener las cosas como están. El capitalismo
necesita que las democracias actuales no evolucionen, o en todo
caso sólo lo hagan en apariencia, o mejor aún que
involucionen. Tal como están diseñadas, con sumo
cuidado e inteligencia, le sirven perfectamente porque controla
al pueblo sin que éste se perciba mucho de ello. La
situación es de un trabajado y premeditado equilibrio
para garantizar el status quo. Y para ello, necesita que la
abstención se mantenga dentro de unos márgenes.
La abstención es el talón de Aquiles de las
democracias capitalistas. Todas aquellas fuerzas que desean
combatir al sistema político del capitalismo sólo
tienen dos opciones realistas: o se unen en un frente
común para aglutinar el voto de todos aquellos que
aborrecen el sistema (para lo cual deben defender
prioritariamente el desarrollo democrático, deben centrar
sus programas alrededor de la contundente denuncia de los
defectos del sistema, y además, deben diferenciarse del
resto de fuerzas por la forma de defender sus ideas, por sus
comportamientos escrupulosamente y ejemplarmente
democráticos) o se ponen de acuerdo para promocionar
activamente la abstención. O se intenta meter la cabeza en
el sistema para forzar cambios desde dentro o se fuerza el
desmoronamiento del mismo por su punto más débil.
La lucha será difícil, nos enfrentamos a un enemigo
muy poderoso e inteligente. El aparente caos no lo es tanto. El
capitalismo ha sido capaz de construir un caos organizado, un
caos controlado. Por esto, ha sido capaz de sobrevivir tanto
tiempo, por esto, a pesar de su evidente irracionalidad y de sus
profundas contradicciones, cuesta tanto derrocarlo. Pero, como
suele decirse, nada es perfecto. Y como dice el famoso lema,
la única lucha que se pierde es la que se
abandona.
La libertad
implica inevitablemente desigualdad. Cualquiera puede prosperar
en el capitalismo.
Ésta es una de las grandes falacias del sistema
capitalista. En la vida en sociedad, la libertad de uno acaba
donde empieza la de otro. Según este principio,
sólo puede maximizarse la libertad de la mayoría de
los individuos, es decir, sólo puede maximizarse la
libertad de la sociedad, mediante la igualdad de oportunidades.
Si no PUEDO elegir, si no tengo OPCIÓN, entonces realmente
no ELIJO (aunque quiera) y por tanto no soy libre (o soy mucho
menos libre que otro que sí tiene más opciones, su
libertad no acaba donde empieza la mía porque la
mía simplemente no empieza, su libertad traspasa el
límite de la mía). Igualdad y libertad son dos
caras indisociables de los derechos del hombre. La libertad debe
estar "equitativamente distribuida" entre los individuos de una
sociedad. Como dijo Noam Chomsky, Una libertad sin opciones
es un regalo del diablo. No debemos consentir que se nos
venda la idea de que libertad implica inevitablemente desigualdad
porque es justo lo contrario. No puede existir libertad (en la
vida en sociedad) sin igualdad de oportunidades. Las grandes
desigualdades sociales son realmente consecuencia del libertinaje
(de la desigualdad de oportunidades, de la preponderancia de unas
libertades "secundarias" de una minoría sobre las
libertades "básicas" de la mayoría, del
acaparamiento desigual de las libertades). Admitiendo que la
igualdad absoluta es imposible (y también injusta), es
antinatural, la desigualdad excesiva tampoco es lógica ni
justa ni natural. No todos tenemos las mismas capacidades, no
todos debemos ganar igual, pero nadie puede trabajar cientos (ni
siquiera decenas) de veces lo que otros y por tanto tampoco
debería ganar cientos (ni decenas) de veces lo que otros
(no digamos ya el caso de unos pocos que se enriquecen con el
trabajo ajeno). Es lógico que haya ciertas desigualdades
(debido a nuestra desigualdad "natural") pero no es lógico
que sean excesivas (debido a las desigualdades "antinaturales").
Los seres humanos somos distintos pero tampoco demasiado
distintos.
El liberalismo
(la presunta ideología del capitalismo, presunta porque en
realidad la única ideología del capitalismo es el
capital) "olvida" que no se puede ejercer la libertad de la misma
manera cuando alguien vive al margen de la sociedad,
individualmente, que cuando vive con otras personas, socialmente.
No se puede aplicar los mismos criterios de libertad en contextos
opuestos. El liberalismo asume la libertad asocial en la
sociedad. O dicho de otra forma, convierte la sociedad en una
jungla porque asume que la libertad en la sociedad humana se
puede ejercer de la misma manera que en la jungla. El
liberalismo proclama solemnemente la libertad del individuo,
pero se desentiende de cómo llevarla a la práctica
en la vida en sociedad. Para el liberalismo, la sociedad no
necesita ser regulada, al contrario, conviene desregularla para
aumentar la libertad del individuo. Lo que ocurre es que,
así como en la jungla el fuerte domina al débil (la
cruda ley de la naturaleza), en la sociedad desregulada
propugnada por el capitalismo, la libertad sólo existe
para el más fuerte. La libertad en el capitalismo consiste
en la posibilidad del más fuerte de dominar a su antojo.
La libertad sólo existe para unos pocos para
quitársela a la mayoría. En suma, el liberalismo
institucionaliza la ley del más fuerte.
¡Cuántas veces se nos vende la moto diciendo que
cualquiera con un poco de suerte, con riesgo y con esfuerzo puede
enriquecerse! El capitalismo proclama solemnemente que el
individuo con su iniciativa privada es el motor de la
creación de riqueza en la sociedad. Pero "obvia" que las
condiciones iniciales en que el individuo surge en la sociedad
son determinantes para su futuro. "Obvia" que una persona que
nace pobre tiene muy pocas probabilidades reales de dejar de
serlo. "Obvia" que es mucho más difícil arriesgar
cuando falta dinero, que cuando sobra. ¿Por qué los
trabajadores no compran las acciones de las empresas? ¿No
será que bastante tienen con sobrevivir? Es fácil
arriesgarse cuando uno ya nace con dinero o en una familia que le
sirve de colchón si la aventura empresarial sale mal. Pero
el que nace pobre, o por lo menos, al que no le sobra el dinero,
le cuesta mucho invertir. El riesgo en este caso no es dejar de
ganar lo esperado, sino perder el sustento. En un caso se trata
de apostar por enriquecerse, en el otro por sobrevivir. La
diferencia es obvia. Pero para los "ideólogos" del
capitalismo no existe. Se infravalora el riesgo que debe asumir
el pobre mientras se sobrevalora el que hace el rico y se utiliza
para justificar su posición dominante en la sociedad.
¡Cuántas veces se justifica que el trabajador no
tiene ni voz ni voto en la empresa porque no ha arriesgado y no
ha comprado acciones! Valiente "democracia" ésta del
capitalismo donde muchos no pueden acceder a tener ni voz ni
voto, donde se excluye a la mayoría, y donde unos pocos
tienen más voz y voto simplemente porque son más
ricos. Hermosa "democracia" ésta donde no se cumple el
principio del sufragio universal ni el de "un hombre, un voto".
Coherente sistema éste donde lo proclamado en el
ámbito político es lo contrario de lo proclamado en
el ámbito económico. Donde las reglas del juego son
distintas en los distintos rincones de la sociedad.
El capitalismo, algo característico en él, no
se preocupa de que las ideas proclamadas en la teoría
puedan llevarse a la práctica. Se fundamenta en la
libertad del individuo pero no se preocupa de garantizarla, de
posibilitarla en la realidad. Su especialidad es convertir lo
que se proclama como blanco en la teoría en negro en la
práctica. Es convertir la libertad teórica en
esclavitud
práctica. En el capitalismo, a lo máximo que puede
aspirar la mayor parte de la población (y esto cada vez
menos) es a tener un trabajo, ya sea por cuenta ajena, ya sea por
cuenta propia. Pero que les pregunten a los trabajadores
autónomos si consideran que es posible enriquecerse con
una pequeña empresa. Que le pregunten al pequeño
comerciante si es posible competir con las grandes superficies
comerciales. El capitalismo hace de la excepción la norma.
Explota los pocos casos en que alguien prospera por sí
mismo (lo cual es por cierto cada vez más difícil,
pero no imposible) para hacernos creer que si no hay más
gente que lo hace es porque no se arriesga o no se esfuerza o no
tiene suerte. En España, normalmente, se cierran
más empresas al año que las que se crean. En el
capitalismo, la gente deposita más su confianza de
prosperar en la lotería. Ésta se convierte incluso
a veces en la única esperanza de huir del alienante
trabajo. Ya ni siquiera representa la esperanza de enriquecerse,
sino que se convierte en la necesidad de huir de la
explotación. Es cierto que ha habido ciertos individuos
que con esfuerzo, mucho riesgo, y a veces mucha suerte, han sido
capaces de huir de la pobreza y
enriquecerse. Pero esto ya casi forma parte de la historia
romántica de los inicios del capitalismo. En la
actualidad, los que prosperan son los que ya nacen
prósperos. Por el proceso de concentración del
capital (proceso que aún no estaba tan desarrollado en los
principios del capitalismo moderno), no sólo es cada vez
más difícil abrirse camino en ningún sector,
sino que incluso ya es difícil que el pequeño
empresario sobreviva. El milagro del joven empresario que se
enriquece en muy poco tiempo, que "triunfa", sólo ocurre a
veces en sectores nuevos, más "verdes" (por ejemplo en la
informática). Es muy difícil, por no decir
imposible, entrar de nuevas en un mercado dominado por
oligopolios. Y cada vez es más difícil encontrar
mercados que no estén dominados por grandes empresas. Si
alguna vez fue cierto que era posible prosperar individualmente
partiendo de cero, esto ya casi es utópico en el
capitalismo actual. El capitalismo nos vende la utopía
individual al mismo tiempo que niega la social. Nos vende la
ilusión de la prosperidad individual mientras nos asegura
la miseria social. Nos crea la falsa expectativa de que podemos
prosperar individualmente, cuando nos condena a la miseria
colectiva. Nos quiere hacer creer que podemos ser ricos si
tenemos suerte, si asumimos las reglas del juego, cuando
éstas nos condenan a una muy probable pobreza, cuando
en realidad, sólo podemos aspirar a minimizar la miseria.
Nos vende una muy improbable ilusión para camuflar una muy
probable realidad. ¡El capitalismo sí que es
realmente utópico! ¡Nos quiere hacer creer que es
posible librarse del caos al que conduce a la sociedad en su
conjunto! Separa al individuo de su contexto.
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