La civilización mediática: metáfora narcisista de los espejos múltiples
El debate
político-ideológico es un ingrediente básico
en el proceso de la
construcción de una nueva sociedad
fundamentada en participación activa y libertad.
Temas cardinales como: libertad de
expresión, papel de los medios en las
sociedades
democráticas contemporáneas, la propiedad de
los medios y sus nuevas funciones en una
época de crisis de las
instituciones
pilares de la democracia;
¿de quién o quienes son la palabra y la voz?
¿Quién es propietario del habla en el espacio
público? ¿Hay un sujeto o sujetos con acceso
privilegiado a la verdad? En fin, son temas que se discuten en
los más diversos escenarios de las democracias
occidentales hoy, tanto del mundo desarrollado como
subdesarrollado.
En la sociedad contemporánea, los medios de
comunicación masiva no son ya meros medios para
expresar una opinión, vender productos o
influir en la manera de pensar y actuar de la gente. Lo
más político que hay en las sociedades
democráticas actuales, son los medios masivos; lo cual no
quiere decir que deben convertirse en "partidos
políticos". Hoy en día, los medios configuran
la manera como vemos el mundo, como sentimos, como pensamos, como
actuamos. No son simples modeladores de conducta, son
constructores de "subjetividad", de cultura (la
cultura hegemónica, por supuesto), de estilos de vida,
etc.
No creo que esto que hemos denominado como
"Mass-mediatización de la sociedad", o
"Civilización massmediática", se corresponde
adecuadamente con el concepto de
"Subcultura massmediática", porque a mi modo de ver el
asunto no se trata de una subcultura en el sentido en que Lewis
entendía el segmento cultural que generaba la pobreza como
estilo de
vida, modo particular de adaptación a una sociedad en
general. No se trata de un estrato cultural o de un
segmento; se trata del más formidable proyecto de
reemplazamiento de la subjetividad, la cultura (en sentido
amplio) y los "mundos de vida", de la gente hoy.
No es una cuestión del imperialismo, superestructura o
infraestructura, de sobredeterminación o
determinación en última instancia; ni siquiera del
proyecto de una clase
específica o fracción de clase dominante que quiere
imponer su hegemonía (aunque desde luego esta sea
una variable muy importante). Estamos hablando de todo un
proceso civilizatorio que responde a la
racionalidad de la civilización neo-moderna global y
cuya plataforma de lanzamiento son las "estructuras
fractales" de una red compleja de modos de
producción simbólica. ´Quizás
podamos pecar de simplistas y por tanto carentes del método de
la complejidad cuando decimos que lo que aquí se juega no
es el carácter de meros mecanismos
instrumentales de la estructura mas
mediática que funcionaliza la acumulación y
maximización de la ganancia de algunas corporaciones
trasnacionales (aunque esto también esté presente);
se trata más bien de una propuesta de
re-semiotización de la vida, del inconsciente (individual
y colectivo), del deseo, las pasiones; de
re-gramaticalización del espacio-tiempo
(espacialización del tiempo, el tiempo como eterno
presente, etc.), del concepto de realidad; la cual se
vuelve una visión "narcisista de múltiples
espejos" para el Ego del sujeto cuando se ve a
sí mismo en las aguas cristalinas de la
realización del deseo y por lo tanto del sentido.
Estamos hablando aquí no simplemente de un
proyecto de una clase dominante para mantener la
hegemonía de las clases subordinadas en función de
la extracción de plusvalía; en todo caso y
más que eso (aunque también eso este presente), nos
gustaría hablar aquí (parodiando a Ludovico Silva,
de una plusvalía simbólica que se concreta a
través de un proceso de "racionalización
industrializada de la fantasía", que en el fondo es
"racionalización del fantasma" individual y
societario.
Jamás la humanidad había vivido una experiencia
de este tipo porque tampoco el mercado se
había transformado de una instancia de realización
del valor de la
mercancía producida, propio del capitalismo de
producción, en el meta-lugar,
instancia de realización del sentido por excelencia del
capitalismo de consumo; por
lo tanto más que territorio de intercambio
de mercancías desde el punto de vista material, es un
territorio simbólico matriz para
toda los intercambios simbólicos en el conjunto total de
la sociedad. Eso no lo habíamos vivido antes como especie,
de aquí que estamos asistiendo a experiencias que
definen "vividos individuales y colectivos", completamente
inéditos. Estamos asistiendo a una mutación
simbólica de la especie (homo mediático) que
es superior a cuantos proyectos de
dominación hayan concebidos los diversos imperios,
dictaduras y fascismos por los que la humanidad ha
pasado.
Desde las primeras décadas del siglo XX, con Orson
Welles, sabemos del inmenso poder que los
medios tienen. Tanto en Venezuela,
como en cualquier otro país del mundo hoy, la política es Video
Política. Lo realmente significativo en
Política es lo que vemos en la pantalla de la Tv. En vez
de la ficción imitar a la vida, es la vida la que
está imitando a la ficción. La gente quiere ser
como los personajes que aparecen en los medios, no como son las
otras personas del medio que los rodea.
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