- La doctrina de la Seguridad
nacional
Primera etapa del Estado terrorista: las tres
A
El Estado Militar
El Estado terrorista en su máxima expresión: 1976
– 1983
Principales aspectos de la represión
La destrucción de la economía
Persecución del pensamiento y las
ideas
Conclusiones
Bibliografía
El Estado moderno
se proclama como la representación del interés
universal, equilibrando las relaciones de fuerza de la
sociedad. Esto
implica una sujeción a principios
políticos concretos, plasmados en leyes
fundamentales. Uno de estos principios es la limitación
del poder
(división de los poderes Ejecutivo, Legislativo y
Judicial, publicidad de los
actos de gobierno,
restricción de los derechos según
criterios razonables, responsabilidad del Estado y de sus funcionarios y
control judicial
independiente).
En Argentina, la Constitución de 1853, con sus posteriores
reformas, contempla expresamente los principios políticos
que dan forma al modelo de
Estado basado en la seguridad
jurídica. No obstante, la ley fundamental
contempla situaciones excepcionales para garantizar la vigencia
del estado de
derecho.
Las situaciones excepcionales previstas en la
Constitución Nacional son: guerra civil,
conmoción interior, insurrección o invasión
de una provincia por otra, sedición o asonada,
quebrantamiento de la forma republicana o resistencia a la
ejecución de leyes nacionales. Frente a estos episodios,
se autorizan distintos remedios: poderes de guerra aplicables en
caso de guerra civil, estado de sitio, intervención
federal a una provincia, estado de asamblea o movilización
de milicias, poder de policía y poder
represivo-penal.
Los gobiernos democráticos, con muy pocas
excepciones, hicieron uso y abuso de esas prerrogativas
excepcionales, especialmente del estado de sitio y de la
intervención federal a provincias. Estas situaciones
excepcionales están previstas en el sistema legal y
no implican una ruptura de la estructura
jurídico-política del sistema
democrático.
Pero es necesario destacar que toda vez que se produjo
la intervención de la fuerza militar con el derrocamiento
de un gobierno elegido por el voto popular, se trascendió
el marco de las medidas excepcionales para desembocar en
regímenes de facto (esto significa gobiernos de hecho, o
que no están reconocidos oficialmente por ninguna norma
jurídica). Los gobiernos que asumieron en esa
circunstancia, tuvieron un carácter ilegítimo debido a su
origen inconstitucional y a la concentración de facultades
correspondientes a dos poderes claramente diferenciados por la
ley fundamental, como son el Ejecutivo y el
Legislativo.
Lo que se debe aclarar es que en las distintas
interrupciones del sistema democrático ocurridas en el
siglo XX (golpes de 1930, 1943, 1955 y 1966), no se
pretendió cambiar la naturaleza
misma del Estado. Asimismo, la supresión de las libertades
y garantías constitucionales se ejercieron como una
necesidad momentánea, sin cuestionar la forma
democrática de gobierno como organización social legítima y
perdurable.
El golpe de 1976, en tanto, está largamente
demostrado que fue el más sanguinario de todos: el
terrorismo de
Estado significó el asesinato de miles de ciudadanos y la
violación sistemática de los derechos humanos
dejó heridas imborrables en la sociedad (que desde 1930
había acompañado, con mayor o menor entusiasmo,
todas las aventuras militares). No se trataba simplemente de
corregir una política
económica, derrotar a la guerrilla o resolver una
crisis
institucional, para eso bastaban quizás algunos cambios en
la legalidad
constitucional. El último gobierno militar se propuso
transformar de raíz a la sociedad argentina, porque lo que
estaba en juego para la
Junta Militar era la existencia misma de la nación.
Asimismo, el retorno a la democracia fue
el desenlace que tuvo la humillante derrota en la guerra de
Malvinas. De no mediar ese acontecimiento, la
reimplantación del sistema democrático
quizás hubiera sido más tardía o en
condiciones que resulta difícil imaginar. La última
irrupción militar en el Estado,
como se verá más adelante, tenía objetivos,
pero no plazos.
Según el sociólogo James Petras, profesor de la
Universidad de
Binghamton (New York) e intelectual emblemático de la
izquierda estadounidense, "el golpe de 1976 no fue
únicamente un golpe militar, sino un golpe de clase, una
brutal guerra de clases desencadenada desde arriba".
Por otra parte, Petras destaca que "a diferencia de
golpes anteriores, que se centraron en el asesinato selectivo de
líderes y cuadros, en el golpe de 1976 fueron asesinados
decenas de miles de activistas y líderes populares de
opinión, que unían a millones de trabajadores a las
grandes luchas y debates públicos".
La doctrina de la
Seguridad nacional
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