Indice
1.
Introducción.
3. El
Desempleo.
4. Causas de la
pobreza
5. La lucha contra la
pobreza.
6. Conclusiones del
tema.
7.
Bibliografía.
La pobreza es un
fenómeno que tiene muchas dimensiones, por lo que no
existe una única manera de definirla. Para efectos de su
estudio práctico, la mayor parte de las veces, la pobreza se ha
definido como la incapacidad de una familia de cubrir
con su gasto familiar una canasta básica de subsistencia.
Este enfoque metodológico clasifica a las personas como
pobres o no pobres.
Similarmente, en el caso de que el gasto familiar no logre cubrir
los requerimientos de una canasta alimentaria, se identifica a
la familia
como pobre extrema. Combinando ambas definiciones, una familia puede ser
no pobre, pobre o pobre extrema. Si bien existen otras
aproximaciones metodológicas muy importantes , ésta
es la más extendida, por lo que se utilizará como
principal referencia para el análisis del problema de la pobreza en el
Perú.
En una economía de mercado, el Estado
tiene un rol muy importante que cumplir en la lucha contra la
pobreza, para permitir un mayor grado de igualdad de
oportunidades. Atacar el problema de la pobreza es una necesidad,
no sólo por razones humanitarias, sino también por
razones económicas. La pobreza es un círculo
vicioso que, además de tener efectos graves sobre la
calidad y
niveles de vida de los peruanos pobres, afecta las posibilidades
de crecimiento
económico y estabilidad social y política. Las
familias que enfrentan una situación de pobreza se ven
afectadas por secuelas en la nutrición, en la
salud y en la
capacidad para recibir instrucción que en muchos casos no
pueden ser remontadas, aunque los ingresos mejoren.
Una población pobre tiene una baja expectativa
de vida, sufre de altas tasas de incidencia de enfermedades, es mano de
obra poco calificada y, por todo ello, constituye una fuerza de
trabajo poco productiva.
En los últimos 10 años, el Perú, como otros
países de la región, aumentó
significativamente los recursos
destinados a numerosos programas
sociales para aliviar la pobreza y favorecer el desarrollo de
la población de menores recursos.
Diversos elementos de juicio sugieren que se puede mejorar la
efectividad de estos programas
significativamente.
Aún con limitaciones, estos programas, aunados a la
estabilidad económica y al crecimiento
económico general, permitieron una reducción
importante de la pobreza hasta 1997. Sin embargo, es probable que
la recesión económica de los últimos 2
años haya producido un deterioro de la situación,
para lo cual no se cuenta todavía con indicadores.
Todo lo anterior señala la necesidad de analizar, de
manera técnica, la magnitud del problema y las opciones de
política
que pueden ser más efectivas para atender este problema
tan importante.
Según el censo de población 1993, existe
en el país más de 12 millones de habitantes en
condición de pobreza del total de 22'639 mil
personas2 . En el país más de 6 millones
de peruanos viven en extrema pobreza, es decir, que poseen
más de dos carencias o bien que no satisfacen las
necesidades de alimentación
(INEI,1994b). Es decir, que el ingreso familiar no alcanza para
cubrir el gasto de la canasta básica de alimentos .
Según CUANTO, 1996, de cada cinco personas en el
país, una padece hambre. Los más pobres se ubican
en el área rural (comunidades campesinas y comunidades
nativas).
La evolución de la pobreza según el
método de
la línea de pobreza, de 1994 y 1996, la pobreza se ha
incrementado del 41.2% a 44.2% respectivamente (CUANTO,
1996).
En la década de los ochenta la región
latinoamericana ha experimentado serios problemas de
deuda externa,
altas inflaciones, fuga de capitales y crisis de
balanza de pagos.
El Perú no ha sido ajeno a estos problemas,
pues las políticas
aplicadas -similares a la de los otros países- durante
dicha década ocasionaron que al iniciar la presente
década se tenga una inflación de 7,650%, el
Producto Bruto
interno(PBI) de 1981 a 1990 haya caído a una tasa promedio
de 1.2% anual, la Inversión
Extranjera sólo representara en 1990 el 3.6% de
nuestro PBI.
En la presente década, la mayoría de los gobiernos
latinoamericanos -unos antes y otros después- reorientaron
sus políticas
hacia la economía de libre
mercado. Los
resultados son evidentes: la región creció desde
1991 a una tasa promedio de 3.3%, la inflación
descendió de 199.6% en 1991 a 10.2% en 1998, el flujo de
inversión extranjera hacia la región
prácticamente se quintuplicó (paso de US$ 10,955
millones en 1991 a US$ 53,195 millones en 1998).
Si observamos el comportamiento
de las variables
anteriores podemos afirmar que la tendencia negativa de
crecimiento de la región, generada por políticas
equivocadas, ha sido revertida. Pero se debe evidenciar que en
estos dos últimos años el crecimiento en la
región se ha reducido debido a dos shocks de origen
externo. El primero, es el fenómeno de El Niño que
afectó seriamente la producción agrícola y la pesca,
así como también ocasionó destrucción
de viviendas y obras de infraestructura. El segundo, las crisis
financieras iniciadas en el Asia que se
trasmitieron hacia América
Latina por la vía del comercio, las
finanzas y las
políticas para hacer frente dicha crisis.
El comportamiento
favorable de las principales variables que
determinan el crecimiento económico, el problema social
expresado en la pobreza y extrema pobreza disminuye a tasas muy
lentas. Es decir se podría estar dando una falta de
armonía entre el crecimiento económico y la
reducción de la pobreza, ya que dicho crecimiento no
estaría generando las oportunidades laborales necesarias
para el creciente número de personas por lo que podemos
afirmar que el problema social esta estrechamente relacionado con
el desempleo y
subempleo.
En el lapso transcurrido de la década de los 90, la
Deuda Externa
Pública representó en promedio aproximadamente el
78% de la deuda externa total, mostrando en dicho período,
una tendencia a descender ligeramente. En marzo de 1997 se
realizó el cierre del Acuerdo de Reestructuración
de la Deuda Externa Pública del Perú y sus
acreedores comerciales, también conocido como Plan Brady, que
implicó una importante reducción de dicha deuda. En
términos monetarios la Deuda Externa Pública
pasó de US$ 25,196 millones en 1996 a US$ 18,490 millones
en 1998 y se estima para 1999 un monto de US$ 18,184 millones
La pobreza en el Perú ha sido medida siguiendo diversos
métodos,
entre las que podemos mencionar:
- El método
de la línea de la pobreza o método indirecto. En
este método la pobreza estaría representada por
un sólo indicador que puede ser el nivel de ingreso o el
gasto. - El método de las necesidades básicas
insatisfechas o método directo. Este método
permite captar la disponibilidad y el acceso a servicios
básicos que son ofrecidos fuera del ámbito de
mercado. - El método integrado que combina los dos
anteriores
Las estadísticas revelan que a fines de 1990 la
pobreza extrema representaba el 26.8% de la población
mientras que para 1997 se estima que dicho porcentaje ha
disminuido a 14.7% y se planteó como meta para el 2000 un
porcentaje de 11%.
Los estudios del Ministerio de Trabajo del Perú revelan
que la problemática actual del empleo tiene
como causa los siguientes factores:
- La explosión demográfica de la
década del 70 e inicios del 80, cuyos efectos se han
empezado a sentir porque en la actualidad se están
incorporando al mercado laboral. - Las equivocadas políticas económicas
instrumentadas en las décadas pasadas. - La rigidez de la legislación
laboral de las décadas del 70 y 80 que
desincentivaron la generación de puestos de
trabajo. - El imperativo para las empresas de
lograr la competitividad, han ocasionado que éstas
se desplacen a otras zonas donde el costo de la
mano de obra sea aún menor.
La Pobreza Extrema.-
Como se sabe, se consideran pobres extremos a quienes aún
destinando todos sus ingresos a la
compra de alimentos, no
alcanzan a comprar la canasta básica alimentaria. Un
ejemplo pone de relieve lo
absurdo de esta propuesta: una persona que
invierte todos sus ingresos en la compra de alimentos,
tendría que comerlos crudos. Generalmente, se sabe que
incluso los más pobres de los pobres, a nivel
internacional, dedican un 30 por ciento de sus ingresos para el
consumo de
otras cosas que no son alimentos. De hecho, todos sabemos que
para no ser pobre es necesario también tener recursos para
poder
vestirse, lavarse, cocinar, tener un techo y una cama, educarse y
cuidar su salud.
Siendo el concepto de
pobreza extrema una absurdo imposible, se le suele dar validez en
el sentido de considerar a aquellos que están lejos de
superar su condición de pobreza. El problema es que la
distancia entre la línea de pobreza extrema y la
línea de pobreza, como vimos, es variable, debido a que
las necesidades y patrones de consumo entre
las regiones son distintas. En ese sentido, es una medida que no
mide a todos por igual.
Pobreza extrema por actividad económica.-
El análisis de la extrema pobreza por sector
económico ha sido realizado a partir del comportamiento de
la PEA ocupada. De el se deriva lo siguiente. Los sectores en los
que aumenta el empleo en
condiciones de pobreza extrema son hoteles y restaurantes, comercio al
por menor, transportes y comunicaciones, actividades inmobiliarias y el
sector agrícola. De todos estos sectores, el
agrícola es el de mayor relevancia cuantitativa ya que
contribuye con ¾ partes de todo el empleo en
situación de extrema pobreza, siguiéndole el sector
comercio al por menor que concentra el 9.8% de dicha
categoría.
Por su parte los sectores en los cuales se reduce el empleo en
dicha condición son: el de reparación de
vehículos automotores, la administración
pública, electricidad
–agua, comercio
al por mayor y la construcción. De todos estos sectores, el
rubro de la
administración pública es quien ha concentrado
cuantitativamente la mayor reducción de trabajadores en
esta condición.
Comparando Lima con el resto del país se aprecia que para
el primer caso, han sido los sectores de transportes y comunicaciones
junto con el de restaurantes y hoteles quienes han concentrado el incremento
del empleo en condiciones de pobreza extrema mientras que para el
resto del país los sectores con tales características han sido los de comercio al
por menor y aquellos denominados de actividades inmobiliarias.
Aunque habría que señalar que en el caso del
departamento de Lima, las actividades que concentran el 83% del
empleo en estas condiciones – pobreza extrema- son el comercio al
por menor, los servicios
personales y el rubro de restaurantes y hoteles. Para el resto
del país, por su parte, el sector agrícola
concentra por sí solo el 77.8% del empleo en
situación de pobreza extrema. Le sigue el comercio al por
menor y la manufactura.
De otro lado, en el caso del departamento de Lima, aparecen
sectores como el de reparación de vehículos
automotores y el del comercio al por mayor como aquellos en los
que la disminución del empleo en condiciones de pobreza
extrema se habría reducido en su totalidad. Para el caso
del resto del país no se aprecia sector alguno en el cual
se haya observado un comportamiento similar.
La pobreza en las zonas rurales.-
En el ámbito urbano, la pobreza extrema representa 9.3%
del total de la población. En las zonas rurales, en
cambio, este
indicador se eleva a casi el triple: 24.5%. Hay, sin embargo, una
mejoría: en 1994 este indicador llegaba 12.9% en el
ámbito urbano, y a 29.5% en el rural.
Aun así, la situación en las zonas rurales es
dramática. Actualmente, casi uno de cada tres habitantes
en estas zonas es pobre extremo. Su pobreza está
relacionada con la falta de activos
productivos (tierra,
ganado, tecnología y crédito), así como con los bajos
niveles educativos y con una familia numerosa, según un
estudio de Escobal, Saavedra y Torero, hecho para
GRADEen1998.
Ahora bien, ser pobre extremo en el Perú significa
subsistir con S/. 3.60 diarios para comer, transportarse,
vestirse, curarse etc. Esta desesperante situación no es
marginal: afecta a unos 3.7 millones de peruanos. Es decir, al
15% de la población. El libre mercado, al menos en el
corto plazo, no muestra
resultados alentadores.
Debido al rápido crecimiento urbano y a la migración
, actualmente hay también más pobres en la ciudad.
Sin embargo, es en el campo donde están los pobres entre
los pobres, especialmente en las provincias alto andinas de la
sierra sur y en las zonas rurales más alejadas de la
Amazonía.
Un estudio del CIES, hecho por Cecilia Lévano y Pedro
Llontop del IEP (Instituto de Estudios Peruanos) señala
que son especialmente las poblaciones indígenas y las de
la sierra rural las que menos se han beneficiado del crecimiento
del PBI y la reactivación económica de 1993-1994.
El gasto social per cápita, asimismo, se ha elevado de US$
12 per cápita en 1990 a US$ 214 en 1996. ¿Por
qué, si estas cifras son ciertas, no se ha reducido la
pobreza más rápidamente?.
Existen varias razones:
El ritmo de crecimiento económico ha mostrado muchos
altibajos. No ha permitido que los ingresos fiscales (y por lo
tanto, la capacidad de gasto) sean estables.
El marco institucional muestra aspectos
positivos, pero también negativos. Simplificando, puede
sostenerse que el gobierno ejecuta
dos tipos de programas sociales:
De alivio de la pobreza, que son de corto plazo y tienen naturaleza
temporal. Se dan vía Foncodes y diversos programas (como
el Vaso de Leche, apoyo
alimentario, etc), agrupados en los ministerios de la Presidencia
y de la Mujer.
De superación de la pobreza, con una óptica
de largo plazo y que involucran inversión en capital humano y
a ministerios como el de Salud y el de Educación.
Debido a este esquema algunos programas se duplican y, en
general, se reduce la eficiencia.
Prueba de lo anterior es la forma cómo se ha distribuido
el gasto social. En los rubros más importantes, como
agua potable,
electricidad,
atención en salud y educación, hay un
sesgo pro urbano, a pesar de que la mayoría de los
más pobres son rurales.
En promedio, entre 1994 y 1997, el 63% del gasto social se ha
dirigido a sectores urbanos y sólo el 37% a sectores
rurales. Como señalan Jorge Agüero y Ursula Aldana de
GRADE, en un estudio apoyado por el CIES, superar la pobreza en
los hogares rurales pasa por mayor y mejor educación, (en
especial, para la mujer adulta, que
en el campo cumple importantes labores productivas) y por una
inversión que permita elevar la productividad
(riego, semillas mejoradas, fertilizantes, acopio y distribución). Adicionalmente, el 20%
más pobre de la población se ha beneficiado con el
20%, en promedio, del gasto social del gobierno.
Mientras, el 20% más rico del país también
ha recibido, aproximadamente el 20% de este gasto. La distribución no ha sido lo suficientemente
progresiva.
En el sector Educación se aprecia la regresividad. Del
total de gasto
público educativo en educación primaria, el
19.4% se ha dirigido al 20% más rico de la
población; en secundaria, el porcentaje sube a 36.9% y en
educación
superior llega a 53.1%.
El 20% más pobre recibe sólo el 14.1% del gasto
total en educación primaria, el 7.0% en educación
secundaria y sólo el 2.5% en superior. El mismo
patrón se observa en Salud, según estudios de E.
Vásquez, R. Cortez y C. Parodi del CIUP (Centro de
Investigaciones de la Universidad del
Pacífico).
Lo anterior no debe llevar a pensar, ni remotamente, en un
retorno al populismo. No hay
que olvidar que los gastos en
Educación y Salud disminuyeron en más de 15%, en
términos reales, entre 1985 y 1990. Los equilibrios
sociales no pueden lograrse a costa de los desequilibrios
macroeconómicos, como señala Carlos Parodi de la
Universidad del
Pacífico.
Tampoco deben ponerse en marcha programas asistencialistas (pan y
circo), que sólo incrementan la dependencia del Estado. Lo
recomendable es aumentar la capacidad de los pobres, para que
ellos mismos cambien su situación.
Estudios recientes del CIUP muestran una gran heterogeneidad
entre los pobres extremos, en cuanto a sus carencias y
prioridades. Se necesitan programas flexibles, que en su diseño,
ejecución y evaluación
incorporen a estos ciudadanos siempre ninguneados.
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