Indice
1.
Introducción
2. Evolución de la moneda
venezolana
3.
Conclusiones
4.
Bibliografía
Desde que el hombre se
vio por primera vez en la necesidad de realizar intercambio
comercial, igualmente necesitó un sistema para
darle valor a las
cosas, inicialmente fue el trueque y de ahí fue
perfeccionando el sistema, hasta lo
que hoy conocemos se conoce cotidianamente, que es llamado
sistema monetario.
Este trabajo tiene como fin estudiar la evolución de las monedas en Venezuela,
esto se realizará utilizando un método de
investigación
documental, en el cual se utilizarán como fuente
datos
históricos, económicos y culturales.
El estudio se realizará dividiendo la historia de
Venezuela en siete grandes períodos, a saber:
Época de la Conquista
Época Colonial: 1802 – 1809
Época de la Independencia:
1810 – 1820
Época de la Gran Colombia: 1821
– 1830
República de Venezuela:
1830 – 1863
Estados Unidos
de Venezuela: 1864 – 1953
República de Venezuela: 1953 en adelante
2. Evolución de la moneda
venezolana
Época de la Conquista
La actividad comercial de los indígenas de Venezuela se
basaba principalmente en el trueque, aunque también se
servían de algunos artículos a manera de moneda,
entre ellos el urao (especie de salitre amargo extraído de
la laguna ubicada en Lagunillas de Mérida) la sal, el
tabaco y el
algodón. En el Tocuyo, por ejemplo, los indígenas
empleaban una moneda llamada quiteroque, que consistía en
unas cuentas
pequeñas de caracoles, de piedrezuelas de poco valor y
huesos de
animales, con
las que hacían todo tipo de tratos. Entre los relatos de
la época se observa el comercio que
realizaban, por ejemplo, los coanao, tribu del occidente del Lago
de Maracaibo llevando a vender a tierras adentro sal a cambio de oro
labrado en águilas, zarcillos y otras piezas. Los
caquetíos y guaycaríes hacían mercado,
cambiando frutas y otros víveres por pescado.
Un fenómeno muy importante llama la atención a través de los relatos
sobre los primeros intentos de colonización
española en Venezuela. Todos los autores están de
acuerdo en que los indios recibieron complacidos a los
extraños visitantes, y es notable la buena
disposición de los indígenas para el trato con los
españoles, en los que ambos encontraron grandes ventajas.
Es de notar en los relatos de los primeros viajes a las
costas venezolanas la familiaridad de los indígenas con
las operaciones de
trueque, la afición a ellas y la existencia de un
intercambio más o menos regular entre unos pueblos y otros
de la costa y del interior del país. Así mismo, se
observaba en los indígenas cierta astucia en las operaciones de
cambio, pues
no daban con facilidad sino aquellas cosas que tenían en
abundancia, pero de las que tenían en poca cantidad, no se
desprendían con facilidad. También se
observó la acción de regateo la que demuestra
alguna experiencia en el trueque y cierto concepto ya
formado de la medida del valor. El valor real de las cosas estaba
determinado por el esfuerzo y la fatiga consumidos en fabricarlas
o adquirirlas. Los indios tenían ante todo el sentido de
la utilidad, la
noción de valor de uso; en tanto que los españoles
tenían el
conocimiento más adelantado de valor de cambio. Para
los indios, las perlas eran de una importancia muy secundaria,
hasta el punto de ser un subproducto, pues ordinariamente
pescaban las ostras para comerlas, y sin duda era un alimento
apreciado. Por esto el intercambio se hacía con regocijo
de ambas partes, ya que a los indígenas les parecía
increíble recibir cosas como cuchillos, tijeras, telas,
alfileres y cosas de metal a cambio de objetos para ellos
inservibles y abundantes. En el estado de
atraso de nuestras tribus, el cuchillo tuvo que representar una
innovación tan importante como el empleo de la
electricidad
en la sociedad
civilizada.
Durante el siglo XVI la
organización económica venezolana hizo
prevalecer el primitivo sistema de trueque directo. Objetos
diversos ejercían la función de
moneda. Las perlas, principalmente, jugaron este papel hasta el
siglo XVII. Las perlas eran clasificadas en cuatro
géneros: cadenilla, media cadenilla, rostrillo y medio
rostrillo. Tan habitual era su circulación, que los
mercaderes, funcionarios de hacienda y particulares en general
hacían las valuaciones de mercaderías y otros
efectos en "reales de perlas", ésta era la base de las
operaciones comerciales y con éstas se recaudaba la
mayoría de los impuestos.
Durante más de un siglo la perla cumplió la
función
de moneda. En determinados momentos aventajaba a la moneda de oro
y plata española, ya que ésta sufría gran
inestabilidad por la escasez que se presentaba continuamente de
dichos metales. En estas
condiciones las perlas generaban más confianza en el
ánimo de los mercaderes, pues su valor estaba menos
expuesto a fluctuaciones.
En el empleo de las
perlas se pueden distinguir dos épocas:
La primera corresponde al tiempo de llegada
de los españoles hasta treinta o cuarenta años
después, cuando las perlas se obtenían de los
indios o las extraían ellos mismos en las proximidades de
Cubagua, estas perlas se consideraban mercadería de lujo y
aunque ocasionalmente se usaban como moneda, generalmente se
retiraban pronto de circulación, por ser un
artículo muy solicitado y valioso. La operación era
más un trueque que realmente el uso como moneda.
En la segunda época ya las perlas habían dejado de
ser un objeto de tanta codicia y su precio era
más o menos estable, permanecían constantemente en
circulación y dejaron de ser unas operaciones de simple
trueque ya que su valor guardaba un firme equilibrio,
esto se puede comprobar en el hecho de que hayan sido utilizadas
para acumulación, gran parte de los capitales de la
Provincia y de particulares consistía en perlas,
además también era permitido el pago de impuestos con
perlas.
Durante la misma época también se trataba con
pedacitos de oro que se le imprimía la marca real, lo
que garantizaba la calidad del
metal, más no su precio. Estas
piezas circulaban no como unidades monetarias, sino por peso, lo
que resultaba bastante complicado, ya que el proceso de
pesar metales preciosos
es sumamente delicado, la menor diferencia representa una
considerable pérdida para cualquiera de las partes y esto
daba lugar a discusiones que retrasaban o impedían las
transacciones. Además de esto, el oro era muy escaso para
la época, su uso en la elaboración de joyas
disminuía mucho el circulante.
En 1600 se presentó un problema ya que no
había oro alguno en la colonia y muy pocas perlas, por lo
que el Cabildo tuvo que informar al Rey que por la falta de
monedas, los vecinos se habían visto en la necesidad de
volver al trueque, principalmente sobre la base de harina, lienzo
de algodón y zarzaparrilla. Con el tiempo, la mayor
parte de las monedas de las que disponía la Provincia
provenían de sus exportaciones a
las Antillas. México
llegó a ser a mediados del siglo XVII, la única
fuente de aprovisionamiento monetario, ya que se recibían
grandes cantidades de monedas de oro y plata en pago de las
grandes cantidades de cacao que se le enviaban.
Época Colonial 1802 – 1809
El desarrollo de
la economía
venezolana durante el siglo XVIII se caracteriza por una
inadecuada circulación monetaria. Las transacciones se
veían constantemente entorpecidas por la falta de monedas,
esto dio origen a que los comerciantes fabricaran las llamadas
"señas" o "fichas" que si
bien facilitaron en cierta forma el comercio al
menudeo, también trajeron inconvenientes al público
ya que no carecían de respaldo oficial y sólo las
admitían sin reservas sus propios fabricantes, esto creaba
unas relaciones de dependencia vendedor-comprador bastante
perjudiciales.
Tal problema se suscitó con relación a las
fichas o
señas que en Cabildo ordinario reunido en Caracas el 14 de
Septiembre de 1795 se trató de la siguiente manera "el uso
perjudicialísimo de los pulperos al tener cierto
número de pedazos de fierro, cobre o
estaño, a los que dan el nombre de señas, con la
cifra, marca o
señal que paréceles, sirviéndose de ellas
como monedas." En busca de una solución se decretó
la acuñación de señas de cobre para
unificar oficialmente su circulación y retirar las
lanzadas por los particulares. Se ordena que se fabriquen,
marquen y tengan suficiente repuesto de señas de a
cuartillo y de huevo (1/8 de real) que serán repartidas a
todos los pulperos y abastecedores los cuales pagarán por
ellas en plata. Estableciendo una multa a quienes usen otras
señas o las falsificaren.
El Ayuntamiento encargó la fabricación a
Salvador del Hoyo, Maestro Mayor del Gremio de Plateros, a fines
de 1802 las piezas entregadas por del Hoyo fueron 13.666 unidades
de ¼ de real y 58.792 unidades de 1/8 de real. Estas
señas trajeron muchas críticas, principalmente, se
objetaba el hecho de que las leyes
establecían que la moneda debe dársele un valor que
corresponda con poca diferencia a su peso, de lo contrario, y
esto fue lo que ocurría con las señas de del Hoyo,
la diferencia provocaba un lucro que provocaba su
falsificación. De acuerdo a este criterio las monedas de
¼ real debían pesar 10,79 gramos y las de 1/8 de
real 5,39 gramos. Los pesos de las piezas acuñadas fueron
2,4 y 1,22 gramos respectivamente.
La introducción de las señas
había sido impuesta por la necesidad, pues de otro modo
los compradores, aunque no les fuera indispensable, debían
gastarse el medio real o el real completo, por falta de cambio.
Como la mayoría no sabía escribir, los pulperos no
podían dar vales y tampoco era posible que recordaran de
memoria lo que
se le debía a cada cual. Estas señas se realizaban
utilizando herramientas y
procesos muy
precarios, esto unido al creciente número de consumidores
en los pueblos de La Victoria, Cagua, Escobar, Chacao, Petare,
Guarenas y el Puerto de la Guayra produjo una escasez de
señas que obligó al Ayuntamiento a la
acuñación de nuevas partidas de señas a
cargo de Salinas en 1803, en 1806 cuando Salinas finalizó
sus entregas se hizo un tanteo de las monedas acuñadas. Se
encontraron diferencias entre las que aparecían en los
expedientes respectivos y los asientos de Administración de Rentas. Se ordenó
apresar a Salinas mientras se profundizaba la investigación que dio como resultado que
las diferencias provenían de haber olvidado anotar dos
partidas entregadas por Salinas.
Debido al suceso con Salinas, éste renuncia, y se
comisiona a José Manuel Tablantes a realizar las nuevas
acuñaciones. No se hacen nuevas acuñaciones hasta
1809, probablemente porque la cantidad existente era suficiente
para el índice de operaciones comerciales que se
realizaban en la época. Durante la actuación de
Tablantes de 1805 a 1809 culmina sin realizar ninguna
acuñación de nuevas señas.
Las señas acuñadas en Caracas prestaron un
verdadero servicio al
público y las ventajas que trajo su circulación
contribuyeron a afianzar su uso. Varios fueron los Ayuntamientos
de Provincia que pidieron algunas cantidades para ponerlas en
circulación y evitar con ellas el abuso de pulperos y
vendedores al por menor.
En Agosto de 1811 por orden del Supremo Congreso de
Venezuela se pone fin a la acuñación de
señas, todos los materiales y
herramientas
disponibles pasaron a formar parte de la nueva Casa de Moneda
donde los patriotas iniciaron la acuñación de
monedas de plata y cobre, con el propósito de garantizar
la circulación de monedas, en un esfuerzo por salvar la
maltrecha situación económica.
Época de la Independencia
1810 – 1820
Declarada la Independencia y erigida Venezuela en Estado
Soberano, el 5 de julio de 1811, el Supremo Congreso, con fecha
27 de agosto de aquel mismo año, decretó una
"Ley para la
creación de un millón de pesos en papel moneda,
para la Confederación de Venezuela" los billetes creados
por esta ley, de curso
forzoso, fueron teóricamente respaldados por rentas
nacionales y en especial por las de Aduanas y
Tabaco. Sin
embargo, al carecer de un efectivo respaldo se desacreditaron
rápidamente. Las condiciones imperantes en el país
eran las menos apropiadas para emitir papel moneda. La medida,
que desde el punto de vista económico era artificial, dio
por resultado una considerable elevación de los precios y el
consiguiente descontento público. A esto se suma el haber
desaparecido de la circulación la moneda metálica,
porque se la llevaron consigo los españoles y canarios que
emigraron a las Antillas y otra parte se ocultó para que
no dispusiesen de ellas los patriotas. De acuerdo a la Ley, los
billetes fueron emitidos con valores de 1,
2, 4, 8 y 16 pesos y puestos en circulación el 18 de
noviembre de 1811. Los billetes resultaron de baja calidad y no
gozaron de mucha popularidad. Por esto se aconsejó la
creación de una casa de moneda menor para acuñar
monedas que promovieran la circulación del comercio
interior, estas monedas serían de medios,
reales, y pesetas. Llevarían por un lado la
inscripción Estados Unidos de
Venezuela y por el otro dos palmas entrelazadas en cuyo medio se
colocaría el valor que represente y alrededor año
primero de la independencia.
El Supremo Congreso de Venezuela dictó el 25 de
octubre de 1811 una Ley para acuñar un millón de
pesos en moneda de cobre con el objeto de establecer una moneda
provisional, que activase el comercio interior y que sirviese al
mismo tiempo para la mejor expedición y uso del papel
moneda. Las características que debían tener
estas monedas eran las siguientes: "por un lado será un
cóndor que tendrá bajo sus pies las columnas de
Hércules y demás insignias reales y la
inscripción AMÉRICA
LIBRE por el reverso se pondrá una corona enlazada de
laurel y roble, en medio del cual se estampará con letras
el valor de la moneda y en la parte inferior el año de
fabricación.
La acuñación se vio retrasada por la falta
de material, lo que obligó a las autoridades a ordenar en
1812 la requisa de objetos de cobre para poder
continuar la acuñación.
Derrotados los realistas y ocupada de nuevo Caracas por las
armas
libertadoras el 6 de agosto de 1813, las autoridades patriotas
confrontaron el problema de la escasez de circulante ocasionada
por el abandono del país de las familias pudientes que
emigraron a las Antillas y llevaron consigo sus caudales. Por
esto se ordenó la acuñación de monedas de
cobre y plata de la clase macuquina, son los patriotas los que
acuñan por primera vez monedas macuquinas en Caracas, las
cuales, hasta entonces, provenían de las diferentes cecas
hispanoamericanas. Para esta acuñación se
usó plata perteneciente a los particulares, los cuales
vendían a 6 reales la onza. Agotadas estas fuentes y en
vista de la necesidad se le solicitó a la Santa Iglesia
Metropolitana las alhajas que no hicieran falta al culto para
convertirlas en monedas. Esto se hizo por medio de un Acta que se
llamó Concordia entre el Sacerdocio y el Estado. Las
alhajas fueron entregadas en el mes de julio pero al entrar Boves
a Caracas los canónigos exigieron la devolución,
pero era demasiado tarde ya que los patriotas al huir a oriente
se llevaron las alhajas. Bianchi, italiano perteneciente a los
patriotas, al ver en sus manos tanta riqueza huyó con
ella.
El 16 de julio de 1814 las fuerzas realistas ocuparon
nuevamente a Caracas. Al darse cuenta de la existencia de la Casa
de la Moneda se propusieron darle uso y recuperar el
establecimiento. Se acuñaron monedas de cobre de ¼
de real y monedas de plata de dos reales. Todos estos recursos fueron
secuestrados por la expedición "pacificadora" que
llegó a la costa oriental en abril de 1815.
Por Real Orden de 13 de mayo de 1816 se aprobó el
establecimiento de la Casa de la Moneda de Caracas,
dándosele cumplimiento el 1° de octubre dicho
año. Se reglamentó la acuñación
estableciendo normas y
responsabilidades para cada uno de los empleados y normas para la
acuñación, no se llevaría a cuño
ninguna moneda que no fuese aprobada primero, cualquier pieza que
no tuviera el tipo perfectamente marcado, se volvería a
fundir.
En 1817 se terminó la acuñación de
la macuquina del antiguo estilo de dos reales y se comenzó
la acuñación de las nuevas monedas con la leyenda
CARACAS. A partir de este año y hasta el triunfo de las
fuerzas patriotas en Carabobo, las acuñaciones realizadas
en el cuño de Caracas constituyeron series regulares. Las
monedas adquirieron mayor perfección, fueron circulares,
bien laminadas y con canto liso.
A principios de
1818 se aconsejaba extender la circulación de monedas de
cobre que se acuñaban en Caracas, a todos los pueblos de
la provincia, aunque se advertía que si bien estas monedas
podían facilitar los tratos y compras al por
menor era propensa a falsificación por el exagerado
beneficio que producían en relación a su peso y
valor.
De toda la serie de monedas acuñadas en Caracas
entre 1816 y 1821 las pesetas con fecha de 1818 son las
más abundantes y a la vez en las cuales se observan
mayores variaciones. En algunos casos los castillos y leones del
escudo español,
se encuentran en posición inversa.
En 1819 se continuó la acuñación de monedas
de plata de 2 reales y se labraron por primera vez las de 4
reales.
En las demás provincias existentes para la época,
la circulación de monedas se desarrollaba de la siguiente
manera:
Provincia de Guayana
Las incidencias de la guerra de
Independencia mantuvieron aislada durante varios años a la
Provincia de Guayana del resto del país, por lo que se
vieron obligadas las autoridades realistas a acuñar moneda
de cobre para cubrir sus necesidades. Se acordó fabricar
monedas de cobre equivalentes a un cuartillo y medio real, las
cuales debían ser redondas y contener por un lado la
inscripción de Fernando VII y un león; por el otro
un castillo y la inscripción GUAYANA.
Provincia de Maracaibo y Mérida
El advenimiento al trono de nuevos soberanos se
conmemoraba tradicionalmente con la emisión de monedas.
Algunas veces estas piezas se repartían entre el
público que participaba en los festejos y por su valor
intrínseco constituía una especie de
gratificación. En la Provincia de Caracas se emitieron en
conmemoración de Carlos IV medallas de plata de dos y de
cuatro centímetros de diámetro, que ostentan por el
anverso el busto del monarca circundado por la leyenda:
Proclamatione FIDES Caracensis inaugusta Caroli IV y por el
reverso el sello de armas de Caracas.
En ocasión de la jura de la Constitución española de 1812 se
labró una medalla de plata de 4 cm. De diámetro,
con el busto del monarca y la inscripción Fernando VII,
Rey de las Españas por un lado y por el otro el sello de
armas de Caracas. Estas piezas se mandaron labrar en la
época en que reinaba en España
José Bonaparte, sin embargo las colonias americanas nunca
reconocieron la dominación francesa.
En Maracaibo también se labró una medalla
de plomo de 3,5 cm. De diámetro para conmemorar el
advenimiento al trono de Carlos IV. Cuando la provincia de
Maracaibo quedó aislada del resto también
acuñó sus propias monedas aunque no se tienen
datos de sus
características.
En cuanto a acuñaciones realizadas en la Provincia de
Mérida la única referencia que se tiene es la que
hace el General Soublette en una carta al
Libertador: "… si los cincuenta mil pesos que conduce el
Capitán Bolívar son en moneda acuñada en
Maracaibo y que generalmente denominan Lanza, es inútil su
conducción, porque no circula en la provincia de Barinas,
en donde siempre ha sido desechada. Allí solo ha circulado
la que acuñaba el Sr. General Páez, y que llamaban
del Yagual, la antigua de Caracas y muy poca de la acuñada
en Mérida".
Provincia de Margarita
Al unirse la provincia de Margarita a la declaración de
Independencia dada el 19 de abril de 1810, parece que, siguiendo
la tradición de las acuñaciones conmemorativas,
mandaron labrar algunas piezas en celebración del cambio
de gobierno. No se
sabe bien si estas monedas se usaron como medalla, o para uso
comercial, pero fue obra de artífices locales y
posiblemente en número muy limitado.
A fines de 1816 los realistas se retiraron de la isla de
Margarita y ésta quedó definitivamente en poder de los
patriotas. El 1° de abril de 1819, durante el gobierno de Juan
Bautista Arismendi se mandó a elaborar moneda en
Margarita, la cual fue profusamente falsificada, pero debido a la
escasez y necesidad imperante fue muy difícil quitarlas de
circulación. No se tienen muchos datos de ellas pero se
sospecha que eran de plata.
Provincia de Barinas
La crítica situación en que se hallaba el
ejército comandado por Páez se vio agravada por la
migración de los patriotas que buscaban la
protección del caudillo. A fin de proveer las urgentes
necesidades, Páez dictó en marzo de 1817, en el
Yagual, un decreto mandando que se le entregara toda la plata que
tuvieran los emigrados para devolvérsela acuñada y
sellada. El cuño se realizó en Achaguas y Caujaral.
La moneda se le conoció como monedas "del Yagual" y tal
era la confianza que inspiraba Páez, que la moneda fue
aceptada a pesar de sus deficiencias, fue muy útil en el
servicio del
ejército y de toda la región por la carencia
extrema de numerario.
Monedas en Emergencias
En uso de sus atribuciones, el 21 de noviembre de 1819 el
Libertador decretó medidas de emergencia sobre
acuñación de monedas, mandando resellar y poner en
circulación monedas acumuladas en la Casa de la Moneda de
Santa Fé como un recurso para solventar las necesidades
del ejército. Esta serie de monedas se conoció como
"chipichipi" cuyas características eran las siguientes: De
un lado la cabeza de una india con un
gran penacho de plumas el cual ha sido reestampado sobre el
escudo de castillos y leones, leyenda primitiva LIBERTAD
AMERICANA 1819, el otro lado no está muy claro por el mal
estampado, se ve la leyenda de la moneda original: NUEVA
GRANADA.
Época de la Gran Colombia
1821-1830
El 30 de agosto de 1821 sancionó el Congreso la Constitución que había de regir los
destinos de la República de Colombia. Múltiples
disposiciones dictó este Congreso y, en relación
con el tema que nos ocupa, fueron sancionadas tres Leyes
fundamentales el 29 de septiembre de 1821 son ellas: Ley sobre
ley y peso de las monedas de oro y plata, Ley sobre
amonedación de la platina y Ley sobre emisión de
una moneda de cobre. Se las conoce también como las Leyes
de 1° de octubre de 1821, fecha de su promulgación.
Estas leyes tuvieron por objeto poner fin a "los males que sufren
los pueblos por la gran variedad de monedas que han introducido
la guerra y la
consiguiente desorganización en que nuevamente se han
hallado estos países que semejantes perjuicios que se
experimentan principalmente en el comercio interior, no se
podrán evitar si todas las clases de monedas circulantes,
no se reducen a un mismo peso y ley conocida".
Uno de los actos de vital importancia para el afianzamiento de la
soberanía de la República era, pues,
acuñar moneda nacional y lanzarla a la circulación
lo antes posible. En consecuencia, los cuños de
Bogotá y Popayán, así como el de Caracas se
mantuvieron en actividad. Sin embargo, a los fines del presente
estudio sólo incluiremos las acuñaciones realizadas
en el departamento de Venezuela y aquellas disposiciones legales
adicionales que tuvieron vigencia local.
Pocos días después de la batalla de Carabobo, el 5
de julio, en su Cuartel General de Caracas, el Libertador
dictó un Decreto prohibiendo la circulación de "la
moneda de cobre que con el nombre de señas, ha introducido
en Venezuela el Gobierno español".
Introducido debe entenderse por implantado y no por haber sido
traídas las monedas de fuera, puesto que eran
acuñadas en la ceca de Caracas.
La casa de la Moneda de Caracas se puso en actividad
inmediatamente. En el Archivo General
de la Nación
existen relaciones de los gastos del
cuño y de los salarios pagados
a los operarios. En estas relaciones consta que para agosto de
1821 se estaban acuñando pesetas y cuartos de reales y que
los operarios de tales acuñaciones eran Andrés
Mexias y Mariano Ponte, respectivamente. Bartolomé Salinas
recibió 95 pesos por un cilindro para acuñar
cuartos y Santiago Ochoa cobró un peso y medio por grabar
cada par de cuños.
El Vicepresidente del Departamento de Venezuela. General
José Antonio Páez, dio órdenes al Director
General de Rentas, quien las trasmitió a Marcelino Plaza
el 10 de octubre de 1821, para que "a la mayor brevedad se
acuñe toda la moneda de a cuartillo que se ordenó y
que el público necesita con urgencia… prevengo a Ud. que
toda la plata que exista o pueda comprarse en lo sucesivo se
destine precisamente a esta clase de moneda".
El 26 de septiembre de 1822, en uso de sus atribuciones,
decretó el General Soublette el cierre de la Casa de
Moneda de Caracas, considerando que "no se haya establecida o
aprobada por el gobierno Supremo ni sujeta a planta o reglamento
alguno expedido por él; que no hay en el Departamento
metales preciosos que acuñar y que los cuartillos de plata
en cuya amonedación se ha ocupado hasta ahora deben
hacerse de cobre, en los términos y con las circunstancias
prevenidas por la Ley de 29 de septiembre del año
undécimo".
El 22 de diciembre de 1822 dirigió Marcelino
Plaza al General Intendente un informe sobre las
operaciones de la Casa de la Moneda. De acuerdo con éste,
durante el lapso comprendido entre el 14 de julio de 1821 y el 31
de octubre de 1822, el Cuño de Caracas labró 34.529
onzas de plata.
Para los efectos de esta acuñación se
utilizó, además de plata en barras, 3.313 onzas, 6
ochavas en moneda "chipichipi" adquirida por 2.899 pesos, 4 2/8
reales y 618 pesos fuertes por 695 pesos, 2 reales, a
razón de nueve reales cada uno.
De los cuartillos se han conservado algunos ejemplares y sus
características, similares a las de las monedas de cobre
emitidas por los patriotas en 1812.
Las autoridades Republicanas no estaban en capacidad de emitir
moneda en cantidad suficiente para amortizar todo el numerario en
circulación. Las monedas acuñadas por orden del
General Morillo, dada su buena calidad, eran aceptadas por el
público sin reservas y así, con el objeto de no
causar serias perturbaciones a la circulación con la
emisión de limitadas cantidades de moneda nueva, las
autoridades republicanas optaron por resellar monedas con las
características de las "morilleras", eliminando
sólo el nombre del monarca y sustituyéndolo por
marcas sin
significación específica. Parece reforzar este
punto de vista la existencia de pesetas españolas de la
época de Carlos III y Carlos IV (colección del
Banco Central
de Venezuela) reselladas en Caracas y que difieren de las
"morilleras" sólo en que las cifras y las letras son
más pequeñas y en que la F y el 7 de Fernando VII
están sustituidos por flores de cuatro pétalos.
Todos los resellos tienen fecha de 1818.
El 4 de junio de 1823 el Congreso dictó un Decreto por el
cual se autorizaba la acuñación de una moneda la
cual se dio a conocer con el nombre de "china" esto se
debía a que era frecuente, para la época, llamar a
las indias chinas. La figura de una india
estampada en estas monedas dio origen al nombre, el cual se
generalizó por todo el país.
El 14 de marzo de 1826 se decretó el retiro de
circulación de la moneda macuquina, la cual era una moneda
de plata de baja ley, cortada y de fábrica grosera que en
su origen circulaba en Cartagena y sus alrededores, pero luego se
extendió a Venezuela , Puerto Rico y
otras regiones. Se usaba en el expendio y comercio interior, no
tenía valor fijo, porque subía y bajaba en
proporción a la escasez o abundancia de la moneda legal,
llamada fuerte o de cordoncillo.
En esta época se gestaba en Venezuela un movimiento
separatista que propició el desconocimiento de las
órdenes emanadas del gobierno central. En relación
con el problema monetario ,Páez dictó un decreto
por el cual restablecía la Casa de la Moneda de Caracas
que había sido suprimida por el gobierno de Bogotá.
Esta medida trataba de beneficiar al Erario Público y a
los particulares pero fue tomada a la ligera y no llegó ni
siquiera a ponerse en funcionamiento. El gobierno de Colombia
deseaba unificar la circulación monetaria y retirar todas
aquellas que estuvieran desgastadas y recortadas, pero esto fue
imposible por el mal estado de las
máquinas. A tal efecto el Libertador
dictó un decreto en Bogotá el 6 de noviembre de
1828 limitando la prohibición de la moneda falsa, sin
embargo la moneda fue profusamente falsificada y llegaron a
conocerse hasta 37 cuños diferentes.
República de Venezuela 1830 – 1863
Al consolidarse la Independencia, la necesidad de bienes de toda
especie que tenía el país favoreció un
activo comercio con el exterior, especialmente a través de
las colonias europeas en las Antillas. El abandono de actividades
productivas a causa de la guerra, hizo imposible que este
comercio se hiciese a cambio de bienes
nacionales, acentuándose cada vez más el
déficit de la balanza
comercial. Las mercancías importadas debían
pagarse en moneda aceptable en el exterior, de manera que la
plata fuerte, fue desapareciendo de la circulación. De
este modo se originó un comercio con el propio dinero. Se
importaba moneda de buena calidad y se vendía a precios que
excedían su valor intrínseco. La ganancia
encarecía naturalmente las mercancías y al fin y al
cabo las monedas volvían a salir del país en pago
de importaciones.
Sólo quedaban para las transacciones internas las monedas
de baja ley, gastadas y cercenadas, a pesar de lo cual, y por su
escaso número, se vieron también sobre valoradas.
La escasez de numerario y su ínfima calidad, causante de
muchos inconvenientes, no podía ser solucionada sino
mediante la amortización y la sustitución de la
mala moneda por otra de buena ley, en cantidad suficiente a las
necesidades de cambio. El problema no pasó inadvertido a
los hombres de la época, quienes, con toda claridad,
plantearon las soluciones,
pero fue imposible ponerlas en práctica porque el
país había quedado en la ruina después de
una guerra tan prolongada.
En los años que siguieron a la separación
de Venezuela de la Gran Colombia la situación
económica no experimentó cambios favorables que
permitiesen al gobierno encauzar el problema de la
circulación hacia soluciones
definitivas. Las medidas adoptadas fueron sólo paliativas.
Con el objeto de equilibrar los valores de
las monedas, se fijó el precio de la onza de oro y de la
plata fuerte de acuerdo con sus relaciones de peso.
Las monedas extranjeras fueron llenando el vacío
ocasionado por la falta de numerario y circularon con el
beneplácito general. El 30 de diciembre de 1830 las
autoridades publicaron una tabla que fijaba los valores de
conversión al cambio de la moneda corriente del
país. En esta forma quedó legalizada la
circulación de la moneda extranjera en Venezuela.
En 1833 la moneda que circulaba era la antigua macuquina y la
acuñada en Caracas antes y después del gobierno
republicano, ambas de plata. La de oro era la acuñada en
todos los Estados Americanos, pero la que circulaba más
abundantemente era la que llevaba las armas de Colombia.
El 28 de marzo de 1835 se dictó una ley sobre
admisión y valor de las monedas extranjeras, la cual
permitía la aceptación de los centavos de cobre
norteamericanos en pago de deudas y su libre convertibilidad en
monedas de oro y plata. El Ejecutivo, previendo que la
circulación de una moneda desconocida hasta el momento,
pudiese ocasionar inconvenientes, envió una circular a los
Gobernadores, para que publicasen en su jurisdicción las
ventajas que la circulación de dicha moneda
traería.
El 29 de marzo de 1842 el Congreso dictó una Ley para la
acuñación de moneda de cobre nacional, la cual
sería de obligatorio recibo en las Tesorerías y por
parte de particulares, estas se acuñaron en Londres, las
monedas con una hermosa efigie de la Libertad,
fueron de muy buena calidad, bien grabadas y se emitieron en los
valores de
uno, medio y un cuarto de centavo. Al poner en circulación
estas monedas se derogó el decreto que permitía la
introducción de centavos
norteamericanos.
En 1848 se promulgó la Ley de Monedas, promulgada el 30 de
marzo, esta ley promulgó como unidad monetaria de
Venezuela el franco francés. En ningún documento de
la época aparece alguna consideración que explique
el motivo de tan curiosa medida. No es posible pensar que
existiese un rechazo público al sistema tradicional
español, pues al contrario, se había tratado de
conservarlo a fin de evitar agravar aún más nuestra
deficiente circulación monetaria. La explicación se
acerca más a la actitud del
nuevo gobierno que trataba de manifestar por todos los medios
posibles su desacuerdo con la política seguida en
el período de la Oligarquía Conservadora. Se
ordenó publicar una tabla con las equivalencias de las
monedas circulantes con relación a esta nueva
moneda.
El 1° de abril de 1854 se produjo otra
disposición curiosa, como la mayoría en esta
época. Se promulga una Ley para el establecimiento de una
Casa de Moneda en Caracas, destinada a la acuñación
de monedas de oro, plata y cobre con similares
características a las de 1843. Se establece que las
monedas de oro serían la onza, la media onza, el
doblón, el escudo y llevarían el nombre de
"Venezolano de oro". Las de plata serían el peso fuerte o
venezolano de plata, el medio peso, el cuarto de peso o peseta,
el real y el medio real. Las monedas de cobre se
dividirían en cuartos y octavos, todo lo cual marca una
influencia clara del sistema español, tanto en su
denominación como en las relaciones en cuartos, octavos,
dieciseisavos, etc. La casa de la Moneda no pudo establecerse y
tampoco se pusieron en práctica medidas que mejorasen la
circulación monetaria.
Ley de Monedas de 23 de marzo de 1857: Como no había sido
posible el establecimiento de la Casa de la Moneda en la Ley de
1854, y ante la gran escasez de circulante el Congreso
autorizó la acuñación en el exterior de
moneda nacional. Las monedas llegaron a mediados de 1858 y a
pesar de algunas discrepancias sobre su peso y ley, fueron
puestas en circulación. Las monedas de plata y cobre
puestas en circulación resultaron insuficientes y se
autorizó una nueva acuñación con iguales
características que las anteriores.
Iniciada en 1859 la llamada Guerra Larga o Guerra
Federal, fueron sucediéndose varios gobiernos
provisionales hasta que el 10 de septiembre de 1861 se
proclamó Páez Dictador de Venezuela.
Durante su gobierno se ordenó una acuñación
de monedas de plata con su efigie. Los numerosos incidentes a que
dio lugar esta acuñación vinieron a ser testimonio
del descrédito en el que había caído el
gobierno venezolano en el exterior y de la desconfianza que
inspiraba la desorganización administrativa del
país. Se especificaba que las monedas deberían
llevar por un lado: "La efigie del Presidente de la
República con la leyenda Ciudadano Esclarecido y por el
otro la indicación del valor de la pieza y el año
de la fabricación.." La acuñación
sufrió un retardo ya que el grabador de la Casa de la
Moneda sugería la conveniencia de que la efigie del Jefe
del Estado apareciese de perfil y no de frente, cambio que se
aceptó el 7 de noviembre de 1862. Estas monedas luego de
una accidentada historia no entraron en
circulación, algunas de estas monedas llegaron en momentos
en que acababa de triunfar la revolución
federalista, y no fueron recibidas por el gobierno.
Estados Unidos de Venezuela 1864 – 1953
Al promulgar la Ley de Monedas de 1857 los legisladores pensaron
que se resolverían las dificultades al restablecerse el
equilibrio de
las monedas circulantes y adoptarse un sistema sencillo y
uniforme, pero los acontecimientos políticos influyeron en
tal forma que la Ley no se ejecutó en totalidad y apenas
se había logrado introducir una pequeña cantidad de
plata de acuerdo a las disposiciones establecidas. La moneda
extranjera seguía circulando con los valores exagerados
que les había fijado la tabla monetaria de 1848. Era
necesario dotar al país de moneda propia que regularizara
las operaciones en todo el país. Sin embargo, al tan
importante problema no se le prestó la debida atención, ya que la asamblea estuvo
absorbida en la elaboración de una nueva
Constitución.
Ley de Monedas de 12 de junio de 1865: Se decreta una nueva ley,
la cual deroga la de 1857. En ella los cambios principales son la
autorización para establecer una Casa de la Moneda, aunque
nunca se llevó a efecto, y se establece por primera vez
que las monedas de oro y plata llevarían la efigie del
Libertador, las de cobre seguirían llevando la de La
Libertad.
Aún cuando el establecimiento de un nuevo sistema
monetario era imperioso, la situación económica no
era la más propicia, el país acababa de sufrir una
larga guerra y su economía había
quedado desarticulada. El desorden administrativo que
caracterizó al nuevo gobierno fue tal, que
contribuyó poco después a su derrocamiento.
El mal estado de la moneda circulante y la imposibilidad de ser
cambiada fue motivo de continuas protestas y el público se
negaba a recibirlas. Por esto, el 3 de diciembre de 1870 se
dictó un decreto estableciendo el obligatorio recibo de
todas las monedas lisas o sisadas, siempre que se distinguiesen
alguna de las caras.
Cualquier operación de compra-venta se
veía seriamente entorpecida por el pésimo estado de
las monedas y la policía no lograba atender el
sinnúmero de reclamos que se recibían a diario. El
Consejo administrador
acordó que no se recibiría para recaudación
de rentas monedas que no tuvieran el peso señalado, lo
cual aumentó los inconvenientes, ya que el pueblo al
enterarse de que el gobierno intentaba la depreciación de la moneda lisa, se negaban
a recibirla. Los especuladores aprovecharon la situación,
para admitirla con descuentos del valor entre un 20 y un 50%, por
lo que el gobierno tuvo que decretar una vez más la
obligatoriedad de su aceptación hasta que ellos la
recogieran en su totalidad.
Ley de Monedas de 11 de mayo de 1871: El Presidente
Provisional de la República, dictó una nueva Ley de
Monedas en la cual se hace hincapié sobre la calidad, el
peso y ley que deberían llevar las monedas. Se
declaró unidad monetaria el fuerte o venezolano de oro,
con un valor de diez décimos. Se dio el nombre de
"Bolívar" a la pieza de oro de 20 venezolanos. Las monedas
de oro y plata llevarían la efigie del
Libertador.
Se encargó a Désiré-Albert Barre,
grabador General de la Casa de La Moneda de París ejecutar
los primeros troqueles de moneda venezolana con la efigie de
Bolívar. Barre tomó por modelo el
dibujo de
Carmelo Fernández y, a partir de 1873 hasta la fecha su
grabado ha sido el invariable emblema de la moneda venezolana de
oro y plata.
Dice Manuel Segundo Sánchez refiriéndose
al dibujo de
Fernández: "Inspirándose en el recuerdo avasallador
de aquel rostro inolvidable y asesorado por el perfil de Roulin y
la obra de David, trazó embelleciéndola, la efigie
de Bolívar… puede decirse que el Bolívar de
Fernández, familiar a la vista del universo entero,
será el Bolívar glorificado por todo el esplendor
de la Epopeya. Popularizado por nuestra moneda de oro y plata…
y por las infinitas reproducciones de todo género,
damos con él a cada instante de nuestra vida; y de tal
manera se ha enseñoreado este emblema inmortal de la
imaginación del pueblo, que ella no acepta como
legítima otra efigie que no esté calcada en el tipo
que creó nuestro dibujante".
Una vez emitida en cantidad suficiente la moneda nacional para
las transacciones del país, la moneda extranjera
dejaría de tener curso legal. El 1° de enero de 1872
se decretó obligatorio la conversión de todas las
cuentas a la
nueva unidad monetaria y que todas serían expresadas en
venezolanos y centavos, siendo éstos la única
fracción de la unidad a la que se le daría uso.
El 21 de agosto de 1871 el gobierno celebró un contrato con
José Antonio Fernández para el establecimiento de
una Casa de La Moneda en Ciudad Bolívar, lo cual no pudo
llevarse a cabo, por lo que se solicitó realizar una
acuñación en Norte América
o Europa, a lo que
tampoco se dio curso.
El 11 de junio de 1873 el gobierno ordenó la
acuñación de un lote de monedas de 50,20,10 y 5
centésimos de venezolano, lo cual se realizó en la
Casa de La Moneda de París. El 1° de febrero de 1874
se dispuso la fabricación de piezas de 1 venezolano, el
cual sería el primer "venezolano", pero solo se hicieron
ensayos, uno
de los cuales se encuentra bajo el pedestal de la estatua del
Libertador, inaugurada poco después en la Plaza
Bolívar de Caracas.
Por una resolución del 18 de junio de 1874 al
entrar en circulación la moneda acuñada se
prohibió la circulación de toda moneda nacional o
extranjera que estuviera perforada, lisa, rayada, cercenada, etc.
Las cuales deberían ser cambiadas por moneda legal en el
curso de seis meses. Con esta medida se ponía fin a la
circulación de este tipo de moneda que tantos
inconvenientes y perturbaciones había causado. Las monedas
recogidas se enviaron a París para su
reacuñación.
El 14 de junio de 1876 el Ministerio de Hacienda
ordenó la acuñación de moneda de
níquel del valor de 2 1/2 y 1 centésimo de
venezolano. Esto se realizó para sustituir los centavos de
cobre y resolver el problema de necesidad de moneda menuda. Es
interesante anotar que estas fueron las primeras
acuñaciones realizadas en Estados Unidos por encargo de
otro país, igualmente era la primera vez que se
emitían piezas de 2 ½ centésimos de
venezolano y se usaba el níquel, desconocido hasta
entonces en nuestra circulación monetaria. La Ley de
Monedas no contemplaba la acuñación de monedas de
este metal ni de ese valor, lo que unido a propagandas adversas
al gobierno, causaron muchas dificultades, sin embargo, la
necesidad de moneda menuda permitió su aceptación
por el público y circuló durante muchos
años.
Las monedas llevan fecha de 1876 o 1877.
El gobierno que sustituyó a Guzmán Blanco dispuso
acuñar venezolanos en moneda de cobre de 1 centavo, para
recoger y cambiar las de níquel, la medida provocó
una reacción adversa y el gobierno se vio obligado a
decretar el obligatorio recibo. Esta acuñación no
se llevó a cabo y las monedas de níquel siguieron
circulando, a partir de aquella acuñación todas las
monedas menudas han sido de níquel, metal que se ha
impuesto en
todas partes por ser liviano de bajo precio y agradable
aspecto.
La moneda de níquel de 2 ½ centavos
recibió el nombre de cuartillo y de locha. La razón
de este último es confusa. Se cree que tuvo su origen en
la ochava, octava parte de la peseta.
En 1876 se envió a Londres una suma de dinero con
destino a la amortización de la deuda externa de
Venezuela, no habiéndose llegado a un acuerdo se
resolvió el envío de tal suma a París y se
destinase a la acuñación de monedas de plata de 1
venezolano, estos fueron los primeros fuertes de plata que
entraron en circulación en el país.
Después de dejar el gobierno por dos años
en manos del General Francisco Linares Alcántara, al morir
éste y luego de la guerra civil desencadenada, llamada
Revolución
Reinvindicadora, el General Guzmán Blanco volvió a
encargarse de la Presidencia el 26 de febrero de 1879.
Guzmán Blanco continuó su trabajo de dotar al
país de un sistema monetario que lo liberara de una vez de
la dependencia del numerario extranjero. Este tema representaba
una gran preocupación para Guzmán Blanco como se ve
reflejado en comunicación dirigida al Ministerio de
Relaciones Interiores: " …y dar a las monedas extranjeras
circulantes en una nueva tabla curso autorizado, por el valor que
tengan en justa proporción con el peso y ley de la moneda
venezolana, proclamar las equivalencias y en seguida continuar la
acuñación de la moneda nacional. Entonces
ésta quedará circulando en el país. Luego
regularizará Venezuela su cambio con el extranjero y
dejará de perder lo que pierde hoy en virtud del precio
artificial de la moneda. Y cuando la nacional exista en
abundancia y la explotación de las minas de Guayana haya
autorizado el establecimiento de un cuño nacional (que lo
tienen todos los países mineros) entonces podrá
decirse que hemos entrado por este respecto en la vida civilizada
del mundo".
Ley de Monedas de 31 de marzo de 1879 La nueva Ley de Monedas fue
calcada sobre los principios
establecidos por la Convención Monetaria Latina y
marcó definitivamente el Sistema monetario que ha regido
en Venezuela hasta el presente. El Presidente Guzmán
Blanco en clara visión del problema de la moneda,
culminaba de esta manera su empeño, manifiesto en las
diversas medidas adoptadas por él en el curso de los
años, de sustituir un sistema monetario arcaico y
desordenado, por otro, racional y moderno.
La Ley estableció como unidad monetaria el
bolívar de plata, el cual constituiría la unidad
obligatoria a partir del 1° de julio de 1879. Eliminó
la moneda fraccionaria de cobre y la sustituyó por la de
cuproníquel. La acuñación se haría en
cantidad proporcionada a la población de la República y al grado
de actividad de las transacciones, sin exceder Bs. 6 por
habitante. Las monedas acuñadas en 1857 y 1871
seguirían circulando por su valor legal. Se
establecería una casa de la Moneda en el
país.
Entre noviembre de 1879 y octubre de 1880 entraron al
país un lote de monedas acuñadas en Bruselas, por
estar la Casa de la Moneda de París demasiado copada de
trabajo.
El 4 de mayo de 1885, estando Guzmán Blanco en
París como Enviado Extraordinario y Ministro
Plenipotenciario de Venezuela ante varios gobiernos europeos, se
le encomendó la acuñación de un lote de
monedas donde lo considerare más favorable, a lo que
respondió sugiriendo el establecimiento de una Casa de la
Moneda en Caracas o La Guaira, Guzmán Blanco consideraba
que por ser Venezuela un país productor de minerales
apropiados para que se realizaran amonedaciones, no se
justificaba tener que recurrir a otros países para
realizar la acuñación. Además, que el
establecimiento de una casa de la moneda en el país
tendría doble finalidad, la de emancipar la industria
minera de la tutela extranjera y realizar las acuñaciones
con menores gastos, al
evitarse los gastos de transporte,
seguro,
cambio, etc.
El Presidente de la República, General Joaquín
Crespo aprobó la sugerencia y dio su consentimiento para
establecimiento de la casa de la moneda.
La Casa de Moneda se estableció en Caracas en la Avenida
Norte 4, No. 48, en la antigua Calle del Comercio, en una casa de
dos pisos que hacía esquina frente a la de Caja de
Agua, esquina
que fue llamada del cuño, nombre que aún conserva
(En la Parroquia Altagracia, cercano al Ministerio de Educación). El
establecimiento fue recibido con beneplácito y considerado
por el Gobierno como un paso más en el camino del
progreso.
Se solicitó a las casas de moneda de París y
Bruselas la entrega de los troqueles utilizados para las
acuñaciones realizadas en esos países. Una vez
recibidos los troqueles, la compañía ordenó
la fabricación de nuevos cuños y demás
utensilios necesarios para dar comienzo a las operaciones. El 5
de Agosto de 1886 se participó que en cuanto llegara el
material que traía el vapor francés,
estarían en condiciones para poner en funcionamiento el
cuño.
El 27 de abril de1886 por voto unánime del
Consejo Federal fue nombrado el General Guzmán Blanco
Presidente de Los Estados Unidos de Venezuela para el
período constitucional de 1886 a 1888. El 16 de octubre de
1886 inauguró la Casa de la Moneda de Caracas, se puso en
funcionamiento la maquinaria, y la primera moneda de oro de cien
bolívares que se acuñó, le fue obsequiada.
La entregó el General Jacinto Pachano, Inspector del
Gobierno Nacional, y al recibirla, el Presidente dijo "que bueno,
Pachano" lo que originó el nombre de pachanos, nombre por
el que se les conocía comúnmente.
Como consecuencia del establecimiento de la casa de la moneda, se
decretó la prohibición de importación, sin excepción, de
moneda extranjera, esta medida puso fin a la circulación
de moneda de plata extranjera, práctica que había
provocado por más de 50 años un sinnúmero de
contratiempos sobre nuestra circulación monetaria. Toda la
plata que se sacó de circulación fue
reacuñada.
La casa de la moneda trajo varios beneficios como
señala González Guinán, Historia
Contemporánea de Venezuela, p. 329-330: "grandes
utilidades derivó el país con la fundación
del cuño y la creación de la moneda nacional.
Libertóse inmediatamente de la invasión de plata
extranjera que de todas partes afluía a nuestro mercado,
facilitó las transacciones mercantiles y cerró el
que parecía eterno expediente de las alarmas monetarias
que constantemente dificultaban la marcha desembarazada de las
industrias".
El funcionamiento de la casa de la moneda fue delegado a una
sociedad
denominada La Monnaie con la cual luego de numerosas
acuñaciones surgieron una serie de inconvenientes,
principalmente por falta de claridad en los términos del
contrato, la
política
seguida con la Casa de la Moneda ejemplariza uno de los muchos
errores que con tanta frecuencia ocurren en Venezuela. En lugar
de abocarse las autoridades a corregir los defectos inherentes al
contrato y lograr que la empresa
siguiera operando con participación del Estado en los
beneficios, asumieron una actitud que
ocasionó mayores pérdidas, pues el Gobierno se vio
en la obligación de adquirir, por varios millones,
una empresa
que de nada le sirvió en el futuro. La imprevisión
administrativa condujo así al despilfarro de una
importante suma y dio al traste con una empresa de
verdadera utilidad. La
Monnaie había realizado un trabajo eficiente, la calidad
de la moneda acuñada era similar a la de cualquier
cuño del exterior.
Aún con todos los problemas que
surgieron, hay que hacer notar que a las gestiones del General
Guzmán Blanco se deben las bases del sistema monetario
actual.
En febrero de 1892 estalla la guerra civil, el
Presidente Andueza Palacio huye del país y a los pocos
meses Joaquín Crespo ocupa Caracas y como Jefe del
Poder
Ejecutivo Nacional, consolida el triunfo de la llamada
Revolución Legalista. Como consecuencia de todas aquellas
alteraciones el Ejecutivo decretó en 1893 la
acuñación de monedas de plata y níquel que
consideraban indispensables para remediar la urgente escasez de
moneda menuda que había en el país. La
acuñación se llevó a cabo en la Casa de
Moneda de París, se acuñaron piezas de Bs. 1 ,
0,50, 2 y 0,25.
El 25 de mayo de 1896 el Congreso dictó un decreto
autorizando la acuñación de monedas de
níquel de Bs. 1,12 ½ y 0,05. Se estableció
que sería del mismo tipo, diámetro y peso de la
acuñada en 1876-77, modificando, como era lógico,
la expresión del valor de acuerdo con la unidad monetaria
vigente. La acuñación se realizó en la Casa
de la Moneda de Berlín, el gobierno recibió las
monedas y las puso en circulación pero no pagó el
giro, lo que ocasionó múltiples reclamos por parte
de los acreedores. El 28 de febrero de 1898 el General Ignacio
Andrade asume la Presidencia de Venezuela, según Crespo
para dejarlo como protector del trono y luego de un tiempo asumir
otro período presidencial, pero al poco tiempo se alza el
General José Manuel Hernández, conocido como "El
Mocho". En semejantes condiciones el gobierno no se ocupó
de solucionar el conflicto
pendiente con las firmas alemanas, lo cual quedó en
suspenso por largo tiempo, el 5 de diciembre de 1899, Cipriano
Castro, como General en Jefe de los Ejércitos dictó
un decreto con el cual ordena el pago pendiente.
Cuando Castro se apoderó del poder, el Tesoro
Nacional estaba exhausto y la nación
confrontaba un verdadero caos económico, del cual no
logró salir durante el tiempo que duró esa administración. Para solucionar la escasez
de circulante Castro ordenó la acuñación de
monedas en piezas de Bs. 5, 2, 1, 0,50 y 0,25 los cuales fueron
introducidos en La Guaira entre julio de 1900 y abril de 1901.
Estas produjeron una notable ganancia entre su valor nominal y su
costo. Era la
primera vez que la utilidad producida por una
acuñación pasaba directamente y en su totalidad al
Tesoro Nacional. De esta manera se abría un
capítulo de ingresos fiscales
por tal concepto, y de
ahí en adelante se recurre con frecuencia a la
acuñación de moneda solo con el propósito de
obtener beneficios fiscales. De esto se deduce que el gobierno se
excedió en el monto de las acuñaciones, y que las
cantidades de monedas introducidas al país eran superiores
a las posibilidades de absorción características de
una economía más o menos estacionaria y sacudida
por graves conflictos
internos. Las acuñaciones se ordenaban con el fin de
solucionar la escasez de circulante pero cuando se veía
correr en abundancia, surgía la preocupación de que
el mercado se saturara. Las continuas alteraciones del orden
público ocasionadas por guerras y
revoluciones exigían en determinadas regiones un mayor
volumen de
circulante para cubrir los gastos extraordinarios, pero en otras
regiones la limitación de bienes económicos, por
falta de producción o importación, paralizaba las transacciones,
lo que causaba un exceso de circulante.
En 1908 Castro viaja a Europa y el
Vicepresidente de la República, Juan Vicente Gómez
se apodera del poder el 19 de diciembre. En lo que respecta a la
moneda y su circulación, el nuevo gobierno siguió
los pasos del anterior, sin tomar medidas cónsonas con las
necesidades de fijar criterio justo sobre la política que
debía adoptarse en la materia. Se
decretó en 1910 y 1911 la acuñación de
monedas de oro y plata, las cuales se realizaban más por
obtener un aumento en los ingresos
fiscales, que realmente por las necesidades que una
economía agrícola y de lento desarrollo
fuera capaz de absorber.
En 1914 se descubre el primer yacimiento petrolífero de
importancia en Venezuela lo cual desde el punto de la
circulación monetaria y la afluencia de capital
extranjero en gran escala, unido al
estallido de la primera guerra
mundial, produjo cambios fundamentales en el desarrollo de la
economía nacional y de todo orden.
Ante la escasez de moneda menuda se ordenó la
acuñación de moneda de níquel lo cual se
realizó en la Casa de la Moneda de Filadelfia, ante la
imposibilidad de realizarse en Alemania.
Ley de Monedas de 24 de junio de 1918: Varios factores
contribuyeron al cambio económico que experimentó
el país durante el largo período de la dictadura
gomecista. La supresión de las guerras
civiles permitió que las actividades agrícolas,
aunque elementales, pudiesen desarrollarse ininterrumpidamente.
Las exportaciones
permitieron elevar el Fondo de Reservas del Tesoro y los ingresos
fiscales. Le tocó en suerte a Gómez que durante su
gobierno se iniciara la explotación de la industria
petrolera, la cual cambió radicalmente la estructura
económica del país. En 1918 comenzó la
exportación de petróleo y
una década después Venezuela se colocaba en segundo
lugar de los países productores. Las necesidades de
circulante fueron aumentando al ritmo que imprimía el
desarrollo de las actividades económicas y
financieras.
El 24 de junio de 1918 se promulgó la Ley de
Monedas que establecía como unidad monetaria el
bolívar de oro. La escasez de circulante produjo la
proliferación de fichas y vales de empresas y
establecimientos agrícolas, prohibidos por la ley,
así como de moneda extranjera que volvía a ingresar
al país, por lo que se estableció una vigilancia
extraordinaria y se ordenó una inmediata
acuñación de oro y plata.
La dictadura de
Gómez, que culminó con su muerte en 1935
dejó a un país rico y un pueblo en la mayor penuria
no sólo económica, sino educacional, sanitaria,
etc. Los ingresos provenientes de la extracción del
petróleo
no significaron desarrollo de la productividad ni
elevación del nivel de vida. Las riquezas eran acumuladas
en las reservas de oro a costa de la penuria del pueblo.
El nuevo gobierno confrontó, entre otros, serios problemas
económicos. El 8 de septiembre de 1939 se crea el Banco Central de
Venezuela, que respondía a la necesidad que tenía
el país de modernizar sus instituciones.
El Banco Central inició sus operaciones en momentos en que
las condiciones anormales determinadas por la segunda guerra
mundial dejaban sentir sus efectos sobre nuestra
situación económica y monetaria. Las necesidades de
circulante se cubrieron, en su mayor parte, con la emisión
de billetes, cuya garantía contribuyó a acrecentar
la confianza que el público dispensaba, lo que, unido a
sus ventajas prácticas, hizo que pronto se impusiera. La
creciente elevación de los precios contribuyó a que
el público utilizara el billete y el cheque en
sustitución de la moneda metálica, por las ventajas
derivadas de su
fácil movilización.
Al fijarse en 1944 los tipos de cambio de dólar
que debían regir en operaciones de compra y venta se
establece una diferencia no favorable entre el valor real de las
monedas de oro y su valor nominal. La moneda acuñada se
constituyó en la única forma de atesorar cantidades
limitadas garantizando su valor intrínseco, lo que hizo
que el público hiciera desaparecer las monedas de oro de
circulación. En resumen, se puede decir que los factores
que contribuyeron a la desaparición del oro amonedado
fueron: escasez, diferencia entre su valor nominal y su valor de
mercado, inconvenientes que presentaba el transporte de
oro, encarecimiento por motivos de seguridad
necesaria, necesidad de conservar oro para garantizar respaldo
crediticio y reservas del país y las ventajas que
presentaba el uso de divisas como pago internacional.
Desde 1944 hasta 1949 se realizaron varias acuñaciones en
la Casa de la Moneda de Filadelfia en piezas de Bs. 0,05 ; 0,12
½ ; 0,25; 1 ; 2; 5; principalmente de plata y
níquel.
República de Venezuela 1953 – 1986
En 1952 el Banco Central de Venezuela informó al
Ministerio de Hacienda sobre la escasez de moneda de plata que se
había agudizado en los últimos tiempos debido
principalmente, al desarrollo de la industria y el comercio, el
crecimiento de los gastos gubernamentales y el aumento progresivo
de la población. Por esto se ordenó una
acuñación de monedas de Bs. 1; 0,50 ; y 0,25, lo
que se realizó en la Casa de la Moneda de Filadelfia.
Luego de esta acuñación se observaron ciertos
inconvenientes con las acuñaciones que se realizaban en
Estados Unidos, ya que allí se garantizaba la tolerancia en
peso y ley por grupo de
monedas y no en forma individual como lo exige la Ley de Monedas
venezolana. Por esto, se consultó otras casas de monedas,
y es así que las acuñaciones de 1960 se realizan en
la Casa de la moneda de París, estas llevan en el anverso
y a cada lado la palabra BARRE, signo de su grabador y un cuerno
de la abundancia y una alondra, signos de la
Administración de Monedas de París.
La Constitución promulgada en 1953 abandonó el
nombre de Estados Unidos de Venezuela y restituyó el de
República de Venezuela, que había estado en uso
desde 1830 hasta 1863.
La Crisis de la
plata: En 1965 la situación del circulante metálico
en Venezuela se ve afectada por las condiciones del mercado
internacional de la plata, que hace crisis ese
año, y por las crecientes necesidades internas.
Acentúa la escasez de circulante el atesoramiento con
fines especulativos ante la posible alza del metal.
La plata fue tradicionalmente usada en la acuñación
de monedas porque su valor intrínseco correspondía,
con los costos de
fabricación y beneficio, al valor nominal de las piezas,
hecho que explicaba el alto grado de aceptación de que
gozaban dichas monedas en escala mundial. A
partir de la crisis de los años 30 y más
acentuadamente después de la II Guerra Mundial,
gran número de países: los del bloque de la libra
esterlina, casi todos los países europeos y, entre los
grandes productores de plata, México y
Canadá, eliminaron o disminuyeron considerablemente el
contenido de plata en sus monedas, sustituyéndola por
metales y aleaciones
apropiadas a los fines de circulación, pero de menor valor
y de más fácil adquisición.
El fenómeno del desequilibrio del mercado de la
plata se originó por la insuficiencia de la producción para satisfacer la creciente
demanda. El
lento crecimiento de la producción se debe a razones de
orden técnico. Muchos yacimientos se fueron empobreciendo
paulatinamente, y, por otra parte, como la plata en la naturaleza viene
mezclada con otros metales, los costos de
producción son elevados.
Frente a un nivel de producción estacionario o en
lento ascenso, el consumo de la
plata aumentó considerablemente en esos años, tanto
para fines industriales como monetarios. La demanda
creciente de monedas, principalmente en Estados Unidos, se
debió al aumento de la población, al incremento de
actividades financieras, al notable desarrollo de las máquinas
automáticas vendedoras, de aparatos telefónicos y
de otros servicios
operados con monedas y el atesoramiento con fines
especulativos.
En la Memoria del
Banco Central de Venezuela correspondiente a 1965 y, bajo el
título "Problemas internacionales de la plata y
situación de las monedas fraccionarias en Venezuela", el
Instituto analiza las dificultades que en esa materia
confrontaba el país y expone las sugerencias que
habían sido hechas al Ejecutivo a fin de remediarlas
prontamente. Consideró el Instituto necesario estudiar la
conveniencia de nuevas alternativas en relación con el
contenido metálico de las monedas. Entretanto comienzan a
aparecer síntomas inquietantes que agudizan el problema.
La demanda de moneda se acentúa; la inseguridad en
los precios de la plata dificulta su adquisición en
previsión de nuevas acuñaciones; las Casas de
Moneda que tradicionalmente habían realizado las
acuñaciones venezolanas se encuentran imposibilitadas de
atender los pedidos.
La situación planteada dio origen a la
promulgación de una Ley de Acuñación de
Monedas el 16 de diciembre de 1965, por medio de la cual se
ordenó la acuñación de monedas de plata de
Bs. 5,2 y 1 ; de níquel puro de Bs. 0,50 y 0,25 y de
cupro-níquel de Bs. 0,05. Al permitir esta Ley la
acuñación de las monedas de BS. 0,50 y 0,25 en
níquel puro, se inició en forma cautelosa el cambio
que imperiosamente imponía la situación
internacional de la plata. Se escogió el níquel
como metal sustitutivo de la plata por su apariencia física, su resistencia, su
abundancia a escala mundial, su precio razonable y la existencia
comprobada de reservas nacionales. Es un metal que resiste el
desgaste de la circulación, y debido a su dureza y alto
punto de fusión, su
amonedación precisa de equipos técnicos especiales,
lo cual limita los incentivos de la
falsificación.
Francia aceptó acuñar las monedas de plata
de Bs. 1 y 2. Las monedas de níquel de 0,50 y 0,25 se
acuñaron en Londres y las de cupro-níquel de 0,05
fueron realizadas por la Fábrica Nacional de Moneda y
Timbre de Madrid.
Cuando el público tuvo conocimiento
de la escasez de plata en el mercado internacional y de la
posible alza del precio del metal, se produjo un incremento
sustancial en la demanda de monedas de Bs. 5, cuyo valor
intrínseco había casi alcanzado su valor monetario.
Estas piezas fueron atesoradas con miras especulativas y
numismáticas, lo que determinó la
desaparición del "fuerte" de la circulación. Esto
agravó la escasez de moneda circulante, y a fin de
aliviarla fue emitido un billete de Bs. 5 para conmemorar el
Cuatricentenario de Caracas. Puesto en circulación el 21
de noviembre de 1966, en cantidades reducidas, esta
emisión desapareció prácticamente de la
circulación, pero como resultó útil en
aquella emergencia, se continuó la emisión de
billetes de este valor aunque con diferente diseño.
En 1967 la situación se torna crítica. El
BCV expone en un informe al
Ministerio de Hacienda lo siguiente:
"La sustitución de la plata por otros metales con fines de
acuñación no debe tener, por sí sola,
ninguna repercusión adversa sobre la economía
nacional, aunque se reconoce el probable y pasajero efecto
sicológico negativo en algunos sectores de la
colectividad… La utilización de otros metales para fines
monetarios es, por lo demás, un proceso que se
está cumpliendo en escala universal y resultaría
una ostentación inconcebible mantenernos en la
situación actual. Es sumamente oneroso para el país
continuar usando la plata para estos fines, ya que esto implica
cuantiosas y crecientes salidas de capitales y la
inmovilización de sustanciales recursos fiscales
para proveer de medio circulante a nuestra economía, los
cuales podrían ser usados con fines de desarrollo
económico susceptible de obtenerse a un costo real mucho
menor para la nación.. De las consideraciones precedentes
y en concordancia con nuestras comunicaciones
mencionadas al comienzo, se desprende la necesidad de reformar la
Ley de Monedas vigente, especificándose los nuevos metales
a ser usados para las futuras acuñaciones. Se recomienda
eliminar por completo el uso de la plata para las nuevas
acuñaciones, ya que de otro modo correríamos el
riesgo de
tener que modificar nuevamente la Ley sobre la materia en el
futuro".
Era imposible posponer por más tiempo la
sustitución de la plata en las monedas. El 4 de diciembre
de 1967, el Congreso dictó una Ley de
Acuñación por medio de la cual se aprobó la
acuñación de monedas de Bs. 1 y 2 en níquel
puro. La cual se realizó en Londres.
La sustitución de la plata por níquel
causó, como era de esperarse, comentarios adversos por
parte del público poco enterado de las circunstancias que
lo motivaron, a pesar de las múltiples y frecuentes
comunicaciones
al respecto transmitidas por las autoridades del BCV a
través de los diversos medios de información. Aquella actitud fue pasajera
y, desde el punto de vista práctico, la
transformación no presentó inconvenientes.
Desaparición de la locha: El principal inconveniente de
esta moneda era que no cuadraba, por su fracción de
céntimo, en el sistema monetario decimal y ocasionaba
dificultades en la contabilidad,
especialmente en la mecanizada mediante máquinas
registradoras. Otro inconveniente es que el peso y
diámetro de la locha era muy parecido a la del
bolívar, hacía que se confundieran
fácilmente y que se pudieran utilizar en las
máquinas vendedoras que requerían la
introducción de 1 Bolívar.
Por otra parte, el tamaño y elevado peso de las
monedas de locha (Bs. 0,12 ½) en relación con su
bajo valor nominal, hacía onerosa su
acuñación.
Por todo esto, el uso de estas monedas fue disminuyendo, a medida
que los comerciantes iban eliminando de los precios la
fracción de céntimo, así se fueron
sustituyendo por las monedas de Bs. 0,10 y 0,05 .
Ley del Banco Central de Venezuela: El 30 de octubre de 1974 se
aprueba la nueva Ley del Banco Central de Venezuela la cual marca
un cambio radical en la política del Estado en
relación a la acuñación de la moneda.
En esta nueva ley, entre otras cosas, se concede al BCV con
carácter exclusivo, la facultad de emitir
billetes y acuñar monedas. Se establece que la unidad
monetaria de la República de Venezuela es el
Bolívar, así mismo, se establecen las
características de cada una de las monedas que deben
circular en el territorio nacional.
Las actividades económicas del país han
continuado desarrollándose con extraordinaria intensidad
en las últimas décadas y correlativamente han
ocasionado un apreciable aumento del circulante. Este ha variado,
dejando de ser las monedas el principal factor a la medida en que
han aumentado el uso de billetes y depósitos.
La seguridad y la
facilidad que proporciona el uso de los depósitos explica
su gran desarrollo. También ha contribuido a ello la
popularización de las tarjetas de
crédito
como medio de pago, pues al fin y al cabo, su cancelación
se hace mediante un cheque.
Aunque proporcionalmente el circulante metálico tiende a
descender, no es creíble que la moneda metálica
llegue a desaparecer pues sus condiciones intrínsecas la
hacen insustituible para la función que desempeña,
así mismo el empleo de la moneda en los modernos sistemas de venta
de mercancías y de servicios ha
ampliado considerablemente su utilización.
Acuñaciones con Fines Conmemorativos
Las acuñaciones conmemorativas son series limitadas de
monedas, con determinadas características, que se realizan
con fines mayormente numismáticos y para reconocimiento de
alguna fecha, acontecimiento o personaje importante. Entre las
más importantes se podrían mencionar:
- Acuñación de moneda de oro de Bs. 10
puesta en circulación en 1930 conmemorativa del
centenario de la muerte
del Libertador. - Acuñación de moneda de plata de Bs. 10
puesta en circulación en 1973 conmemorativa del
centenario de la efigie del Libertador en las monedas
venezolanas. - Acuñación de moneda de oro de Bs. 500
conmemorativa de la Nacionalización de la Industria
Petrolera, 1975. - Acuñación de monedas de oro y plata de
Bs. 1.000, 50 y 25 conmemorativas de la obra que realiza la
Unión Internacional para la Conservación de la
Naturaleza y
los Recursos
Naturales conjuntamente con el Fondo Mundial para la
Conservación de la Vida Silvestre, 1975. - Acuñación de monedas de plata de Bs.
100 y 75 conmemorativas del Sesquicentenario de la muerte
del Libertador y del Gran Mariscal de Ayacucho,
1980. - Acuñación de moneda de plata de Bs. 100
conmemorativa del Bicentenario del nacimiento de don Andrés
Bello, 1981. - Acuñación de moneda de oro y plata de
Bs. 3000 y 100 conmemorativas del Bicentenario del Nacimiento
del Libertador Simón Bolívar, 1983. - Acuñación de moneda de plata de Bs. 100
conmemorativas del Bicentenario del nacimiento del Dr.
José María Vargas, 1986.
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