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Evolución de la moneda venezolana




Enviado por Angel Estrada



Partes: 1, 2

    Indice
    1.
    Introducción

    2. Evolución de la moneda
    venezolana

    3.
    Conclusiones

    4.
    Bibliografía

    1.
    Introducción

    Desde que el hombre se
    vio por primera vez en la necesidad de realizar intercambio
    comercial, igualmente necesitó un sistema para
    darle valor a las
    cosas, inicialmente fue el trueque y de ahí fue
    perfeccionando el sistema, hasta lo
    que hoy conocemos se conoce cotidianamente, que es llamado
    sistema monetario.
    Este trabajo tiene como fin estudiar la evolución de las monedas en Venezuela,
    esto se realizará utilizando un método de
    investigación
    documental, en el cual se utilizarán como fuente
    datos
    históricos, económicos y culturales.

    El estudio se realizará dividiendo la historia de
    Venezuela en siete grandes períodos, a saber:
    Época de la Conquista
    Época Colonial: 1802 – 1809
    Época de la Independencia:
    1810 – 1820
    Época de la Gran Colombia: 1821
    – 1830
    República de Venezuela:
    1830 – 1863
    Estados Unidos
    de Venezuela: 1864 – 1953
    República de Venezuela: 1953 en adelante

    2. Evolución de la moneda
    venezolana

    Época de la Conquista
    La actividad comercial de los indígenas de Venezuela se
    basaba principalmente en el trueque, aunque también se
    servían de algunos artículos a manera de moneda,
    entre ellos el urao (especie de salitre amargo extraído de
    la laguna ubicada en Lagunillas de Mérida) la sal, el
    tabaco y el
    algodón. En el Tocuyo, por ejemplo, los indígenas
    empleaban una moneda llamada quiteroque, que consistía en
    unas cuentas
    pequeñas de caracoles, de piedrezuelas de poco valor y
    huesos de
    animales, con
    las que hacían todo tipo de tratos. Entre los relatos de
    la época se observa el comercio que
    realizaban, por ejemplo, los coanao, tribu del occidente del Lago
    de Maracaibo llevando a vender a tierras adentro sal a cambio de oro
    labrado en águilas, zarcillos y otras piezas. Los
    caquetíos y guaycaríes hacían mercado,
    cambiando frutas y otros víveres por pescado.
    Un fenómeno muy importante llama la atención a través de los relatos
    sobre los primeros intentos de colonización
    española en Venezuela. Todos los autores están de
    acuerdo en que los indios recibieron complacidos a los
    extraños visitantes, y es notable la buena
    disposición de los indígenas para el trato con los
    españoles, en los que ambos encontraron grandes ventajas.
    Es de notar en los relatos de los primeros viajes a las
    costas venezolanas la familiaridad de los indígenas con
    las operaciones de
    trueque, la afición a ellas y la existencia de un
    intercambio más o menos regular entre unos pueblos y otros
    de la costa y del interior del país. Así mismo, se
    observaba en los indígenas cierta astucia en las operaciones de
    cambio, pues
    no daban con facilidad sino aquellas cosas que tenían en
    abundancia, pero de las que tenían en poca cantidad, no se
    desprendían con facilidad. También se
    observó la acción de regateo la que demuestra
    alguna experiencia en el trueque y cierto concepto ya
    formado de la medida del valor. El valor real de las cosas estaba
    determinado por el esfuerzo y la fatiga consumidos en fabricarlas
    o adquirirlas. Los indios tenían ante todo el sentido de
    la utilidad, la
    noción de valor de uso; en tanto que los españoles
    tenían el
    conocimiento más adelantado de valor de cambio. Para
    los indios, las perlas eran de una importancia muy secundaria,
    hasta el punto de ser un subproducto, pues ordinariamente
    pescaban las ostras para comerlas, y sin duda era un alimento
    apreciado. Por esto el intercambio se hacía con regocijo
    de ambas partes, ya que a los indígenas les parecía
    increíble recibir cosas como cuchillos, tijeras, telas,
    alfileres y cosas de metal a cambio de objetos para ellos
    inservibles y abundantes. En el estado de
    atraso de nuestras tribus, el cuchillo tuvo que representar una
    innovación tan importante como el empleo de la
    electricidad
    en la sociedad
    civilizada.

    Durante el siglo XVI la
    organización económica venezolana hizo
    prevalecer el primitivo sistema de trueque directo. Objetos
    diversos ejercían la función de
    moneda. Las perlas, principalmente, jugaron este papel hasta el
    siglo XVII. Las perlas eran clasificadas en cuatro
    géneros: cadenilla, media cadenilla, rostrillo y medio
    rostrillo. Tan habitual era su circulación, que los
    mercaderes, funcionarios de hacienda y particulares en general
    hacían las valuaciones de mercaderías y otros
    efectos en "reales de perlas", ésta era la base de las
    operaciones comerciales y con éstas se recaudaba la
    mayoría de los impuestos.
    Durante más de un siglo la perla cumplió la
    función
    de moneda. En determinados momentos aventajaba a la moneda de oro
    y plata española, ya que ésta sufría gran
    inestabilidad por la escasez que se presentaba continuamente de
    dichos metales. En estas
    condiciones las perlas generaban más confianza en el
    ánimo de los mercaderes, pues su valor estaba menos
    expuesto a fluctuaciones.

    En el empleo de las
    perlas se pueden distinguir dos épocas:
    La primera corresponde al tiempo de llegada
    de los españoles hasta treinta o cuarenta años
    después, cuando las perlas se obtenían de los
    indios o las extraían ellos mismos en las proximidades de
    Cubagua, estas perlas se consideraban mercadería de lujo y
    aunque ocasionalmente se usaban como moneda, generalmente se
    retiraban pronto de circulación, por ser un
    artículo muy solicitado y valioso. La operación era
    más un trueque que realmente el uso como moneda.
    En la segunda época ya las perlas habían dejado de
    ser un objeto de tanta codicia y su precio era
    más o menos estable, permanecían constantemente en
    circulación y dejaron de ser unas operaciones de simple
    trueque ya que su valor guardaba un firme equilibrio,
    esto se puede comprobar en el hecho de que hayan sido utilizadas
    para acumulación, gran parte de los capitales de la
    Provincia y de particulares consistía en perlas,
    además también era permitido el pago de impuestos con
    perlas.
    Durante la misma época también se trataba con
    pedacitos de oro que se le imprimía la marca real, lo
    que garantizaba la calidad del
    metal, más no su precio. Estas
    piezas circulaban no como unidades monetarias, sino por peso, lo
    que resultaba bastante complicado, ya que el proceso de
    pesar metales preciosos
    es sumamente delicado, la menor diferencia representa una
    considerable pérdida para cualquiera de las partes y esto
    daba lugar a discusiones que retrasaban o impedían las
    transacciones. Además de esto, el oro era muy escaso para
    la época, su uso en la elaboración de joyas
    disminuía mucho el circulante.

    En 1600 se presentó un problema ya que no
    había oro alguno en la colonia y muy pocas perlas, por lo
    que el Cabildo tuvo que informar al Rey que por la falta de
    monedas, los vecinos se habían visto en la necesidad de
    volver al trueque, principalmente sobre la base de harina, lienzo
    de algodón y zarzaparrilla. Con el tiempo, la mayor
    parte de las monedas de las que disponía la Provincia
    provenían de sus exportaciones a
    las Antillas. México
    llegó a ser a mediados del siglo XVII, la única
    fuente de aprovisionamiento monetario, ya que se recibían
    grandes cantidades de monedas de oro y plata en pago de las
    grandes cantidades de cacao que se le enviaban.

    Época Colonial 1802 – 1809
    El desarrollo de
    la economía
    venezolana durante el siglo XVIII se caracteriza por una
    inadecuada circulación monetaria. Las transacciones se
    veían constantemente entorpecidas por la falta de monedas,
    esto dio origen a que los comerciantes fabricaran las llamadas
    "señas" o "fichas" que si
    bien facilitaron en cierta forma el comercio al
    menudeo, también trajeron inconvenientes al público
    ya que no carecían de respaldo oficial y sólo las
    admitían sin reservas sus propios fabricantes, esto creaba
    unas relaciones de dependencia vendedor-comprador bastante
    perjudiciales.

    Tal problema se suscitó con relación a las
    fichas o
    señas que en Cabildo ordinario reunido en Caracas el 14 de
    Septiembre de 1795 se trató de la siguiente manera "el uso
    perjudicialísimo de los pulperos al tener cierto
    número de pedazos de fierro, cobre o
    estaño, a los que dan el nombre de señas, con la
    cifra, marca o
    señal que paréceles, sirviéndose de ellas
    como monedas." En busca de una solución se decretó
    la acuñación de señas de cobre para
    unificar oficialmente su circulación y retirar las
    lanzadas por los particulares. Se ordena que se fabriquen,
    marquen y tengan suficiente repuesto de señas de a
    cuartillo y de huevo (1/8 de real) que serán repartidas a
    todos los pulperos y abastecedores los cuales pagarán por
    ellas en plata. Estableciendo una multa a quienes usen otras
    señas o las falsificaren.

    El Ayuntamiento encargó la fabricación a
    Salvador del Hoyo, Maestro Mayor del Gremio de Plateros, a fines
    de 1802 las piezas entregadas por del Hoyo fueron 13.666 unidades
    de ¼ de real y 58.792 unidades de 1/8 de real. Estas
    señas trajeron muchas críticas, principalmente, se
    objetaba el hecho de que las leyes
    establecían que la moneda debe dársele un valor que
    corresponda con poca diferencia a su peso, de lo contrario, y
    esto fue lo que ocurría con las señas de del Hoyo,
    la diferencia provocaba un lucro que provocaba su
    falsificación. De acuerdo a este criterio las monedas de
    ¼ real debían pesar 10,79 gramos y las de 1/8 de
    real 5,39 gramos. Los pesos de las piezas acuñadas fueron
    2,4 y 1,22 gramos respectivamente.

    La introducción de las señas
    había sido impuesta por la necesidad, pues de otro modo
    los compradores, aunque no les fuera indispensable, debían
    gastarse el medio real o el real completo, por falta de cambio.
    Como la mayoría no sabía escribir, los pulperos no
    podían dar vales y tampoco era posible que recordaran de
    memoria lo que
    se le debía a cada cual. Estas señas se realizaban
    utilizando herramientas y
    procesos muy
    precarios, esto unido al creciente número de consumidores
    en los pueblos de La Victoria, Cagua, Escobar, Chacao, Petare,
    Guarenas y el Puerto de la Guayra produjo una escasez de
    señas que obligó al Ayuntamiento a la
    acuñación de nuevas partidas de señas a
    cargo de Salinas en 1803, en 1806 cuando Salinas finalizó
    sus entregas se hizo un tanteo de las monedas acuñadas. Se
    encontraron diferencias entre las que aparecían en los
    expedientes respectivos y los asientos de Administración de Rentas. Se ordenó
    apresar a Salinas mientras se profundizaba la investigación que dio como resultado que
    las diferencias provenían de haber olvidado anotar dos
    partidas entregadas por Salinas.

    Debido al suceso con Salinas, éste renuncia, y se
    comisiona a José Manuel Tablantes a realizar las nuevas
    acuñaciones. No se hacen nuevas acuñaciones hasta
    1809, probablemente porque la cantidad existente era suficiente
    para el índice de operaciones comerciales que se
    realizaban en la época. Durante la actuación de
    Tablantes de 1805 a 1809 culmina sin realizar ninguna
    acuñación de nuevas señas.

    Las señas acuñadas en Caracas prestaron un
    verdadero servicio al
    público y las ventajas que trajo su circulación
    contribuyeron a afianzar su uso. Varios fueron los Ayuntamientos
    de Provincia que pidieron algunas cantidades para ponerlas en
    circulación y evitar con ellas el abuso de pulperos y
    vendedores al por menor.

    En Agosto de 1811 por orden del Supremo Congreso de
    Venezuela se pone fin a la acuñación de
    señas, todos los materiales y
    herramientas
    disponibles pasaron a formar parte de la nueva Casa de Moneda
    donde los patriotas iniciaron la acuñación de
    monedas de plata y cobre, con el propósito de garantizar
    la circulación de monedas, en un esfuerzo por salvar la
    maltrecha situación económica.

    Época de la Independencia
    1810 – 1820
    Declarada la Independencia y erigida Venezuela en Estado
    Soberano, el 5 de julio de 1811, el Supremo Congreso, con fecha
    27 de agosto de aquel mismo año, decretó una
    "Ley para la
    creación de un millón de pesos en papel moneda,
    para la Confederación de Venezuela" los billetes creados
    por esta ley, de curso
    forzoso, fueron teóricamente respaldados por rentas
    nacionales y en especial por las de Aduanas y
    Tabaco. Sin
    embargo, al carecer de un efectivo respaldo se desacreditaron
    rápidamente. Las condiciones imperantes en el país
    eran las menos apropiadas para emitir papel moneda. La medida,
    que desde el punto de vista económico era artificial, dio
    por resultado una considerable elevación de los precios y el
    consiguiente descontento público. A esto se suma el haber
    desaparecido de la circulación la moneda metálica,
    porque se la llevaron consigo los españoles y canarios que
    emigraron a las Antillas y otra parte se ocultó para que
    no dispusiesen de ellas los patriotas. De acuerdo a la Ley, los
    billetes fueron emitidos con valores de 1,
    2, 4, 8 y 16 pesos y puestos en circulación el 18 de
    noviembre de 1811. Los billetes resultaron de baja calidad y no
    gozaron de mucha popularidad. Por esto se aconsejó la
    creación de una casa de moneda menor para acuñar
    monedas que promovieran la circulación del comercio
    interior, estas monedas serían de medios,
    reales, y pesetas. Llevarían por un lado la
    inscripción Estados Unidos de
    Venezuela y por el otro dos palmas entrelazadas en cuyo medio se
    colocaría el valor que represente y alrededor año
    primero de la independencia.

    El Supremo Congreso de Venezuela dictó el 25 de
    octubre de 1811 una Ley para acuñar un millón de
    pesos en moneda de cobre con el objeto de establecer una moneda
    provisional, que activase el comercio interior y que sirviese al
    mismo tiempo para la mejor expedición y uso del papel
    moneda. Las características que debían tener
    estas monedas eran las siguientes: "por un lado será un
    cóndor que tendrá bajo sus pies las columnas de
    Hércules y demás insignias reales y la
    inscripción AMÉRICA
    LIBRE por el reverso se pondrá una corona enlazada de
    laurel y roble, en medio del cual se estampará con letras
    el valor de la moneda y en la parte inferior el año de
    fabricación.

    La acuñación se vio retrasada por la falta
    de material, lo que obligó a las autoridades a ordenar en
    1812 la requisa de objetos de cobre para poder
    continuar la acuñación.
    Derrotados los realistas y ocupada de nuevo Caracas por las
    armas
    libertadoras el 6 de agosto de 1813, las autoridades patriotas
    confrontaron el problema de la escasez de circulante ocasionada
    por el abandono del país de las familias pudientes que
    emigraron a las Antillas y llevaron consigo sus caudales. Por
    esto se ordenó la acuñación de monedas de
    cobre y plata de la clase macuquina, son los patriotas los que
    acuñan por primera vez monedas macuquinas en Caracas, las
    cuales, hasta entonces, provenían de las diferentes cecas
    hispanoamericanas. Para esta acuñación se
    usó plata perteneciente a los particulares, los cuales
    vendían a 6 reales la onza. Agotadas estas fuentes y en
    vista de la necesidad se le solicitó a la Santa Iglesia
    Metropolitana las alhajas que no hicieran falta al culto para
    convertirlas en monedas. Esto se hizo por medio de un Acta que se
    llamó Concordia entre el Sacerdocio y el Estado. Las
    alhajas fueron entregadas en el mes de julio pero al entrar Boves
    a Caracas los canónigos exigieron la devolución,
    pero era demasiado tarde ya que los patriotas al huir a oriente
    se llevaron las alhajas. Bianchi, italiano perteneciente a los
    patriotas, al ver en sus manos tanta riqueza huyó con
    ella.

    El 16 de julio de 1814 las fuerzas realistas ocuparon
    nuevamente a Caracas. Al darse cuenta de la existencia de la Casa
    de la Moneda se propusieron darle uso y recuperar el
    establecimiento. Se acuñaron monedas de cobre de ¼
    de real y monedas de plata de dos reales. Todos estos recursos fueron
    secuestrados por la expedición "pacificadora" que
    llegó a la costa oriental en abril de 1815.

    Por Real Orden de 13 de mayo de 1816 se aprobó el
    establecimiento de la Casa de la Moneda de Caracas,
    dándosele cumplimiento el 1° de octubre dicho
    año. Se reglamentó la acuñación
    estableciendo normas y
    responsabilidades para cada uno de los empleados y normas para la
    acuñación, no se llevaría a cuño
    ninguna moneda que no fuese aprobada primero, cualquier pieza que
    no tuviera el tipo perfectamente marcado, se volvería a
    fundir.

    En 1817 se terminó la acuñación de
    la macuquina del antiguo estilo de dos reales y se comenzó
    la acuñación de las nuevas monedas con la leyenda
    CARACAS. A partir de este año y hasta el triunfo de las
    fuerzas patriotas en Carabobo, las acuñaciones realizadas
    en el cuño de Caracas constituyeron series regulares. Las
    monedas adquirieron mayor perfección, fueron circulares,
    bien laminadas y con canto liso.
    A principios de
    1818 se aconsejaba extender la circulación de monedas de
    cobre que se acuñaban en Caracas, a todos los pueblos de
    la provincia, aunque se advertía que si bien estas monedas
    podían facilitar los tratos y compras al por
    menor era propensa a falsificación por el exagerado
    beneficio que producían en relación a su peso y
    valor.

    De toda la serie de monedas acuñadas en Caracas
    entre 1816 y 1821 las pesetas con fecha de 1818 son las
    más abundantes y a la vez en las cuales se observan
    mayores variaciones. En algunos casos los castillos y leones del
    escudo español,
    se encuentran en posición inversa.
    En 1819 se continuó la acuñación de monedas
    de plata de 2 reales y se labraron por primera vez las de 4
    reales.
    En las demás provincias existentes para la época,
    la circulación de monedas se desarrollaba de la siguiente
    manera:

    Provincia de Guayana
    Las incidencias de la guerra de
    Independencia mantuvieron aislada durante varios años a la
    Provincia de Guayana del resto del país, por lo que se
    vieron obligadas las autoridades realistas a acuñar moneda
    de cobre para cubrir sus necesidades. Se acordó fabricar
    monedas de cobre equivalentes a un cuartillo y medio real, las
    cuales debían ser redondas y contener por un lado la
    inscripción de Fernando VII y un león; por el otro
    un castillo y la inscripción GUAYANA.

    Provincia de Maracaibo y Mérida

    El advenimiento al trono de nuevos soberanos se
    conmemoraba tradicionalmente con la emisión de monedas.
    Algunas veces estas piezas se repartían entre el
    público que participaba en los festejos y por su valor
    intrínseco constituía una especie de
    gratificación. En la Provincia de Caracas se emitieron en
    conmemoración de Carlos IV medallas de plata de dos y de
    cuatro centímetros de diámetro, que ostentan por el
    anverso el busto del monarca circundado por la leyenda:
    Proclamatione FIDES Caracensis inaugusta Caroli IV y por el
    reverso el sello de armas de Caracas.
    En ocasión de la jura de la Constitución española de 1812 se
    labró una medalla de plata de 4 cm. De diámetro,
    con el busto del monarca y la inscripción Fernando VII,
    Rey de las Españas por un lado y por el otro el sello de
    armas de Caracas. Estas piezas se mandaron labrar en la
    época en que reinaba en España
    José Bonaparte, sin embargo las colonias americanas nunca
    reconocieron la dominación francesa.

    En Maracaibo también se labró una medalla
    de plomo de 3,5 cm. De diámetro para conmemorar el
    advenimiento al trono de Carlos IV. Cuando la provincia de
    Maracaibo quedó aislada del resto también
    acuñó sus propias monedas aunque no se tienen
    datos de sus
    características.
    En cuanto a acuñaciones realizadas en la Provincia de
    Mérida la única referencia que se tiene es la que
    hace el General Soublette en una carta al
    Libertador: "… si los cincuenta mil pesos que conduce el
    Capitán Bolívar son en moneda acuñada en
    Maracaibo y que generalmente denominan Lanza, es inútil su
    conducción, porque no circula en la provincia de Barinas,
    en donde siempre ha sido desechada. Allí solo ha circulado
    la que acuñaba el Sr. General Páez, y que llamaban
    del Yagual, la antigua de Caracas y muy poca de la acuñada
    en Mérida".

    Provincia de Margarita
    Al unirse la provincia de Margarita a la declaración de
    Independencia dada el 19 de abril de 1810, parece que, siguiendo
    la tradición de las acuñaciones conmemorativas,
    mandaron labrar algunas piezas en celebración del cambio
    de gobierno. No se
    sabe bien si estas monedas se usaron como medalla, o para uso
    comercial, pero fue obra de artífices locales y
    posiblemente en número muy limitado.
    A fines de 1816 los realistas se retiraron de la isla de
    Margarita y ésta quedó definitivamente en poder de los
    patriotas. El 1° de abril de 1819, durante el gobierno de Juan
    Bautista Arismendi se mandó a elaborar moneda en
    Margarita, la cual fue profusamente falsificada, pero debido a la
    escasez y necesidad imperante fue muy difícil quitarlas de
    circulación. No se tienen muchos datos de ellas pero se
    sospecha que eran de plata.

    Provincia de Barinas
    La crítica situación en que se hallaba el
    ejército comandado por Páez se vio agravada por la
    migración de los patriotas que buscaban la
    protección del caudillo. A fin de proveer las urgentes
    necesidades, Páez dictó en marzo de 1817, en el
    Yagual, un decreto mandando que se le entregara toda la plata que
    tuvieran los emigrados para devolvérsela acuñada y
    sellada. El cuño se realizó en Achaguas y Caujaral.
    La moneda se le conoció como monedas "del Yagual" y tal
    era la confianza que inspiraba Páez, que la moneda fue
    aceptada a pesar de sus deficiencias, fue muy útil en el
    servicio del
    ejército y de toda la región por la carencia
    extrema de numerario.

    Monedas en Emergencias
    En uso de sus atribuciones, el 21 de noviembre de 1819 el
    Libertador decretó medidas de emergencia sobre
    acuñación de monedas, mandando resellar y poner en
    circulación monedas acumuladas en la Casa de la Moneda de
    Santa Fé como un recurso para solventar las necesidades
    del ejército. Esta serie de monedas se conoció como
    "chipichipi" cuyas características eran las siguientes: De
    un lado la cabeza de una india con un
    gran penacho de plumas el cual ha sido reestampado sobre el
    escudo de castillos y leones, leyenda primitiva LIBERTAD
    AMERICANA 1819, el otro lado no está muy claro por el mal
    estampado, se ve la leyenda de la moneda original: NUEVA
    GRANADA.

    Época de la Gran Colombia
    1821-1830
    El 30 de agosto de 1821 sancionó el Congreso la Constitución que había de regir los
    destinos de la República de Colombia. Múltiples
    disposiciones dictó este Congreso y, en relación
    con el tema que nos ocupa, fueron sancionadas tres Leyes
    fundamentales el 29 de septiembre de 1821 son ellas: Ley sobre
    ley y peso de las monedas de oro y plata, Ley sobre
    amonedación de la platina y Ley sobre emisión de
    una moneda de cobre. Se las conoce también como las Leyes
    de 1° de octubre de 1821, fecha de su promulgación.
    Estas leyes tuvieron por objeto poner fin a "los males que sufren
    los pueblos por la gran variedad de monedas que han introducido
    la guerra y la
    consiguiente desorganización en que nuevamente se han
    hallado estos países que semejantes perjuicios que se
    experimentan principalmente en el comercio interior, no se
    podrán evitar si todas las clases de monedas circulantes,
    no se reducen a un mismo peso y ley conocida".
    Uno de los actos de vital importancia para el afianzamiento de la
    soberanía de la República era, pues,
    acuñar moneda nacional y lanzarla a la circulación
    lo antes posible. En consecuencia, los cuños de
    Bogotá y Popayán, así como el de Caracas se
    mantuvieron en actividad. Sin embargo, a los fines del presente
    estudio sólo incluiremos las acuñaciones realizadas
    en el departamento de Venezuela y aquellas disposiciones legales
    adicionales que tuvieron vigencia local.
    Pocos días después de la batalla de Carabobo, el 5
    de julio, en su Cuartel General de Caracas, el Libertador
    dictó un Decreto prohibiendo la circulación de "la
    moneda de cobre que con el nombre de señas, ha introducido
    en Venezuela el Gobierno español".
    Introducido debe entenderse por implantado y no por haber sido
    traídas las monedas de fuera, puesto que eran
    acuñadas en la ceca de Caracas.

    La casa de la Moneda de Caracas se puso en actividad
    inmediatamente. En el Archivo General
    de la Nación
    existen relaciones de los gastos del
    cuño y de los salarios pagados
    a los operarios. En estas relaciones consta que para agosto de
    1821 se estaban acuñando pesetas y cuartos de reales y que
    los operarios de tales acuñaciones eran Andrés
    Mexias y Mariano Ponte, respectivamente. Bartolomé Salinas
    recibió 95 pesos por un cilindro para acuñar
    cuartos y Santiago Ochoa cobró un peso y medio por grabar
    cada par de cuños.
    El Vicepresidente del Departamento de Venezuela. General
    José Antonio Páez, dio órdenes al Director
    General de Rentas, quien las trasmitió a Marcelino Plaza
    el 10 de octubre de 1821, para que "a la mayor brevedad se
    acuñe toda la moneda de a cuartillo que se ordenó y
    que el público necesita con urgencia… prevengo a Ud. que
    toda la plata que exista o pueda comprarse en lo sucesivo se
    destine precisamente a esta clase de moneda".
    El 26 de septiembre de 1822, en uso de sus atribuciones,
    decretó el General Soublette el cierre de la Casa de
    Moneda de Caracas, considerando que "no se haya establecida o
    aprobada por el gobierno Supremo ni sujeta a planta o reglamento
    alguno expedido por él; que no hay en el Departamento
    metales preciosos que acuñar y que los cuartillos de plata
    en cuya amonedación se ha ocupado hasta ahora deben
    hacerse de cobre, en los términos y con las circunstancias
    prevenidas por la Ley de 29 de septiembre del año
    undécimo".

    El 22 de diciembre de 1822 dirigió Marcelino
    Plaza al General Intendente un informe sobre las
    operaciones de la Casa de la Moneda. De acuerdo con éste,
    durante el lapso comprendido entre el 14 de julio de 1821 y el 31
    de octubre de 1822, el Cuño de Caracas labró 34.529
    onzas de plata.
    Para los efectos de esta acuñación se
    utilizó, además de plata en barras, 3.313 onzas, 6
    ochavas en moneda "chipichipi" adquirida por 2.899 pesos, 4 2/8
    reales y 618 pesos fuertes por 695 pesos, 2 reales, a
    razón de nueve reales cada uno.
    De los cuartillos se han conservado algunos ejemplares y sus
    características, similares a las de las monedas de cobre
    emitidas por los patriotas en 1812.
    Las autoridades Republicanas no estaban en capacidad de emitir
    moneda en cantidad suficiente para amortizar todo el numerario en
    circulación. Las monedas acuñadas por orden del
    General Morillo, dada su buena calidad, eran aceptadas por el
    público sin reservas y así, con el objeto de no
    causar serias perturbaciones a la circulación con la
    emisión de limitadas cantidades de moneda nueva, las
    autoridades republicanas optaron por resellar monedas con las
    características de las "morilleras", eliminando
    sólo el nombre del monarca y sustituyéndolo por
    marcas sin
    significación específica. Parece reforzar este
    punto de vista la existencia de pesetas españolas de la
    época de Carlos III y Carlos IV (colección del
    Banco Central
    de Venezuela) reselladas en Caracas y que difieren de las
    "morilleras" sólo en que las cifras y las letras son
    más pequeñas y en que la F y el 7 de Fernando VII
    están sustituidos por flores de cuatro pétalos.
    Todos los resellos tienen fecha de 1818.
    El 4 de junio de 1823 el Congreso dictó un Decreto por el
    cual se autorizaba la acuñación de una moneda la
    cual se dio a conocer con el nombre de "china" esto se
    debía a que era frecuente, para la época, llamar a
    las indias chinas. La figura de una india
    estampada en estas monedas dio origen al nombre, el cual se
    generalizó por todo el país.
    El 14 de marzo de 1826 se decretó el retiro de
    circulación de la moneda macuquina, la cual era una moneda
    de plata de baja ley, cortada y de fábrica grosera que en
    su origen circulaba en Cartagena y sus alrededores, pero luego se
    extendió a Venezuela , Puerto Rico y
    otras regiones. Se usaba en el expendio y comercio interior, no
    tenía valor fijo, porque subía y bajaba en
    proporción a la escasez o abundancia de la moneda legal,
    llamada fuerte o de cordoncillo.

    En esta época se gestaba en Venezuela un movimiento
    separatista que propició el desconocimiento de las
    órdenes emanadas del gobierno central. En relación
    con el problema monetario ,Páez dictó un decreto
    por el cual restablecía la Casa de la Moneda de Caracas
    que había sido suprimida por el gobierno de Bogotá.
    Esta medida trataba de beneficiar al Erario Público y a
    los particulares pero fue tomada a la ligera y no llegó ni
    siquiera a ponerse en funcionamiento. El gobierno de Colombia
    deseaba unificar la circulación monetaria y retirar todas
    aquellas que estuvieran desgastadas y recortadas, pero esto fue
    imposible por el mal estado de las
    máquinas. A tal efecto el Libertador
    dictó un decreto en Bogotá el 6 de noviembre de
    1828 limitando la prohibición de la moneda falsa, sin
    embargo la moneda fue profusamente falsificada y llegaron a
    conocerse hasta 37 cuños diferentes.

    República de Venezuela 1830 – 1863
    Al consolidarse la Independencia, la necesidad de bienes de toda
    especie que tenía el país favoreció un
    activo comercio con el exterior, especialmente a través de
    las colonias europeas en las Antillas. El abandono de actividades
    productivas a causa de la guerra, hizo imposible que este
    comercio se hiciese a cambio de bienes
    nacionales, acentuándose cada vez más el
    déficit de la balanza
    comercial. Las mercancías importadas debían
    pagarse en moneda aceptable en el exterior, de manera que la
    plata fuerte, fue desapareciendo de la circulación. De
    este modo se originó un comercio con el propio dinero. Se
    importaba moneda de buena calidad y se vendía a precios que
    excedían su valor intrínseco. La ganancia
    encarecía naturalmente las mercancías y al fin y al
    cabo las monedas volvían a salir del país en pago
    de importaciones.
    Sólo quedaban para las transacciones internas las monedas
    de baja ley, gastadas y cercenadas, a pesar de lo cual, y por su
    escaso número, se vieron también sobre valoradas.
    La escasez de numerario y su ínfima calidad, causante de
    muchos inconvenientes, no podía ser solucionada sino
    mediante la amortización y la sustitución de la
    mala moneda por otra de buena ley, en cantidad suficiente a las
    necesidades de cambio. El problema no pasó inadvertido a
    los hombres de la época, quienes, con toda claridad,
    plantearon las soluciones,
    pero fue imposible ponerlas en práctica porque el
    país había quedado en la ruina después de
    una guerra tan prolongada.

    En los años que siguieron a la separación
    de Venezuela de la Gran Colombia la situación
    económica no experimentó cambios favorables que
    permitiesen al gobierno encauzar el problema de la
    circulación hacia soluciones
    definitivas. Las medidas adoptadas fueron sólo paliativas.
    Con el objeto de equilibrar los valores de
    las monedas, se fijó el precio de la onza de oro y de la
    plata fuerte de acuerdo con sus relaciones de peso.

    Las monedas extranjeras fueron llenando el vacío
    ocasionado por la falta de numerario y circularon con el
    beneplácito general. El 30 de diciembre de 1830 las
    autoridades publicaron una tabla que fijaba los valores de
    conversión al cambio de la moneda corriente del
    país. En esta forma quedó legalizada la
    circulación de la moneda extranjera en Venezuela.
    En 1833 la moneda que circulaba era la antigua macuquina y la
    acuñada en Caracas antes y después del gobierno
    republicano, ambas de plata. La de oro era la acuñada en
    todos los Estados Americanos, pero la que circulaba más
    abundantemente era la que llevaba las armas de Colombia.
    El 28 de marzo de 1835 se dictó una ley sobre
    admisión y valor de las monedas extranjeras, la cual
    permitía la aceptación de los centavos de cobre
    norteamericanos en pago de deudas y su libre convertibilidad en
    monedas de oro y plata. El Ejecutivo, previendo que la
    circulación de una moneda desconocida hasta el momento,
    pudiese ocasionar inconvenientes, envió una circular a los
    Gobernadores, para que publicasen en su jurisdicción las
    ventajas que la circulación de dicha moneda
    traería.
    El 29 de marzo de 1842 el Congreso dictó una Ley para la
    acuñación de moneda de cobre nacional, la cual
    sería de obligatorio recibo en las Tesorerías y por
    parte de particulares, estas se acuñaron en Londres, las
    monedas con una hermosa efigie de la Libertad,
    fueron de muy buena calidad, bien grabadas y se emitieron en los
    valores de
    uno, medio y un cuarto de centavo. Al poner en circulación
    estas monedas se derogó el decreto que permitía la
    introducción de centavos
    norteamericanos.
    En 1848 se promulgó la Ley de Monedas, promulgada el 30 de
    marzo, esta ley promulgó como unidad monetaria de
    Venezuela el franco francés. En ningún documento de
    la época aparece alguna consideración que explique
    el motivo de tan curiosa medida. No es posible pensar que
    existiese un rechazo público al sistema tradicional
    español, pues al contrario, se había tratado de
    conservarlo a fin de evitar agravar aún más nuestra
    deficiente circulación monetaria. La explicación se
    acerca más a la actitud del
    nuevo gobierno que trataba de manifestar por todos los medios
    posibles su desacuerdo con la política seguida en
    el período de la Oligarquía Conservadora. Se
    ordenó publicar una tabla con las equivalencias de las
    monedas circulantes con relación a esta nueva
    moneda.

    El 1° de abril de 1854 se produjo otra
    disposición curiosa, como la mayoría en esta
    época. Se promulga una Ley para el establecimiento de una
    Casa de Moneda en Caracas, destinada a la acuñación
    de monedas de oro, plata y cobre con similares
    características a las de 1843. Se establece que las
    monedas de oro serían la onza, la media onza, el
    doblón, el escudo y llevarían el nombre de
    "Venezolano de oro". Las de plata serían el peso fuerte o
    venezolano de plata, el medio peso, el cuarto de peso o peseta,
    el real y el medio real. Las monedas de cobre se
    dividirían en cuartos y octavos, todo lo cual marca una
    influencia clara del sistema español, tanto en su
    denominación como en las relaciones en cuartos, octavos,
    dieciseisavos, etc. La casa de la Moneda no pudo establecerse y
    tampoco se pusieron en práctica medidas que mejorasen la
    circulación monetaria.
    Ley de Monedas de 23 de marzo de 1857: Como no había sido
    posible el establecimiento de la Casa de la Moneda en la Ley de
    1854, y ante la gran escasez de circulante el Congreso
    autorizó la acuñación en el exterior de
    moneda nacional. Las monedas llegaron a mediados de 1858 y a
    pesar de algunas discrepancias sobre su peso y ley, fueron
    puestas en circulación. Las monedas de plata y cobre
    puestas en circulación resultaron insuficientes y se
    autorizó una nueva acuñación con iguales
    características que las anteriores.

    Iniciada en 1859 la llamada Guerra Larga o Guerra
    Federal, fueron sucediéndose varios gobiernos
    provisionales hasta que el 10 de septiembre de 1861 se
    proclamó Páez Dictador de Venezuela.
    Durante su gobierno se ordenó una acuñación
    de monedas de plata con su efigie. Los numerosos incidentes a que
    dio lugar esta acuñación vinieron a ser testimonio
    del descrédito en el que había caído el
    gobierno venezolano en el exterior y de la desconfianza que
    inspiraba la desorganización administrativa del
    país. Se especificaba que las monedas deberían
    llevar por un lado: "La efigie del Presidente de la
    República con la leyenda Ciudadano Esclarecido y por el
    otro la indicación del valor de la pieza y el año
    de la fabricación.." La acuñación
    sufrió un retardo ya que el grabador de la Casa de la
    Moneda sugería la conveniencia de que la efigie del Jefe
    del Estado apareciese de perfil y no de frente, cambio que se
    aceptó el 7 de noviembre de 1862. Estas monedas luego de
    una accidentada historia no entraron en
    circulación, algunas de estas monedas llegaron en momentos
    en que acababa de triunfar la revolución
    federalista, y no fueron recibidas por el gobierno.

    Estados Unidos de Venezuela 1864 – 1953
    Al promulgar la Ley de Monedas de 1857 los legisladores pensaron
    que se resolverían las dificultades al restablecerse el
    equilibrio de
    las monedas circulantes y adoptarse un sistema sencillo y
    uniforme, pero los acontecimientos políticos influyeron en
    tal forma que la Ley no se ejecutó en totalidad y apenas
    se había logrado introducir una pequeña cantidad de
    plata de acuerdo a las disposiciones establecidas. La moneda
    extranjera seguía circulando con los valores exagerados
    que les había fijado la tabla monetaria de 1848. Era
    necesario dotar al país de moneda propia que regularizara
    las operaciones en todo el país. Sin embargo, al tan
    importante problema no se le prestó la debida atención, ya que la asamblea estuvo
    absorbida en la elaboración de una nueva
    Constitución.
    Ley de Monedas de 12 de junio de 1865: Se decreta una nueva ley,
    la cual deroga la de 1857. En ella los cambios principales son la
    autorización para establecer una Casa de la Moneda, aunque
    nunca se llevó a efecto, y se establece por primera vez
    que las monedas de oro y plata llevarían la efigie del
    Libertador, las de cobre seguirían llevando la de La
    Libertad.
    Aún cuando el establecimiento de un nuevo sistema
    monetario era imperioso, la situación económica no
    era la más propicia, el país acababa de sufrir una
    larga guerra y su economía había
    quedado desarticulada. El desorden administrativo que
    caracterizó al nuevo gobierno fue tal, que
    contribuyó poco después a su derrocamiento.
    El mal estado de la moneda circulante y la imposibilidad de ser
    cambiada fue motivo de continuas protestas y el público se
    negaba a recibirlas. Por esto, el 3 de diciembre de 1870 se
    dictó un decreto estableciendo el obligatorio recibo de
    todas las monedas lisas o sisadas, siempre que se distinguiesen
    alguna de las caras.
    Cualquier operación de compra-venta se
    veía seriamente entorpecida por el pésimo estado de
    las monedas y la policía no lograba atender el
    sinnúmero de reclamos que se recibían a diario. El
    Consejo administrador
    acordó que no se recibiría para recaudación
    de rentas monedas que no tuvieran el peso señalado, lo
    cual aumentó los inconvenientes, ya que el pueblo al
    enterarse de que el gobierno intentaba la depreciación de la moneda lisa, se negaban
    a recibirla. Los especuladores aprovecharon la situación,
    para admitirla con descuentos del valor entre un 20 y un 50%, por
    lo que el gobierno tuvo que decretar una vez más la
    obligatoriedad de su aceptación hasta que ellos la
    recogieran en su totalidad.

    Ley de Monedas de 11 de mayo de 1871: El Presidente
    Provisional de la República, dictó una nueva Ley de
    Monedas en la cual se hace hincapié sobre la calidad, el
    peso y ley que deberían llevar las monedas. Se
    declaró unidad monetaria el fuerte o venezolano de oro,
    con un valor de diez décimos. Se dio el nombre de
    "Bolívar" a la pieza de oro de 20 venezolanos. Las monedas
    de oro y plata llevarían la efigie del
    Libertador.

    Se encargó a Désiré-Albert Barre,
    grabador General de la Casa de La Moneda de París ejecutar
    los primeros troqueles de moneda venezolana con la efigie de
    Bolívar. Barre tomó por modelo el
    dibujo de
    Carmelo Fernández y, a partir de 1873 hasta la fecha su
    grabado ha sido el invariable emblema de la moneda venezolana de
    oro y plata.

    Dice Manuel Segundo Sánchez refiriéndose
    al dibujo de
    Fernández: "Inspirándose en el recuerdo avasallador
    de aquel rostro inolvidable y asesorado por el perfil de Roulin y
    la obra de David, trazó embelleciéndola, la efigie
    de Bolívar… puede decirse que el Bolívar de
    Fernández, familiar a la vista del universo entero,
    será el Bolívar glorificado por todo el esplendor
    de la Epopeya. Popularizado por nuestra moneda de oro y plata…
    y por las infinitas reproducciones de todo género,
    damos con él a cada instante de nuestra vida; y de tal
    manera se ha enseñoreado este emblema inmortal de la
    imaginación del pueblo, que ella no acepta como
    legítima otra efigie que no esté calcada en el tipo
    que creó nuestro dibujante".
    Una vez emitida en cantidad suficiente la moneda nacional para
    las transacciones del país, la moneda extranjera
    dejaría de tener curso legal. El 1° de enero de 1872
    se decretó obligatorio la conversión de todas las
    cuentas a la
    nueva unidad monetaria y que todas serían expresadas en
    venezolanos y centavos, siendo éstos la única
    fracción de la unidad a la que se le daría uso.
    El 21 de agosto de 1871 el gobierno celebró un contrato con
    José Antonio Fernández para el establecimiento de
    una Casa de La Moneda en Ciudad Bolívar, lo cual no pudo
    llevarse a cabo, por lo que se solicitó realizar una
    acuñación en Norte América
    o Europa, a lo que
    tampoco se dio curso.

    El 11 de junio de 1873 el gobierno ordenó la
    acuñación de un lote de monedas de 50,20,10 y 5
    centésimos de venezolano, lo cual se realizó en la
    Casa de La Moneda de París. El 1° de febrero de 1874
    se dispuso la fabricación de piezas de 1 venezolano, el
    cual sería el primer "venezolano", pero solo se hicieron
    ensayos, uno
    de los cuales se encuentra bajo el pedestal de la estatua del
    Libertador, inaugurada poco después en la Plaza
    Bolívar de Caracas.

    Por una resolución del 18 de junio de 1874 al
    entrar en circulación la moneda acuñada se
    prohibió la circulación de toda moneda nacional o
    extranjera que estuviera perforada, lisa, rayada, cercenada, etc.
    Las cuales deberían ser cambiadas por moneda legal en el
    curso de seis meses. Con esta medida se ponía fin a la
    circulación de este tipo de moneda que tantos
    inconvenientes y perturbaciones había causado. Las monedas
    recogidas se enviaron a París para su
    reacuñación.

    El 14 de junio de 1876 el Ministerio de Hacienda
    ordenó la acuñación de moneda de
    níquel del valor de 2 1/2 y 1 centésimo de
    venezolano. Esto se realizó para sustituir los centavos de
    cobre y resolver el problema de necesidad de moneda menuda. Es
    interesante anotar que estas fueron las primeras
    acuñaciones realizadas en Estados Unidos por encargo de
    otro país, igualmente era la primera vez que se
    emitían piezas de 2 ½ centésimos de
    venezolano y se usaba el níquel, desconocido hasta
    entonces en nuestra circulación monetaria. La Ley de
    Monedas no contemplaba la acuñación de monedas de
    este metal ni de ese valor, lo que unido a propagandas adversas
    al gobierno, causaron muchas dificultades, sin embargo, la
    necesidad de moneda menuda permitió su aceptación
    por el público y circuló durante muchos
    años.

    Las monedas llevan fecha de 1876 o 1877.
    El gobierno que sustituyó a Guzmán Blanco dispuso
    acuñar venezolanos en moneda de cobre de 1 centavo, para
    recoger y cambiar las de níquel, la medida provocó
    una reacción adversa y el gobierno se vio obligado a
    decretar el obligatorio recibo. Esta acuñación no
    se llevó a cabo y las monedas de níquel siguieron
    circulando, a partir de aquella acuñación todas las
    monedas menudas han sido de níquel, metal que se ha
    impuesto en
    todas partes por ser liviano de bajo precio y agradable
    aspecto.

    La moneda de níquel de 2 ½ centavos
    recibió el nombre de cuartillo y de locha. La razón
    de este último es confusa. Se cree que tuvo su origen en
    la ochava, octava parte de la peseta.

    En 1876 se envió a Londres una suma de dinero con
    destino a la amortización de la deuda externa de
    Venezuela, no habiéndose llegado a un acuerdo se
    resolvió el envío de tal suma a París y se
    destinase a la acuñación de monedas de plata de 1
    venezolano, estos fueron los primeros fuertes de plata que
    entraron en circulación en el país.

    Después de dejar el gobierno por dos años
    en manos del General Francisco Linares Alcántara, al morir
    éste y luego de la guerra civil desencadenada, llamada
    Revolución
    Reinvindicadora, el General Guzmán Blanco volvió a
    encargarse de la Presidencia el 26 de febrero de 1879.
    Guzmán Blanco continuó su trabajo de dotar al
    país de un sistema monetario que lo liberara de una vez de
    la dependencia del numerario extranjero. Este tema representaba
    una gran preocupación para Guzmán Blanco como se ve
    reflejado en comunicación dirigida al Ministerio de
    Relaciones Interiores: " …y dar a las monedas extranjeras
    circulantes en una nueva tabla curso autorizado, por el valor que
    tengan en justa proporción con el peso y ley de la moneda
    venezolana, proclamar las equivalencias y en seguida continuar la
    acuñación de la moneda nacional. Entonces
    ésta quedará circulando en el país. Luego
    regularizará Venezuela su cambio con el extranjero y
    dejará de perder lo que pierde hoy en virtud del precio
    artificial de la moneda. Y cuando la nacional exista en
    abundancia y la explotación de las minas de Guayana haya
    autorizado el establecimiento de un cuño nacional (que lo
    tienen todos los países mineros) entonces podrá
    decirse que hemos entrado por este respecto en la vida civilizada
    del mundo".
    Ley de Monedas de 31 de marzo de 1879 La nueva Ley de Monedas fue
    calcada sobre los principios
    establecidos por la Convención Monetaria Latina y
    marcó definitivamente el Sistema monetario que ha regido
    en Venezuela hasta el presente. El Presidente Guzmán
    Blanco en clara visión del problema de la moneda,
    culminaba de esta manera su empeño, manifiesto en las
    diversas medidas adoptadas por él en el curso de los
    años, de sustituir un sistema monetario arcaico y
    desordenado, por otro, racional y moderno.

    La Ley estableció como unidad monetaria el
    bolívar de plata, el cual constituiría la unidad
    obligatoria a partir del 1° de julio de 1879. Eliminó
    la moneda fraccionaria de cobre y la sustituyó por la de
    cuproníquel. La acuñación se haría en
    cantidad proporcionada a la población de la República y al grado
    de actividad de las transacciones, sin exceder Bs. 6 por
    habitante. Las monedas acuñadas en 1857 y 1871
    seguirían circulando por su valor legal. Se
    establecería una casa de la Moneda en el
    país.

    Entre noviembre de 1879 y octubre de 1880 entraron al
    país un lote de monedas acuñadas en Bruselas, por
    estar la Casa de la Moneda de París demasiado copada de
    trabajo.

    El 4 de mayo de 1885, estando Guzmán Blanco en
    París como Enviado Extraordinario y Ministro
    Plenipotenciario de Venezuela ante varios gobiernos europeos, se
    le encomendó la acuñación de un lote de
    monedas donde lo considerare más favorable, a lo que
    respondió sugiriendo el establecimiento de una Casa de la
    Moneda en Caracas o La Guaira, Guzmán Blanco consideraba
    que por ser Venezuela un país productor de minerales
    apropiados para que se realizaran amonedaciones, no se
    justificaba tener que recurrir a otros países para
    realizar la acuñación. Además, que el
    establecimiento de una casa de la moneda en el país
    tendría doble finalidad, la de emancipar la industria
    minera de la tutela extranjera y realizar las acuñaciones
    con menores gastos, al
    evitarse los gastos de transporte,
    seguro,
    cambio, etc.
    El Presidente de la República, General Joaquín
    Crespo aprobó la sugerencia y dio su consentimiento para
    establecimiento de la casa de la moneda.
    La Casa de Moneda se estableció en Caracas en la Avenida
    Norte 4, No. 48, en la antigua Calle del Comercio, en una casa de
    dos pisos que hacía esquina frente a la de Caja de
    Agua, esquina
    que fue llamada del cuño, nombre que aún conserva
    (En la Parroquia Altagracia, cercano al Ministerio de Educación). El
    establecimiento fue recibido con beneplácito y considerado
    por el Gobierno como un paso más en el camino del
    progreso.
    Se solicitó a las casas de moneda de París y
    Bruselas la entrega de los troqueles utilizados para las
    acuñaciones realizadas en esos países. Una vez
    recibidos los troqueles, la compañía ordenó
    la fabricación de nuevos cuños y demás
    utensilios necesarios para dar comienzo a las operaciones. El 5
    de Agosto de 1886 se participó que en cuanto llegara el
    material que traía el vapor francés,
    estarían en condiciones para poner en funcionamiento el
    cuño.

    El 27 de abril de1886 por voto unánime del
    Consejo Federal fue nombrado el General Guzmán Blanco
    Presidente de Los Estados Unidos de Venezuela para el
    período constitucional de 1886 a 1888. El 16 de octubre de
    1886 inauguró la Casa de la Moneda de Caracas, se puso en
    funcionamiento la maquinaria, y la primera moneda de oro de cien
    bolívares que se acuñó, le fue obsequiada.
    La entregó el General Jacinto Pachano, Inspector del
    Gobierno Nacional, y al recibirla, el Presidente dijo "que bueno,
    Pachano" lo que originó el nombre de pachanos, nombre por
    el que se les conocía comúnmente.
    Como consecuencia del establecimiento de la casa de la moneda, se
    decretó la prohibición de importación, sin excepción, de
    moneda extranjera, esta medida puso fin a la circulación
    de moneda de plata extranjera, práctica que había
    provocado por más de 50 años un sinnúmero de
    contratiempos sobre nuestra circulación monetaria. Toda la
    plata que se sacó de circulación fue
    reacuñada.

    La casa de la moneda trajo varios beneficios como
    señala González Guinán, Historia
    Contemporánea de Venezuela, p. 329-330: "grandes
    utilidades derivó el país con la fundación
    del cuño y la creación de la moneda nacional.
    Libertóse inmediatamente de la invasión de plata
    extranjera que de todas partes afluía a nuestro mercado,
    facilitó las transacciones mercantiles y cerró el
    que parecía eterno expediente de las alarmas monetarias
    que constantemente dificultaban la marcha desembarazada de las
    industrias".
    El funcionamiento de la casa de la moneda fue delegado a una
    sociedad
    denominada La Monnaie con la cual luego de numerosas
    acuñaciones surgieron una serie de inconvenientes,
    principalmente por falta de claridad en los términos del
    contrato, la
    política
    seguida con la Casa de la Moneda ejemplariza uno de los muchos
    errores que con tanta frecuencia ocurren en Venezuela. En lugar
    de abocarse las autoridades a corregir los defectos inherentes al
    contrato y lograr que la empresa
    siguiera operando con participación del Estado en los
    beneficios, asumieron una actitud que
    ocasionó mayores pérdidas, pues el Gobierno se vio
    en la obligación de adquirir, por varios millones,
    una empresa
    que de nada le sirvió en el futuro. La imprevisión
    administrativa condujo así al despilfarro de una
    importante suma y dio al traste con una empresa de
    verdadera utilidad. La
    Monnaie había realizado un trabajo eficiente, la calidad
    de la moneda acuñada era similar a la de cualquier
    cuño del exterior.

    Aún con todos los problemas que
    surgieron, hay que hacer notar que a las gestiones del General
    Guzmán Blanco se deben las bases del sistema monetario
    actual.

    En febrero de 1892 estalla la guerra civil, el
    Presidente Andueza Palacio huye del país y a los pocos
    meses Joaquín Crespo ocupa Caracas y como Jefe del
    Poder
    Ejecutivo Nacional, consolida el triunfo de la llamada
    Revolución Legalista. Como consecuencia de todas aquellas
    alteraciones el Ejecutivo decretó en 1893 la
    acuñación de monedas de plata y níquel que
    consideraban indispensables para remediar la urgente escasez de
    moneda menuda que había en el país. La
    acuñación se llevó a cabo en la Casa de
    Moneda de París, se acuñaron piezas de Bs. 1 ,
    0,50, 2 y 0,25.
    El 25 de mayo de 1896 el Congreso dictó un decreto
    autorizando la acuñación de monedas de
    níquel de Bs. 1,12 ½ y 0,05. Se estableció
    que sería del mismo tipo, diámetro y peso de la
    acuñada en 1876-77, modificando, como era lógico,
    la expresión del valor de acuerdo con la unidad monetaria
    vigente. La acuñación se realizó en la Casa
    de la Moneda de Berlín, el gobierno recibió las
    monedas y las puso en circulación pero no pagó el
    giro, lo que ocasionó múltiples reclamos por parte
    de los acreedores. El 28 de febrero de 1898 el General Ignacio
    Andrade asume la Presidencia de Venezuela, según Crespo
    para dejarlo como protector del trono y luego de un tiempo asumir
    otro período presidencial, pero al poco tiempo se alza el
    General José Manuel Hernández, conocido como "El
    Mocho". En semejantes condiciones el gobierno no se ocupó
    de solucionar el conflicto
    pendiente con las firmas alemanas, lo cual quedó en
    suspenso por largo tiempo, el 5 de diciembre de 1899, Cipriano
    Castro, como General en Jefe de los Ejércitos dictó
    un decreto con el cual ordena el pago pendiente.

    Cuando Castro se apoderó del poder, el Tesoro
    Nacional estaba exhausto y la nación
    confrontaba un verdadero caos económico, del cual no
    logró salir durante el tiempo que duró esa administración. Para solucionar la escasez
    de circulante Castro ordenó la acuñación de
    monedas en piezas de Bs. 5, 2, 1, 0,50 y 0,25 los cuales fueron
    introducidos en La Guaira entre julio de 1900 y abril de 1901.
    Estas produjeron una notable ganancia entre su valor nominal y su
    costo. Era la
    primera vez que la utilidad producida por una
    acuñación pasaba directamente y en su totalidad al
    Tesoro Nacional. De esta manera se abría un
    capítulo de ingresos fiscales
    por tal concepto, y de
    ahí en adelante se recurre con frecuencia a la
    acuñación de moneda solo con el propósito de
    obtener beneficios fiscales. De esto se deduce que el gobierno se
    excedió en el monto de las acuñaciones, y que las
    cantidades de monedas introducidas al país eran superiores
    a las posibilidades de absorción características de
    una economía más o menos estacionaria y sacudida
    por graves conflictos
    internos. Las acuñaciones se ordenaban con el fin de
    solucionar la escasez de circulante pero cuando se veía
    correr en abundancia, surgía la preocupación de que
    el mercado se saturara. Las continuas alteraciones del orden
    público ocasionadas por guerras y
    revoluciones exigían en determinadas regiones un mayor
    volumen de
    circulante para cubrir los gastos extraordinarios, pero en otras
    regiones la limitación de bienes económicos, por
    falta de producción o importación, paralizaba las transacciones,
    lo que causaba un exceso de circulante.

    En 1908 Castro viaja a Europa y el
    Vicepresidente de la República, Juan Vicente Gómez
    se apodera del poder el 19 de diciembre. En lo que respecta a la
    moneda y su circulación, el nuevo gobierno siguió
    los pasos del anterior, sin tomar medidas cónsonas con las
    necesidades de fijar criterio justo sobre la política que
    debía adoptarse en la materia. Se
    decretó en 1910 y 1911 la acuñación de
    monedas de oro y plata, las cuales se realizaban más por
    obtener un aumento en los ingresos
    fiscales, que realmente por las necesidades que una
    economía agrícola y de lento desarrollo
    fuera capaz de absorber.
    En 1914 se descubre el primer yacimiento petrolífero de
    importancia en Venezuela lo cual desde el punto de la
    circulación monetaria y la afluencia de capital
    extranjero en gran escala, unido al
    estallido de la primera guerra
    mundial, produjo cambios fundamentales en el desarrollo de la
    economía nacional y de todo orden.
    Ante la escasez de moneda menuda se ordenó la
    acuñación de moneda de níquel lo cual se
    realizó en la Casa de la Moneda de Filadelfia, ante la
    imposibilidad de realizarse en Alemania.

    Ley de Monedas de 24 de junio de 1918: Varios factores
    contribuyeron al cambio económico que experimentó
    el país durante el largo período de la dictadura
    gomecista. La supresión de las guerras
    civiles permitió que las actividades agrícolas,
    aunque elementales, pudiesen desarrollarse ininterrumpidamente.
    Las exportaciones
    permitieron elevar el Fondo de Reservas del Tesoro y los ingresos
    fiscales. Le tocó en suerte a Gómez que durante su
    gobierno se iniciara la explotación de la industria
    petrolera, la cual cambió radicalmente la estructura
    económica del país. En 1918 comenzó la
    exportación de petróleo y
    una década después Venezuela se colocaba en segundo
    lugar de los países productores. Las necesidades de
    circulante fueron aumentando al ritmo que imprimía el
    desarrollo de las actividades económicas y
    financieras.

    El 24 de junio de 1918 se promulgó la Ley de
    Monedas que establecía como unidad monetaria el
    bolívar de oro. La escasez de circulante produjo la
    proliferación de fichas y vales de empresas y
    establecimientos agrícolas, prohibidos por la ley,
    así como de moneda extranjera que volvía a ingresar
    al país, por lo que se estableció una vigilancia
    extraordinaria y se ordenó una inmediata
    acuñación de oro y plata.

    La dictadura de
    Gómez, que culminó con su muerte en 1935
    dejó a un país rico y un pueblo en la mayor penuria
    no sólo económica, sino educacional, sanitaria,
    etc. Los ingresos provenientes de la extracción del
    petróleo
    no significaron desarrollo de la productividad ni
    elevación del nivel de vida. Las riquezas eran acumuladas
    en las reservas de oro a costa de la penuria del pueblo.
    El nuevo gobierno confrontó, entre otros, serios problemas
    económicos. El 8 de septiembre de 1939 se crea el Banco Central de
    Venezuela, que respondía a la necesidad que tenía
    el país de modernizar sus instituciones.
    El Banco Central inició sus operaciones en momentos en que
    las condiciones anormales determinadas por la segunda guerra
    mundial dejaban sentir sus efectos sobre nuestra
    situación económica y monetaria. Las necesidades de
    circulante se cubrieron, en su mayor parte, con la emisión
    de billetes, cuya garantía contribuyó a acrecentar
    la confianza que el público dispensaba, lo que, unido a
    sus ventajas prácticas, hizo que pronto se impusiera. La
    creciente elevación de los precios contribuyó a que
    el público utilizara el billete y el cheque en
    sustitución de la moneda metálica, por las ventajas
    derivadas de su
    fácil movilización.

    Al fijarse en 1944 los tipos de cambio de dólar
    que debían regir en operaciones de compra y venta se
    establece una diferencia no favorable entre el valor real de las
    monedas de oro y su valor nominal. La moneda acuñada se
    constituyó en la única forma de atesorar cantidades
    limitadas garantizando su valor intrínseco, lo que hizo
    que el público hiciera desaparecer las monedas de oro de
    circulación. En resumen, se puede decir que los factores
    que contribuyeron a la desaparición del oro amonedado
    fueron: escasez, diferencia entre su valor nominal y su valor de
    mercado, inconvenientes que presentaba el transporte de
    oro, encarecimiento por motivos de seguridad
    necesaria, necesidad de conservar oro para garantizar respaldo
    crediticio y reservas del país y las ventajas que
    presentaba el uso de divisas como pago internacional.
    Desde 1944 hasta 1949 se realizaron varias acuñaciones en
    la Casa de la Moneda de Filadelfia en piezas de Bs. 0,05 ; 0,12
    ½ ; 0,25; 1 ; 2; 5; principalmente de plata y
    níquel.

    República de Venezuela 1953 – 1986
    En 1952 el Banco Central de Venezuela informó al
    Ministerio de Hacienda sobre la escasez de moneda de plata que se
    había agudizado en los últimos tiempos debido
    principalmente, al desarrollo de la industria y el comercio, el
    crecimiento de los gastos gubernamentales y el aumento progresivo
    de la población. Por esto se ordenó una
    acuñación de monedas de Bs. 1; 0,50 ; y 0,25, lo
    que se realizó en la Casa de la Moneda de Filadelfia.
    Luego de esta acuñación se observaron ciertos
    inconvenientes con las acuñaciones que se realizaban en
    Estados Unidos, ya que allí se garantizaba la tolerancia en
    peso y ley por grupo de
    monedas y no en forma individual como lo exige la Ley de Monedas
    venezolana. Por esto, se consultó otras casas de monedas,
    y es así que las acuñaciones de 1960 se realizan en
    la Casa de la moneda de París, estas llevan en el anverso
    y a cada lado la palabra BARRE, signo de su grabador y un cuerno
    de la abundancia y una alondra, signos de la
    Administración de Monedas de París.
    La Constitución promulgada en 1953 abandonó el
    nombre de Estados Unidos de Venezuela y restituyó el de
    República de Venezuela, que había estado en uso
    desde 1830 hasta 1863.
    La Crisis de la
    plata: En 1965 la situación del circulante metálico
    en Venezuela se ve afectada por las condiciones del mercado
    internacional de la plata, que hace crisis ese
    año, y por las crecientes necesidades internas.
    Acentúa la escasez de circulante el atesoramiento con
    fines especulativos ante la posible alza del metal.
    La plata fue tradicionalmente usada en la acuñación
    de monedas porque su valor intrínseco correspondía,
    con los costos de
    fabricación y beneficio, al valor nominal de las piezas,
    hecho que explicaba el alto grado de aceptación de que
    gozaban dichas monedas en escala mundial. A
    partir de la crisis de los años 30 y más
    acentuadamente después de la II Guerra Mundial,
    gran número de países: los del bloque de la libra
    esterlina, casi todos los países europeos y, entre los
    grandes productores de plata, México y
    Canadá, eliminaron o disminuyeron considerablemente el
    contenido de plata en sus monedas, sustituyéndola por
    metales y aleaciones
    apropiadas a los fines de circulación, pero de menor valor
    y de más fácil adquisición.

    El fenómeno del desequilibrio del mercado de la
    plata se originó por la insuficiencia de la producción para satisfacer la creciente
    demanda. El
    lento crecimiento de la producción se debe a razones de
    orden técnico. Muchos yacimientos se fueron empobreciendo
    paulatinamente, y, por otra parte, como la plata en la naturaleza viene
    mezclada con otros metales, los costos de
    producción son elevados.

    Frente a un nivel de producción estacionario o en
    lento ascenso, el consumo de la
    plata aumentó considerablemente en esos años, tanto
    para fines industriales como monetarios. La demanda
    creciente de monedas, principalmente en Estados Unidos, se
    debió al aumento de la población, al incremento de
    actividades financieras, al notable desarrollo de las máquinas
    automáticas vendedoras, de aparatos telefónicos y
    de otros servicios
    operados con monedas y el atesoramiento con fines
    especulativos.
    En la Memoria del
    Banco Central de Venezuela correspondiente a 1965 y, bajo el
    título "Problemas internacionales de la plata y
    situación de las monedas fraccionarias en Venezuela", el
    Instituto analiza las dificultades que en esa materia
    confrontaba el país y expone las sugerencias que
    habían sido hechas al Ejecutivo a fin de remediarlas
    prontamente. Consideró el Instituto necesario estudiar la
    conveniencia de nuevas alternativas en relación con el
    contenido metálico de las monedas. Entretanto comienzan a
    aparecer síntomas inquietantes que agudizan el problema.
    La demanda de moneda se acentúa; la inseguridad en
    los precios de la plata dificulta su adquisición en
    previsión de nuevas acuñaciones; las Casas de
    Moneda que tradicionalmente habían realizado las
    acuñaciones venezolanas se encuentran imposibilitadas de
    atender los pedidos.

    La situación planteada dio origen a la
    promulgación de una Ley de Acuñación de
    Monedas el 16 de diciembre de 1965, por medio de la cual se
    ordenó la acuñación de monedas de plata de
    Bs. 5,2 y 1 ; de níquel puro de Bs. 0,50 y 0,25 y de
    cupro-níquel de Bs. 0,05. Al permitir esta Ley la
    acuñación de las monedas de BS. 0,50 y 0,25 en
    níquel puro, se inició en forma cautelosa el cambio
    que imperiosamente imponía la situación
    internacional de la plata. Se escogió el níquel
    como metal sustitutivo de la plata por su apariencia física, su resistencia, su
    abundancia a escala mundial, su precio razonable y la existencia
    comprobada de reservas nacionales. Es un metal que resiste el
    desgaste de la circulación, y debido a su dureza y alto
    punto de fusión, su
    amonedación precisa de equipos técnicos especiales,
    lo cual limita los incentivos de la
    falsificación.

    Francia aceptó acuñar las monedas de plata
    de Bs. 1 y 2. Las monedas de níquel de 0,50 y 0,25 se
    acuñaron en Londres y las de cupro-níquel de 0,05
    fueron realizadas por la Fábrica Nacional de Moneda y
    Timbre de Madrid.
    Cuando el público tuvo conocimiento
    de la escasez de plata en el mercado internacional y de la
    posible alza del precio del metal, se produjo un incremento
    sustancial en la demanda de monedas de Bs. 5, cuyo valor
    intrínseco había casi alcanzado su valor monetario.
    Estas piezas fueron atesoradas con miras especulativas y
    numismáticas, lo que determinó la
    desaparición del "fuerte" de la circulación. Esto
    agravó la escasez de moneda circulante, y a fin de
    aliviarla fue emitido un billete de Bs. 5 para conmemorar el
    Cuatricentenario de Caracas. Puesto en circulación el 21
    de noviembre de 1966, en cantidades reducidas, esta
    emisión desapareció prácticamente de la
    circulación, pero como resultó útil en
    aquella emergencia, se continuó la emisión de
    billetes de este valor aunque con diferente diseño.

    En 1967 la situación se torna crítica. El
    BCV expone en un informe al
    Ministerio de Hacienda lo siguiente:
    "La sustitución de la plata por otros metales con fines de
    acuñación no debe tener, por sí sola,
    ninguna repercusión adversa sobre la economía
    nacional, aunque se reconoce el probable y pasajero efecto
    sicológico negativo en algunos sectores de la
    colectividad… La utilización de otros metales para fines
    monetarios es, por lo demás, un proceso que se
    está cumpliendo en escala universal y resultaría
    una ostentación inconcebible mantenernos en la
    situación actual. Es sumamente oneroso para el país
    continuar usando la plata para estos fines, ya que esto implica
    cuantiosas y crecientes salidas de capitales y la
    inmovilización de sustanciales recursos fiscales
    para proveer de medio circulante a nuestra economía, los
    cuales podrían ser usados con fines de desarrollo
    económico susceptible de obtenerse a un costo real mucho
    menor para la nación.. De las consideraciones precedentes
    y en concordancia con nuestras comunicaciones
    mencionadas al comienzo, se desprende la necesidad de reformar la
    Ley de Monedas vigente, especificándose los nuevos metales
    a ser usados para las futuras acuñaciones. Se recomienda
    eliminar por completo el uso de la plata para las nuevas
    acuñaciones, ya que de otro modo correríamos el
    riesgo de
    tener que modificar nuevamente la Ley sobre la materia en el
    futuro".

    Era imposible posponer por más tiempo la
    sustitución de la plata en las monedas. El 4 de diciembre
    de 1967, el Congreso dictó una Ley de
    Acuñación por medio de la cual se aprobó la
    acuñación de monedas de Bs. 1 y 2 en níquel
    puro. La cual se realizó en Londres.

    La sustitución de la plata por níquel
    causó, como era de esperarse, comentarios adversos por
    parte del público poco enterado de las circunstancias que
    lo motivaron, a pesar de las múltiples y frecuentes
    comunicaciones
    al respecto transmitidas por las autoridades del BCV a
    través de los diversos medios de información. Aquella actitud fue pasajera
    y, desde el punto de vista práctico, la
    transformación no presentó inconvenientes.
    Desaparición de la locha: El principal inconveniente de
    esta moneda era que no cuadraba, por su fracción de
    céntimo, en el sistema monetario decimal y ocasionaba
    dificultades en la contabilidad,
    especialmente en la mecanizada mediante máquinas
    registradoras. Otro inconveniente es que el peso y
    diámetro de la locha era muy parecido a la del
    bolívar, hacía que se confundieran
    fácilmente y que se pudieran utilizar en las
    máquinas vendedoras que requerían la
    introducción de 1 Bolívar.

    Por otra parte, el tamaño y elevado peso de las
    monedas de locha (Bs. 0,12 ½) en relación con su
    bajo valor nominal, hacía onerosa su
    acuñación.
    Por todo esto, el uso de estas monedas fue disminuyendo, a medida
    que los comerciantes iban eliminando de los precios la
    fracción de céntimo, así se fueron
    sustituyendo por las monedas de Bs. 0,10 y 0,05 .
    Ley del Banco Central de Venezuela: El 30 de octubre de 1974 se
    aprueba la nueva Ley del Banco Central de Venezuela la cual marca
    un cambio radical en la política del Estado en
    relación a la acuñación de la moneda.
    En esta nueva ley, entre otras cosas, se concede al BCV con
    carácter exclusivo, la facultad de emitir
    billetes y acuñar monedas. Se establece que la unidad
    monetaria de la República de Venezuela es el
    Bolívar, así mismo, se establecen las
    características de cada una de las monedas que deben
    circular en el territorio nacional.

    Las actividades económicas del país han
    continuado desarrollándose con extraordinaria intensidad
    en las últimas décadas y correlativamente han
    ocasionado un apreciable aumento del circulante. Este ha variado,
    dejando de ser las monedas el principal factor a la medida en que
    han aumentado el uso de billetes y depósitos.
    La seguridad y la
    facilidad que proporciona el uso de los depósitos explica
    su gran desarrollo. También ha contribuido a ello la
    popularización de las tarjetas de
    crédito
    como medio de pago, pues al fin y al cabo, su cancelación
    se hace mediante un cheque.
    Aunque proporcionalmente el circulante metálico tiende a
    descender, no es creíble que la moneda metálica
    llegue a desaparecer pues sus condiciones intrínsecas la
    hacen insustituible para la función que desempeña,
    así mismo el empleo de la moneda en los modernos sistemas de venta
    de mercancías y de servicios ha
    ampliado considerablemente su utilización.

    Acuñaciones con Fines Conmemorativos
    Las acuñaciones conmemorativas son series limitadas de
    monedas, con determinadas características, que se realizan
    con fines mayormente numismáticos y para reconocimiento de
    alguna fecha, acontecimiento o personaje importante. Entre las
    más importantes se podrían mencionar:

    • Acuñación de moneda de oro de Bs. 10
      puesta en circulación en 1930 conmemorativa del
      centenario de la muerte
      del Libertador.
    • Acuñación de moneda de plata de Bs. 10
      puesta en circulación en 1973 conmemorativa del
      centenario de la efigie del Libertador en las monedas
      venezolanas.
    • Acuñación de moneda de oro de Bs. 500
      conmemorativa de la Nacionalización de la Industria
      Petrolera, 1975.
    • Acuñación de monedas de oro y plata de
      Bs. 1.000, 50 y 25 conmemorativas de la obra que realiza la
      Unión Internacional para la Conservación de la
      Naturaleza y
      los Recursos
      Naturales conjuntamente con el Fondo Mundial para la
      Conservación de la Vida Silvestre, 1975.
    • Acuñación de monedas de plata de Bs.
      100 y 75 conmemorativas del Sesquicentenario de la muerte
      del Libertador y del Gran Mariscal de Ayacucho,
      1980.
    • Acuñación de moneda de plata de Bs. 100
      conmemorativa del Bicentenario del nacimiento de don Andrés
      Bello, 1981.
    • Acuñación de moneda de oro y plata de
      Bs. 3000 y 100 conmemorativas del Bicentenario del Nacimiento
      del Libertador Simón Bolívar, 1983.
    • Acuñación de moneda de plata de Bs. 100
      conmemorativas del Bicentenario del nacimiento del Dr.
      José María Vargas, 1986.

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