Indice
1.
Qué es la holística
2. Holopraxis
filosófica
3. Importancia de la
holística
4. Holismo y
superholismo
5. Etapas del pensamiento
holístico
6. Principios de la
holística
7. Hologogía:
praxis de una nueva educación
8.
Sintagmas
9. Holística y
sistemas
10.
Referencias
1. Qué es la
holística
La holística alude a la tendencia que permite entender los
eventos desde
el punto de vista de las múltiples interacciones que los
caracterizan; corresponde a una actitud
integradora como también a una teoría
explicativa que orienta hacia una comprensión contextual
de los procesos, de
los protagonistas y de sus contextos. La holística se
refiere a la manera de ver las cosas enteras, en su totalidad, en
su conjunto, en su complejidad, pues de esta forma se pueden
apreciar interacciones, particularidades y procesos que
por lo regular no se perciben si se estudian los aspectos que
conforman el todo, por separado.
La voz griega holos se expresa en castellano como
prefijo, hol u holo, y significa entero, completo, "todo"; indica
también íntegro y organizado. Con holos se
significa totalidad, relaciones, contexto o cualquier evento,
aspecto, circunstancia, cualidad o cosa que en su momento
esté siendo estudiado o tomado en cuenta, como "uno", como
complejidad o como totalidad. Por ejemplo, cuando en una investigación cualquiera se han precisado
los aspectos conceptuales y en consecuencia se ha delienado la
investigación -se ha focalizado la misma y
se ha delimitado-, para los efectos de la investigación
ese contexto corresponde al holos de la investigación.
Holos alude, entonces, a contextos, a complejidades, a realidades
objeto de estudio, en relación con otros holos, es decir,
con otros eventos, pues el
holos es complejo, expresa múltiples relaciones, es
dinámico y está en permanente relación. En
otras palabras, el holos -el uno-, es múltiple en sus
manifestaciones y expresa relaciones diversas, contínuas,
a veces insólitas y paradójicas. Constituye el
holos la unidad de referencia para el estudio y
comprensión de los eventos y de la realidad, en un
contexto de relaciones e interacciones multidimensionales
constantes.
La holística ha estado
presente en el desarrollo del
pensamiento
universal. La comprensión filosófica, desde sus
inicios, es holista, es decir, parte de una comprensión
universal, global, entera o íntegra de los procesos y de
las apreciaciones, para derivar progresivamente hacia aspectos de
las realidades comprendidas en dichos procesos.
Se reconoce como uno de los textos más
significativos de la holística el escrito por el
filósofo sudafricano Jan Christian Smuts (1870-1950),
nacido en Malinesbury, quien tuvo vida activa política y militar en
su país. En 1926 publicó Holismo y evolución. En este texto,
desarrolla su concepción holística o de totalidad
de las cosas según la cual, si se configura el todo con
sus partes pero se observa la totalidad, se producen realidades y
efectos diferentes a los producidos por las partes. El proceso
"holista", Smuts lo inscribió dentro de procesos
evolutivos, caracterizados por la síntesis
creadora, en una actividad dinámica, en evolución, hacia los ideales
holísticos.
Cualquier mirada permitirá apreciar que el mundo
está hecho de conjuntos,
recalcó Smuts, aclarando que éstos están
contenidos dentro de otros contextos u holos, y éste a su
vez está contenido en otros más, configurando el
cosmos e integrando realidades y procesos de manera constante,
dinámica e interactiva. Vista la realidad
de esta manera, se podrá percibir como dinámica,
interactiva y creativa, ya que «este proceso
cósmico global, al desplegarse en el cosmos, no es sino la
evolución" (Wilber, 1989). En consecuencia, los procesos
naturales, el crecimiento, las relaciones, las actividades
intelectuales, todo, estaría influenciado o realizado
dentro de consideraciones holísticas; esto significa, como
parte de un proceso en el cual la determinación o la
precisión de las cosas se logra por múltiples
relaciones, eventos dinámicos, sinergias y expresiones de
contexto.
La holística tuvo repercusión en biología y medicina, gracias
a Kurt Goldstein, biólogo e investigador, quien en 1934
publicó "El organismo. Una aproximación
holística de la biología".
Allí estudió las interacciones entre organismo,
estímulos y órganos, en base a un proceso global,
armónico, integrado.
Según la comprensión holística,
«el todo y cada una de las sinergias están
estrechamente ligados con interacciones constantes y
paradójicas» (Weil, 1996). Esto quiere decir que
cada acontecer está relacionado con otros acontecimientos,
los cuales producen entre sí nuevas relaciones y eventos
en un proceso que compromete el todo.
Cada hecho constituye un acontecimiento,
sabiéndose que cada circunstancia produce una serie de
nuevas situaciones, las cuales de alguna u otra manera influyen
sobre sí y sobre los otros, en el más amplio
contexto. Este proceso relacional, esta holopraxis social, afecta
el todo en sus posibilidades y crea a su vez una
aprehensión novedosa en el campo de la
investigación y de la vida misma ya que si el humano trata
de determinar sus propios límites,
la orientación holística conduce a aceptar que el
lindero de toda comprensión, vivencia y razón de
ser, está en las interacciones de cada evento, así
como también en el sentido de trascendencia. En otras
palabras, la comprensión de los procesos, situaciones o
contextos ha de ocurrir desde el holos, ya que en su dinamismo,
en las relaciones, en los eventos, surge nueva sinergia,
ocurren nuevas relaciones y se generan nuevos acontecimientos. Es
el todo lo determinante, aun cuando este reconocimiento no impide
que se analice cada caso en particular, análisis que es más provechoso
cuando ocurre dentro de una comprensión
holística.
Cuál es, entonces, el paradigma: el
reconocer, al igual que las teorías
físicas y astronómicas, que el universo, la
totalidad, ocurre continuamente; que «el todo es mayor que
la suma de las partes», según el enunciado
aristotélico; que la totalidad es producto del
conjunto de relaciones, las cuales corresponden a eventos
sucedidos, a otros que se suceden y a infinito número que
está por sucederse.
¿El riesgo? Confundir
el todo con lo absoluto. En una interpretación holista, lo
absoluto expresa relaciones. El todo, como absoluto, resulta
imposible de ser aprehendido pues de ocurrir así «ya
no sería un todo». El todo se asocia, entonces, a
las experiencias concretas de totalidad que mediante procesos
holísticos permiten comprensiones referenciales a otros
holos, ante un holos (totalidad) imposible de abarcar pero con
posibilidades de ser entendido progresivamente, a partir de los
aspectos que lo expresan, en holos de relación. Por eso,
el «todo» en holística es: interacción
constante; realización cósmica y universal;
potencialidad ilimitada; trascendencia; realización
histórica; y caos, entendido éste como plenitud de
posibilidades; dinamismo, optimismo… De ahí
también que en holística los límites,
más que puntos de llegada o cercas de contenido, son
realidades a transcender, puntos a rebasar, comprensiones a
desarrollar…
El proceso hacia la
globalización, la comprensión integradora y el
desarrollo
transdisciplinario, se conocen como expresiones del holismo. Las
cosas en sí mismas integran una realidad por las
interacciones propias, por campos de acción que se
entrecruzan. La apreciación de un hecho cualquiera
está dada por la aprehensión holista de las
distintas interacciones del objeto de análisis, por lo cual se obtiene un mayor y
mejor entendimiento del suceso. Es la ilación y la
tendencia a rebasar estructuras y
límites lo que determina los eventos; es la
relación profunda entre lo inmanente y lo trascendente lo
determinante en el estudio y comprensión de los seres; es
la posibilidad de establecer relaciones entre objetos,
particularidades, ideas, eventos y posibilidades lo que propicia
la comprensión del holos. Movimiento,
interacción, trascendencia, actividad, son constantes en
el contexto de cada ser o de cada cosa. Inteligencia
es relación, de estímulos, de ideas, de
experiencias, de percepciones, de intuiciones, en contextos
relacionales y situacionales marcados por la integralidad:
inteligencia
con sentido de contexto, como expresión holística.
Inteligencia como capacidad de relacionar, de establecer
contextos; inteligencia, incluso, como indicios sinápticos
que aluden a complejidades mayores.
2. Holopraxis
filosófica
En holística, el universo, el
cosmos, la realidad, es «todo»: lo que es, lo que
fue, lo que está siendo lo que será, lo que
está en posibilidad de ser. Un todo, además,
dinámico, en evolución, que ocurre permanentemente;
continuum pero a su vez inmediato; permanente pero a su vez
fugaz… El todo, en la holística aristotélica, se
entiende como unidad (1992:141…). El cosmos es la totalidad; y
es la totalidad en todos sus elementos la que está
ocurriendo, pues las parcialidades expresan el todo. No son el
todo pero manifiestan su pertenencia a un holos.
¿Cuál es el sentido o finalidad, o
teleología del cosmos?: la realización, la
perfección, la totalidad, la ampliación permanente
de posibilidades, la expansión de iniciativas, la integración en holos de comprensiones cada
vez mayores. Para potenciar la comprensión holista, es
importante tomar en cuenta distintas manifestaciones que expresan
la totalidad, las cuales evolucionan por su constante
interacción, por las sinergias que orientan hacia nuevos
holos.
Holística y filosofía se relacionan
estrechamente. Una y otra pretenden encontrar el sentido profundo
de las cosas, sin pretensión de agotar el
conocimiento, ni mucho menos hacerlo propio. Por ésto,
es bueno tener en cuenta que la holística tiene su
fundamentación en la filosofía y su holopraxis
está expresada en la experiencia, una experiencia que
vive, observa, aprehende, abstrae, simboliza, construye… Una
experiencia eminentemente holística. Del "holos", del
todo, la filosofía abstrae a través de
particularidades el conocimiento
para progresivamente ir comprendiendo la totalidad. Sin embargo,
esa aprehensión primigenia debe ser nuevamente confrontada
con el holos para poder percibir
en ese proceso los cambios que se producen, fruto de los
distintos factores y situaciones del conocimiento.
El proceso del pensamiento es
holístico, ocurre de lo general a lo particular y de lo
particular a lo general. La vivencia humana está referida
al contexto, a las relaciones espaciales. Un punto cualquiera es
percibido por las interacciones, por sus sinergias, por las
relaciones espaciales, situacionales y de contexto.
3. Importancia de la
holística
Toda época histórica entraña
contradicción: mientras fuerzas de diversa naturaleza se
enfrentan entre sí, fragmentando lo humano, ideas
poderosas aupan la integración, así como también
una visión totalizante e integral de los procesos. La
humanidad se debate entre
los enfrentamientos por intereses individualistas y las
necesidades de colectivos regionales; y entre las corrientes
caracterizadas por una autodiferenciación radicalizada y
la orientación global de la sociedad y del
devenir humano. La tendencia unificante se presenta como
experiencia integradora debido a su propia sinergia, y
está orientada hacia la comprensión de los
fenómenos sociales, culturales y políticos desde la
óptica
de la unidad, de la unificación, de la integridad, de lo
integral, y de la totalización.
Esta actitud
implica «superar» los paradigmas,
las maneras de ver las cosas, para propicir la figura del
sintagma, que puede ser entendida, de manera simple, como la
integración de paradigmas.
Una actitud sintagmática propicia la convergencia,
el
conocimiento, la apertura hacia otras maneras de ver las
cosas, y ésto se logra con criterios holísticos.
Cuando se dice «superar los paradigmas» se quiere
decir conocerlos, estudiarlos e integrarlos en nociones amplias.
En eso consiste la holística: tendencia, movimiento,
actitud psicológica y social, enraizada en las distintas
disciplinas humanas, orientada hacia la búsqueda de una
cosmovisión que esté basada en preceptos comunes
para el género
humano.
4. Holismo y
superholismo
La holística estimula la
iniciativa intelectual hacia la aceptación de los
fenómenos y del quehacer científico a partir de una
comprensión que considera los diferentes aspectos,
fenómenos y caracterizaciones propios de cualquier
contexto. Sin embargo, hay que diferenciar el "todo
holístico" del superholismo. En el "todo" holístico
se busca aprehender diversos aspectos que componen un holos
cualquiera -el cual a su vez está relacionado en mayor o
menor grado con otros holos en un conjunto multirrelacional,
donde de variadas maneras se incide en los eventos que lo
componen-. Este holos, llámese contexto, complejidad, o
situación, se puede estudiar, conocer en las partes
integrativas, teniendo en cuenta, si se quiere, que está a
su vez vinculado con otros contextos, con otras complejidades, y
esas relaciones se expresan a través de múltiples
sinergias.
En la línea del superholismo, se pretende creer
que todo, absolutamente todo, forma parte de un mismo holos -lo
cual es probable hasta cierto punto, como unidad, pero este
planteamiento presenta graves riesgos-. En el
superholismo, el "holos" corresponde a todo lo posible, en toda
consideración, cosa por lo demás absurda; en esta
perspectiva, la clave del asunto está en percibir la
totalidad absoluta para poder entender
la «totalidad del todo total». Esta posición
confunde porque el todo, visto de esa manera, es incomprensible,
vastamente inabarcable por su inconmensurabilidad. Además,
al intentar abarcar el «todo total», éste
desaparecería pues ya dejaría de ser el todo por
estar considerado dentro de otro todo continental, superior al
superholismo (llegado este momento, cualquier recuerdo con las
discusiones cartesianas pudiera inducir a leer sus Meditaciones o
el Discurso del
Método).
En consecuencia, la búsqueda del todo -es decir, la
definición de los eventos, de las circunstancias, de las
características y de las manifestaciones de
un contexto- como manera de acercarse a la comprensión de
una realidad cualquiera, en sus distintos aspectos que lo
componen, se hace necesaria, especialmente cuando se tiene
claridad en que «las cosas son o pueden ser en la medida de
quien las percibe» o, aun más, de acuerdo al
marco
teórico o epistémico que subyace en la
comprensión asumida, o del contexto al cual se adhiere
dicha comprensión. Existen múltiples maneras de
abordar un suceso o de comprender un fenómeno, y no
necesariamente una de esas formas -perspectivismo puro- es o debe
ser la correcta o la que se tome como referencia obligatoria para
todos. En holística, es preciso tener la capacidad
integradora, la experticia suficiente para percibir las variadas
relaciones de un suceso, y a su vez la posibilidad de
escrudiñar las derivaciones, especialmente si se es capaz
de apreciar el conjunto, la complejidad, la cual en cierta manera
se constituye en orientación de las distintas
«partes» o sinergias que componen el corpus
holístico.
5. Etapas del pensamiento
holístico
La holística ha de remontarse
a la historia del
devenir humano en todas su fases, como también al proceso
de evolución del conocimiento. Desde el punto de vista
antropológico, la naturaleza
abstractiva de carácter
cerebral es holística, pues los procesos cognitivos
devienen de las relaciones y de las interacciones, en un contexto
en el que las cosas, vistas en este caso como "eventos", ocurren
en el espaciotiempo.
En los orígenes del conocimiento humano, la existencia de
mitos
demuestra la tendencia, capacidad y orientación humanos
hacia la holística. Cualquier cosmogonía y
teogonía egipcia, griega, babilónica,
brahamánica, chibcha, incaica o azteca, pretenden dar
respuesta a inquietudes nacidas de la experiencia, algunos fruto
de las inferencias y otras más aprendidas culturalmente
como legado histórico. La evolución del pensamiento
está signada por la percepción
holística de la realidad.
A partir de un holos, de una "totalidad", de un
contexto, se genera el conocimiento y por sus múltiples
relaciones se expanden el pensamiento, las ideas, la ciencia.
Inteligencia, como ya se ha insistido, es relación,
capacidad de establecer nexos dinámicos, interactivos, en
contextos también relacionales. Conocimiento es
abstracción, es "reducción del holos". Para
comprender cualquier noción, se requiere del contexto -del
holos-, al cual se debe tal consideración.
El conocimiento tiene sus fases. La evolución
intelectual de la humanidad -más allá del discurso
positivo (Comte, 1884) que reduce la progresión
intelectual a tres estados-, desarrolla diversos momentos del
desarrollo del pensamiento que configuran un proceso de
intelección, cuyo acceso obtiene cada quien según
su historia personal, y lo
expresa la humanidad como un holos, a partir de sinergias y
eventos que expresan los estados de conciencia de la
sociedad o el
nivel de conocimiento de un pueblo, de una cultura o de
una institución. Estos estadios o etapas, son:
Etapa natural
Un primer estadio o instancia del conocimiento es de carácter
fenoménico. Está profundamente relacionada con las
situaciones, con los hechos y circunstancias propias del devenir.
Es una etapa ingenua. Se expresa y se asume el conocimiento con
la naturalidad del acontecer, y se producen interpretaciones
simples. Es el pensamiento del niño: natural y
cándido. Es el aprender de quien va descubriendo cosas
nuevas, situaciones novedosas. Dentro de estas circunstancias, el
conocimiento se da de manera espontánea, fruto de los
acontecimientos, de la cotidianidad, de los contextos, y como tal
ocurre. Tiene como características el pasmo, la sorpresa, el
asombro.
Etapa esotérica
Etapa complementaria del pensamiento es la esotérica: es
misteriosa. Está determinada por la actitud de
indagación que presenta interpretaciones lejanas a una
comprensión inicial, ante lo cual corresponde una actitud
de misterio: es cosa extraña, ajena, puede ser
tabú, puede ser difícil de comprender. La respuesta
está en buscar interpretaciones complementarias,
sustitutas o colaterales para comprender el contexto y las
situaciones. La etapa esotérica está asociada con
la superstición y tiene componentes psicológicos
vinculados con temores arcanos, con sentimientos, sensaciones,
percepciones ocultas, donde el temor se convierte en esperanza,
como también en miedo patológico. Esta etapa del
pensamiento es mágica. Corresponde a la
justificación de hechos o fenónemos a fuerzas o
naturalezas completamente diferentes o trascendentes, sobre las
cuales se operan poderes especiales para modificar las
circunstancias. Existe conocimiento, experiencia, inferencia,
intuición, y asociaciones interpretativas misteriosas, al
estilo de "los dioses que habitan todas las cosas" y al modo de
"fuerzas miseriosas que dominan todo". Para el entendimiento
mágico detras de cada acontecimiento está un poder
que supera las circunstancias, responsable del acontecer. Si el
interesado domina las técnicas,
los secretos, el idioma, entonces, adquiere el "supremo"
conocimiento.
Etapa mítica
Otra etapa del pensamiento lo constituye lo mítico. La
actitud esotérica, el entendimiento mágico, las
inquietudes y las indagaciones con respecto a los eventos,
permiten respuestas que justifican los fenómenos y las
situaciones en proceso, con criterios cosmovisionales,
totalizadores, expresado ésto en auténticas
ficciones.
Los mitos son
ficciones, son invenciones que se toman como existentes, como
reales. Justifican y explican los eventos y expresan el
conocimiento. Ofrecen interpretaciones a los acontecimientos, con
criterios de generalidad, y orientan el entendimiento de los
mismos, incluso con criterios de moralidad. Pero siempre sobre
ficciones.
Etapa religiosa
Otra etapa está asociada a la estructuración del
pensamiento religioso. Corresponde a la consolidación de
los mitos, de las ficciones, los cuales adquieren fuerza de
verdad.
En la etapa religiosa se integran el asombro y la ingenuidad, con
el misterio y el mito, en una
fase doctrinaria: lo expuesto religiosamente es lo válido,
es absoluto, pues es la verdad.
Es una etapa reduccionista, en lo teórico, en lo
mitológico, en lo esotérico y en lo mágico,
que propicia la visión de la realidad con criterios
generalizantes y exclusivos pues se insiste en que "esa es la
única manera verdadera de ver las cosas". La etapa
religiosa es dogmática.
Etapa teorética
Otro momento particular de la evolución del pensamiento lo
constituye la teorética. En esta etapa, se especula sobre
el sentido y la verdad de las cosas, y se formulan
interpretaciones capaces de presentar de manera organizada un
cuerpo de ideas. La propuesta de ideas es especulativa,
interpretativa y probablemente autónoma con respecto a
aplicaciones o comprobaciones. Las teorías
que en esta fase se plantean ofrecen diversas formas de entender
aquello de lo cual trata, sean eventos, realidades, situaciones o
ideas sobre ideas, con carácter especulativo. La
consistencia de la teoría
está dada por la forma como la misma es expuesta, la
manera como se sustenta y las relaciones de ideas que presente
con propósitos de convencimiento.
Etapa ideológica
La etapa ideológica del pensamiento se caracteriza por el
propósito de organizar las ideas, el conocimiento, de
forma coherente, estructurada y "científica". Es una etapa
fundacionista, coherentista y sistémica, asociada el
pensamiento "científico".
Es una etapa paradigmática, esto es, construido el
sistema,
definidos el método,
los recursos, las
técnicas, las estrategias y los
demás aspectos que tienen que ver con la obtención
de conocimiento, se plantea como estructura de
pensamiento suficiente, con capacidad de convertirse en oficial
en contextos estructurales y organizacionales.
Es producto de la
confrontación de realidades y de pareceres, como
también, de la búsqueda del conocimiento por
vía de la experiencia, de la comprobación o de
métodos
que garanticen resultados cónsonos con el proceso
indagativo. Esta etapa es estructural (las estructuras
conforman los sistemas) propone
el conocimiento elaborado, comprobado, organizado con criterios
metodológicos. Tiene fuerte raíz con la experiencia
y puede ser eminentemente racional, especulativa, empírica
y también puede derivar hacia el eclecticismo.
Etapa escéptica
Pensamiento escéptico. Alude a la etapa del conocimiento
caracterizada por la necesidad de dudar para obtener principios, como
también de comprobar el conocimiento para justificar la
veracidad del mismo.
El escepticismo tiene diversas manifestaciones, tales como el
relativismo, el pragmatismo y
el empirismo. El
relativismo, supedita la razón de ser de las cosas a las
relaciones y a los contextos en los cuales se originan las
interpretaciones. El pragmatismo
tiene como propósito el comprobar por via de los hechos,
de la utilidad y del
beneficio o efectividad, la veracidad del conocimiento. Y el
empirismo, se
propone comprobar por la experiencia o por la
experimentación la veracidad del conocimiento.
La etapa escéptica esconde el dilema de la incertidumbre,
lo pretende resolver por vía de la constatación,
pero mantiene la incertidumbre activa pues la misma justifica la
actitud escéptica: si desaparece la incertidumbre, se
supera el escepticismo.
Etapa filosófica
El desarrollo filosófico corresponde a una fase avanzada
del pensamiento. Se caracteriza esta etapa por la
reflexión permanente, por la búsqueda reflexiva,
histórica y situacional, de los aspectos fundamentales de
todas las cosas, con el propósito de proseguir en la
indagación, siempre teniendo como propósito la
adquisición de conocimiento, la búsqueda del saber
y la razón de ser de las cosas.
La etapa filosófica es instrospectiva, profunda en el
análisis, metódica, y trasciende hechos, cosas y
contextos, pues aspira a encontrar las razones primera y
última de las cosas… para continuar la
indagación.
La etapa filosófica es dinámica.
Etapa holística
El pensamiento holístico implica la actitud abierta a la
historia, a los acontecimientos, a percibir contextos, ideas y
situaciones dentro de múltiples relaciones. El pensamiento
holístico es relacional: está en posibilidad de
integrar experiencias, relacionar conocimientos, vincular
acciones,
dimensiones, interpretaciones, inferencias, con trasfondos de
posibilidades abiertas.
El pensamiento holístico pareciera caótico:
está en permanente indagación, está abierto
a la comprensión, está orientado hacia variadas
interpretaciones y dispuesto a apreciar posibilidades, a percibir
diferentes maneras de entender, de percibir el ser y las cosas.
El caos se entiende como posibilidades abiertas, el contexto y la
circunstancia metahistórica en el cual se pueden entender
las cosas y en donde abstracción, realidades y procesos se
relacionan.
Por eso el pensamiento holístico conduce a percibir los
eventos con amplitud, con apertura, pues interpreta que la
realidad es una y es compleja, es una pero múltiple, es el
aquí y el ahora pero tiene una filiación
histórica sorprendente: alude a lo pretérito pero
avisora, a su vez, los tiempos por venir, y es
trascendente.
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