Indice
1. La
globalidad: definición e
historia.
2. Algunas repercusiones entre los trabajadores
y los países
frágiles.
4. ¿Es posible una globalidad
diferente?
1. La globalidad:
definición e historia.
El asunto de la
globalidad, palabra, tema, realidad y debate que se
ha vuelto omnipresente en nuestros días, está
intrínsecamente ligado al desarrollo del
capitalismo en
el Mundo. En realidad, este régimen económico es el
primero en la historia que puede ser
considerado como mundial: tanto por su naturaleza, el
capital no
conoce fronteras, como por sus necesidades de reproducción simple y ampliada y por su
"éxito"
material.
"El preludio de la transformación que ha de echar
los cimientos para el régimen de producción capitalista, nos dice su
más grande crítico, coincide con el último
tercio del siglo xv". En Inglaterra, el
primer país plenamente capitalista del mundo: el
licenciamiento de las huestes feudales, la reforma protestante, y
la depredación de los bienes de la
Iglesia y el
proceso
violento de expropiación de la masa del pueblo, la
"gloriosa revolución" que instaló en el
poder a
Guillermo III, a los capitalistas y terratenientes elaboradores
de plusvalía, la revolución
agrícola, la revolución
industrial, la implantación general del sistema de
impuestos, la
formación del mercado interno,
el proteccionismo y el mercantilismo,
la destrucción del régimen gremial, se dan
prácticamente de manera simultánea con los grandes
viajes
europeo-occidentales de descubrimiento, comercio,
expoliación, conquista y colonización, cuando el
mundo se vuelve Mundo, cuando inicia la conformación de la
economía-mundo en los siglos xvi y
xvii.
Permítaseme otra cita, larga, de Marx:
"El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio,
esclavización y sepultamiento en las minas de la población aborigen, el comienzo de la
conquista y el saqueo de la Indias Orientales, la
conversión del continente africano en cazadero de esclavos
negros: son todos los hechos que señalan los albores de la
era de producción capitalista… Las diversas
etapas de la acumulación originaria tienen su centro, por
un orden cronológico más o menos preciso, en
España,
Portugal, Holanda, Francia e
Inglaterra. Es
aquí donde a fines del siglo xvii se resumen y sintetizan
sistemáticamente en el sistema colonial,
el sistema de la deuda
pública, el moderno sistema tributario y el sistema
proteccionista. En parte, estos métodos se
basan, como ocurre con el sistema colonial, en la más
avasalladora de las fuerzas. Pero todos ellos se valen del
poder del
estado, de la
fuerza
concentrada y organizada de la sociedad, para
acelerar a pasos agigantados el proceso de
transformación del régimen feudal de
producción en el régimen capitalistas y acortar los
intervalos".
Me he extendido en estas citas de El Capital, no
sólo por que es la obra que encierra el análisis más minucioso sobre el
funcionamiento del capitalismo,
sino porque hace referencia a los antecedentes, surgimiento y
desarrollo del
mismo, en la medida que el Mundo se va entrelazando y la economía se
mundializa de manera consistente y paulatinamente generalizada y,
finalmente, porque es una crítica directa a la Economía
Política vigente en la primera parte del siglo xix y
tiene como obra espejo a La riqueza de las naciones del liberal
Adam Smith,
misma, cuyo repaso, permite comprender por qué a la
Globalidad vigente en nuestros días la llamo Globalidad
neoliberal: Smith si bien no es el padre del liberalismo
económico, lo es John Locke, es
el teórico por excelencia del libre mercado, la
propiedad
privada y el estado
sólo como policía y ejercicio judicial.
Por lo demás, Luiz Gonzaga Belluzzo nos recuerda
que Marx apostava na
homogeneizaçao do espaço económico mundial a
partir de expansâo das forças produtivas e das
relaçoes de produçâo capitalistas, movendo-se
do centro para a periferia. Y que fue en su famoso discurso de
1847 ante la Asociación Democrática de Bruselas que
se pronunció a favor del libre comercio
como un instrumento de modernización y de impulso hacia la
revolución social. Y es que, por un lado, en la
concepción marxista, el capitalismo es un nivel de
desarrollo histórico superior al feudalismo y su
desarrollo, polariza las contradicciones entre burguesía y
proletariado acercando el tiempo del
socialismo, y,
por otro, la era del imperialismo
estaba naciendo como parte del desarrollo de las contradicciones
internas del propio capitalismo abriendo mercados en todo
el Mundo y exportando capitales de un país a
otro.
Lenin, apoyándose en los estudios de Hobson sobre
el fenómeno y de Hilferding sobre el capital financiero,
ubicó que la rivalidad de los estados nacionales
expansionistas europeos estaba amparada por el predominio del
capital financiero y su capacidad de exacerbar la competencia y
producir la monopolización de la producción y el
comercio. Esta
situación provocó un acentuamiento y desarrollo de
la intervención de cada Estado en la
economía a favor de sus burguesías nacionales, pero
sin ningún tipo de regulación interna en cuanto a
la especulación accionaria y financiera. Lo que condujo,
por un lado, a la primera guerra
mundial de 1914-1919, y, por otro, posteriormente, a la gran
crisis mundial
de 1929, con sus específicas y negativas repercusiones
para los obreros y campesinos en general y, en particular, para
los pueblos y naciones latinoamericanas.
Resuelta, transitoriamente, la nueva hegemonía
mundial norteamericana con su vanguardia en
el Morgan Guaranty Trust, todos los países capitalistas
enfocaron sus políticas
económicas anticrisis, desde los años treinta
primero, y reforzadamente en la postsegunda guerra mundial
(1939-1945), a la búsqueda de un rápido crecimiento
apoyado por una fuerte participación estatal destinada a
impedir las fluctuaciones bruscas del nivel de actividades
productivas y a garantizar la seguridad de las
ganancias frente a las incertidumbre inherentes a la lógica
del mercado. Los países del naciente campo socialista
privilegiaron la planificación, el control, la
regulación y la propiedad
estatales con el mismo fin.
Esta regulación y promoción del crecimiento fueron
acompañadas de una reducción y protección de
las influencias de los condicionantes externos. O círculo
virtuoso, sintetiza Belluzzo, entre gasto
público, oferta de
crédito
barato, investimento privado e estabilidade financiera foi a
marca da
economia da demanda
efetiva. La regulación financiera fue norma en todos los
países. Siguiendo las teorías
de John Maynard Keynes, se
construyó el "Estado de bienestar", el desarrollo
estabilizador, como se le llamó en México, en
el orden nacional y una serie de normas e instituciones
que pusieron cierto orden económico y político en
el Mundo, pero no estrictamente riguroso, especialmente para
Estados
Unidos: la ONU, los acuerdos
de Breton Woods, el Banco
Internacional de Reconstrucción y Fomento (Banco
Mundial), el Fondo Monetario
Internacional y otros organismos internacionales.
En los países dependientes y atrasados, como los
de América
Latina, bajo la protección de estado, se
procuró con el respaldo de una política crediticia
mundial y local blanda una línea de sustitución de
importaciones
mediante inversiones
públicas y privadas. El monto de la deuda externa, el
súbito incremento en las tasas de
interés mundiales, la crisis de los
precios del
petróleo y
la creciente debilidad del dólar, incidieron para que a
fines de los años setenta los Estados Unidos
intensificaran sus presiones para la liberación financiera
y someter a la economía mundial al control del
capital financiero norteamericano y a la supremacía del
dólar como moneda universal.
La crisis de la deuda de mediados de los ochenta, que
tanto denunció Fidel Castro anunciando los próximos
terribles años para los países deudores, y
agotamiento del "Estado de bienestar" se "resolvió" en
nuestro subcontinente, por la vía del "adelgazamiento" de
los estados nacionales, la disminución de obra e inversión estatales, la venta y privatización de empresas
públicas, la disminución de empleos públicos
y privados, la desprotección de derechos laborales, la
apertura a inversiones
extranjeras, la demolición de barreras comerciales
arancelarias, el enfoque principal de las economías hacia
el mercado externo, la liberalización y la volatibilidad
de los flujos financieros y especulativos… y el incremento
gigantesco del monto del principal de la deuda, de las tasas
reales de interés
cobradas y de los flujos de capital neto de los países
endeudados y dependientes hacia los acreedores.
Todo ello con la vigilancia, supervisión y control de una eficaz
"policía financiera": el Banco Mundial,
el Fondo Monetario
Internacional y el GATT, primero, y la
Organización Mundial del Comercio, después; y
con el paraguas militar de las fuerzas armadas de los
países poderosos, especialmente de Estados Unidos. Al
mismo tiempo, este
proceso se acompañaba con nuevos avances
científicos y tecnológicos en áreas como la
biotecnología, la medicina, la
producción agrícola, la física y la química y, sobre
todo, en materia de
automatización, cibernética y telemática.
En razón de la universalización de las
comunicaciones
el comunicólogo canadiense Marshal McLuhan concibió
la célebre frase de "aldea global", refiriéndose al
Mundo. De ahí surge el famosos término de "globalización", que si bien guarda una
referencia al tema de las comunicaciones, en realidad tiene un contenido
"global" específico, valga la redundancia,
económico, político, cultural y social y de
comunicaciones.
De la etapa de la simple exportación de capitales, vía
inversión y créditos, de la trasnacionalización
de la economía y las empresas
multinacionales, del surgimiento de grandes trust mundiales, del
nacimiento de los paraísos fiscales, se pasó a
otra. A la globalidad de las comunicaciones, fenómeno
fruto del desarrollo de las fuerzas productivas, se le
añadió el contenido del neoliberalismo, como un conjunto de políticas
impulsadas desde Inglaterra por la "dama de hierro", la
primera ministro (1979-1990) Margaret Thatcher, por el presidente
Ronald Reagan de Estados Unidos (1981-1989) y el llamado
"Consenso de Washington" entre los siete países ricos de
la Organización para la Cooperación y
el Desarrollo. Estas supply side economics y monetarismo,
inicialmente así se les llamó durante los
años ochenta, reorientó la política
estadounidense y fue impuesta a los países
económicamente débiles, de manera especial al
traspatio latinoamericano de Estados Unidos. Entre otras partes,
estas políticas fueron concebidas en el Consenso de Santa
Fe, las Universidades de Chicago, Yale y Harvard y en organismos
como la Rand Corporation y el Consejo de las
Américas.
En síntesis,
el contenido del concepto de
"globalización", la globalidad real, como es
entendida universalmente en la actualidad conlleva una serie de
condiciones que lo matizan, no se trata de una
"globalización" en general, y la vuelven una precisa,
específica y determinada: la
globalización neoliberal. Y si el imperialismo
es, en frase de Lenin, "la etapa superior del capitalismo", el
neoliberalismo, la globalidad neoliberal es la
fase superior o actual del imperialismo.
A globalizaçao, nos aclara Belluzzo, se apresenta
fundamentalmente como regeneraçao das três
tendencias centrais e Inter.-relacionadas do capitalismo: 1) a
mercantilizaçao acelerada de todas as esferas da vida,
inclusive daquelas até agora protegidas (amor, lazer,
religiâo), 2) a universalizaçao da
concorrência e 3) a concertraçao do poder
económico e político. Eso significa condicionar el
acceso a todos los bienes por la
vía del impulso ciego de la acumulación de riqueza
bajo la forma monetaria y abstracta, una intensificación
de la competencia que
acelera el proceso de concentración y
monopolización y disminuye el tiempo de trabajo necesario,
la imposición de las normas del
capital, dinero que
produce más dinero, a
todos, y el creciente incremento de países, personas y
subclases marginados del goce de los bienes, del trabajo y del
bienestar.
El núcleo del fenómeno, y quizá sea
los más específico y propio de la"globalidad"
contemporánea, lo que la diferencia de la etapa anterior,
es el aspecto financiero y especulativo. Ricardo Carneiro de la
Universidad de
Campinas en Brasil, lo anota
de la siguiente manera: é a resultante da interaçao
de dos movimentos básicos: no plano doméstico da
progresiva liberalizaçao financiera e no plano
internacional da crescente movilidades dos capitais. Está
implícita … a idéia de que la
globalizaçâo produtiva é un fenómeno
subordinado.
Pero este proceso, si bien se debe al desarrollo de la
tendencia que se inició a fines del siglo xv de
expansión del capital, es también producto
conciente, planificado y resultado de un ejercicio de
determinadas políticas, sobretodo por Estados Unidos, con
una adición: en la fase imperialista precedente de alguna
manera las políticas seguidas, las asociaciones con
capital extranjero, el proteccionismo nacional, producían
beneficio y cierta fortaleza a sectores de las burguesías
nacionales en los países y regiones más
frágiles; ahora, los recursos del
poder y el capital están tan concentrados y distribuidos
tan asimétricamente que son detentados fundamentalmente en
un solo país, Estados Unidos, sobre todo en
relación a casos como el de América
Latina y México.
No nos llamemos a engaño. El FMI y el BIRF no
son organizaciones
que respondan a intereses mundiales. Ya Joseph Stiglitz, ex
vicepresidente del Banco Mundial,
decía en las vísperas de los quinientos años
del descubrimiento de
América: "el Fondo ejecuta las políticas de
interés
del Tesoro americano y de la clientela de Wall
Street".
Y es que los norteamericanos ya no tienen la
hegemonía indisputada en todos los campos de la
economía. Existen zonas, mercados, ciertas
tecnologías avanzadas y muchos productos en
que ellos ya no son los líderes. Y, como afirma Carneiro,
os Estados Unidos perdem a su liderança tecnológica
e comercial e pasma a apostar na reafirmaçâo de sua
hegemonia a través de seu poderio financiero, fundado no
uso do dólar como moeda reserva pelo sistema
internacional. Es decir, someten a los demás a los
intereses del dólar, mientras ellos no siguen las reglas
que el dólar impone a las otras monedas y
economías.
Con críticas al estatismo, la corrupción, el desorden y "la falta de
libertad y
democracia" se
vela una creciente dependencia financiera del financiamiento
externo, una mayor definitividad para los excluidos del
desarrollo, un ataque formal a la protección de los
intereses nacionales y una aniquilación creciente de las
soberanías nacionales.
Con el fin de la Guerra
fría y la derrota del socialismo
soviético, sin duda acelerado por haber caído en la
trampa de la competencia militar y pretender construir la
contraparte de la "Iniciativa de defensa estratégica o
"Guerra de las
Galaxias" que inició Reagan el 23 de marzo de 1983, se ha
perdido todo pudor, si alguno quedaba, y no sólo se
manipulan los organismos financieros internacionales, sino
también hasta la
Organización de las Naciones Unidas y
se interviene unilateralmente en Panamá,
Irak,
Balcanes, y se presiona para intervenciones militares
multilaterales en otros países y regiones de África
y Oceanía.
Se pretende, ya sin el campo socialista, un mundo
unipolar, con un poder sin freno ni contrapesos, en que los
costos mayores
sean cargados a los países periféricos y las ganancias se acrediten a
los inversionistas hegemónicos y de los países
dominantes. A la cabeza de ese mundo se coloca al capital
financiero y especulativo, ya no al productivo.
2. Algunas repercusiones
entre los trabajadores y los países
frágiles.
Carlos Fuentes, en
una entrevista que
le dio a Stella Calloni en Argentina
decía:
Los vicios de la
globalización son evidentes, pero sus virtudes
también. Son dos caras: la de la prosperidad deseable y la
de la exclusión indeseable. Lo que sucede ahora es que
estamos viendo el rostro que no deseamos, porque el proceso
está bajo el dominio de la
lógica
especulativa. Y entonces vemos que en 1971 el movimiento
global de divisas era de 18 billones de dólares diarios.
Hoy es de mil 500 billones de dólares diarios, pero en el
71 el 90 por ciento de ese movimiento se
destinaba a la inversión y al comercio y hoy esa
ecuación está invertida de tal manera que 90 por
ciento va a la especulación y sólo 10 por ciento a
la producción y el comercio. Es una deformación
salvaje que contribuye a crear, globalmente, una subclase
estructural permanente.
-Si estas desigualdades provocadas por el darwinismo
global continúan, se duplicará el número de
pobres en el mundo en 30 años, como lo advierte el Banco
Mundial. Y ya ahora hay 2 mil millones de pobres en el mundo.
Entonces debemos preguntarnos si lo que nos espera es sólo
la globalización de la pobreza. Y hay
otro tema también que es que esta globalización
negativa le otorga una libertad plena
a las cosas pero se las niega a las personas. Las
mercancías y productos
circulan y no hay barreras, pero los trabajadores no pueden
desplazarse con libertad. Las cosas son libres y los
trabajadores, cautivos. Estamos ante una crisis que lo abarca
todo y yo aventuro una idea: ¿por qué no hemos sido
capaces de crear una nueva legalidad para una nueva
realidad?
Y es que lo que no ha dado la globalidad para las
más amplias mayorías es, precisamente, progreso,
bienestar, y riqueza. Más bien lo que se ha dado es un
archipiélago de modernidad y
progreso en ciertas zonas como New York,
Chicago, Londres, Paris, Barcelona, Norte
de Italia, Sao
Paolo, Sydney, costa este de China, Hon
Kong, Japón,
Malasia y Singapur, mientras en la mayor parte del mundo existe
un desplazamiento del empleo, las
riquezas los avances
tecnológicos y la productividad. La
distancia entre ricos y pobres, personas, grupos y naciones
se ensancha. La
comunicación global se da para muy pocos. En
México, como un ejemplo, sólo el 2.5% de la
población tiene acceso a la supercarretera
de la información, la Internet, la supuesta
enlazadora de la "aldea global".
Los países pobres o subdesarrollados se vuelven
sólo proveedores de
materias primas minerales y
agrícolas y de mano de obra barata, tanto por las
maquiladoras como por los migrantes que se trasladan a los
países ricos. Y las grandes ciudades de los países
subdesarrollados se vuelven polo de atracción para la
población campesina y marginal de las zonas más
pobres.
Los poderosos intentos de homogenización de
cultura y de
implantación el american way of lif, al tiempo que arrasan
con tradiciones y costumbres, encuentran resistencias
violentas en países como los musulmanes del norte de
África y el Medio Oriente y resurgen con particular
virulencia los fanatismos, y los movimientos integristas, pero
también las identidades colectivas e infranacionales
buscando la realización de lo local como
realización de lo global.En realidad las maravillas
proclamadas del "libre mercado" por Adam Smith, en
su expresión actual, producen más
marginación y exclusión que cuando se
implantó el liberalismo en
los siglos xviii y xix.
Las defensas anticrisis que los países
capitalistas se construyeron en la postguerra se han ido
desmontando y queda en carne viva el capitalismo salvaje, con sus
crisis recurrentes y contagiantes, su destrucción de
fuerzas productivas y la construcción de una nueva categoría
social: ya no la de un ejército industrial de reserva,
permanente o intermitente, sino la de un ejército perenne
de excluidos.
En los países dependientes, como los
latinoamericanos, se trata de salvar la brutal contracción
del mercado interno y la apertura a las importaciones,
con acudir al mercado externo con la "ventaja comparativa" de
sueldos miserables y para la miseria respecto a los costos de mano de
obra de las naciones hegemónicas, con maquiladoras en
terrible competencia con pueblos y naciones similares en su
pobreza. Y con
la tolerancia de
cada vez más millones y millones personas en la
"economía informal", la que sirve para los excluidos de la
economía globalizada de los ricos, la "formal".
Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea
Nacional de Cuba ubica a
la globalización más bien como el intento de
instaurar una dictadura
global de la que no escapa la propia ONU.
Permítaseme una cita de una cuartilla pero que descubre el
fetichismo y el mito de la
"globalidad" capitalista:
El tercer milenio se inicia con la consagración
del embuste. La mentira sistemática, industrializada, nos
invade día y noche, por medios de
tecnología
en constante renovación y monopolizados por un
puñado de empresas cada vez más
reducido.
Se nos quiere hacer creer que llegamos a otro mundo, la
aldea global finalmente edificada, pero nunca antes fueron tan
agudas las diferencias en los niveles de vida que separan a las
naciones. Si en 1820 el PIB per
cápita de los países ricos era tres veces superior
al de los pobres, hoy lo es 74 veces. El número de los que
viven ahora en la miseria sobrepasa al total de la
población de la Tierra
cuando empezaba el siglo XX. Y la población seguirá
creciendo, casi toda en el Tercer Mundo, a un ritmo de un
México por año, aunque en continentes enteros
descenderá la esperanza de vida y en no pocos
países se reducirá, en varios millones, la cifra de
sus habitantes.
Nunca fueron tantos los que sufren hambre y desnutrición o mueren de enfermedades evitables
mientras es posible aumentar las cosechas, multiplicar los
alimentos y
desarrollar nuevas vacunas,
medicamentos y equipos médicos.
Jamás los conflictos
armados, la violencia y la
criminalidad se habían diseminado como en estos
años en que no cesan de entonarse loas a un nuevo orden
internacional de paz y estabilidad.
Se supone que los gobiernos no intervengan, no pueden ni
deben intervenir, que sólo opere "la mano invisible" del
mercado, que la iniciativa privada por si sola, sin odiosas
regulaciones ni molestas trabas burocráticas, se
encargará de prodigar la felicidad y el bienestar. La
política debe replegarse hasta el olvido y dejar libertad
absoluta a los mercaderes.
Esta es, quizás, la mayor mentira. Jamás
hubo gobernantes tan fuertes e intervencionistas. No han
renunciado al ejercicio de la autoridad, ni
la política ha abandonado sus antiguos fueros. Solo que su
función
se ha invertido completamente. Los mercaderes están dentro
del templo y lo dirigen.
No es verdad que haya desaparecido el estado y
que en su lugar se estableciera una suerte de anarquía
universal. En realidad el nuevo orden internacional es resultado
de la imposición gubernamental. Es, concretamente,
consecuencia de la hegemonía indiscutida de un gobierno que
tiene nombre y apellido, el que dirige el imperio
estadounidense.
El adelgazamiento del poder del estado y la
supresión de las soberanías nacionales son para los
países pobres, no para los ricos.
3. El pensamiento
único y Fukuyama.
Esta globalidad neoliberal no sólo se justifica
por la fuerza del
capital, del dólar e incluso de las armas.
También se pretende explicar y justificar mediante el
consabido truco de imponer una cierta forma de
interpretación de la historia completa, construyendo un
esquema que asevere que esta "globalidad", el "triunfo" del
capitalismo sobre el socialismo, la autocracia del libre mercado
y las formas liberales de democracia,
son el resultado final de la historia.
Esto es lo que el analista del Departamento de Estado y
la Fuerza Aérea norteamericanos, Francis Fukuyama, nos
recetó con su famoso artículo sobre el fin de la
historia y su posterior libro The end
of history and the last man:
What we are witnessing is not just the end of the Cold War, or a
passing of a particular period of postwar history, but the end of
history as such: that is, the end point of mankind’s
ideological evolution and the universalization of Western liberal
democracy as the final form of human government.
Se trata de una visión neohegeliana que sostiene
que la victoria del liberalismo económico ya se dio como
autorrealización del mundo en la libertad
(económica) y la propiedad privada, pero, hasta hoy,
sólo en el campo de las ideas porque esté
incompleta en el mundo real. Aunque aún le falte por
avanzar en algunas regiones del mundo, ya esta condenada a la
victoria, cree y dice Fukuyama, pues las formas no liberales se
encuentran en franco retroceso y el ideal de la humanidad es las
democracia liberal occidental, la única que le permite la
plena satisfacción a los seres humanos. ¡Como si
ignoráramos que el liberalismo se opuso hasta que pudo al
sufragio universal, combatió la ampliación de
derechos
individuales de mujeres, negros, indígenas, analfabetos y
no propietarios, desconoció los derechos colectivos de los
pueblos indios, implantó como "razón de estado" el
despojo de tierras, la prohibición de los sindicatos,,
el trabajo
infantil y los salarios
ínfimos!.
Dado por bueno y cierto lo anterior, ya no se espera una
evolución o cambio de
sistema en el mundo, aunque todavía haya guerras
locales como la de los Balcanes e Indonesia, crisis financieras
como la mexicana de 1995, la japonesa y del sudeste
asiático de 1997, la rusa de 1998 y la brasileña de
1999 se vuelvan en crisis migrantes hacia todo el mundo, aumente
la crisis de valores en las
sociedades
superdesarrolladas y se incremente su consumo de
drogas y su
aporte a los flujos monetarios del narcotráfico y el contrabando de armas, crezca el
número de millones y millones de desposeídos, se
agraven los problemas de
sustentación ecológica y se multipliquen y
ensanchen los lunares por absorber en la utopía
capitalista.
El último hombre, el que
corresponde al superhombre de Nietzsche en
Así hablaba Zaratusta, se convierte así en el
ciudadano burgués ideal. Enemigo acérrimo de los
globalifóbicos de Niza, Seattle, Davos y Can Cun y de
movimientos como los de los agricultores franceses y
españoles y los sin tierra
brasileños y que sueña un mundo sin organizaciones
obreras ni demandas laborales.
Se pretende que nos creamos que no tiene validez
ningún otro pensamiento
sino el que crea en la libertad del mercado, el poder del capital
y organice el gobierno bajo los
principios de
la democracia formal representativa, ejercida mediante elecciones
en que nada más los que tienen acceso a los medios de
comunicación electrónicos pueden jugar. Esto
trata el pensamiento único, uno de cuyos renovadores es
Francis Fukuyama.
4. ¿Es posible una
globalidad diferente?
De hecho la
globalización, o la mundialización de las
relaciones culturales, económicas y políticas no
sólo es la debacle de los débiles, también
es un reto y una oportunidad. En sus primeros años de
vigencia, el control del fenómeno y de su
implantación ha sido el del gran capital.
De la velocidad y
multiplicación de las comunicaciones y sus medios se han
aprovechado más el gran capital especulativo y los
gobiernos que lo protegen, pues se aceleró cuando la
izquierda entró en una profunda crisis con el derrumbe del
Muro de Berlín en noviembre de 1989 y el final de la
Unión Soviética en 1991 y los gobiernos de los
países endeudados y dependientes cedieron ante el impulso
de los grandes bancos, los
organismos financieros internacionales y los gobiernos de los
países imperialistas.
Pero el que haya sido así no tiene por qué
significar que siempre sea así.
El llamado "Consenso de Washington" cada vez es menos
consenso. Los países de Europa Occidental
se fortalecen con la Unión
Europea frente al poderío estadounidense y el papel de las
grandes corporaciones japonesas se inserta cada vez más en
las entrañas de nuestro vecino allende el Río
Braco.
La miseria de dos mil millones de habitantes en la Tierra se
convierte en un obstáculo a la expansión de los
mercados, estos tienen límites
infranqueables, son un subsistema del sistema económico
que no fue construido para servir a los hombres sino al hambre de
ganancias. Los capitales, circulando a meteóricas
velocidades por las bolsas de valores de las
principales ciudades del Mundo,se encuentran en un gigantesco
juego de
ruleta, tal que algunos han llamado a la economía actual
"economía casino".
Destacados financieros como George Sorgos,
políticos como Felipe González y Alan Jospin,
teóricos como Tom Giddens, desde países poderosos
cuestionan el modelo y
proponen alternativas dentro del mismo capitalismo. Surgen
coordinaciones mundiales informales entre los movimientos
globalifóbicos. Se desarrolla un gran esfuerzo
teórico y partidario de elaboración de nuevos
caminos para la globalidad entre la izquierda mundial y se
reconoce el necesario papel
organizador del mercado que ejerció y puede y debe ejercer
un nuevo tipo de Estado.
Cierto que estamos, parece, en un largo momento de
dominación capitalista, Wallerstein lo calcula en 50
años, pero es un momento de opciones históricas con
desenlaces inciertos. En muchos países poderosos la
crítica al neoliberalismo se ejerce de manera
práctica, como en Holanda, Suecia, Dinamarca y Francia.
Aumentan en número los gobiernos socialdemócratas.
En Polonia y Bulgaria los neocomunistas vuelven al
poder.
Ante el ataque a las soberanías nacionales surgen
planteamientos como el español de
"soberanía compartida", el inglés
de "democratización de la democracia", el francés
de que "la sociedad comande
al mercado y no el mercado a la sociedad", el latinoamericano de
un nuevo tipo de estado que reconozca la diversidad como paso
esencial para lograr la igualdad, el
de los países exportadores de fuerza de trabajo que abogan
por el libre flujo de mano de obra y las cada vez más
frecuentes discusiones sobre una nueva forma de inserción
en el mundo con equidad y solidaridad.
En fin, no se ha acabado con la evolución de la humanidad. El fin de la
historia de Fukuyama hasta en la academia norteamericana es
criticado. Su desenlace y evolución sigue dependiendo,
como siempre, de la acción de los hombres.
Autor:
Gabriel Mario Santos Villarreal